Una de las cosas que siempre ha llamado mi atención es la dificultad que parecen tener algunas personas para conferirles la categoría de seres humanos a cierto grupo de individuos, y para reconocerles sus derechos fundamentales. Cuando hablamos de ello en alguna de mis clases, siempre hay estudiantes que dicen algo asi como: “pero si alguien es terrorista y mató a inocentes, no tiene derecho a vivir”, “un violador de niños no tiene derecho a vivir”, y etc.
Ese manera de reconocer los derechos humanos a algunas personas y no a todas es expresión de un sesgo de pensamiento que, en mi opinión, consiste en no reconocer la identidad de ser humano como la identidad fundamental, mayor y más abarcadora que las identidades particulares. Es no querer ver que se es persona en primer lugar, y luego violador, terrorista, literato o asesino (incluyo lo de literato aquí porque alguna vez oí decir a un escritor la barbaridad siguiente: que él era primero escritor, que eso era lo más importante para él, y que todo lo demás debía supeditarse a eso, y que si por lo tanto para escribir “su obra” debía ver que alguien sufría sin ayudarlo, porque eso lo inspiraba para crear, pues no ayudarlo y nutrirse de su sufrimiento estaba plenamente justificado porque la obra es lo fundamental en la vida de un narrador).
La pregunta es: ¿Qué tipo de ejercicio cognitivo y afectivo están dejando de hacer las escuelas y las familias para que los estudiantes piensen de este modo?
A partir de cuando el simplisimo hecho de amar a alguien es "ejercicio"?
SM.
Hola, Susana: Pues no me sorprende tanto. El caso que señalas es grave, porque se trata de gente con educación y que, a pesar de ella, no es capaz de estructurar un juicio ético complejo. No estoy diciendo que uno deba necesariamente estar en contra de la pena de muerte, pero debería ser capaz de ofrecer mejores razones.
Yo creo que las personas que reaccionan de esta manera confunden el plano de los sentimientos personales (absolutamente válidos) con el de la justicia. Si alguien tocara a una persona que yo quiero, o si alguien cometiera un crimen aberrante, me sentiría con todo el derecho de tener sentimientos de venganza. Hay actos como el infanticidio, la violación, el genocidio y la pederastia que, sin ninguna duda, son capaces de sacar lo peor de mí. Pero las emociones que yo sienta son totalmente diferentes del sentido de justicia. La sociedad no podría sobrevivir si cada quien quisiera tomar la justicia por su propia mano como tampoco puede dignificarse recurriendo a la indignidad. El debate sobre qué hacer con los criminales más avezados debería manejarse dentro de otras coordenadas. Pero es muy difícil razonar cuando las emociones son tan fuertes.
De acuerdo contigo Daniel, efectivamente pienso que la gente se deja a veces llevar por la emoción, y eso perturba su razonamiento.
No es raro escuchar el sentimiento de venganza contra los terroristas, por que la sociedad peruana está contaminada de justificaciones que calmen su necesidad de justicia, al extremo de pedir un nuevo gobierno de A. Fujimori. El caldo de cultivo deesta forma de pensar lo podemos encontrar en diversas partes, por ejmplo en la escuela cuando se castiga a los estudiantes si escuchar sus justificaciones, en la sociedad cuando los vecinos castigan cruelmente a un ladron sin hacerle un juicio, y esto se da porque no hay modelo de impartir justicia, se ve que es ciega y con balanza inclinada, entonces se desorienta el sentido de lo justo, fluyen las pasiones y se actúa olvidando el respeto a la vida, intrinseco a la naturaleza humana. Una sociedad sin un sistema de valores que impulse el respeto a la vida, es una sociedad que hace cualquier cosa por satisfacer necesidades personales por encima del bien común,se tira una cáscara de plátano sin importar que otro puede caer.
la capacidad crítica, no estamos ayudándonos a desaprender para aprender, peor aún, no tomamos en cuenta la visióon del otro. Hay incremento acelerado de la visión tubular.
Orlando Tipismana