Lluís Tó SJ

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Alessandra denunció los abusos del padre Tó cuando tenía ocho años (3Cat)

La alumna que sentó al jesuita Lluís Tó en el banquillo de los acusados

Alessandra Martín, que tenía 8 años cuando denunció los abusos sexuales del padre jesuita, participa en el documental “La fuga“, coproducido por 3Cat

Habla por primera vez la víctima que sentó al jesuita Lluís Tó en el banquillo de los acusados.
Tenía el proyecto en mente, puesto en la bandeja de salida pero sin fecha en el calendario: un día haría un documental sobre los abusos sexuales que sufrió de pequeña en los jesuitas de Sarrià, en el colegio Sant Ignasi de Barcelona. Ahora sabe que la Compañía de Jesús tenía constancia, desde 1968, de que Lluís Tó, su abusador, era un depredador sexual. Lo han reconocido en el mismo documental en el que ella ha participado.
Alessandra Martín accedió enseguida a colaborar en “La fuga” cuando los autores del largometraje consiguieron identificarla como la niña que sentó en el banquillo de los acusados, en 1992, al jesuita Lluís Tó.
Alessandra tiene 40 años, es periodista y trabaja en el canal internacional NTN24 en Miami.
No pudo terminar la primaria en los jesuitas. Ni terminar el tercer curso, de hecho. Porque un día se atrevió a explicar a su madre qué le pasaba durante las sesiones de catecismo con el padre Lluís Tó.
Compartía estas sesiones con un compañero de clase, Xavier Comas, que, como ella, debía prepararse para hacer la comunión.
“A mí siempre me decía que me pusiera en el ordenador de cara a la pared. Y me hacía marchar antes. Yo me esperaba siempre abajo. Y ella salía al cabo de cinco o diez minutos, siempre llorando”.
El día que Alessandra se lo contó todo a sus padres fue el último que fue al colegio. Al Sant Ignasi le enseñaron la puerta de salida y los padres de Alessandra llamaron a los Mossos.
“Mis padres tomaron una decisión insólita en aquella época. Bueno, dos: me creyeron y me dijeron que aquello era un delito que debía denunciarse para que no hubiera más víctimas”.
Inmediatamente, la dirección del centro envió una carta a la comunidad educativa de apoyo incondicional al cura que ponía en duda la versión de la niña, que entonces tenía 8 años: “Lluís, tan querido por nosotros, lleva más de 25 años en el centro y ha realizado siempre una gran labor, sumamente apreciada por las familias y colaboradores. Creemos que en bien de Lluís y también del centro y de su tarea educativa, es deseable una máxima normalidad en la gestión ordinaria de la escuela y, al mismo tiempo, la mayor discreción entre todos nosotros”.
Los jesuitas ya sabían entonces, de hecho desde 1968, que Tó era un depredador sexual.
El acoso a la víctima
La familia contactó con el abogado Francesc Jufresa, que recuerda con estupefacción esa etapa de su carrera profesional.
“Recibí llamadas de muchas personas muy conocidas e importantes de esta ciudad, que me pedían o incluso me exigían: ‘Francisco, no puede ser. Contra el padre Tó, no'”.
En el juicio, la defensa de Alessandra contó con el testimonio de dos exalumnos del San Ignacio, víctimas también de Tó. En la resolución final, la jueza que presidió el tribunal, la actual ministra de Defensa Margarita Robles, admite que no puede pronunciarse porque, en estos dos casos, los delitos ya habían prescrito.
Durante el rodaje de “La fuga”, Alessandra se implicó en la búsqueda de los documentos y los archivos judiciales que se utilizaron.
Por primera vez ha podido leer el argumentario de los jesuitas. Por ejemplo, una comunicación de la directora de primaria que la define como una niña inquieta, nerviosa, que le costaba sentarse…posturas extrañas y gestos exageradamente ‘coquetones’. “Leer esto me ha hecho mucho daño. No sólo sufres un abuso sexual de un religioso… es que era mi maestra, mi escuela”.
También descubre que el colegio dio los dibujos que había hecho en el aula al abogado de la parte contraria, al defensor de Tó, para que los utilizara para poner en duda su versión y acusarla de fabular. Pero la jueza Robles no les dio credibilidad.
Algunos de los dibujos que la escuela dio a la defensa de TóAlgunos de los dibujos que la escuela dio a la defensa de Tó (3Cat).

No le han pedido perdón

Alessandra explica que nunca se han puesto en contacto con ella para pedirle perdón.
“Como periodista me encantaría tener por delante la institución de los jesuitas. Poder preguntar al director, Francesc Xicoy, por qué nos dieron la espalda a mis padres ya mí, una niña de 8 años”.
La sentencia fue condenatoria: 2 años de cárcel que el padre Tó no llegó a cumplir porque carecía de antecedentes penales, y la prohibición de tener contacto con menores durante más de 4,000 días. “Esta parte nunca se ejecutó”, puntualiza el abogado.
El mismo año 1992 Lluís Tó es enviado a Bolivia, donde pasa por diferentes parroquias y, según uno de los testimonios del documental “La fuga”, sigue abusando de criaturas.
A Alessandra la noticia le remueve las tripas: “O sea, que nada de lo que hicimos sirvió de nada?”.
El delegado de los jesuitas en Catalunya, Pau Vidal, asegura que al cura no le encomendaron ningún trabajo con niños: “Ahora, comprenderá que sería muy poco realista decir que durante 25 años esta persona no tuvo contacto con menores, ya que tenía actividades pastorales y actividades parroquiales y de otra naturaleza”.

Mea culpa jesuita, siete años después de la muerte de Tó

Alessandra recuerda que la muerte de Tó, en el 2017, le provocó miedo porque hubiera querido encararse algún día. No descarta continuar su búsqueda sobre los abusos a los jesuitas una vez liberada del peso que ha llevado encima hasta que ha sido mayor.
No quiero ser Alessandra Martín víctima o superviviente de unos abusos sexuales. Pero ya tengo 40 años, no me siento sucia y creo que hay que seguir depurando responsabilidades“, explica.
He vivido en Madrid, Bruselas, Buenos Aires, Chicago, Miami… Ninguno de mis amigos sabe nada. No lo he contado hasta ahora porque sientes vergüenza y no he querido que esta historia me definiera“.
Vidal, de los jesuitas, entona ahora el mea culpa: “Treinta años después miramos atrás y decimos: ‘Cómo es que esta cultura de silencio, esta cultura de ocultación, no nos dejó ver, no sólo la parte luminosa, agradable, de ‘esa persona, sino esa parte oscura, es decir, esa parte de un depredador sexual que durante demasiadas décadas tuvimos entre nosotros?”
Un mea culpa de que llega décadas tarde.

“Se protegían y se encubrían”

“La fuga” recoge la indignación de Jordi de la Mata, el primero en denunciar los abusos en Catalunya y víctima de los padres Pere Sala y de Lluís Tó, este último agresor también de Alessandra Martín.
Y de Enric Soler y Laura Calzada, víctimas de Francesc Peris -retirado de la docencia en el 2005- cuando saben que ambos fueron enviados a centros de los jesuitas en Bolivia y siguieron atacando a niños y niñas.
“En total, 400 menores han sido víctimas de agresiones sexuales”.
Lo explica José Luís Gareca, abogado de los exalumnos de los colegios de los jesuitas en Bolivia: “Estamos hablando de los padres Alfonso Pedrajas, Carlos Villamil, Peris, Tono, Francisco Pifarrer…”Francesc Peris, “Xesco”, acumula denuncias de víctimas en Bolivia y en Barcelona (3Cat)
“Como institución no hicieron nada”. Los reubicaban. Se protegían y se encubrían. Aquí te han enganchado, porque te llevamos a otro sitio”, asegura una de las víctimas bolivianas.

¿Qué dicen los jesuitas?

La compañía de Jesús lo niega. “El caso de Tó fue un grave error del que pedimos perdón”, rebate Pau Vidal, delegado de los Jesuitas por Catalunya.
Esto no quiere decir que Bolivia se convirtiera en un lugar, si me permite decirlo, para aparcar a las personas que tenían problemas aquí en Cataluña“.
Muchos de los alumnos y familias afectadas han constituido asociaciones para llevar a los tribunales a los abusadores que todavía están vivos y sus responsables dentro de la Compañía y pedir una reparación. La mayoría están muertos. Francesc Peris envejece en una residencia fuera de Cataluña. Sus delitos ya han prescrito.
Ellos están haciendo los procesos penales a los fallecidos. Y a los vivos les han permitido huir, como el ‘Xesco’ Peris“, sentencia JLGareca.
Fuente: www.ccma.cat

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