Cartas al editor – Human Development

mariquita

Hay nuevas cartas al editor respondiendo a los artículos publicados en el número 2 del Human Development de este año. Las comento un poco:

La primera es una respuesta a Lawrence Steinberg y Elizabeth Scott, quienes en la sección “esquina del editor” argumentaban contra las leyes norteamericanas que permiten sentenciar a cadena perpetua sin posibilidad de libertad a juveniles, y planteaban, bastante persuasivamente, que las personas menores de 18 años merecían una segunda oportunidad en el sistema judicial. Los autores de la carta son Bernadine Dohrn de la Escuela de Leyes de Northwetsern University y Bill Ayers del Departamento de Educación de la University of Illinois, en Chicago, quienes han publicado ampliamente acerca del sistema de justicia juvenil norteamericano y apoyan la postura de Steinberg y Scott.

Las otras dos cartas responden al artículo de Monisha Pasupathi y Cecilia Wainryb, el que explora el rol de la narrativa en el desarrollo de la agencia moral. La primera la escribe Judith Smetana, y Marc Jambon provee comentarios adicionales. La segunda es de las mismas Pasupathi y Wainryb y responde a los comentarios hechos a su trabajo por Marc Tappan y Daniel Lapsley que aparecieron en el número 2 del journal.

La carta de Smetana y Jambon hace algunas críticas al artículo de Pasupathi y Wainryb y cuestiona 1) la claridad de la definición de agencia moral que usan las autoras, y 2) la necesidad de privilegiar las narrativas morales en el proceso de construcción de la agencia moral. Si bien las narrativas -entendidas como el compartir las propias historias con otros- son fundamentales en la infancia, no queda tan claro que su importancia sea la misma durante la adolescencia, ni cuál es su rol en la vida adolescente cuando estos tienen que enfrentar situaciones del día a día que no constituyen experiencias de auto-definición. En otras palabras, los autores de esta carta no creen que la construcción de la agencia moral dependa exclusivamente de las narrativas morales. Finalmente, los autores argumentan que la agencia moral puede estar también implicada en situaciones en las que el individuo no reconoce siquiera que ha ocurrido una transgresión moral, lo que haría difícil para los investigadores decidir si ha ocurrido o no dicha trasgresión, y si esta está o no implicada en el sentido de agencia moral del individuo.

En la carta final que las mismas Pasupathi y Wainryb escriben en referencia a los comentarios recibidos por Tappan y Lapsley, indican que estos vienen de una tradición distinta a la que ellas asumen en su artículo. Lapsey parte del supuesto que la agencia moral es construída por cierto tipo de personas, personas morales con un gran compromiso con la moralidad, el que está profundamente enraizado como un componente fundacional de la comprensión del sí mismo. Es una aproximación que se apoya en las diferencias individuales y se centra en entender el “hacer el bien”, y en ese sentido “más” agencia moral es mejor que menos agencia moral (el paradigma es el estudio de los “moral exemplars”, los que son luego comparados con personas comunes y corrientes, etc.). Sin embargo, las autoras parten del supuesto de que todos tenemos agencia moral, y mantienen que en lugar de enfatizar las diferencias entre los “moral exemplars” y todos aquellos que son (somos) menos ejemplares, sería más efectivo para entender los procesos normativos de la agencia moral explorar lo que los moral exemplars tienen en común con el resto de mortales.

Siempre invito a revisar este journal, que me parece uno de los mejores que tenemos a disposición para temas de desarrollo humano.

Puntuación: 5.00 / Votos: 1

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