Por Martha Meier Miró Quesada- Diario EXPRESO.
Pedro Castillo dijo en Colombia: “estamos hechos de almohadas tranquilas”.
Solo eso nos faltaba. Los dislates a los que nos quiere acostumbrar Castillo reflejan la degradación de la política, especialmente de la latinoamericana.
En Venezuela el inepto y antidemocrático Nicolás Maduro, detenta el poder. En Chile el desadaptado sin formación ni experiencia alguna, Gabriel Boric, llegó a la presidencia. Y en nuestro país, tenemos al ‘prosor’ , una suerte de virus en la programación de la Matrix (o de la Lattice, en la compleja Teoría Sintérgica del mexicano Jacobo Grinberg).
La vigencia de los ignorantes, destructores de países, va aparejada del discurso irracional, populachero y promotor del odio. Los jóvenes votantes, hijos de la televisión basura y de la incomprensión lectora, aplauden el mensaje básico de los imbéciles empoderados. Los mediocres politicastros hablan en plural, refiriéndose a ellos mismos con el pronombre “nosotros”, como si todos estuviéramos felices con la desproporcionada incultura, las odas al disparate y el tóxico pensamiento comunista emanado del complejo, la ineptitud y la envidia.
Castillo abre la boca y cae en la tontera. Antes de la “almohada” nos regaló: “llevo la biblioteca en la nariz” y mucho más por el estilo. Él no es un campesino quechua hablante; de hecho, desconoce el quechua, por eso es intolerable que destruya el castellano, diserte como mentecato y deje al Perú, otra la estrella de Sudamérica, como una tierra de infradotados.
El jueves en la reunión de mandatarios en Colombia, lanzó: “Nosotros creemos importante ‘de que’ mientras más se acerque el Estado a la población uno también hace que su almohada se convierta, o su conciencia se convierta en una almohada tranquila, porque de eso estamos hechos”. Con ese nivel de razonamiento no podemos esperar nada bueno. Una cosa es el lenguaje sencillo y otra muy distinta es el adefesio y la incapacidad de corregirse al momento. El SRP debería dejar de inspirarse y ajustarse a un discurso escrito (obviamente por terceros), para evitar papelones y avergonzarnos a todos.
Más que edad mínima para postular a la presidencia, se requiere un mínimo de Cociente Intelectual (CI) para evitar que los menos aptos queden al mando. Se necesita, también, una evaluación psicológica para librarnos de candidatos acomplejados y psicópatas que no se responsabilizan por sus actos. No estamos hablando de un asunto menor. La tragedia de que un tonto, un acomplejado o alguien con rasgos psicópatas concentre buena parte del poder, se refleja en el avance o retroceso de un país, en la cifra de muertos durante una pandemia, en el construir o no las bases para un desarrollo a largo plazo y en la prosperidad o pobreza de la gente.
El filósofo sevillano Emilio Lledó sostiene que “lo terrible es que un ignorante con poder político y repleto de ignorancia determine nuestras vidas”.
Así estamos, almohadas.
Queridas almohadas
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