Estela de Raimondi

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La Estela de Raimondi es un monolito o escultura pétrea de forma paralelepípeda, con uno de sus lados decorado en plano relieve, representando a un ser mítico. Pertenece a la cultura chavín de la época preinca.
Descubierta en Chavín de Huántar, fue bautizada como Estela de Raimondi en homenaje al naturalista y geógrafo italiano Antonio Raimondi, que impulsó su traslado a Lima para su estudio y conservación.
Este monolito refleja el estilo artístico de la cultura Chavín que se desarrolló especialmente en la provincia de Huari, y que fue uno de los principales centros religiosos y culturales del hemisferio occidental.
Fue el primer objeto de estilo chavín que se dio a conocer. Se trata de una losa de granito de 1.98 m de alto por 74 cm de ancho y 17 cm de grosor, que tiene tallada en una de sus caras a la representación de la divinidad principal de los chavines en la época del Templo Nuevo. El personaje representado corresponde a una divinidad antropomorfa felinizada de pie, vista de frente, con los brazos abiertos, sosteniendo en cada mano una especie de báculos. Las manos y pies terminan en garras. La figura se asemeja al dios Wiracocha retratado en la Puerta del Sol de la cultura Tiahuanaco ya que también sujeta dos varas, báculos o bastones.
Se encuentra en el Museo Nacional de Arqueología, Antropología e Historia del Perú en el distrito de Pueblo Libre, en Lima.
Julio C. Tello realizó una minuciosa descripción de la Estela. Según su criterio, la imagen representa a un dios jaguar coronado con una enorme mitra o tocado ritual, y con dos báculos en las manos, por lo que sería un antecedente del dios Viracocha representado en la iconografía Tiahuanaco. Para Tello, la representación de un dios jaguar, animal propio de la selva, venía a probar su tesis del origen amazónico de Chavín, tesis que actualmente es cuestionada. John Rowe destacó también la similitud con la deidad Tiahuanaco y lo denominó como el Dios de los báculos.
Otro célebre arqueólogo, el alemán Max Uhle, consideró que las expresiones iconográficas del monolito derivan del estilo nazca e interpretó a la figura como un felino-hombre, de cuya cabeza se desprende una escolopendra o tal vez un milpiés con sus patas estilizadas en forma de bastones o culebras.
Federico Kauffmann Doig sostiene que se trata de un dios humanizado con atributos combinados de felino y de ave de rapiña. Según su punto de vista, lo que para Uhle era una escolopendra y lo que para Tello una mitra, se trata en realidad de alas y plumas estilizadas que deben verse como prolongación de la espalda de la divinidad, a manera de capa. En otras palabras, el cuerpo superior que se ve encima de la cabeza del dios sería en realidad su espalda desplegada, provista de alas estilizadas. Kauffmann ha denominado a esta divinidad como piscoruna-pumapasim (en quechua: hombre-ave con boca atigrada). Este «felino volador» estaría relacionado con el culto al agua y la invocación a la fertilidad, de tanta importancia en las civilizaciones agrícolas del Perú antiguo.
Fuente: Wikipedia.

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