Una profesora de educación inicial lleva a sus alumnos al único espacio verde con el que cuenta el colegio, para sembrar unos retoños. Los niños trabajan en eso durante una hora, felices de la vida con sus palitas, su tierrita y sus pequeñas plantas. Se les habla de la importancia de los árboles para el cuidado de nuestro planeta. Los niños se van luego de regreso al aula: acabó su hora y deben regresar a sus actividades de siempre. Además, les toca plantar a los de 1er grado, y en efecto, aquellos llegan corriendo al jardín, también con sus palitas y sus plantas, pero sin ningún cuidado por lo ya sembrado: pasan cual pequeños caballos desbocados por encima de los retoños que los compañeros de inicial acaban de plantar, pisotéandolos todos. Muchos de ellos quedan inservibles y rotos. La profesora, distraída o desinteresada, no les dice nada. Resultado: los niños pondrán en la tierra sus plantitas, pero no aprenderán lo fundamental.
Esta historia real, que observé alguna vez en un colegio, ilustra el siguiente punto: educar para cuidar y querer nuestro planeta requiere -como cualquier otro tipo de educación- de autenticidad. Los niños aprenden tanto (o más) de lo que hacen y ven hacer que de lo que se les dice. Un colegio que derrocha agua, que vende comida chatarra en sus kioskos, que no tiene reparos en despilfarrar papel o plástico en cantidades semi-industriales, que mantiene los baños tan sucios que casi puede decirse que no son aptos para seres humanos (como ocurre en muchas escuelas públicas del país), que no es cuidadoso con la luz o que no tiene suficientes basureros en el patio, está educando a través de esas acciones de manera tan o más efectiva que mediante las clases. Peor aun si no se habla nunca de estas inconsistencias con los niños en las aulas. Lamentablemente, si se sigue así en el comportamiento diario dentro de la escuela hablarles a los niños de los árboles y sembrar plantitas durante una hora como actividad curricular servirá de muy poco.
El concepto de sostenibilidad es muy complejo, y bien valdría la pena que los profesores interesados en este tema retomaran a Piaget, especialmente sus trabajos sobre la construcción de la causalidad en el niño y su concepción de la cooperación como fuente del respeto mutuo. Los estudios que intentan identificar -entre otras muchas cosas- qué características de los animales atren a los niños y cuáles les producen rechazo también dan información muy útil que los docentes pueden aprovechar para ayudar a los estudiantes a construir una estructura afectiva más respetuosos del medio ambiente. Ambos procesos son importantes: el pensamiento, que permitirá al niño hacer conexiones de causa-efecto y entender después las complejas interrelaciones que existen en el mundo natural y los ecosistemas, y la afectividad, que le permitirá tener una relación respetuosa, una ética de cuidado y cariño hacia los animales y plantas.
Aqui les dejo algunos enlaces de utilidad para docentes interesados en temas ambientales:
Década por una educación para la sostenibilidad
Fundación Vida Sostenible – (Educadores)
Y para los que leen inglés recomiendo darse una vuelta por el Human Development (uno de mis journals favorito para temas de desarrollo humano), o Cognition. De vez en cuendo ambos journals sacan artículos interesantísimos que exploran temas relativos a la construcción del pensamiento biológico en los niños. Hace ya algunos años (bastantes! es de 1989) el Human Development tuvo un monográfico -totalmente vigente dado el enfoque que tiene- llamado Development of biological concepts in cross-cultural perspective que sería útil revisar para darse una idea de como construyen los niños sus conceptos biológicos. Sus artículos son, desde mi punto de vista, interesantísimos y sumamente sugerentes. Más recientemente, el European Journal of Psychology of Education (2006, Vol. XXI, 453-466) ofrece un artículo en la misma línea de ese monográfico, ‘The clouds are alive because they fly in the air as if they were birds’: A re-analysis of what children say and mean in clinical interviews in the work of Jean Piaget. Una vuelta por estas revistas y uno encuentra muchas cosas para leer y profundizar teóricamente, pero que se pueden aplicar a la práctica docente con relativa facilidad.
Excelente tu artículo. Quien enseña y no practica termina arando en el aire.
Un saludo cordial
Además de la autenticidad, lo que me parece que a veces hace falta es la sistematización: hoy se hace algo, pero mañana no se dá continuedad. Hacemos las cosas sin pensar en sus consecuencias, y, por observación, las generaciones siguientes aprenden a hacer las cosas y no continuarlas.
No hemos aprendido y tampoco enseñamos las ideas de consulta-acción-reflexión: después de hacer algo, debemos reflexionar y dar los pasos siguientes. Si hacemos las cosas, solo por hacer, jamás permitiremos la verdadera evolución de nuestra espécie…
SAM: Tu comentario me ha hecho pensar que una cosa está amarrada con la otra. Como a veces no son intervenciones auténticas que se hagan con sentido y en las que la gente crea realmente, pues no tienen continuidad. Tienes razón en lo que señalas porque es un problama que ocurre a todo nivel, tanto en pequeñas intervenciones de aula como en las políticas del Ministerio de Educación, que cambian también a gusto (gusto, porque no hay mayor fundamento usualmente) del Ministro, el Viceministro o el Director de turno. Así, nada se consolida, la plata termina despilfárrandose y la educación siemplemente no mejora.
Para darle en la yema del gusto a los cognitivistas, Franco Frabboni tiene un modelo muy interesante del "proceso de desarrollo de la toma de conciencia ambiental".
Para llegar a ella se requiere del paso por otras etapas (que están enlazadas con la propuesta de Kohlberg sobre el desarrollo moral).
El nivel más bajo es el de la sensibilización (que se desarrolla a través de actividades de motivación), luego siguen el conocimiento (información), interacción (experimentación), desarrollo de capacidades, valoración (compromiso) y finalmente la acción voluntaria (que requiere de actividades en las que haya genuina participación).
Lo interesante del modelo es que propone que la capacidad cognitiva tiene influencia sobre las "conductas ambientales" y esto también está ligado al desarrollo moral.
Un niño que se mueve con argumentos instrumentales participará por motivos diferentes a un adolescente con moral legal contractual… y no es razonable pensar que la misma estrategia sirva igual en ambos casos.
Del mismo modo, una maestra instrumental o que quiere quedar bien cumpliendo lo que le dicen que debe hacer, difícilmente podrá estimular razonamientos superiores que lleven a la acción voluntaria… ¿no? Pero aún si no tiene pensamiento sistémico y no logra comprender relaciones complejas y múltiples…
viva el respeto a la naturaleza