Sacudan el polvo de sus pies

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Quién fue San Patricio y por qué se celebra su día | National Geographic

Evangelio según San Marcos 6,7-13:
Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros.
Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran calzados con sandalias, y que no tuvieran dos túnicas.
Les dijo: “Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir.
Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos“.
Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.

Homilía del Padre Paul Voisin CR de la Congregación de la Resurrección:

San Patricio nació en Kilpatrick, Escocia, alrededor del año 402. Su familia era rica, pero a la edad de 16 años, fue secuestrado y vendido como esclavo en Irlanda. Durante seis años fue pastor, hasta que escapó caminando unas 200 millas para tomar un barco a Inglaterra. Allí comenzó sus estudios para el sacerdocio y se convirtió en un distinguido sacerdote y luego obispo. A los cuarenta y seis años regresó a Irlanda con un grupo de misioneros. La imagen de San Patricio en el frente de la iglesia parroquial de San Patricio en Bermuda (donde fui pastor durante cuatro años) conmemora ese regreso triunfal. En el puerto de Skerries hay una huella en una roca, que se considera un testimonio perpetuo de ese regreso.
San Patricio, en primer lugar, buscó al hombre que lo compró como esclavo y le dio dinero para cubrir el precio del rescate. El “rescate de plata” de su cautiverio allí era que conocía el idioma celta y entendía la religión pagana druida, que dominaba a la población. Estos le servirían bien en su evangelización de los druidas, incluso convirtiendo algunos de los hogares reales. Pero su ministerio, y el de sus compañeros, no quedó sin dificultades. Fueron arrestados dieciséis veces, y en una ocasión fue condenado a muerte.
Pensé en San Patricio la primera vez que leí el evangelio de este fin de semana (Marcos 6:7-13). Esta semana Él los envía en parejas para predicar arrepentimiento y sanar. Una vez más, Él los prepara para dificultades y dificultades. Él sabe que ellos, como Él, experimentarán rechazo en la predicación de las Buenas Noticias. Para muchos no será una buena noticia porque les llama a un cambio de opinión, a un cambio de vida. Él les dice “sacudan el polvo de sus pies” en aquellos lugares donde no se recibe su mensaje. La vocación de un profeta, o en este caso, de un apóstol, es difícil y a menudo significa rechazo y persecución.
Jesús les dice a sus discípulos que “no tomen nada para el viaje“, dependiendo totalmente de la gracia de Dios. Él los está enviando pobres y dependientes, para que puedan volver espiritualmente ricos y espiritualmente seguros de sí mismos. De hecho, la lectura nos dice que sanaron a mucha gente “untándolos con aceite”, y liberaron a mucha gente de espíritus malignos. Completaron la misión que Jesús les había dado.
En la primera lectura (Amos 7:12-15) nos encontramos con Amos, otro profeta reacio. No quería servir a Dios como profeta porque sabía que significaba penurias y sufrimiento. Prefirió ser pastor y vestidor de sicomoros. Sin embargo, el poder de Dios era mayor, y Amos fue y profetizó como Dios lo ordenó.
En la Segunda Lectura de la Carta de Pablo a los Efesios (1:3-14) San Pablo nos dice “también fuimos elegidos, destinados de acuerdo con aquel que logra todas las cosas según la intención de su voluntad”. Él está hablando de Jesús, haciendo la voluntad del Padre. Hemos sido elegidos, a través de nuestro Bautismo, para compartir la vida de Dios, y para compartir esa vida de Dios con otros. Somos los profetas y apóstoles de hoy, enviados por Dios, para dar “alabanza a su gloria“, y para ser “sellados con el Espíritu Santo prometido“. Dios está con nosotros mientras respondemos a su llamada; Su llamada a cada uno de nosotros. De hecho, su gracia y su misericordia ha sido “extendida sobre nosotros“.
¿Pero qué tiene que ver todo esto con nosotros, aquí y ahora? Mientras reflexionaba sobre las lecturas, y sobre la vida de San Patricio, se hizo más obvio. Durante los seis años en que San Patricio fue forzado a trabajar como pastor, puedo imaginar que maldijo la vida que estaba viviendo, lejos de su familia, su lengua materna y su religión. Podemos imaginar los sueños que tuvo esos años, esperando recuperarlos. En lugar de perder su fe por esta dramática experiencia en su vida, se volvió hacia Dios, tanto es así que una vez que tuvo su libertad, siguió estudios para el sacerdocio. Entonces él quiere dejar a su familia como un misionero para hacer la voluntad de Dios. El idioma celta que había sido obligado a aprender ahora se convirtió en la herramienta para su evangelización de los irlandeses, siendo capaz de hablar con ellos – desde el primer momento – en su propia lengua. Y la religión druida que había visto de cerca mientras estaba en cautiverio, ahora fue enviado a usar ese conocimiento y experiencia para convertir a sus seguidores al evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios, crucificado y resucitado. Algunas de las “malas noticias” de su vida ahora había una bendición disfrazada. Usó esas “desventajas” en su ventaja – para el Señor.
¿Qué pasa con nuestras “desventajas”? Podemos identificar una experiencia “negativa” que hemos sufrido – ya sea a través de nuestra propia obra o a través de otra – y ver cómo, a través de la gracia de Dios, se ha convertido en una bendición; cómo las lecciones aprendidas de ese momento difícil se convirtieron en un nuevo comienzo para nosotros; que tocar fondo ¿Nos ayudó a empezar el ascenso? Al igual que la cruz de Jesús se transformó de un símbolo de derrota, para convertirse en uno de victoria sobre el pecado y la muerte, así también nuestras dificultades y desventajas del pasado pueden servirnos para la resurrección y nueva vida del presente y el futuro.
En las profundidades de nuestro propio ser cada uno podemos identificar esa “desventaja”, y ahora gracias a Dios que hemos superado – a través de su gracia – y no sólo nos ha hecho la persona que somos hoy, sino que nos ha dado la capacidad de ser compasivos con los demás y llegar a otros con la misma lucha. Durante muchos años, puede que te resulte difícil de creer, yo era tímido y tenía una pobre imagen de mí mismo. A través de la oración, la dirección espiritual, el consejo y mucho amor y amistad me encontré en un lugar completamente diferente en la vida. Me sentí como una nueva persona, y me sentí renacer. Tal vez en tu propia vida puedas ver más claramente esa “mano de Dios” que te llevó de la oscuridad a la luz, del miedo a la esperanza, de la muerte a la vida. Dios usará esas experiencias para ayudarnos a llegar a otros, evangelizar a otros y traer ‘Buenas Noticias’ a otros.
Así como Dios llamó a Amos, Pablo, y a los apóstoles, también nos llama a ser fieles seguidores de Jesús, y a confiar en él mientras nos envía para proclamar su evangelio. ¡Somos esos profetas y apóstoles de hoy! Somos los únicos a los que Jesús anima a “no tomar nada para el viaje” excepto su gracia. Somos los que Él se prepara para las luchas y dificultades mientras cumplimos nuestra misión. Al igual que San Patricio, usemos las “desventajas” de nuestras vidas como fuentes de nueva vida y manifestaciones de la gloria de Dios.

Hilaire Belloc y Chesterton, dos de los mayores representantes de este movimiento cultural católico británico

Católicos ingleses del siglo XX dieron la batalla cultural

En un momento histórico complejo y en un ambiente nada fácil para todo lo relacionado con lo católico en Reino Unido surgió un movimiento que fue conocido como el Catholic British Revival, formado por grandes intelectuales, en su gran mayoría conversos al catolicismo.
La batalla cultural que libraron tuvo una gran influencia en su época, primero en su país natal y luego en todo el orbe.
El historiador Antonio Manuel Moral Roncal, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá, ha analizado las principales figuras de este movimiento cultural y católico surgido en una zona donde eran minoría, lo que puede ser una ayuda para la batalla cultural que se vive actualmente.
Este es el análisis completo realizado por el profesor Moral Roncal publicado en la web de Cidesoc (Centro de Investigación y Difusión de Estudios Sociales):

La batalla cultural de los católicos británicos

Por Antonio Manuel Moral Roncal
Las raíces del movimiento cultural conocido como Catholic British Revival se encuentran en la labor desarrollada por el Movimiento de Oxford en el siglo XIX, formado por figuras clave como el cardenal Manning y, sobre todo, el cardenal Newman.
Estos intelectuales y sacerdotes argumentaron que el desprecio al católico en la Inglaterra protestante no era más que una consecuencia de un nacionalismo mitificado, fruto de un chovinismo puro y duro, es decir, producto de un desdén hacia quien era diferente, distinto, frente a los esquemas imperantes de lo que debía definir a un británico.
Newman afirmó -tras años de estudio y reflexión personal- que el catolicismo era la religión que había mantenido interrumpidamente la fe de los apóstoles en los vértigos de la Historia humana, por lo que su conversión del anglicanismo al catolicismo fue una sorpresa para la rígida sociedad victoriana.
Newman no fue una figura heterodoxa, pues la apertura de una mejora en la libertad religiosa en las Islas Británicas tras la derrota de Napoleón, el comienzo de una diplomacia más cercana entre Londres y la Santa Sede, entre otros aspectos, favorecieron una mayor visibilidad de los católicos en el archipiélago y en su imperio colonial.
Los cardenales Nicholas Wiseman (1802-1865), John Henry Newman (1801-1890) y Henry Edward Manning (1808-1892): tres auténticos titanes contemporáneos.
Contemporáneo a Newman, Coventry Patmore (1823-1896), autor de los poemarios El ángel del hogar (1858) y El eros desconocido (1878) -consagrados al amor humano como símbolo de amor divino- se convirtió al catolicismo, siendo este hecho una de las señas de identidad de numerosos escritores de esa renovación cultural, tanto franceses como británicos, hasta bien entrado el siglo XX.
Otro poeta de esta generación, vanguardista y jesuita fue Gerard Manley Hopkins (1844-1889), que destacó por una obra poética que fue aplaudida por encontrarse más cerca del éxtasis que de lo terrenal, pues se evidenciaba su búsqueda desesperada por manifestar aquello que el ser humano debía haber visto en el perdido paraíso terrestre, con la esperanza, sin embargo, de alcanzar el reino de los cielos.
El poeta y jesuita católico converso inglés Gerard Manley HopkinsEl poeta y jesuita católico converso inglés Gerard Manley Hopkins
A diferencia de esta generación, que se enfrentó críticamente al anglicanismo para argumentar su conversión al catolicismo, la que comenzó a formarse en las primeras décadas del siglo XX relegó ese asunto a un término marginal.
Los nuevos escritores católicos británicos prefirieron enfrentarse y abordar las grandes cuestiones filosóficas, políticas, artísticas y literarias de su época; como diríamos hoy en día, dar la batalla cultural frente a la imperante oficialmente.
Ambicionaron transformar toda la cultura y, por extensión, las estructuras sociales al escribir y debatir sobre el feminismo, la familia, la eugenesia, el capitalismo, los totalitarismos, la persecución religiosa….
Asimismo, tras leer a los intelectuales católicos franceses, confirmaron que no resultaba posible captar la profundidad de la existencia sin atender a la dimensión espiritual de la persona, lo cual trataron de reflejar en sus obras literarias.
Pero hubo una característica de la primera generación que la segunda mantuvo: la fuerza de la cadena de conversiones, como la del historiador de la cultura Christopher Dawson (1889-1970), al que el rigor intelectual de Newman le atrajo personalmente, al concluir que ningún converso había realizado nunca una aproximación más cuidadosa y consciente al catolicismo.
Christopher Dawson y el acto Alec Guinness, ambos eran ingleses católicosChristopher Dawson junto a otro inglés católico influyente en la cultura, el actor Alec Guinness (1914-2000) 
Como católico que analizaba el pasado, para Dawson la cultura -más que la naturaleza- resultaba ser el aspecto básico de la civilización. Concibió la sociedad no tanto como una máquina sino como una persona que estaba además en peligro de muerte, de desaparición, tras la experiencia de la Primera Guerra Mundial.
Por ello, en Progreso y religión (1929) escribió que una sociedad que pierde o abandona su religión deviene antes o después en una sociedad que disipa, irremediablemente, sus bases culturales. De ahí la necesidad de investigar la cultura y la religión frente a la historiografía marxista, que consideraba irrelevantes estas cuestiones frente a la lucha de clases, el verdadero motor de la Historia.
Frente a quienes defendían la necesidad de estudiar fundamentalmente el conflicto, Dawson opinaba que la creación literaria, artística, filosófica y la espiritualidad debían ser analizadas por quienes se acercaban, con humildad, al conocimiento del pasado para comprender el presente adecuadamente.
Robert Hugh BensonOtro miembro de esta Catholic British Revival fue Robert Hugh Benson (1871-1914), que también fue converso. Hijo del Primado anglicano, el arzobispo de Canterbury, su adhesión al catolicismo fue considerado verdaderamente un asunto escandaloso en su época. Escribió La luz invisible en 1903, año en que fue recibido en la Iglesia católica, comenzando una carrera literaria que llegó a estar formada por una veintena de obras de ensayo y narrativa, entre la que destacó Señor del Mundo (1907).
En dicha novela, Benson proyectó una sociedad futura caracterizada por un humanitarismo que idolatraba al hombre y que, en base a una pretendida tolerancia, abominaba de la religión y despreciaba a los creyentes. Su dirección recae en un líder político mesiánico -un Anticristo relativista- que articula una nueva religión del hombre y del progreso, cuya contrapartida es la persecución de los cristianos, a los que define como fanáticos y clasifica como delincuentes.
El Papa Francisco y el obispo Negri han recomendado El Señor del Mundo, novela futurista que creen que empieza a cumplirse.
En un futuro Estado benefactor, donde el progreso científico logra reducir los esfuerzos laborales al mínimo, Benson describía una sociedad que no lograba dotar de sentido las tediosas vidas de los seres humanos, muchos de los cuales optaban por la eutanasia. De esta manera, Benson se anticipó a la conocida e impactante novela Un mundo feliz de Aldous Huxley (1932), donde también se desarrollarían estas pesimistas visiones de un futuro desalentador y deshumanizado. En todo caso, ambas obras continúan siendo de una neurálgica actualidad a comienzos del siglo XXI.
Ronald KnoxSi Newman impactó en Dawson, Benson influyó en la conversión de Ronald Knox (1888-1957), hijo también de un pastor anglicano. Como su amigo Charles Hollis y el editor del Dublin Review, Algar Thorold, su compromiso religioso le llevó finalmente a convertirse en sacerdote católico. Escribió El credo de los católicos (1927), Que se deleiten los señores (1939) o Dios y el átomo (1945). Y, continuando la cadena, Knox influyó en las conversiones de los conocidos escritores G. Chesterton y E. Waugh, así como en la del poeta antibelicista S. Sasson.
Evelyn Waugh (1903-1966) es uno de los escritores más conocidos, a nivel mundial, por su obra Retorno a Brideshead: las memorias sagradas y profanas del capitán Charles Ryder (1945), debido a su traslación a una serie de televisión producida en 1981 y a una película en 2008. Si bien sus guionistas se centraron en describir el canto del cisne de la aristocracia británica y del mundo de la alta sociedad de entreguerras, en la novela queda claro el decisivo papel del catolicismo, de la gracia y de la conversión religiosa. No solo aflora entre sus líneas la relación con Dios, sino que ésta protagoniza la novela, orientando tanto su inicio y desarrollo como final.
ChestertonEn la obra literaria de Gilbert K. Chesterton (1874-1936) destacaron sus series de novelas policíacas protagonizadas por el padre Brown, algunas de las cuales se llevaron al cine y el medio televisivo. Pero también tuvieron su importancia Ortodoxia, El hombre eterno, así como las biografías sobre San Francisco de Asís y Santo Tomás de Aquino.
La editorial Sheed & Ward tuvo una relevancia clave en la difusión de su obra, al demandarle no escritos meramente piadosos sino literatura de calidad, ensayos sustanciosos, ágiles y atractivos de leer. Como señaló la crítica, en el corazón de la visión del mundo chestertoniana late su alegría vital, fruto de contemplar la vida no solo como un placer sino también como un privilegio; de ahí la dureza de Chesterton con aquel que se muestra escéptico y con el suicida. Y es que, para este escritor, al tener a Dios como padre, el mundo resulta ser una patria inteligible, dotada de sentido, por lo que no cabe ni el abandono de la vida, ni la desesperación ni la continua desconfianza.
Hilaire de BellocPolítico del Partido Liberal desencantado con la vida política, Hilarie Belloc (1870-1953) debe ser también incluido en esta generación. Dirigente de la Oxford Union, fundó periódicos incómodos para el poder establecido como The Eye Witness. Intentando influir en las masas para propiciar una mejora social, defendió una teoría distribucionista en su ensayo El Estado servil (1912).
Según su concepción, la tierra y la propiedad de los medios de producción debían distribuirse lo más ampliamente posible entre la población, al contrario que el capitalismo y del socialismo, donde la propiedad queda en manos o de una minoría o del Estado. Frente a los aspectos más negativos de la industrialización sin alma y del urbanismo alienador, defendió la opción de un retorno al campo y a la economía familiar.
En El camino de Roma (1902) creó un rompedor libro de viajes que incluía diálogos entre el autor y un lector ficticio, dibujos, signos, mapas, partituras…; practicó el género biográfico en sus acercamientos a las figuras de la reina María Antonieta, el cardenal Richelieu, Robespierre, Luis XIV, Napoleón, Cromwell, entre otras. Asimismo, frente a la concepción marxista y jacobina imperante sobre el ciclo revolucionario iniciado en 1789 escribió Reflexiones sobre la Revolución Francesa y frente a la visión negativa sobre la Edad Media, Las Cruzadas.
Graham GreeneFinalmente, debemos citar a Graham Greene (1904-1991), cuya conversión se realizó en 1926. La vivencia extraterritorial del catolicismo y la preocupación por la fe -o por sus restos en un mundo descreído- surgen en toda su obra, sobre todo en sus cuatro novelas más famosas: Brighton, parque de atracciones (1938), El poder y la gloria (1940), El revés de la trama (1948) y El fin de la aventura (1951).
No por ello descuidó su estilo literario, caracterizado por el rechazo a la abundancia de detalles nimios en las ficciones policíacas (horarios, huellas, trucos…), privilegiando el debate psicológico y moral de los personajes.
El poder y la gloria -llevada a la gran pantalla en 1961- narró la vida de un sacerdote en el México revolucionario del presidente Calles, que era todo menos un modelo de virtudes católicas. El protagonista resulta ser un ejemplo de los defectos que los anticlericales denunciaban continuamente, pero sus acciones lo redimen, al estar guiadas por medio de dos virtudes capitales: la caridad y la humildad. Y así, a pesar de la fragilidad del enviado, el mensaje cristiano se extiende, pues –para Greene– las miserias humanas no hacen sino resaltar el poder y la gloria de Dios. El protagonista muere al intentar acudir a confesar a un bandido, pero un nuevo sacerdote acude a su parroquia para continuar su obra.
En la actualidad, cuando se plantea la batalla cultural contra el pensamiento único, cabe recordar el ejemplo de todos estos intelectuales que apostaron por la renovación cultural católica en un mundo marcado por la crisis de Occidente, los desastres de la guerra en los dos grandes conflictos mundiales y la amenaza de los totalitarismos (comunismo, fascismo y nazismo). Ellos no se desalentaron.
Fuente: Religión en Libertad.

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