[Visto: 379 veces]
Evangelio según San Juan 10,27-30.
“Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos.
Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa“.
Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:
Volar cometas en las Bermudas el Viernes Santo es una actividad nacional. Hay una historia que el mundialmente famoso evangelista Billy Graham utilizó para ilustrar que Dios está con nosotros, incluso cuando no somos conscientes de ello. Predicó: “Había un niño que salió a volar una cometa. Era un buen día, el viento era fuerte, y grandes nubes onduladas soplaban en el cielo. La cometa subió y subió hasta que quedó totalmente oculta por las nubes. Un hombre pasó y le preguntó: ‘¿Qué haces?’. El niño respondió: ‘Estoy volando una cometa’. ‘¿Volando una cometa?’, dijo el hombre, ‘¿Cómo puede estar seguro? No puedo ver la cometa’. ‘No’, dijo el niño, ‘no la veo, pero cada poco tiempo siento un tirón’, ¡así que sé con seguridad que está ahí!“.
Tal vez esa historia, y nuestro evangelio (Juan 10:27-30) estén relacionadas en el sentido de que nosotros, “como ovejas” del Señor Jesús, oímos “la voz” del Buen Pastor, pero sin embargo no lo vemos con nuestros propios ojos. Nuestra experiencia nos dice que, aunque no lo veamos, sentimos su presencia, y “oímos su voz” en nuestra oración, que nos ayuda a “seguirlo“. Al igual que el hombre de la historia no vio la cometa, el niño le aseguró que estaba allí arriba, mientras seguía sintiendo el tirón. Puede que no siempre sintamos esa presencia cercana de Dios, ni distingamos fácilmente su “voz“, pero sabemos que está ahí no sólo por la revelación divina, sino por nuestras experiencias pasadas con Dios, cuando hemos sentido su “tirón“. Él sigue llamándonos, aunque no reconozcamos su voz, ni estemos atentos a ella. Nos llama porque es una llamada a la unión con él, y a compartir su vida y la vida de su rebaño, la Iglesia.
La Primera Lectura, extraída de los Hechos de los Apóstoles (13,14, 43-52), da testimonio de cómo Pablo y Bernabé oyeron la voz de Jesús que les llamaba, en primer lugar, a la fe en él y a ser sus discípulos, y luego a salir y compartir la Buena Noticia con los demás, a ser apóstoles. Comenzaron a predicar la Buena Nueva a sus compañeros judíos, pero no reconocieron la voz de Dios que hablaba a través de las palabras de Pablo y Bernabé. No estaban abiertos a la revelación de Jesús, crucificado y resucitado. Por eso, Pablo y Bernabé se dirigieron a los gentiles -los no creyentes en un Dios- y allí encontraron un público receptivo. Tuvieron que dar un salto gigantesco para, en primer lugar, creer en un Dios, y luego creer en Jesús. La gracia de Dios estaba activa, y las palabras de los mensajeros eran inspiradoras, y así llegaron a abrazar la nueva vida de Dios revelada en Jesucristo.
La Segunda Lectura, del Libro del Apocalipsis (7:9, 14b-17), nos habla tan bellamente de los fieles de Dios y del Cordero que se sienta en el trono: Jesucristo. Él es quien nos “cobija” y nos “pastorea“. Cuando le escuchamos nos conduce a una vida más profunda en él, y a la vida de la gracia.
En nuestra condición humana a veces “oímos“, pero no “escuchamos“. Ya he hecho esta distinción antes, porque la mayoría de nosotros no tenemos ningún problema con la capacidad de “oír“, pero eso no significa que “escuchemos” lo que oímos. En este sentido, “escuchar” significa que reconozco y sigo lo que “oigo“.
En el Evangelio, Jesús dice que “mis ovejas oyen mi voz“. Podemos “oírle“, pero eso no significa que siempre estemos “escuchando“. Nuestro reto es admitir que necesitamos escuchar a Jesús, que es el Maestro, el Mesías, nuestro Salvador. Con demasiada frecuencia mantenemos a Jesús a distancia y queremos hacer las cosas a nuestra manera, aunque intelectualmente digamos que seguimos a Jesús. A veces queremos dejar que Jesús entre en nuestras vidas -en nuestros pensamientos, sentimientos, palabras, acciones y decisiones-, pero sólo parcialmente, para seguir teniendo el control. Como la oveja que se pierde, por no escuchar a nuestro pastor, Jesucristo, nosotros también podemos desviarnos fácilmente de los caminos de Jesús porque no estamos “escuchando“.
Jesús también dice: “Los conozco“. Estas palabras no sólo nos tranquilizan, sino que implican una relación personal e íntima con nosotros. Al igual que Jesús tenía la capacidad -como hombre hecho por Dios- de ver más allá de lo externo (como con Zaqueo, el recaudador de impuestos, la mujer adúltera, la samaritana y tantos otros en los evangelios), nos conoce a fondo. Conoce nuestras intenciones. Conoce nuestras luchas y nuestros éxitos. Conoce nuestros altos y nuestros bajos. Nos conoce porque nos ama, más que porque nos conoce. Con esto quiero decir que su amor es incondicional, y que hagamos lo que hagamos su amor sigue ahí, intentando llamarnos de nuevo a la fidelidad. Desgraciadamente, en nuestra condición humana podemos dejar de amar a alguien porque lo “conocemos” y no nos gusta lo que vemos y oímos. Si dejamos que Dios sea Dios, comprenderemos que su amor es mucho más grande, y que su misericordia se extiende a nosotros sin fin.
Por último, Jesús dice que “me siguen“. Se está reconociendo como nuestro Pastor, y que nos llama. En definitiva, es como esa cometa que tira de nuestra cuerda para hacernos saber que está ahí. En realidad, nos está bombardeando con gracias para que “escuchemos” y le sigamos. Nuestro reto es “escuchar” y seguirle sinceramente, no sólo cuando queremos algo de Dios: seguridad en el trabajo, la salud de un ser querido, buenas notas en un examen. Seguir a Jesús significa tomar decisiones y vivir una vida que refleje que conocemos su voz, aceptamos su amor y queremos actuar en unión con él, y dar testimonio de que somos ovejas de su rebaño, y que él es nuestro Pastor.
Hoy Jesús nos llama a estar atentos a su voz. Quiere que seamos uno con él como él es uno con el Padre. Esto sólo puede conseguirse respondiendo a ese tirón de la cuerda de nuestra cometa, reconociendo que él está presente, “escuchando” su voz, y siguiéndolo.
Haifa 2022: Nuestra Señora del Monte Carmelo se reencuentra con sus fieles
Por Cécile Leca- www.lpj.org
Este año, la procesión de Nuestra Señora del Monte Carmelo en Haifa, que comienza en la parroquia latina de San José y termina en el monasterio de Stella Maris, no estuvo restringida por el COVID-19, y vio a muchas personas de toda Tierra Santa asistir al evento.
El año pasado, debido a la pandemia, una caravana de coches sustituyo a la tradicional marcha al Monte Carmelo, que se organiza desde hace más de un siglo (la primera procesión tuvo lugar en 1919, para devolver a su santuario original la estatua del Monasterio de Stella Maris, que había sido desplazada durante la Primera Guerra Mundial). En este tercer domingo de Pascua de 2022, el acto volvió a la normalidad, con los fieles caminando junto a la imagen de la Virgen y de Su Beatitud Monseñor Pierbattista Pizzaballa, Patriarca Latino de Jerusalén.
“Hoy nos hemos levantado. Hoy nos alegramos. Pero tendremos que bajar de nuevo, volver a nuestras preocupaciones y problemas cotidianos“, dijo Monseñor Pizzaballa al terminar la procesión alrededor del monasterio Stella Maris. “Por lo tanto, debemos llevar la alegría de este día al lugar al que regresamos. Tenemos que llevar a nuestra vida cotidiana el consuelo de la mirada de nuestra Madre, que hoy hemos recibido“.
En el resto del mundo, la Virgen del Carmen se celebra tradicionalmente el 16 de julio; esta fecha conmemora la aparición de la Virgen María a San Simón Stock, un carmelita que vivió en el siglo XIII. El 16 de julio de 1251, se le apareció y le entregó el escapulario marrón, el hábito carmelita, que hoy también se considera un signo de fe y piedad.
Frontis de Santa Rosa de Lima Buenos Aires.
Basílica de Santa Rosa de Lima
Santa Rosa de Lima es la patrona de la Independencia de Argentina, nombrada por el Congreso de Tucumán. Los 30 de agosto, se celebran sus Fiestas Patronales. Santa Rosa es también la Patrona de América, Filipinas e Indias Orientales, siendo la primera Santa del Nuevo Continente. Su templo, en Av. Belgrano 2216, se inauguró el 12 de octubre de 1934. Tuvo la bendición del cardenal Eugenio Pacelli, quien luego sería Pío XII. Él estaba en Buenos Aires participando del XXXII Congreso Eucarístico Internacional.
La decisión de su construcción de la Parroquia Santa Rosa de Lima es de 1926. El proyecto, acabado en 1928, estuvo a cargo del arquitecto Alejandro Christophersen. Él catalogó su obra como románico-bizantino de Perigord. La construcción estuvo a cargo del ingeniero Andrés Millé.
También estuvo presente en la inauguración el arzobispo de Lima, monseñor Pedro Farfán. Quien donó relicarios de los santos latinoamericanos: Santa Rosa de Lima, San Martín de Porres, Santo Toribio de Mogrovejo y San Juan Macías. La consagración tuvo lugar el 30 de agosto de 1941, día en que fue declarada Basílica Menor.
El Templo de Santa Rosa de Lima
Si se lo mira en perspectiva, el gran edificio tiene alguna semejanza con la famosa iglesia Sacré-Coeur, del barrio de Montmartre de París. En eso influye su estilo de clara imagen bizantina. Esa gran cúpula central y las dos laterales. El color, que contrasta con las paredes de ladrillo, granito y piedra, se lo dan las tejas de cobre que con los años se volvieron verdes. Ese revestimiento, elegido por Christophersen, tiene su razón: su liviandad. Además, no necesita mantenimiento y es durable, supera los 100 años. A pesar de oxidarse no se corroe, lo que lo hace casi indestructible.
Los techos son de teja italiana y posee mosaicos ornamentales. En su fachada, podemos observar un rosetón en forma de cruz. Debajo la imagen de Santa Rosa con el Niño en un templete. Por encima de sus tres puertas de acceso, se exhiben escudos realizados en mosaicos revestidos en cobre. Sobre la entrada principal: el escudo Papal y en las laterales, los de Argentina y Perú.
La cúpula interior, está apoyada en dieciocho columnas de mármol cipollino (se lo llama así porque sus vetas verdes cruzan sobre el blanco y asemejan las capas de una cebolla). Estas se complementan con los zócalos y frisos realizados en mármol verde de Tinos. Ambos son de origen griego.
Mas detalles
El piso es de mármol Napoleón, originario de la isla de Paros. Se lo denomina así porque se usó en la construcción de la tumba del emperador francés. Posee franjas de verde Alpes. Las estatuas y los altares son de mármol de Carrara. Al igual que el púlpito cuadrado, que tiene tallados arabescos y la imagen de ocho santos católicos. El templo recibe luz natural que llega a través de artísticas ventanas y la linterna que corona la cúpula.
En el presbiterio también hay mármoles de diversos colores en zócalos y frisos. El ábside está decorado con mosaicos venecianos. Este alberga un altar mayor de mármol italiano con fondo de oro. En él se ubica una imagen de Santa Rosa de Lima con el niño sobre el sagrario. Está flanqueada por cuatro pequeños íconos de estilo bizantino bajo un baldaquino de mármol.
También de Carrara son las magníficas pilas de agua bendita. Su púlpito es italiano de Pietrasanta. Posee imágenes talladas de Santo Tomás de Aquino, San Ambrosio, San Juan Crisóstomo, San Agustín, San Jerónimo y San Gregorio. Los dos grandes altares laterales se destinaron al Sagrado Corazón de Jesús y a la Virgen de la Medalla Milagrosa. Ambos están decorados con mosaico de colores.
La Cripta
La cripta de Santa Rosa de Lima tiene su ingreso por la calle Pasco. En el simbolismo religioso, al igual que María Auxiliadora en Almagro, corresponde a los penitentes. Su superficie y estilo arquitectónico es similar al del templo. Es de planta cuadrada, con dos anillos octogonales de columnas que están debajo de las que se encuentran en el templo principal. Son también de mármol, pero rosado. El piso es de color marfil.
El altar Mayor está tallado en mármol de Carrara. Presenta apliques con láminas de oro. Posee una réplica exacta del grupo escultórico La Piedad, de Miguel Ángel, que se encuentra en el Vaticano.
La cripta es el lugar de descanso de la bienhechora del templo María de los Remedios Unzué. Ella falleció en 1950 y se la trasladó a la Basílica en 1955 junto con los restos de su esposo Ángel Torcuato de Alvear fallecido en Paris en 1905.
Hay también un altar Menor dedicado a Santa Teresita del Niño Jesús y la primera imagen que el templo tuvo del Sagrado Corazón.
Un pesebre permanente
La Basílica Santa Rosa de Lima tiene la particularidad de poseer un pesebre permanente. La página oficial del templo explica que «este pesebre fue buscando su lugar dentro del Templo, hasta encontrar providencialmente en este espacio la posibilidad de reflejar la síntesis del misterio y el propósito por el cuál Jesús fue enviado a la tierra».
Se encuentra a la izquierda de la entrada, lo realizó una colaboradora de la Basílica. Junto a él un confesionario invita a pedir perdón y sanar nuestra vida.
Casa de retiros “Tepeyac”
La Basílica Santa Rosa de Lima posee una casa para retiros espirituales y convivencias grupales. Su nombre hace referencia al cerro donde se apareció a San Juan Diego Nuestra Señora de Guadalupe. El lugar cuenta con espacio para 21 personas en 5 habitaciones. Posee una capilla para ofrecer misa y una ermita de la Patrona de México y América Latina.
Santa Rosa de Lima historia
La historia recuerda que el 30 de agosto de 1615, en Callao, Perú, la Iglesia dispuso que se elevaran rezos en los monasterios para evitar la invasión de los holandeses calvinistas cuyos barcos se aproximaban a la costa.
Imagen de Santa Rosa de Lima.
Mientras los frailes tomaban las armas, desde la capilla de San Gerónimo una joven elevaba sus ruegos al cielo rogando que sobreviniera una tormenta, que evitara el desembarco. En Callao, en virtud de un microclima muy especial, es improbable que llueva, por eso los sorprendidos fieles católicos le atribuyeron la tormenta a los ruegos de la joven, que pasó a la historia como Santa Rosa de Lima.
¿Quién era Santa Rosa de Lima?
Isabel Flores de Oliva, que era su verdadero nombre, había nacido en esa ciudad el 30 de abril de 1586 y fue la primera santa americana. Su madre la apodó Rosa por su belleza y porque sus mejillas siempre estaban teñidas de ese color, de manera que el arzobispo la confirmó con ese nombre y luego la Iglesia la beatificó y santificó como Rosa de Santa María de Lima.
Rosa nunca llegó a ser monja, tan solo vistió el hábito laico de la Tercera Orden del Convento de Santo Domingo y su clausura consistió en recluirse en el fondo de su casa, en una cabaña, donde cuidaba las plantas y atendía a enfermos y mendigos.
Se cuenta que el 1 de agosto de 1617, orando en la iglesia de Santo Domingo, recibió la revelación divina de que pronto moriría. La enfermedad acabó con ella el 24 de agosto de 1617, a los 31 años.
El papa Clemente IX suscribió el decreto de beatificación el 12 de marzo de 1668. El 11 de agosto de 1670 la declaró Patrona de Lima y de América, Filipinas e Indias Occidentales y el 12 de abril de 1671 la convirtió en santa. El congreso de Tucumán de 1816 la nombró patrona jurada de la Independencia Argentina.
La enorme influencia del Perú sobre el Río de la Plata provocó en el sur una profunda devoción por ella. Durante su festividad se fue observando que con cierta regularidad se presentaban truenos, relámpagos y lluvias, de lo que pronto nació el mito de la «tormenta de Santa Rosa».