Por Aaron Salomón- Diario EXPRESO.
El lagarto Martín Vizcarra inscribió su partido, Perú Primero, sin que el Jurado Nacional de Elecciones (JNE), del nefasto Jorge Salas Arenas -exdefensor legal de terroristas-, pusiera un pero de por medio.
Sucede que el vacado expresidente, al haber sido inhabilitado hasta en dos ocasiones por el Parlamento, está impedido de fundar y registrar una agrupación política, de acuerdo a una sentencia del Tribunal Constitucional (TC), la cual omitió el JNE.
Es por eso que, ante la amenaza que representa que Vizcarra cuente con una plataforma política (podría recibir fondos públicos para hacer sus maldades), el periodista Beto Ortiz -junto a reconocidos juristas- presentó una tacha, que, de no prosperar, no haría más que confirmar el sesgo del máximo órgano electoral.
Martín Vizcarra es el responsable (además de su ministro Víctor Zamora) de la muerte de más de 200 mil peruanos por su nefasta política sanitaria contra la covid-19. Ordenó el encierro completo de un país informal, mandó a los pobres a contagiarse en las colas de los bancos para recibir un mísero bono, compró las inútiles pruebas rápidas (que arrojaban falsos negativos) y rechazó la ayuda del sector privado, para, por ejemplo, levantar plantas de oxígeno, solo por mencionar algunos “errores” que significaron el fallecimiento de compatriotas.
Incluso, Vizcarra tuvo el desparpajo de vacunarse a escondidas con dosis del laboratorio chino Sinopharm, con el que ya había negociado para, tajada de por medio, comprar sus cuestionados antídotos, dejando de lado a los fármacos de Pfizer.
En simple: si al lagarto no lo vacaban por sus actos de corrupción cuando fue gobernador regional de Moquegua, el Perú solo hubiera tenido carísimos sueros chinos de dudosa efectividad.
Vizcarra también fue un dictador: cerró inconstitucionalmente el Congreso al interpretar que la cuestión de confianza que presentó le fue rechazada, cuando, en realidad, fue aprobada en los votos. El golpe de Estado que asestó el mitómano fue avalado, lamentablemente, por la cuatrinca caviar que había tomado por asalto el Tribunal Constitucional.
Es penoso que los jóvenes equivocados se hayan movilizado, inquietados por la mayoría de medios de comunicación, para defender a este miserable luego de su destitución. Me pregunto: ¿dónde estuvieron estos adictos al TikTok cuando el ignorante Pedro Castillo robaba a manos llenas? Su ausencia solo confirma que jamás existió una generación preocupada por la política, como postulaban los “pensadores” caviares, sino solo un grupo de muchachos aburridos del encierro que buscaron cualquier excusa para volver a reunirse con sus amigos y beber todo lo que no habían podido durante la inacabable cuarentena.
Cómplices del lagarto
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