LA VERDAD SOBRE EL ARZOBISPO DE LIMA: SU SOBRINO LO DESENMASCARA
Por Luciano Revoredo- LaAbeja.pe
Recientemente ha aparecido en la plataforma de Amazon un pequeño libro de autoría de Dino Castillo que se titula Mi tío el arzobispo, Carta pública para el arzobispo de Lima Carlos Castillo Mattasoglio. El autor es hijo de Jorge Castillo, hermano del arzobispo de Lima.
Se trata de un texto breve y sin mayores pretensiones que mostrar una verdad que el autor quiere divulgar porque le duele y le molesta el daño que Carlos Castillo hizo a su familia y que ahora hace a la iglesia. En la presentación de su libro Castillo dice: “Con este testimonio pretendo advertir a todos los fieles, el riesgo de permitir que ideas experimentales destruyan nuestra fe. No son pocos los temas que Carlos Castillo tendrá que explicar no solo a la opinión pública peruana, sino también al mismísimo Papa Francisco, por las incongruencias que comete predicando cosas que él mismo no las aplica en su vida cotidiana. Siento vergüenza ajena (como varios familiares que lo conocemos bien) al escuchar su parloteo cuál político demagogo que habla lindo para el público, pero no es sincero como demostraré en cada punto sustentado debidamente. Estoy consciente de las posibles repercusiones que el presente escrito me acarree, sin embargo, no viviré amordazado ni reprimido conociendo la clase de persona que dirige nuestra Iglesia”.
Dino Castillo define a su tío el arzobispo como un hombre distante, frío y resentido. Un hombre tomado por la teología marxista de la liberación, pero a la vez soberbio y ambicioso.
El texto se inicia con una presentación familiar y luego algunos recuerdos de la infancia. Cuenta Dino por ejemplo que cuando era un niño a veces se quedaba a dormir en casa de sus abuelos muy cerca al Hospital Militar. En esa casa vivía su tío Carlos que aún no era sacerdote. Uno de los hechos que menciona de esos días es que estando el dictador izquierdista Juan Velasco Alvarado internado en el Hospital Militar, algunas tardes salía a una ventana para saludar a sus prosélitos que venían a darle ánimos. Entonces Carlos Castillo llevaba a su sobrino y lo subía en sus hombros para vitorear al dictador.
Esta afinidad con el velasquismo llevará también al hoy arzobispo a mantener una gran amistad con Helan Jaworski, ideólogo velasquista, hombre clave en SINAMOS y ocupante precario del confiscado Diario El Comercio. Cuenta el autor que cuando en su juventud fue a visitar a su tío en Roma, al primero que le presentó fue a su íntimo amigo Jaworski.
Otra anécdota, muy triste, de esta visita a Roma es cuando Dino relata que en sus primeros paseos por la ciudad, al pasar por cada iglesia el se persignaba, tal como le habían enseñado desde niño. Pero que su sorpresa fue muy grande cuando su tío, sacerdote católico, con un gesto despectivo le pidió que no lo haga. Será también en una de estas caminatas por Roma cuando a la pregunta de su sobrino sobre cómo fueron las apariciones de la Virgen María en Fátima, Carlos Castillo le dijera cortante que todo eso era un mito que nunca se había evidenciado su veracidad.
Este es un tema muy lamentable, las apariciones de Fátima han sido reconocidas por la iglesia y han sido motivo de gran devoción por los fieles y los papas a lo largo de los últimos cien años. Es más, en unos días el Santo Padre cumplirá con unos de los pedidos de Nuestra Señora de Fátima al consagrar Rusia a su Inmaculado Corazón. Además, el papa ha pedido que todos los obispos del mundo lo acompañen en el acto de consagración. Menudo problema el que tiene Castillo que no cree en la Virgen de Fátima.
Con relación a la ruptura en sus relaciones familiares el autor describe como los vínculos entre su padre y su hermano Carlos se empezaron a resquebrajar cuando su padre le entregó una fuerte suma de dinero para que haga un pago en Europa y monseñor Castillo que en esa época estudiaba en Roma viajó llevando el dinero y se lo apropió. Al ser increpado por su hermano simplemente dijo que se lo había gastado y nunca más dio cuenta de esto.
Estando la relación entre los hermanos dañada, años más tarde sucedió otro problema cuando Carlos castillo se apropió de un inmueble en Lince donde funcionaba la imprenta familiar. Durante mucho tiempo se negó a pagar lo que correspondía a su hermano y tras su fallecimiento maltrató a su heredero y solo pago después de mucho tiempo y presiones.
Todos estos hechos resultan muy dolorosos para la familia de monseñor Castillo, así como el hecho de que haya tergiversado una serie de situaciones respecto a la muerte de su hermano Ismael que fue asesinado por la guerrilla comunista en la que estaba militando Héctor Béjar, amigo íntimo de Helan Jaworski, su camarada de juventud.
Estos son algunos de los temas más destacables de la publicación de Dino Castillo, que ya ha anunciado una segunda parte con más detalles de su relación con su tío el arzobispo.
Fragmento de la obra:
“Mi nombre es Dino Castillo Martin de 58 años, hijo de Jorge Castillo Mattasoglio quien falleció hace buen tiempo (a la fecha tendría 88 años) y fue el segundo descendiente de 7 hermanos fruto de la unión de mis abuelos Augusto Castillo Luza (policía de profesión) y Angélica Mattasoglio Muñoz. Mi viejo era como tres años mayor que Ismael Castillo Mattasoglio, asesinado cobardemente en una emboscada demencial de extremistas terroristas el año 1965, con quien además de ser hermanos, los unía una gran amistad (eran los mejores amigos). Así mismo el destino hizo que ambos se casaran con dos grandes amigas, trabajaran en la imprenta familiar y frecuentaran los mismos círculos sociales. El último del clan Castillo Mattasoglio fue Carlos, quien es el actual arzobispo de Lima, nació en 1950 lo que lo hacía más o menos 17 años menor que mi padre. Con este testimonio pretendo advertir a todos los fieles, el riesgo de permitir que ideas experimentales destruyan nuestra fe. No son pocos los temas que Carlos Castillo tendrá que explicar no solo a la opinión pública peruana, sino también al mismísimo Papa Francisco, por las incongruencias que comete predicando cosas que él mismo no las aplica en su vida cotidiana. Siento vergüenza ajena (como varios familiares que lo conocemos bien) al escuchar su parloteo cuál político demagogo que habla lindo para el público, pero no es sincero como demostraré en cada punto sustentado debidamente. Estoy consciente de las posibles repercusiones que el presente escrito me acarree, sin embargo, no viviré amordazado ni reprimido conociendo la clase de persona que dirige nuestra Iglesia.
Por mi parte les comento que he recibido muy buen asesoramiento para este volumen y el compromiso también para el segundo, es decir hemos cubierto (con mi equipo) hasta el último detalle… Después de todo el íntegro del contenido es veraz“.