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Llegaron cantando, bailando y arengando. Era sábado 21 a las 4 p.m. y la muchedumbre ya había copado varias cuadras de la avenida Brasil, cerca al cruce con Javier Prado. Los autos ni se movían desde la avenida Sucre, por La Marina.
La Marcha por la Vida, convocada por el Arzobispado de Lima, atrajo a sacerdotes, laicos, adoradores y feligreses de todas las condiciones, con una consigna común: ¡Sí a la vida, no al aborto!
La muchedumbre coreaba las arengas eclesiales, pero las cifras gritan por sí solas.
Según la ONG Manuela Ramos, cada año se realizan más de 300 mil abortos ilegales en el Perú. Un promedio de mil por día. El Perú tiene además las tasas más altas de violaciones reportadas en Sudamérica. El demonio ataca principalmente a niñas y adolescentes: 78 por ciento.
¿Quién se hace cargo de los afectados?
“El porcentaje de niños que viven en familias de dos padres está reduciéndose en Europa, América, y Oceanía. El individualismo y la igualdad entre los sexos se incrementan, mientras que los valores centrados en la familia y la adherencia a los roles tradicionales de género pierden terreno en muchas regiones”, reza un reporte internacional de la organización Child Trends 2013.
“Estamos aquí para defender los derechos de los bebés que no pueden defenderse a sí mismos”, exclamó el sábado Sor Martha, una de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul.
Más allá, la hermana Leyda, franciscana de la Inmaculada Concepción de Lima, señaló que, a pesar de la gran cantidad de congregaciones, “Dios nos ha dado distintos carismas, pero la consigna es única”.
El 6 de febrero, el Cardenal Juan Luis Cipriani fue hasta Roma en busca del espaldarazo necesario para la marcha. Lo recibió el papa Francisco con un mensaje cariñoso hacia todo el que ama la vida. El apoyo se hizo sentir.
Fuente: Revista CARETAS.
Quinto domingo de Cuaresma
Por Antonio Elduayen Jiménez CM
El de hoy es uno de los evangelios dominicales más patéticos e importantes sobre Jesús. Y lo escribe Juan (Jn 12, 20-33), como pórtico de entrada a la Pasión, Muerte y Resurrección (Exaltación) del Señor y a continuación de lo que nosotros conocemos como el Domingo de Ramos (12, 12-17). El día ha sido apoteósico y hasta unos griegos de la diáspora han pedido hablar con Él. Y Jesús, que sabe que tiene los días contados, les habla, a ellos y a todos, con el corazón en la mano. Yendo de su muerte, que ve inminente, a la gloria (exaltación) que el Padre va a darle con la resurrección.
Es entre sentimientos de alegría y de pesar, que Jesús habla de la necesidad de darse al otro sin pensar en uno mismo y de servir generosamente al Señor en los demás. Lo que dice es ante todo un retrato de Sí mismo y una invitación a los demás a hacer otro tanto. La propuesta puede parecer difícil, pero es necesario hacerla. Entonces, la recompensa será grande y el mismo Padre Dios, en persona, nos premiará. Otro aspecto interesante del discurso de Jesús es que, cosas tan profundas y transcendentales, las presenta en la forma de una sencilla parábola: la parábola del grano de trigo. Lamentablemente no la conocemos ni utilizamos tanto como otras parábolas. Por ejemplo, la de que somos luz del mundo (Mt 5,14), sal de la tierra (Mt 5,13), levadura en la masa (Mt 13, 33)
Y sin embargo la parábola del grano de trigo es más importante que ellas, no obstante ser tan breve. La Iglesia la usa con mucha propiedad en la liturgia de difuntos. Aparentemente, viene a decirnos el Señor, no pasa nada en nuestras vidas, como no le pasa nada al grano de trigo que puede estar por años dentro de una vasija. Pero dejen que el grano caiga en tierra, entonces rompe, brota un tallo y sale una espiga cargada de nuevo y abundante trigo. Así es nuestra vida dice Jesús. El grano de trigo que somos va germinando aún sin darnos cuenta, con lo bueno y lo malo que hacemos. Hasta que un día caemos en tierra (la muerte) y nos abrimos para Dios, presentándole la espiga de nuestra vida. ¿Con bueno y abundante trigo? ¿Con abundantes obras buenas? Nuestras manos ¿irán llenas o vacías?
Jesús es ese grano de trigo. Tú y yo somos ese grano de trigo…, que si no muere no da fruto. Y que si no muere como grano bueno, no da fruto bueno para el Señor. No es fácil pues para ello hay que ir a contracorriente del «mundo» (1 Jn 2,16). Y aceptar y vivir la llamada paradoja de Jesús: que «el que ama su vida (piensa sólo en sí mismo), la destruye (la perderá para la vida eterna); y que «el que descuida su vida en este mundo (se olvida de sí por los demás), la conserva para la vida eterna» (Jn 12,25; Mt 16, 25). Difícil, sin duda, pero piensa en lo que te recuerda el Señor: ¿de qué le sirve a uno ganar el mundo entero si pierde su alma? (Mt 16,26).
La Marcha por la Vida, convocada por el Arzobispado de Lima, atrajo a sacerdotes, laicos, adoradores y feligreses de todas las condiciones, con una consigna común: ¡Sí a la vida, no al aborto!
La muchedumbre coreaba las arengas eclesiales, pero las cifras gritan por sí solas.
Según la ONG Manuela Ramos, cada año se realizan más de 300 mil abortos ilegales en el Perú. Un promedio de mil por día. El Perú tiene además las tasas más altas de violaciones reportadas en Sudamérica. El demonio ataca principalmente a niñas y adolescentes: 78 por ciento.
¿Quién se hace cargo de los afectados?
“El porcentaje de niños que viven en familias de dos padres está reduciéndose en Europa, América, y Oceanía. El individualismo y la igualdad entre los sexos se incrementan, mientras que los valores centrados en la familia y la adherencia a los roles tradicionales de género pierden terreno en muchas regiones”, reza un reporte internacional de la organización Child Trends 2013.
“Estamos aquí para defender los derechos de los bebés que no pueden defenderse a sí mismos”, exclamó el sábado Sor Martha, una de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul.
Más allá, la hermana Leyda, franciscana de la Inmaculada Concepción de Lima, señaló que, a pesar de la gran cantidad de congregaciones, “Dios nos ha dado distintos carismas, pero la consigna es única”.
El 6 de febrero, el Cardenal Juan Luis Cipriani fue hasta Roma en busca del espaldarazo necesario para la marcha. Lo recibió el papa Francisco con un mensaje cariñoso hacia todo el que ama la vida. El apoyo se hizo sentir.
Fuente: Revista CARETAS.
Quinto domingo de Cuaresma
Por Antonio Elduayen Jiménez CM
El de hoy es uno de los evangelios dominicales más patéticos e importantes sobre Jesús. Y lo escribe Juan (Jn 12, 20-33), como pórtico de entrada a la Pasión, Muerte y Resurrección (Exaltación) del Señor y a continuación de lo que nosotros conocemos como el Domingo de Ramos (12, 12-17). El día ha sido apoteósico y hasta unos griegos de la diáspora han pedido hablar con Él. Y Jesús, que sabe que tiene los días contados, les habla, a ellos y a todos, con el corazón en la mano. Yendo de su muerte, que ve inminente, a la gloria (exaltación) que el Padre va a darle con la resurrección.
Es entre sentimientos de alegría y de pesar, que Jesús habla de la necesidad de darse al otro sin pensar en uno mismo y de servir generosamente al Señor en los demás. Lo que dice es ante todo un retrato de Sí mismo y una invitación a los demás a hacer otro tanto. La propuesta puede parecer difícil, pero es necesario hacerla. Entonces, la recompensa será grande y el mismo Padre Dios, en persona, nos premiará. Otro aspecto interesante del discurso de Jesús es que, cosas tan profundas y transcendentales, las presenta en la forma de una sencilla parábola: la parábola del grano de trigo. Lamentablemente no la conocemos ni utilizamos tanto como otras parábolas. Por ejemplo, la de que somos luz del mundo (Mt 5,14), sal de la tierra (Mt 5,13), levadura en la masa (Mt 13, 33)
Y sin embargo la parábola del grano de trigo es más importante que ellas, no obstante ser tan breve. La Iglesia la usa con mucha propiedad en la liturgia de difuntos. Aparentemente, viene a decirnos el Señor, no pasa nada en nuestras vidas, como no le pasa nada al grano de trigo que puede estar por años dentro de una vasija. Pero dejen que el grano caiga en tierra, entonces rompe, brota un tallo y sale una espiga cargada de nuevo y abundante trigo. Así es nuestra vida dice Jesús. El grano de trigo que somos va germinando aún sin darnos cuenta, con lo bueno y lo malo que hacemos. Hasta que un día caemos en tierra (la muerte) y nos abrimos para Dios, presentándole la espiga de nuestra vida. ¿Con bueno y abundante trigo? ¿Con abundantes obras buenas? Nuestras manos ¿irán llenas o vacías?
Jesús es ese grano de trigo. Tú y yo somos ese grano de trigo…, que si no muere no da fruto. Y que si no muere como grano bueno, no da fruto bueno para el Señor. No es fácil pues para ello hay que ir a contracorriente del «mundo» (1 Jn 2,16). Y aceptar y vivir la llamada paradoja de Jesús: que «el que ama su vida (piensa sólo en sí mismo), la destruye (la perderá para la vida eterna); y que «el que descuida su vida en este mundo (se olvida de sí por los demás), la conserva para la vida eterna» (Jn 12,25; Mt 16, 25). Difícil, sin duda, pero piensa en lo que te recuerda el Señor: ¿de qué le sirve a uno ganar el mundo entero si pierde su alma? (Mt 16,26).
Miles de personas se movilizaron desde Magdalena del Mar hacia Jesús María en el marco de la Marcha por la Vida, actividad organizada por el Arzobispado de Lima para sensibilizar a la población sobre el valor de la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural.
Se trata de la tercera edición de esta marcha, que se inició alrededor de las 09:00 horas en el cruce de las avenidas Brasil y Javier Prado y culminó en el Campo de Marte con participación de la cantante Sandra Muente y Daniel Lazo, ganador de “La voz Perú”.
La actividad convocó a niños, jóvenes, adultos, así como personas en sillas de ruedas que si bien no podían movilizarse a grandes distancias sí decidieron apoyar la marcha con su presencia. Según los organizadores, más de 250 mil personas se sumaron a esta iniciativa.
Se trata de la tercera edición de esta marcha, que se inició alrededor de las 09:00 horas en el cruce de las avenidas Brasil y Javier Prado y culminó en el Campo de Marte con participación de la cantante Sandra Muente y Daniel Lazo, ganador de “La voz Perú”.
La actividad convocó a niños, jóvenes, adultos, así como personas en sillas de ruedas que si bien no podían movilizarse a grandes distancias sí decidieron apoyar la marcha con su presencia. Según los organizadores, más de 250 mil personas se sumaron a esta iniciativa.
Además de personas que profesan la fe católica, también se pudo ver a representantes de la iglesia evangélica, así como judíos, musulmanes, quienes se pronuncian a favor de defender la vida. En esta oportunidad, la marcha llevó como lema “Todos tenemos un niño dentro”.
Al final del recorrido el cardenal Juan Luis Cipriani ofreció un discurso, en el que resaltó que el pueblo peruano ama la vida y condena el aborto.
“Queremos el respeto sin condiciones al derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural. Por eso mi homenaje es a la mujer, a la madre de familia, a todos ustedes que hoy recordando a nuestras madres decimos: ¡gracias por la vida!”, expresó.
Añadió que el Papa Francisco hizo llegar su saludo a todos los peruanos participantes de “tan loable iniciativa, y los invitó a esforzarse decididamente por cuanto contribuya a acoger la vida humana desde su primer instante, cuidándola con respeto y ternura y promoviéndola siempre, pues la vida es el derecho básico y fundamental de todo hombre y mujer”.
Fuente: Agencia Andina de Noticias.