Cuerpo y sangre de Cristo

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Evangelio según San Marcos 14,12-16.22-26. 
El primer día de la fiesta de los panes Acimos, cuando se inmolaba la víctima pascual, los discípulos dijeron a Jesús: “¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la comida pascual?”. 
El envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: “Vayan a la ciudad; allí se encontrarán con un hombre que lleva un cántaro de agua. Síganlo, y díganle al dueño de la casa donde entre: El Maestro dice: ‘¿Dónde está mi sala, en la que voy a comer el cordero pascual con mis discípulos?’. El les mostrará en el piso alto una pieza grande, arreglada con almohadones y ya dispuesta; prepárennos allí lo necesario”. 
Los discípulos partieron y, al llegar a la ciudad, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la Pascua. 
Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomen, esto es mi Cuerpo”. 
Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, y todos bebieron de ella. 
Y les dijo: “Esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se derrama por muchos. 
Les aseguro que no beberé más del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios”. 
Después del canto de los Salmos, salieron hacia el monte de los Olivos.El padre jesuita José Alberto Idiáquez, rector de la Universidad Centroamericana (UCA). LA PRENSA/ ARCHIVO

Amenazan de muerte al padre José Alberto Idiáquez SJ, rector de la UCA

Por – Diario La Prensa.
El rector de la Universidad Centroamericana (UCA), padre jesuita José Alberto Idiáquez SJ, fue amenazado de muerte debido a su participación en la mesa de diálogo como miembro de la sociedad civil, denunció en una carta el Padre Provincial de los jesuitas en Centroamérica, Rolando Alvarado.
El responsable “de cualquier agresión o atentado que pudiera sufrir el padre José Alberto Idiáquez” es el Gobierno de Nicaragua, denunció el jesuita.
Las amenazas contra el rector de la UCA, según explica el comunicado, son “por ponerse al lado de los estudiantes, por defender los derechos humanos de quienes están pacífica y legítimamente demandando sus derechos constitucionales, por hacer continuos llamados al Gobierno nicaragüense a dar signos concretos de que la paz que dicen buscar sea fruto de la justicia y el compromiso democrático y por incorporar a la universidad como tal en ese esfuerzo de los nicaragüenses”.

Llamado a organismos

El jesuita hizo un llamado a los organismos de derechos humanos, a la Organización de Estados Americanos (OEA), a la Organización de Naciones Unidas (ONU), al Parlamento Europeo, a las universidades jesuitas del mundo y a las iglesias “a respaldar debidamente la salida pacífica y negociada de la trágica situación que está viviendo” Nicaragua.
Asimismo exhortó a estos organismos a exigir el respeto a la integridad física de todos los nicaragüenses “que integran la mesa de diálogo” y que están trabajando por una paz fruto de la justicia.
Otro sacerdote que fue amenazado de muerte fue el Obispo Auxiliar de Managua, Silvio José Báez Ortega, por parte de medios del Gobierno. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) otorgó medidas cautelares a Báez y algunos de sus familiares por estar dentro de una lista a “eliminar”.

Eyvi en Lima

Por Martha Meier Miro Quesada- Diario Expreso.
Eyvi Ágreda viajaba en bus cuando Carlos Javier Hualpa le prendió fuego, se acercó a ella mientras cruzaba el centro de Miraflores y le roció una sustancia combustible. Los televidentes vimos con horror las imágenes de la joven de 22 años convertida en una pira y a la gente tratando de ahogar la lumbre que la consumía. Eyvi murió ayer tras 38 días de agonía y diez operaciones que intentaron salvarla.
No debemos olvidar a esta joven cajamarquina que llegó a Lima, como tantos del interior, con la ilusión de encontrar oportunidades académicas y laborales. Su caso no es un feminicidio más ni debe preocupar exclusivamente al movimiento #NiUnaMenos, no debe usarse tampoco como excusa para que con el cuento del “machismo” nos contrabandeen una torcida agenda de género. Esta vez fue Eyvi, pero pudo ser un anciano, un niño, usted o yo.
Vivimos rodeados de violencia: las madres matan a sus hijas y ellas las apuñalan; los padres envenenan a su familia y luego se suicidan; los muchachos se agarran a puñetazos por las calles; las pandillas dominan barrios a balazos y hombres y mujeres abusan de menores.
El asesino Carlos Javier Hualpa Vacas no mató a Eyvi porque vivimos en una sociedad machista y patriarcal, como dicen quienes ni quieren aceptar que la nuestra es simplemente una sociedad podrida, carente de valores, desarticulada, incapaz de detectar a potenciales criminales, simplemente porque los más favorecidos viven mirándose el ombligo y retocando sus fotos de Facebook para verse más lindos y menos tristes, mientras no les importa que el resto corra angustiado tras el pan para mañana con la esperanza de acumular y llegar a parecerse a la élite juerguera, de papel couché.
Según el fiscal Humberto Ruiz: “Hualpa era una bomba de tiempo que iba a estallar en cualquier momento y nadie lo detuvo”. Sus frases confirman que los sistemas de alerta de la sociedad frente a potenciales criminales no funcionan. ¿En el seno familiar nadie lo notó, tampoco en el barrio y qué de sus amigos y compañeros de trabajo?
Hualpa es uno de los tantos subproductos evacuados por esta ciudad atroz donde la inseguridad campea, crece el desorden, la mayoría vive hacinada y viaja horas para trabajar las más de las veces a destajo.
Sobre Hualpa caerá todo el peso de la ley. ¿Cómo evitaremos que otros estallen así, o peor?

Homenaje al cardenal Cipriani

Por Luis Garcia Miró Elguera– Diario Expreso.
Juan Luis Cipriani pasa a los anales como uno de los cardenales peruanos con mayor solera, predicamento y trascendencia. Como toda persona eminente, tiene seguidores y contendores. En su caso, si bien estos últimos resultan sonoramente mayoritarios en rigor ocurre que no lo son. Todo lo contrario. Son la minoría perteneciente al espectro de la progresía caviar que, manipulando a la opinión pública –a través de la “gran prensa” que monopoliza los medios de comunicación imponiendo el dogma socialista– se ha encargado de aleccionar perversamente a nuestra sociedad para que abomine al cardenal Cipriani, a quien los progre repudian por no comulgar con el credo ateo, agnóstico y contestatario del socialismo sudaca. Con mayor énfasis todavía cuando se trata de un religioso influyente y carismático. Y con muchísimo mayor intensidad aún si hablamos de una autoridad con prestigio y significativa empatía entre la gente. Como lo registra el ejemplo de Juan Luis Cipriani, quien el 21 de enero pasado celebró sus 17 años como Cardenal del Perú, próximo a cumplir 75 años de edad. Más de década y media como cabeza de la Iglesia Católica peruana es una clarísima comprobación de la inteligencia, sagacidad y solidez personal de monseñor Cipriani. Mal que le pese a esa políticamente correcta izquierda nacional. En especial al clero caviar que indignamente se ha prestado a convalidar muchas de las campañas de difamación ensambladas por el socialismo nativo contra el cardenal Cipriani.
Cipriani fue Gran Canciller de la Universidad Católica. Claro, aquello ocurrió mientras dicho centro universitario no estuvo en manos de la intolerante secta progresista que, a raíz de la caída del régimen fujimorista, consolidó la ilícita apropiación de todos sus activos para luego traicionar su programa ideológico hasta colocarlo al servicio del socialismo criollo. En este escenario Cipriani desplegó un extraordinario esfuerzo para reencauzar el destino original de la Universidad Católica impreso por su mecenas José de la Riva Agüero y Osma, y temerariamente desconocido por los avendaños, lerner, rubios, etc. Gente que vergonzosamente pisoteó la voluntad de Riva Agüero forzando una “interpretación auténtica” de su Testamento orientada a confiscar la propiedad de la universidad, para endosársela fácticamente a los representantes de la progresía. Por ello Cipriani se hizo merecedor de la inquina y el incordio del socialismo, traducido en una oprobiosa campaña de desprestigio personal.
Anteriormente el cardenal Cipriani cumplió un rol vertebral en defensa de la sociedad durante los aciagos años de terrorismo. Lo hizo como Arzobispo de Ayacucho, región en cuya universidad se gestó el genocida sendero luminoso. Cipriani pasó largos años allá aguantando firmemente los estragos de esta lacra del horror y predicando serena pero activamente contra sus letales doctrinas. Como tal, es y ha sido un convencido –y justificado– crítico de la sesgada CVR, ente dedicado nada menos que a victimizar a los terroristas y a criminalizar al Estado.
Los peruanos le debemos mucho al cardenal Cipriani.

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