Por Martha Meier Miró Quesada- Diario EXPRESO.
En un mundo ideal, digamos en Narnia, la democracia debería ser el equilibrio entre la mayoría y la minoría, pero vivimos en esta hipérbole de la realidad llamada Perú. Así las cosas, el descomunal problema que enfrenta la democracia es que, en la práctica, se sostiene sobre la “mayoría” que no necesariamente la hace eficiente y menos aún viable en el tiempo, sino todo lo contrario.
El destino de un país está en manos de lo que decida en las urnas una muchedumbre desinformada, con espíritu de rebaño, manipulable, personas con traumas infantiles no superados, odios heredados y diversidad de complejos; una mancha humana que camufla perfectamente a criminales, informales, adictos, tratantes de personas, infradotados intelectuales, microcomercializadores de drogas, entre otros. El electorado (o electarado) tiende a seguir lo que es tendencia, aunque esa tendencia sea equivocada. Así, por ejemplo, en el Congreso se acatan decisiones bobas y hasta dañinas por alcanzar mayoría, y sabrán las estrellas qué enjuagues e intercambios se urdieron bajo la mesa para votar en tal o cual sentido.
No hay garantía de que un acuerdo mayoritario sea la mejor opción, ni que desconocer la visión de la minoría podría tener mejores resultados. Y esto no es un problema menor, pues los errores adoptados democráticamente no conllevan responsabilidad de ningún tipo. Lo peor de todo es que la miríada de estupideces ‘democráticas’, por más legítimas que sean, generarán desconfianza y frustración de la ciudadanía con respecto a la política, los políticos y las instituciones.
Y es en este punto donde podemos cuestionarnos, una vez más, si el voto universal pone en peligro la democracia y si acaso no exigirle un mínimo de conocimientos a los que buscan ser elegidos terminará pulverizando el respeto por este sistema de gobierno.
Una nota de Franco Casoli, publicada en el portal web ‘El Montonero’, sostiene que: “la mayoría de los peruanos no confían en la democracia como el mejor sistema de gobierno; 53% de la población peruana no creería en la democracia, mientras que el 87% no estarían satisfechos con el funcionamiento de los gobiernos democráticos y 57% considera que se puede justificar un golpe de Estado, a mano de los militares”. Esto según una encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP) de junio de 2024. Casoli explica: “estos resultados nos dicen que [los peruanos] están dispuestos a ceder su libertad, sus derechos y el mismo Estado de derecho a cambio de orden, estabilidad y seguridad. No quieren vivir en un país donde a los delincuentes se les deje libres, para robar, violar o matar otro día. El miedo se ha apoderado de las calles y ningún gobierno en años ha podido frenar esta situación”.
¿El Congreso dará normas más duras contra la criminalidad? ¿El Ejecutivo usará la mano dura? ¿Los opositores dejarán sus intereses para conformar un gabinete político de ancha base para la transición democrática, o querrán ganar notoriedad pidiendo una vacancia presidencial que nada resolverá?
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Kamala: la derrota de Occidente
Por Martha Meier Miró Quesada- Diario EXPRESO.
A solo dos días de las presidenciales en los Estados Unidos, la posible victoria de Kamala Harris parece haberse diluido. Los grandes medios le han dado la espalda, salvo la revista The Economist y un solitario columnista de The New York Times. El apoyo tácito a Trump ha puesto nerviosa a Hillary Clinton, tanto que, en una entrevista en el canal público PBS, dejó escapar un inquietante “nos quedaríamos sin control”, refiriéndose al “control” de la narrativa.
Los votantes de Kamala la apoyan por las razones equivocadas: el aborto universal, los temas identitarios como la agenda LGBTQ+ y demás letras del abecedario, y la cuestión racial; también, por gravar con más impuestos a los más ricos (lo que llevaría a la fuga de capitales y a la pérdida de empleos, ya a la baja), mano blanda con los más de seis millones de inmigrantes ilegales que han ingresado a los Estados Unidos por la frontera sur y, valgan verdades, por nada concreto.
Harris ha sido vicepresidenta de Joe Biden en los últimos cuatro años, y como tal, es corresponsable de la decadencia de la gran potencia democrática que fue siempre Estados Unidos, así como de la crisis económica que asfixia a las clases medias. No está en condiciones de ofrecer mucho, ya que tuvo su oportunidad desde el poder que ostentó.
Kamala Harris representa a esa progresía (más bien “mugresía”) que tanto daño causa allí donde se instala. Sus discursos de campaña han sido vacíos, poco inteligentes, faltos de vigor y de optimismo. Aparece cansada, demacrada y suelta extrañas carcajadas de la nada. Y es que el caso del rapero P. Diddy Combs, apresado por abuso sexual de menores, reparto de drogas y tráfico de personas con fines sexuales en las fiestas orgiásticas que este organizaba —con fines de extorsión, pues todo era grabado— le muerde los talones.
Kamala y el rapero se conocen desde tiempos universitarios y mantuvieron viva su amistad a lo largo de los años. La voz hispana de su campaña es Jennifer López, quien no habla español y está más enredada que nadie en el escándalo de P. Diddy, de quien fue novia y partícipe en algunos de los delitos que se le achacan al rapero.
El FBI tiene en su poder miles de cintas en las que se ve a reconocidos representantes de la industria del entretenimiento y a políticos en situaciones íntimas con menores o personas fuera de sí por drogas que ingerían en sus bebidas sin saberlo.
¿Habrá un video de Kamala en esos avatares y aspirando cocaína rosa o trank, tan preciado por su amigo P. Diddy? Sea como sea, se la ve más que nerviosa en cada aparición.
Al otro lado de la orilla, un relajado Trump propone acabar con todas las guerras, reducir el Estado y su abultado presupuesto, eliminar el impuesto federal a la renta y apostar por la recaudación vía aranceles.
Veremos qué pasa el martes, porque con Kamala, Occidente está en riesgo.
P. Diddy intenta silenciar a testigos que hablaron sobre sus escandalosas fiestas
Un viejo amigo del rapero que en numerosas entrevistas asegura haber visto videos al menos de dos chicos
Los abogados de Combs, Marc Agnifilo y Teny Geragos, expresan en la carta dirigida al juez encargado del caso de P. Diddy que las alegaciones de ciertos individuos involucrados en el asunto «están socavando el derecho del Sr. Combs a un juicio justo y la integridad de los procedimientos del gran jurado».
En particular, los defensores arremeten contra Courtney Burgess, un viejo amigo del rapero que en numerosas entrevistas asegura haber visto videos de al menos dos chicos «menores de edad» convertidos en «víctimas» durante los espectáculos sexuales que habría organizado P. Diddy. La acusación asegura que en estos ‘freaks offs’, como se conocen los shows del rapero, participaban trabajadores sexuales masculinos y femeninos que eran coaccionados para mantener sexo durante largas jornadas con un fuerte consumo de drogas.
«Estas historias se han difundido rápidamente por los medios de comunicación y han creado la impresión de que tales videos existen, lo que es falso, y de que el Gobierno está dando crédito a sus afirmaciones sensacionales, lo que es profundamente perjudicial», reza la misiva de los abogados, citada por medios.
Combs se encuentra en un centro de detención de Brooklyn (Nueva York, EE.UU.), desde que el pasado mes de septiembre fuera arrestado y acusado de crimen organizado, tráfico sexual y transporte con fines de prostitución, cargos por los cuales se ha declarado inocente. Le ha sido negada la libertad bajo fianza dos veces y permanecerá entre rejas hasta su juicio, que ha sido fijado para mayo de 2025.
Fuente: Altavoz.pe
Ideología woke
El escritor Albert Camus (1913-1960), aun siendo de izquierdas, sí descubrió y criticó el impulso totalitario inherente a las pretensiones mesiánicas de las ideologías ‘progresistas’.
¿Por qué los «woke» se consideran moralmente superiores? Un mix de razones históricas e ideológicas
La izquierda se inclina a menudo hacia una postura moral, pretendiendo encarnar el bien en política. ¿De dónde procede esta tendencia y cómo se ha manifestado? ¿Qué compromisos y negaciones ha ocultado a veces esta actitud?
Benoît Dumoulin, director del Centro Antropológico de Provenza, director de desarrollo de Ichtus y profesor de ideas políticas y derecho constitucional, responde a estas preguntas en el Nº373 (octubre de 2024) de La Nef:
La izquierda… ¿el lado del bien?
En Francia, la izquierda es esencialmente religiosa y adopta la forma de una nueva religión. Inseparable de sus orígenes revolucionarios, no limita sus ambiciones a las cuestiones institucionales y políticas, sino que pretende regenerar la condición humana a través de la política y dar nacimiento a un hombre nuevo, emancipado por el progreso.
Es en la filosofía de la Ilustración y en la experiencia revolucionaria donde se forja la identidad política de la izquierda. Históricamente, la división derecha/izquierda se remonta a la sesión del 11 de septiembre de 1789, cuando los diputados de la Asamblea Constituyente, reunidos para deliberar sobre el derecho de veto concedido al rey Luis XVI, se dividieron espontáneamente a ambos lados del presidente de la Asamblea: a la derecha, los “monárquicos“, partidarios de un veto absoluto para el rey; a la izquierda, los “constitucionalistas”, que preferían un simple veto suspensivo y ganaron la causa. Una división que iba a marcar la vida política francesa durante mucho tiempo, basada en la aceptación o el rechazo del legado revolucionario.
Los orígenes del significado político de los términos ‘derecha’ e ‘izquierda’ remiten al lugar ocupado en la asamblea revolucionaria de 1789. En la imagen, ‘La noche del 4 de agosto de 1789 en la Asamblea Nacional’ (detalle), cuadro de Charles Monnet sobre grabado de Isidore Stanislas Helman.
Pero la oposición pronto fue más allá de las meras cuestiones institucionales, ya que la Revolución pretendía hacer borrón y cuenta nueva del pasado y dar nacimiento a un mundo nuevo, enraizado en la filosofía del contrato social, es decir, la sociedad ya no se veía como un hecho de la naturaleza que precedía al hombre, sino como el producto de un contrato enteramente ideado por él.
Es en esta visión constructivista del hecho social donde la izquierda, abrazando la causa revolucionaria, se reviste de una nueva religión que se asemeja al mesianismo laico, es decir, de un deseo de salvar al hombre mediante la política, pretendiendo erradicar totalmente el mal del cuerpo social.
Fue San Juan Pablo II quien popularizó la expresión “mesianismo laico” en la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Roma en agosto de 2000. Refiriéndose a los grandes totalitarismos del siglo XX, explicó que “los diversos mesianismos laicos que han intentado sustituir a la esperanza cristiana han resultado ser verdaderos infiernos”.
Antes que él, Albert Camus había visto en el mesianismo revolucionario de 1789 la matriz de los grandes totalitarismos modernos.
La creencia de que la voluntad humana puede erradicar por sí sola el mal que reside en el interior del hombre conduce tarde o temprano a la instauración de un sistema totalitario que no sólo se agota sin conseguir que el mundo sea perfecto, sino que destruye lo que queda de sana realidad. Convertir en absoluto el objetivo que hay que alcanzar (dar la felicidad) tiene por consecuencia relativizar los medios puestos en marcha.
Como explica Albert Camus en El hombre rebelde (1951), “cien años de dolor son fugaces a los ojos del hombre que anuncia, por centésimo primera vez, la ciudad definitiva” de la que el mal habrá sido erradicado. Fue esta arraigada creencia en el advenimiento de un paraíso rojo o pardo lo que contribuyó a relativizar, en la mente de sus autores, el horror de los medios utilizados para conseguirlo.
Ahora bien, esta ambición de regenerar completamente la sociedad para dar forma a un mundo nuevo ya se había iniciado durante la Revolución francesa: “Los hombres de 1789”, explica François Furet en La Revolución francesa (con Denis Richet, 1965), “habían creído que reconstruir el Estado sobre la voluntad del pueblo proporcionaba la clave de la felicidad social; el jacobinismo de 1793 había representado el apogeo de este voluntarismo político, ya que la dictadura revolucionaria se había creído en condiciones de transformar con su acción el conjunto de la sociedad civil y de recrear ciudadanos virtuosos a partir de individuos movidos por el egoísmo”.
Es esta dimensión mesiánica de la Revolución francesa la que explica el carácter potencialmente totalitario de la izquierda francesa. Ignorando la condición humana marcada por el pecado original, la izquierda pretende regenerarla según un código moral que pasa por alto la inclinación del hombre hacia el mal. “Me gustaría ser de izquierdas, pero requiere tantas cualidades humanas que he renunciado a ello”, explica con humor el actor Fabrice Luchini.
De hecho, la moral propugnada por la izquierda se dirige a un hombre virtuoso que rara vez se encuentra en la realidad de la vida social. ¿Qué hombre mantendría un koljós o cualquier otra propiedad colectiva con tanta energía como su propiedad privada? Donde la izquierda apela a la virtud pública, la derecha considera el interés personal por encima de todo y se esfuerza por dirigirlo hacia el bien común, basándose en el principio de que la felicidad del hombre no puede lograrse contra sí mismo y de que -por utilizar el ejemplo de la propiedad- sólo puede mantenerla adecuadamente si le pertenece o si puede cosechar sus beneficios.
¿Bajeza y egoísmo de la condición humana? Está muy bien que la izquierda denuncie -a veces no sin razón- el cinismo de la derecha. Pero hay que decir que la izquierda, que no cree en el pecado original, peca de utopismo, y que la realidad le demuestra a menudo que se equivoca.
La visión de un hombre abstracto
La segunda característica de la moral de izquierdas es que es desencarnada, en el sentido de que se dirige a un hombre abstracto que no está enraizado ni en la geografía ni en la historia.
Desde la Revolución francesa, el hombre de izquierdas defiende principios de alcance universal, mientras que el reaccionario o conservador, generalmente anclado en la derecha, considera las realidades en su encarnación temporal concreta.
El hombre de izquierdas defenderá los derechos humanos, mientras que el hombre de derechas preferirá hablar de los derechos de los franceses. El hombre de izquierdas militará a favor de la democracia, la República, la libertad o la tolerancia, mientras que el hombre de derechas preferirá limitar su horizonte político a la patria carnal, considerando que las realidades universales sólo pueden alcanzarse a través de la mediación de las realidades particulares.
De ahí una diferencia importante sobre el tema de la inmigración: considerando la sociedad como una construcción social que depende únicamente de la voluntad colectiva, el hombre de izquierdas cree que es posible agregar elementos externos, a quienes denomina abstractamente migrantes, sin preguntarse por su cultura ni por su voluntad de integrarse en la nación de acogida, mientras que el hombre de derechas, dado que la sociedad se fundamenta sobre un patrimonio cultural preexistente al hombre, no puede abrirse a todos sin disolverse.
La tercera característica de la moral propugnada por la izquierda es que pretende encarnar la verdad en política, rechazando las convicciones contrarias marcándolas con el sello de la infamia y el deshonor, o utilizando los calificativos olfativos que sean necesarios, como “ideas nauseabundas”, de las que se burla para desacreditarlas mejor sin necesidad de refutarlas.
A decir verdad, esta postura resulta inevitable, dado que la izquierda profesa una moral incorpórea, empeñada en principios sin confrontarlos con la realidad. Una ética de la convicción, por utilizar el lenguaje de Max Weber, en lugar de una ética de la responsabilidad que considera las consecuencias de las acciones. Una moral del deber, heredera directa del imperativo categórico kantiano, con la cual se analizan las opciones políticas: restringir la acogida de inmigrantes resulta así inmoral, como conducir un coche diesel, en una dialéctica maniquea del bien y del mal que restringe constantemente el alcance de la libertad política.
“La verdad es una, el error es múltiple; no es casualidad que la derecha profese el pluralismo”, escribió Simone de Beauvoir en la revista Les Temps modernes en 1955.
Sin embargo, el error no se debate, no tiene derecho a réplica; esto explica la dificultad de cierta izquierda para aceptar el pluralismo democrático. Jean-Paul Sartre dijo en 1961: “Un anticomunista es un perro, no saldré de ahí, no volveré a salir de ahí”, mostrando que oponerse a quienes pretenden encarnar el sentido de la Historia es una cuestión de infamia, no de debate.
La promesa de emancipación
La doctrina de la izquierda asume así todas las características de la doctrina cristiana (pretensión de verdad, universalismo, voluntad salvífica), salvo que las traslada del horizonte sobrenatural del más allá al mundo concreto de las civilizaciones temporales. Lo universal deja de ser una promesa para convertirse en un programa, según la distinción que hizo Chantal Delsol durante una conferencia de Cuaresma pronunciada en Notre-Dame de París en 2009. Es en esta falsificación de la verdad cristiana donde reside la tentación totalitaria de la izquierda, aunque hay que reconocer que siempre ha habido personas dentro de la izquierda que han sido conscientes de esta deriva y han intentado frenarla (me viene a la mente Albert Camus).
Por último, si observamos el desarrollo histórico de la izquierda desde 1789, vemos tres ciclos como fases de la emancipación del individuo según una lógica progresiva que tiene su origen en la Revolución francesa. En Pensar la Revolución francesa (1978), François Furet sostiene que la Revolución no es sólo un acontecimiento político del pasado, sino una promesa de emancipación perpetua, una dinámica abierta que sigue desplegándose y produciendo sus efectos.
La Revolución fue ante todo un proceso de emancipación política que abolió la monarquía de derecho divino y la sustituyó por un régimen basado en la soberanía del pueblo. La nación quedaba así liberada del derecho divino y la decisión colectiva podía ejercerse sin límites, en una forma de arrogancia que constituía precisamente el entusiasmo revolucionario.
Este primer ciclo, llevado a lo largo del siglo XIX por los republicanos en la oposición y luego en el poder, llegó a su fin en 1905 con la votación de la ley de separación de la Iglesia y el Estado. A partir de entonces, el partido radical, agotado su programa, declinó y se reorientó.
A su izquierda, siguiendo la lógica ‘sinistrista‘ teorizada por Albert Thibaubet en Las ideas políticas de Francia (1932), según la cual la vida política, a medida que se desplazaba hacia la izquierda, daba lugar a partidos cada vez más izquierdistas que reorientaban a los anteriores, surgieron el partido socialista y luego el partido comunista como portadores de una nueva promesa de igualdad.
La segunda emancipación fue económica y social, promoviendo la igualdad real y liberando a los individuos de la dominación de los empresarios. Constituyó la matriz política de la izquierda hasta 1991, cuando el colapso del bloque soviético la obligó a abandonar el colectivismo y abrazar la economía de mercado.
Luego se transformó en izquierdismo cultural que, importado de las universidades estadounidenses en los años sesenta, acabó contaminando a la izquierda francesa al pretender emancipar al individuo de todas las determinaciones culturales heredadas a lo largo de los siglos.
La fantasía de una naturaleza pura, limpia de toda herencia cultural, formó el tejido de esta izquierda cultural, que también acabó queriendo liberarse de la naturaleza, vista como el último obstáculo para la plena satisfacción de los deseos individuales. El wokismo se inscribe directamente en esta lógica, que revisita la historia de la humanidad oponiendo dominantes y dominados, opresores estructurales y víctimas inocentes, en una lucha interseccional que combina feminismo, ideología gay, indigenismo y marxismo.
Por el contrario, la derecha sufre una desventaja estructural: sólo existe en el espejo de una izquierda que marca el tono de la vida política y pretende encarnar la dirección de la historia, relegando a la derecha a una posición de reacción frente a esta dinámica de emancipación perpetua. La derecha será por tanto reaccionaria o conservadora, es decir, será a menudo una izquierda retrasada.
“El mundo se divide en conservadores y progresistas”, explica Chesterton: “El negocio de los progresistas es seguir cometiendo errores. El negocio de los conservadores es impedir que se corrijan los errores”. Este es el famoso efecto trinquete de las reformas sociales promovidas por la izquierda y luego defendidas suavemente por la derecha, que las continúa, dando así la razón a la izquierda.
Un trinquete es un mecanismo que permite a un engranaje (1) girar hacia un lado, pero le impide hacerlo en sentido contrario, ya que lo traba con un gatillo (2) que engrana en los dientes en forma de sierra. Permite que los mecanismos no giren en el sentido contrario al deseado. Así avanza la revolución: la izquierda progresista gira la rueda en un sentido y la derecha conservadora aplica el gatillo cuando alguien pretende moverla en sentido contrario. Imagen y descripción mecánica: Wikipedia.
Por encima de todo, el marco estructurador de la vida política francesa sigue estando definido por la izquierda. Se considera guardiana de la herencia republicana y designa a quienes tienen derecho a reivindicarla, relegando a quienes vilipendia de toda legitimidad política. Cualquier renacimiento de una derecha libre e independiente presupone, por tanto, en primer lugar que se cuestione el proceso de legitimación política instaurado por la izquierda y, a continuación, que ésta se enfrente a una doctrina capaz de generar una fuerza de atracción tan fuerte como la del progresismo societario.
Fuente: Religión en Libertad. Traducción de Verbum Caro.
Megapuerto de Chancay
El ministro de Transportes y Comunicaciones, Raúl Pérez Reyes, acompañado de la presidenta de la República, Dina Boluarte, el premier Gustavo Adrianzén y otros titulares del Ejecutivo, inspeccionó la obra del Terminal Portuario Multipropósito de Chancay, ubicado en Huaral, que presenta un avance general superior al 80 %.
“Cuando inicien las operaciones del puerto de Chancay, en noviembre de este año, el Perú se convertirá en el principal hub logístico del Pacífico en Latinoamérica hacia Asia y Oceanía, lo que dinamizará la economía, impulsará las exportaciones y generará nuevas oportunidades comerciales”, detalló el titular del MTC.
La inversión del proyecto, en su primera etapa, supera los US$1400 millones y está constituida por tres grandes componentes: la zona operativa portuaria, que comprende los muelles espigones, canales de ingreso marítimos y espacios de almacenamiento para contenedores; la zona de ingreso asociada al antepuerto, que será usada como área de inspecciones de aduanas, oficinas administrativas y áreas de servicios logísticos; y un túnel de 1.8 km de longitud, que formará parte de un corredor vial segregado para el tránsito de carga relacionado con la operación portuaria.
El megapuerto de Chancay tendrá la capacidad para que atraquen los buques más grandes del mundo a carga completa, que pueden transportar más de 18000 TEUs (contenedores de 20 pies).
En una primera etapa, contará con cuatro muelles con una longitud total de 1500 m, pero en el futuro podrían ser 15, de los cuales 11 serán para contenedores y 4 para carga a granel.
En la actividad, también participaron el embajador de la República Popular China en el Perú, Song Yang; el gerente general de Cosco Shipping Ports, Chen Lihui; el presidente de la Autoridad Portuaria Nacional, Juan Carlos Paz; así como otros funcionarios y autoridades de diferentes dependencias.
Las cinco primeras grúas de patio
Durante la actividad, las autoridades también participaron en la presentación de las cinco primeras grúas de patio para contenedores, de 27 metros de altura, cuya característica más resaltante es que son automatizadas (funcionamiento eléctrico) y serán manejadas a control remoto para la distribución y el apilamiento de contenedores.
Asimismo, según lo previsto por Cosco Shipping Ports, a fines de junio llegarán tres grúas de patio adicionales y dos grúas STS (tipo Shore to Ship), primeras en su tipo en el país y la región. En los siguientes meses arriban tres embarcaciones más hacia el megapuerto de Chancay, trayendo el equipamiento restante para su operación.
El Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) continuará impulsando proyectos de gran envergadura como el Terminal Portuario Multipropósito de Chancay, que permitirán el desarrollo económico del país, generando empleo formal y más oportunidades de crecimiento para miles de ciudadanos.
Fuente: www.gob.pe
No Venezuela y Nicaragua: BRICS
Venezuela y Nicaragua han quedado excluidos de la lista de posibles nuevos miembros del grupo BRICS, según medios brasileños. La decisión parece estar influenciada por la presión del gobierno brasileño, encabezado por Lula da Silva, quien habría manifestado su descontento con Nicolás Maduro, especialmente tras su controvertida e irregular reelección.
Aunque no hubo un veto formal, fuentes señalan que Rusia tomó en cuenta el malestar de Lula. Esta decisión supone un golpe para las aspiraciones de Maduro, quien buscaba fortalecer la posición internacional de Venezuela.
El bloque BRICS, compuesto por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, se encuentra en proceso de expansión, pero Venezuela no ha sido considerada para unirse a la lista de nuevos socios, como Egipto, Irán y Emiratos Árabes Unidos, que sí fueron aceptados.
En la lista se encuentran Argelia, Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Indonesia, Kazajstán, Malasia, Nigeria, Tailandia, Turquía, Uganda, Uzbekistán y Vietnam. Los líderes de los países miembros del BRICS, que se encuentran en Rusia, discutirán la adhesión de cada uno de los incluidos en la lista durante una cena.
Aún no está definido si todos ellos pasarán efectivamente a formar parte del grupo de socios BRICS. Según medios, el presidente Luiz Inácio Lula da Silva indicó a su equipo de coordinación internacional que Brasil debería adoptar una postura contra el ingreso de Venezuela a los BRICS. El mismo mensaje lo dio el asesor especial de la Presidencia de la República y ex canciller, Celso Amorim, quien se manifestó en contra de la adhesión.
Se esperaba a Lula en la cumbre de los BRICS, pero no viajó por consejo médico, tras caerse en el baño de su casa y golpearse la cabeza. A pesar del incidente, el presidente goza de buena salud.
Fuente: Noticentro.com.do
Gustavo Gutiérrez (1928-2024)
Gustavo Gutiérrez Merino Díaz OP
El teólogo peruano Fray Gustavo Gutiérrez OP, considerado el padre de la Teología de la liberación, falleció el 23 de octubre a la edad de 96 años en Lima, dejando un legado profundo en la Iglesia y en los movimientos sociales de América Latina. Su obra más destacada, Teología de la Liberación. Perspectivas (1971), transformó la manera de entender la fe cristiana al vincularla directamente con el compromiso social y la lucha por los derechos de los más pobres y oprimidos. Reconocido por su cercanía con las comunidades marginadas y su incansable trabajo en favor de los desfavorecidos, Gutiérrez fue también un referente en la reflexión teológica contemporánea, influyendo decisivamente en el Concilio Vaticano II y en diversas corrientes pastorales. La Conferencia Episcopal Peruana expresó sus condolencias destacando la vida de un hombre de fe que «dedicó su vida a la causa del Evangelio desde una opción preferencial por los pobres».
A continuación un artículo de fondo de Fray Miguel Ángel Gullón OP sobre el finado.
La figura y el significado de Gustavo Gutiérrez
Gustavo Gutiérrez nació en Lima el 8 de junio de 1928 y pertenece a la etnia quechua. Siendo estudiante en el colegio de los maristas, manifestó una gran sensibilidad por la poesía y la mística. Estudió medicina con la intención de especializarse en psiquiatría. Su militancia en la Acción Católica despertó en él una gran inquietud social. A los 24 años tomó la decisión de hacerse sacerdote católico e ingresó en el seminario, recibiendo la ordenación presbiteral en 1959. Completó estudios de filosofía en la Universidad de Lovaina, y de Teología en la Facultad de Lyon y en la Universidad Gregoriana de Roma, donde conoció de cerca a algunas figuras muy destacadas por sus intervenciones en la gestación del Concilio Vaticano II.
Vuelto de nuevo a Perú enseñó en la Universidad Católica de Lima y, al mismo tiempo, se encargó de una parroquia en el barrio popular de Rímac, donde realizó una intensa labor pastoral, colaborando con estudiantes comprometidos políticamente. En esa época fue elegido consiliario nacional de la Unión de Estudiantes Católicos (UNEC).
En 1968, como consultor teológico del Episcopado Latinoamericano, participó activamente en la Asamblea de Medellín. En el contexto de este decisivo acontecimiento para la Iglesia Latinoamericana, escribió la más famosa e influyente de sus obras: Teología de la liberación. Perspectivas (1971). Tres años después puso en marcha el Instituto Bartolomé de Las Casas.
Su labor intelectual, tanto teológica como humanista, ha sido reconocida por distintas Universidades, que le han otorgado el título de doctor «honoris causa», entre ellas están las Universidades de Nimega (1987), Tubinga (1985), Friburgo en Bresgovia (1990) y Yale (2009). En el 2003 fue galardonado en España con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. Según resaltó el jurado este premio se le otorgó principalmente «por su coincidente preocupación por los sectores más desfavorecidos y por su independencia frente a presiones de todo signo, que han tratado de tergiversar su mensaje».
Especial interés tiene su contacto con grandes maestros dominicos franceses –Chenu, Congar, Duquoc–, en cuyo magisterio bebió. Conociendo la teología de estos maestros, sobre todo la genial visión de Chenu, podemos apreciar la marca en la reflexión teológica de Gustavo Gutiérrez: «el estudio de la primera cuestión de la Suma de Santo Tomás, el aporte de Melchor Cano sobre los lugares teológicos, el clásico libro de Gardeil sobre estos asuntos me apasionaron. Devoré en unas vacaciones el artículo ‘Teología’ de Y. Congar en el Diccionario de Teología Católica; su perspectiva histórica me sacó de un modo casi exclusivamente racional de enfocar el estudio teológico, abriéndome a otras orientaciones (la Escuela de Tubinga, por ejemplo). Más tarde la lectura de un libro, de discreta circulación, de M. D. Chenu, La Escuela de Le Saulchoir, me descubrió el alcance de la historia humana y la vida misma de la Iglesia como un lugar teológico […]. Este interés hizo que en los tratados de teología que estudié estuviese muy atento al aspecto metodológico y a la relación de la teología con las fuentes de la Revelación. A ello contribuyó de manera particular la insistencia de muchos de mis profesores de Lyon en la Sagrada Escritura» [1].
En el año 2000, confirmando su profunda sintonía con el carisma dominicano, entró en la Orden de Predicadores. No fue una veleidad del momento, sino la profesión pública del carisma que Gustavo llevaba dentro, pues él mismo comenta: «mi relación con la Orden de Predicadores llega tan lejos como cuando conocí personalmente la obra teológica de Congar, Chenu y Schillebeeckx, todos teólogos dominicos. Me atrajo enseguida su profunda intuición de la íntima relación que debe existir entre la teología, la espiritualidad y la predicación del Evangelio. La teología de la liberación comparte esta misma convicción. Mis posteriores investigaciones sobre la vida de Bartolomé de Las Casas y su ardiente defensa de los pobres de su tiempo (los indígenas y los negros esclavos) ha jugado un papel importante en mi decisión: Mi larga amistad con muchos dominicos, junto a otras circunstancias, me han llevado finalmente a esta meta. Aprecio y agradezco mucho la forma tan fraterna con la que he sido acogido» [2].
La pertenencia al pueblo quechua y la sintonía con la tradición dominicana dieron su fruto en el singular libro sobre Bartolomé de Las Casas, donde se unen historia, teología y espiritualidad, evocando el gesto profético de los dominicos en La Española del s. XVI [3].
Teología de la Liberación, obra principal de Gustavo Gutiérrez, «padre de la teología de la liberación», apunta los senderos a recorrer en orden a la construcción de la dignidad de la persona. El concepto de «teología de la liberación» tiene su origen en la conferencia del mismo nombre que Gustavo Gutiérrez dictó en 1968 en Chimbote, en el norte de Perú. Esta formulación sirve también de título a su libro, con el que esta magnífica obra se hizo mundialmente conocida [4]. El autor, años más tarde, escribirá lo siguiente a este respecto: «Hace pocos años me preguntó un periodista si yo escribiría hoy tal cual el libro Teología de la Liberación. Mi respuesta consistió en decirle que el libro en los años transcurridos seguía igual a sí mismo, pero yo estaba vivo y por consiguiente cambiando y avanzando gracias a experiencias, a observaciones recibidas, lecturas y discusiones. Ante su insistencia le pregunté si hoy escribiría él a su esposa una carta de amor en los mismos términos que veinte años atrás; me respondió que no, pero reconoció que su cariño permanecía… Mi libro es una carta de amor a Dios, a la Iglesia y al pueblo a los que pertenezco. El amor continúa vivo, pero se profundiza y varía la forma de expresarlo» [5].
La idea de teología que plasma en este libro, germen de su pensamiento liberador, se expresa en los siguientes términos: «una teología como reflexión crítica de la praxis histórica, una teología liberadora, una teología de la transformación liberadora de la historia de la humanidad y, por ende, también de la porción de ella –reunida en ecclesia– que confiesa abiertamente a Cristo. Una teología que no se limita a pensar el mundo, sino que busca situarse como un momento del proceso a través del cual el mundo es transformado: abriéndose en la protesta ante la dignidad humana pisoteada, en la lucha contra el despojo de la inmensa mayoría de los hombres, en el amor que libera, en la construcción de una nueva sociedad, justa y fraternal, al don del reino de Dios» [6].
Su obra teológica tiene numerosas referencias a esta nueva teología que está germinando en el continente americano: «un auténtico y profundo sentido de Dios no sólo no se opone a una sensibilidad al pobre y a su mundo social, sino que en última instancia ese sentido se vive únicamente en la solidaridad con ellos. Los hoy ausentes de la historia hacen suyo el don gratuito del amor del Padre creando nuevas relaciones sociales, relaciones de fraternidad. Ese es el punto de partida de lo que llamamos una teología desde el reverso de la historia» [7].
En la misma línea abunda Jesús Espeja cuando afirma lo siguiente: «hace unos años en los pueblos pobres de América Latina, motivados por un justo anhelo de liberación, los teólogos evocaron las intervenciones gratuitas de Dios en la historia bíblica para liberar al pueblo pobre y oprimido bajo el poder del faraón en Egipto; ahí encontraron buena base para impulsar el proceso de los pueblos latinoamericanos para salir de su postración. Pero la modalidad de esta intervención liberadora de Dios se ha revelado en la conducta humana de Jesús, donde el poder y la justicia de la divinidad no funcionan con la lógica de la dominación y de venganza, sino con la lógica del amor que se entrega sin recibir nada a cambio» [8].
A este propósito G. L. Müller comentará lo siguiente: «a semejanza de Dietrich Bonhoeffer, que en el contexto europeo de la secularización descubrió al no creyente como el verdadero interlocutor de la teología cristiana al preguntar: ¿cómo hablar de Dios en un mundo que ha alcanzado la mayoría de edad?, Gustavo Gutiérrez pregunta con vistas a sus interlocutores en Latinoamérica, en su mayoría creyentes: “¿cómo hablar de Dios frente al sufrimiento de los pobres en Latinoamérica, frente a su muerte prematura y a la violación de su dignidad como persona?”» [9].
Según el estudioso Juan Pablo García Maestro, estamos ante una teología distinta, que no puede incluirse dentro de las teologías del genitivo, pues el término liberación engloba todo lo que Dios quiere en la historia: «es decir, una salvación-liberación integral de la persona que tiene tres niveles: el político, es decir liberación de las estructuras sociales y económicas que nos esclavizan; el segundo nivel que sería la liberación individual, de problemas psicológicos, que no nos dejan ser libres… el tercer nivel sería la liberación del pecado, que es por otra parte el origen de todas las injusticias. Esta liberación es la que aporta Jesucristo a la humanidad» [10].
Este mismo autor sigue abundando en el tema en los siguientes términos: «la Teología de la liberación quiere ser una nueva inteligencia de la fe, abordando los grandes temas de la teología, pero desde la praxis histórica y teniendo en cuenta las mediaciones sociales y políticas con su propia racionalidad. Por eso es una teología de la salvación en las condiciones concretas, históricas y políticas de hoy» [11].
Para muchas personas el nombre de G. Gutiérrez y de otros reconocidos teólogos de la liberación está ligado al conflicto y a la polémica con la Congregación para la Doctrina de la Fe. Salvo casos muy puntuales nada más lejos de la realidad; su reflexión teológica no es «algo revolucionario de contenido violento, teñido, por ejemplo, por la ideología del foquismo de los años 60, por la revolución cubana o por el sandinismo, etc. A Gustavo Gutiérrez le importa el anuncio del Dios de la vida de todos en dignidad según su filiación divina» [12]. Su pensamiento nace de su mismo origen humilde. Como afirma J. Sayer: «[G. Gutiérrez] no pertenece al estrato superior blanco de Lima, sino que lleva en sí también raíces indígenas, ha sido sensible al racismo presente en la sociedad peruana frente a la población indígena, sobre todo en la región andina y en la zona amazónica. Su marginación y la marginación de los pobres en los barrios bajos de los conglomerados urbanos fueron y siguen siendo su inquietud central: los pobres son los “insignificantes” –como Gutiérrez no se cansa de repetir–de una sociedad caracterizada por la economía neoliberal. No se los necesita para nada» [13].
Por las mismas razones con las que se sostiene que nada permanece de la misma forma a cómo fue concebido, ni tampoco tendrá un fin anticipado, el mismo G. Gutiérrez, a la pregunta sobre si ya no tiene sentido su reflexión, responde: «la Teología de la Liberación no habrá muerto mientras haya hombres que se dejen incitar por el actuar liberador de Dios y hagan de la solidaridad con sus semejantes que sufren y cuya dignidad es degradada la medida de su fe y el impulso de la acción social. La Teología de la Liberación significa creer en Dios como Dios de la vida y como garante de una salvación del hombre entendida de manera integral, y ofrecer resistencia en los dioses que significan la muerte prematura, la pobreza, la depauperación y la degradación del hombre» [14].
Notas al pie: [1] G. GUTIÉRREZ, Quehacer teológico y experiencia eclesial, en J. J. TAMAYO-J. BOSCH (eds.), Panorama de la Teología latinoamericana, Verbo Divino, Estella 2001, p. 242.
[2] J. BOSCH, «Gustavo Gutiérrez», en Diccionario de teólogos/as contemporáneos, Monte Carmelo, Burgos 2004, p. 485.
[3] En busca de los pobres de Jesucristo. El pensamiento de Bartolomé de Las Casas, CEP-IBC, Lima 1992 (también en Sígueme, Salamanca 1993). Antes, en la misma línea, Dios o el oro de las Indias. Siglo XVI, CEP-IBC, Lima 1989 (también en Sígueme, Salamanca 1994).
[4] Cf. G. L. MÜLLER, Experiencia liberadora: impulsos para la teología europea, en G. GUTIÉRREZ y G. L. MÜLLER, Del lado de los pobres. Teología de la Liberación, San Pablo, Madrid 2013, p. 32.
[5] G. GUTIÉRREZ, Teología de la liberación, Sígueme, Salamanca 1972, p. 53.
[6] Id., pp. 40-41.
[7] Id., La fuerza histórica de los pobres, Sígueme, Salamanca 1982, pp. 289-290.
[8] J. ESPEJA, Jesucristo. Ampliación del horizonte humano, Sígueme, Salamanca 2002, p. 23.
[9] G. L. MÜLLER, Experiencia liberadora: impulsos para la teología europea, en G. GUTIÉRREZ y G. L. MÜLLER, Del lado de los pobres…, p. 46.
[10] J. P. GARCÍA MAESTRO, El Dios que nos lleva junto a los pobres. La teología de Gustavo Gutiérrez, San Esteban, Salamanca 2013, pp. 80-81.
[11] Id., p. 87.
[12] J. SAYER, Pobreza: el desafío de la fe, en G. L. MÜLLER, Iglesia pobre y para los pobres. Con escritos de G. GUTIÉRREZ y J. SAYER, San Pablo, Madrid 2014, p. 223.
[13] Ib.
[14] G. L. MÜLLER, Experiencia liberadora: impulsos para una teología europea, en G. GUTIÉRREZ y G. L. MÜLLER, Del lado de los pobres…, p. 45.
Teología de la liberación
Muchas veces se ha tachado a la teología de la liberación de ser una simple ideología político-social con ciertas implicaciones religiosas. Sin embargo, Gutiérrez, desde el inicio de su obra, indicó que la teología de la liberación no intentaba crear una ideología más sino de presentar lo que la palabra de Dios dice sobre la situación de este continente:
No se trata de elaborar una ideología justificadora de posturas ya tomadas, ni de una afiebrada búsqueda de seguridad ante los radicales cuestionamientos que se plantean a la fe, ni de forjar una teología de la que se «deduzca» una acción política. Se trata de dejarnos juzgar por la palabra del Señor, de pensar nuestra fe, de hacer más pleno nuestro amor, y de dar la razón de nuestra esperanza desde el interior de un compromiso que se quiere hacer más radical, total y eficaz.Gutiérrez reconoce que la praxis liberadora debe de tener su base en la palabra de Dios. El proceso de liberación del hombre debe basarse, en primer lugar, en un análisis objetivo de la palabra de Dios. Sin embargo, parece que en muchas ocasiones las conclusiones a las que se llegan no son las mismas. Esto, sin lugar a dudas, se debe a los métodos hermenéuticos seguidos por la teología de la liberación. Sin embargo, es imprescindible reconocer que el intento por poner a la palabra de Dios como el centro de la praxis es, per se, una fuerte muestra de la fe y compromiso que Gutiérrez mantiene con la Biblia.
Fuente: Wikipedia.
Conferencia de Chimbote en 1968
En 1988, muchos de los principales teólogos del mundo se reunieron en Maryknoll para rendir homenaje a Gustavo Gutiérrez, el “padre de la teología de la liberación“. La ocasión marcó el vigésimo aniversario de la conferencia de Medellín, el sexagésimo cumpleaños de Gutiérrez y la publicación de una nueva edición de su clásico imperecedero, Una teología de la liberación. El volumen resultante, El futuro de la teología de la liberación, incluyó más de cincuenta trabajos presentados en esa reunión histórica. Expanding the View toma ensayos clave de ese volumen histórico y los pone a disposición por primera vez en edición de bolsillo. De la riqueza del material, se seleccionaron ensayos para proporcionar la visión general más completa del pensamiento crítico sobre la teología de la liberación, tanto de sus desarrollos pasados como de los desafíos que enfrenta en el futuro. Entre los temas abordados: las formas en que la teología de la liberación ha crecido y se ha desarrollado en su tratamiento de la religión popular, el marxismo y las cuestiones de la mujer, y la contribución de la teología de la liberación al diálogo interreligioso, la enseñanza social católica y la lucha por los derechos humanos. Se plantean cuestiones críticas sobre las posibilidades futuras de la teología de la liberación. Sobre todo, muchos de los colaboradores evalúan la importancia de esta teología del Tercer Mundo para los cristianos que viven en el próspero Primer Mundo. Ideal para uso en el aula y lectura esencial para todos los interesados en este movimiento vital, este volumen incluye “Expanding the View” del propio Gutiérrez, que presenta la edición del decimoquinto aniversario de Una teología de la liberación. Entre los colaboradores se encuentran: Elisabeth Schussler Fiorenza, Aloysius Pieris, Arthur McGovern, Francois Houtart, Harvey Cox, Edward Schillebeeckx, Rosemary Ruether, Penny Lernoux, Leonardo Boff, Johann Baptist Metz, Gregory Baum, José Miguez Bonino, Pablo Richard, Robert McAfee Brown y María Clara Bingemer.
Marc H. Ellis es profesor universitario y director de Estudios Judíos en la Universidad de Baylor. El profesor Ellis ha dictado conferencias en todo el mundo y es autor de más de veinte libros, entre ellos Toward a Jewish Theology of Liberation y Encountering the Jewish Future. Otto Maduro, filósofo y sociólogo de la religión venezolano, es profesor de Cristianismo mundial y latinoamericano en la Universidad de Drew, ha escrito artículos y libros sobre temas de religión, conocimiento y luchas de liberación; y ha ocupado los cargos de Presidente de la Academia Americana de Religión (2011-2012) y Director Nacional del Programa Hispano de Verano en Religión y Teología (2006-2012). Es coeditor con Marc Ellis de The Future of Liberation Theology, y es autor de Religion and Social Conflicts.
Nuncios denunciados
Tagliaferri, Dossena, Passigato y Musaró
Por Carlos Castillo Mattasoglio- Diario El País.
Después de terminar mi bachillerato en sociología, en 1973, decidí dejar la capital para conocer más a fondo mi país. Me fui a vivir en donde pude conseguir un trabajo como profesor de sociología, en Cerro de Pasco, una zona minera a 4,300 metros de altura sobre el nivel del mar. Desde pequeño quería ser sacerdote, pero mis acompañantes espirituales me insistieron en que conociera primero la realidad peruana a la que tendría que servir. En Cerro de Pasco coincidían la Universidad Daniel Alcides Carrión y el mundo laboral, minero y campesino. En un contexto de fuerte tensión social y en medio de un debate teológico cada vez más intenso, la Iglesia crecía en las comunidades populares de las periferias.
Estando en Cerro de Pasco, desde 1974 observé la reacción, sobre todo en Lima, contra la “Teología de la liberación” de Gustavo Gutiérrez. Especialmente en 1978 con la publicación del libro “Como lobos rapaces: Perú ¿una iglesia infiltrada?” de Alfredo Garland. Detrás estaba Figari. Allí empezó todo el drama de la persecución injusta contra el padre Gustavo Gutiérrez. Desde el inicio, aquella respuesta demencial era, en el fondo, un ataque contra el cardenal Juan Landázuri, considerado demasiado abierto para ellos. Atacaron a Helder Camara o Hans Kung, pero sobre todo a Gustavo Gutiérrez, considerado izquierdista. En cambio, se trataba solamente de un hombre abierto al Evangelio y a los signos de los tiempos, que actualizaba la fe para nuestro continente pobre y profundamente creyente. Se cuestionaba que, tras la Conferencia de Medellín, la Iglesia del continente se hubiera insertado en la vida y sufrimiento de los pobres, especialmente de los campesinos, llamados por Pablo VI “sacramento de Cristo”.
En 1979 regresé a Lima y me presenté ante el cardenal Landázuri, al que conocía desde los 15 años como delegado de la JEC. Solicité ser candidato para los estudios de filosofía en el Seminario. Quería ser sacerdote. En aquellos años me iba guiando el misionero del Sagrado Corazón padre Germán Schmitz, obispo auxiliar de Lima desde 1970, preocupado especialmente por la formación de los agentes de pastoral y uno de los redactores principales del Documento de Puebla. Su “opción preferencial por los pobres”, por su fidelidad a Dios y a los hombres, contrastaba fuertemente con las noticias que me iban llegando de la formación que ofrecía el Sodalicio a sus adeptos: consignas ideológicas elitistas, pensamientos simplistas, rechazo del análisis racional. Me enteré también de que el Sodalicio, con intervención del joven sacerdote Jaime Baertl, había convertido un terreno en Lurín, un distrito al sur de Lima donado por la Familia Aguirre Roca, en un cementerio privado libre de impuestos. Así, comenzaba el despegue económico del Sodalicio.
En aquellos años, este grupo, hasta entonces desconocido, empezó a tener un nombre en Roma. Yo era testigo de primera mano, pues estudié allí desde octubre de 1979 a junio de 1987. Algunos prelados de la Curia se referían a Figari como un “laico ejemplar”, “avanzadilla de la solución” a los problemas de aquella Iglesia latinoamericana post-conciliar, pues ante una “Teología de la liberación” sospechosa de izquierdismo, este fundador laico proponía una “Teología de la reconciliación”.
Por aquellos años empezó la persecución contra Gustavo Gutiérrez, y el Sodalicio intervino. El cardenal Ratzinger había pedido a los obispos peruanos que examinaran los escritos del padre Gustavo. Un día de 1984, año de mi ordenación, Gutiérrez llamó por teléfono desde Lima y me indicó que estaba enviando un paquete lleno de documentos que yo tenía que entregar directamente al cardenal Ratzinger. Antes de ello, el padre Gutiérrez había sido inquirido con diversas preguntas por el mismo cardenal, las cuales siempre habían sido respondidas.
Me recibió el monseñor Joseph Clemens y, tras una larga espera, me pasó al cardenal Ratzinger: “¿Qué es esto?”, preguntó. “Son los documentos que ha escrito como respuesta a las preguntas que usted le hizo llegar. Los envía a través de mí porque le preocupaba no recibir de usted respuesta alguna”. Entonces el cardenal Ratzinger apostilló: “Es decir que los documentos que tenían que haber llegado vía Nunciatura no han llegado”. Añadió: “Ya sabía que algo pasaba, porque el padre Gutiérrez es sumamente serio y no podía haber fallado”. Había habido un cortocircuito en Nunciatura o en otra parte. Aunque la primera opción era la más probable, pues un miembro del Sodalicio apoyaba externamente el trabajo en Nunciatura.
Allí también dije al cardenal Ratzinger que Gutiérrez había escrito su libro sobre espiritualidad llamado “Beber en su propio pozo” que la editorial Queriniana lo estaba corrigiendo para publicarlo el próximo mes de junio de 1984 y que el teólogo Rossino Gibellini quería presentarlo en Roma con la presencia del padre Gustavo. El cardenal asintió y me dijo: “Yo publico también en Queriniana y Rossino siempre publica textos sólidos. Enviaré a alguien. ¿Cuándo es la presentación?”. Le dije el 7 de junio. “Alli estarán dos de mis colaboradores”, respondió. Nos despedimos amablemente y luego comprobé que aquella presentación había sido un éxito. El 8 de junio partí de Roma para ser ordenado el 15 de julio.
En octubre de 1984, llegó la Conferencia Episcopal en pleno a Roma. El “caso Gustavo Gutiérrez” terminó con un documento hecho por el marianista Óscar Alzamora, amigo de Gutiérrez, pero también del Sodalicio. En este documento, como decía el padre Gutiérrez, no se le condenaba a él, sino a Jesús. Gutiérrez, mostrando gran obediencia y amor a la Iglesia, rehizo el borrador de su texto, lo sometió al parecer de monseñor Schmitz y lo presentó a la Asamblea reunida en Roma. Finalmente, emergió la verdad y Gustavo Gutiérrez fue salvado. Los titulares decían: “Landázuri y Wojtila salvan a Gutiérrez”. A pesar de que no se habló de Ratzinger, él había salvado a Gutiérrez, al que conocía bien por sus profesores.
Puro slogan
Sin duda, el monseñor Alberto Brazzini, Óscar Alzamora SM, Ricardo Durand Flórez SJ, Fernando Vargas SJ y el Sodalicio, cercanos ya entonces a la geopolítica que tomaría cuerpo después en el pontificado de Juan Pablo II con los Cardenales Sodano y López Trujillo, estuvieron a punto de hacer algo grave con el padre Gutiérrez. Mientras, la “Teología de la reconciliación” se quedaba en puro slogan.
El Sodalicio se oficializó con el cardenal Landázuri y creció con el también cardenal Vargas Alzamora. Al inicio convencieron a varios laicos y sacerdotes con influencia entre las clases altas limeñas, como Harold Griffith, Armando Nieto SJ y Alberto Brazzini. Al final, salvo Brazzini, todos terminaron desencantándose. También les apoyaron los Nuncios: Tagliaferri y Dossena, en su proceso de reconocimiento canónico por lo demás plagado de irregularidades; después Passigato y Musaró, consolidando su estructura económica.
En 1987, cuando regresé como cura a Lima y fui vicario de jóvenes de la pastoral universitaria, tuve un altercado con los sodálites, pues se querían apropiar de las capillas universitarias e imponer allí sus símbolos. Me acusaron de prohibirles tener un espacio por no dejarles poner su letrero. Me hicieron un informe, denunciándome ante el cardenal Augusto Vargas. Él me dijo: “Acaban de estar aquí los del Sodalicio y les he dicho que esto no es la Gestapo”. Se había hartado de tanta instrumentalización por parte de este grupo religioso hermético y elitista. El cardenal no lo vio porque falleció en 2000, pero los años siguientes confirmarían que aquella apariencia de perfección eclesial, alabada y celebrada por una parte de la jerarquía, escondía una realidad turbia e inquietante.
Finalmente, en el 2019, apenas fui nombrado arzobispo de Lima, un jesuita me informó que un chico necesitaba hablar conmigo. Había sido afectado por un sodálite, le daban pastillas para la esquizofrenia, que nunca tuvo antes y que le habían provocado. Tenía que pagar la deuda que contrajo al comprar aquellos medicamentos y no le alcanzaba. “Han experimentado conmigo”, me dijo. Este chico me pedía ayuda porque solo le dieron unos pocos miles de soles en concepto de reparación. Además, acumulaba deudas por lo que gastó durante el tiempo que fue sodálite. Escribí al Superior General: “mi feligrés de Lima, que ahora vive en Santiago de Chile, maltratado por un experimento de ustedes en su psique, necesita esta ayuda y les exijo que, al menos, salven esta deuda mínima”. Le dieron el dinero.
Como teólogo y sociólogo empecé a preguntarme qué es realmente el Sodalicio y movimientos eclesiales parecidos. No es solo política, como en sus inicios; ahora es religión instrumentalizada para un plan político. Figari coincide con Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo, un depravado en lo personal y con un proyecto político económico escondido tras una fachada religiosa. “¿Por qué han experimentado con este chico?”, me pregunté. No era el único.
Es lo que hicieron con víctimas como Rey de Castro, conocido por ser un “esclavo de Figari”: servilismo y control mental. Recordé, entonces, algo que estudié en mi tesis: “los conquistadores como todos los tiranos intentan siempre desordenar los entendimientos de los indios a través de volverlos pusilánimes para que no piensen en su libertad”, de “Historia de las Indias” de Bartolomé de las Casas. El Sodalicio ha destruido a las personas, sometiéndolas a sus intereses de conquista. Esto no tiene nada de cristiano.
Pelagiano
Mi hipótesis es que el Sodalicio obedece a un proyecto político. Es la resurrección del fascismo en América Latina, usando arteramente la Iglesia, mediante métodos sectarios, experimentando cuan fuerte eres o forzándote a dormir boca abajo en unas escaleras para forjar el carácter. Es decir, puro ascetismo pelagiano. Todo ello deriva hacia un control mental de personas que terminan convertidas en ejércitos de robots que conquistan y dominan. Mi idea es que, si América Latina es una reserva católica sometida a mil y un intereses ajenos, entes como el Sodalicio impiden que se desarrolle un cambio en ella. Llegaríamos a este cambio si anunciáramos el amor gratuito de Cristo y, en libertad, donde cada uno tiene “todo el tiempo de la vida para convertirse”, como gustaba decir Las Casas. Jesuitas y dominicos eran ejército y sus reducciones buscaban un cambio social con el aporte de la fe. Pero estos movimientos son reducción total y el cambio político que pretenden, su lucha contra el marxismo en este caso, pasa por someter a las personas.
El uso de la religión para fines ajenos a la extensión de la buena noticia de Jesús es lo más destructivo para la Iglesia Católica. Por ello, he llegado a la conclusión que en el Sodalicio no hay carisma. Solo hay carisma cuando la persona recibe un don del espíritu para toda la Iglesia y sus obras son buenas. El fundador y el grupo pueden cometer errores y pecados, pero el balance es altamente positivo por las obras buenas generadas. Figari, en cambio, verificado como abusador, y con él gran parte del núcleo fundacional y otros, inventó un presunto carisma para proteger un proyecto político y sectario. Este experimento lo compraron gente bienintencionada que creían que era un proyecto bueno para luchar por Perú. Pero no es este el camino. No el de la manipulación sectaria.
El Sodalicio y los otros grupos fundados por Figari no son salvables porque nacen mal y sus frutos a lo largo de los últimos cincuenta años así lo demuestran. Al servicio de la guerra fría latinoamericana, ha sido una máquina destructora de personas, inventado una fe que encubre sus delitos y su ambición de dominio político y económico. No hay nada espontaneo en sus miembros. No hay libertad y sin ella no hay fe. Como experimento fallido, debería ser suprimido por la Iglesia.
Alejandro Bermúdez con San Juan Pablo II, asistiendo a la creación cardenalicia del entonces Arzobispo de Lima, Augusto Vargas Alzamora
El Sodalicio y Carlos Castillo Matasoglio
Por Alejandro Bermúdez- Infovaticana.com
La reciente columna de opinión del arzobispo de Lima, Carlos Castillo Matasoglio, publicada en El País, resulta escandalosa, aunque no sorprendente, al reescribir la historia y emitir juicios de conciencia impensables en un pastor católico.
No dedicaré este espacio, que considero valioso, a refutar cada una de las falsedades, imprecisiones y especulaciones ideológicas de su escrito. Sin embargo, deseo aclarar algunos puntos fundamentales:
1. Cronología errónea: El recuento histórico de Castillo es, simplemente, falso. Ni siquiera las fechas mencionadas corresponden a la mínima realidad histórica. Dejo las aclaraciones detalladas a los historiadores, especialmente aquellos especializados en la historia contemporánea de la Iglesia en el Perú. Desde sus años como sacerdote, Castillo ha sido conocido por su simplismo, falta de rigor y pereza intelectual. Este artículo no es más que otro eslabón en la cadena de desatinos por los que es famoso, como sus afirmaciones de que «nadie se convierte frente al Sagrario», su aberración lingüística de decir «jóvenes y jóvenas» en un fallido intento de inclusión, su declaración de que Jesucristo “murió como laico” y “sin hacer ningún sacrificio”; o su propuesta de que los laicos se encarguen de las parroquias para que los sacerdotes puedan dedicarse «a estudiar».
2. Reescritura de la Teología de la Liberación: Particularmente grave es la reinterpretación que Castillo hace de la Teología de la Liberación, un movimiento que, tanto ideológica como pastoralmente, ha sido la plaga más destructiva que ha afectado a la Iglesia en América Latina. Durante tres décadas, este movimiento arrasó con comunidades religiosas, acabó con vocaciones y contaminó la vida pastoral de la Iglesia, todo ello en nombre de los «pobres», a quienes nunca sirvió. La teología de Castillo y Gustavo Gutiérrez ha sido siempre marcadamente marxista. Basta con leer Teología de la Liberación, Perspectivas, donde Gutiérrez escribe que «la lucha de clases es un hecho y la neutralidad en esa materia es imposible», y que «a los ricos se los ama combatiéndolos». ¿Evangelio? No. ¿Marxismo? Absolutamente. Si América Latina ha dejado de ser el «Continente de la Esperanza» —como lo llamaba San Pablo VI— y ahora depende cada vez más de vocaciones extranjeras y asistencia del Viejo Mundo, es en gran parte por culpa de la Teología de la Liberación.
3. Canonización de Gustavo Gutiérrez: La exaltación de Gutiérrez en vida es otra muestra de la manipulación histórica. Lejos de ser un «pobre oprimido», en los años ochenta y noventa Gutiérrez fue uno de los clérigos más influyentes en el Perú. Los que lo conocimos recordamos su falta de escrúpulos para alcanzar sus objetivos políticos e ideológicos. Era claramente un astuto activista político, rara vez visto celebrando Misa. Algunos ejemplos: al crear su editorial con fondos europeos, la llamó astutamente «Centro de Estudios y Publicaciones», para que sus siglas, CEP, se confundieran con las de la Conferencia Episcopal Peruana, hasta entonces la única “CEP” en la Iglesia en el Perú. Durante la visita del Papa Juan Pablo II a Lima en 1988, Gutiérrez fue detenido por voluntarios laicos -uno de ellos miembro del Sodalicio- intentar acceder a la Misa de clausura con una credencial falsa, buscando una oportunidad fotográfica con el Papa Juan Pablo para aparentar comunión con quien había calificado como “polaco de mie..” durante el histórico primer viaje de Wojtyla a Puebla (México) en 1979. Más tarde, en 1992, intentó infiltrarse en la IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en Santo Domingo haciendo que el Cardenal brasileño Aloysio Lorscheider lo pidiera como “asesor teológico“. La maniobra fue prevenida por el Cardenal Augusto Vargas Alzamora, que no cayó en la treta.
Estas historias las conozco de primera mano, atestiguada durante las décadas de periodista católico, o por mi amistad con el Cardenal Augusto Vargas Alzamora, a quien Gutiérrez hizo sufrir enormemente. Me honra haber sido amigo cercano del recordado Vargas Alzamora y haber estado presente, por invitación suya, en la recepción del palio arzobispal y en su creación cardenalicia en Roma, eventos donde no vi ni a Gustavo Gutiérrez ni al entonces sacerdote Carlos Castillo. De hecho, en el artículo en El País, Castillo se presenta como “protagonista” en aquellos años complejos de la vida de la Iglesia en el Perú. Nunca lo fue.
4. Juicios simplistas y prejuicios ideológicos: Lo que escandaliza en el escrito de Castillo es el juicio temerario y simplista con el que condena a una comunidad de vida consagrada y a los numerosos católicos cercanos a ella. Estos fieles también forman parte de la grey que él debe cuidar como sucesor de los apóstoles. Esta insensibilidad pastoral ha sido una constante en su ministerio: Lima fue la última arquidiócesis en América Latina en reabrir el culto público tras la pandemia, a pesar de las súplicas de los fieles. Su desprecio por las devociones populares, como las procesiones del Corpus Christi y del Señor de los Milagros, es conocido; su práctica de negar la Eucaristía a quienes no la reciben exclusivamente en la mano, así como su decisión de dejar sin asignaciones pastorales a sacerdotes cercanos a su predecesor, el Cardenal Juan Luis Cipriani, a pesar de la gran necesidad de clero en la arquidiócesis.
No sorprende que Castillo sea probablemente el primer arzobispo en la histórica sede de Santo Toribio de Mogrovejo que ha enfrentado protestas de fieles exigiendo atención pastoral delante de su residencia o abucheos durante homilías en Misas públicas, algo nunca visto con sus predecesores.
El prejuicio de Castillo contra el Sodalicio no es reciente, ni se debe a los escándalos. Durante una reunión que tuve con él en mis años de responsable de la Coordinadora Universitaria en la década de los noventas, cuando él era capellán en la Universidad Católica, mostró una actitud hostil a lo largo de todo el encuentro y finalmente me dijo -de la nada- que “eclesiología del Sodalicio es herética“, y lamentó no poder hacer nada al respecto “porque no soy el arzobispo”. Hoy entiendo lo que quería decir.
La satanización de una comunidad entera, incluyendo a las decenas de miles de personas vinculadas a ella, es consistente con su ideología. Pero sigue siendo escandalosa, porque, mal que bien, Castillo es un sucesor de los apóstoles.
Independientemente de lo desconcertante que es leer a un sucesor de los apóstoles hacer una interpretación puramente política, ideológica y de “lucha de clases” de la historia, sin residuo alguno de espiritualidad o pastoral, la honestidad intelectual debería llevarlo a algunas preguntas que no se hace: Si el Sodalicio ha sido solo un «experimento ideológico», ¿cómo explicar las numerosas vocaciones, sacerdotes, comunidades, familias y jóvenes que han sido tocados por sus iniciativas apostólicas? ¿Por qué es Castillo el único obispo donde el Sodalicio está presente que aboga activamente por su disolución?
Como miembro del Sodalicio -aunque recientemente expulsado por decisión vaticana- estoy convencido de la autenticidad de su carisma, misión y posibilidad de reforma. Pero la decisión respecto a este tema corresponde a la autoridad suprema de la Iglesia.
Castillo tal vez sepa algo que yo no sé respecto del futuro de la comunidad. Lo que sé es que lo expresado en el artículo amargo y carente de rigor es simplemente la opinión de quien El País señala con no intencionada transparencia cuando se refiere al autor: simplemente Carlos Castillo Matasoglio, sin títulos y de cuerpo entero.
Box Dei
Por Mario Ghibellini– Diario El Comercio.
La idea de que los obispos tienen una opinión más relevante que la de cualquier otro ciudadano sobre los azares políticos de la patria es harto discutible, pero a ver quién los convence. Actúan ellos, sobre todo cuando llegan a cardenales, aparentemente persuadidos de que la voz que modulan es un eco de la voz de Dios y en consecuencia peroran sobre los asuntos republicanos como si al sacar el DNI nos hubiéramos matriculado todos en su rebaño. Para comprobarlo, basta echar una mirada a nuestra historia reciente. Y la verdad es que si nos fijamos en lo que ocurre ahora que monseñor Barreto es el encargado de repartir bendiciones y lo contrario desde el más alto de los púlpitos locales, encontraremos que la vocación cardenalicia por introducir el báculo en los cocidos del poder mundano se mantiene.
–La mitra en la frente–
Esta semana, efectivamente, el primado de la iglesia peruana se ha mandado con todo contra el presidente Castillo y le ha dicho, entre otras cosas, que “el gran favor que podría hacer es ponerse a un costado ante la realidad que vivimos” y que desde su llegada a Palacio no ha sido otra cosa que “un estorbo para la democracia y para el bienestar de todos los peruanos”. Lo ha invitado, en buena cuenta, a renunciar a la jefatura del Estado por los “signos de corrupción” que lo rodean en el ámbito familiar y ministerial. Una forma de estamparle literalmente la mitra en la frente.
Difícil, desde luego, discrepar del cardenal, pero no por eso deja de llamar la atención lo directo del ataque. Por una cuestión de orden, uno habría esperado una formulación más, digamos, jesuítica del anatema. Algo parecido al comunicado del 18 de agosto en el que la Conferencia Episcopal demandó “una transición política” frente a la profunda crisis que se vive en el país… sin aclarar hacia dónde había que transitar en el proceso que proponían.
Esta vez, además, monseñor Barreto ha precisado que lo que está diciendo es “a título personal”, con lo que subraya la dimensión de bronca de tú a tú que esta sacada al fresco tiene. Por supuesto que se ha tomado el trabajo de anotar que, a su juicio, también este Congreso tendría que irse a su casa, pero ese es un sopapo dedicado a 130 fulanos y, en esa medida, acaba diluyéndose en el anonimato.
Las preguntas que el arrebato pugilístico del arzobispo de Huancayo levanta son dos. Por un lado, ¿a qué obedece la carga personal que destila? Y por el otro, ¿por qué lanzar la bomba incendiaria justo en este momento?
Pues bien, en esta pequeña columna tenemos algunas ideas al respecto. En lo que concierne a lo primero, pensamos que esto es el vuelto del cardenal por el papelón que el mandatario le hizo pasar en Semana Santa, cuando le contó el cuento de que iba a poner en marcha “un cambio de rumbo radical” en el gobierno, y él salió a anunciar la buena nueva como un regalo de pascuas. Como se recuerda, el único cambio perceptible en el entorno presidencial fue que el premier de la luna llena se animó a llamarlo “miserable”.
Y en cuanto a la oportunidad de la acometida, sospechamos que poco tiene que ver con Halloween o el Día de la Canción Criolla. A nuestro parecer, se trata más bien de una forma de salpicarle la pechera al presidente en los días previos a la llegada de la misión de la OEA al país para ver –qué coincidencia– qué hay de cierto en aquello de que quienes lo denuncian por corrupto son unos golpistas de nuevo cuño. Si a las voces acusadoras del Congreso, la prensa independiente y el Ministerio Público se suma de pronto la del primado de la iglesia, la cantaleta de la conjura de la derecha contra el pobre maestro rural se termina de desmondongar: el cardenal es conocido por escorar hacia la izquierda.
–Fajín de fuerza–
Monseñor Barreto, pues, ha demostrado esta semana que, diga lo que diga la doctrina cristiana, para estos asuntos terrenales él solo tiene una mejilla. Y que si le dan un tortazo como el que le propinó el gobernante en Semana Santa, esperará el tiempo que haga falta para cobrarse la revancha con creces.
Desde los predios del oficialismo han acusado el golpe y tanto el majareta que usa fajín de fuerza como Vladimir Cerrón y el congresista Guido Bellido han salido a tratar de provocarlo con invectivas y descalificaciones. Pero él no se distrae: lentamente sigue colocándose los guantes y el protector bucal, convencido de que se dispone a iniciar una reyerta boxística que tiene algo de encargo divino. Y por esta vez, no se lo vamos a discutir.
Nunciatura apostólica
Diseñada por los arquitectos Héctor Velarde Bergmann en colaboración con Paul Linder, fue construida entre 1940 y 1942 por Graña y Montero. La inauguración se realizó el 29 de junio por el nuncio de su santidad el Papa Pío XII en Perú (1936-1946): monseñor Fernando Cento, siendo arzobispo de Lima Monseñor Pedro Pascual Farfán de los Godos.
China ha declarado oficialmente a George Soros como un “terrorista global” y lo ha llamado “hijo de Satanás” y “la persona más malvada del mundo“
Por Medeea Greere.
En una declaración explosiva que repercute en la política mundial, el Partido Comunista Chino (PCCh) ha calificado oficialmente al multimillonario George Soros de “terrorista global”, lo ha catalogado de “hijo de Satanás” y lo ha condenado como “la persona más malvada del mundo”. Este sorprendente ataque de uno de los regímenes más poderosos de la Tierra intensifica la guerra contra una de las figuras más controvertidas y polarizadoras de las finanzas globales. No nos engañemos, no se trata de una simple disputa verbal: China está apuntando con el tipo de potencia de fuego que podría reconfigurar las alianzas internacionales y preparar el terreno para una confrontación total.
George Soros: el maestro manipulador al descubierto
Durante décadas, George Soros ha operado desde la sombra, manipulando economías, apoyando revoluciones e inyectando dinero a movimientos diseñados para desestabilizar gobiernos de todo el mundo. Soros, un magnate multimillonario de los fondos de cobertura, ha sido aclamado durante mucho tiempo por sus partidarios como un filántropo y defensor de la democracia. Pero China, junto con un número cada vez mayor de estados autoritarios, lo ve como la encarnación del caos: un hombre cuya influencia desenfrenada ha causado devastación económica y agitación política en todo el mundo.
Seamos claros: Soros no es un empresario inocente. Su notoria reputación se debe a su participación en el derrumbe de economías enteras, como en la crisis financiera asiática de 1997, y en la financiación de movimientos de oposición que atacan a regímenes hostiles a sus ambiciones globalistas. La declaración del PCCh de que Soros es un terrorista global no es una hipérbole: es el ataque más directo hasta ahora contra un hombre al que muchos consideran un titiritero en los pasillos del poder global. Al llamarlo “hijo de Satán”, China está lanzando el guante y desafiando a Soros a desafiar su soberanía.
“Hijo de Satán”: Una metáfora de un mal sin igual
La etiqueta que el PCCh le ha puesto a Soros como “hijo de Satán” no es sólo dramática, sino también una condena letal. En la cultura china, esa metáfora es una acusación profunda, reservada para figuras consideradas fundamentalmente destructivas. La representación que hace China de Soros como vástago de Satán demuestra que lo consideran no sólo un rival, sino la fuente de la agitación mundial, que mueve los hilos de la anarquía desde detrás de su fortaleza de riqueza.
Soros ha sido durante mucho tiempo una espina en el costado de los regímenes autoritarios, financiando movimientos pro democracia, fomentando el malestar y promoviendo agendas que socavan los bastiones del poder. Pero la decisión de China de calificarlo de terrorista global representa un nuevo nivel de hostilidad. Esto es más que una maniobra política: es un grito de guerra ideológico. No están simplemente criticando a Soros; lo están posicionando como el enemigo máximo del Estado, la encarnación de la decadencia moral y política.
La marca terrorista global: no sólo palabras, sino guerra
Llamar a Soros terrorista global no es sólo una decisión audaz, sino un cambio político trascendental que podría desencadenar una cascada de consecuencias. El PCCh está dejando muy en claro que ve a Soros como una amenaza directa a la estabilidad de su nación y a sus ambiciones globales. Al ponerle la etiqueta de “terrorista”, China está preparando el terreno para graves repercusiones, que podrían significar acciones legales, congelamiento de activos y presionar a otros regímenes autoritarios para que hagan lo mismo. Y no lo olvidemos: China ejerce una enorme influencia. Adonde ellos van, otros los siguen.
La designación de terrorista global no es sólo un tirón de orejas, sino una declaración de guerra en toda regla contra Soros y todo lo que representa. Los países que se alinean con China pueden verse presionados a tomar medidas enérgicas contra las organizaciones respaldadas por Soros. Y seamos honestos: muchos países ya están hartos de la intromisión de Soros en sus asuntos internos. La medida de China les da a estos regímenes la excusa que han estado esperando para tomar medidas agresivas contra el multimillonario globalista.
Por qué China ve a Soros como una gran amenaza: la verdadera agenda
La venganza de China contra Soros va mucho más allá de las diferencias políticas. Las Open Society Foundations de Soros han financiado movimientos de oposición que amenazan a regímenes como el de China, promoviendo levantamientos democráticos, financiando a activistas y socavando las estructuras de poder autoritarias. A ojos del PCCh, Soros es el principal instigador de complots internacionales para derrocar gobiernos. Su influencia ha contribuido a alimentar el malestar desde Europa del Este hasta Asia, creando caos e inestabilidad: el entorno perfecto para que los enemigos de China prosperen.
No nos engañemos: China considera a Soros una amenaza directa a su dominio. Su poder financiero y sus conexiones políticas le dan la capacidad de desbaratar su narrativa cuidadosamente controlada. La historia de Soros de interferencia en Hong Kong, sus críticas a la política económica china y su incansable apoyo a los movimientos que desafían el dominio de China lo han convertido en el enemigo número uno. Al declararlo terrorista global, el PCCh está trazando una línea dura: desafíen a China y serán tratados como una amenaza a la estabilidad global.
¿Qué significa esto para la política global: un choque imparable?
Las repercusiones geopolíticas de la declaración de China serán enormes. El alcance de Soros se extiende a casi todos los rincones del planeta, desde los principales mercados financieros hasta los movimientos políticos de base. Su influencia en las democracias occidentales, en particular, es profunda. La declaración de China podría provocar una represión más amplia de las iniciativas respaldadas por Soros, no sólo en China sino en una franja de países de tendencia autoritaria. Es de esperar que otros gobiernos sigan su ejemplo, envalentonados por la audaz postura de China contra este poderoso agente global.
Esta declaración es más que una advertencia: es una señal al mundo de que China está dispuesta a luchar contra la influencia extranjera, en particular la de figuras como Soros. Las tensiones entre China y Occidente ya están en un punto de ebullición, lo que podría tensar aún más las relaciones, lo que podría llevar a sanciones más amplias y al aislamiento político de Soros. La retórica explosiva del PCCh es una declaración de guerra, y Soros –pese a toda su riqueza y poder– está ahora en la mira de la oposición.
La batalla final entre Soros y el autoritarismo
La decisión de China de calificar a George Soros de terrorista global e “hijo de Satán” es una dramática escalada en la batalla en curso entre regímenes autoritarios y fuerzas globalistas. Soros ha pasado décadas construyendo su imperio de influencia, pero ahora, con China a la cabeza, sus adversarios se están preparando para un enfrentamiento final. Se trata de una batalla de proporciones titánicas, que podría reconfigurar el panorama político en los próximos años.
Mientras se asienta el polvo, el mundo observa con expectación. ¿Seguirá Soros ejerciendo su considerable poder o la creciente ola de oposición acabará por cortarle las alas al provocador multimillonario? Una cosa es segura: este conflicto está lejos de terminar y lo que está en juego nunca ha sido tan importante.
Caviares pugnan por recuperar poder
Por Miguel Lagos- Diario EXPRESO.
Perú tenía tres expresidentes encarcelados. Quedan dos. No es poca cosa, para el asombro del mundo. Pero lo que no pocos se van preguntando por todo el país es por qué aún Humala y Vizcarra siguen impunes en medio de serias acusaciones y lentas investigaciones judiciales.
La prisión de Castillo fue inevitable y preventiva. No había otra luego de haber golpeado criminal y autoritariamente el sistema democrático. Lo curioso es que a menos de dos años de su frustrada acción, poco se dice de su real culpa, de su responsabilidad en la crisis política (incluyendo la degradación a “democracia híbrida” que The Economist realizó sobre el Perú), económica y de seguridad que hoy se vive. Un petardeo planificado y constante sobre todo al sistema de crecimiento privado y una incitada violencia politizada que continúa incubándose. Hoy, sin embargo, la “culpa” se centra en la etiquetada “coalición autoritaria” de Ejecutivo y Legislativo (no exentos por cierto de responsabilidad con pocas excepciones) como si el factor Castillo y asociados de la extrema izquierda y sus apañadores “centristas” no tuviesen un rol nuclear y de consecuencias por obra del desgobierno, la polarización y la putrefacción precedente.
La historia de la “policrisis” que hoy se desenvuelve no arranca luego del golpe del 7 de diciembre de 2022. Quienes pretenden instalar ese relato buscan reacomodar una línea divisoria (y un “nuevo” juego político) en la que por un lado está la “derechista” Boluarte “controlada” por la “dictadura congresal” del fujimorismo (como si en el Parlamento no existiesen otros grupos políticos: acuñistas, podemistas, cerrones, acciopopulistas, bermejos, bellidos, morados, sigrids…), y, por otro lado, una “oposición” caviar en las calles y en las redes sociales como los “verdaderos defensores” de la institucionalidad democrática.
Así, como por arte de magia y de propaganda mediática el viejo e irresoluto conflicto de fujimorismo y antifujimorismo (después, cuando caliente la campaña electoral se añadirá al antiaprismo) vuelve a intentar conseguir conveniente tracción. Casi pareciera que desde que Alberto Fujimori dejó Palacio de Gobierno no han habido más gobiernos en estos últimos 24 años.
¿Les resultará otra vez la evidente estratagema política y narrativa? Para ello se impone una condición ineludible: minimizar el rol de la coalición humalo-vizcarrista que movió por años los hilos gubernamentales a todo gusto e impunidad y que llegó a abonar al triunfo del prosenderista Castillo en 2021 disfrazado de “mal menor”. Así pues, mientras invisibilizan a los impunes Humala y Vizcarra (y el desastre de Castillo y sus aliados internos y externos), los denominados sectores “caviares” y sus facilitadores andan afanosos en relanzar el antifujimorismo para recuperar espacios de poder.
Veremos en adelante si estos obvios disfuerzos calculados y preelectoralistas del antifujimorismo “caviar” (ya una categoría política inevitable para el análisis coyuntural) y sus asociados por reacomodar la pauta de poder nacional funcionan. O incluso, si terminan favoreciendo la victimización paralela de Castillo y la exigencia de las fuerzas extremistas y antisistémicas por una incendiaria asamblea constituyente que intente “refundar” caprichosamente al país (como se hizo infructuosamente en suelo chileno vía la violencia política y la violencia criminal dosificadas).
Wilber Medina: “La izquierda caviar se aprovecha de los legítimos reclamos para poner un nuevo Sagasti”
Abogado manifestó que “lo que quieren los caviares es adelantar las elecciones y para eso crean el caos político”
Por Aaron Salomón– Diario EXPRESO.
Recientemente, hemos visto en la portada de La República a Marianella Ledesma, expresidenta del Tribunal Constitucional (TC), diciendo que vivimos “bajo una organización criminal y el brazo legal es el Congreso”.
Vivíamos en una organización criminal cuando ella estaba al mando del Tribunal Constitucional (TC) y constitucionalizó el golpe de Estado del señor Vizcarra. Eso sí era una organización criminal, formada por cuatro personas: Ledesma, Eloy Espinosa-Saldaña, Ramos y Miranda Canales. Ellos son los responsables de haber constitucionalizado un golpe de Estado perpetrado por el señor Vizcarra. Hoy vivimos en una democracia, con todas sus falencias, y lo que quiere hacer este grupo de la señora Ledesma, IDL, Vizcarra y Sagasti es repetir lo que ocurrió en noviembre de 2020, cuando el Congreso complementario declaró la vacancia del señor Vizcarra. Lo que quieren hacer es ponernos un nuevo Sagasti. Para eso, se aprovechan de estos legítimos reclamos de la sociedad por el tema de las extorsiones, pero qué bueno que algunos transportistas formales se han dado cuenta de que la izquierda caviar quiere jalar agua para su molino. Aquí gran parte de la culpa la tiene el gran equipo de “lujo” que jefaturó el señor PPK. Es a partir de ahí que se les prestó todas las facilidades a los venezolanos para que entraran al país, y hoy tenemos entre un millón y medio a dos millones de venezolanos, y ha venido “carne y hueso”; es decir, bastantes prontuariados venezolanos han agudizado la delincuencia.
Si tuviéramos un gobierno de derecha, podríamos esperar que el gobernante de turno salga y diga que apoya a la policía y que ningún efectivo que abata a un delincuente terminará preso. Eso no podemos esperar de la señora Dina Boluarte, que es de izquierda.
La izquierda quiere que las fuerzas del orden no utilicen sus armas. Hacer que la Policía no use sus armas de reglamento ha generado la desmoralización de los efectivos, y la consecuencia es que la delincuencia ha aumentado: los ladrones saben que la Policía no va a utilizar su arma de reglamento, porque luego se van a ver sentados en el banquillo de los acusados por el IDL, que es el brazo legal de toda esta izquierda caviar.
Fernando Rospigliosi manifestó que el policía le teme más al sistema de administración de justicia, controlado por los caviares, que a los propios delincuentes.
Es verdad, la moral de la Policía está por los suelos. Los policías se han dado cuenta de que utilizar su arma de reglamento es frustrar su proyecto de vida dentro de la institución, porque van a afrontar procesos judiciales y el Estado los abandona. ¿Cuál es el mensaje para los nuevos policías? Si sales a la calle, mira al cielo, no uses tu arma, porque luego vas a tener que enfrentar procesos judiciales. Tenemos a fiscales y jueces activistas, que han sido adoctrinados por la izquierda caviar, cuya cuna es la Universidad Católica.
La condecoración de esta revista vinculada a ‘Chibolín’ a diferentes generales de la Policía, incluido el general Óscar Arriola, puede ser cuestionable, pero no es delito. ¿O sí lo es?
¡Qué va a ser delito! Todo ha sido público, todo está colgado en las redes. El general Arriola ha pecado de ingenuo, como todos los demás.
Pero, al sindicar a los generales como parte del caso ‘Chibolín’, se ataca a la Policía.
Eso forma parte de la desesperación. Ellos querían repetir su noviembre de 2020, pero no lo han conseguido porque la señora Boluarte ha resistido estoicamente. Ella tiene sus falencias, nadie ha dicho que es una santa, porque, cuando termine su gobierno, ella será investigada. Lo que quieren los caviares es adelantar las elecciones y para eso crean el caos político.
Y quieren que Salas Arenas lidere esas eventuales elecciones adelantadas.
Por supuesto, Salas Arenas, Corvetto y la señora Velarde son los que cuentan los votos.
Si tienes una foto con ‘Chibolín’, ahora automáticamente eres delincuente, como antes ocurrió con el caso ‘Los Cuellos Blancos del Puerto’ y las llamadas con César Hinostroza.
Quieren repetir la misma ruta que hicieron con el caso mal llamado ‘Los Cuellos Blancos’, el cual se magnificó para tomar el centro del poder: la Junta Nacional de Justicia, antes llamada Consejo Nacional de la Magistratura. Los fujimoristas tienen gran responsabilidad, porque los que estuvieron en el Congreso de 2016 se dejaron arrastrar por el señor Vizcarra para crear la JNJ, que es una entidad a medida y semejanza del señor Vizcarra, quien, desde ahí, controla todo el sistema judicial y electoral. ¿Acaso el señor Corvetto no fue ratificado por 4 años más, a pesar del proceso desastroso del 2021?
Además, ni siquiera se les puede sacar, porque el Congreso defenestró a Aldo Vásquez e Inés Tello, pero el Poder Judicial, que depende de la JNJ, los regresó a sus cargos.
Una señora con más de 75 años sigue en el cargo. El Congreso hizo su trabajo, pero el Poder Judicial caviar la repuso. El Tribunal Constitucional los botó a sus casas, pero el PJ los mantiene con una sentencia. No hay respeto por el orden constitucional. En el Perú, un juez de medio pelo se zurra en lo que dice el TC y nos impone su decisión.
¿Cree que la ciudadanía se deje guiar como borregos por los caviares y tengamos otro Sagasti o la gente ya no se come el cuento de los caviares?
Yo creo que la juventud ya está más enterada y no nos van a inventar eso de la Generación del Bicentenario, que eran unos chicos despistados que salieron a protestar sin saber dónde estaban parados. Estos chicos eran básicamente de la Católica, y, como dice Miklos Lukacs, hay que ser imbécil como padre para mandar a un hijo a estudiar a la Católica para que te devuelvan un parásito.
¿Manuel Merino fue víctima de un golpe de Estado caviar?
Por supuesto, no me cabe la menor duda. Merino fue víctima de este golpe caviar, azuzado por cierto sector de la prensa y algunos opinólogos. Se llegó al extremo de utilizar a algunos líderes de opinión, como el doctor Elmer Huerta, quien dijo a la población que saliera a marchar porque no se iba a contagiar de COVID-19, a pesar de que la aglomeración causaba contagios.
Quieren tomar el sistema judicial
La izquierda caviar busca crear caos político para adelantar las elecciones, aprovechándose de los reclamos ciudadanos. El abogado Wilber Medina denuncia la manipulación de la izquierda caviar en la crisis de seguridad y justicia en Perú.
Medina critica la desmoralización de la Policía, impulsada por un sistema judicial controlado por la izquierda caviar. Los caviares, responsables de la inseguridad y el caos, intentan repetir el escenario político de noviembre de 2020.
Wilber Medina alerta sobre el control caviar en el sistema judicial y su impacto en la seguridad y la política nacional.
La gran manzana
Panorama reveló imágenes exclusivas que vinculan a Andrés Hurtado, conocido como “Chibolín”, con Christian Olivos Gonzales, alias “Chicho”, quien ha sido señalado como cabecilla del cártel “La Gran Manzana”, una organización internacional de narcotráfico y lavado de dinero. La relación entre ambos ha generado controversia, especialmente tras la reciente detención de Hurtado por presunto tráfico de influencias.
Los registros muestran al presentador de televisión participando en una fiesta de cumpleaños organizada por “Chicho” en Nueva York, Estados Unidos, en julio pasado. Según fuentes cercanas, la celebración fue un evento fastuoso, donde Olivos Gonzales demostró su poder e influencia. Las autoridades estadounidenses también han puesto bajo la lupa a “Chicho” por su presunta participación en actividades ilícitas.
Christian Olivos Gonzales, quien viene siendo investigado por la justicia de Estados Unidos, tiene un historial judicial que incluye cargos por lavado de activos y tráfico de drogas. Su vínculo con Andrés Hurtado ha encendido alarmas, ya que el presentador de televisión le dedicaba extensos segmentos de su programa, lo que ha levantado sospechas sobre el tipo de relación que mantenían.
SOBRE LOS RASCACIELOS DE NUEVA YORK
Mientras Andrés Hurtado enfrenta 18 meses de prisión preventiva en el penal de Lurigancho, su amigo y anfitrión del cumpleaños, “Chicho”, parece continuar con su vida en libertad, disfrutando de lujos como viajes en helicóptero sobre los rascacielos de Nueva York. Esta investigación sigue su curso, y se espera que más detalles salgan a la luz en las próximas semanas.
Fuente: Panorama.
“¿Qué les pasa a estos pobres?”
Por Roberto Sánchez R.– Diario EXPRESO.
Andrés Hurtado ‘Chibolín’ genera controversia tras su ingreso al penal de Lurigancho, donde cumple prisión preventiva de 18 meses mientras se le investiga por presuntos delitos de cohecho pasivo, corrupción y tráfico de influencias. Según informaciones recogidas por Panorama.
Fuentes del Instituto Nacional Penitenciario (INPE) señalaron que Hurtado, quien en un inicio intentó proyectar una imagen de víctima, ahora adoptó una actitud de soberbia, con posturas discriminativas sobre los internos que al verlo lo saludan diciéndole “Hola, Chibolín”.
Según relataron algunos agentes del INPE, durante su traslado a la clínica penitenciaria, Hurtado enfrentó verbalmente a varios internos que lo llamaban “Chibolín”, respondiendo de manera despectiva: “¿Qué les pasa a estos pobres?”. Esto respuesta provocó molestia entre los reclusos.
Además, Hurtado demostró confianza en que no permanecerá mucho tiempo en el penal de Lurigancho. De acuerdo con el periodista Luis Vargas, el exconductor habría comentado que no se molestaría en rellenar las solicitudes para recibir visitas, argumentando: “No me voy a quedar mucho tiempo aquí”.
Hasta el momento, solo recibió una visita, a pesar de que tenía la posibilidad de recibir hasta diez. Sólo puso el nombre de una mujer de nacionalidad venezolana: Damarys Moreno Sánchez.
Las acciones de Hurtado dentro de la cárcel avivaron las críticas y rumores que ya rodeaban su caso. Cabe recordar que su detención está vinculada a la recuperación de bloques de oro por parte de la empresa de Javier Miu Lei, en lo que se presume un entramado de corrupción.
A estos hechos se suman las sospechas generadas por su vínculo con una costosa camioneta Cadillac Escalade de US$60,000, la cual fue vista en múltiples ocasiones siendo utilizada por Hurtado, pero que está registrada a nombre de Juan Yucpuy Ramírez, un hombre de 80 años.
Kevin Roberts The Heritage Foundation
Kevin Roberts es presidente de The Heritage Foundation. Crédito: cortesía de The Heritage Foundation
“Es realmente importante que la gente de todas las religiones… exprese su solidaridad no sólo con Israel y todas las personas de fe judía en todo el mundo”, dijo a CNA, “sino que todos los estadounidenses y las personas libres digan que este odio y esta violencia tienen que terminar”.
El 7 de octubre, militantes de Hamás mataron a más de 1,400 israelíes, tomaron 250 rehenes (de los cuales sólo 101 siguen con vida) y cometieron actos de violencia sexual contra mujeres israelíes, según informes. Desde entonces, Israel ha enfrentado críticas internacionales debido al creciente número de víctimas civiles en Gaza, que el Ministerio de Salud de Gaza, dirigido por Hamás, estima actualmente en casi 42000, desde que lanzó su contraofensiva.
Tras las noticias de la escalada entre Israel y los representantes de Irán en el Líbano la semana pasada, como informó CNA, el Papa Francisco llamó a los cristianos de todo el mundo a observar un “día de oración y ayuno” el 7 de octubre.
En cuanto a cómo los cristianos deben abordar el conflicto, Roberts dijo a CNA que deben recordar, “ante todo, que toda vida es preciosa”. Basándose en la enseñanza católica sobre la teoría de la guerra justa, Roberts dijo a CNA que cree que la respuesta israelí debe ser “muy cuidadosa” y “muy proporcionada”. Por último, Roberts enfatizó que para que exista paz, Hamás debe “dejar de existir”.
“Tenemos que entender como estadounidenses y católicos romanos que vivimos en Estados Unidos que todos estos ataques a Israel son ataques a la civilización occidental, [que] son ataques a nuestra fe”, afirmó, y agregó: “Nosotros, ante todo, tenemos que tener el coraje de levantarnos y decir: ‘Tenemos que poner fin a esto’”.
En un nivel práctico, Roberts explicó a CNA que para que los responsables políticos estadounidenses de ambos partidos ayuden a facilitar el fin de la guerra, es “vital” poner fin a los mecanismos de financiación de Hamás y Hezbolá en el país y en el extranjero. Roberts también se refirió a este punto durante su discurso, diciendo a la multitud que deberían preguntar a los responsables políticos y a todos los que se postulan para cargos públicos en noviembre cuál es su postura respecto de Israel. “De lo contrario”, dijo, “no vamos a acabar con el antisemitismo”.
En su entrevista con CNA, Roberts amplió este punto con respecto a sus propias creencias católicas, diciendo que para él, “el contraste entre los dos lados no podría ser más claro”.
“Lo veo como un católico romano”, dijo. “Hay un bando, definido ampliamente como el movimiento conservador, que entiende que esta causa no se trata sólo del estado de Israel. Ni siquiera se trata sólo de la gente de fe judía, aunque ambos son ciertamente dignos de solidaridad. Se trata de la libertad y de la civilización occidental, de toda nuestra fe”.
“El otro bando, la izquierda radical en su mejor momento, habla con dos caras, pero en realidad está en deuda con los intereses financieros de Hamás y Hezbolá”, añadió. “Esperemos que lo que la gente vea sea el contraste que existe y vote según su conciencia”.
El senador de Ohio y candidato a vicepresidente, JD Vance, también hizo una aparición en el evento.
“Sé que entre esta multitud algunos somos cristianos, algunos somos judíos y algunos somos personas que no profesamos ninguna fe”, dijo a la multitud. “Pero estamos unidos por el principio básico de sentido común de que queremos que los buenos ganen y que los malos pierdan”.
“Lo que ocurrió el 7 de octubre fue vergonzoso y tenemos que asegurarnos de que no vuelva a suceder”, añadió Vance.
Un redondo ridículo
Por José Romero– LaAbeja.pe
Desde hace varios días, en los círculos interesados, la noticia de una posible excomunión de Giuliana Caccia y de Sebastián Blanco por haber denunciado penalmente al sacerdote catalán Jordi Bertomeu por violación del secreto profesional fue el tema preferido de troles y periodistas activistas en redes sociales. Eso era de esperarse: los señores Caccia y Blanco son dos personas reconocidas por su trabajo en la asociación Origen que se dedica a dar batalla cultural. Entre sus labores está contrarrestar a caviares y progresistas que, coincidentemente, son los primeros en buscar despellejar a sus enemigos hasta cuando se rompen una uña. Y claro, ser amenazados de excomunión para dos católicos practicantes no es poca cosa. Ante esto, sus enemigos —ateos o anticristianos en su mayoría— vieron la oportunidad de hacer un festín con lo que ellos pensaron eran ya dos cadáveres calcinados en la hoguera de la Santa Inquisición.
Entre este grupúsculo de odiadores, apareció uno que, desde mi punto de vista fue el más patético. Lo digo porque el personaje se presenta como doctor en algo y siempre trata de dar sus cátedras tuiteras alucinando que está parado frente a un público culto que lo aplaude de pie y le avienta laureles. Y se cree él mismo su historia, aunque para levantar su docta autoestima no escatima ni un segundo en tratar de ningunear intelectualmente a la víctima que escogió en ese momento. Él piensa que sigue viviendo en los tiempos en los que las precisiones intelectuales le importan a alguien. En esa alucinada, Daniel Salas, el personaje en cuestión, se mandó una patinada de padre y señor nuestro de la cual seguramente sigue tratando de recuperarse.
Daniel Salas es un literato sesentón de la Pontificia Universidad Católica del Perú que, la verdad, no tiene mayor mérito. Por eso su cuenta en X parecería ser para él, como les decía, una especie de púlpito en el que siente que es relevante para alguien. Salas, el 30 de septiembre, escribe un hilo en la mencionada red social que dice así: “Desde las 12 m de hoy los activistas Giuliana Caccia y Sebastián Blanco, adalides de la famosa “batalla cultural” en el Perú, han dejado de pertenecer a la Iglesia católica. Eso significa que no pueden presentarse como católicos ni pueden recibir los sacramentos”.
Luego seguía con 12 publicaciones más en ese hilo en los que, como luego reconoció, repitió fielmente la narrativa de Pedro Salinas sobre los señores Caccia y Blanco. En una de las publicaciones de ese hilo, su soberbia que es inversamente proporcional a su empatía, lo llevó a decir que el catolicismo de Giuliana y Sebastián “nunca tuvo que ver con la caridad apoyada en la fe sino con intrigas, egolatría, búsqueda de poder que trataban de compensar una enorme mediocridad intelectual que era evidente en los disparates que propalaban”.
Grande fue la sorpresa del que acusa de mediocridad intelectual a terceros cuando dos días después de su hilo tuvo que leer que los señores Caccia y Blanco publicaron que no los habían excomulgado y que estaban en conversaciones con el Papa. ¿Qué hizo el académico y riguroso investigador Salas? Tuvo que poner una rectificación en la misma red social donde reconocía que su fuente para tan grotesca patinada fue nada más y nada menos que Pedro Salinas. La publicación no tiene pierde: “Yo me basé en un informe de Pedro Salinas pero parece que era un informe desinformado, a pesar de que Escardó y Salinas son amigos y están en contacto respecto de este tema”.
Ante semejante afirmación uno ya no sabe si reír o llorar. Reír, porque claro, cuando uno ve a un personaje inflado de soberbia, que se vanagloria de ser un académico riguroso, que llama ególatras a otros, usar como fuente al principal activista en el tema tratado, que claramente no tiene ningún tipo de objetividad, sin darse ni el más mínimo trabajo de contrastar con otras fuentes, las carcajadas no hacen sino brotar. Tampoco hay que ser hipócritas y debemos reconocer que se disfruta al ver cómo se enredan en sus propios humos autocreados. Pero también provoca llorar porque este tipo de “académicos”, que piensan que tener un PHd es el salvoconducto para burlarse de los otros, son los que desafortunadamente tienen espacios en universidades para formar a las nuevas generaciones.
En todo caso, Daniel Salas hizo un papelón. Y es más grotesco que los demás casos que se burlaron de la excomunión. Porque estos, por último, hasta son honestos intelectualmente y se presentan como lo que son: troles o activistas del periodismo que se han comprado el pleito y viven de eso. Pero que una persona que se quiere vender como un gran académico —a pesar de haber escrito solo un libro, menos de 10 artículos y de ser profesor auxiliar— termine confesando que su fuente es Pedro Salinas y que encima reconozca que este estaba mal informado, es una lágrima. ¿Quién, Daniel Salas, tiene ahora que “compensar una enorme mediocridad intelectual que era evidente en los disparates que propalaban”? Un redondo ridículo.
Más incoherencias en condena a marinos: Cuarta Sala Penal en la picota
Testigo dice que marinos lo amenazaron en español, pero él sólo habla quechua y necesita intérprete
Por César Rojas– Diario EXPRESO.
No solo testigos que no habían nacido cuando sucedieron las muertes en Huanta, llevó el Ministerio Público para inculpar a dos miembros de la Marina de Guerra. También presentó a uno que denunciaba supuestas amenazas en español, cuando solo habla quechua.
Se trata de Teodora Cabezas Araujo, quien se presentó ante la Cuarta Sala Penal Superior Nacional Liquidadora para declarar contra Alberto Rivero Valdeavellano y Augusto Gabilondo.
Fiscal Mezzich
“Debido a que la testigo es quechuablante, se cuenta con un intérprete designado por la Gerencia del Poder Judicial”, se lee en folios 11278 del proceso penal.
Cabezas afirmó que el 11 de agosto de 1984, sacaron a su esposo golpeándolo y maltratándolo físicamente, “se llevaron a sus animalitos e incendiaron su casa. dice que una mañana los marinos lo llevaron a los detenidos al estadio de Huanta y que ya no pudo seguirlos por que dijeron a estos terroristas vamos a matarlos, no pueden estar vivos”.
“Si era quechua hablante, ¿cómo pudo saber lo que decían los marinos?”, cuestionó Livio Campos, abogado de los procesados.
Hace unos días, EXPRESO señaló que el fiscal Juan Carlos Mezzich Alarcón también había llevado testigos, quienes, al ser contrainterrogados, admitieron que no habían presenciado lo sucedido, simplemente porque no había nacido en 1984.
Esta fila de personas que no sabían del tema pero acusaban a los militares, se presentó a pedido inicial de las ONG IDL y Aprodeh.
En protestas
Jhousy Aburto Garavito, fiscal adjunta que también acusaba a los militares, también investiga a miembros de las Fuerzas Armas y de la Policía Nacional por las protestas del 2022 y 2023.
Allí también se repite la presencia de IDL, ONG que recibe fondos del extranjero para denunciar al Estado peruano.