Padre Eric de Beukelaer

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Cuando un líder político laico y masón me dice: “desaparecerás

Cierto modo de vida en la Iglesia está efectivamente muriendo. De ahí la pregunta: ¿muerte definitiva o muerte con vistas a la resurrección? La escena tiene lugar hace unas semanas en la Cité Ardente, durante la inauguración de una exposición. En la curva de dos petit fours me encuentro con un líder político. El hombre no oculta sus convicciones seculares, ni tampoco su afiliación masónica (nada muy original en Lieja). Intercambiamos algunas bromas y me dice que uno de sus compañeros se va de vacaciones. Como nuestras relaciones son cordiales, me permito reaccionar en tono de broma, respondiendo con una sonrisa que es muy bueno autorizar la salida; que en la Iglesia nunca permitimos esto. Es allí cuando, para mi sorpresa, mi interlocutor me mira fijamente y me dice con escalofriante seriedad : “Por eso vas a desaparecer“. Al instante comprendo la importancia del momento… Este librepensador acaba de abandonar su papel de representante público para compartir conmigo lo más profundo de su pensamiento. Para él, es evidente que esta Iglesia, a la que pertenezco en cuerpo y alma y que él abandonó hace mucho tiempo, es una reliquia del pasado, condenada a la quiebra. Podría haberle causado daño (políticamente hablando) al informar a otros de sus comentarios. Pero no. Tienes que ser capaz de soportar los ganchos, cuando los golpes se dan con sinceridad. Es chocante, pero sabes que en ese momento tu interlocutor habla con el corazón y con las entrañas, tras haberse quitado la máscara de la cortesía mundana.
Vas a desaparecer“… Esta frase me da vueltas en la cabecita desde entonces, como haciéndose eco de la consternación de tantos feligreses canosos que ven a sus hijos y nietos vivir el bautismo recibido, sin apenas asistir a la iglesia en su barrio. Como también se hace eco del desaliento de los miembros del clero o de los laicos bautizados comprometidos, ante la erosión de todo un tejido social católico. De hecho, no es necesario encerrarse en la negación, despotricando al son de “todo está muy bien, señora marquesa“, diciendo que nada fundamental está cambiando. Cierto modo de vida en la Iglesia está muriendo ante nuestros ojos, al menos en Occidente. De ahí la pregunta: ¿muerte definitiva o muerte con vistas a la resurrección?
La respuesta nos invita a profundizar más para volver a lo esencial del proceso de fe: si el Dios de Jesucristo no es más que una ilusión nacida de nuestras neurosis, es evidente que la Iglesia católica terminará por derrumbarse -como toda historia histórica-. construcción antes de que colapsara. ¿Los faraones? Desaparecieron después de tres milenios. ¿Los emperadores de China? Sólo duraron “sólo” dos milenios. ¿El Imperio Romano Occidental? Una existencia de apenas cuatro breves siglos… A partir de entonces, si se trata sólo de un fenómeno humano, el cristianismo en general y el catolicismo en particular experimentarán su ocaso. Por otra parte, si el Dios de Jesucristo es la Realidad vivificante que porta el universo visible e invisible, entonces son verdaderas las palabras del Maestro: “sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y se abrirán las puertas del infierno“, “nada podréis hacer contra ella” (Mateo 16, 18). Entonces, si es humano que la actual revolución social sacuda al pueblo cristiano, esto no debería desestabilizarlo. ¿De dónde viene esa seguridad pacífica? De la Gracia que se me ha dado para experimentar, en más de una ocasión, el poder del Espíritu obrando en mi vida.
Al valiente político que me dijo: “Vas a desaparecer“, le respondí, sosteniéndole la mirada y con una amplia sonrisa: “¡Mierda!“… En mi corazón, sin embargo, vinieron las palabras del Salmo 126 : “Si el Señor no construye la casa, en vano trabajan los constructores; si el Señor no guarda la ciudad, en vano velan los guardias“. Y luego, también, esta oración de Cristo a su Padre: “En tus manos, Señor, encomiendo mi Espíritu” (Lucas 23, 46).
Fuente: https://web.facebook.com/EricdeBeukelaer.blog

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