Hubo en Inglaterra un rey que trabajó constantemente por mantener la paz en sus estados y la comunión con la Iglesia católica. San Eduardo, llamado el Confesor, fue el más popular de los reyes ingleses de la antigüedad.
Tres cualidades le merecieron su fama de santo: era muy piadoso, sumamente amable y muy amante de la paz.
Un autor que vivió en ese tiempo nos dejó los siguientes datos sobre él:
- Era un verdadero hombre de Dios.
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Vivía como un ángel en medio de tantas ocupaciones materiales y se notaba que Dios lo ayudaba en todo.
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Eran tan bondadoso que jamás humilló con sus palabras ni al último de sus servidores.
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Se mostraba especialmente generoso con los pobres, con los emigrantes y ayudaba mucho a los monjes.
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Aun el tiempo en que estaba en vacaciones y dedicado a la cacería, ni un solo día dejaba de asistir a la santa misa.
- Era alto, majestuoso, de rostro sonrosado y cabellos blancos.
- Su sola presencia inspiraba cariño y aprecio.
Su vida
Nació alrededor del año 1003, hijo del rey anglosajón Etelredo “el Indeciso”. Fue el hijo del tercer matrimonio de Etelredo con la princesa Emma de Normandía.
Cuando en 1015 el rey danés Canuto invadió Inglaterra, su madre Emma partió enseguida con Eduardo y con su hermano Alfred hacia Normandía, en donde desarrollaron una familiaridad con los normandos y sus líderes.
Pero después de la muerte de su marido, Emma volvió a Inglaterra y, en su segundo matrimonio se convirtió en consorte de Canuto, durante el gobierno danés en Inglaterra.
Tras la muerte de Canuto y la muerte de sus hijos, el derecho anglosajón y la nobleza eclesiástica invitaron a Eduardo, el hijo de Emma, para que regresara a Inglaterra en el 1041; y así, poco tiempo después, en 1042, él se convirtió en rey a una edad aproximada de 40 años de edad.
Un modelo de rey
Para evitar que se siguiera avivando el resentimiento de la nobleza anglosajona, en el año 1045, san Eduardo se une en matrimonio con Edith, la hija del Conde Godwino, quien estaba resentido por la elección de Eduardo como Rey y su actitud era amenazadora para su reinado.
La tradición nos dice que san Eduardo y su esposa eran personas tan ascéticas y entregadas a Dios, que decidieron vivir juntos como hermano y hermana, para así alcanzar la santidad. San Eduardo conservó perpetua su castidad.
Eduardo tuvo unos modos de actuar que lo hicieron sumamente popular entre sus súbditos y lo convirtieron como en un modelo para sus futuros reyes.
Lo primero que hizo San Eduardo al asumir su cargo fue suprimir el impuesto de guerra, que arruinaba mucho a la gente.
Luego durante su largo reinado procuró vivir en la más completa armonía con las cámaras legislativas (que el dividió en dos: cámara de los lores y cámara de los comunes).
Se preocupó siempre por tener cuidado de que gran cantidad de los impuestos que se recogían, se repartieran entre las gentes más necesitadas.
El destierro y una promesa
Cuando Eduardo estaba desterrado en Normandía prometió a Dios que si lograba volver a Inglaterra iría en peregrinación a Roma a llevar una donación al Papa.
Cuando ya fue rey, contó a sus colaboradores el juramento que había hecho, pero estos le dijeron: “El reino está en paz porque todos le obedecen con gusto pero si se va a hacer un viaje tan largo, estallará la guerra civil y se arruinará el país”.
San Eduardo, decidió entonces enviar a unos embajadores a consultar al papa San León Nono, el cual le mandó decir que le permitía cambiar su promesa por otra: dar para los pobres lo que iba a gastar en el viaje, y construir un buen convento para religiosos.
Así lo hizo puntualmente: repartió entre la gente pobre todo lo que había ahorrado para hacer el viaje, y vendiendo varias de sus propiedades, construyó un convento para 70 monjes, la famosa Abadía de Westminster (nombre que significa: monasterio del occidente: West=oeste u occidente. Minster=monasterio). En la catedral es donde sepultan a los reyes de Inglaterra.
Su muerte y veneración
La solemne inauguración del famoso coro del Monasterio de Westminster, tuvo lugar el 28 de diciembre de 1065. Pero el rey ya se encontraba gravemente enfermo para esa fecha y no pudo asistir a la ceremonia.
Murió en el año 1066 y fue enterrado en la Iglesia de la abadía recientemente restaurada. No tenía hijos y la lucha por quién debería suceder dio inicio a la invasión normanda de octubre de 1066 y la Batalla de Hastings. Pronto hubo muchas peregrinaciones a su tumba.
En el reconocimiento de 1102 encontraron su cuerpo incorrupto y el 17 de febrero de 1161 el Papa Alejandro III lo incluyó en la lista de los santos.
Los restos del rey santo fueron trasladados a la Abadía de Westminster en solemne ceremonia oficiada por el arzobispo Santo Thomas Becket en 1963. La Iglesia lo recuerda con alegría cada 13 de octubre.
Patrono de los reyes, los matrimonios difíciles, y los cónyuges separados
La Iglesia católica se refiere a Eduardo el Confesor como el santo patrón de los reyes, los matrimonios difíciles, y los cónyuges separados.
Después del reinado de Enrique II, Eduardo fue considerado como el santo patrón de Inglaterra hasta que en 1348, san Jorge, cuyo culto como santo para los soldados llegó a Inglaterra durante las Cruzadas, le sustituyó en este papel. Eduardo, sin embargo, sigue siendo el santo patrón de la familia real Inglesa.
Fuente: Aleteia y pildorasdefe.net