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Por Eduardo Palomino Thompson- Doctor en Educación.
6.- BENEDICTO XVI: UN PAPA Y TEÓLOGO NOTABLE Y UN EXIMIO EDUCADOR
INTRODUCCIÓN
Aunque muchos católicos conocíamos sus valores y le teníamos un gran cariño, el fallecimiento del Papa Benedicto XVI ha impactado al mundo entero y ha hecho ver una vez más su inmenso valor como persona, intelectual y hombre profundamente religioso, pero también como un eminente educador de la fe y un eximio teólogo que seguramente merecerá con el tiempo ser declarado Doctor de la Iglesia, así como por su vida santa adherida profundamente a Dios.
Un Papa, básicamente, es el Vicario de Cristo y su representante. Es aquel cuyo Magisterio corresponde seguir a los que nos confesamos católicos. Su Misión se enfoca, fundamentalmente, a mantener incólume el depósito de la fe y a conducir a los hombres a Dios por medio de Jesucristo y de su Iglesia, teniendo en cuenta la Revelación, la Tradición y el Magisterio inmediato anterior. Su tarea es: “Confirma a tus hermanos en la fe” (Lc. 22, 31). Cada Papa enfrenta esta compleja tarea teniendo en cuenta los tiempos que le toca vivir, para lo cual tiene muy presente el contexto mundial del momento: ético, cultural, político, religioso, etc. Demás decir que cada Papa tiene características personales y una visión peculiar de lo que la Iglesia necesita, lo cual es también muy importante para la forma en que considera debe conducir la Iglesia. Asimismo, escucha en la oración lo que el Espíritu Santo le inspira para guiar mejor al pueblo de Dios. Sus colaboradores también son elementos importantes y dan luces a su visión de las necesidades eclesiales y ayudan en la acción pastoral que desarrolla.
Como es muy lógico todo Papa, por su misma Misión, debe ser teólogo y educador, a fin de saber hacia dónde debe guiar a la Iglesia doctrinalmente y qué acciones pastorales de conducción debe ejecutar. Es evidente que en Benedicto XVI ambas características, teólogo y educador, resaltaron de manera sobresaliente. Distintos Papas han sido brillantes en otros aspectos y han actuado de manera muy significativa, pero es muy claro que él tuvo las dos características mencionadas de manera relevante y en una dimensión nada común.
UNA ELECCIÓN AL MARGEN DE ALGUNAS LÓGICAS.
La elección de Benedicto XVI, aunque no sorprendió debido a su amplia y brillante trayectoria, sí significó la superación de varias importantes “vallas” que hacían dudar de su elección ya que, tradicionalmente, suelen disuadir a los votantes. Algunas de ellas:
A) La edad de 78 años. En los dos últimos siglos hubo un único caso similar: Juan XXIII. La edad más frecuente de elección suele ser entre los 58 y 68 años.
B) El hecho de que el Cardenal Joseph Ratzinger era, al momento de su elección, el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (digamos el Ministerio del Interior de la Iglesia), la cual tiene como una de sus misiones fundamentales: estudiar y cuestionar lo que se considera incompatible con la doctrina ortodoxa entre los planteamientos teológicos que van apareciendo en la Iglesia y en la sociedad. Ello implica, obviamente, salir al frente, con cierta frecuencia, ante doctrinas y teólogos. Todo esto “quema” en cierta forma a la persona que lo preside y al propio dicasterio vaticano, haciéndolos objeto de no pocas críticas.
C) La nacionalidad alemana de Benedicto XVI, lo que le hizo decir a su hermano el sacerdote Georg Ratzinger, que no iba a salir elegido porque cómo iban a elegir a un Papa alemán (los alemanes suelen sentirse mal por todo lo que aconteció en las guerras mundiales del siglo anterior).
D) Por las posturas firmes, tildadas de conservadoras, en su actuación como cardenal y en sus planteamientos teológicos ante: el aborto, el matrimonio de los sacerdotes, la conservación del latín en la Liturgia, la pederastia, y otros.
E) La mala imagen que desde hace décadas se hizo de su persona por parte de liberales, socialistas, católicos progresistas, y otros, valiéndose de manera notable de los medios de comunicación de las mismas tendencias. Todos ellos deseaban un Papa “a la medida de sus ideas” y no un Papa que conduzca la Iglesia por el sendero que Cristo le ha señalado. No olvidemos que incluso el Cardenal Ratzinger enfrentó, con gran respeto, pero con vigor, posiciones como las de la Teología de la Liberación con “préstamos del marxismo”, así como el relativismo de la sociedad, las posiciones inadecuadamente laicistas de diversos gobiernos, la permisividad, y otros.
F) El hecho de haber sido el brazo derecho de Juan Pablo II y el mentor intelectual y teológico principal, todo lo cual hace que a veces se deseen “nuevos aires e ideas”.
Pese a todo lo manifestado, su calidad religiosa y personal, preparación teológica y conocimiento de la realidad eclesial e internacional, lo hicieron el candidato más voceado y el favorito, según se pudo constatar en los días previos a la elección.
Quiere decir que sus cualidades eran tan sobresalientes que ellas superaban las múltiples “vallas” que podían impedir su elección.
A la hora del Cónclave, y pese a que “quien entra Papa sale Cardenal”, Joseph Ratzinger fue elegido Papa en una muy temprana cuarta votación, lo que manifiesta el rápido consenso sobre su persona en el colegio cardenalicio, pese a las “vallas” de edad, nacionalidad, ideas doctrinales, y otras, ya manifestadas.
CALIDADES Y VALORES “AGREGADOS” DEL CARDENAL RATZINGER.
Pero, ¿cuáles fueron las características más saltantes de Benedicto XVI que motivaron su elección pese a aspectos que hubieran hecho pensar lo contrario?
A) Un inigualable conocimiento de lo que sucedía en la Iglesia Católica, tanto doctrinal como pastoralmente, gracias especialmente a su cargo, el cual le permitió un contacto, por más de veinte años, con las más variadas doctrinas teológicas y con la realidad eclesial de cada país, gracias a los informes y contactos directos con los Obispos de todas las Conferencias Episcopales del mundo a su paso por el Vaticano en la visita “Ad Limina Apostolorum” de cada cinco años. Posiblemente ningún Papa de la última centuria, y más, tuvo al respecto una posición tan favorable para estar perfectamente informado de lo que pasaba en el interior de la Iglesia Católica.
B) Al ser teólogo asesor del Cardenal de Munich en el Vaticano II, participó activamente en los debates doctrinales y en la elaboración de la documentación de este excepcional evento eclesial, por lo que se imbuyó totalmente de sus planteamientos e influyó en el mismo.
C) Porque muchos deseaban que se siguieran las líneas de Juan Pablo II. En este caso, él era el hombre indicado por su cercanía doctrinal y haber sido siempre consultado en todo documento importante por decisión del propio Papa. Era por tanto una garantía de continuidad en cuanto a las orientaciones eclesiales del Vaticano II.
D) Por ser seguramente el teólogo ortodoxo más reputado de la Iglesia Católica, gracias a los innumerables y excepcionales aportes realizados en sus decenas de libros y centenares de artículos en revistas especializadas, todos ellos ampliamente conocidos en los seminarios y círculos de estudio de los especialistas católicos.
E) Por ser reconocido como un intelectual de primer nivel en el mundo incluso laico. Así, desde 1992, era miembro de la más reconocida Academia intelectual del mundo: La Academia de Francia, dentro del Instituto de Ciencias Morales y Políticas. Justamente en su peregrinación a Lourdes visitó la Academia que frecuentaba y de la que era miembro de número.
Otro caso que mostró su altura intelectual es el que ocurrió en la celebración de los varios centenarios de una prestigiosa Universidad alemana a inicios de siglo. Invitado el famoso filósofo Habermas a hablar, dio su aprobación siempre y cuando el diálogo magistral fuera con el Cardenal Ratzinger, el mismo que aceptó gustoso, llevándose a cabo un amigable y elevado debate intelectual ante cerca de tres mil profesores y estudiantes.
F) Por ser reconocido como una persona amable y dialogante en el debate teológico y en la vida personal, pero al mismo tiempo firme y fundamentado defensor de los planteamientos católicos que proceden de las Escrituras y de la Tradición.
G) Por ser un hombre profundamente religioso, con una piedad fundada en Jesucristo, María y el Evangelio, y con una rara humildad para un hombre tan sabio.
Estos elementos jugaron un papel decisivo en la elección de Benedicto XVI en el Cónclave de 2005.
BENEDICTO XVI EDUCADOR.
Todo Pontífice es educador por su propia Misión, pero algunos pueden tenerlo como carisma más específico. Se ha dicho que a Juan Pablo II la gente acudía “a verle”; en cambio a Benedicto XVI acudía “a escucharle”.
Al Papa Benedicto XVI se le reconocía desde hacía décadas sobre todo por su calidad de “teólogo ortodoxo”, pero luego también se le empieza a reconocer por su fisonomía de “educador”; sobre todo de la fe, pero también del mundo intelectual y político.
En efecto, así como su vocación sacerdotal fue muy clara desde joven, se podría decir que su vocación de educador emerge muy tempranamente al dedicarse de lleno, desde sus inicios sacerdotales, a la enseñanza teológica y a la elaboración de libros y artículos. De esa primera época es su famosa “Introducción al Cristianismo”, un verdadero “best seller” en los seminarios del mundo por varias décadas. También su activa participación fundacional, con los mejores teólogos del momento, en la famosa revista “Concilium” (1972), de la que luego se separaría por discrepancias doctrinales por la orientación que tomaba la revista. Sus numerosas publicaciones en las tres décadas siguientes, incluyendo las entrevistas en que hace un diagnóstico de la fe (V. Messori: “Informe de la Fe”); su Homilía en vísperas del Cónclave haciendo un lúcido análisis de la situación de la Iglesia y ayudando en entender sus prioridades.
Asimismo, su vida de “Jesús de Nazareth” (3 tomos) tan teológica y espiritual buscando por encima de todo el seguimiento de Jesús. Todo ello muestra su desbordante pasión magisterial.
Su vocación educadora le lleva, desde muy joven, a enseñar teología en hasta 4 importantes universidades públicas alemanas. Según, se dice, sus clases estaban llenas de alumnos deseosos de escuchar a uno de los grandes teólogos del Vaticano II y prominente autor de investigaciones, así como maestro que sabía hacerse entender debido a un estilo con un lenguaje muy claro, asequible para los no tan doctos y lleno de interrogantes que él mismo buscaba aclarar. Su estilo de alguna manera socrático y participativo, amén del respeto y amabilidad que son tan claros en su proceder, lo hizo un profesor excelente y deseado; un verdadero educador.
Ya de Sumo Pontífice, basta leer sus dos primeras Encíclicas: “Deus Caritas est” y “Spe salvi”, así como sus escritos o discursos como Papa, para ver en todos los textos su esfuerzo por hacerse entender y para que nada quede oscuro; para que la explicación sea razonable y convenza a quienes le escuchan. Fue un hombre de gran fe, pero también muy racional.
Su lenguaje es muy claro en cuanto expresa lo que quiere que llegue al pueblo de Dios y, en este aspecto, ciertamente más claro que Juan Pablo II. En estos casos puede ser seguido con mucha facilidad, así por ejemplo en las encíclicas. Igualmente, en sus catequesis de las audiencias de los miércoles. Por profundo que sea el tema, sabe dar un sentido coloquial sin dejar de lado el centro del mensaje que desea presentar.
Lógicamente no sucede lo mismo con los discursos en universidades, centros de cultura, y otros, donde la exigencia de profundidad requiere términos y conceptos mucho más sólidos que devienen, forzosamente, en una mayor dificultad en su comprensión debido a su misma naturaleza. En estos discursos magistrales su reflexión y agudeza de pensamiento nadie la ha puesto en duda. Hasta quienes lo han criticado han dicho repetidamente “es muy inteligente”.
Hay personas que, en su afán instructivo, tratan de impactar los sentidos. Benedicto XVI buscaba más bien convencer y hacer ver los aspectos centrales del mensaje. Su preparación teológica y cultural le hacía ir a lo esencial de los mismos y lo plasmaba con frases excelentes que se graban fácilmente en la mente y el corazón. En todo momento buscaba que lo que planteaba se tradujera en actitudes y comportamientos que tuvieran como norte, centralmente, a Jesucristo, a quien siempre invitaba a seguir.
UN PAPA TEÓLOGO QUE QUISO ACERCAR A LOS HOMBRES Y AL MUNDO A DIOS.
Otro aspecto fundamental de su labor educadora ha sido su visible esfuerzo por acercar a los hombres y al mundo a Dios.
Hace más de 60 años, cuando surge la idea del Concilio (Juan XXIII), y en su mismo desarrollo y conclusiones, el gran deseo era que la Iglesia Católica y los católicos nos acerquemos al mundo porque, según se decía, estábamos muy distantes de él, no lo comprendíamos, sólo lo atacábamos y condenábamos.
El Vaticano II lo hizo de manera notable (recordemos “Gaudium et Spes”), tanto en textos como en múltiples planteamientos para actitudes y comportamientos adecuados. Tal vez en ciertos momentos se fue muy lejos en el acercamiento al mundo y, como diría Pablo VI, “el humo de Satanás se ha introducido en la Iglesia”, creándose no pocos problemas de todo orden. Pero hubo un real y necesario acercamiento al mundo, aunque éste lo consideró insuficiente. En el fondo nunca el “mundo” y los hombres quedan satisfechos, ya que no pocos desean que la “mundanidad” y “permisividad” entren a la Iglesia, lo cual no es dable.
Sin negar en absoluto esta necesidad de un acercamiento al mundo, Benedicto XVI tomó también otro camino muy importante: buscar que el mundo y los católicos nos acerquemos a Dios y a la Iglesia, lo que fue haciendo permanentemente. Al mismo tiempo, recordó sin descanso que el mundo de la cultura y la política de las naciones no debe olvidar su raigambre espiritual y, en el caso de Europa, sus raíces cristianas. Su profundo sentido educador es visible, pero, sobre todo, en la línea de que los hombres se acerquen a Jesucristo.
Quienes lo conocieron dicen que Benedicto XVI era una persona más bien algo tímida; lo que no quiere decir que fuera temeroso o no fuera valiente. En efecto, durante su vida, cuando vio algo que consideró inconveniente no dejó de salir al frente con respeto y amabilidad, pero con decisión. Es el caso de diversas teologías peligrosas; la guerra santa que promueven algunos sectores musulmanes; el constante cuestionamiento al relativismo de la humanidad; la pederastia; y otros.
ÉNFASIS CULTURALES Y POLÍTICOS DE BENEDICTO XVI.
En su activa labor educativa, ¿cuáles son los tópicos en los que más insistió el Papa Ratzinger? En verdad los numerosos e importantes mensajes del Papa han tocado muchos aspectos sustantivos que muestran sus inquietudes y énfasis. Se señalará solamente algunos que parecen recurrentes y sobre los cuales puso un especial esfuerzo educador:
• Hacer ver que las religiones no pueden matar en nombre de Dios ni promover desde la fe nada semejante. Dios no puede estar a favor de la violencia. Lo hizo especialmente en Ratisbona, en su distorsionado discurso con alusiones a Mahoma; aunque también en ocasiones posteriores.
• Que las Naciones Unidas deben promover también el derecho humano a la libertad religiosa (discurso en la Naciones Unidas, 2008), lo que requiere también una revisión de la laicidad, como lo ha insistido en su vista a 2008 Francia ante Sarkozy, tomando el concepto de éste de “laicidad positiva”.
• Que el mundo ha caído en un relativismo muy peligroso que socava a la propia persona y a la sociedad; que el respeto y la compresión no deben olvidar la búsqueda de la verdad.
-La insistencia en que la fe no es contraria a la razón, lo central en el discurso de Ratisbona, y que la razón no puede querer someter a la fe a sus concepciones positivistas. Es más, que la búsqueda de Dios “sigue siendo el fundamento de toda verdadera cultura” (Discurso ante la intelectualidad francesa, 2008).
• Una clara insistencia en las raíces cristianas de Europa y en los peligros que entraña su olvido para su propia identidad y desarrollo espiritual y general (Encuentro del Papa con las autoridades francesas, 2008).
-La gran preocupación ecuménica por la Unidad de los Cristianos, recordando frecuentemente lo del Señor: “Que todos sean uno…” “y escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo Pastor…” (Al inicio de su Pontificado, abril de 2005).
ÉNFASIS TEOLÓGICOS Y ESPIRITUALES DE BENEDICTO XVI.
De cara a la propia Iglesia Católica el Papa mostró también ciertos énfasis, fruto ciertamente de su profundo conocimiento de la misma tanto desde la teología como desde la pastoral, así como desde su profunda espiritualidad.
En la vida es frecuente que personas e instituciones nos desviemos, normalmente sin mala voluntad, de la Misión y objetivos centrales. Es que, con facilidad, nos formalizamos yendo a aspectos muy concretos y secundarios a los cuales asignamos un valor total que no tienen. Es más, los rodeamos de una capa moral y los sacralizamos haciéndolos objeto casi de culto, lo que conlleva que terminen ocultando la verdadera misión y objetivos personales e institucionales.
Dentro de la vida eclesial sucede también esto. En efecto, existen algunas pequeñas desviaciones que traen importantes consecuencias. Por ejemplo, cuando por hacer más llamativa una ceremonia litúrgica se pierde el sentido de su sacralidad, piedad, oración y la compenetración con Dios.
Por ello los Obispos, y en particular el Sumo Pontífice, deben guiar continuamente la Iglesia a fin evitar desvíos y orientar permanentemente por el camino correcto y más espiritual. Benedicto XVI, con sus conocimientos teológicos y contacto continuo con las iglesias diocesanas del mundo puso énfasis especial sobre ciertos aspectos. Así:
-La centralidad del amor a Dios como el corazón de la fe cristiana. El amor al prójimo es efecto de ese amor desbordante, pero no es el centro que desplaza a Dios como creen algunos.
-En el breve resumen que se introdujo en el ataúd del Papa para perpetua memoria figura un párrafo que dice: “Benedicto puso el tema de Dios y el de la fe en el centro de su pontificado, en una búsqueda constante del rostro del Señor Jesucristo y ayudando a todos a conocerlo…”
-La importancia de la esperanza cristiana profundamente unida a la fe (Encíclica “Spes Salvi”)
-El valor de la liturgia y de una liturgia donde el silencio, el misterio y la unión con Dios constituyan, en medio del aprecio al canto litúrgico, un elemento central.
-El seguimiento de Jesús, sin eludir su cruz, como norte preciso de salvación y santidad. Sus escritos sobre “Jesús de Nazareth” y muchas homilías y catequesis muestran esta prioridad.
-La importancia de lo Eucarístico (Documento postsinodal) y Mariano (peregrinación a Lourdes y homilías) en el desarrollo espiritual de los católicos.
-El seguimiento del Vaticano II y del Catecismo de la Iglesia Católica como norte seguro para el desarrollo de una fe lúcida y ortodoxa.
UNA PERSONA HUMILDE Y ESPIRITUAL QUE BUSCABA EL ROSTRO DE DIOS.
Finalmente, un verdadero educador enseña sobre todo con el testimonio de su vida. De Benedicto XVI se ha resaltado mucho su vastísima cultura y su excepcional preparación teológica, así como sus sustanciales escritos. No obstante, esto no es todo. Cada día se descubre más, por diversos testimonios, su profunda espiritualidad, su amabilidad y humildad. Fue una persona que hizo carne en su propia vida lo mucho que supo y defendió.
El director de la Villa Papal de Castel Gandolfo, a donde el Papa se retira en el verano y cuando quiere días de tranquilidad para escribir, (y que ha conocido a los papas desde Pío XII) ha dicho: “De él lo que impresionaba era la extraordinaria delicadeza de ánimo, su extrema sensibilidad, su profunda espiritualidad”. O como decía al inicio de su Pontificado una persona que le conocía bien, “el Papa no tendrá el carisma de Juan Pablo II, pero a medida que pase el tiempo y se le conozca, irá conquistando a la gente por su sabiduría, sencillez y religiosidad”. Así ha sucedido. El aprecio y estima hacia su persona ha ido en aumento incluso siendo ya Papa emérito, lo que todos hemos visto en su fallecimiento y exequias.
Para alegría de todos, dio la feliz coincidencia de que el Señor escogió para gobernar la Iglesia, por casi 8 años, a un gran teólogo y educador, así como a un hombre profundamente religioso. Demos gracias a Dios. Pero nos lo dio casi 10 años más para beneficiarnos de su oración, sencillez y humildad y para ver el maravilloso testimonio final de su vida expresado en sus últimas palabras: “Señor, te amo”. Y para terminar un testimonio:
El blog del vaticanista M. Tosatti nos recoge un bello texto de J. Quarracino: «Gracias Benedicto XVI, por tu incomparable ejemplo sacerdotal. Gracias Benedicto XVI por tu humilde sabiduría y sabia humildad, por haber sabido ser humilde en tu grandeza y grande en tu humildad. No solo hiciste teología de rodillas, sino que dejaste que la Palabra de Dios te moldeara a su imagen, irradiando la Paz que viene de Dios. Gracias por tu impresionante enseñanza que seguirá alimentando nuestras almas y nuestra fe. Gracias por tu hermosa vida sacerdotal a través de la cual haces hablar a Jesucristo con tu palabra y tu ejemplo”.
EN RESUMEN:
«Gracias, Santo Padre Benedicto: te amamos, porque eres el rostro de Dios en el mundo».
7.- CUESTIONAMIENTOS AL SÍNODO ALEMÁN Y OTROS ASPECTOS. SUCEDIÓ LO PREVISTO.
Lo que se veía venir sucedió: el Sínodo alemán, en la misma línea de Lutero, se sublevó contra las Escrituras, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia Católica en varias decisiones que aprobó hace unos meses. Buen número de obispos y laicos mancharon gravemente no solamente la teología católica, sino que desobedecieron abiertamente al Vaticano que, por medio de los muy importantes cardenales Parolin, Ladaria y Ouellet (obviamente actuando con consentimiento del Papa) y la intervención del Nuncio del Papa en Alemania ante el Sínodo alemán, hicieron cuestionamientos procurando detener esta abierta sublevación doctrinal. También en Bélgica y Francia se van apreciando algunas ideas similares que abarcan a obispos y laicos.
El hecho que se tomen decisiones y se apruebe ya la implementación de algunas de ellas por ciertos obispos, pese a ser contrarias a otras centenarias y milenarias de la Iglesia, abre la puerta a que ya no se pueda hablar de una doctrina y fe católica ortodoxa, sino a múltiples y contradictorias creencias en aspectos sustantivos, lo cual es inadmisible y clama al cielo. Es inaceptable y los católicos debemos cuestionarlo ante este atropello a nuestra fe. Es cierto, para consuelo nuestro, que las varias medidas cuestionadas no están aprobadas por el Vaticano, pero sí por el Sínodo alemán. Esperemos que Dios y la sensatez no permitan que se comiencen a ejecutar.
UNA DOCTRINA NO CAMBIABLE.
Tal cual se ha dicho siempre, lo establecido por las Escrituras ni el Santo Padre puede cambiarlo. ¿Qué ha pasado con este deseo de cuestionar la doctrina milenaria y de siempre? ¿Es que vamos a corregir a Jesús? ¿Acaso no hay una tradición expresada por los padres de la Iglesia que está siempre en una línea de continuidad? Existen diversas explicaciones y algunas podrían ser:
a) que las personas, incluso católicas, vamos olvidando que las reglas las pone Dios y no nosotros. Pueden no agradarnos y sentirlas exigentes, pero no olvidemos que el hombre cayó (pecado original) y Dios, misericordiosamente, exige una vida esforzada y con renuncias si queremos la salvación eterna. En otras palabras, esta vida es una prueba y, como los atletas, debemos esforzarnos para obtener la victoria. Dios ha puesto las reglas; no las establecemos nosotros.
b) Existe al parecer buen número de personas católicas que sienten que su fe es la verdadera, pero desean una vida muy placentera y con menos mandamientos y exigencias, por lo que buscan suavizar lo establecido en el Antiguo y Nuevo Testamento.
c) Otras personas no creen en Dios, han perdido su fe católica si la tenían, o son enemigas de lo católico y quisieran su destrucción, pero permanecen de alguna manera en las filas católicas y, desde dentro, desean y trabajan por su aniquilamiento.
d) No faltan ateos o enemigos militantes de la Iglesia (como por ejemplo ciertos masones europeos y comunistas) que buscan su debilitamiento y, para ello, lo mejor es buscar la apostasía o el cisma, por lo que procuran infiltrarla.
Se sabe que la Doctrina Católica no se puede cambiar por votación tal cual se hace en la Constitución de un Estado o en las leyes de un Congreso en cuanto al ordenamiento jurídico. Fue establecida por Jesús, Dios y hombre verdadero. La Iglesia Católica no es una democracia en la cual lo que dice la mayoría es ley y la verdad. Lo que vale y se sigue es lo que Dios ha establecido como la verdad que hay que seguir y cumplir.
Es más, estas votaciones no han sido exclusivamente de obispos, los cuales son los sucesores de los apóstoles, sino también de sacerdotes, laicos hombres y mujeres que no tienen mando espiritual en la Iglesia. Es verdad que ha habido reacciones en la misma Iglesia alemana ante esta extraña situación, por lo que se espera que las varias decisiones inadecuadas no vayan más lejos y sean detenidas en Roma en el Sínodo universal a realizarse en sesiones de los años 2023 y 2024, o por último por el Papa en la Exhortación final que da o no validez al Sínodo, o quita lo que estima no válido para la Iglesia universal.
Es importante anotar que los cardenales del Vaticano mencionados manifiestan, entre otros: “Además, Roma desautoriza la creación del “Consejo Sinodal” como una “nueva estructura de liderazgo para la Iglesia de Alemania, que podría colocarse por encima de la autoridad de la propia Conferencia Episcopal alemana y reemplazarla”. Además, los cardenales también advierten que formar un “consejo sinodal de la diócesis, podría colocarse por encima de la autoridad del obispo dentro de su diócesis”. De este modo, el Vaticano desautoriza la creación de estos comités y refuerza la figura y el papel central de los obispos dentro de la estructura de la Iglesia local.
Rechazos del cardenal George Pell al documento Vaticano sobre el Sínodo.
Paralelamente, el Vaticano emitió un cuadernillo de 45 páginas (2022) que da cuenta de los debates o aportes elaborados en diversas partes del mundo.
Al respecto el cardenal Pell, uno de los eclesiásticos importantes del mundo y del consejo del Papa, muy poco antes de fallecer, dio una entrevista al The Spectator de Londres con una acerba crítica al sínodo de la sinodalidad que se desarrollaba (no el de Alemania, sino el correspondiente a Roma). A continuación, algunas citas textuales de la entrevista al Cardenal:
“El Sínodo de los obispos católicos está ahora construyendo lo que ellos consideran ‘el sueño divino’ de la sinodalidad. Por desgracia, este sueño divino se ha convertido en una pesadilla tóxica, a pesar de las buenas intenciones declaradas de los obispos”.
“Se ha elaborado un cuadernillo de 45 páginas (ahora, 2023, hay uno posterior de 50 páginas) que da cuenta de los debates de la primera fase… celebrados en muchas partes del mundo, y es uno de los documentos más incoherentes jamás enviado desde Roma”.
Asimismo, dice el cardenal: “¿Qué pensar de este popurrí, de esta efusión de buena voluntad de la Nueva Era? No es un resumen de la fe católica ni de las enseñanzas del Nuevo Testamento. Es incompleto, hostil en aspectos significativos a la tradición apostólica y no reconoce en ninguna parte al Nuevo Testamento como la palabra de Dios, normativa para toda enseñanza sobre la fe y la moral. Se ignora el Antiguo Testamento, se rechaza a los patriarcas y no se reconoce la ley de Moisés, incluidos los diez mandamientos”.
Y también: “Los sínodos tienen que elegir si son defensores de la tradición apostólica sobre la fe y moral, o si su discernimiento les obliga a afirmar su soberanía sobre la enseñanza católica”.
Posteriormente a lo mencionado por el cardenal, en junio de 2023 se ha publicado un nuevo “Instrumentum Laboris” que es el que va a guiar la Asamblea de octubre de este año 2023 en el Vaticano. Contiene las propuestas de todo el mundo, varias de ellas inaceptables, pero que se discutirán y votarán en dicha reunión, quedando al Papa aprobarlas o desaprobarlas. Ante el hecho de que habrá laicos (21%) y sacerdotes, aparte de Obispos, no se le podrá llamar Sínodo eclesial el cual corresponde a Obispos, sino Sínodo con Obispos.
Otras declaraciones importantes y/o cuestionadoras. (INFOVATICANO 27/07/2023).
1.- Georg Bätzing, presidente de la Conferencia Episcopal Alemana.
“Se necesitan nuevas ideas para fundar la Iglesia de manera diferente, para atraer a las personas de nuevas maneras a los actos fundamentales de adoración, predicación y servicio desinteresado”, afirmó Bätzing. Se necesita, añadió, “coraje para experimentar” y para resistir a quienes dicen “que esto nunca se ha hecho antes”.
“La antigua estructura no es adecuada para el futuro”, argumenta. “Todo esto no significa el fin de la Iglesia, de eso estoy seguro, pero sí significa de cierta forma institucional de iglesia que fue formativa durante apenas 100 años, pero de la que tenemos la impresión de que siempre ha existido, ha sido así y en realidad debería permanecer así”.
2.- Cardenal Arinze quien fue Prefecto de la Congregación para el Culto Divino con Juan Pablo II y Benedicto XVI. (Revista Cardinale).
Sobre el Sínodo Arinze sostiene que le parece bien “que se fomente el diálogo a todos los niveles de la Iglesia”, pero avisa que “si el resultado es que si algunos católicos quieren hacer cambios en la constitución de la Iglesia o modifica uno o más de los diez mandamientos, entonces tenemos problemas”.
El ex Prefecto de la Congregación para el Culto Divino remarca que “lo que oímos sobre el Camino sinodal alemán son malas noticias para la Iglesia Católica. Es por lo menos herético y tal vez está peligrosamente en el camino del cisma”.
3.- Neo-cardenal portugués y Jornada Mundial de la Juventud. (Tomado de un periodista).
En días pasados nos hemos encontrado con la novedad, por boca de su organizador responsable el obispo auxiliar de Lisboa y Neo-cardenal Américo Manuel Alves Aguiar, que, en la próxima Jornada Mundial de la Juventud, que se llevará a cabo del 1 al 6 de agosto en Lisboa, el gran ausente -cancelado o no invitado- será el jefe supremo de la Iglesia Católica- nada más y nada menos que el mismísimo Nuestro Señor Jesucristo.
Así lo afirmó explícitamente el mencionado prelado, tres días antes de conocerse la noticia de su designación cardenalicia: “Nosotros no queremos convertir a los jóvenes a Cristo ni a la Iglesia Católica ni nada de eso, en lo absoluto. Nosotros queremos que sea normal que un joven cristiano católico diga y testimonie quién es o que un joven musulmán, judío o de otra religión tampoco tenga problema en decir quién es y en testimoniarlo, y que un joven que no tiene ninguna religión se sienta bienvenido y no se sienta acaso extraño por pensar de otra manera”, porque el objetivo de las Jornadas es “que los jóvenes que vienen a Lisboa, a Portugal, conozcan a otros jóvenes de África, Asia, América, ricos, pobres, de Occidente, católicos, no católicos, con religión, sin religión, con fe y sin fe, y comprender primero que esta diversidad, cualquiera que sea, es una riqueza.
Y después conocerse y darse a conocer, de ahí en adelante, que se cuiden, que se amen, que tengan el gusto de estar juntos”, en síntesis, dice el periodista: una jornada de disfrute de la diversidad para forjar la fraternidad.
4.- Biógrafo de Benedicto cuestiona al Papa Francisco.
Peter Seewald, autor de la última biografía-entrevista con el Papa Benedicto, denuncia en declaraciones a Kath.net, que la muerte de Ratzinger ha acelerado los planes para distanciar a la Iglesia de su pasado.
Se ha roto la presa. Es la imagen elegida por el biógrafo de Benedicto XVII, el alemán Peter Seewald, para describir la deriva acelerada de la Iglesia hacia la ruptura con el pasado a partir de la muerte de Ratzinger. La última prueba, la elección de un prelado heterodoxo para vigilar la pureza de la fe. El resultado, teme Seewald, podría ser una inundación que destruya los últimos restos del cristianismo en Europa.
Seewald critica a Francisco por “deshacerse del legado de Benedicto” como parte de una agenda cada vez más “radicalizada”. Benedicto “subrayó la importancia de la continuidad y las grandes tradiciones de la Iglesia Católica, sin al mismo tiempo cerrarse a las reformas”.
“Traditionis custodes” “fue como una puñalada en el corazón” para Benedicto, quien solo se enteró por el periódico del Vaticano, relata Seewald. “Nunca se recuperó de eso en términos de su salud”.
“Poco después de su muerte, el mundo entero pudo seguir cómo Bergoglio aceleró más su ritmo”. (La entrada Biógrafo de Benedicto: “Francisco quiere romper la continuidad” en la Iglesia se publicó en InfoVaticana).
Estos 4 comentarios nos muestran que estamos ante un serio problema eclesial no visto en décadas o siglos. Queda por manifestar que corresponde a nosotros los católicos defender con decisión nuestra fe y no dejarnos llevar por corrientes que la cuestionan y quieren cambiarla, como si Dios hubiera dado permiso para ello. Y, sobre todo, rezar para que el Espíritu Santo no permita lo que sea perjudicial para la Iglesia y los fieles.
EL INSTRUMENTUM LABORIS (2023): Algunos aspectos importantes.
14. “La sección A del IL», titulada «Por una Iglesia sinodal», intenta recoger los frutos de la relectura del camino recorrido. En primer lugar, enumera una serie de características fundamentales o señas de identidad de una Iglesia sinodal. A continuación, invita a ser conscientes de que una Iglesia sinodal también se distingue por un modo de proceder, que la experiencia de la primera fase identifica con la conversación en el Espíritu. Se invitará a la Asamblea a reaccionar sobre los frutos de esta relectura para precisarlos y afinarlos. La sección B, titulada «Comunión, Misión, Participación» 4, expresa en forma de preguntas las tres prioridades que surgen con más fuerza del trabajo en todos los continentes, sometiéndolas al discernimiento de la Asamblea. Al servicio de la dinámica de la Asamblea, en particular del trabajo en grupo (Circuli Minores), se proponen cinco fichas de trabajo para cada una de estas
tres prioridades, lo que permite abordarlas desde diferentes perspectivas”.
22. «Una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha»: esta toma de conciencia es fruto de la experiencia del camino sinodal, que es una escucha del Espíritu por medio de la escucha de la Palabra, de la escucha de los acontecimientos de la historia y de la escucha recíproca entre los individuos y entre las Comunidades eclesiales, desde el nivel local hasta el universal”.
25. “Una Iglesia sinodal está llamada a practicar la cultura del encuentro y el diálogo con los creyentes de otras religiones y con las culturas y sociedades en las cuales se inserta, pero sobre todo entre las múltiples diferencias que atraviesan a la Iglesia misma. Esta Iglesia no teme la variedad de la que es portadora, sino que la valora sin forzarla a la uniformidad”.
26. “Vivida en una diversidad de contextos y culturas, la sinodalidad se revela como una dimensión constitutiva de la Iglesia desde sus orígenes, aunque todavía esté en proceso de realización… La llamada radical es, pues, a construir juntos, sinodalmente, una Iglesia atractiva y concreta: una Iglesia en salida, en la que todos se sientan acogidos”.
31. “Por eso, una Iglesia sinodal es también una Iglesia del discernimiento, en la riqueza de significados que adquiere este término y al que dan relieve las distintas tradiciones espirituales… De este modo, empezamos a prestar más atención a «lo que el Espíritu dice a las Iglesias. (Ap 2,7), con el compromiso y la esperanza de convertirnos en una Iglesia cada vez más capaz de tomar decisiones proféticas que sean fruto de la guía del Espíritu”.
42. “Teniendo en cuenta la importancia de la conversación en el Espíritu para animar la experiencia vivida por la Iglesia sinodal, la formación en este método, en particular de animadores capaces de acompañar a las comunidades a practicarlo, se percibe como una prioridad en todos los niveles de la vida eclesial y para todos los bautizados, comenzando por los ministros ordenados, y en un espíritu de corresponsabilidad y apertura a las diferentes vocaciones eclesiales. La formación para la conversación en el Espíritu es la formación para ser una Iglesia sinodal”.
B. “Comunión, misión, participación Tres temas prioritarios para la Iglesia sinodal”.
43. Entre los frutos de la primera fase, y en particular de las Asambleas continentales, obtenidos también gracias al modo de proceder apenas esbozado, está la identificación de las tres prioridades que ahora se proponen al discernimiento de la Asamblea Sinodal de octubre de 2023. Se trata de desafíos con los que toda la Iglesia debe medirse para dar un paso adelante y crecer en su ser sinodal a todos los niveles y desde una pluralidad de perspectivas: piden ser abordados desde el punto de vista de la Teología y del Derecho canónico, así como desde el de la pastoral y la espiritualidad. Cuestionan la planificación de las diócesis, así como las opciones cotidianas y el estilo de vida de cada miembro del Pueblo de Dios. Son también auténticamente sinodales porque abordarlas exige caminar juntos como pueblo, con todos sus componentes. Las tres prioridades se ilustrarán en relación con las tres palabras clave del Sínodo: comunión, misión, participación…”
8.- FRANCISCO: UN PONTIFICADO NO TRADICIONAL QUE HA DIVIDIDO Y ES DISCUTIDO Y DISCUTIBLE.
INTRODUCCIÓN.
El pontificado del Papa Francisco, como todo papado, debe esperar varias décadas para que pueda hacerse una apreciación sólida, la cual dependerá en buena medida de las ideas de la persona que la hace; además no sabemos lo que Dios opinará del mismo. Pero ello no quita que se puedan dar avances de acuerdo a aspectos que se ven claros. Y, aunque el título que se coloca parezca de confrontación, no lo es, ya que representa lo que ha ocurrido y no constituye una opinión negativa, sino algo que de hecho está sucediendo.
Tampoco se afirma en absoluto lo que algunos han pretendido decir al tener una línea diferente a la del Papa, los cuales manifiestan que no es un pontífice legítimo y que es herético; cosas totalmente falsas. No obstante, ello no quiere decir que no pueda haber respetuosas observaciones, tal cual ha sucedido incluso en los más altos niveles de la Iglesia últimamente. Asimismo, recordemos cómo San Pablo corrigió a San Pedro en cuanto a aspectos de la recepción de los paganos en la naciente Iglesia.
Si nos fijamos en los papados de los casi últimos dos siglos, pese a las diferentes personalidades de los pontífices, siempre se ha observado: A) Una continuidad doctrinal en base a las Sagradas Escrituras, la Tradición y el Magisterio papal anterior.
B) En muchos aspectos una semejanza de estilos de gobierno. C) Sumo cuidado en no espantar el rebaño con cambios importantes.
En otro sentido, los papas se han preocupado de no ser locuaces; además, normalmente llevaban escritos sus discursos o intervenciones. Todo ello asegura una puridad doctrinal y un magisterio muy preciso, sin riesgo de errores y opiniones fácilmente cuestionadoras de lo expresado por parte de periodistas, público en general y hasta católicos.
En cuanto al gobierno interior de la Iglesia, los nombramientos solían ser muy cuidadosos y, aunque un pontífice deseara priorizar ciertas líneas eclesiales, lo hacía teniendo en cuenta otros pareceres de la catolicidad, de tal forma que todas las “corrientes” tuvieran digamos “su representación” con personas valiosas y en cargos importantes. Otra característica solía ser que lo que expresaba, por oral o por escrito, no se contradecía nunca con lo doctrinal anterior y, mucho menos, con lo manifestado en otros momentos por el mismo pontífice.
Demás decir que la temática central de su acción y discurso priorizaba claramente lo religioso por encima de lo político, social, diplomático, económico, y otros. Como bien sabemos, la misión fundamental de un Papa es predicar el Reino de Dios y confirmar a sus hermanos en la fe.
UN PONTIFICADO NO TRADICIONAL.
Es evidente, sin que ello signifique una crítica sino más bien una diferencia, que el Papa Francisco ha desarrollado un pontificado digamos no tradicional, o si se quiere bastante diferente. Así:
Como buen argentino ha sido muy extrovertido, improvisador y conversador, lo que lo ha llevado con frecuencia a opiniones rápidas y no tal vez del todo pensadas, entrando en variados temas imprevistos y para los cuales es imposible que tenga todas las respuestas a la mano. Incluso para los temas religiosos, su sólida formación de jesuita no lo hace un teólogo profesional como Benedicto XVI, lo cual no le permite respuestas mejores ante la necesidad de dar contestaciones rápidas a periodistas o en sus frecuentes improvisaciones. No han faltado quienes, en este sentido, han visto respuestas no muy valiosas u opiniones no muy sólidas y hasta a veces contradictorias. O en otros casos abriendo frentes por donde algunos teólogos, u otros, se han ido separando de la doctrina tradicional de la Iglesia.
Tampoco ha sido muy tradicional en cuanto a un entorno plural de colaboradores cercanos; incluso, se dice, ha retirado abruptamente eclesiásticos sin mayores motivaciones; digamos una cierta dosis de autoritarismo o clericalismo, o hasta amiguismo, hecho también “no tradicional” ya que los papas anteriores fueron muy cuidadosos al respecto.
Siempre se ha dicho que los jesuitas, ante diversos asuntos doctrinales, o hasta ocasionales, suelen dejar muchos “cabos sueltos” que permiten pensar de una forma u otra incluso en asuntos doctrinales importantes, lo cual causa confusión. En diversos aspectos, se dice que el Papa Francisco ha seguido esa línea, lo cual es muy peligroso en quien debe expresar un magisterio preciso y seguro, cosa que esperan los fieles.
El asunto del Sínodo abierto para el 2024, y para todas las diócesis del mundo, de alguna manera ha expresado el grave riesgo de que se podrían cambiar aspectos importantes de la fe tradicional de la Iglesia mediante votaciones, ni siquiera de los sucesores de los apóstoles (obispos), sino de laicos y sacerdotes sin dicha credencial.
No olvidar que la Iglesia no es una democracia de tipo electoral que puede cambiar la doctrina de Cristo por votaciones. Ciertos episcopados, teólogos y laicos, han mostrado posiciones seriamente cuestionables en documentos previos (y con votaciones). En este sentido, estamos ante otro aspecto “no tradicional”.
Igualmente se ha observado que, seguramente las tensiones mundiales y el deseo de acercarse al mundo para llevarlo a Dios, han hecho que este papado haya dado prioridad, al parecer por encima de lo netamente religioso, a temáticas relacionadas con aspectos, valiosos sí, pero muy temporales: medio ambiente, ecología, apología de la tierra, esfuerzos ecuménicos para algunos discutibles, búsqueda de los pobres y marginados económicos, globalismo, Agenda 2030, y otros, no priorizando líneas fundamentalmente religiosas. Asimismo, se han preferido posiciones eclesiales al parecer de mucho apoyo a organismos internacionales con proyectos y acciones no muy cristianas y hasta paganas, incluyendo las patrocinadas por el Nuevo Orden Mundial (NOM). En este sentido, ha habido también una posición “no tradicional”.
Pero tal vez el tema que ha sido el más “no tradicional y hasta tal vez muy divisivo” ha sido el del esfuerzo vaticano por impedir a toda costa a sacerdotes y fieles las misas tradicionales permitidas por el Papa Benedicto XVI, y en ninguna forma prohibidas por el Concilio Vaticano II, ya que de dicha forma se habían celebrado por siglos.
Como es sabido, a partir de las reformas litúrgicas de la Celebración Eucarística (sobre todo de 1972), se hicieron cambios sustantivos a aspectos que se consideraban muy profundos y teológicos y que se dice fueron reemplazados por otros de muchos menos valor y no históricos. El suscrito tenía 32 años cuando sucedieron dichos cambios y nunca ha vuelto a asistir a las misas antiguas. Sin embargo, posteriores lecturas y comparaciones me han hecho ver que la celebración antigua era teológica y espiritualmente mucho más densa y llevaba más a Dios. Parece que hay sacerdotes, seminaristas y laicos jóvenes que piensan igual; no se ve por qué se quiere cerrar esa posibilidad. Total, en la Iglesia Católica hay más de 20 ritos aprobados. Es más, hay quienes opinan que la reforma de hace 50 años ha protestantizado la Misa y, asimismo, que hay información seria de que quien presidió la reforma litúrgica fue un eclesiástico masón infiltrado.
UN PONTIFICADO QUE HA DIVIDIDO.
Es evidente que cuando hay cambios muy importantes en el modo de proceder en una forma de gobernanza, como al parecer ha ocurrido en este último pontificado, surgen opiniones opuestas y a veces serias disensiones y hasta rupturas. No cabe duda que también en los pontificados anteriores hubo opiniones y actitudes diversas y a veces hasta encontradas por las decisiones papales, pero al parecer las actuales son de mucho mayor envergadura y con riesgo de rupturas y cambios profundos no vistos doctrinal y pastoralmente en los últimos tiempos. Es por ello que hablamos de un pontificado que ha dividido, pero no porque el Papa Francisco haya tenido intención de dividir, sino por las distintas y encontradas posiciones que existen respecto a diversos aspectos de su papado. Es decir, hay decisiones de estilo y gobierno que han dividido a católicos, laicos, sacerdotes, religiosos, así como hasta a obispos y cardenales.
Se hace necesario dar a continuación una mirada histórica breve que ayude a dar una explicación a posibles razones de esta orientación “no tradicional que está dividiendo”, ya que el asunto tiene en parte origen en la nueva situación del mundo, así como raíces en la historia del desarrollo del cristianismo, del pensamiento universal y de las respuestas de cada momento histórico y de la Iglesia Católica.
Una breve mirada histórica.
Los primeros siglos del cristianismo tienen el gran empuje de Cristo, Dios y hombre verdadero, y los apóstoles. Los mártires con su heroísmo, sangre y oración hacen un cristianismo fértil, impetuoso, espiritual y con un crecimiento numérico impresionante.
El demonio y los paganos no pueden resistir esta fe y su avance.
Ya en el siglo IV, y centurias más adelante, Constantino y la reina Matilde hacen entrar a la Iglesia en lo político y temporal mucho más de lo deseable, según algunos. La influyente Iglesia medioeval domina el ambiente religioso, cultural e incluso político, pero se va debilitando en su espiritualidad y la predicación del Reino de Dios. Luego el protestantismo golpea y arrebata millones. Mientras tanto el racionalismo, la ilustración, filosofía y moral de los siglos siguientes cuestionan muchas cosas, van desplazando a Dios y, finalmente, colocan al hombre y lo creado en el centro: el antropocentrismo y el naturalismo que olvidan a Dios.
Peor aún en la actualidad, ya que luego de la segunda guerra mundial viene un transhumanismo que niega abiertamente a Dios, banaliza las virtudes, valores religiosos y éticos anteriores y se encamina a una presión mundial en dichas líneas: la tierra es la digamos creadora del universo y del hombre y a ella todo culto. Para no quedarse cortos, el famoso mayo francés destroza la visión sexual tradicional y por tanto la familia. Asimismo, los grandes organismos internacionales solamente ven lo inmanente y cuestionan y desprecian lo trascendente, buscando imponer una ética relativista.
En síntesis, una destrucción total del mensaje cristiano que busca el “Reino de Dios” y enfatiza que “todo lo demás se os dará por añadidura”. Asimismo, que el pobre económico y el medio ambiente no son el centro de la fe, sino el: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas, y al prójimo como a ti mismo”, dicho tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.
Es evidente que el mundo actual está en esta encrucijada contestataria que olvida a Dios y ello no deja de influir en la Iglesia Católica y en todas las confesiones religiosas.
Esto ha obligado a salir al frente a fin de tener en cuenta incluso temas más mundanos que religiosos: ecología, medio ambiente, pobreza material, aspectos políticos, diplomáticos, y otros mil, obligando a preocupaciones más materiales que propiamente espirituales y a priorizar lineamientos que dividen a católicos por opiniones y acciones diferentes, lo cual no quiere decir que lo mencionado no tenga su importancia y merezca, como se ha hecho ver, diversos lineamientos por parte de la Iglesia.
Es por todo ello que se dice que este pontificado, que ha querido dar respuestas a muchas de estas prioridades mundiales, ha sido “no tradicional y ha dividido” (sin darle necesariamente un sentido peyorativo). Pero no faltan opiniones serias que piensan que lo trascendente se ha descuidado por la temática inmanente, incluso dentro de la Iglesia Católica jerárquica, lo cual sí sería muy cuestionable y habría que corregir.
En un futuro inmediato nos corresponde buscar líneas que nos unan y no nos dividan dentro de las posibilidades de distintos pareceres, buscando reforzar el mensaje cristiano de siempre con los ajustes necesarios, pero sin cambios esenciales.
UN PONTIFICADO DISCUTIDO.
Ante cualquier pontificado hay opiniones diferentes acerca de cómo se debió proceder en el gobierno de la Iglesia. El Papa correspondiente, y su equipo de colaboradores, reflexiona, reza y toma decisiones las cuales, según opiniones, pueden ser muy buenas, buenas, regulares y muy raramente inadecuadas. Incluso muchas de ellas solamente se podrán apreciar con el tiempo. No se puede negar que hay bastante discusión acerca de ello en diversos aspectos de este papado.
Si hablamos de los papas de los dos últimos siglos, si bien ha habido posiciones diferentes ante su magisterio y líneas de acción, ellas no han sido muy discrepantes para la gran mayoría de eclesiásticos y fieles. Sin embargo, en los 10 años de pontificado de Francisco ha habido bastante discusión acerca de diversas líneas de acción y orientación magisterial. Digamos que es mucho más discutido que otros y esto dentro de la gente más adscrita a la Iglesia, aunque está siendo un papado con buena recepción dentro de ciertas personas ajenas a ella. Por ello, hablar de un pontificado discutido no es una crítica, sino la constatación de una situación.
Señalando aspectos principales discutidos se podrían manifestar los siguientes:
+ Una temática doctrinal no tan religiosa cuanto volcada a lo temporal.
+ Un cierto deseo de cambiar aspectos sustantivos milenarios.
+ Un gobierno con rasgos autoritarios en variados aspectos.
+ Una cierta adhesión a idearios y políticas internacionales discutibles.
+ Nombramientos o ceses eclesiásticos no por calidad personal cuanto por motivos amicales, humoradas, o deseos predeterminados.
+ El querer anular las misas tradicionales de siglos, así como presionar, sin mayor “misericordia”, a congregaciones activas o contemplativas con estilos diferentes que han sido aceptadas por la Iglesia; el caso último al Opus Dei es sumamente extraño y al parecer discutible.
UN PONTIFICADO DISCUTIBLE.
Aspectos que han sido considerados por no pocos, incluso cardenales y obispos, como muy discutibles de este papado y dignos de importantes objeciones han sido:
+ La Exhortación Sinodal “Amoris laetitia”.
Teniendo como base el Sínodo Vaticano de 2015 el Papa Francisco publicó (marzo de 2016), bajo su plena autoridad, la Exhortación papal que se menciona, la cual sufrió de inmediato interrogantes y/u objeciones doctrinales desde las Sagradas Escrituras, la Tradición y el Magisterio eclesial.
En septiembre de 2016, cuatro cardenales escribieron al Papa pidiendo respetuosamente aclaraciones a ellas (las famosas “Dubia”). Ante la no contestación del Papa, en mayo de 2017 solicitaron una audiencia al Santo Padre la cual, increíblemente, no se les otorgó. Las aclaraciones que se solicitaban tenían que ver con el matrimonio, la confesión y la eucaristía (capítulo VIII de la Exhortación), por entender que podía haber un apartamiento de la doctrina tradicional de la Iglesia. El asunto no se ha aclarado y diversos episcopados actúan de manera contradictoria en un asunto tan importante. Personas enteradas ven que hay justas objeciones a lo cuestionado del documento. Los cardenales que las presentaron fueron: Burke, Caffarra, Brandmüller y Meisner. Por lo que se ve, esta Exhortación es algo muy discutible de este pontificado.
+ Las restricciones a la antigua liturgia.
Aunque existe una veintena de ritos litúrgicos católicos: ambrosiano, sirio-malabar, mozárabe, y otros, el catolicismo inmensamente mayoritario sigue el romano. Con algunas modificaciones en los años 50 (Pío XII), y luego en 1962, el Vaticano II mantuvo su riqueza y no habló de un cambio significativo. No obstante, en 1972, bajo la dirección de un eclesiástico sindicado luego como masón (monseñor Bugnini), se dieron una serie de variantes significativas y de carácter impositivo que cambiaron diversos aspectos importantes de la Celebración Eucarística. Hubo una fuerte resistencia en algunos católicos (lefebvristas entre otros), pero la gran mayoría aceptó la nueva ordenanza sin mayor problema por obediencia o por no haber profundizado en su contenido.
No obstante, el libertinaje de un grupo de sacerdotes para hacer todo tipo de experimentos litúrgicos, así como la revisión por parte de sectores tradicionales a tantos cambios en textos antiguos de gran valor teológico y espiritual, creó en estos últimos una importante resistencia, aunque numéricamente no muy significativa.
Una revisión más serena del valor de lo antiguo, así como el deseo insistente de sectores tradicionales de seguir la antigua liturgia, hizo que el Papa Benedicto XVI, en el año 2007, publicará “Summorum Pontificum” a fin de dejar una justa puerta abierta a este grupo de católicos que estaba aumentando incluso, curiosamente, entre jóvenes laicos y seminaristas que comenzaban a valorar la antigua Misa y hasta entonces medio olvidada liturgia de siglos, captando su profundidad espiritual, riqueza teológica y ceremonial, así como cantos en latín, y otros. En esta disposición de Benedicto se permitía el Misal Romano de 1962 y lo anterior a 1970.
Pero, en 2022 un documento del Papa Francisco: “Traditionis custodes” da una fuerte marcha atrás con restricciones y necesidad de permisos hasta a Roma para las celebraciones de tipo tradicional, pasando por tanto incluso por encima de los obispos locales. Luego se publicó, 2023, un rescripto aún más limitante pero cuyo menor nivel (solamente rescripto), al parecer lo hace bastante irrelevante. En síntesis, un aspecto obviamente discutible del pontificado del Papa Francisco.
Curiosamente, esta situación ha traído un interés de muchos jóvenes, incluso seminaristas, por la Misa tradicional. Hace dos meses la peregrinación anual de 100 km París-Chartres de jóvenes católicos tradicionales comprendió un “récord” de 16,000 de ellos y los organizadores tuvieron que desechar miles de inscripciones por logística. Aunque no se espera que se vuelva totalmente a lo tradicional, no cabe duda que jóvenes católicos, seminaristas y sacerdotes ante el aparente o posible fracaso de ciertos aspectos litúrgicos del postconcilio, comienzan a mirar lo perdido de lo antiguo.
El blog Specola, que se publica en Roma con los artículos más significativos de tipo religioso del día de distintos medios internacionales (en general cuestionadores de Papa Francisco) toma del obispo Athanasius Schneider una amplia cita que se reproduce por parecer importante (Specola 1 de julio 2023):
Athanasius Schneider nos ofrece una entrevista en Life Site News que ha saltado a los medios italianos. Lo que resaltan los titulares es que «la prohibición de la misa tradicional en latín es un abuso del poder eclesiástico, y el incumplimiento de esta prohibición no constituye de hecho desobediencia». «La liturgia romana tradicional de la Misa era la liturgia de nuestros antepasados católicos. Es la forma de Misa con la que se han evangelizado la mayoría de las naciones europeas, a excepción de algunos países de Europa del Este y los ritos ambrosiano y mozárabe, todas las naciones americanas y la mayor parte de África, Asia y Oceanía. «Lo que las
generaciones anteriores consideraban sagrado sigue siendo sagrado y grande también para nosotros», nos recuerda el Papa Benedicto XVI.
«El problema con el nuevo Misal radica en el abandono de una historia siempre continua, anterior y posterior a San Pío V, y en la creación de un libro completamente nuevo, aunque compilado con material antiguo», son palabras de Joseph Ratzinger.
La publicación del nuevo Misal, sigue diciendo Joseph Ratzinger «fue acompañada de una especie de prohibición de todo lo que le precedía, que no tiene precedentes en la historia del derecho eclesiástico y de la liturgia» y «Puedo decir con certeza, basado en mi conocimiento de los debates conciliares y mi lectura repetida de los discursos de los padres conciliares, que esto no corresponde a las intenciones del Concilio Vaticano II»
El Papa Juan Pablo II recordaba: «En el Misal Romano de San Pío V, como en varias liturgias orientales, hay hermosas oraciones a través de las cuales el sacerdote expresa el más profundo sentido de humildad y reverencia ante los Sagrados Misterios: revelan la sustancia misma de la Liturgia». «Los futuros Papas agradecerán a todos los sacerdotes y fieles que, en tiempos difíciles, a pesar de todas las presiones y falsas acusaciones de desobediencia, y en un espíritu de amor sincero por la Iglesia y por el honor de la Santa Sede, han mantenido y transmitido el gran tesoro litúrgico de la Misa tradicional para las generaciones futuras». (NOTA: esta última cita no sabemos si es del Papa o del obispo).
+ El aval a una sinodalidad que puede terminar en una anarquía de tipo protestante.
Otro aspecto muy discutible se expresa en el capítulo de este mismo libro, bajo el título: “Rechazo al cuestionado Sínodo alemán”, en el cual se desarrolla la problemática de un Sínodo que quiere dar poderes de decisión a quienes no son sucesores de los Apóstoles: sacerdotes y laicos, cosa que no les corresponde, aparte de diversos aspectos ya señalados.
No olvidar que la Iglesia no es una democracia donde el voto del pueblo decide lo que se aprueba, hace y elige por medio de las votaciones mediante la mayoría. La verdad no se define por lo que tiene mayor votación. Peor aún si cada diócesis va a definir cada cosa, ya que podría haber orientaciones contradictorias. Ej. un Sínodo diocesano aprueba el divorcio matrimonial y otro no; o el aborto; o bendiciones a la unión de tipo matrimonial de personas del mismo sexo. Surgirían así cantidad de “iglesias” como en el protestantismo.
En este sentido, felizmente, el Vaticano ante las aprobaciones del Sínodo alemán, ha manifestado claramente que Roma no aprueba los llamados consejos sinodales por considerarlos órganos anticanónicos de supervisión por encima del propio episcopado.
Algunos pocos obispos alemanes ya secundan esta determinación.
Evidentemente este gran apoyo inicial del Papa a la sinodalidad, aunque sin llegar a extremos y con los retrocesos que se acaba de manifestar, no ha gozado de la simpatía en diversos sectores católicos e incluso episcopales, transformándose en un tema muy discutible con el temor que renazca en el Sínodo final del año 2024.
+ Otro cuestionamiento.
En redes sociales (21/06/23) apareció un belicoso artículo que contiene lo siguiente respecto a la sinodalidad, sin que el suscrito comparta todo lo que dice. Desconozco el autor:
“Uno de los capítulos más comentados del Instrumentum Laboris del año 2023 es el dedicado a los seminarios: “Los candidatos al ministerio ordenado deben ser formados en estilo y mentalidad sinodal. Promover una cultura de la sinodalidad implica la renovación del currículo actual de los seminarios y la formación de formadores y profesores de teología, para que haya una orientación más clara y decisiva hacia la formación para una vida de comunión, misión y participación. La formación en una espiritualidad sinodal está en el corazón de la renovación de la Iglesia”.
No se menciona la educación de los jóvenes en la oración, la afectividad, la sexualidad o la importancia de una sana y robusta formación teológica, solo hablamos de sinodalidad. Los bananeros pretenden hacer pasar este sínodo como una operación «común», «querida por todos»; cuando en realidad se trata de la arrogancia y soberbia de unos pocos, que quieren meter las manos donde hasta ahora les han impedido para atacar el ministerio sacerdotal y los fundamentos de la Iglesia Católica.
Hoy la Iglesia se enfrenta a una grave crisis de fe que no parece importar lo más mínimo. Los jóvenes están cansados de mirar a estas monjas bigotudas que siguen discutiendo sobre clericalismo, posiciones de poder y tonterías varias. En este proceso sinodal solo se escuchan ciertas voces y la conclusión es que “si no les gusta la Iglesia así, la gente se puede ir a otra parte”. Pronto, necesariamente alguien tendrá que volver a la Casa del Padre y allí tendremos que mover los hilos de toda la confusión que se ha creado y ha transformado a la Iglesia en un lugar donde todos hablan de sínodo, pero ya nadie reza”.
+ Cardenales Müller y Pell discuten este pontificado.
Es una gran pena decir que diversos eclesiásticos del más alto nivel de la Iglesia, aparte de los que se nombran a continuación, piensan que este pontificado es discutible y consideran que hay que decir lo que uno cree que es la verdad cuando piensa que hay peligros para la fe.
Dos eclesiásticos muy cercanos por tiempo al Papa Francisco y muy preparados: el cardenal y teólogo alemán Gerhard Müller, exprefecto de la Sagrada Congregación de la Fe; así como el cardenal australiano George Pell, este último en el escrito “Demos” de marzo de 2022 dirigido a todos los cardenales, han expresado diversos aspectos discutibles en esta última década vaticana tal cual, desde otro ángulo, lo manifestaron los cuatro cardenales que plantearon las famosas “Dubia” en el año 2016, lo que se ha menciona en este mismo artículo párrafos atrás. Una síntesis de “Demos” se encuentra en el capítulo IX de este libro. (En internet, mediante Google, se puede encontrar el detalle de toda esta documentación de los diversos cardenales mencionados).
En cuanto al cardenal Müller (LSN/InfoCatólica):
La siguiente es una entrevista que el cardenal concedió por correo electrónico al periodista Michael Haynes, para LifeSiteNews, sobre cambios que algunos pretenden hacer en el Sínodo en torno a la doctrina de la Iglesia. Se manifiesta de la siguiente manera sin ser textual.
La Iglesia del Dios Trino tampoco necesita una nueva fundación o modernización, como si se hubiera convertido en una casa ruinosa y como si hombres débiles pudieran superar al Divino Maestro Constructor. Ella ya está históricamente establecida en Cristo de una vez para siempre y perfectamente concebida en su doctrina, constitución y liturgia en el plan de salvación de Dios.
En el Espíritu Santo, la Iglesia sirve continuamente a los hombres como sacramento de la salvación del mundo. Su enseñanza no es un programa a mejorar y actualizar por los hombres, sino el testimonio fiel y completo de la revelación escatológica de Dios en su Hijo encarnado «lleno de gracia y de verdad» (Jn 1,14).
El Papa y los obispos no pueden exigir obediencia por sus opiniones privadas, y ciertamente no por enseñanzas y acciones que contradigan la revelación y la ley moral natural. Esto fue declarado ya en 1875 por los obispos alemanes contra la mala interpretación de las enseñanzas del Vaticano I por el canciller alemán Bismarck. El Papa Pío IX estuvo expresamente de acuerdo con esto (Denzinger-Hünermann, 3115; 3117).
El Papa y los obispos están vinculados a la Sagrada Escritura y a la Tradición Apostólica y de ninguna manera son fuentes de revelación adicional, o de revelación que supuestamente deba ajustarse para estar de acuerdo con el estado actual de la ciencia.
Invocando la voluntad original del Creador, el propio Jesús calificó el divorcio y las «segundas nupcias» de adulterio en sus discusiones con los fariseos de corazón duro, que esgrimían como argumento la realidad de la vida de sus contemporáneos y la incapacidad de cumplir los mandamientos de Dios (Mt 19,9). (Hasta aquí la entrevista).
Nada de esto quita, para ellos mismos, un aprecio y obediencia al Pontífice y la valoración de otros aspectos muy estimables, pero sienten el deber de dar sus opiniones en defensa de la doctrina de siempre de la Iglesia y de lo que consideran la verdad. Recordamos que San Pablo vio la necesidad de hacer observaciones a San Pedro en cuanto a la aceptación de los gentiles; tuvo razón y San Pedro lo aceptó.
9.- PAPA FRANCISCO: Un pontificado con problemas.
INTRODUCCIÓN HISTÓRICA.
Todos los papas tienen muy en cuenta la misión y poder que les dio Jesús: “pero yo he rezado por ti, para que tu fe no falte, y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos en la fe” (Lucas 22, 31 y 32). Asimismo, Jesús dijo a Pedro “apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas” (Juan, 21, 15 y 16). También una orden fundamental a sus apóstoles: “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mateo 28,15). La indicación es hacer discípulos. Siempre la Iglesia ha entendido estas afirmaciones, y otras, como tareas muy concretas del Papa y de los obispos como sucesores de Jesús y los apóstoles, pero también de los laicos.
El Vaticano II en Lumen Gentium (18 y 19); el Código de Derecho Canónico (330 y ss.); así como el Catecismo de la Iglesia Católica de 1992 (880 y ss.); confirman y desarrollan lo expresado. En todo el contexto de estos documentos y de lo hasta aquí manifestado, es evidente que el Papa es el gran custodio de la fe y, aunque suene quizá mal para algunos, el guardián de la misma, por lo cual no está impedido de alzar su voz y de amonestar a quienes se apartan y con su teología pueden cuestionar la fe de los hermanos. El Señor y San Juan Bautista hablaron muy fuerte muchas veces y hasta fueron ajusticiados por ello.
Un aspecto que siempre ha quedado muy claro es que, tanto al Papa como a los obispos, no les corresponde establecer principios nuevos de fe, moral, u otros, sino la custodia y el compromiso de vida con la fe que manifestó el Padre en el Antiguo Testamento, Jesús en el Nuevo Testamento y que el Espíritu Santo guía en la actualidad. No puede haber ningún cambio “revolucionario” que quiebre principios inmutables y digamos “no negociables”, pero sí siempre pueden ocurrir ajustes que permitan adaptarse a los tiempos y mejorar la sagrada misión de evangelizar. Es ingenuo pensar que Dios se va a contradecir anulando claras determinaciones que estableció en un determinado momento. Así lo han entendido siempre la Iglesia y los católicos de a pie, aunque en la actualidad existan algunos teólogos, y hasta eclesiásticos, que digan que sí se pueden hacer cambios sustantivos y se valgan de rebuscadas interpretaciones. La verdad no se debe manipular.
Todos los pontificados que he vivido, desde Pío XII a Benedicto XVI, han sido objeto de mi aprecio y defensa sincera. También los anteriores, desde Pío IX, de los cuales he tenido bastante información. Siempre hubo una línea clara de continuidad doctrinal y moral. Es más, en algunos pocos casos de papas antiguos cuya vida no fue ejemplar, no hubo quiebras doctrinales, salvo tal vez en el caso del Papa Honorio I (hace mil años), corregidas al poco tiempo. Es decir, al parecer no ha habido ningún intento de cambio revolucionario que atente contra la fe dentro del papado. Los que ha habido y que han significado dolorosas separaciones han venido de fuera: Lutero,
Calvino, Enrique VIII, ortodoxos, lefebvristas, y otros.
Es sabido que el Concilio Vaticano II, concluido en 1965, buscó acercarse al mundo para conquistarlo promoviendo un “aggiornamento” o puesta al día, haciendo ciertos ajustes apropiados o adaptaciones. También es conocido que no faltaron ciertas tensiones doctrinales en el mismo originadas por cambios importantes que deseaban hacer algunos teólogos de la Nouvelle Theologie, especialmente franceses, pero también alemanes y centroeuropeos, varios de ellos cuestionados durante el pontificado inmediatamente anterior de Pío XII, pero que, curiosamente, fueron llamados al Concilio como peritos, asesores o consultores. Aunque según algunos estudiosos del Concilio, al final quedaron algunos cables sueltos algo discutibles en los documentos conciliares finales, el papa Benedicto XVI insistió repetidamente en la hermenéutica de la continuidad con lo anterior.
Los años posteriores al Concilio significaron tensiones entre los que hubieran querido más o menos cambios y los que, bajo pretexto de seguir el “espíritu del Concilio”, multiplicaron modificaciones a su aire y antojo, sobre todo en la liturgia, causando serias tensiones y que el Papa Pablo VI dijera que el “humo de Satanás había entrado en la Iglesia”. Aparte de ello, el llamado “mayo francés” (1968), con sus aires de revolución anarquista total y su liberalización sexual, golpeó duramente al mundo y a la Iglesia, entre otras cosas, con inmensas pérdidas de eclesiástico y religiosos, amén de dudas en la fe o desinterés por ella.
Los más de 35 años de pontificado de Juan Pablo II y Benedicto XVI (1978 al 2013) supusieron una tranquilización de las tensiones católicas, aunque no una recuperación o primavera eclesial como suponían los padres conciliares a partir del Vaticano II. Sus personalidades sólidamente religiosas y preparación filosófica y teológica profundas, así como su directa participación en el Concilio ayudaron a mejorar las cosas, aunque ciertos sectores eclesiales contestatarios los consideraron conservadores y tradicionales. La única verdad es que ellos trataron de mantener la ortodoxia de la fe de siempre e impulsar la religiosidad perdida en muchos sectores del catolicismo en las difíciles décadas precedentes.
Con el Papa Francisco parece que las cosas se han complicado.
El pontificado de Papa Francisco, progresivamente, ha ido alarmando a no pocos católicos ortodoxos; es decir a personas que no piensan en grandes cambios en sus creencias y desean que las cosas continúen en las líneas del Antiguo y Nuevo Testamento; algunos los llamarán conservadores o tradicionales; otros diremos que son personas ortodoxas en su vida y creencias que quieren mantener lo que manifestó Jesús en su vida y mensaje, así como los mandamientos y enseñanzas de Dios Padre expresados en el Antiguo Testamento.
A estos católicos no se les ocurre pensar que se pueda permitir el aborto bajo ninguna forma; o que el que no tiene un matrimonio correcto pueda comulgar; o que se bendiga a parejas del mismo sexo; o que no se pueda predicar la fe para conquistar nuevos católicos como manifestaba increíblemente un neo cardenal portugués hace pocos días. Tampoco que existan católicos que crean que se puede promover una religión universal; o que se esté de acuerdo con una Agenda Mundial 2030 que de pagana tiene mucho y de cristiana nada. O que a veces la Iglesia parezca más interesada en el avance socio-económico y no en la vida espiritual, la salvación del alma, así como la alabanza y acción de gracias a Dios, entre otros.
Asimismo, que el Sínodo sea para confraternizar y caminar juntos sin una meta católica a llegar. O que se quiera impedir la Misa tradicional de siglos y se desee imponer una Misa que no pocos consideran poco teológica y desacralizada; amén del sacerdocio de casados y de diaconisas y sacerdotisas. Cabe mencionar también la aparente simpatía con regímenes nada democráticos y perseguidores de lo católico. Y muchas cosas más y todo ello dentro de un estilo de cierto autoritarismo para quienes no siguen esas líneas (obispos o eclesiásticos retirados de sus puestos), o personas de dudosa ortodoxia colocadas en puestos claves e influyentes.
Por otra parte, para no pocos educadores de carrera, el Pacto Educativo Global propuesto al mundo y a las organizaciones internacionales por el Vaticano, parece tener una estructura educativa muy débil y católicamente prácticamente nula. Y el Instrumentum Laboris del Sínodo que, aunque es un documento que hasta esta fase no obliga, sino que solamente recibe lo que han dicho la diócesis, aparece como muy discutible, inorgánico, incompleto y hasta gaseoso.
No faltan observaciones a que se quiera dar voto con sentido decisorio a no obispos en asuntos sinodales, o la pretensión de establecer que las diócesis puedan tomar decisiones, con laicos incluidos, en asunto sustantivos y, por ejemplo, que en una diócesis no puedan comulgar los divorciados y en otra sí. O considerar que el Pueblo de Dios es el eje central y quien debe decidir por mayoría de votos una serie de asuntos sustantivos en la Iglesia. O sostener que no se debe amonestar a los que abiertamente cuestionan en sus libros o vida diaria a quienes se apartan de la fe, pero en cambio se interviene seriamente en aspectos internos de órdenes y
congregaciones contemplativas o de vida activa; o se quiere impedir la Celebración Eucarística de siglos.
¿Por qué esta situación no vista en mucho tiempo está causando tensiones?
Algunos pueden creer que el Papa piensa así y quiere establecer una serie de líneas eclesiales impensadas a los católicos, lejanas a los mandamientos y a la enseñanza de Jesús, y hasta al borde de la heterodoxia en ciertos casos. Dirán que ha mostrado desde joven un carácter algo difícil, dominante y de decisiones muy personales y control total de poder (fue provincial jesuita en Argentina). Su mismo modo de ser extrovertido, conversador e improvisador, revela una personalidad típicamente argentina. Por otra parte, su pertenencia a los jesuitas, siempre deseosos de estar a la vanguardia y guiar si es posible la Iglesia en lugar de ser guiados por ella, también podría ser un problema para él. En fin, que pareciera quiere hacer una revolución en la Iglesia para tratar de apuntalarla en estos momentos difíciles.
Si bien puede haber algo de todo esto; este autor cree más bien que Papa Francisco es una persona católicamente ortodoxa a la cual, el trabajo pastoral que le ha correspondido en las últimas décadas le ha hecho ver de cerca situaciones de pobreza económica y debilidad en la fe de muchos, lo cual le ha impulsado a buscar nuevos caminos de cercanía, misericordia y acción.
En mi parecer el problema del Papa Francisco es que, si bien él tiene una buena preparación teológica básica típica de los jesuitas, no es un lo que se llamaría, un teólogo profesional ni con una profundización intelectual al respecto. Por ello, no se ha dedicado a escribir libros teológicos que tal vez le hubieran dado más claridad en cuanto a los mismos límites que tiene tal vez de cambiar ciertas cosas que en verdad son intocables. En su natal Argentina, de alguna manera su perfil pastoral ha sido de lo que allá se llama un “cura villero”, el cual hace un gran trabajo apostólico en los sectores populares, pero que no es un intelectual que haya recorrido los vericuetos del pensamiento, los errores teológicos, las respuestas de la patrística, tomismo y agustinismo, o las grandes disputas teóricas de todos los tiempos. Una persona así puede caer en errores y conducir mal a la iglesia, no por mala voluntad, sino por desconocimiento.
Cuando un Papa no tiene dicha gran preparación teológica tiene que acudir a otros que supuestamente la tienen, ya que le corresponde dar muchos discursos, intervenciones y orientaciones y allí pueden venir el problema: que le preparen discursos y mensajes que no son los mejores o le hagan tomar posiciones que quizá no son tanto las suyas sino la de sus colaboradores, que a lo mejor no fueron bien escogidos. La impresión es que en varios casos de documentación importantes no se ve doctrina muy sólida y bien estructurada, y hasta tal vez muy ortodoxa Este puede ser un problema para el Papa Francisco: que manifieste cosas que en, el fondo, le hacen decir y luego debe defender.
Hay teólogos y eclesiásticos de ideas no muy tenidas en cuenta en las últimas décadas por líneas algo heterodoxas, que pueden aprovechar de la falta de conocimiento y tiempo de un Papa e introducir planteamientos que son de algunos especialistas, pero no de la tradición de la Iglesia. Es la impresión que tengo de lo que está ocurriendo en este papado.
Cuando algunos cardenales, sus consejeros y asesores natos, y hasta algunos obispos, han hecho valientes observaciones a aspectos de este tipo, lamentablemente ellas no han sido acogidas por el mismo Papa y tampoco su personal, llevando seguramente a que otros eclesiásticos de este nivel han preferido callar antes que observar o enfrentar, habiendo escogido el silencio a la verdad. Al parecer hay muchos temores ante reacciones posibles del Papa ante cuestionamientos a aspecto doctrinales seguramente más de sus asesores que suyos.
Cardenal George Pell: una crítica del pontificado en el documento “DEMOS”.
En la Cuaresma de 2022, uno de los más importantes vaticanistas, Sandro Magister, manifestó en su Blog que en la mesa de noche de los cardenales se encontraba un documento dirigido a ellos bajo la firma “DEMOS” (Pueblo) de autor desconocido, pero seguramente un experto y tal vez un cardenal.
Nueve meses después falleció el cardenal australiano Pell y Sandro Magister manifestó que él había sido el autor de “DEMOS”. Es importante manifestar que el cardenal Pell, al inicio del papado de Francisco, y por años, había integrado el Consejo de 8 asesores del Papa para el gobierno de la Iglesia. Además de dirigir la reforma económica del Vaticano. Pocas personas tan enteradas de las cosas internas de la Iglesia como él.
El documento, explosivo y valiente, tiene dos partes: a) el Vaticano hoy; y b) el próximo cónclave. A continuación, solamente algunas citas textuales de sus 5 páginas.
a) El Vaticano hoy.
+ “Los comentaristas de todas las escuelas, aunque por diferentes razones…coinciden en que este pontificado es un desastre o, en muchos o más aspectos, una catástrofe”.
+ “El Sínodo alemán habla de homosexualidad, mujeres sacerdotes, comunión para los divorciados… pero el Papa calla”.
+ “El cardenal Hollerich rechaza la enseñanza sobre la sexualidad. El Papa calla”.
+ “El silencio es todavía más evidente cuando choca con la persecución activa en perjuicio de los tradicionalistas y de los monasterios contemplativos”.
+ “La centralidad de Cristo en la enseñanza se debilita. Cristo es desplazado del centro”.
+ “La Academia para la Vida está en grave desorden, por ejemplo, algunos de sus miembros han apoyado recientemente el suicidio asistido. Las Academias pontificias tienen miembros y expositores invitados que apoyan el aborto.
+ “El Papa ha cambiado cuatro veces la ley durante el juicio al cardenal Becciu y otros nueve acusados, a fin de ayudar a la acusación.
+ “A veces, por decir a menudo, el Papa gobierna con decretos pontificios, motu propio, que eliminan el derecho de apelar a los afectados. Muchos miembros del personal, a menudo sacerdotes, han sido despedidos precipitadamente de la curia romana sin una buena razón”.
+ “La situación financiera del Vaticano es grave” “El rol cambiante del Papa Francisco en las reformas financieras… es un misterio y un enigma”.
+ “La influencia política del Papa Francisco y del Vaticano es insignificante”. “Ha habido graves fallas en la defensa de los derechos humanos en Venezuela, Hong Kong, China continental y ahora con la invasión rusa”.
+ “Intelectualmente, los escritos papales muestran una declinación respecto a los niveles de Juan Pablo II y del Papa Benedicto”.
“A un nivel menor, se debería regularizar la situación de los tradicionalistas tridentinos (católicos).
“El Santo Padre tiene un escaso apoyo entre los seminaristas y los sacerdotes jóvenes y hay una desafiliación generalizada de la curia vaticana”.
b) El próximo Cónclave.
+ El Colegio Cardenalicio se ha visto debilitado por los nombramientos excéntricos. Muchos cardenales son desconocidos entre sí, lo que añade una nueva dimensión de imprevisibilidad al próximo Cónclave”.
+ “El sucesor de Pedro … tiene un rol fundamental para la unidad y la doctrina. El nuevo Papa debe comprender que el secreto de la vitalidad cristiana y católica proviene de la fidelidad a las enseñanzas de Cristo y a las prácticas católicas. No proviene ni de la adaptación al mundo ni del dinero”.
+ “Las primeras tareas del nuevo Papa serán el restablecimiento de la normalidad, el restablecimiento de la claridad doctrinal de la fe y en la moral, el restablecimiento del debido respeto al derecho y la garantía de que el primer criterio para el nombramiento de los obispos sea la aceptación de la tradición apostólica. La competencia y la cultura teológica son una ventaja, no un obstáculo para todos los obispos y especialmente los arzobispos”.
+ “Si se da autoridad a los sínodos nacionales o continentales, tendremos un nuevo peligro para la unidad de la Iglesia mundial, puesto que, por ejemplo, la Iglesia alemana ya tiene posiciones que no son compartidas por otras Iglesias y no son compatibles con la tradición apostólica”.
+ “Si no hay una corrección romana de tales herejías, la Iglesia quedaría reducida a una vaga federación de iglesias locales, con visiones diferentes, probablemente más cercana a un modelo anglicano o protestante que a uno ortodoxo”.
+ “Es poco probable que un cisma provenga de la izquierda, donde no suele haber drama por cuestiones doctrinales. Un cisma es más probable que venga de la derecha y es posible cuando las tensiones litúrgicas se inflaman y no amortiguan”.
+ Por otra parte, el cardenal Pell pide una visita a la Orden de los jesuitas que dice puede ser que “pueda ser reformada o arruinada desde arriba”.
Al parecer va a corresponder a los laicos, como en otros siglos y ante la aparente apatía de numerosos obispos y hasta cardenales, levantar su voz, respetuosa pero enérgica si se quieren modificar aspectos doctrinales evangélicos claros, cosa que se teme pase en el Sínodo. A los teólogos, obispos o papas no les corresponde corregir a Dios Padre que estableció los mandamientos, ni a Dios Hijo que estableció la Iglesia Católica.
Otro asunto que habría que ver con mucho cuidado, ya que la historia eclesiástica de las últimas décadas lo ha comprobado, es el problema de gente infiltrada en la Iglesia en los más altos niveles, la cual plantea posiciones heterodoxas para causar división y apostasía. Comunistas y masones tienen una importante historia de infiltración en ella.
PRUDENCIA, ORACIÓN Y FIDELIDAD A JESUCRISTO.
Es necesario recomendar a todos que hay que ser muy PRUDENTES, ya que, si bien se notan peligros, aún nada ha pasado y esperamos que todo se vaya aclarando. Hay que ORAR al Señor y a la Virgen para que nada de esto signifique tensiones y separaciones; hay que ser FIELES a los mandamientos, a la verdad y a las enseñanzas de Jesús.
10.- CATOLICISMO: ¿CRISIS? O SERIOS PROBLEMAS.
Rectificaciones y esperanzas.
INTRODUCCIÓN.
Es bien sabido que todo desarrollo social, político, cultural, institucional, u otros, suele tener momentos iniciales difíciles. Si no muere al principio, su avance es con frecuencia exitoso y hasta a veces muy exitoso. Luego suelen venir momentos en que decae el entusiasmo, a veces faltan líderes, la gestión es deficiente, y a lo mejor hasta todo desaparece. En otros casos, pese a los problemas, hay un resurgimiento fruto con frecuencia de oportunas transformaciones o nuevos líderes exitosos. Pocas cosas duran siglos y escasísimas pasan el milenio. El catolicismo es una de las más longevas.
La extinción de algo sucede porque no se considera ya necesario y/o no hay las transformaciones oportunas. Lo que posee un fondo sólidamente espiritual o cultural suele ser más duradero. De cualquier manera, la desaparición significa una serie de problemas no superados que al final llegan a constituir una crisis no resuelta.
El catolicismo, en sus dos mil años de existencia, ha pasado por muchos problemas y serias crisis. Para el creyente católico la superación de todos ellos procede, sustantivamente, de la gracia de Dios, pero también de la colaboración de sus propios integrantes; recordemos si no las múltiples herejías, persecuciones hasta martiriales, apostasías, infiltraciones, entre muchas otras. No resulta tan fácil saber cuándo algo pasa de ser un conjunto de problemas a constituir una crisis; menos aún a una crisis terminal.
En el caso del catolicismo, los creyentes sostenemos que nunca habrá una crisis terminal sino el triunfo final de Dios, pero sabemos también que habrá momentos muy difíciles al acercarse los últimos tiempos, y para muchos, hasta serias dificultades al no saber de qué lado está la verdad. Recordemos, entre otros, lo de San Pablo en 2 Timoteo 4, 3 a 5: “Pues vendrá un tiempo en que no soportarán la sana doctrina, sino que se rodearán de maestros a la medida de sus pasiones para halagarse el oído.
Cerrarán sus oídos a la verdad y se volverán a los mitos. Pero tú sé sobrio en todo, sé recio en el sufrimiento esfuérzate en la propagación del Evangelio, cumple perfectamente tu ministerio”.
En cualquier caso, es nuestra tarea de católicos procurar, activamente, aminorar las dificultades y evitar las crisis, ya que ellas suponen millones de personas que se apartan de la fe o de la unidad católica. Recordemos, por poner algunas, las herejías arriana, albigense y jansenista; o las lamentables separaciones de las actuales iglesias ortodoxa, luterana, calvinista, anglicana y últimamente la lefebvrista.
¿CRISIS? O SERIOS PROBLEMAS…
Es innegable que hasta la década de los años sesenta del siglo pasado (Pío X, Benedicto XV, Pío XI y Pío XII), y tal vez por la situación derivada de las dos guerras mundiales, el mundo y el catolicismo parecían desarrollarse sin grandes tensiones.
Pasados los dos lamentables eventos mundiales los intelectuales y no intelectuales, ya con más tiempo para pensar, juzgar y decidir, comenzaron a cuestionar muchos aspectos religiosos y no religiosos; también a querer cambios significativos en el pensar y el hacer; así como a plantear soluciones diversas a muchas cosas.
En este sentido, el Concilio Vaticano II (1965) vio la necesidad de un “aggiornamento” o puesta al día, así como un acercamiento al mundo. Por otra parte, diversos nuevos intelectuales entonces de mediana edad y con no poca influencia marxista, comunista y liberal, buscaron cambios profundos, y con frecuencia moral y religiosamente cuestionables (el mayo francés). Igualmente, enfatizaron mucho los derechos de todo, y a lo mejor de cualquier cosa, entre ellos los sexuales. Todo ello fue sacralizado y con frecuencia con olvido de los deberes. En lo positivo, la tecnología, la informática, la educación, la salud y la comunicación llegan hoy a un desarrollo jamás imaginado, aunque también empujan a un consumismo universal. Todo esto, y en pocas décadas, causa un revuelo universal, problemas muy serios y diversas crisis en los más variados campos del ser, saber y vivir.
La Iglesia Católica, inmersa en esta altamar del mundo contemporáneo, queda incluida en esta vorágine internacional y, lógicamente, va a sufrir las consecuencias de la secularización, el olvido de Dios y de las verdades religiosas y humanas que acompaña a varios de estos movimientos. Los problemas aumentan también en lo eclesial interno y se expresan en lo externo; en unos casos llegan a crisis y en otros no tanto, concretándose en constituir problemas a resolver.
Una institución tan grande como la Iglesia Católica, por problemas que existan en unos lugares y se llegue a una situación de posible crisis, no necesariamente los tiene en todos los lugares geográficos de su presencia al mismo tiempo, y por tanto una crisis total. Ello es visible, por poner un ejemplo, en el avance religioso y vocacional en una serie de sectores de África, India y Asia, en tanto en Europa occidental y América los retrocesos son significativos y visibles. Es decir, pese a pérdidas sacerdotales, religiosas y de laicos comprometidos en ciertos sectores, en otros se puede avanzar.
Es por ello que resulta difícil hablar de una crisis en toda la Iglesia; en todo caso es por sectores y aspectos. Lo mismo en cuanto al número de católicos: hay quienes se desafilian, pero en otros sectores aumentan e incluso surgen sólidos movimientos espirituales.
Por ello, parece preferible, en el caso de la Iglesia Católica, hablar de serios problemas en distintos lugares y no de una crisis global, aunque no se puede negar que pudiera surgir en los próximos años una crisis global, ya que en la última década se están desarrollando serios cuestionamientos que tienen que ver con aspectos considerados no negociables.
ASUNTOS QUE ESTÁN CREANDO PROBLEMAS Y QUE PUEDEN DEVENIR EN UNA CRISIS CATÓLICA AL MENOS EN ALGUNOS PAÍSES.
– Las posiciones más progresistas de eclesiásticos y laicos contra las más tradicionales de diversos católicos prácticos mayores, así como de sectores más jóvenes.
– Un Sínodo que se está abriendo a ideas antiguamente muy rechazadas, así como a un sistema democrático no eclesial que arriesga la verdad a votaciones.
– La discusión y planteamientos muy diferentes a los antiguos en torno a la familia, el matrimonio y la sexualidad.
– Nuevas reflexiones referentes a la antigua liturgia, por parte de sectores tradicionales, al considerar la gran pobreza de los cambios litúrgicos de 1972.
– La excesiva importancia, en detrimento de la predicación del Reino de Dios, que se está dando en las últimas décadas en la Iglesia al desarrollo de lo temporal, dejando muy de lado lo espiritual. Asimismo, la muy escasa a lo escatológico.
– El avance, incluso entre católicos, y a veces hasta en eclesiásticos, a posiciones a favor del aborto, la eutanasia y lo sexual, antes considerados no negociables. Asimismo, el cuestionamiento a aspectos milenarios relativos a la familia y el matrimonio, entre otros varios.
– La debilidad de la posición eclesial ante un globalismo considerado peligroso, así como la ausencia de un planteamiento firme ante la Agenda Mundial 2030 tan ajena a valores, virtudes y religiosidad.
RECTIFICACIONES Y ESPERANZAS.
Urge una seria confrontación teológica de los aspectos nuevos en discusión con las escrituras, la tradición y el magisterio referente a los temas indicados, a fin de no contradecir lo ya establecido en el Antiguo y Nuevo Testamento, básicamente los mandamientos y las enseñanzas de Jesús. De lo contrario van estallar crisis en varios aspectos en diócesis y países, rompiendo nuevamente la unidad eclesial. Saber rectificar o ratificar lo que corresponda.
Promover dentro de la Iglesia Católica un encuentro más vigoroso con Dios, la Celebración Eucarística, los sacramentos y la oración, así como con todo lo escatológico y aquello que significa nuestra esperanza y motiva la alabanza y el agradecimiento a Dios uno y trino.
Priorizar en las prédicas, catequesis y educación religiosa escolar y teológica superior, estos aspectos fundamentales y la búsqueda de la Verdad, así como la Unidad de todos los católicos.
11.- HACIA UNA IGLESIA MÁS ESPIRITUAL Y ORANTE.
INTRODUCCIÓN.
Es conocido que el catolicismo romano tiene en su Iglesia un mayor número de seguidores que cualquier otra confesión religiosa, superando ampliamente los mil millones de fieles. Ellos son los que han recibido el bautismo en las decenas de miles de parroquias del mundo.
Una sincera mirada a esta gran cantidad de fieles católicos hace ver que un cierto número tiene una identificación y vida seria al lado de Cristo y su Iglesia; otro buen número tiene un compromiso mediano; finalmente otro sector lo es solamente digamos de nombre. Igual sucede en todas las confesiones e iglesias. Es que las exigencias religiosas suelen ser fuertes y las personas fallamos mucho, o al principio nos entusiasmamos y luego nos cansamos, o no hemos tenido un buen acompañamiento en los años iniciales.
Aunque con variantes y sin datos estadísticos precisos ni mucho menos, una sencilla mirada histórica hace ver que en todas las épocas el catolicismo profundo y espiritual no fue nunca, o casi nunca, una gran mayoría de sus propios adscritos.
Los tres primeros siglos, tiempos cercanos a Cristo y con seguridad gracias a Él, a los apóstoles, a los primeros conversos y múltiples mártires, fueron los momentos de mayor fervor e identificación de la mayoría de los católicos de entonces.
Los siglos siguientes significaron, San Benito a la cabeza, tiempos de convertir a los bárbaros, enseñarles lo laboral y la cultura cristiana, así como lo mucho que les faltaba para su introducción en el mundo occidental y en la Iglesia. Las universidades (siglos XI y siguientes), con un gran aporte eclesial, hacen muy influyente a la Iglesia tanto cultural como políticamente y le dan una preponderancia notable. No obstante, una Iglesia tal vez demasiado “poderosa” en parte se “mundaniza” y pierde mucho de piedad, fervor y pobreza, colaborando así a la ruptura por parte del protestantismo del siglo XVI y concretando un duro golpe al catolicismo en dicho momento y a futuro.
Los siglos siguientes (XVII a la actualidad) no solamente no han sido mejores, sino al parecer peores. En efecto: una contestación abierta a la Iglesia por las filosofías racionalistas, la ilustración, masonería, liberalismo, marxismo, comunismo, nueva visión sexual, y otros, han hecho saltar las alarmas. El “mayo” francés (1968) parece ha sido el último gran detonante.
Por otro lado, las fallas dentro de la Iglesia, incluyendo teólogos y a veces obispos cuestionadores y que desean cambiar aspectos tradicionales esenciales (Sínodo alemán), han complicado el panorama, incluyendo a quienes han colocado “el espíritu del Concilio” (sus propias ideas y no las del Concilio) por encima del mismo Vaticano II. Todo ello está llevando a una complicada situación eclesial.
HACIA UNA IGLESIA MÁS PEQUEÑA EN NÚMERO Y MÁS IDENTIFICADA CON SU MISIÓN.
No cabe duda que buen número de católicos lo son porque sus padres los llevaron a bautizar, pero años después carecen de una clara identificación eclesial, incluso abandonan abiertamente lo religioso y toda práctica católica. Dios hizo libres a las personas y hay quienes cuestionan su fe y la dejan sea por discrepancias con su contenido doctrinal, por ser débiles ante sus exigencias (mandamientos), u otros.
No faltan quienes opinan que una Iglesia Católica más pequeña en número, pero con personas más comprometidas en su fe, atraería a muchas más personas como sucedía a inicios del cristianismo. Asimismo, que mucha de la resistencia a ella y cuestionamientos vienen porque buen número de sus miembros no cumplimos lo que decimos profesar; y parece no faltarles razón.
De otra parte, el ataque del mundo pagano, ateo y agnóstico, es actualmente mayor que en cualquier época de la historia. Pero, igualmente, hay gente que piensa, sin necesariamente atacar a las iglesias, que con la muerte se acaba todo y hay que gozar de la mejor forma posible. Todo ello hace prever que este variado cuestionamiento religioso, o desinterés en él, va a terminar por impactar seriamente en el número de fieles católicos y de otras confesiones.
No obstante, no faltan quienes pensamos que el mundo no va a encontrar respuestas profundas a los interrogantes más serios y va a cuestionar su propia ausencia o frialdad religiosa, por lo que, en algún momento, va a buscar caminos para regresar a Dios con fuerza inusitada.
Una de las personas que ya a fines de la década de los años 60 hizo un pronóstico (no profecía como se suele decir) de una Iglesia Católica más pequeña, pero ciertamente más identificada y cumplidora de sus deberes religiosos, fue el entonces teólogo y profesor universitario Joseph Ratzinger, luego Papa Benedicto XVI. La mención a sus planteamientos ha sido frecuente en el mundo eclesial. Si bien nos fijamos el catolicismo europeo, y en parte el americano, va siguiendo este camino de pérdidas y debilitamiento que hace pensar en un catolicismo más reducido, aunque seguramente más comprometido con la fe que se profesa. África y Asia parecen no seguir esta línea de disminución estadística, así como algunos otros países o naciones.
UNA IGLESIA MÁS ESPIRITUAL Y CENTRADA EN LA FE, ORACIÓN Y SALVACIÓN.
En la segunda mitad del siglo pasado se insistió mucho en que el catolicismo debía acercarse al mundo a fin de convertirlo. Incluso se invitaba a asumir algunos de sus principios y acciones a fin de lograr el debido acercamiento, para lo que incluso se dejó bastante de lado lo religioso y se fueron introduciendo aspectos muy laicos como preocupaciones prioritarias y por encima de los aspectos espirituales, litúrgicos y sacramentales. No faltó la prioridad a los pobres económicos, olvidando la pobreza espiritual en que están sumados ricos y pobres.
Ya en este siglo, aspectos ciertamente valiosos como los medioambientales, ecológicos, de cambio climático, y otros, se han convertido, indebidamente, en el centro de las preocupaciones, desplazando lo religioso, sin negar en absoluto el valor de ellos. Es cierto que hay diversas causas de esta especie de desviación de la misión fundamental de la Iglesia: el mensaje de Dios, la salvación, el perdón de los pecados, la alabanza a Dios, etc., los cuales con cierta frecuencia ya no son lo central en el trabajo evangelizador. Por otra parte: infiltraciones en los cuadros principales de la Iglesia de comunistas, liberales y masones; filosofías que colocan en el centro al hombre (antropocentrismo) y anulan a Dios; una idea que este mundo y esta vida temporal son lo único; un deseo inmoderado de riquezas, placeres; y otros.
No falta quienes manifiestan que el avance de las sectas evangélicas en América, con sus cantos de alabanza y preocupación eminentemente espiritual, se debe al descuido católico de los específicamente religioso.
Cualquier lectura y mirada a los evangelios y el mensaje de Jesús, Dios y hombre verdadero, lleva a la necesidad perentoria de un retorno fuerte a lo religioso. Están muy bien los servicios sociales de caridad, pero la Iglesia no es una ONG. Como decía el papa San Pío X en su preocupación explícita como Pontífice: hay que “Restaurar todas las cosas en Cristo”.
Es evidente que el catolicismo requiere una nueva y más profunda evangelización, así como una respuesta más comprometida de sus seguidores, los cuales nos hemos enfriado notablemente en la fe y preocupación central por el Reino de Dios. Habrá que priorizar la oración, la liturgia, los sacramentos, los grupos parroquiales netamente espirituales. Todo ello llevará al encuentro con la gracia de Dios que lleva a la conversión, la huida del pecado y el amor a Dios y al prójimo.
En este sentido, las prédicas dominicales, catequesis, sabatinas, cursos de educación religiosa en escuelas, colegios y universidades, debieran ir claramente mucho más a lo espiritual que a lo intelectual y social al menos en un primer avance. Es decir: más Dios y menos intelecto.
12.- LA URGENCIA: UN PONTIFICADO EMINENTEMENTE RELIGIOSO.
En capítulos anteriores se ha recordado lo expresado por el Papa Benedicto XVI durante su pontificado y que se constituyó en una de sus opiniones más certeras y divulgadas: “El verdadero problema de nuestro momento histórico radica en que Dios está desapareciendo del horizonte de las personas”. Una mirada a lo que está ocurriendo en el mundo, sobre todo desde hace algunas décadas, le da la razón. No quiere decir en ningún momento, y lo constatamos a cada instante, que no haya en el catolicismo y en otras religiones muchas personas con fe y profunda vida religiosa coherente y esforzada, pero sí que progresivamente se va debilitando la creencia en Dios y sus consecuencias en la vida personal, familiar, social y nacional.
No pocas personas y grupos contemporáneas no solamente niegan su existencia, sino que están construyendo una narrativa que sueña con una vida terrena con un hombre “endiosado” que se vale por sí mismo, prolonga su vida indefinidamente, vive de todo tipo de placeres temporales y construye su personalidad a su gusto; un transhumanismo que quiere prescindir de Dios.
La historia de cómo se ha llegado a esto es larga y dolorosa. Así, en los primeros siglos del cristianismo, muy vecino al mensaje de Jesús y a su Resurrección, el mundo se va haciendo muy religioso. Con San Benito busca convertir a muchos bárbaros paganos y hacerles entrar fuertemente al mundo cultural cristiano, lo cual logra exitosamente. No obstante, como es bien conocido, cuando algo se extiende mucho fácilmente se debilita y sus seguidores ya no tienen la adscripción de los tiempos iniciales y heroicos. Así el medioevo de los años mil y siguientes centurias, si bien es masivo, influyente y cultural y políticamente incluso dominante, va perdiendo fuerza en cuanto al vigor y compromiso en la fe y en las costumbres morales y católicas.
El protestantismo y las corrientes filosóficas siguientes van colocando al hombre en el centro (“pienso luego existo” de Descartes, entre otros); el Racionalismo y la Ilustración sueñan con un progreso universal y una educación que darán un gran avance y paz, pero salvo para lo científico y tecnológico, no ha sido así. Hoy renacen estos sueños y muy lejanos de Dios.
UN PONTIFICADO EMINENTEMENTE RELIGIOSO Y CENTRADO EN DIOS Y EN LA RESPUESTA DEL HOMBRE.
Los diversos pontificados, si bien tienen prioritariamente en cuenta lo religioso, también obedecen en su magisterio y actúan en situaciones específicas del mundo del momento, las cuales no siempre son puramente religiosas sino también políticas, sociales, económicas, culturales y hasta diplomáticas.
A Pío IX le correspondió el trabajo por la pérdida de los Estados Pontificios; a León XIII los problemas de la cuestión social; a Pío X el de las corrientes modernistas contestatarias de lo religioso; a Benedicto XV las derivadas de la primera guerra mundial; y así sucesivamente. Los papas tuvieron que emplear mucho tiempo en ellos, aunque no fueran estrictamente religiosos.
Ante la pavorosa secularización del mundo, la pérdida de la fe y el cuestionamiento a Dios, da la impresión que los próximos pontificados deben dar total prioridad a lo religioso y, concretamente, a la predicación del Reino de Dios como en los tiempos iniciales del cristianismo. En el último siglo los papas que priorizaron especialmente esta dimensión fueron Pío X, Pío XII y Benedicto XVI, lo cual no constituye una crítica a los otros Papas, sino que corresponde a necesidades de los distintos momentos.
En este sentido Benedicto XVI, viendo que Dios iba “desapareciendo del horizonte de las personas” manifestó al inicio de su pontificado (2005): “Mi deseo es insistir sobre algunos elementos fundamentales, para suscitar en el mundo un renovado dinamismo de compromiso en la respuesta humana al amor divino”. Y así lo hizo. En otras palabras, ante la urgencia religiosa de este momento habrá que dejar un poco de gastar tantas fuerzas en aspectos sociales, políticos, diplomáticos, y otros; pero sin dejar los educativos y culturales que refuerzan lo religioso. No olvidemos que hay quienes opinan que el avance de los grupos evangélicos, sobre todo en Latinoamérica, obedece a que los católicos predicamos escasamente a Dios y nos preocupamos poco de su Reino y nuestro compromiso con Él, priorizando los aspectos temporales.
EPISCOPADOS, LAICOS E INSTITUCIONES EDUCATIVAS COLEGIALES, SUPERIORES Y UNIVERSITARIAS.
No cabe duda que los episcopados del mundo, en especial los de larga data de pertenencia al catolicismo, deben priorizar con claridad lo eminentemente religioso, empezando por la liturgia, preparación de los niños y jóvenes a los sacramentos y la catequesis. Lo principal no puede ser que los pobres tengan riqueza, sino que posean la riqueza de la fe, sin descuidar desde luego sus necesidades materiales.
Corresponderá a los colegios católicos enfatizar la enseñanza religiosa, un proyecto educativo católico adecuado y las actividades correspondientes, relacionándolo todo de manera especial con el contacto con Dios, la oración y los sacramentos. Visto que no pocas universidades católicas han perdido gran parte de su identidad en promover un liderazgo cultural católico y compromiso religioso, habrá que hacer una seria revisión de su malla curricular y, sobre todo, de la línea católica de sus profesores.
Gran parte del mundo cultural y político del futuro está en sus manos.
La importancia del laicado va a ser ciertamente decisiva para el resurgimiento de un catolicismo sólido, con prioridad en lo espiritual y la búsqueda del Reino de Dios, y no tanto de lo temporal como va sucediendo hoy en día. En este sentido, el Opus Dei tiene una experiencia casi centenaria que habría que tener muy presente al abarcar cerca de 100,000 laicos comprometidos. La Comunión y Liberación y los Focolares también tienen una presencia laica importantísima, entre otros movimientos. Una experiencia que va cundiendo es la de padres de familia muy comprometidos con su catolicismo, los cuales prefieren educar a sus hijos en casa (más de un millón en Estados Unidos) a fin de evitar la contaminación pagana de diversos colegios especialmente públicos. Por otra parte, se ha publicado por Rod Dreher un libro que ha sido un bestseller internacional: “La Opción Benedictina” (Ediciones Encuentro, Madrid 2018), el cual está promoviendo grupos y familias que, de alguna manera, se separen algo del mundo a fin de constituir comunidades familiares sólidamente religiosas. Coloca el ejemplo de los benedictinos del medioevo que crearon una verdadera cultura católica y desarrollaron la fe mediante algo parecido. Es un libro muy interesante y que se puede obtener por internet o ver por Google.
EL OBJETIVO DE CRISTO Y POR ENDE DE LA IGLESIA Y DE TODO PAPADO Y EPISCOPADO: LA GLORIA Y LA ALABANZA A DIOS, ASÍ COMO LA SALVACIÓN UNIVERSAL.
En su obra Jesús de Nazaret (tomo 1, pp. 68 ,69 y 70, año 2007) el Papa Benedicto XVI nos dice con claridad: “…interpretar el cristianismo como una receta para el progreso y el reconocer el bienestar común como la auténtica finalidad de todas las religiones, también de la cristiana, es la nueva forma de la misma tentación…”.
Entonces, dicen no pocos “¿qué ha traído Jesús si no ha conseguido un mundo mejor…? La respuesta es muy sencilla: Ha traído a Dios… Ahora conocemos su rostro, ahora podemos invocarlo. Ahora conocemos el camino que debemos seguir como hombres en este mundo. Jesús ha traído a Dios y, con Él, la verdad sobre nuestro origen y destino: la fe, la esperanza y el amor. Sólo nuestra dureza de corazón nos hace pensar que esto es poco…” “Frente a la divinización fraudulenta del poder y del bienestar, frente a la promesa mentirosa de un futuro que, a través del poder y la economía, garantiza todo a todos, Él contrapone la naturaleza de Dios como el auténtico bien del hombre”. Por ello su predicación fue el Reino de Dios y la salvación eterna, ya que todo lo demás se nos dará por añadidura.
Los intelectuales, Weber entre otros, que han criticado a los católicos y al catolicismo por no haber creado más riqueza en el mundo, no han entendido que ello no es, ni mucho menos, el interés central de los verdaderos católicos, los cuales deben estar mucho más preocupados por el Reino de Dios, el amor, la alabanza y el agradecimiento, entre otros.