Los privilegios del ‘Lagarto’

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Por MIGUEL RAMÍREZ– Diario Trome.
Las imágenes que pasó la televisión el miércoles pasado parecían extraídas de una de las películas de Netflix, sobre las caletas que utilizaban los célebres narcotraficantes para esconder su dinero.
Pero eran reales. Un ex funcionario público, desesperado para no ir a prisión, aceptó ser colaborador eficaz. Como muestra de su arrepentimiento y su compromiso con decir la verdad, llevó a los policías y fiscales a su casa. Allí les entregó ¡medio millón de soles en efectivo que los tenía encaletados!
El protagonista es Alcides Villafuerte, exgerente de Obras de Provías Descentralizado (PVD), quien formaba parte de la red de corrupción liderada, según la Fiscalía, por el expresidente Martín Vizcarra, el ‘Lagarto’, durante su gobierno (2018-2020).
De acuerdo con las indagaciones, Villafuerte contactaba a los empresarios y recolectaba el dinero de las coimas que cobraban, a cambio de obras públicas. Después se lo daba a su jefe Carlos Revilla, hombre de confianza de Vizcarra, ‘quien luego lo hacía llegar a las altas esferas’, en alusión al exmandatario.
El PVD -que dependía del Ministerio de Transportes (MTC) y que Vizcarra digitaba desde que era ministro de ese portafolio- era una madriguera de ladrones. Allí se decidía a qué empresas se otorgaban las millonarias construcciones. La Fiscalía se ha centrado específicamente en tres de ellas que costaron S/278 millones. La coima fue de S/3.6 millones.
Hasta hoy son siete los testimonios, incluido el de Alcides Villafuerte, que incriminan a Vizcarra en la recepción de las suculentas coimas.
La pregunta del millón de dólares es ¿por qué a Vizcarra, pese a esas graves imputaciones, no le pasa nada? Es más, se pasea orondo por las calles, tiene un programa YouTube y hace TikTok despreciables de su vida cotidiana.
Los privilegios de los que goza se los atribuyen al otrora todopoderoso fiscal Rafael Vela y a su cuestionado Equipo Especial del caso Lava Jato. A mediados del 2020, Germán Juárez, uno de sus subalternos, recibió la declaración de un colaborador eficaz. Este narró, con lujo de detalles, que cuando Vizcarra era gobernador de Moquegua (2011-2014) recibió sobornos por un monto de 2.3 millones de soles de las empresas ICCGSA y Obrainsa. Por esa y otras delaciones más el Congreso lo vacó por ‘incapacidad moral’.
Pese a ello, el grupo de Vela jamás solicitó medidas restrictivas severísimas, como sí lo hizo contra los expresidentes Ollanta Humala, Alan García y Pedro Pablo Kuczynski. Ollanta fue apresado junto con su esposa, García se suicidó cuando iba a ser detenido y PPK fue confinado en su domicilio por largo tiempo y sin un sol en el bolsillo, pues sus cuentas bancarias fueron embargadas. ¿Se acuerdan?
Con Vizcarra existe una antigua y sospechosa permisividad. Lo mismo ocurre con la exalcaldesa de Lima, Susana Villarán, quien pese a haber reconocido que recibió coimas de la corrupta Odebrecht veranea en una playa de Lima. En algún momento estos fiscales, que se creían intocables, tendrán que rendirle cuentas al país.

La victimitis de Gorriti

Por Martha Meier Miró Quesada- Diario EXPRESO.
Gustavo Gorriti padece de cáncer linfático hace buen tiempo, pero necesita victimizarse. Por eso lo reveló en entrevista con una Rosa María Palacios de ojos aguados. Nadie se regocija con su enfermedad, más bien se desea su pronta recuperación y una larga vida para que le pida perdón al Perú. Prostituyó el periodismo al punto de convertirlo en una mera aplanadora de honras, armamento de persecución política contra sus enemigos imaginarios y en un mecanismo para concentrar poder. Pero Gorriti es Gorriti y aunque la muerte le toque el hombro, mostró su palidez en la entrevista sin disposición de abandonar la ponzoña. Trató de defenderse de las denuncias que hoy recaen sobre él: como algo que “pertenece al ámbito de lo psiquiátrico”.
Este inmisericorde hizo que el presidente Alberto Fujimori volviera a prisión cuando el indulto de Pedro Pablo Kuczynski, pese a que se trataba de un hombre ya anciano que padece cáncer, como él, entre otras enfermedades. Se encargó de movilizar a una serie de desadaptados y fracasados para que Uruguay negara asilo político al dos veces presidente del Perú, Alan García; luego utilizó su perversa telaraña de poder para cercarlo hasta empujarlo al suicidio. Fujimori hoy está libre y pasará los años que le quedan con su familia y gozando del agradecimiento de la gente de a pie. Alan García, el mejor presidente peruano de lo que va del siglo XXI, no está entre nosotros para defenderse de las patrañas promovidas por Gorriti y los integrantes de su secta de la doble vara.
Aldo Mariátegui describe a Gorriti como un “activista político que ha usado al periodismo como herramienta para manipular a la Fiscalía en contra de otros. Ha utilizado la data no para informar al público, sino para demoler sistemáticamente a los que aborrecía políticamente“. ¡Los caviares están muy podridos si creen que mangonear así al Ministerio Público es ser “periodista”! Aduce que “la ultraderecha” ha conspirado contra él. “La verdad de su proceder no ha salido de ‘la ultraderecha’, sino de un allegado que conspiró junto con él”.
Desde su ONG IDL, ha fungido de fiscal, juez y policía. Pretendió ser un presidente en la sombra sin que nadie lo eligiera. El fiscal José Domingo Pérez, uno de sus fieles, dice que Gorriti es el “mejor periodista de investigación del mundo”, cuando está a punto de corroborarse que la periodista del IDL, Romina Mella, tenía un escritorio en las oficinas de ese fiscal y acceso privilegiado a investigaciones reservadas.
Gorriti es un desestabilizador profesional, por eso fue deportado de Panamá. Es el creador de la gran leyenda negra del fujimorismo y del alanismo. Mantiene infiltrados en los medios más importantes y les dicta qué decir y qué callar, a quién chancar y a quién ensalzar.
Ahora el lobo quiere hacerse pasar por un chihuahua vulnerable. Nadie le cree. Y todo gracias al destape de la periodista Milagros Leiva, en Willax, canal al que califica de “letrina”. ¡Ja!

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