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Pell contra mundum

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Nuevo libro rinde homenaje al cardenal Pell como defensor de la ortodoxia

Pell Contra Mundum, editado por el Padre Robert A. Sirico, contiene discursos pronunciados por Pell en los últimos meses de su vida, así como ensayos sobre su vida y legado.
Aunque el cardenal Pell tenía sólo 81 años, su muerte en enero de 2023 fue una sorpresa. Ya se le echa mucho de menos. El robusto exjugador de rugby australiano de 6’4”, fue un cardenal valiente y franco, confesor y defensor de la tradición católica.
Pell Contra Mundum es un monumento a su legado como defensor de la ortodoxia en esta época actual de confusión moral y teológica.
La publicación incluye tres discursos del cardenal Pell, pronunciados en sus últimos seis meses, y cuatro ensayos de una selección de sus compañeros de trabajo en la fe: Oswald Cardenal Gracias, Danny Casey, Reverendo Robert Sirico y George Weigel. Estas reflexiones arrojan luz sobre un cardenal arzobispo que no tuvo miedo de desafiar a quienes intentarían rehacer la Iglesia a imagen del “espíritu de la época“. (Todos los textos en inglés, italiano, español y francés).
El título, Pell Contra Mundum (‘contra el mundo’), es una referencia a San Atanasio (293-373 d. C.), el gran héroe de la ortodoxia cristiana del siglo IV que fue exiliado y encarcelado en numerosas ocasiones. Atanasio se negó a capitular ante la mayoría de los obispos, gobernantes y teólogos de su época, que habían sido engañados por la herejía arriana, que rechazaba la divinidad de Cristo.
Pell fue siempre claro en que la cuestión teológica de nuestros días también es cristológica: Jesús es Dios y sus enseñanzas (sobre el matrimonio, por ejemplo) son verdaderas e inalterables. Atanasio y Pell confirmaron impopularmente la constante enseñanza católica, que es su prerrogativa: Cristo estableció Su Iglesia, confiándola a Sus Apóstoles y a sus sucesores (los obispos), cuya misión es salvaguardar las enseñanzas de Cristo sin desviación.
En el primer ensayo, el cardenal Oswald Gracias hace un breve resumen de la vida del cardenal George Pell, otorgándole el título de “mártir blanco” por su testimonio como confesor de la fe. Gracias recuerda las falsas acusaciones que se hicieron contra Pell y su injusto encarcelamiento en régimen de aislamiento durante 404 días, tiempo durante el cual Pell escribió su Prison Journal, que George Weigel califica como un “clásico espiritual” contemporáneo.
Danny Casey había estado trabajando con el cardenal desde 2003 en Sidney y siguió a Pell a Roma cuando el Papa Francisco nombró a Pell prefecto de la Secretaría de Economía del Vaticano. Casey ayudó a Pell a realizar importantes reformas en el Banco del Vaticano y escribe sobre los escándalos financieros con los que Pell tuvo que lidiar (y que persisten) en el Vaticano durante los últimos 14 años.
Sirico y Weigel completan la narrativa y unen la historia del trabajo y el enfoque de Pell.
La joya de este libro se encuentra en las propias palabras de Pell. En un discurso pronunciado en Campion College, Australia, alentó a los estudiantes católicos de artes liberales a ignorar las burlas y las burlas de la sociedad “woke” y no tener miedo de aprender y preservar la tradición occidental: “inculcar el amor y el orgullo de nuestra tradición, así como amamos a nuestras familias y reconocemos sus fracasos”. En un último discurso, tres días antes de morir, honró la memoria de los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, como “verdaderos cristianos” que “fueron optimistas”, que “comprendieron la importancia de los sacramentos [especialmente la Eucaristía]”, y que “comprendió el papel del sucesor de Pedro en la vida de la Iglesia católica”.
En referencia al proyecto de sinodalidad, tema de un ensayo publicado post-mortem, Pell lanzó el desafío a sus hermanos obispos: “Los sínodos tienen que elegir si son servidores y defensores de la tradición apostólica sobre la fe y moral, o si su discernimiento los obliga a afirmar su soberanía sobre la enseñanza católica… Hasta ahora, el camino sinodal ha descuidado, e incluso degradado, lo Trascendente, ha encubierto la centralidad de Cristo con apelaciones al Espíritu Santo y ha alentado el resentimiento, especialmente entre los Participantes“.
Pell fue sorprendentemente optimista, incluso divertido, en su desafío a quienes reinventarían la Iglesia. Reconoció a numerosos católicos fieles que trabajan por el bien y los animó a ser fieles a la tradición. “Las guerras culturales continúan”, señaló a los estudiantes de Campion College, “y si bien nuestras pérdidas son considerables, el campo no se ha perdido. Las muchas víctimas del caos estarán cada vez más abiertas a nuestro mensaje y agradecerán su ayuda”.
Pell ha fallecido, pero este homenaje a él pregona una proclamación desafiante: ¿Quién defenderá ahora las verdades de nuestra fe que Pell defendió con tanta valentía? Que la vida de Pell sea una inspiración para todo obispo y cardenal que trabaje en fidelidad al Magisterio. ¡Que el mártir blanco, George Pell, les dé valor y esperanza!
Pell Contra Mundum
Editado por Robert A. Sirico
Connor Court Publishing, septiembre de 2023
Tapa blanda, 240 páginas
Fuente: www.catholicworldreport.com

Responder a la llamada de Jesucristo

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Evangelio según San Mateo 22,1-14.
Jesús habló en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo: El Reino de los Cielos se parece a un rey que celebraba las bodas de su hijo.
Envió entonces a sus servidores para avisar a los invitados, pero estos se negaron a ir.
De nuevo envió a otros servidores con el encargo de decir a los invitados: ‘Mi banquete está preparado; ya han sido matados mis terneros y mis mejores animales, y todo está a punto: Vengan a las bodas‘.
Pero ellos no tuvieron en cuenta la invitación, y se fueron, uno a su campo, otro a su negocio; y los demás se apoderaron de los servidores, los maltrataron y los mataron.
Al enterarse, el rey se indignó y envió a sus tropas para que acabaran con aquellos homicidas e incendiaran su ciudad.
Luego dijo a sus servidores: ‘El banquete nupcial está preparado, pero los invitados no eran dignos de él. Salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren‘.
Los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, buenos y malos, y la sala nupcial se llenó de convidados.
Cuando el rey entró para ver a los comensales, encontró a un hombre que no tenía el traje de fiesta.
Amigo, le dijo, ¿cómo has entrado aquí sin el traje de fiesta?’. El otro permaneció en silencio. Entonces el rey dijo a los guardias: ‘Atenlo de pies y manos, y arrójenlo afuera, a las tinieblas. Allí habrá llanto y rechinar de dientes‘.
Porque muchos son llamados, pero pocos son elegidos. 

Homilía del Padre Paul Voisin de la Congregación de la Resurrección:

Cuando me iba de Bolivia en abril de 1996, después de casi trece años allí, tuve más de ochenta celebraciones de “desde ir lejos”, con todo, desde cenar con una pareja, hasta un banquete de más de ochentas personas (con los Lectores y ministros Eucarísticos, y sus cónyuges). Recuerdo una invitación en particular de una pareja de la Parroquia cuya compañía disfruté cuando nos encontramos juntos en Arica, Chile. Cuando llegué a su casa noté bastantes coches. Cuando entré en su casa encontré mesas pequeñas en toda la sala de estar, comedor y jardín colindante. Había alrededor de cuarenta personas allí, muchas de ellas diplomáticas y algunos generales también. Estaba avergonzado, porque –como el hombre sin la ropa de boda– había ido usando sólo un suéter sobre mi camisa de oficina, mientras todos los invitados iban vestidos formal y elegantemente. Afortunadamente, como yo fui la razón de la cena, no me pidieron que me fuera por no estar lo suficientemente bien vestido.
Mi experiencia resonó, para mí, cuando leí el evangelio de hoy (Mateo 22:1-13). La parábola que dice Jesús, continuando en el capítulo XXI del evangelio de Mateo, una vez más se dirige a los escribas y los fariseos. El rey, por supuesto, es Dios, Jesús es el hijo cuya boda es, y la fiesta de boda es el reino de Dios. Los que fueron invitados a la fiesta de boda eran el pueblo escogido, en particular los escribas y fariseos. Sin embargo, no vinieron, sino que rechazaron la invitación a la fiesta de bodas. De la misma manera, el pueblo de Dios rechazó la enseñanza de Jesús. No reconocieron sus palabras como verdad, ni vieron sus obras como reveladoras que el reino de Dios había llegado. Y así, el rey envió a sus siervos para llamar a cualquiera que pudieran encontrar (incluyendo a los gentiles), y estos representaban a las personas que respondieron a las palabras y obras de Jesús. Es obvio por la parábola que no fueron la primera elección del rey, pero fueron los que respondieron a la llamada. Compartirían en el banquete de bodas del hijo/hijo. Ellos compartirían en el reino,
Y luego, llegamos a la invitada de la boda, no vestidos con una ropa de boda. Estoy seguro que la respuesta del rey a este hombre nos sorprende. En nuestro tiempo y lugar uno va a una boda vestido bastante bien como a uno le gustaría. A veces casual o casual de negocios son la norma. A veces las corbatas y chaquetas son opcionales. A menudo es la pareja la que marca la pauta en este asunto, al igual que mis amigos en su casa en Bolivia. En el tiempo y lugar de Jesús era muy diferente. Todo el mundo tenía una prenda de boda, una prenda especial que se guardaba sólo para estas ocasiones especiales. Sería un insulto asistir con la ropa de “calle“, o lo que uno se pondría en un día habitual. Esto fue “escrito en piedra“, como algunos dirían. Así que este hombre sabía que no había respetado esta regla, y esto se convirtió en un signo de falta de respeto hacia su anfitrión, el rey. La boda del hijo del rey, sobre todo, habría significado vestirse apropiadamente, de acuerdo con las normas cultural y religiosas de la época y el lugar.
Es interesante los comentarios de algunos de los eruditos de las Escrituras sobre la interpretación de este aspecto de la parábola. El padre jesuita, Mark Link, cuyos comentarios uso a menudo, escribe que este hombre, sin la ropa de boda, representa a aquellos que quieren entrar en el reino de Dios en sus propios términos. Querían compartir el reino sin haber seguido fiel a Jesús. No pudieron aceptar su verdad –al igual que aquellos que lo rechazaron en la parábola– pero inventaron su propia verdad. Su amor y servicio no se basaron en el de Jesús el Señor, sino en su conveniencia o motivos puramente egoístas.
Esto me sonó una campana. Hace muchos años leí un libro, El Costo del Discipulado, del mártir de la Segunda Guerra Mundial, el Pastor Luterano, Dietrich Bonhoeffer. Habló en su libro sobre la “gracia barata”. Esto fue salvación sin conversión, amor y servicio sin sacrificio. Él –en su momento y lugar– desafió a la gente en Alemania a declarar su discipulado por vidas de gracia: la verdadera gracia que vendría de seguir a Jesucristo, y no una “gracia barata” que les convendría y no les traería ningún cambio o renovación.
En nuestra condición humana es una tentación ser como ese invitado al banquete de bodas que no está vestido con ropa de boda. Queremos seguir a Cristo, pero podemos no estar dispuestos a pagar el precio. Queremos ser identificados con Cristo, pero no abracemos los valores y virtudes del reino de Dios. Queremos hablar la verdad, pero no es la verdad de Dios. Queríamos amar, pero no es un amor inspirado y modelado por Jesús el Señor. Queremos seguir la voluntad de Dios, pero en nuestros términos. En nuestro mundo lleno de individualismo y relativismo esto es una gran tentación. Podemos pensar fácilmente que seguir a Jesús, ajustarse a su voluntad y a sus caminos, es una negación de nosotros mismos y lo que es más preciado para nosotros. Ahí es donde –como la otra semana en mi homilía cuando hablé de San Agustín– debemos reconocer si creemos que Dios tiene un mejor camino, un mejor camino. Si realmente creemos eso, nos pondremos esa vestimenta de novia y estaremos preparados para el reino de Dios siguiendo fielmente a Jesús el Señor.
Muchos son llamados, pero pocos son elegidos“. Estas palabras se hacen eco a través de los siglos desde el momento en que Jesús las dijo. Muchos fueron llamados a la fiesta de bodas, pero no respondieron. Los elegidos fueron los que hicieron la voluntad del Padre, que siguieron los caminos de Jesús, y fueron conmovidos por el Espíritu Santo. Hoy Jesús nos invita, en esta misma parábola, a escuchar sus palabras y a permitirles mover nuestra mente, corazón y espíritu para ser verdaderamente sus discípulos y seguirle hacia el reino.

El Papa recibe a la presidenta de Perú, Dina Boluarte

Por Vatican News.
El Santo Padre Francisco ha recibido en Audiencia, en el Palacio Apostólico Vaticano, a la presidenta de la Republica del Perú, Dina Ercilia Boluarte Zegarra, quien, posteriormente, se ha encontrado con el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado, acompañado por monseñor Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales.

La situación política en la región fue tema de los coloquios

Durante los cordiales coloquios en la Secretaría de Estado, se ha expresado satisfacción por las buenas relaciones entre el Perú y la Santa Sede, subrayando la positiva colaboración entre la Iglesia y el Estado en vista de la promoción de los valores morales, del bien común, del dialogo y de la construcción de la paz social. Prosiguiendo con las conversaciones, se ha llevado a cabo un intercambio de puntos de vista sobre la situación socio-política de la Región, con particular atención al fenómeno de las migraciones y al impacto del cambio climático.

Intercambio de dones

Al final de la audiencia con el Papa tuvo lugar el habitual intercambio de regalos. Francisco entregó a la presidenta del Perú un molde de bronce que representa una flor germinando con la inscripción “La paz es una flor frágil” y volúmenes de documentos papales: el Mensaje por la Paz de este año, el Documento sobre la Fraternidad Humana y el libro sobre la Statio Orbis del 27 de marzo de 2020, editado por LEV. Los obsequios de Dina Ercilia Boluarte Zegarra al Papa fueron una bandeja de plata peruana, una imagen de la Sagrada Familia y algunos postres típicos peruanos.

Pueblo Elegido

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Evangelio según San Mateo 21,33-43.
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
«Escuchen otra parábola: Un hombre poseía una tierra y allí plantó una viña, la cercó, cavó un lagar y construyó una torre de vigilancia. Después la arrendó a unos viñadores y se fue al extranjero.
Cuando llegó el tiempo de la vendimia, envió a sus servidores para percibir los frutos.
Pero los viñadores se apoderaron de ellos, y a uno lo golpearon, a otro lo mataron y al tercero lo apedrearon.
El propietario volvió a enviar a otros servidores, en mayor número que los primeros, pero los trataron de la misma manera.
Finalmente, les envió a su propio hijo, pensando: “Respetarán a mi hijo”.
Pero, al verlo, los viñadores se dijeron: “Este es el heredero: vamos a matarlo para quedarnos con su herencia”.
Y apoderándose de él, lo arrojaron fuera de la viña y lo mataron.
Cuando vuelva el dueño, ¿qué les parece que hará con aquellos viñadores?».
Le respondieron: «Acabará con esos miserables y arrendará la viña a otros, que le entregarán el fruto a su debido tiempo.»
Jesús agregó: «¿No han leído nunca en las Escrituras: La piedra que los constructores rechazaron ha llegado a ser la piedra angular: esta es la obra del Señor, admirable a nuestros ojos?
Por eso les digo que el Reino de Dios les será quitado a ustedes, para ser entregado a un pueblo que le hará producir sus frutos».

Homilía del Padre Paul Voisin de la Congregación de la Resurrección:

Hans Christian Anderson, el famoso escritor danés, escribió un cuento titulado “El Patito Feo” sobre un huevo de cisne extrañamente empollado por una madre pato. Una vez que todos los recién nacidos salieron a la luz, era obvio que uno era claramente diferente de los demás. Esto provocó el rechazo de los demás patos hacia el patito, que en realidad era un cisne. Finalmente, el patito feo es aceptado y querido por la madre pato y sus crías.
Pensé en el patito feo cuando leí el evangelio de hoy (Mateo 21, 33-43), que también nos habla del rechazo. También Jesús fue rechazado porque era fiel a su Padre y hacía la voluntad del Padre. No podía ser otra cosa, como el joven cisne, a pesar de querer tanto encajar, no podía ser aceptado como patito, porque era un cisne. La parábola que Jesús cuenta, continuando en el capítulo veintiuno del evangelio de Mateo, se dirige una vez más contra los escribas y los fariseos.
Pensé en esta triste realidad cuando leí la triste realidad del evangelio (Mateo 21:33-43). La parábola de la viña es significativa, una vez más Jesús desafía a los escribas y fariseos por su mala administración, su falta de respuesta a Dios y su infidelidad a la alianza. Es la continuación del evangelio del fin de semana pasado.
La parábola de la viña es muy simbólica y, de nuevo, indignaría a escribas y fariseos. El terrateniente es Dios, y la viña es el mundo que confió a su Pueblo Elegido. Los “arrendatarios” eran ese pueblo, en particular sus dirigentes, los escribas y fariseos. En la parábola se les describe como avaros, desagradecidos e infieles. No daban el fruto que Dios quería. Los siervos enviados por el terrateniente para recoger la cosecha eran los profetas, que Dios enviaba una y otra vez. Fueron rechazados, apedreados y muchos asesinados. El pueblo no los quería ni a ellos ni a su mensaje. Finalmente, el terrateniente envió a su hijo, que es, por supuesto, Jesús el Señor. También él fue rechazado y asesinado por los ingratos arrendatarios. De hecho, fue “la piedra que desecharon los constructores se ha convertido en la piedra angular”.
Esta misma realidad se refleja en la Primera Lectura del Profeta Isaías (5,1-7). La parábola del Evangelio es paralela a su relato en la mayoría de los aspectos.
Ambas lecturas muestran a un Dios exasperado que trata con un pueblo infiel. Habían fallado en su administración, especialmente de su alianza con ellos. Por eso, ahora Dios extendía una nueva alianza, sellada por la sangre de Jesús. Su sufrimiento, muerte y resurrección marcaron la nueva alianza de los unidos a Jesús por el bautismo. Parece en ambas lecturas, que la paciencia de Dios estaba al límite, y que la única alternativa justa era el castigo.
Fácilmente podemos sentarnos y sacudir la cabeza y pensar: “Qué ciegos estos escribas y fariseos ante los caminos de Dios“, “¿En qué estaban pensando?“, “¿Es que no sabían nada mejor?“.
Sin embargo, la palabra de Dios no está “ahí fuera”, hablando sólo para un tiempo y un lugar, sino también para nosotros: el pueblo de la Nueva Alianza. Jesús nos invita a examinarnos y a cuestionarnos hasta qué punto hemos sido fieles como “arrendatarios”, como administradores de sus muchos dones y gracias. Dios nos confía -como hizo con los arrendatarios de la parábola evangélica- esa relación que da vida, que se nutre del Espíritu y que construye su reino aquí y ahora.
Hoy somos nosotros los “constructores”, los constructores de nuestras vidas, de nuestras familias, de nuestra Iglesia y de nuestra sociedad. Si queremos trabajar por la resurrección de la sociedad debemos ser “constructores”, y no destructores. Debemos ser personas de esperanza, el carisma de la Congregación de la Resurrección, y no de desesperanza. Mostramos que Jesús es “la piedra angular” cada vez que respondemos a la gracia de Dios y construimos con él. Lo proclamamos como nuestro Señor Resucitado cuando insertamos la esperanza en cada conversación, cada encuentro, cada actividad y cada decisión. Mostramos nuestra aceptación incondicional de Jesús y de sus enseñanzas cuando trabajamos con él Jesús, como “piedra angular”, para resucitar la sociedad según las virtudes y los valores del reino de los cielos: amor y perdón, justicia y paz, paciencia y compasión. En casa, en la escuela y en el trabajo, somos “constructores” con Cristo.
Al igual que Jesús juzgó severamente a los “arrendatarios”, debemos darnos cuenta de que seremos juzgados de la misma manera como administradores y partícipes de la Nueva Alianza con Dios. No podemos rechazar al Señor, y su amor y verdad, como el patito feo fue rechazado por los patos. Debemos ser fieles a Dios, y a nosotros mismos, y ser los cisnes, las personas para las que Dios nos creó, y nada menos. Entonces estamos construyendo con el Señor, y llamando a otros a aceptar, seguir, amar y servir al Señor.

Don Minzoni en una foto de época- Foto Bedeschi

Don Minzoni, la causa de beatificación está en marcha

Por Riccardo Maccioni- www.avvenire.it
El proceso diocesano que podría elevar a los honores de los altares al párroco asesinado hace cien años en una emboscada fascista comienza el 7 de octubre en Rávena.
Don Giovanni Minzoni, párroco de Argenta, en la zona de Ferrara (pero diócesis de Rávena-Cervia), asesinado por los fascistas el 23 de agosto de 1923, podría ser beatificado. Al menos esta es la esperanza de los promotores de la causa que se inaugurará con una celebración en la catedral de Rávena. Se trata de la primera fase diocesana del “proceso” cuyos documentos, si el proceso continúa, serán transferidos al Vaticano al Dicasterio para las Causas de los Santos. Formalmente, el inicio se produjo en agosto, en el centenario de la muerte del sacerdote, con la aceptación por parte del arzobispo, monseñor Lorenzo Ghizzoni, del “supplex libellus“, la solicitud de inicio de la investigación presentada por el postulador, padre Gianni Festa, pero la celebración del 7 de octubre constituye el inicio eclesial del procedimiento.
Nacido en Rávena en 1885, el sacerdote que Alberto Comuzzi definió en una biografía como el “Matteotti católico“, recibió una medalla de plata al valor militar por sus servicios como capellán durante la Primera Guerra Mundial y participó constantemente en la educación de los jóvenes. Tan pronto como llegó a Argenta, en 1910 creó un nuevo centro de recreación, estableció un club extraescolar, inauguró una biblioteca y un teatro parroquial. Al mismo tiempo, estamos en los años post-Rerum Novarum (encíclica de León XIII publicada en 1891), trabajó en la conciencia social de la Iglesia, pidiendo mejores condiciones laborales para las clases menos favorecidas y las zonas rurales y sumándose Partido Popular de Don Sturzo. Nada más llegar a Argenta escribió en su diario: «Pensando en nuestro clero, ciertamente hay pocos motivos para enorgullecernos de que sepan corresponder a su misión actual. Jóvenes demasiado motivados e independientes y, por tanto, unidades en desintegración; viejos pesimistas intransigentes y, por tanto, un lastre demasiado pesado; Sacerdotes interesados ​​sólo en el hoy y la mesa, ¡estos, Dios mío, son el alter Christus! ¡Quién debe renovar la sociedad!». Fue precisamente su compromiso social y civil, especialmente al servicio de los jóvenes, junto con su oposición al fascismo lo que le valió la pena de muerte por parte del régimen. Atacado por dos escuadrones fascistas, murió a consecuencia de sus heridas el 23 de agosto de 1923. junto con la oposición contra el fascismo le valieron la pena de muerte por parte del régimen. Atacado por dos escuadrones fascistas, murió a consecuencia de sus heridas el 23 de agosto de 1923. junto con la oposición contra el fascismo le valieron la pena de muerte por parte del régimen. Atacado por dos escuadrones fascistas, murió a consecuencia de sus heridas el 23 de agosto de 1923.

El día del centenario del asesinato, el pasado mes de agosto, en Rávena, el arzobispo de Bolonia y presidente de la CEI, cardenal Matteo Zuppi, recordaba así a don Minzoni: «Él –dijo– murió por amor, porque por amor de Dios y de su pueblo afrontó el mal, defendió el Evangelio y entregó su vida, consciente de los riesgos». Ante el apretón final, respondió: “Estoy dispuesto a morir“. Esta es la libertad del cristiano y del testigo, es decir, del mártir, que no es un héroe, sino una persona que ama más que sus miedos y que no teme entrar en conflicto con ideologías totalitarias y neopaganas, evidente u oculto, con quienes pisotean a la persona, sea cual sea, en todas partes y siempre. El cristiano distingue el pecado del pecador y no lucha contra el segundo pensamiento de esta manera para luchar contra el primero.
El 7 de octubre, durante la Vigilia, presidida por Monseñor Ghizzoni en la Catedral, se realizará el juramento de los miembros del tribunal encargado de recoger los testimonios sobre la fama de santidad y martirio del sacerdote, del postulador y del vicepostulador. Al finalizar la celebración de la vigilia se leerá el texto inédito de la oración compuesta para la ocasión. «La esperada beatificación de Don Minzoni no debe ser vista como un honor o una lentejuela que debe incluirse en el medallero de santidad de la Iglesia local -explica el postulador padre Gianni Festa- sino una prueba más de la acción del Espíritu Santo en la historia de la humanidad y en la vida de la Iglesia». Todo santo bendito o canonizado nos dice que el Señor no se olvida del hombre. La historia y el martirio de Don Minzoni reitera esta verdad. 

En la primavera de 2012, Fosse bebió sin parar durante dos meses seguidos, hasta que colapsó. En un correo electrónico escribió: “He tomado la decisión de dejar de beber”.

Fosse gana el Nobel de Literatura: «el poder de la gracia»

Por Juan Cadarso– ReligiónEnLibertad.com
El escritor noruego Jon Olav Fosse ha sido galardonado este jueves 5 de octubre con el Premio Nobel de Literatura 2023, “por su prosa innovadora y por dar voz a lo que no se puede decir”.
Nacido en 1959 en el pequeño municipio de Haugesund, en la costa occidental de Noruega. Fosse creció en el bello Strandebarm, a orillas del fiordo, donde pasaría su infancia subido a una bicicleta y pegado a su inseparable guitarra. Ya desde pequeño dejó entrever un alma artística y rebelde. A los once años llevaba un pelo tan largo, que ningún vecino recordaba algo semejante.
Su padre trabajaba como director en una cooperativa y su madre era ama de casa. En Strandebarm vivió años muy felices, pero Jon nunca tuvo nostalgia de su pueblo, de hecho, siempre le importó más la “costa oeste de Noruega” que había en su interior. De hecho, el personaje principal de Septology, su obra cumbre, se sienta y contempla las olas. “Miro mis propias olas interiores desde el corazón de Europa”, relata el protagonista.

Obra extensa y bastante exitosa

Fosse iba creciendo y se interesaba cada vez más por el mundo de las letras, se matriculó en la Universidad de Bergen, donde estudió literatura comparada, y llegó a ser años más tarde uno de los grandes escritores noruegos de siempre. En los últimos cuarenta años de vida ha escrito novelas, poemas, obras de teatro, libros infantiles, ensayos… y su obra ha sido traducida a más de cincuenta idiomas.
Desde su debut en 1983 con Rojo, negro ha recibido innumerables premios, tanto en su Noruega natal como en el extranjero. Un ejemplo es la Orden Nacional del Mérito de Francia o incluso la legendaria Grotten, una residencia honoraria situada en el recinto del Palacio Real, en Oslo. Además, el Daily Telegraph le incluyó en su lista de 2007 de genios vivos.
Cuando cumplió los cincuenta, Jon Fosse estaba exhausto. Había escrito obras a un ritmo increíble durante muchos años. Llegó a escribir dos obras de teatro en un mismo verano. Como no le gustaba ser el centro de atención, tomó la decisión de retirarse. Ya no quería viajar más ni escribir, al menos de momento.
Retirado en Hainburg an der Donau, un pequeño pueblo cercano a Viena, Fosse se ha sentido siempre muy atraído por Austria⁠, un país de profundas tradiciones, y un lugar donde la música clásica, el teatro y la fe católica siguen siendo todavía muy fuertes.
“Una de las ventajas de vivir en Hainburg es que sólo tengo contacto con mi familia más cercana. Voy a misa y hago la compra una vez por semana. Es tranquilo y pacífico. Me acuesto a las nueve y me levanto a las cuatro o cinco de la mañana”, explica el escritor.
Fosse ha escrito novelas, poemas, obras de teatro, libros infantiles, ensayos… y su obra ha sido traducida a más de cincuenta idiomas.
Sin embargo, la vida de Fosse no ha sido siempre tan idílica como lo es ahora. Durante mucho tiempo bebió demasiado. Aunque nunca lo hizo cuando escribía; ya que necesitaba estar sobrio para dar su mejor versión. Bebía para combatir la ansiedad. El alcohol lo llegó a dominar por completo y necesitaba beber para encontrarse “normal”.
En la primavera de 2012, Fosse bebió sin parar durante dos meses seguidos, hasta que colapsó. En un correo electrónico escribió: “He tomado la decisión de dejar de beber”. Sufría delirios severos y se encontraba bastante mal. Ese año supondría un punto de inflexión en la vida de Fosse. Además de dejar el alcohol se convirtió al catolicismo y se casó con Ana (tiene seis hijos, el más pequeño es un bebé). “Me hice cargo y cambié el rumbo del barco”, comenta en un entrevista.
Su gran obra es Septología -dos de cuyos volúmenes fueron finalistas al Booker Internacional en 2020 y 2022-. En ella, Fosse es partidario de plasmar un misticismo de la vida ordinaria. “Todo lo que he escrito puede considerarse una especie de ‘realismo místico’. Septología, concretamente, es un realismo tan claramente místico que tiene referencias reales y componentes ensayísticos, está completamente conectado con la forma en que piensa el narrador de la novela”, afirma este declarado admirador de Federico García Lorca.
Septology es una novela de siete volúmenes que ejemplifica lo que describió Fosse como su giro hacia la “prosa lenta”. El narrador es un pintor llamado Asle, un converso al catolicismo afligido por la muerte de su esposa. La noche antes de Nochebuena, Asle encuentra a su amigo inconsciente muriendo por el alcohol en un callejón. Sus recuerdos se duplican, se repiten y poco a poco se desdibujan en una sola voz, una conciencia difusa capaz de existir en muchos tiempos y lugares a la vez.
“Era importante para mí no morir antes de terminar este trabajo. Puede parecer una locura, pero tenía miedo de no llegar a la meta. Todos desapareceremos y tenía miedo de que mi salud y mis fuerzas no aguantaran más. Después de todo, he experimentado lo que he experimentado”, expresa Fosse en referencia a sus problemas con el alcohol.

Su historia de conversión

La vida de su personaje Asle es muy parecida a la del propio Fosse, que se convirtió al catolicismo en 2012. “Tuve una especie de giro religioso en mi vida que tuvo que ver con entrar en lo desconocido. Yo era ateo, pero no me podía explicar lo que pasaba cuando escribía. Siempre puedes explicar el cerebro de una manera científica, pero no puedes captar en qué consiste esa luz o ese espíritu”, comenta.
“Yo era ateo, pero no me podía explicar lo que pasaba cuando escribía”.
Asle, su personaje, piensa algo muy parecido a lo que piensa Fosse sobre Dios: “Decidí  que el personaje principal se pareciera a mí, por ejemplo, en esta idea de que Dios está tan cerca que no puedes experimentarlo y tan distante que no puedes pensar en él”.
Sin embargo, la idea de Dios en Fosse es más un encuentro que una creencia. “Si eres un verdadero creyente, no crees solo en dogmas o instituciones. Si Dios es una realidad, crees a otro nivel. Eso no significa que los dogmas y las instituciones religiosas no sean necesarias. Si el misterio de la fe ha sobrevivido durante dos mil años, es gracias a que la Iglesia se ha convertido en una institución”, explica.
La gracia para Fosse es también un elemento importante. “Cuando logro escribir algo, lo veo como un gran regalo, como una especie de gracia. Incluso cuando hago una producción de alguna de mis obras eso requiere mucho trabajo; que los actores se aprendan el texto, montar la escenografía… He conseguido que mucha gente haga mucho, y no lo merezco. Es más de lo que merezco”, reconoce.
“Saber escribir y escribir bien, eso es gracia. Creo que quizás la vida en sí misma puede ser una especie de gracia. Aunque a veces entiendo a las personas que desean dejar esta vida, es un lugar tan horrible en muchas ocasiones. También se puede pensar en la muerte como una gracia. Estar aquí todo el tiempo debe ser horrible”, afirma.
Para Fosse, lo que ocurre es que muchos de estos conceptos trascendentes son paradójicos. “Este mundo caído es una especie de don, pero luego todo se vuelve demasiado paradójico. A veces me siento tan lleno de contradicciones que no sé cómo logro permanecer unido, ser uno. Estoy seguro de que Dios está presente todo el tiempo, aunque a veces no lo sienta”, señala el escritor.
Si ha habido un católico importante en la vida de Fosse ese ha sido el teólogo dominico medieval Eckhart. “Empecé a leer a meister Eckhart a mediados de los años 1980. Fue una gran experiencia. Lo leí mucho después de terminar la universidad, junto con Martin Heidegger. Sentí que era como Heidegger, pero de una manera mucho más profunda. Eckhart es el escritor que más me ha influido”, reconoce.
“Empecé a creer en Dios, pero al igual que Eckhart, no tenía dogmas. Sentía la necesidad de compartir esta forma de creer con alguien más, así que acudí a los cuáqueros, pero, tiempo después, dejé de ir. Durante años fui un simple escritor y no tenía a nadie con quien compartir mis creencias. A mediados de los 80 fui a misa a una iglesia católica en Bjørgvin y me gustó, hasta el punto de que comencé a asistir a un curso para hacerme católico. Muchos años después decidí entrar en la Iglesia Católica. No podría haberlo hecho si no fuera por el maestro Eckhart y por su forma de ser católico y místico a la vez”, comenta.
Gerhard Muller, el cardenal que dio una entrevista a pesar del pedido del PapaCardenal Gerhard Müller- Getty Images Europe.

Cardenal Gerhard Müller

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Por Elisabetta Piqué– Diario La Nación.
Müller, que participa en el sínodo por “nómina pontificia” –el Papa lo designó justamente para que pudieran expresarse todas las voces y visiones de Iglesia-, no ocultó, ante todo, que le parece un espanto que participen de la reunión -antes solamente de obispos- 54 mujeres y laicos, por primera vez con derecho a voto. “Nadie sabe qué significa darle el voto también a los laicos porque la naturaleza de esta asamblea ha cambiado”, lamentó.
En otro reflejo de su postura crítica, el cardenal alemán, de 75 años, no participó del retiro de tres días en las afueras de Roma que precedió la asamblea, evento de recogimiento sin precedente al que todos estaban llamados a asistir, así como en la procesión de la misa de apertura, según pudo saber LA NACION. Además, en una reunión radicalmente distinta de las anteriores no solo por la participación de las mujeres y laicos, sino por su nueva metodología de trabajo –con 35 mesas redondas-, es el único que participa vistiendo la sotana cardenalicia, aunque nadie lo exige. 
Puntualmente, criticó una entrevista que hizo “Tucho” Fernández, en la que dijo que el Papa tiene un “don vivo y activo”, que resulta en “la doctrina del Santo Padre”. Müller recordó que “existe la doctrina de Jesús, de los apóstoles y de la Iglesia, y los papas y los obispos son promotores de esta doctrina, pero no tienen sus doctrinas propias (…). Claro que el Papa tiene una autoridad especial en la Iglesia y para la fe católica, pero no es una persona que recibe nuevas revelaciones. Por eso esta idea formulada por el nuevo prefecto es muy nueva, una idea muy especial, nunca escuché algo parecido y fui 16 años profesor de dogmática y nunca leí nada de este carisma especial”, disparó.
Müller, arzobispo de Ratisbona y teólogo, fue llamado por el papa Benedicto XVI en 2012 para ser prefecto del hoy llamado DDF. Fue designado cardenal en 2014 por Francisco, que en 2017 decidió reemplazarlo con el jesuita español Luis Ladaria, en una remoción para él sorpresiva, que nunca digirió. En un libro entrevista con la vaticanista Franca Giansoldati, publicado a principios de año, de hecho, confesó que creía haber sido echado por Francisco “sin justificaciones”, por influencia del “Tucho” Fernández.
Müller también denunció una supuesta “doble actitud” del Vaticano, para él tolerante con obispos progresistas e intolerante con obispos conservadores. “Critiqué abiertamente (y dije) que es una vergüenza que cualquier buen obispo ortodoxo esté bajo agresión y que otra gente que está haciendo muchas cosas erradas, herejías, reciben una actitud de tolerancia desde Roma”, dijo.
Además, como ya hizo en el pasado, denostó la apertura al sacramento de la comunión a los divorciados vueltos a casar, en ciertos casos, dispuesta por el papa Francisco en un pie de nota de la exhortación apostólica Amoris Laetitia, resultado del doble sínodo sobre la familia de 2015 y 2016.
Es muy claro que según el Viejo y Nuevo Testamento y los Mandamientos, que cualquier comportamiento sexual afuera de un legítimo matrimonio es un pecado y nadie puede cambiarlo, es la palabra de Dios (…) [El Papa y el cardenal Fernández] dicen que son excepciones, pero en algunos casos no son excepciones y no se puede relativizar a la Palabra de Dios con la llamada ‘ética de la situación’”, protestó.
Si bien en el pasado, como recordó su entrevistador, Müller dijo que el actual sínodo –que comenzó hace dos años a través de una consulta global- había “secuestrado a la Iglesia”, el cardenal alemán se cuidó de repetir esa expresión. Es más, ante una pregunta, reconoció que no le había parecido mal, al momento, su experiencia en los círculos menores, las reuniones grupales. “La experiencia en las mesas, en mi mesa, fue muy buena (…). Tengo una cierta forma de optimismo, pero, al final, hay que esperar a ver qué dirección toma el sínodo y las direcciones detrás del escenario, ése es el problema”, planteó.
En un briefing en el Vaticano, el prefecto del Dicasterio para la Comunicación, Paolo Ruffini, que también participa del sínodo, ante una pregunta sobre un posible castigo para el díscolo cardenal Müller, que desobedeció la consigna de confidencialidad, respondió con risas. “Es un tema de discernimiento personal lo del silencio -explicó-. No va a intervenir la policía y va a castigar o a dar una multa, somos hermanos y hermanas, cada uno tiene capacidad de discernimiento”.

Celibato

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El sacerdocio no es solo una función, es una identificación personal y absoluta con la vida de Cristo. Foto: José Antonio Flores Quiroz/ Cathopic.com
Opinión

Por Pedro Trevijano
El primer principio que se ha de establecer es que la Iglesia y sus representantes han de procurar amar el celibato, en la medida en que lo amó Cristo.
Históricamente el celibato, o por lo menos la continencia temporal, no son realidades específicamente cristianas, pues en muchas religiones hay un nexo entre continencia y culto; lo podemos observar en Israel (cf. Esd 19,15; 1 Sam 21,5), así como en el mundo grecorromano, basándose entonces en la intimidad con el dios, que obliga a abstenerse del amor humano, y en el principio de la pureza cultual.
Recordemos que Cristo fue virgen y permaneció libre para anunciar la palabra de Dios.
Desde los tiempos apostólicos muchas personas han tomado la decisión, aprobada por la Iglesia, de vivir en estado de virginidad “a causa del reino de los cielos” (Mt 19,12), a fin de consagrarse enteramente al Señor (cf. 1 Cor 7,34-36) con una libertad mayor de corazón, de cuerpo y de espíritu. Esta continencia será básica en la espiritualidad de los monjes, ascetas y vírgenes.
En cambio, los apóstoles probablemente estaban todos casados (San Pedro ciertamente, porque tenía suegra: Mt 8,14-15; Mc 1,29-31; Lc 4,40-41). Los textos que nos hablan de la virginidad de San Juan son ya del siglo IV. No sabemos de San Pablo si era viudo o célibe (1 Cor 7,8).
Hasta el siglo II la Iglesia se organiza sobre la base familiar, siendo el jefe de estas iglesias domésticas el pater familiae. El obispo y el diácono deben ser “maridos de una sola mujer” (1 Tim 3,2 y 12; Tit 1,6). Esto significaba, según la interpretación patrística, no sólo la exclusión de la poligamia, sino también de las segundas nupcias. En esta época no hay todavía relación entre celibato y sacerdocio, si bien Tertuliano nos advierte de que muchos clérigos permanecían célibes por amor al Señor.
Se ha afirmado comúnmente que la primera ley sobre continencia de los sacerdotes (todavía no sobre el celibato) se dio en el concilio de Elvira, cerca de Granada, en el año 305, mandando abstenerse de su cónyuge a los clérigos en ministerio (DS 119; D 52 c). Pero hoy se discute sobre si este canon es de esta época o de fines del siglo IV. Lo que sí es cierto es que en este caso la costumbre es más antigua que la ley.
El concilio de Nicea, para no alimentar las tendencias encratitas (herejía que despreciaba el matrimonio), no estableció la obligación del celibato, pero sí impuso la prohibición del matrimonio después de haber recibido las órdenes mayores, regla que rigió en Oriente y Occidente.
A fines del siglo IV el Papa Siricio establece la ley del celibato obligatorio para los clérigos mayores, pero al permitir León I a los clérigos ya casados retener consigo la mujer y vivir con ella como hermano y hermana, la continencia permaneció letra muerta. Hacia el siglo IX se ordenan sólo los hombres célibes, y son depuestos del orden clerical los que se casan después, prohibiéndose a los fieles participar en sus funciones. Solamente en el siglo XII, tras los dos primeros concilios de Letrán (1123 y 1129), se empezó a exigir en Occidente, a partir del subdiaconado, no sólo la abstención del acto conyugal y la cohabitación con mujeres que no sean parientes carnales o estén fuera de toda sospecha (canon 3 del I Concilio de Letrán: DS 711; D 360), sino el celibato propiamente dicho, proclamando inválidos sus matrimonios (cánones 6 y 7 del II Concilio de Letrán).
A partir de esta época los grados mayores del ministerio eclesiástico sólo son accesibles a aquellos que voluntariamente aceptan el celibato “por amor del reino de los cielos”. El celibato es una conquista en la historia de la Iglesia, a pesar de todas las deficiencias que haya podido haber en la vivencia del mismo. Su cumplimiento práctico mejoró notablemente con la institución de los seminarios, que tanto han contribuido a la formación espiritual e intelectual del clero, iniciándose éstos en el siglo XV, pero alcanzando su desarrollo como uno de los frutos de Trento.
En Oriente, el concilio de Trullo en Constantinopla establece en el 692 la siguiente legislación válida aún hoy no sólo en la Iglesia ortodoxa, sino en los orientales unidos a Roma: se impone a los obispos la continencia perpetua, se permite a los clérigos el matrimonio antes de la ordenación y el uso del matrimonio una vez ordenados (excepción hecha de la vigilia de la celebración de la misa).
Volviendo a Occidente, encontramos en el siglo XII la consideración del sacramento del orden no sólo como un ministerio, sino también como fundamento de una espiritualidad evangélica que conecta el celibato por amor del reino con el ministerio sacerdotal, superando el antiguo principio de la pureza cultual. El celibato, libremente vivido como carisma y don particular de Dios, convierte objetivamente la existencia del sacerdote en signo del amor con el que Cristo realiza la obra de la Redención. La concepción bíblica del carisma libremente aceptado se hace presupuesto necesario para la llamada al ministerio. Es decir, la Iglesia, que no obliga a nadie a ser sacerdote, escoge sus ministros entre aquellos que poseen el don del celibato, porque cree que entre el ministerio y el celibato evangélico hay una relación, si no esencial, sí de suma concordancia.
El concilio de Trento afirmó contra los protestantes y los emperadores Fernando II y Maximiliano II (que pedían la abolición de la ley del celibato para los sacerdotes alemanes), que la Iglesia puede exigir el celibato a sus sacerdotes, si bien no es una ley divino-positiva, sino que la obligación surge de la ley eclesiástica o del voto (DS 1809; D 979).
El Vaticano II permitió el acceso al diaconado “a hombres de edad un tanto madura, aunque estén casados” (Lumen Gentium, 29). ¿Se extenderá este permiso al presbiterado? Para San Pablo VI “esta eventualidad produce en Nos graves reservas” y San Juan Pablo II se expresó en contra en varias ocasiones, recogiendo la exhortación pastoral Pastores dabo vobis lo siguiente: “A esta luz se pueden comprender y apreciar más fácilmente los motivos de la decisión multisecular que la Iglesia de Occidente tomó y sigue manteniendo -a pesar de todas las dificultades y objeciones surgidas a través de los siglos-, de conferir el orden presbiteral sólo a hombres que den pruebas de ser llamados por Dios al don de la castidad en el celibato absoluto y perpetuo” (nº 29).
En el viaje de vuelta de Tierra Santa a Roma en el 2014, interrogado el Papa Francisco sobre el celibato, ha reiterado la postura de la Iglesia, contestando que no es ningún dogma de fe, sino una norma de vida y un don para la Iglesia.

El celibato sacerdotal no se justifica en su funcionalidad, afirma Marianne Schlosser, sino en la identificación con Cristo. En la imagen, durante una conferencia en el Congreso Eucarístico Internacional de 2021 en Budapest (Hungría).

Marianne Schlosser, la sólida teóloga alemana que reta con argumentos a los enemigos del celibato

Por José M. García Pelegrín– ReligiónEnLibertad.com
Marianne Schlosser es catedrática de Teología de la Espiritualidad en la Facultad Católica de Teología de la Universidad de Viena y premio Ratzinger de Teología en 2018. Fue miembro de la Comisión Teológica Internacional (2014-2019) por nombramiento del Papa Francisco, quien en 2016 la nombró miembro de la Comisión de Estudio sobre el Diaconado de las Mujeres.
Ha sido consultora de la Comisión de Fe de la Conferencia Episcopal Alemana y miembro de la Comisión Teológica de la Conferencia Episcopal Austriaca. Participó en el “camino sinodal alemán” entre 2019 y 2022, pero lo abandonó, junto con otras tres teólogas, por considerar que la Iglesia en Alemania se distancia cada vez más de la Iglesia universal.
En un extenso artículo publicado recientemente por el semanario católico Die Tagespost con el título Celibato: ¿una cuestión de disciplina para el clero o expresión de entrega total?, Marianne Schlosser trata la cuestión del celibato en la Iglesia católica.
“¿Qué daño supondría para la Nueva Alianza que los sacerdotes vivieran en un matrimonio honorable como lo hacían en la Antigua Alianza? Es cierto que Cristo fue virgen y que aconsejó la virginidad a unos pocos que podían comprenderla. ¿De dónde provino entonces este mandato, para que ya no se quedara sólo en consejo?”. Este texto que cita Schlosser data del siglo XIV, pero argumentos similares han surgido en el siglo XIX y en la actualidad.
Se plantean objeciones antropológicas, como la idea de que el celibato puede atrofiar la existencia humana y llevar a “crímenes e infamia”. En última instancia, esto cuestiona la fecundidad de la forma de vida de Jesús y de muchos santos, así como el propósito del consejo evangélico.
A pesar de que no existe una conexión necesaria entre el ministerio sacerdotal y este carisma, el Concilio Vaticano II (Presbiterorum Ordinis 16), afirmó que hay una “correspondencia múltiple” (multiformis convenientia) entre ellos. La raíz del celibato se encuentra en el orden de la redención y extrae su “lógica” de la fe en la encarnación y, más aún, en la resurrección corporal de Cristo.
Como Karl Rahner señaló en 1968, la incomprensión del celibato es, en última instancia, síntoma de una crisis de fe.
¿Qué es, entonces, el celibato?
1. Es testimonio de que Dios es amor
Quien anuncia la Buena Nueva –y ésta es una de las tareas esenciales del sacerdote– debe hablar de la realidad del amor de Dios. Una vida de celibato “por el reino de los cielos” es un fuerte testimonio de que Dios realmente “es amor”, de que sólo Dios es la realización última de la persona humana y que, por tanto, merece la pena renunciar al matrimonio por amor a Él.
2. Es el estilo de vida de Jesús
En el Nuevo Testamento sólo hay un sacerdote: el Señor, Esposo y Cabeza de su Iglesia. El ministerio sacramental de la Nueva Alianza está, por tanto, enraizado en la cristología; sólo existe en dependencia del único Sumo Sacerdote, Cristo, y no puede, por tanto, derivarse del sacerdocio de la Antigua Alianza ni explicarse adecuadamente a partir de otros fenómenos de la historia religiosa.
El estilo de vida sacerdotal es, de hecho, el estilo de vida de Jesús. Quien recibe el sacramento del orden sacerdotal está capacitado para “representar” al Señor de la Iglesia, para hacer visible a Cristo en la Iglesia a través de la predicación, la administración de los sacramentos y el servicio desinteresado a la salvación. 
Según la concepción católica, quien es ordenado sacerdote no asume simplemente un servicio o una tarea, en el sentido de una función necesaria para la comunidad, sino que es llamado al seguimiento especial de Cristo. Lo que tiene que dar es lo que Cristo da y, precisamente, ese dar es lo que le exige como persona. ¿Cómo no podría ser “apropiado” que adapte su forma de vida a la de Jesús, siguiendo los consejos evangélicos?
3. Es una entrega “total” a Jesús
En cuanto al “sacerdocio de primer grado”, el oficio de obispo, esta conveniencia tampoco se discute en las Iglesias orientales. Según el testimonio del Nuevo Testamento, el servicio apostólico implica dejar atrás la vida y los proyectos anteriores, incluso alejarse de la familia natural. Esta vocación plantea una exigencia a toda la vida.
Sin embargo, en la actualidad el debate se intensifica por el cuestionamiento evidente del matrimonio sacramental.
Lo que Romano Guardini expresó en su obra Ética es sorprendentemente cierto: si el matrimonio y la sexualidad se trivializan, también disminuye la comprensión del celibato por el Reino de los Cielos. Precisamente porque el matrimonio, como la comunión única y exclusiva entre un hombre y una mujer, configura y reclama a ambas personas en todas sus dimensiones, el celibato puede entenderse como apropiado para alguien que se pone al servicio totalmente personal de la misión de Cristo.
“Unirse cada día más a Cristo, nuestro Sumo Sacerdote”, como se dice en la liturgia de la ordenación, no significa una imitación puramente externa. No se trata de algo funcional, como una mayor “disponibilidad”, ni mucho menos de una existencia más cómoda. La vida célibe es expresión de la pertenencia interior a Cristo, de la voluntad de permitir que Él intervenga realmente en la vida cotidiana y personal.
El celibato es una forma muy concreta de entrega a Dios, también tangible en la dimensión de la renuncia, con la esperanza segura en la obra fecunda de Dios, “para la salvación de los hombres”. Al confiarse el carisma a la persona como sujeto libre, el destinatario puede potenciarlo y custodiarlo; pero, al mismo tiempo, puede descuidarlo, dañarlo o dejarlo morir.
4. Es una exigencia de responsabilidad y virtud
Aquí tienen una responsabilidad especial aquellos que se ocupan de la tarea de acompañar e instruir, y quienes han de ayudar a discernir las vocaciones. Haber recibido una vocación no significa estar exento de toda tentación. La vida según los consejos evangélicos no es un paseo tranquilo, sino una excursión de montaña (Dom Dysmas de Lassus, prior de la Gran Cartuja).
La tradición espiritual de Oriente y Occidente era muy realista en este punto: quien no lucha contra la ira, la impaciencia, la pereza espiritual o el hedonismo, o incluso se desentiende temeraria y autosuficientemente de los peligros, corre el riesgo de caer (cf. Juan Casiano, Collatio 12). La vida célibe requiere virtudes que la acompañen; ¿por qué se habla tan poco sobre esto?
5. Es un servicio a la comunidad
Al mismo tiempo, “carisma” nunca significa un don espiritual meramente privado, sino, por el contrario, una capacidad especial en beneficio de la comunidad eclesial. Si la Iglesia abandonara su aprecio públicamente proclamado por la vida célibe de los sacerdotes y dejara este estilo de vida a la discreción personal, la vida célibe de un sacerdote diocesano se convertiría básicamente en su asunto privado, que poco tendría que ver con su ministerio eclesiástico.
Y esto cambiaría también el concepto mismo del sacerdocio. Más bien debería dar que pensar el hecho de que, en la historia de la Iglesia, la renovación espiritual ha ido siempre acompañada de un florecimiento de la vida célibe.

Apartarnos del mal

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Evangelio según San Mateo 21,28-32.
Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos y, dirigiéndose al primero, le dijo: ‘Hijo, quiero que hoy vayas a trabajar a mi viña’. El respondió: ‘No quiero’. Pero después se arrepintió y fue.
Dirigiéndose al segundo, le dijo lo mismo y este le respondió: ‘Voy, Señor’, pero no fue.
¿Cuál de los dos cumplió la voluntad de su padre?“. “El primero”, le respondieron. Jesús les dijo: “Les aseguro que los publicanos y las prostitutas llegan antes que ustedes al Reino de Dios.
En efecto, Juan vino a ustedes por el camino de la justicia y no creyeron en él; en cambio, los publicanos y las prostitutas creyeron en él. Pero ustedes, ni siquiera al ver este ejemplo, se han arrepentido ni han creído en él”.

Homilía del Padre Paul Voisin de la Congregación de la Resurrección:

A mediados del siglo IV, Agustín nació en Cartago, en el norte de África. Su madre era una devota Católica, a la que hoy conocemos como Santa Mónica. Agustín no se interesó por la fe de su madre, y a medida que fue creciendo vivió una vida desordenada y pecaminosa. A los veinte años, se trasladó a Milán (Italia), donde estudió filosofía y se convirtió en profesor. Con el tiempo, se sintió cada vez más insatisfecho con su vida. La “emoción” había desaparecido de su vida desenfrenada. De repente, se sintió atraído por el cristianismo. Leyó sobre San Antonio del Desierto, un monje primitivo que vivió una vida santa y solitaria, lo que le hizo reconsiderar su vida y su rumbo. Se dirigió a Dios en su momento de necesidad, y experimentó la presencia y la gracia de Dios. Inmediatamente comenzó a prepararse para el Bautismo. Más tarde se hizo sacerdote y luego Obispo de Hipona (en la actual Argelia). Su conversión se convirtió en la piedra angular de su vida, y su libro “Confesiones” en el testimonio más destacado de su nueva vida en Cristo.*
El evangelio de hoy (Mateo 21,28-32) nos habla de conversión, de cambio de corazón. La dramática historia de los dos hermanos nos llama a reflexionar sobre nuestra propia vida con Cristo y sobre la fidelidad con que le seguimos.
Este evangelio se sitúa después de la entrada triunfal en Jerusalén, cuando aumentan las tensiones entre Jesús y los funcionarios del templo. Su sufrimiento y su muerte se acercan rápidamente. Es urgente que Jesús complete la enseñanza de sus discípulos. Una de las interpretaciones tradicionales de este evangelio es que Jesús está hablando a los sumos sacerdotes y a los ancianos de sí mismos. Ellos son esos “buenos” hijos que dijeron que harían la voluntad de su padre, pero luego no la hicieron. Mientras que, como se refleja en la respuesta de tantos al ministerio de Jesús, los pecadores públicos -los recaudadores de impuestos y las prostitutas- eran como el hijo “malo”, que no hizo la voluntad del padre, pero luego recapacitó. Gracias a la gracia de Dios que les llegó a través de la predicación y la enseñanza de Jesús, se volvieron fieles a su voluntad. Compartieron aquella experiencia de conversión de San Agustín. Dejaron atrás un modo de vida para abrazar una nueva vida en unión con Dios. Encontraron a Jesús.
En la Primera Lectura del Profeta Ezequiel (18,25-28), Dios vuelve a hablar (como la semana pasada) de que los caminos de Dios y nuestros caminos no son los mismos. Habla de los “virtuosos que se apartan de la virtud para cometer iniquidad“, eligiendo así la muerte espiritual. Sin embargo, aplaude al que “se aparta de su maldad… Conservará su vida… No morirá“. Dios nos llama continuamente a alejarnos del pecado y abrazar la virtud. Envió a los profetas para que llamaran al pueblo de Dios a volver a Él y a la Alianza. Por la muerte y resurrección de Jesús participamos de la nueva alianza, y también estamos llamados a la conversión y a una vida de gracia.
¿Qué tienen que ver estas lecturas con nosotros hoy?
El proceso de conversión de cada uno de nosotros es continuo, y único para cada uno de nosotros. Uno de los elementos primordiales de este proceso de conversión es que reconozcamos que hay algo más grande para nosotros, algo mejor, algo que refleja la obra de Dios en nosotros. Eso lo tenía muy presente San Agustín. En su insatisfacción personal sabía que había algo más en la vida que lo que estaba experimentando y haciendo. Al principio no sabía qué aspecto tendría, pero afortunadamente tenía a su alrededor personas de fe que le daban ejemplo de una fe que les llevaba a la satisfacción, la felicidad y la plenitud. Podemos identificarnos con eso. Podemos identificar en nuestras propias vidas -aquí y ahora- que Dios nos está llamando a algo más grande, algo mejor, algo más santo, algo que nos traerá esa satisfacción, felicidad y plenitud que buscamos.
Por ejemplo, podemos haber experimentado una conversión, o estar en medio de una en este momento. Puede que se trate de alguien importante para nosotros: tal vez un padre, un cónyuge, un hijo, un hermano, un compañero de trabajo, de clase o un amigo. Nos sentimos incómodos tal y como están las cosas. Sabemos cómo solíamos sentirnos y cómo nos gustaría sentirnos. Muchos de nosotros nos dirigimos a Dios y le pedimos ayuda: comprensión, gracia, perdón y entendimiento. Recuerdo haber dicho, en ocasiones, a personas en esta situación: “¿Cómo te sientes respecto a esta relación rota o problemática?“. Suelen responder: “Me siento mal, infeliz, triste, perplejo”, a lo que yo respondo: “¡Eso es bueno! Porque si dijeras: ‘No me importa’, sería señal de que cualquier perdón o reconciliación están aún muy lejos“.
Durante algunos años, en Canadá y en Bolivia, tuve contacto con Alcohólicos Anónimos, especialmente acompañando a personas en su Quinto Paso: admitir ante otra persona todo lo que habían hecho bajo la influencia del alcohol. Qué poderosas experiencias de conversión viví en estos hombres y mujeres. Sabían con certeza que había una vida mejor para ellos, que sus seres queridos se merecían algo mejor y que ellos se merecían algo mejor. Con gran dificultad abrazaron esa nueva vida y dieron la espalda a actitudes, actividades e incluso amistades destructivas y dañinas.
Ejemplos como ése, como el de San Agustín, deberían animarnos a decirnos a nosotros mismos, al Señor y a los demás que trabajaremos en la viña del Señor, que haremos la voluntad del Padre. Testifiquemos unos a otros que somos fieles a Dios, y que “hemos cambiado de opinión y hemos creído en Él”.
*Este relato introductorio está tomado de Homilías dominicales ilustradas, Año A, Serie II, de Mark Link, S.J. Tabor Publishing, Allen Texas. Página 105.

Diócesis de Helsinki en continuo crecimiento

Timo Soini: convertido al catolicismo en Finlandia, donde hay 14,000 católicos

Por Javier Lozano / ReligionEnLibertad
En 2017 Finlandia celebra dos fechas importantes en su historia que le ha marcado como pueblo. Se cumplen 100 años de su independencia y 500 de la Reforma protestante, iglesia a la que la mayoría de la población está adscrita, aunque luego la práctica religiosa sea muy escasa.
En esta realidad de algo más de 5 millones de habitantes aparece la Iglesia Católica, prácticamente testimonial. En Finlandia hay en estos momentos unos 14,000 católicos, 26 sacerdotes y una única diócesis regida por el único obispo católico que hay en el país.
Defensor de los “valores no negociables”
Sin embargo, un católico que se define públicamente como tal, que habla de su fe y defiende los “valores no negociables” de los que hablaba Benedicto XVI es titular de Asuntos Exteriores de Finlandia y ha sido durante dos años viceprimer ministro. Se trata de Timo Soini, que se define como conservador católico y defensor de los valores cristianos-sociales.
Soini se convirtió al catolicismo en 1988 proveniente del luteranismo y fue fundador del Partido de los Finlandeses, euroescéptico y conservador en lo social. Su ascenso fue paulatino hasta conseguir el 20% de los votos lo que le permitió entrar en un gobierno de coalición.
Soini, abajo a la izquierda, en una cumbre de ministros de Exteriores de la UE/ AFP.
Recuperar las raíces cristianas de Europa
En junio dejó la dirección del partido y tras la radicalización de la formación Soini fue sido expulsado del partido que fundó tras criticar esta deriva y anunciar que formaría un grupo parlamentario propio. 21 de los 37 diputados decidieron escindirse y Soini sigue en el gobierno.
En un reciente discurso al cuerpo diplomático. Soini tildó como un “error” que no se incluyera una referencia a las raíces cristianas de Europa en la Constitución Europea. Es muy conocido en el país por su militancia provida y por su defensa del matrimonio y de la familia.
Un converso del catolicismo
En una entrevista en One Peter Five, el ministro asegura que “aunque en Finlandia los católicos son una minoría relativamente pequeña hay que reconocer que está creciendo bajo el liderazgo de nuestro actual obispo de Helsinki, Teemu Sippo. Somos unos 14,000 pero cuando me uní a la Iglesia Católica en 1988 eran unos 5,000, así que está aumentando, no en grandes números, pero hay conversiones”.
Sobre su propia conversión, Soini nunca ha querido dar muchos detalles aunque la sitúa en 1987. Estaba en la catedral de Santa María en Killarney (Irlanda) cuando sucedió algo mientras estaba en esa catedral que me incitó a convertirme a la fe católica”, aseguraba.
Su encuentro con una monja en una catedral irlandesa
En un libro lo explicaba mejor y recordaba que se encontraba de viaje con unos amigos cuando acudieron a visitar la catedral. Se quedó prendado de la belleza del templo y a la mañana siguiente decidió volver solo.
Entró en el templo, se santiguó como hacía el resto de personas que había  allí y se sentó en un banco a rezar. Una monja que estaba allí se percató de su presencia y se acercó a saludarle. Empezaron a hablar y algo “asombroso” ocurrió. El caso es que en ese momento decidió hacerse católico, siendo acogido en la Iglesia un año más tarde.
Uno de sus asistentes económicos, y gran amigo suyo, es Oskari Juurikkala, ordenado sacerdote del Opus Dei el pasado año, y en cuya ordenación en Roma estuvo presente Soini.

Soini acude a recibir la comunión de manos de su amigo y exasistente, el sacerdote Oskari Juurikkala.

Importancia de Juan Pablo II

Confeso seguidor de san Juan Pablo II, uno de los aspectos de la fe católica que más aprecia Soini es la “naturaleza inmutable y por lo tanto la estabilidad de sus principios básicos”. Lo que se dijo hace siglos sigue vigente hoy ya sea sobre el matrimonio, el sacerdocio o la homosexualidad.
Nosotros, como personas, cometemos errores y soy consciente de que han ocurrido cosas horribles en la Iglesia. Después de todo, si yo fuera Satanás iría lo más cerca posible del altar. Pero debido a algunos tomates podridos, que se pueden encontrar en todas partes y no sólo en la Iglesia, no hay justificación para decir que toda la Iglesia está podrida y el Evangelio es una tontería”.
Además, añadía que “el hecho de que un católico pueda ser ministro de Relaciones Exteriores en un país luterano dice algo hermoso de la tolerancia finlandesa. Nunca dejaré de alabar a mi pueblo por el hecho de que no me desprecien por lo que soy debido a mis creencias religiosas“.
La Iglesia no debe tener miedo a decir la verdad
Por ello, considera que la Iglesia no debe tener miedo a decir la verdad aunque esta sea incómoda y se enfrente a lo políticamente correcto. “Aquí en Finlandia trato de ser educado pero tengo que decir que no estamos consiguiendo que vaya más gente a la Iglesia adoptando una actitud complaciente y finalmente diciendo: ‘estoy de acuerdo contigo’. No, no estoy de acuerdo. Este es el Evangelio. Tómelo o déjelo”, agrega Timo Soini.
En una entrevista que le realizó Catholic World Report antes de llegar al Gobierno, el político finlandés afirmaba que “estoy muy en contra del llamado ‘matrimonio homosexual’, pero no tengo en contra de las personas homosexuales. Todas las personas son de alguna manera sagradas debido a la sacralidad de la vida, pero el matrimonio es sólo para un hombre y una mujer, y esto es un gran problema, hasta el punto de que en Finlandia soy muy atacado por esto”.
El tabú del aborto en Finlandia
Por otro lado, Soini añadía que “porque soy provida, estoy abiertamente en contra del aborto. El estado del bienestar nórdico no tolera este tipo de pensamiento, porque prefiere no hablar de ello”.
Pero él sí quiere denunciar toda la verdad y sufrimiento que se oculta tras el aborto. “En los países nórdicos –no sólo en Finlandia, sino también en Suecia, Noruega y Dinamarca- el aborto es un tema que no se discute, en otras palabras, es tabú”. Porque si discutes sobre él, entonces, “¿cuándo un feto se convierte en ser humano? Sabemos que la vida comienza en el momento de la concepción, pero ¿cómo puedes definir que dentro de 20 semanas puedes abortarlo, pero a las treinta semanas te acusarán de asesinato? Creo que esto sólo puede cambiarse cambiando el corazón de hombres y mujeres, y no sólo a través de la legislación”.
Sus posturas sobre el islam
Uno de los aspectos más polémicos que rodean a Soini es el del islam y la inmigración. En una entrevista pasada el afirmaba: “Soy cristiano católico y por definición no puedo ser racista”.
Se considera defensor de las minorías, él como católico así lo es, y sobre los musulmanes que llegan a Europa asegura que “los elementos radicales y extremistas son un problema en toda la UE y no sólo en Finlandia. Pero son pocos en número aquí. La mayoría de los musulmanes son personas moderadas y no crean ningún problema”.
A pesar de que el mundo occidental ha hecho posible cualquier crítica a todo, incluyendo la religión y también el islam, no se debe ridiculizar o insultar las convicciones religiosas de las personas. Soy conservador católico, y por supuesto, no me burlo, por ejemplo, de la Iglesia Católica o de la Iglesia Luterana, y así sucesivamente, pero en una sociedad libre, hay libertad de expresión y se puede criticar. Lo mismo ocurre con el Islam”, asegura, incidiendo en que los musulmanes tienen que aceptar estas reglas del juego igual que el resto de religiones. En todo el país hay 8 parroquias católicas esparcidas en una extensión de 338,440 kilómetros cuadrados. Para muchos, la parroquia más cercana está a 50 kilómetros, 100 kilómetros, 300 kilómetros…
Por Juan Cadarso– ReligiónEnLibertad.com
El Papa ha nombrado este viernes 29 de septiembre un nuevo obispo titular para la diócesis de Helsinki (Finlandia), que será el español Raimo Ramón Goyarrola Belda, de la Prelatura del Opus Dei. Hasta ahora era el vicario general de esa diócesis.
Raimo Ramón Goyarrola Belda nació el 20 de julio de 1969 en Bilbao (España). En 1987 ingresó en el Opus Dei. Se licenció en Medicina y Cirugía por la Universidad de Navarra y posteriormente realizó sus estudios filosófico-teológicos en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz de Roma, obteniendo el Doctorado en Teología Dogmática.
Misas en templos no católicos
El 1 de septiembre de 2002 fue ordenado sacerdote. Posteriormente ocupó los siguientes cargos: capellán de la residencia universitaria Tavasttähti; asistente de pastoral universitaria en Helsinki; profesor de religión en varias escuelas públicas de Helsinki; representante diocesano en el Consejo Ecuménico Finlandés y capellán militar.
Raimo se licenció en Medicina y Cirugía por la Universidad de Navarra.
Finlandia, que tiene cinco millones y medio de habitantes, es una sola diócesis de apenas 17,000 católicos. Aunque, según datos no oficiales, podrían ser ya más de 30,000 católicos; con un crecimiento anual constante de 500 nuevos católicos. La mitad a través de bautismos de niños y adultos, y la otra mitad por la llegada de inmigrantes y refugiados.
Por ello, es habitual utilizar templos no católicos a lo largo y ancho del país. Al mes se celebra en 20 templos no católicos que la Iglesia luterana y la Iglesia ortodoxa prestan en 20 ciudades distintas.

Caritas Pirckheimer

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Jamás olvidaremos tu resistencia abadesa

Por Cristina Siccardi- Corrispondenza Romana
En Alemania, cuando Lutero sembró su doctrina herética, surgió en Núremberg una monja que tuvo el coraje y la fuerza de no seguirlo. Se llamaba Sor Caritas Pirckheimer (1467-1532), una figura para redescubrir en nuestros días.
El prestigio y la preparación de la Abadesa Caritas hizo que el monasterio de las Clarisas de Núremberg fuera el intérprete de una encendida disputa en el interior de la ciudad. Las enclaustradas perseguidas han dejado registro de sí mismas en una puntual crónica, bajo el título Hechos memorables, un documento de inestimable valor histórico y espiritual, que expone los eventos desde 1524 a 1528, enfocados en la defensa de la fe y de la Iglesia Católica. Comienza con un informe de la Madre Abadesa: «La doctrina de Lutero ha sido la causa de muchas ruinas; crueles discordias han desagarrado la cristiandad, las ceremonias de las iglesias resultaron mutiladas y en muchos lugares han de repente abandonado el propio estado, porque se predicaba la supuesta libertad cristiana, se repetía que las leyes de la Iglesia y los votos no obligaban a nadie más. La consecuencia de tal argumentación fue que un buen número de monjes y monjas usaron esta libertad para abandonar el claustro y dejar sus hábitos; muchos incluso se casaron y, en una palabra, no actuaron sino siguiendo su propia fantasía».

Bárbara Pirckheimer, la mayor de doce hijos, nacida en una familia importante y erudita de Núremberg, recibió una educación humanística, sobresaliendo en el latín, y a los 16 años entró en las Clarisas tomando el nombre de Caritas. El monasterio, conocido por su vasta biblioteca y su scriptorium -habitación reservada para escribir manuscritos- abrigaba a cerca de 60 monjas, todas ellas provenientes de las familias más prestigiosas de Núremberg. Muchos estudiosos tomaron conocimiento de su existencia a causa de su hermano Willibald, que había estudiado en Italia y que se convirtió en uno de los más importantes humanistas alemanes.
Willibald Pirckheimer, en un grabado de Alberto Durero de 1524.
Las ideas de Martín Lutero fueron debatidas en Núremberg ya en 1517 y Willibald fue uno de sus primeros admiradores. Sor Caritas se opuso desde el principio. Pero cuando en 1524 la ciudad de Núremberg comenzó a actuar contra las Clarisas, Willlibald tomó su defensa.

Día tras día poderosas y temibles personalidades llevaban a las autoridades civiles que habían asumido el poder religioso a visitar a las Hermanas «rebeldes»: intentaban enseñarles las doctrinas de Lutero, en un vano intento de convencerlas de desistir de su propio estado, por cuanto la vida religiosa no era vista por el Luteranismo como una consagración por amor de Dios y deseo de vivir Su amorosa presencia, sino como una forma de regateo: la salvación eterna a cambio de una vida de privaciones. Así, numerosas familias, influenciadas por estas discordias, intentaban llevarse a sus hijas, sus hermanas y sobrinas monjas. Durante toda la Cuaresma del 1525 hubo un continuo debate en la ciudad entre aquellos que adherían a la nueva doctrina y sacerdotes o religiosos, y en todas las ocasiones los secuaces de Lutero guardaban mayor consenso. Los miembros del Consejo anunciaron la intención de retirar a las hermanas del servicio espiritual de los sacerdotes papistas, substituyéndolas por pastores de la nueva generación alemana: «Desde este día nosotras fuimos privadas de la confesión, de la comunión y de todos los sacramentos inclusive en peligro de muerte». La Abadesa y sus hijas fueron obligadas a aceptar a los predicadores del Concilio citadino, pero rechazaron a los confesores, prefiriendo privarse de los Sacramentos antes que ceder a los errores. Frente al mismo Concilio la Madre Caritas declaró: «El Consejo recordará ciertamente que nosotros le hemos siempre obedecido en las cosas temporales, pero en lo que dice respecto a nuestras almas no obedecemos sino a nuestra conciencia». Se intentó hacer un verdadero y real lavado de cerebro para intentar atraer a las Clarisas a las redes de Luteranismo. Pero nada pudo vencer la fe de ese monasterio. Con frecuencia los predicadores usaron un tono bastante agresivo, sin embargo las monjas no cayeron: escucharon 111 prédicas, pero ninguna de ellas tuvo efecto y no lograron cansarlas pero sí al Concilio que no mandó más delegados.
Homenaje a Sor Caritas en el antiguo convento de clarisas de Núremberg.
Se llegó así a las privaciones económicas y a las amenazas. Fue en la Semana Santa del 1525: «Cuando al Curador vio que nunca llegaría a vencer mi resistencia cambió de tema y me habló de un levantamiento de campesinos que se habían rebelado, en un número muy considerable, para saquear los conventos y expulsar o sentenciar a muerte a todos los Religiosos y las Religiosas. Y que no debía permanecer una sola Clarisa en el convento de aquella ciudad; y que haríamos bien en reflexionar y no dar motivo, al volver, a una gran masacre».

El día después de Pascua se prohibió todo culto católico en toda la ciudad. A continuación los Agustinos («¡que eran la fuente de todas estas desgracia!»), los Carmelitas, los Cartujos… abandonaron sus hábitos, no rezaron más Maitines y celebraron los Oficios de acuerdo a su subjetiva voluntad. Muchos tomaron mujer. Las presiones sobre las Clarisas eran estresantes: cotidianamente las intimidaban con sacarlas, con demoler el claustro, con destruirlo hasta los cimientos. «Nos convertimos para todos, grandes y pequeños, en objeto de desprecio […]. Somos objeto de mayor desprecio que las mujeres públicas y se nos dice que verdaderamente valemos menos que ellas. […] No quieren que nadie llame más ‘claustros’ a nuestros conventos sino ‘hospicios’ ni que las hermanas se llamen ‘canonesas’, la abadesa y la priora se deben llamar ‘directoras’: no debe existir distinción alguna entre los clérigos y los laicos».
Las disputas que mantuvieron la Abadesa y los delegados revolucionarios -fielmente descriptas en el documento histórico- demostraron la teológica y doctrinal preparación de la heroica e iluminada Caritas, la cual reunió a las hermanas en el Capítulo de aquel 1525 y pidió su parecer sobre la conducta a seguir: «Las encontré a todas con el mismo sentimiento y me han respondido que nunca iban a dejarse convertir a la nueva doctrina a través de ningún sufrimiento; que nunca se iban a separar de la santa Iglesia y que no serían capaces de arrastrarlas fuera de la vida monástica. Rechazaron la dirección de los sacerdotes apóstatas prefiriendo quedar largo tiempo sin confesión y privadas de la santa Comunión. […] Escribí la súplica […] que la comunidad aprobó por unanimidad después de haber oído la lectura. Cada una solicitó firmar; todas queríamos la propia parte de responsabilidad en la desgracia de la cual pudiera ser para nosotras la fuente». Felipe Melanchton -amigo de Lutero y uno de los mayores protagonistas de la revolución protestante- fue personalmente a visitar a las Clarisas, pero se quedó admirado frente a la Abadesa y se despidió amistosamente. Así, no obstante muchas privaciones y sufrimientos, el monasterio se mantuvo con vida.
Sello emitido por el Vaticano en 2017, con las imágenes de Lutero y Melanchton, para conmemorar el quinto centenario de la Reforma Luterana.
En 1530 Willibald, el fiel patrocinador, muere, mientras Caritas desaparece dos años después. Su hermana Clara le sucede, luego es la vez de la sobrina Catalina. Las Clarisas, a las cuales les es prohibido categóricamente acoger novicias, permanecen sólidamente ancladas a la Iglesia de Roma, hasta la última monja, sor Felicita, que se apaga en el año 1591 a la edad de 91 años: conforme a los pactos asumidos, el Concilio de la ciudad debía esperar su muerte para tomar posesión del convento. Entretanto, todos los monasterios de todas las órdenes existentes bajo la jurisdicción luterana, desaparecieron. La historiografía nunca podrá colmar el gran vacío de información acerca del desarrollo de la clausura de los claustros, porque la mayor parte de los archivos conventuales ha sido deliberadamente destruida. Sin embargo, las valiosas memorias de las Clarisas de Núremberg nos hacen comprender bien el sistema coercitivo y violento de los luteranos y la respuesta de las esposas de Cristo que, grabada para siempre, es aquella de los santos: «La Iglesia fue gobernada hasta ahora por el Espíritu Santo, según la promesa de Cristo. Nada nos va a separar de ella. Nosotros sufriremos aquello que quiera Dios enviarnos, es mejor sufrir por causa del mal que consentir a hacer el mal».

Dios es amor

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Evangelio según San Mateo 20,1-16a.
Porque el Reino de los Cielos se parece a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña. Trató con ellos un denario por día y los envió a su viña.
Volvió a salir a media mañana y, al ver a otros desocupados en la plaza, les dijo: ‘Vayan ustedes también a mi viña y les pagaré lo que sea justo‘. Y ellos fueron. Volvió a salir al mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo.
Al caer la tarde salió de nuevo y, encontrando todavía a otros, les dijo: ‘¿Cómo se han quedado todo el día aquí, sin hacer nada?‘.
Ellos les respondieron: ‘Nadie nos ha contratado‘. Entonces les dijo: ‘Vayan también ustedes a mi viña‘. Al terminar el día, el propietario llamó a su mayordomo y le dijo: ‘Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los últimos y terminando por los primeros‘.
Fueron entonces los que habían llegado al caer la tarde y recibieron cada uno un denario.
Llegaron después los primeros, creyendo que iban a recibir algo más, pero recibieron igualmente un denario.
Y al recibirlo, protestaban contra el propietario, diciendo: ‘Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el calor durante toda la jornada‘.
El propietario respondió a uno de ellos: ‘Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete. Quiero dar a este que llega último lo mismo que a ti. ¿No tengo derecho a disponer de mis bienes como me parece? ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno?‘. Así, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos».
Prelatura de Chuquibambilla. Apurímac.

Homilía del Padre Paul Voisin de la Congregación de la Resurrección:

Parece natural, en nuestra condición humana, que hagamos comparaciones. Podemos hacer comparaciones sobre cosas del mundo, como la riqueza o la productividad de las naciones. Sin embargo, creo que más a menudo hacemos comparaciones que afectan a nuestras vidas más íntimamente: quién es más guapo o más guapa, quién tiene más éxito, quién es más inteligente, etc. Muchas veces estas comparaciones llevan a alguien a decir: “¡No es justo!“. A veces estas comparaciones pueden hacernos avanzar, animarnos, pero más a menudo, creo, tiene justo el efecto contrario, desanimarnos y hacernos sentir mal con nosotros mismos.
Definitivamente, la reacción de la mayoría de la gente ante el evangelio de hoy (Mateo 20:1-16) es que “¡No es justo!“. ¿Cómo podía el terrateniente pagar lo mismo a los obreros que sólo habían trabajado una hora que a los que habían trabajado como esclavos todo el día bajo el calor? “No es justo“. El único otro evangelio en el que he visto una vehemencia similar es el del Hijo Pródigo, cuando de nuevo la reacción inicial de muchos es “¡No es justo!“. ¿Por qué celebraría el padre el regreso del hijo ingrato que volvió pidiendo perdón, cuando el hijo “bueno” fue fiel todo el tiempo? Según nuestra lógica humana, “¡No es justo!“.
Una de las explicaciones bíblicas que me dieron fue la urgencia del terrateniente. Septiembre era la época de la cosecha en Israel, pero también era el comienzo de la estación de las lluvias. Por eso, cuando las cosechas estaban listas, fueran cuales fueran, había urgencia por sacarlas del campo o de la viña, para que las lluvias no destruyeran la cosecha. Tal vez se cernían negros nubarrones ese día de la parábola evangélica y el terrateniente estaba tan desesperado por recoger las uvas que salía continuamente en busca de más trabajadores.
Entonces, ¿de qué trata el Evangelio? No se trata de comparaciones, ni mucho menos de leyes laborales o salarios justos. El Evangelio trata de la generosidad de Dios. La generosidad de Dios desafía nuestra apreciación humana y nuestra lógica de lo que es justo y lo que está bien. En el Evangelio, el terrateniente dijo: “¿No soy libre de hacer lo que quiera con mi dinero? ¿Tienes envidia porque soy generoso?“. Está claro que los caminos de Dios y nuestros caminos no son los mismos.
En la Primera Lectura (Isaías 55:6-9) Dios revela a través de Isaías que. “Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, y vuestros caminos no son mis caminos. Tan altos como los cielos están sobre la tierra, tan altos son mis caminos sobre vuestros caminos y mis pensamientos sobre vuestros pensamientos“. Dios, en su sabiduría, nos ve a nosotros y a los acontecimientos y sucesos de nuestras vidas de manera diferente a como lo hacemos nosotros. En nuestra condición humana, a menudo cuestionamos el juicio y la voluntad de Dios. Esperamos que Dios actúe según nuestra lógica y nuestros criterios humanos. Cuando esto no sucede, protestamos, sólo si nos vemos perjudicados por lo que ocurre. Los obreros que entraron en la viña a última hora no se quejaban, pero los que entraron a primera hora seguro que sí. No veían al terrateniente como generoso y benévolo, sino como insensato e injusto. Esto sólo puede resolverse en nuestras propias vidas cuando podemos reflexionar sobre algo que puede haber sucedido y ver que, efectivamente, el camino de Dios era mejor, los pensamientos de Dios eran superiores. Hasta entonces protestaremos y discutiremos y seguiremos debatiendo la insensatez de los caminos y pensamientos de Dios.
Quizá nuestro mayor reto ante estas lecturas sea aceptar que Dios es tan generoso y nos ama tanto, tanto que envió a su Hijo, y que el Hijo nos amó tanto que murió por nosotros en la cruz. Muchas personas luchan con sentimientos de indignidad, en particular en torno al amor incondicional de las personas de su vida. La mayoría de nosotros creemos, y nuestra experiencia nos lo dice, que debemos “ganarnos” el amor. Sin embargo, la manera y el pensamiento de Dios es que tengamos ese amor gratis. Es un don. Es una gracia. Nada de lo que digamos o hagamos puede robarnos ese amor de Dios, ni siquiera negarle y darle la espalda. Él nos sigue amando. Recuerdo cuando unos amigos míos tuvieron su primer hijo, y el nuevo padre me llamó y me pidió que fuera al hospital. Eran las nueve y media de la noche, así que me puse el collarín y fui al hospital, confundiendo a las enfermeras de Maternidad. Pero me dejaron entrar y vi a su nuevo hijo. La nueva madre me dijo: “Nunca me di cuenta de lo mucho que me querían hasta que tuve a mi propio hijo en brazos”. Esto es sólo un pequeño reflejo del amor incondicional de Dios por nosotros, y de esta generosidad y benevolencia con nosotros, en cualquier situación.
A menudo se interpreta este evangelio en el sentido de que los últimos en trabajar en la viña representan a los pecadores que más tarde en su vida se volvieron a Dios y le fueron fieles, mientras que otros fueron fieles hasta el final desde el principio. Dios es justo con que estos “tardíos” vean el cielo. Jesús murió por los pecados de los que trabajaron desde el amanecer, así como por los que sólo trabajaron una hora. No podemos limitar el amor de Dios, ni su misericordia. GRACIAS A DIOS porque sus caminos no son nuestros caminos, y sus pensamientos no son nuestros pensamientos.
El evangelio de hoy nos invita a reflexionar sobre cómo aceptamos los “caminos” y los “pensamientos” del Señor, especialmente en relación con la aceptación de su amor incondicional y generoso. Está ahí para nosotros, lo aceptemos o no, pero si lo aceptamos en nuestro corazón, su abundante gracia puede hacer mucho más en nosotros cuando respondemos con amor a Dios y compartimos ese amor generoso unos con otros. Dios es, y siempre será, “justo”.

Una pintura que muestra el asesinato de las monjas en 1943.

El asesinato de 11 monjas durante la Segunda Guerra Mundial en Bielorrusia

Por Swaminathan Natarajan- BBC News.
La historia comienza el 4 de septiembre de 1929, cuando las dos primeras hermanas de la congregación de la Sagrada Familia de Nazaret se instalaron en el pequeño pueblo de Nowogródek.
El convento cambió de manos muchas veces a lo largo del tiempo y fue el hogar de unas 20,000 personas al estallar la Segunda Guerra Mundial.
En septiembre de 1939, el convento fue tomado por las fuerzas de la Unión Soviética. Las monjas se vieron obligadas a abandonarlo y mudarse a las casas de los feligreses.
En 1941, las fuerzas nazis alemanas desplazaron a los soviéticos e instaron a las monjas a regresar al convento.
Aproximadamente la mitad de la población del pueblo era judía y los nazis comenzaron a exterminarlos.
La primera masacre tuvo lugar en diciembre de 1941 y murieron 5,100 judíos. Otros 4,500 fueron asesinados en agosto de 1942
Para 1943, varios grupos estaban activos en el área. La Gestapo, la policía secreta nazi, arrestó a 180 personas entre el 17 y el 19 de julio, para tratar de acabar con esta resistencia.
Pronto corrieron rumores de que todos los arrestados serían ejecutados.

El relato de un sacerdote

El reverendo Alexander Zienkiewicz era el único sacerdote católico que quedaba en Nowogródek.
12 monjas integraban la congregación. La mayor era la hermana Mary Stella, de 55 años, y la más joven era la hermana Mary Boromea, de 27 años.
El padre Zienkiewicz documentó la reacción de la hermana Stella ante el arresto.
Con su sencillez característica, dijo: ‘Oh Dios, si es necesario el sacrificio de la vida, acéptalo de nosotras que estamos libres de obligaciones familiares y perdona a los que tienen esposa e hijos a su cargo. Incluso estamos orando por esto‘”, escribió.
Aquel testimonio fue publicado más tarde por la orden religiosa de las monjas.
No existen registros que identifiquen a las personas o medios utilizados por la Divina Providencia para interferir en los planes hechos para la ejecución de los prisioneros“, agregó el sacerdote.
Una semana después, las monjas fueron convocadas a la comisaría.
El padre Zienkiewicz se reunió con la hermana Stella el 31 de julio. Percibió “ansiedad y aprehensión” en ella, en lo que resultó ser su último encuentro.
La hermana Stella le dijo que esperaba que los enviaran a Alemania para realizar trabajos forzados.
Más tarde, la hermana Stella le pidió a la hermana Małgorzata que se quedara atrás, mientras las otras diez monjas la acompañaban a la comisaría.
Al día siguiente, el padre Zienkiewicz celebró la misa, pero notó el espacio vacío que solían ocupar las monjas y sintió una “sensación de duelo“. Mientras se preparaba para escuchar la confesión, se enteró de que las monjas habían sido asesinadas esa mañana del primero de agosto de 1943.
El motivo no estaba claro para él. El sacerdote escuchó especulaciones de que se trataba de un caso de identidad equivocada. La Gestapo había querido matar a miembros de una congregación religiosa diferente, sospechosos de ayudar a las guerrillas soviéticas.
El padre Zienkiewicz se ocultó.
En marzo de 1945, después de que los nazis fueran derrotados en esta zona, dirigió la exhumación de los cuerpos de las monjas y las volvió a enterrar cerca de su iglesia.
El relato del sacerdote concuerda con la investigación de Tamara Vershitskaya, quien fundó el Museo de la Resistencia Judía en Nowogródek en 1992.
Después de jubilarse, continúa involucrada en la investigación del Holocausto. En 2011, trabajó con el Museo Conmemorativo del Holocausto en Estados Unidos para hacer entrevistas en video de testigos presenciales y sobrevivientes.
María KaravaiskaMaría Karavaiska fue la única fuente en primera persona que me contó la historia. Sus dos hermanos estaban entre los polacos enviados a Alemania“, dice Vershitskaya.
La investigadora descubrió una lista escrita en alemán en los archivos. Contenía los nombres de 95 polacos que fueron enviados a Alemania, probablemente el 24 de julio de 1943.
María, por su parte, dijo que fueron 112. En la entrevista, María habló sobre el arresto de sus hermanos.
Tres de mis hermanos fueron arrestados, pero uno logró escapar“, narró. “Los alemanes planeaban ejecutarlos. Incluso cavaron sus tumbas“.
Inicialmente, 180 personas fueron detenidas por la Gestapo. Los arrestos ocurrieron cuando el oficial a cargo, Wilhelm Traub, estaba ausente. Provenía de una familia de terratenientes en Alemania.
Tan pronto como se enteró de los arrestos, viajó a la capital, Minsk, y suplicó a sus superiores que enviaran a los prisioneros a trabajar en su granja, asegura Vershitskaya.
Tamara VershitskayaTamara Vershitskaya investigó el caso de las monjas.
María me dijo que Traub habló con sus hermanos en polaco y les pidió que regresaran a casa por una noche para traer las cosas necesarias para el viaje. Al día siguiente se pidió a todos los presos que fueran a la estación de tren“.
Es absolutamente cierto que después del arresto, las familias polacas fueron a la iglesia y pidieron ayuda“, dice Vershitskaya.
Las monjas oraron. Es muy posible que la mayor dijera durante la oración que sí debía haber un sacrificio, que fuera su vida. Creo que eso podría ser cierto“, añade.
Los hermanos de María Karavaiska estaban entre los polacos enviados a Alemania.

La hermana Klara Volchek visita regularmente la tumba de “las mártires de Nowogródek”.

Una vocación superior

Todas las personas llevadas a Alemania para trabajos forzados sobrevivieron a la guerra, apunta Vershitskaya.
La hermana Amabilis es la jefa de la congregación de la Sagrada Familia de Nazaret y divulgó los documentos de la Iglesia sobre el evento.
“Todos los testigos de la vida de las hermanas están convencidos de que sacrificaron sus vidas guiadas por la fe y el amor a Dios y al prójimo”, dice el documento.
Cuando la BBC le preguntó por correo electrónico sobre la falta de evidencia independiente, la hermana Amabilis dijo: “Las palabras de sacrificio fueron pronunciadas por las hermanas y creemos que Dios aceptó su sacrificio“.
Mientras la comunidad religiosa declina en Nowogródek, la hermana Klara se mantiene firme en su fe.
Creo en el sacrificio de nuestras hermanas que salvó a los prisioneros“, dice.
Sé que la lógica humana puede interpretar los hechos de manera diferente, pero el Señor escuchó y aceptó su sacrificio“.

Misioneros de Scheut

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Congregación del Inmaculado Corazón de María

La congregación fue fundada por el sacerdote diocesano belga Teófilo Verbist, en la localidad de Scheut (Bruselas), donde se encontraba un antiguo santuario mariano, con el fin de responder a la invitación del gobierno francés de preparar misioneros que evangelizaran en China. De esa manera Verbist da inicio al instituto el 28 de noviembre de 1862, con la aprobación del cardenal Engelbert Sterckxarzobispo de Malinas-Bruselas.
El instituto pasó a formar parte de las congregaciones religiosas católicas clericales de derecho pontificio, con la aprobación de la Congregación de Propaganda Fide, mediante decretum laudis de 1863, dándoles como administración la misión en Mongolia. El mismo fundador misionó en China, en la que actualmente es la diócesis de Chongli-Xiwanzi y murió en la localidad de Laohoukeou, en la Mongolia Interior (actualmente China).Hoy en día existen alrededor de ochocientos misioneros presentes en veintidós países: BélgicaPaíses BajosBrasilCamerúnChinaCongoRepública DominicanaGuatemalaHaitíIndonesiaItaliaJapónMéxicoFilipinasSenegal, Hong KongSingapurTaiwánEstados Unidos de AméricaZambia y, desde 1992, Mongolia
En China, los primeros scheutistas fueron enviados al vicariato de «Tartaria», como se conocía entonces a la vasta extensión situada al noroeste de China. Este gigantesco territorio eclesiástico había sido confiado a misioneros lazaristas desde el siglo XVII -como el padre Évariste Huc (1813-1860), el famoso aventurero que visitó el Tíbet-, pero necesitaban refuerzos. Al igual que los lazaristas, los scheutistas dirigieron su misión hacia el vasto territorio de Mongolia Interior -China-, donde el padre Verbist murió en 1868, tras haber contraído el tifus.
679 miembros de su orden le siguieron para evangelizar China, a pesar de la hostilidad del clima y de la gente. Entre 1899 y 1901, durante la rebelión de los bóxers, muchos scheutistas murieron como mártires en esta difícil tierra de misión.
A principios del siglo XX, los scheutistas presentes en China se volvieron hacia Mongolia Exterior -la actual Mongolia- y se establecieron allí, pero demasiado tarde. La revolución soviética arrasó el país, que se convirtió en una república socialista y atea en 1924 y prohibió la presencia de misioneros. Los misioneros belgas permanecieron en Mongolia Exterior hasta la revolución china (1945-1949), durante la cual once misioneros fueron martirizados, mientras que todos los demás fueron expulsados.

Los pioneros de la evangelización en Mongolia

En 1992, cuando cayó el régimen comunista, tres sacerdotes scheutistas recibieron el encargo de retomar la labor de sus predecesores. Uno de ellos, el filipino Wenceslao Selga Padilla, se convirtió en 2002 en el primer obispo de la prefectura apostólica de Ulan-Bator.
Wenceslao Selga Padilla (Tubao, La Unión; 29 de septiembre de 1949-Ulán Bator, Mongolia; 25 de septiembre de 2018)​ fue un religioso filipino, que permaneció gran parte de su vida en Taiwan y Mongolia, y desde 2003 hasta su fallecimiento fue prefecto apostólico de Ulán Bator. En 1960 entró en el seminario y en 1976 fue ordenado sacerdote para la Congregación del Corazón Inmaculado de María.
Era misionero en Taiwán; durante seis años, superior provincial de las provincias chinas de su orden. En 1991, Mongolia y la Santa Sede establecen relaciones diplomáticas y el padre Wenceslao es enviado como misionero a Urga (antiguo nombre de Ulán Bator). El 19 de abril de 1992 fue nombrado superior eclesiástico de la misión sui iuris de Urga. Cuidaba de los niños de la calle, las personas sin casa, los discapacitados y ancianos.
Cuando en 2002 Juan Pablo II estableció la Prefectura apostólica de Ulán Bator, se convirtió en el primer prefecto, y el 2 de agosto de 2003 fue elevado a la dignidad episcopal. Recibió la consagración episcopal 29 de agosto de 2003 por el cardenal Crescenzio Sepe en Ulán Bator. Siempre estableció su ministerio de albergar a las personas sin hogar y huérfanos.
A estos pioneros se unieron los discípulos de otra gran misionera belga, la Madre Marie-Louise de Meester (1857-1928). Tres monjas de su congregación, las Hermanas Misioneras del Inmaculado Corazón de María (506 miembros en 2022), también conocidas como las «monjas de De Jacht» -nombre de su casa madre cerca de Lovaina- llegaron a Ulán Bator en 1995.
unnamed.jpgSor Lieve Stragier CICM
«Bajé del avión y no vi… ¡nada de nada!», recuerda Sor Lieve Stragier, una de las tres monjas, recordando el escaso desarrollo del país y de su capital en aquella época. Mongolia era entonces muy pobre y acababa de salir de largos años de ateísmo, pero la monja recuerda que enseguida sintió que «Dios ya había estado aquí».
Los mongoles «buscaban un sentido, sustituir algo que les había sido arrebatado durante los años comunistas», explica la Hermana Lieve. Recuerda que en sus primeros años, la misión acogía sobre todo a expatriados. Sin embargo, estos últimos «venían a misa con su chófer mongol», y esta presencia católica pronto despertó curiosidad, sobre todo entre los jóvenes. «Había una fascinación por todo lo occidental», explica la monja flamenca.

Entre los mongoles

Durante los primeros años, los misioneros esperaron a dominar el idioma y luego se dedicaron a averiguar cómo podían servir al pueblo mongol en su vida cotidiana. «Teníamos que aprender a vivir en comunidad, ésa era nuestra prioridad», dice la hermana Lieve.
Así que se ocupó de los niños de la calle que entonces vivían en las alcantarillas de Ulán Bator, «el único lugar donde hacía calor en invierno». Trabajó en el primer centro del país para niños discapacitados mentales y abrió un centro comunitario en las afueras de la capital.
Estas actividades dieron lugar a momentos de evangelización, sobre todo durante las sesiones de «compartir la Biblia», intercambios «muy prácticos» organizados para adultos en torno a textos bíblicos. Poco a poco, la pequeña comunidad fue creciendo. Lieve Strieger recuerda con especial ternura el día en que, para la cuna viviente de Navidad, el muñeco del niño Jesús fue sustituido por primera vez por un niño mongol, hijo de una pareja de conversos.
El padre Mathieu Ndjoek, que vivió en Mongolia de 2008 a 2018, fue el principal responsable del centro para niños abandonados de Ulan Bator, fundado por sus predecesores scheutistas allá por 1995. Aunque tuvo que enfrentarse a momentos difíciles, como los prejuicios sobre sus orígenes africanos, fue sensible al «gran sentido de la acogida de los mongoles», especialmente fuera de las ciudades.
Al igual que la Hermana Lieve Stragier, el sacerdote camerunés considera que la misión «no progresa como nos hubiera gustado», pero cree que hay muchos signos muy positivos en esta comunidad tan pequeña. En particular, señala, el hecho de que el «padre Giorgio» -Giorgio Marengo-, un sacerdote italiano que formó parte de los misioneros en Mongolia, se convirtiera, para sorpresa de todos, en el primer cardenal del país en 2022.
Fuente: Aleteia.org

Obispos redentoristas ucranianos

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Visitan a sus cohermanos en la comunidad de San Alfonso, en Roma

El encuentro entre los obispos redentoristas ucranianos y sus cohermanos en la Comunidad de San Alfonso fue un encuentro verdaderamente memorable cuando el Padre Andrzej Wodka CSsR los recibió con los brazos abiertos. Los cohermanos estaban ansiosos por aprender de sus homólogos ucranianos y participar en debates significativos sobre su misión y vocación que comparten.
Durante el tiempo juntos, los obispos compartieron sus experiencias sobre el sínodo de los obispos ucranianos que se está llevando a cabo del 3 al 13 de septiembre. Uno de los momentos más destacados de la visita fue la oportunidad que tuvieron los obispos redentoristas ucranianos de orar en la capilla de la comunidad cantando una canción a María. La atmósfera sagrada creó un espacio para la reflexión y la contemplación, permitiéndoles conectarse con lo divino de una manera profunda.
Otro aspecto significativo de la visita fue la oportunidad que tuvieron los obispos redentoristas ucranianos de orar en el Santuario dedicado a nuestra Madre del Perpetuo Socorro. Ofrecieron sus oraciones e intenciones, buscando orientación e inspiración para llevar a cabo sus deberes episcopales con fe y devoción inquebrantables. Esta experiencia sirvió para fortalecer su determinación de seguir los pasos del Redentor y continuar su misión como Redentoristas.
Durante su visita, los obispos redentoristas ucranianos tuvieron la oportunidad de conceder una entrevista realizada por el padre Sanjay Tirkey en el estudio de Scala News. Esta entrevista ofreció una plataforma para que los obispos compartieran sus ideas y reflexiones sobre su reunión sinodal en curso con el Papa y la situación en Ucrania.
Para fortalecer aún más los lazos de hermandad y celebrar su unidad en la fe, se organizó una comida de hermandad en el hermoso jardín de la Comunidad de San Alfonso. Esta comida brindó una oportunidad para que los obispos redentoristas ucranianos y sus cohermanos se reunieran en un ambiente más relajado, compartiendo historias, risas y comida deliciosa.
Mientras se sentaban alrededor de la mesa, los obispos y cohermanos entablaron conversaciones que profundizaron su comprensión de las culturas y tradiciones de cada uno. La visita de los obispos redentoristas ucranianos a la comunidad de San Alfonso sirvió como recordatorio de la naturaleza universal de la Iglesia católica y de la importancia de construir puentes entre diferentes culturas y tradiciones como cohermanos redentoristas.
Fuente: Scala News.

Personaje ruso dice que Papa considera inútil suministro de armas a Ucrania

En un contexto de hipersensibilidad, cualquier expresión del Pontífice debe ser medida porque será muy valorada y no necesariamente de forma benévola.

No se extinguen aún las llamas por las palabras finales de la alocución de Francisco a jóvenes en San Petersburgo, en las que habló de la Madre Rusia y elogiosamente de figuras como Pedro I y Catalina la Grande, cuando ya se avizora otra combustión en el horizonte.
Se trata de las recientes declaraciones dadas a la agencia RIA Novosti por Leonid Sebastyanov, alguien que en consideración de Il Sismografo es cercano a tres personajes claves en todo el manejo del conflicto Ucrania-Rusia: Putin, el patriarca Kirill y el Papa Francisco.
Sebastyanov estuvo en audiencia privada con Francisco y fue a raíz de este encuentro que la agencia estatal rusa emitió un despacho en donde se afirma, por boca de este personaje ruso, que “el Papa Francisco cree que cada vez más países occidentales reconocen la inutilidad de suministrar armas a Ucrania y continuar el conflicto ucraniano, lo que le inspira optimismo y le da esperanzas de negociaciones de paz”.
Nos reunimos con el Papa Francisco. Discutimos el plan de paz entre Ucrania y Rusia. El Papa es optimista porque ve que cada vez más países occidentales se inclinan por la idea de la inutilidad del conflicto en Ucrania y del suministro de armas. El Papa opina que no puede haber victoria en el campo de batalla. Cualquier victoria debe lograrse en la mesa de negociaciones, es necesario desarrollar un algoritmo adecuado para todas las partes en conflicto hoy”, subrayó Sebastyanov, que es además presidente de la Unión mundial de los viejos creyentes.
Continúa Sebastyanov diciendo que Francisco pide a Rusia que no rompa sus vínculos con Occidente y se pronunció a favor de la integración económica, pero también en contra de las sanciones y restricciones económicas. “El Papa envió su saludo a Rusia y su bendición. También confirmó que Rusia es un gran país, el pueblo, la lengua y la cultura rusas son geniales. El Papa dijo que honra la cultura rusa no menos que la cultura española. Según él, la cultura rusa ha dado al mundo una enorme riqueza de escritores, teólogos y santos. Reza por el pueblo ruso y quiere que encuentre la oportunidad de concluir una paz justa y duradera”.
Es claro que Sebastyanov ‘juega para su equipo’ y busca presentar al Pontífice como cercano no solo al pueblo ruso sino a los intereses rusos. Sin embargo en un contexto en que existe aún en Ucrania una hipersensibilidad ante declaraciones pontificias sobre la guerra, y en que continuamente el gobierno ucraniano reclama de occidente más ayuda, incluso militar, cualquier expresión del Pontífice debe ser medida porque será muy valorada y no necesariamente de forma benévola.
Hace pocos días los medios exhibían el desplome de la popularidad de la figura del Pontífice en Ucrania, que antes de la guerra sería de un 64% de favorabilidad y ahora es de alrededor de un 6%. Ciertamente acompañando el sentir de la opinión pública, por esos días los medios también noticiaban que uno de los principales asesores del presidente ucraniano Zelensky, Mijailo Podoliak, afirmaba que el Pontífice no podía ya desempeñar un papel de mediador, después de sus declaraciones a los jóvenes rusos reunidos en San Petersburgo.
Y aunque recientemente han habido guiños de la diplomacia Ucraniana para el papel de la diplomacia vaticana en el asunto, declaraciones como la de Sebastyanov podrían solidificar en muchos la creencia de que realmente el Papa tiene afectos estrechos inocultables hacia Rusia.
Hasta el momento la secretaria de Estado vaticana no se ha pronunciado sobre las declaraciones de Sebastyanov.
Fuente: GaudiumPress.org

Ayudemos al Papa Francisco

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Mag. Albert Ruetz, Dr. Martin Grichting Past-Vicario General de la Diócesis de Chur, el Decano Prelado de la Catedral Walter Niederberger, Dr. Albert Fischer de Chur y Mag. Michael Fliri de la diócesis de Feldkirch.

EL MENSAJE FATAL DEL ACTIVISMO SINODAL

Por Martin Grichting- Revista First Things.
Los obispos alemanes y suizos han llegado a un callejón sin salida con su proyecto “sinodal“. El camino a seguir está bloqueado por el muro de la doctrina de la fe tal como la sostiene la Iglesia mundial, mientras que detrás de ellos, los activistas eclesiásticos exigen cambios sustanciales en la doctrina de la Iglesia.
Esta situación tiene un aspecto positivo. La crisis actual está revelando que una concepción anticuada de la Iglesia está llegando al final de su dominio.
Esta concepción de la Iglesia tiene su origen en el Concilio de Trento. Frente a la Reforma, Trento sostuvo que la Iglesia era ante todo una institución, tan visible como la República de Venecia, argumentó Roberto Belarmino. Este énfasis en la Iglesia como jerarquía encarnada era importante y necesario en aquella época. La Iglesia no sólo sobrevivió a la Reforma, sino que floreció.
Podemos contemplar con asombro la cultura católica postridentina de santos, una sólida piedad popular y una presencia social efectiva en las obras de educación cristiana y caridad.
Pero el énfasis tridentino en la Iglesia como institución era unilateral. Tendía a considerar que la esencia de la Iglesia estaba encarnada en la jerarquía, los obispos, los sacerdotes y las órdenes religiosas. Localmente, esta forma social de la Iglesia se manifestaba sobre todo en la parroquia, en torno a la cual se reunían multitud de asociaciones, congregaciones y grupos. Para los bautizados, participar en la misión de la Iglesia significaba ante todo ser activos en las estructuras eclesiales bajo el clero y con él. La “parroquia viva” era la regla de oro. Ser cristiano se definía por la participación en las instituciones dirigidas por la jerarquía. El clérigo o miembro de una orden religiosa representaba la “perfección” que sólo podía alcanzarse a distancia del mundo.
La vida cotidiana del cristiano laico en la familia, en las profesiones y en la realidad política y cívica se explicaba demasiado poco. Pocos imaginaban que uno pudiera vivir su misión cristiana y eclesial “en el mundo” o que alguien que viviera en el estado de vida laical pudiera ser también “la Iglesia“.
Los obispos del Concilio Vaticano II reconocieron los importantes cambios que había provocado la modernidad. La Ilustración y la Revolución Francesa marcaron el fin de las sociedades corporativas, y el “mundo separado” de la vida eclesiástica se debilitó. Por ello, intentaron complementar la visión jerárquica e institucional del Concilio de Trento. Después de todo, en los tiempos modernos la Iglesia ordenada jerárquicamente se hizo menos “visible” como la “sociedad perfecta“. Los cambios políticos y culturales hicieron que dejara de funcionar como contraparte del Estado y de la sociedad civil. Más bien, el individuo, como ciudadano y como cristiano, pasó a un primer plano.
El Vaticano II abordó esta nueva realidad, especialmente la idea de la primacía del individuo, y trató de impartir al bautizado una espiritualidad que le convirtiera en sujeto eclesial activo en la moderna sociedad de los libres e iguales. Fortalecido por la labor pastoral del clero y modelado por su conciencia cristiana, debía ser él mismo un agente eclesial en medio del mundo. El cristiano debe vivir su fe en su propio nombre, y no como emisario de la jerarquía: en su profesión, en la política y en los medios de comunicación, en la sociedad civil, en su familia y entre sus amigos. En el capítulo IV de la Lumen Gentium, el Vaticano II logró esta síntesis de la fe cristiana con las sociedades surgidas de la Ilustración. Y, por supuesto, el Concilio lo hizo sin sacrificar la sustancia de la doctrina de la fe.
Sin embargo, viendo las conversaciones que tienen lugar hoy en la Iglesia, se diría que este capítulo de la Lumen Gentium no se ha escrito nunca. Al menos, sigue siendo malinterpretado en gran parte de la Iglesia. Incluso después de las aclaraciones del Vaticano II, se mantuvo y desarrolló la concepción tridentina de la Iglesia. Los impulsores de la “reforma” declararon correctamente que los laicos tienen una tarea eclesiástica insustituible, que hasta entonces había sido descuidada. Pero concluyeron erróneamente que los católicos laicos debían llevar a cabo esta misión dentro de las estructuras eclesiásticas. El sistema de sínodos y concilios desarrollado tras el Concilio fue la consecuencia.
Lo que se persigue actualmente en determinadas iglesias y en la Iglesia universal bajo el nombre de “sinodalidad” representa la continuación de la concepción tridentina de la Iglesia por otros medios. Se trata de un intento anacrónico de mantener y ampliar una imagen anticuada de la Iglesia, centrada en la jerarquía, en nuestra era democrática, empleando a los laicos dentro de la estructura de la Iglesia y reservando un espacio para la consulta y la toma de decisiones dentro de la Iglesia. Sólo importa la Iglesia institucional: este es el mensaje fatal del activismo sinodal. Se supone que los fieles deben vivir la llamada al discipulado principalmente junto con la jerarquía y bajo su liderazgo.
El resultado es la clericalización de los laicos, que conduce a conflictos con los sacerdotes y diáconos.
El Vaticano II reafirmó que existe una diferencia esencial entre el sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio jerárquico. Por lo tanto, es una extraña especie de recaída en la teología de los tiempos preconciliares cuando se hacen cada vez más intentos de conferir tareas eclesiásticas a los laicos “por decreto” -tareas reservadas para aquellos que han recibido el sacramento del Orden Sagrado.
Hay una ceguera generalizada. Obispos, sacerdotes y activistas laicos que se creen progresistas no se dan cuenta de que están atrapados en una mentalidad anterior al Vaticano II. Están exacerbando la fijación clerical tridentina -en sí misma una distorsión de Trento- al tratar de convertir a los laicos en clérigos de facto. No hace falta ser profeta para darse cuenta de que esta “estrategia” de “actualización” de la Iglesia, basada en presupuestos teológicos erróneos, es contraproducente. En la práctica, resulta ser un programa de autoempleo para los que ya trabajan para la Iglesia. Además, consolida una institución eclesiástica autosatisfecha que no tiene ningún atractivo para la sociedad poscristiana.
Es incómodo para los obispos verse atrapados entre el “no” de la Iglesia mundial y la presión de los activistas que se creen progresistas, pero que en realidad son tradicionalistas incapaces de ofrecer ninguna perspectiva de futuro. Esto acelera el declive de la Iglesia. Comprender y aplicar las enseñanzas del Vaticano II sobre la misión de los laicos es la única manera de avanzar.
Los laicos deben querer tener voz como cristianos. El Concilio Vaticano II les dice en Lumen Gentium: “El Señor quiere extender su Reino también por medio de los laicos. . . Por tanto, por su competencia en la formación secular y por su actividad, elevados desde dentro por la gracia de Cristo, contribuyan vigorosamente con su esfuerzo, para que los bienes creados sean perfeccionados por el trabajo humano, la habilidad técnica y la cultura cívica en beneficio de todos los hombres, según el designio del Creador y la luz de su Palabra“.
Los laicos deben querer ofrecer un sacrificio a Dios como sacerdotes. ¿Cómo hacerlo? El Concilio afirma que todos los fieles participan del oficio sacerdotal de Cristo:
Todas sus obras, oraciones y esfuerzos apostólicos, su vida conyugal y familiar ordinaria, sus ocupaciones diarias, su descanso físico y mental, si se llevan a cabo en el Espíritu, e incluso las dificultades de la vida, si se soportan con paciencia: todo esto se convierte en “sacrificios espirituales aceptables a Dios por Jesucristo“. Junto con la ofrenda del cuerpo del Señor, se ofrecen de modo muy apropiado en la celebración de la Eucaristía. Así, como los que en todas partes adoran en santa actividad, los laicos consagran a Dios el mundo mismo.
Los laicos deben querer anunciar la fe. Para ello, les dice el Concilio: “Los laicos son poderosos anunciadores de la fe en lo que se puede esperar, cuando a su profesión de fe unen con valentía una vida que brota de la fe. Esta evangelización, es decir, este anuncio de Cristo por un testimonio vivo, así como por la palabra hablada, adquiere una calidad específica y una fuerza especial en la medida en que se lleva a cabo en el entorno ordinario del mundo“.
Sólo si logramos comunicar esta espiritualidad a los laicos, y si éstos son capaces de ponerla en práctica en su vida cotidiana, el cristianismo recobrará relevancia en el Estado y en la sociedad civil. El embrague -la misión de los laicos- debe ser liberado. De lo contrario, la perpetuación del inmovilismo preconciliar conducirá a la irrelevancia.
*Martin Grichting fue Vicario General de la diócesis de Chur (Suiza) y publica sobre temas filosóficos y religiosos.