Fundamentalmente porque el comportamiento moral se ve influido por un gran número de factores, no solamente por lo que la persona sabe acerca de las normas y principios. Por ejemplo, un factor de gran relevancia es la identidad moral; este concepto sirve de puente para explicar la relación entre el razonamiento moral (lo que la gente piensa), y la acción moral (lo que la gente hace). Fue Blasi (1983) quien, al revisar la relación entre el estadio de juicio moral en el sentido Kohlbergiano y el comportamiento, concluyó que si bien existía una relación entre conducta moral y estadio de desarrollo (pues las personas en estadios más avanzados manifiestan menor tendencia a mostrar conductas inapropiadas, en comparación con personas de estadios inferiores), el poder de la asociación no era perfecto, lo cual sugería que otros factores más allá del juicio moral Kohlbergiano se vinculaban a la conducta moral. La aproximación de Blasi se apoya en el trabajo de Erikson (1968) sobre la formación de la identidad, y está fuertemente influida por la teoría del desarrollo del yo de Loevinger (1976). Blasi, basándose en Loevinger, planteó la posibilidad de que el enlace entre el juicio moral y la acción se encuentre en el grado en el cual la moralidad y las preocupaciones morales estén integradas dentro del sentido de identidad (sentido del yo o self) de la persona. La idea básica es que a partir de la identidad moral se deriva la necesidad psicológica de hacer que nuestras acciones sean consistentes con los propios ideales. En palabras de Blasi (1993), la consistencia con el propio self es el resorte motivacional de la acción moral. La integración de la moral dentro del sentido de identidad (self) de la persona es una dimensión evolutiva cercana a lo que la mayoría de las personas entiende por carácter. En este sentido, los motivos para la acción moral no son resultado directo de “conocer” lo bueno o lo justo, sino que surgen de un deseo de actuar de forma tal que podamos mantener la consistencia de nuestro sentido de identidad como seres morales, para así convertirnos o seguir siendo cierto tipo de ser humano. Lo interesante del concepto de identidad moral es que éste no intenta reemplazar las ideas morales con conceptos no cognitivos (como el concepto tradicional de carácter, basado en una concepción de virtudes entendidas casi como rasgos de personalidad), sino que, como afirma Blasi (1993), ve a la identidad personal operando conjuntamente con la razón y la verdad para proveer motivos para la acción. Se afirma que la moralidad objetiva no es impuesta en las personas sino autónomamente escogida por el sujeto desde su libertad y voluntad; mediante la acción de elegir una moralidad racional y objetiva el sujeto da forma a su identidad moral. Para Blasi, la comprensión y aceptación de una moralidad objetiva (lo moralmente correcto) adquiere fuerza motivadora debido a su integración en el self o identidad de la persona. Diversos autores (por ejemplo Blasi, 1984; Power, Higgins y Kohlberg, 1989; Kohlberg y Diessner, 1991) plantean que el sentido de responsabilidad funciona como puente entre el juicio moral y la acción, siendo uno de los aspectos que definen la identidad moral de una persona. En este sentido, un individuo necesita sentir responsabilidad (sentirse responsable) para actuar.
Creo que las personas aun que crean que no es correcto humillar o hacer sentir mal a alguien , ellos lo toman como juego o no piensan que pueden lastimar seriamente ah alguien y actúan sin pensar en el daño que le causan a una persona