Prelatura de Huamachuco

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Fue erigida el 4 de diciembre de 1961 por el Papa San Juan XXIII mediante la bula “Salutifera Evangelii Lex“, con territorio desmembrado de la arquidiócesis de Trujillo.​ En sus primeros años tuvo como prelado al obispo Damian Nicolau Roig TOR, y como catedral provisoria al templo de San Agustín de Huamachuco. Desde un inicio la Iglesia estuvo al cuidado de la Tercera Orden Franciscana Regular (TOR). Posteriormente fue construida una nueva catedral, siendo dedicada el 14 de agosto de 1973. Recientemente, el 5 de febrero de 2016 el Estado Peruano declaró Patrimonio de la Nación a la Festividad de San Francisco de Asís de Huamachuco.
Monseñor Damián Nicolau TOR nació en Vilafranca de Bonany (Mallorca), el 29 de octubre de 1907. Emitió la primera profesión en la Tercera Orden Regular, día 3 de noviembre de 1923. La ordenación sacerdotal le fue conferida en Roma, el 19 de abril de 1930. Es Doctor en Sagrada Teología, Licenciado en Derecho Canónico distinguido con la medalla de Plata y Diplomado en Latín Clásico, por la Universidad Gregoriana.
En la Provincia Franciscana ha ejercido los cargos de Superior, Maestro de Novicios, Director Espiritual del Colegio de La Porciúncula y Secretario Provincial.
Asignado, por la Santa Sede, a la provincia Franciscana Española de la T. O. R., un territorio de misión en el Perú (América), el Padre Damián Nicolau, con otros compañeros, salió para Huamachuco, en noviembre de 1961.
El 7 de diciembre del mismo año fue erigida aquella misión en Prelatura y el Padre Damián fue elegido su Administrador Apostólico el 15 del mismo mes. Y el 23 de octubre de 1963 fue nombrado Prelado Nullius de aquella Prelatura.
La consagración episcopal se efectuó en Palma de Mallorca. Sus obispos consagrantes fueron: el de Mallorca, Dr. Rafael Álvarez Lara; el de Ibiza, Dr. Francisco Planas y el de Jaén, Félix Romero Menjibar.
Monseñor Sebastián Ramis Torrens TOR,​ fue nombrado por el Papa san Juan Pablo II el 13 de noviembre de 1990. La sede titular de Huamachuco es la Catedral de San Agustín y la Santísima Virgen de la Alta Gracia.
La prelatura cuenta con 21 parroquias, abarca unos 7981 km².El Papa Francisco nombró como nuevo Obispo Prelado de Huamachuco en la zona norandina del Perú al sacerdote Pascual Benjamín Rivera Montoya TOR, hasta ahora Administrador Apostólico de la misma circunscripción.
Monseñor Rivera Montoya sucede en el cargo a Monseñor Sebastián Ramis Torrens, cuya renuncia fue aceptada en agosto de 2018 luego de llegar a los 75 años, la edad límite para el servicio episcopal.
Durante el gobierno pastoral de Monseñor Ramis ocurrieron diversos casos de abuso sexual que involucran a varios sacerdotes, algo que fue investigado por ACI Prensa a mediados de 2020. Los casos incluyen a presbíteros de la Arquidiócesis de Trujillo, de la que la Prelatura de Huamachuco es sufragánea.
Como parte de la investigación de 2020, ACI Prensa buscó insistentemente a Monseñor Rivera Montoya pero no obtuvo respuesta.
Monseñor Pascual Benjamín Rivera Montoya TOR, nació el 17 de mayo de 1964 en Ayotla, (México). Tiene 56 años.
El 26 de julio de 1987 ingresó en la Tercera Orden Regular de San Francisco. Hizo su profesión solemne el 17 de septiembre de 1991 y fue ordenado sacerdote el 5 de julio de 1992.
Realizó su licenciatura en filosofía y teología en la Universidad Intercontinental de los Misioneros de Guadalupe (1988-1994). Obtuvo la licenciatura en Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de México (1996-1999) y el doctorado en la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma (2000-2003).
En la Arquidiócesis de México desempeñó los siguientes cargos: vicario parroquial de Nuestra Señora de la Esperanza (1994-2001); Superior local de su orden y párroco de los Santos Reyes (2001-2007); vicario coadjutor de la parroquia de la Divina Providencia (2007-2009); párroco de San Pío X (2009-2017); vicario pro episcopal de la Vicaría III de la Arquidiócesis (2012-2019) y vicario parroquial de San Pío X (2017-2019).
Además, desempeñó el cargo de juez del Tribunal Eclesiástico de la Arquidiócesis de México. En la provincia de su Orden fue vicario, consejero y tesorero y en la Orden fue consejero y procurador general.
El 26 de julio de 2019 fue nombrado Administrador Apostólico sede vacante et ad nutum Sanctae Sedis de la Prelatura de Huamachuco.
Además de español, sabe italiano, inglés, francés y latín.

Las víctimas de abuso sexual en la prelatura de Huamachuco

Por – Sudaca.
El congresista Alberto de Belaúnde, recibió el 24 de septiembre de 2018, de manos del congresista Marco Arana, documentación recopilada por la Comisión de Escucha de Víctimas de Abusos Sexuales de la Prelatura de Huamachuco, referentes a abusos sexuales cometidos en la mencionada prelatura.
Entre las varias acciones que acometió la comisión investigadora están las entrevistas a profundidad que se le hicieron a tres víctimas identificadas con nombre y apellido (Juan Manuel Blanco Ramírez, Héctor David Reyes Prieto y Ángel Bernardino Cachay Malo) y a la madre de una víctima cuya identidad se protegió bajo el seudónimo de “Alexis”. Una quinta víctima de nombre Esteban Leónidas Espinoza Rojas no pudo ser entrevistada, quien había denunciado ante el obispo Sebastián Ramis Torrens, titular de la prelatura de Huamachuco, al sacerdote Tulio Armando Montenegro Infante. En noviembre de 1988, cuando cursaba el tercer año de secundaria y era catequista en la parroquia San Juan Bautista de Chilia, mientras se encontraba en su dormitorio, ingresó a éste Tulio Montenegro a las 5 de la madrugada y se metió a su cama con el objeto de forzarlo sexualmente. En diciembre de ese mismo año, Montenegro intentó nuevamente forzar a Espinoza. Estos hechos se repitieron hasta el año 1991, cuando se realizó la denuncia ante el obispo Ramis, quien no hizo nada al respecto.
Las historias de las demás víctimas están documentadas en el informe final de la comisión investigadora, que obtuvo su información de carpetas fiscales referentes a denuncias hechas antes las autoridades correspondientes y de testimonios obtenidos a través de entrevistas personales. He aquí un resumen de esas historias.
Juan Manuel Blanco Ramírez
El lugar de los hechos fue la Parroquia del Buen Pastor en el distrito de El Porvenir, en La Esperanza, Alto Moche, y en la casa del señor Daniel Hoyle, en Trujillo. Los sacerdotes William José Costa Serrano, Segundo Asunción Fernández Haro, Emeterio Marcial Castañeda Muñoz y Tulio Armando Montenegro Infante invitaron a Juan Manuel Blanco, cuando tenía 15 años, a participar de «fiestas de alcohol, cigarros y sexo», en las que «los sacerdotes se reunían para realizar orgías y satisfacer sus instintos sexuales y pedófilos con jóvenes de 15 a 17 años». Juan Manuel era un adolescente con ciertas carencias económicas y enfrentaba mucha soledad, ya que su madre trabajaba en el exterior, situación de la que se aprovecharon los presuntos perpetradores, acercándose primero en tono amical. A las fiestas lúbricas y desordenadas en las cuales participó -que se realizaron entre 1996 y 1998- asistían otros sacerdotes y personalidades de la ciudad de Trujillo.
Cuando fue entrevistado por la comisión investigadora en 2019, Juan Manuel tenía 38 años, trabajaba como abogado en una entidad educativa y vivía con su familia en Laredo. Entonces declaró:
«Yo no tengo por qué mentir, yo sí acepto que me acostumbré al dinero. Porque yo tenía relaciones con un cura y él me pagaba cada vez que tenía. Era una persona que no trabajaba, era menor de edad, 16 años. Mis padres no me podían dar estudios en aquella época. Entonces qué más quiero, venía con 30 soles en aquella época, era plata, 30 soles, 40 soles, me daba mi buena vida. Compraba si se me antojaba una galleta, compraba porque ya tenía dinero (…) Me facilitaron esa etapa de la vida (…) No que me gustaba, pero me acostumbré, me acostumbré al dinero fácil. Como comúnmente se dice, me convertí en un puto».
Héctor David Reyes Prieto
Entre los años 1995 y 2000 estuvo viviendo en la parroquia del distrito de Buldibuyo, donde trabajaba para el párroco, Tulio Montenegro. Héctor empezó a ayudar a los sacerdotes en la misa porque sentía la vocación de ser cura, y así fue como comenzó a hacer de chofer y acompañante del padre Tulio, aunque su labor no era remunerada, sino una suerte de condición para acceder al sacerdocio. Asistió a las fiestas mencionadas por Juan Manuel Blanco en su denuncia. Asimismo, indicó que el padre Tulio traía a niños a dormir a la parroquia a través de diversas actividades, y que solía meterse en sus cuartos a dormir.
Los hechos empezaron en 1995 cuando tenía 22 años y él era catequista en la parroquia. El sacerdote le ofreció alcohol:
«Amanecí con el padre desnudo a mi costado. Él me dijo que nos habíamos emborrachado y no sabemos qué hemos hecho. Amanecí adolorido en el ano. Él me amenazó que no diga nada. Eso se volvió frecuente y siempre había una violación sin consentimiento y me seguía amenazando. Nunca lo comenté porque tenía temor y vergüenza».
Cuenta que el padre Tulio lo golpeaba y lo humillaba permanentemente. A consecuencia de estos abusos físicos y psicológicos, decidió escaparse. De esta manera se terminó su sueño de ser sacerdote.
«El 21 de enero del 2001 me escapo de la parroquia. Estuve desde el 1994 hasta el 2001 sin vacaciones ni momentos libres porque no tenía a quién visitar (…) Le comenté al padre que me quería ir, y el padre no quería dejarme ir. Así que opté por escaparme. Iba separando plata de las fotocopias para poder pagar mi transporte, saqué mis cosas en la noche y salí por el portón de la iglesia. Hablé con una señora que tenía unos carros, le dejé mis maletas y una frazada, le dije que más arriba abordaba el carro, subí por un cerro y más arriba me metí al carro. El padre Tulio y su pareja se dieron cuenta y de los pelos me querían bajar. Yo lloraba y gritaba. Nunca he vuelto a verlo desde ahí».
En el momento de la entrevista Héctor tenía 47 años y vivía solo en Laredo, distrito de la provincia de Trujillo.
Ángel Bernardino Cachay Malo
También denunció al padre Tulio Montenegro. Tenía 18 años cuando ocurrieron los hechos. En su declaración ante la fiscalía se señala lo siguiente:
«En agosto de ese año el imputado, en su calidad de párroco de Tayabamba, llegó para animarlos y se quedó a dormir. Entonces, invitó a Cachay Malo a quedarse a dormir en su cuarto y el seminarista aceptó de manera confiada la invitación del párroco. Una vez ahí el párroco le comenzó a tocar el pecho, el estómago, el pene y a la fuerza quiso mantener relaciones sexuales con él, pero el joven no accedió. Esto volvió a ocurrir en otra oportunidad que los seminaristas tuvieron que quedarse a dormir en Chagual. Aunque dormían junto con otras personas en el piso, Montenegro trató nuevamente de forzarlo para tener relaciones sexuales».
Ángel es sacerdote y ha colaborado con el grupo de sacerdotes denunciantes de la Comisión de Escucha de Víctimas de Abusos Sexuales de la Prelatura de Huamachuco.
Después de los hechos de la denuncia Ángel relata:
«Yo sufría, sentía cólera por esta persecución dentro de la iglesia, si somos predicadores de la misericordia, de la bondad de Dios. Cuando me sucedieron los tocamientos, cuando le dije al obispo Ramis, me dijo que no denuncie, me decía que me iba a mandar a estudiar a España. Los que han aceptado ese tipo de relación con los sacerdotes los han llevado a Estados Unidos a España. Algunos han ido ascendiendo y haciendo carrera de esa forma. Yo nunca acepté eso».
R.J.A.A.A. (“Alexis”)
El abuso en perjuicio de R.J.A.A.A. (o “Alexis”, según la comisión investigadora), quien tenía 15 años al momento de ocurrir los hechos, es el caso conocido más reciente. Ocurrió el 19 de mayo del 2015. El sacerdote Manuel Mendoza Ruiz le habría hecho tocamientos indebidos durante el viaje que el adolescente y el sacerdote realizaron a fin de participar de un retiro espiritual en la ciudad de Chimbote. Los tocamientos ocurrieron en el bus entre Trujillo y Huamachuco. Siendo de madrugada y con las luces apagadas, Mendoza Ruiz empezó a hacerle tocamientos indebidos en sus partes íntimas, metiéndole la mano en el interior de sus pantalones. A pesar del reclamo del adolescente, el sacerdote volvió a insistir, generando la molestia del menor de edad.
La madre de la presunta víctima, a quien la comisión investigadora llama con el seudónimo de “Rita”, relata que acudió ante el obispo Sebastián Ramis Torrens a realizar la denuncia correspondiente, pero éste no ordenó ningún tipo de investigación, ni medidas de protección o de acompañamiento a la víctima, ni ninguna sanción contra el responsable. Ante la falta de respuesta, “Rita” irrumpió en una reunión realizada el 24 de octubre de 2018 con sacerdotes de la provincia, para reclamarle al obispo Ramis por su inacción. Allí fue apoyada por otros sacerdotes:
«¿Por qué la quieren botar, si ella quiere contar su verdad (…)? Si su hijo ha sido afectado, ¿por qué vamos a defender lo indefendible? Nos da vergüenza que vengan a decirnos en nuestra cara la clase de gente que somos. Una madre humilde, que hayan querido hacer de su hijo lo que han hecho».
Alexis” tuvo una audiencia el 26 de febrero del 2019 con el vicario judicial Monseñor Ricardo Coronado Arrascue, que lo afectó mucho. Al respecto, ella relata:
«Ayer mi hijo salió muy mal de la entrevista, y cada vez que lo entrevistan, que lo preguntan, mi hijo sale mal, molesto. Y le he pedido al padre que ayer lo ha entrevistado que ya no lo entrevisten más porque mi hijo ya… hemos ido a la fiscalía, ha pasado por la psicóloga de la fiscalía, por el padre, por el obispo, por varias oportunidades y yo creo que, en vez de mejorar las cosas, lo estamos empeorando. Antes de ir estaba molesto, resentido. En el trayecto del camino no me dijo nada. Entró a hablar con el padre, le contaría los hechos como sucedieron, y salió molesto».
Los casos de estas cinco víctimas fueron denunciados ante la fiscalía, siendo archivados por prescripción de los hechos o argumentando su poca capacidad probatoria. El obispo Sebastián Ramis Torrens, denunciado por encubrimiento en todos los casos, fue exculpado con el argumento de que no existe normativa que obligue a un miembro del clero a trasladar una denuncia de abuso sexual, inclusive contra menores de edad, a la fiscalía.
Los casos de estas cinco víctimas son sólo la punta del iceberg de un escándalo mucho más complejo de abusos y encubrimiento que implicaría a las más altas autoridades de la Iglesia católica en el Perú, como informó en julio de 2020 la periodista Melissa Goytizolo de La República en un extenso reportaje intitulado “Batalla al interior de la Iglesia”.
Un grupo de sacerdotes de la prelatura de Huamachuco, entre los que se encuentran algunas de las presuntas víctimas, reunidos en torno a la Comisión de Escucha de Víctimas de Abusos Sexuales de la Prelatura de Huamachuco, vienen solicitando desde hace años a las autoridades eclesiásticas que tomen acciones concretas a favor de los denunciantes. Entre ellos se encuentran Agustín Díaz Pardo, Antonio Campos Castillo, Nery Tocto Calle, Esteban Desposorio Fernández, Ángel Antero Salazar Chávez y Ángel Cachay Malo. El padre Esteban Desposorio le comentó a la periodista de La República que tenía más de 100 testimonios de jóvenes víctimas de abuso sexual.
La investigación periodística de Goytizolo menciona, en base a cartas oficiales, los nombres de políticos que fueron informados de lo que estaba pasando en Huamachuco y de las altas autoridades eclesiásticas que fueron debidamente informadas en su momento, a saber, el cardenal Juan Luis Cipriani, Monseñor Sebastián Piñeiro (actual arzobispo de Ayacucho) y Monseñor Miguel Cabrejos (actual arzobispo de Trujillo y presidente de la Conferencia Episcopal Peruana). Por supuesto, ninguno se pronunció sobre el caso ni hizo nada para atender a las víctimas.
En carta del 25 de febrero de 2016, dirigida por Monseñor Cabrejos a Monseñor Ramis, obispo prelado de Huamachuco, aquél pide que se discipline a los sacerdotes denunciantes por haber aparecido en el programa Punto final de Frecuencia Latina para hacer públicas sus denuncias. «Ante estos hechos me permito pedirle que en su condición de obispo de los referidos sacerdotes (…) actúe con la mayor diligencia para garantizar la observancia de la disciplina eclesiástica entre sus sacerdotes, les exija el cumplimiento de todas las leyes que le competen y evite que se introduzcan abusos como el ocurrido a propósito de la publicación de esta denuncia, para que comportamientos de esta naturaleza no se vuelvan a repetir».
Y sobre el fondo del asunto, las denuncias mismas, dice que «el contenido de las declaraciones en ese reportaje reviste especial gravedad, pues se acusa de supuestos actos que atentarían gravemente contra la dignidad del sacramento del orden, contra la disciplina eclesiástica y algunos estarían contemplados en los “delicta graviora”. Denuncias que por su contenido y por la forma en que se han expresado han ocasionado grave escándalo entre los fieles y daña profundamente la imagen de nuestra amada Iglesia».
Ni una sola palabra respecto al sufrimiento y al daño que se les ha ocasionado a las víctimas ni sobre la necesidad de reparaciones. Lo único que le preocupa es la imagen de la Iglesia, por lo se debe garantizar que no se vuelvan a repetir denuncias como éstas. Y como efectivamente sucedió, los denunciantes fueron sancionados y las víctimas, desatendidas y revictimizadas, restándole crédito a sus testimonios y declaraciones, considerándolas «llenas de contradicciones y exageraciones extremas». El cura Montenegro fue suspendido de todas sus responsabilidades eclesiásticas recién en el 2019, tres años después de la carta de Monseñor Cabrejos, sin haber reconocido sus delitos ni haber sido obligado a reparar el daño producido.

PRELATURA DE HUAMACHUCO
NOTA DE PRENSA
Tras la publicación de un artículo de la Sra. Melissa Goytizolo en el diario La República, el 12 de julio del 2020, a raíz de la visita realizada en el año 2018 por un sacerdote, sobre presuntos casos de abuso sexual a menores por parte de algunos sacerdotes de la Prelatura de Huamachuco, me veo en la necesidad de aclarar a la opinión pública lo siguiente:
1. Los hechos descritos, fueron en su momento judicializados y sobre estos hechos se ha pronunciado la Fiscalía Mixta Corporativa Sánchez Carrión. La misma que fue Apelada y el Fiscal Superior Titular de la Libertad, dispone declarar infundada la queja de derecho interpuesta. En el caso de Mendoza sigue en curso.
2. La Prelatura al tomar conocimiento de estos hechos de manera inmediata suspendió a los Sacerdotes involucrados el 1 de marzo del 2016, mientras duraba la investigación en el fuero eclesial, para lo cual, se formó una Comisión Indagadora, garantizando el respeto a la persona humana, a tener un debido proceso y el derecho a la presunción de inocencia de los acusados, sus conclusiones fueron elevadas a la Congregación para la Doctrina de la fe; la misma, que indica iniciar un Proceso Penal Administrativo contra los presbíteros. Para dichos procesos se nombraron consultores externos a la Prelatura de Huamachuco; que emitieron sus conclusiones y en su momento se resolvieron y notificaron en su debido momento a las partes involucradas.
3. Lamentamos que, este medio de comunicación, periódico la República, comparta información de forma confusa, que a la fecha ya ha sido investigada, tanto en el fuero civil como en el fuero eclesiástico; llevando a la población a equívocos, más que a ser informados.
4. Cabe mencionar que en todo lo expuesto no hay más casos nuevos pues desde que llegué a la Prelatura en octubre del año pasado no he recibido denuncia concreta y actualmente no existe investigación ni procesos en el ámbito eclesial, solamente en el fuero civil el caso Mendoza que sigue en curso.
5. Deseamos que nuestro presente y nuestro futuro, en la Prelatura de Huamachuco, venga marcado por el decidido esfuerzo por la justicia y la fraternidad que anuncia y realiza la Iglesia, en el nombre de Cristo. Trabajamos y trabajaremos por una Iglesia que se vea libre de cualquier acción contra la dignidad de las personas, y en especial de los menores y los indefensos.
Monseñor Pascual Benjamín Rivera Montoya TOR
Administrador Apostólico de la Prelatura de Huamachuco
Prelatura de Huamachuco, La Libertad. 14 de julio de 2020.

Denuncian corrupción sexual de sacerdotes y encubrimiento

Un reciente informe del diario peruano La República denuncia una presunta red de acoso y abusos sexuales de sacerdotes contra diversos jóvenes y seminaristas, así como el supuesto encubrimiento y negligencia de obispos, entre ellos el Arzobispo de Trujillo y presidente de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) y del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), Monseñor Héctor Miguel Cabrejos Vidarte.
Si bien el informe hace equivocadamente referencia a casos de “pederastia” -el abuso sexual específico de niños-, el centenar de denuncias se refieren a adolescentes y jóvenes –efebofilia-, que señalan a una docena de sacerdotes de la Arquidiócesis de Trujillo y de una de sus sufragáneas, la Prelatura de Huamachuco, en el norte del Perú.
Según la investigación, fue un grupo de sacerdotes que acogió las denuncias y las llevó ante las autoridades eclesiásticas y civiles, y ahora ante la prensa local. Sin embargo, de acuerdo al informe, los denunciantes fueron sancionados por la jerarquía eclesial.
Los supuestos abusos se remontan a la década de 1990, pero otras denuncias fueron presentadas en 2005, 2010 y 2015.
En una carta remitida en julio de 2010, una presunta víctima denunció ante el entonces Prelado de Huamachuco, Monseñor Sebastián Ramis Torrens, que durante una reunión en la que bebieron alcohol “el Padre Marco Antonio Tito Valle me besó, abrazó y llevándome a su habitación realizando las mismas actitudes frente a mi persona”. El joven huyó a su habitación y se encerró: “puse cadena para que no pudiera ingresar a pesar que tocó y tocó con insistencia”.
De acuerdo a La República, una investigación encomendada por la Prelatura de Huamachuco concluyó que el Padre Tito Valle no habría cometido delito, porque el joven no era menor de edad, así que no presentaron la denuncia ante las autoridades civiles.
En 2016, Monseñor Ramis Torrens reincorporó al Padre Tito Valle a su parroquia.
En 2015, el Padre Manuel Mendoza Ruiz, entonces secretario de Cancillería de la Prelatura de Huamachuco, fue acusado de tocar los genitales de un adolescente de 15 años.
Según recoge La República, el joven recordó que durante un viaje, en el marco de un retiro espiritual, “me desperté porque el padre estaba metiendo su mano debajo de mi pantalón. Yo lo primero que hice fue moverme para que retirara su mano. Él se sobresaltó y me pidió perdón. La segunda vez me volví a despertar porque él volvía a intentar meter sus manos. Dijo: ‘perdón, hijo, te desperté’. Asumí que no era un accidente y simplemente no pude dormir”.
De acuerdo al diario peruano, otra de las denuncias, de un sujeto identificado como “Andrés”, hoy de 39 años, apunta a que entre 1996 y 1998, los sacerdotes Tulio Montenegro, Emeterio Castañeda, Segundo Fernández, William Costa y Ricardo Angulo habrían organizado o participado “de fiestas, los fines de semana por las noches, en distintas parroquias de Trujillo y en la casona de un ciudadano llamado Daniel Hoyle –ya fallecido–, donde tenían sexo con menores de edad a cambio de dinero”.
El Padre Esteban Desposorio Fernández, uno de los principales denunciantes de los presuntos abusos y encubrimiento, dijo a La República que “son muchas víctimas que nos han contado cosas horribles de muchos, mal llamados, sacerdotes. Tanto de Huamachuco como de Trujillo”.
No me importa si me botan de la Iglesia. Lo que quiero es que todo esto se sepa”, señaló.
Las acusaciones incluyen supuestas fiestas sexuales organizadas por sacerdotes de Huamachuco y Trujillo junto a menores de edad, a quienes se les habría pagado entre 6 y 10 dólares por tener relaciones.
Consultada por ACI Prensa, la Prelatura de Huamachuco señaló que está trabajando en un comunicado que podría hacerse público en las próximas horas.La Arquidiócesis de Trujillo aseguró el 12 de julio en un comunicado que “siempre ha actuado de manera inmediata” ante denuncias de abusos, y aseguró que desde que Monseñor Cabrejos Vidarte “ha llegado al Arzobispado de Trujillo en septiembre de 1999, no ha recibido ninguna denuncia concreta”.
Además, señaló que las denuncias de abusos presuntamente cometidos por dos sacerdotes de la Arquidiócesis de Trujillo “habrían sucedido en la década del 90 siendo Arzobispo de Trujillo Monseñor Manuel Prado Pérez-Rosas SJ, de los cuales no existe ningún informe sobre el particular”.
Además, “en junio del 2017 la Congregación para la Doctrina de la Fe con sede en Roma, órgano competente para atender este tipo de casos, nos hizo saber que había cerrado el caso de ambos sacerdotes de Trujillo”.
En el caso del Padre Ricardo Angulo Bazauri, que fue Vicario General de Monseñor Cabrejos Vidarte y a quien en el informe de La República se le señala como uno de los supuestos participantes en fiestas en las que se habría prostituido a menores, se asegura que no se ha recibido “denuncia de ningún tipo, y no ha sido denunciado ni en lo civil ni en lo canónico”.
El Padre Angulo Bazauri ha ocupado otros importantes cargos bajo el gobierno pastoral de Monseñor Héctor Miguel Cabrejos Vidarte, llegando a ser presidente del Directorio de la Caja Municipal de Ahorro y Crédito de Trujillo en 2014.
Por ley, en Perú las Cajas Municipales de Ahorro y Crédito tienen que incluir en su directorio un representante del clero, designado por la diócesis local.
Actualmente, el Padre Angulo Bazauri es Gerente de Desarrollo Institucional de la Universidad Católica de Trujillo, cuyo fundador y Gran Canciller es Monseñor Cabrejos Vidarte.
A pesar de las explicaciones publicadas el 12 de julio, el informe de La República asegura que el Arzobispo de Trujillo no respondió las consultas realizadas por una comisión del Congreso del Perú que investigó en 2018 denuncias de abusos sexuales en el país.
Sobre el caso del Padre Angulo Bazauri, La República indicó que un representante del Arzobispado de Trujillo “se comprometió a entregarnos ‘todo lo que tenemos’, pero hasta el cierre de esta investigación no había entregado un solo documento”.
Los denunciantes destacaron ante la prensa peruana el apoyo que han recibido de parte del Nuncio Apostólico en el Perú, Monseñor Nicola Girasoli, y aseguraron que seguirán buscando justicia, porque “esto es algo que debe terminar de una vez”.

Lux Mundi y Vademécum

El 1 de junio de 2019 entró en vigor el motu proprio del Papa Francisco Vos estis lux mundi (Ustedes son la luz del mundo), que sirve como norma para denunciar los abusos sexuales y su encubrimiento en la Iglesia Católica.
Una de las principales novedades del motu proprio es el papel que se le otorga al arzobispo metropolitano, el obispo principal en una provincia eclesiástica, cuando se presenta una denuncia de abusos.
El arzobispo metropolitano preside una provincia eclesiástica de la cual en cierto modo dependen las otras diócesis que son conocidas como sufragáneas. La Prelatura de Huamachuco es sufragánea de Trujillo.
Una de las finalidades del arzobispo metropolitano es la de integración, coordinación pastoral y servicio mutuo. El metropolitano es un primo inter pares (primero entre iguales). Si se presenta un problema en su provincia, este debe tener solicitud pastoral y fraterna para ayudar a resolverlo.
Al explicar las novedades del motu proprio en 2019, el Cardenal Marc Ouellet afirmó que “la Santa Sede, al encomendar al metropolitano la investigación preliminar de informes que parezcan tener algún fundamento, involucra y responsabiliza a la Iglesia local. Como siempre en la Iglesia, procedemos con reformas y con importantes innovaciones como de la que estamos hablando, pero siempre en la tradición”.
El Cardenal dijo que este papel que la Santa Sede asigna al metropolitano “encaja de alguna manera en una tradición que hace que la Santa Sede envíe a un obispo externo como un ‘visitador apostólico’ para llevar a cabo investigaciones y verificaciones en una diócesis”.
Si bien la figura del metropolitano juega un papel muy importante, y para informar un papel esencial, si un metropolitano en particular no fuera idóneo para hacer una consulta (por ejemplo, si hay un conflicto de intereses), el Dicasterio competente tiene la libertad para nombrar a otra figura eclesiástica”, precisó entonces el Cardenal.
Por su parte, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó ayer 16 de julio un “vademécum para los procesos de menores de edad por parte de clérigos” que es un “manual de instrucciones” para guiar a los obispos y a los superiores religiosos en el momento que reciben denuncias en casos de abuso de menores por parte de diáconos, presbíteros y obispos.
Según indicó la oficina de prensa de la Santa Sede, la solicitud de documento surgió tras la reunión sobre “la protección de menores en la Iglesia” realizada en el Vaticano del 21 al 24 de febrero de 2019, a la cual el Papa Francisco convocó a obispos y superiores generales. En esta se remarcó la necesidad “de la unidad de los obispos en la aplicación de parámetros que tengan valor de normas y no solo de orientaciones”.
El documento tiene 18 páginas y “queda abierto a futuras actualizaciones, también sobre la base de la legislación vigente”.
Fuente: ACI Prensa.

Esto fue lo que pasó con las denuncias de abuso sexual en contra de párrocos en La Libertad

En la ciudad de Huamachuco, región La Libertad, se registraron varias denuncias de abuso sexual en los últimos años. Estas involucran a los sacerdotes Tulio Armando Montenegro Infante; William José Costa Serrano; Segundo Asunción Fernández Haro; Emeterio Mariscal Castañeda Muñoz; Marco Antonio Tito Valle y al mismo obispo, Sebastián Ramis Torrens.
– Sobre caso Tulio Armando Montenegro Infante
El sacerdote Esteban Leónidas Espinoza Rojas, señala en su denuncia que en diversas oportunidades, el padre Montenegro, ingresó a su habitación para intentar tener relaciones sexuales entre los 1988 y 1991.
Sobre el tema, la Fiscalía aduce que la imputación no fue comunicada en su debido momento durante tantos años y se encuentra fuertemente afectada en su convicción, a eso se suma que al rendir su manifestación el agraviado, cambia de versiones sobre el hecho.
Del mismo modo, y respecto a la acusación de Ángel Bernardino Cachay Malo contra Montenegro, quien dijo que este habría ingresado a su habitación para intentar mantener relaciones sexuales, la fiscalía dijo que también la denuncia es fuertemente afectada por no haber sido comunicada en su momento.
– Sobre caso Marco Antonio Tito Valle
En este caso el agraviado Ángel Antero Salazar Chávez, refiere que cuando tenía 23 años y cursaba el segundo año de teología, fue enviado por sus superiores a la parroquia San José de Marcabalito, en la provincia de Sánchez Carrión, es allí, cuando Tito Valle, se le acercó haciéndole tocamientos que le parecieron extraños. El hecho ocurrió en 2009. Luego, en otra oportunidad, también lo abrazó y le tocó su miembro viril.
Con esos elementos, y otros testimonios, recién a finales de 2016, la Fiscalía dispuso continuar la investigación preparatoria contra Marco Antonio Tito Valle, quien tuvo que rendir sus manifestaciones. Cabe señalar que el caso está en la carpeta fiscal N°473-206 del Despacho de Investigación de la Fiscalía Provincial Mixta Corporativa de Sánchez Carrión, siendo el fiscal responsable Henry José Espinoza Urbina.
Sobre el caso del obispo
La figura de la máxima autoridad de la Prelatura de Huamachuco, Sebastián Ramis Torrens, al no haber dispuesto el procesamiento en el ámbito eclesiástico de Montenegro Infante y Marco Antonio Tito Valle, por los presuntos hechos cometidos en agravio de diferentes personas o en todo caso por haber omitido comunicar la noticia de los mismos a las autoridades encargadas de la persecución penal.
Según la investigación Fiscal, no se logró establecer un mínimo de respaldo de acreditación razonable que Ramis, haya sido informado de los hechos en su momento, antes del vencimiento de su plazo de suscripción. Por lo que la Fiscalía, no dio lugar a formalizar y continuar investigación preparatoria con la autoridad católica, por el delito de omisión de denuncia en agravio de Esteban Espinoza Rojas, Ángel Salazar Chávez, Ángel Cachay Malo, Marco Rodríguez del Águila y del Estado.
Fuente: Macronorte.pe

El sórdido norte

Por Fernando Vivas Sabroso– Diario El Comercio.
Monseñor Cabrejos debe explicar qué hizo para que la impunidad del abuso sexual no campee”.
Leo escandalizado la respuesta del Arzobispado de Trujillo a una investigación de Melissa Goytizolo, publicada por “La República” y la red Connectas, sobre abusos sexuales del clero en La Libertad. Antes que dolor por los hechos descritos, hay lavado de manos y mención a procesos judiciales que fueron iniciados por los denunciantes sin colaboración de la iglesia. En la lógica de esta respuesta eclesial, pareciera que los culpables son las víctimas y los periodistas; no los sacerdotes retorcidos que aprovechaban la confianza de sus fieles.
Las alertas empezaron en la prelatura de Huamachuco, provincia de La Libertad, con abusos denunciados por las víctimas y por tres sacerdotes, Esteban Desposorio, Nery Tocto y Agustín Díaz. Lo terrible es que el obispo local, Sebastián Ramis, no solo minimizó los reclamos de estos religiosos, sino que tampoco los protegió cuando fueron amedrentados.
Da rabia saber que Ramis quedó prácticamente indemne y ahora ya está de retiro en su país natal. Pero el escándalo pasó a la capital de la región, Trujillo, cuyo arzobispo hoy es monseñor Miguel Cabrejos, a quien hay que ponerle los reflectores encima porque es nada menos que presidente de la CEP (Conferencia Episcopal Peruana) y también del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano). O sea, es la máxima autoridad de la iglesia latinoamericana.
¿Qué hizo Cabrejos tras leer una carta el 6 de enero del 2016 donde los curas denunciantes le cuentan lo de Huamachuco? Pues, muy poco. Le escribió a Ramis pidiéndole que arregle su prelatura y promovió investigaciones canónicas, de esas que acaban en suspensiones blandas. Sin embargo, sus voceros (este no accedió a hablar con la periodista, sino a través de terceros), no han aportado ninguna prueba de que el arzobispo haya colaborado con la judicialización de los casos, que ya no solo involucraban a Huamachuco, sino a sacerdotes de Trujillo.
Al revés, Melissa consigna una carta, en la que Cabrejos le da licencia a su exvicario general, Ricardo Angulo, para dejar su cargo en el arzobispado, y batallar legalmente con quienes lo aludían entre los sacerdotes que habrían asistido a fiestas donde había comercio sexual con menores. Angulo procedió a interponer una denuncia por asociación ilícita para delinquir.
Vamos, no acuso a Angulo pues no hay mayores pruebas más allá de lo referido por testigos en la investigación; pero permitirle batallar legalmente sin siquiera abrir un proceso interno (lo reconoce el comunicado) va contra el clamor del Vaticano respecto al rol proactivo judicialmente, jamás encubridor, que debe tener la iglesia ante la más mínima sospecha de abuso. Monseñor Cabrejos debe explicar qué hizo de eficaz y reparador para que la impunidad de clérigos abusadores no campee en el norte.

ABUSO Y HOMOSEXUALIDAD EN LA IGLESIA TRUJILLANA

Por Luciano Revoredo– LaAbeja.pe
Graves denuncias sobre abuso sexual al interior de la iglesia han sido revelados en los últimos días por el diario La República. (https://especiales.larepublica.pe/pederastia-en-peru/).
Se trata de diversos abusos que se habrían cometido a lo largo de años en la Prelatura de Huamachuco y el Arzobispado de Trujillo. Como se sabe, desde 1999 Miguel Cabrejos Vidarte es el arzobispo de Trujillo y es también presidente de la Conferencia Episcopal Peruana (CEP) y presidente del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM). Se trata de un representante de los sectores progresistas de la iglesia, gusta de ejercer el poder y sueña con ser Cardenal.
El informe periodístico se inicia con el testimonio del padre Esteban Desposorio y otro religioso que no revela su identidad. En ella, se menciona a 12 curas (nueve de Huamachuco y tres de Trujillo) que estarían implicados en casos de abuso sexual. Los testimonios son muy gráficos y la información abundante. Queda claro que la Prelatura de Huamachuco y el Arzobispado de Trujillo no han cumplido con proteger a las víctimas ni con sancionar a los culpables.
Monseñor Cabrejos a través de su Vicario General ha hecho público un pronunciamiento que no pasa de ser un lavado de manos. Parece olvidar que la Prelatura de Huamachuco es de menor jerarquía que el arzobispado, y más aún, que él preside la Conferencia Episcopal Peruana y por encima de todo eso es presidente nada menos que del CELAM, con lo cual tiene el peso y la autoridad suficiente para actuar con energía.
La historia se remonta hasta fines de los años ochenta, pero se hizo parcialmente pública en 2016 cuando la televisión nacional dio cuenta de una serie de denuncias sobre actos de violación sexual que involucraba a más de un sacerdote de la Prelatura de Huamachuco. Las denuncias involucraban a los sacerdotes Tulio Armando Montenegro Infante, William José Costa Serrano, Segundo Asunción Fernández Haro, Emeterio Mariscal Castañeda Muñoz, Marco Antonio Tito Valle y al mismo obispo de la Prelatura de Huamachuco Sebastián Ramis Torrens.
Oportunamente se realizaron denuncias ante el Ministerio Publico de la Provincia de Sánchez Carrión. El caso más grave era el de Tulio Montenegro Infante, acusado del delito de violación de la libertad sexual en agravio de Esteban Leónidas Espinoza Rojas, Ángel Bernardino Cachay Malo y Marco Antonio Rodríguez del Águila. Pero estos no eran simples ciudadanos, eran exseminaristas y actuales sacerdotes de la misma circunscripción. La modalidad siempre fue la misma, los denunciados ingresaban a la habitación de los jóvenes seminaristas para intentar obligarlos a la fuerza a mantener relaciones sexuales, la mayoría de los ataques se realizaron entre los años 1988 y 1991.
La respuesta que ha dado el presidente de la Conferencia Episcopal peruana ante estos escándalos es por demás indecorosa: “no es mi circunscripción”. Sin considerar que algunos de los sacerdotes involucrados luego han pasado a su arzobispado.
Lo cierto es que muchos fieles de Trujillo ya están cansados de la situación a la que Cabrejos ha llevado la iglesia. Se habla mucho de que habría también manejos irregulares de las arcas de la iglesia, hipotecas de sus bienes e incluso la desaparición de obras de arte y hasta altares. Se habla por ejemplo sobre que a raíz de ciertos arreglos de la catedral han desaparecido varios elementos históricos como el gigantesco vitral de entrada que durante siglos era el distintivo de la catedral, en la última remodelación hace unos años desapareció y nadie sabe dónde está, igual sucedió con el hermoso altar que tenía y que en la mencionada remodelación desapareció, al igual que cuadros que fueron a restauración y nadie supo más de ellos. Se espera un pronunciamiento al respecto.
También ha trascendido que el señor arzobispo habría construido un bunker en los jardines del arzobispado en los que se realizarían diversas reuniones sociales con algunos sacerdotes de su entorno en las que se habrían cometido algunos excesos que son motivo de investigación.
Lo cierto es que la iglesia atraviesa una crisis muy grave. Se habla mucho de pederastia, incluso el informe de La República se titula PEDERASTIA EN PERÚ – BATALLA AL INTERIOR DE LA IGLESIA. Pero como se sabe la pederastia es la práctica sexual con niños o la atracción sexual de la persona adulta hacia niños de su mismo o de distinto sexo. En este caso no existe ningún niño. Lo que nos lleva a concluir que el problema es más bien la homosexualidad. Este caso se repite en el mundo. Se calcula que el 80% de los casos de abuso sexual por parte del clero es cometido contra hombres jóvenes o adultos.
Recordemos que el exnuncio del Vaticano en los Estados Unidos, el arzobispo Carlo Maria Viganò, acusó a las “redes homosexuales” de cardenales estadounidenses de trabajar en secreto para proteger a los abusadores. Tal vez estaríamos ante casos similares.
Sin embargo, para la Iglesia los actos homosexuales son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida y no proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual por lo que no pueden recibir aprobación en ningún caso. (Ver Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2357). Sin embargo hay un numero creciente del clero progresista que busca una flexibilización de estos conceptos.
Es el caso, por ejemplo del cardenal Danneels, recientemente fallecido que una vez escribió una carta al gobierno de Bélgica a favor de la legislación sobre el “matrimonio” entre personas del mismo sexo para poner fin a la discriminación contra los grupos LGBT. El cardenal Danneels también aconsejó una vez al rey de Bélgica que firmara una ley de aborto en 1990. También dijo una vez que el “matrimonio” entre personas del mismo sexo era un “desarrollo positivo”.
Personajes como este o el Cardenal Blase Joseph Cupich, arzobispo de Chicago que en una oportunidad dijo “Creo que los términos gay y lésbico, LGBT. Deben ser respetados … Las personas deberían ser llamadas de la forma en que quieren ser llamadas en lugar de que se nos ocurran términos con los que quizás nos sintamos más cómodos”, o el jesuita James Martin, consultor del Dicasterio para la Comunión del Vaticano y controvertido por sus declaraciones a favor de la comunidad LGTBI.
Sin embargo, pese a estos dislates está la auténtica pastoral para personas homosexuales que se basa en lo que enseña el Catecismo de la Iglesia Católica, que considera que la persona homosexual debe ser plenamente respetada en su dignidad, y animada a seguir el plan de Dios con un esfuerzo especial en el ejercicio de la castidad. Este respeto no significa la legitimación de comportamientos contrarios a la ley moral ni, mucho menos, el reconocimiento de un derecho al matrimonio entre personas del mismo sexo, con la consiguiente equiparación de estas uniones con la familia.
Esto es lo que dice el Catecismo al respecto:
2358 Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida, y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición.
2359 Las personas homosexuales están llamadas a la castidad. Mediante virtudes de dominio de sí mismo que eduquen la libertad interior, y a veces mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana.
Habría que recordar al Monseñor Cabrejos que proteger quienes no quieren abandonar las prácticas homosexuales y las llevan al interior del clero se opone a la enseñanza de la Iglesia y con todo respeto recomendarle la lectura de la Instrucción sobre los criterios de discernimiento vocacional en relación con las personas de tendencias homosexuales antes de su admisión al seminario y a las órdenes sagradas de la Congregación para la Educación Católica, de noviembre de 2005, que prescribe:
La Tradición y el Magisterio confirman el homosexualismo como pecado grave, intrínsecamente inmoral, y su impedimento fundamental para acceder a las Órdenes Sagradas.
Desde el Concilio Vaticano II hasta hoy diversos documentos del Magisterio y especialmente el Catecismo de la Iglesia Católica han confirmado la enseñanza de la Iglesia sobre la homosexualidad. El Catecismo distingue entre los actos homosexuales y las tendencias homosexuales. Respecto a los actos enseña que en la Sagrada Escritura éstos son presentados como pecados graves. La Tradición los ha considerado siempre intrínsecamente inmorales y contrarios a la ley natural. Por tanto, no pueden aprobarse en ningún caso. […] La Iglesia, respetando profundamente a las personas en cuestión, no puede admitir al Seminario y a las Órdenes Sagradas a quienes practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o sostienen la así llamada cultura gay. Dichas personas se encuentran, efectivamente, en una situación que obstaculiza gravemente una correcta relación con hombres y mujeres.
De ningún modo pueden ignorarse las consecuencias negativas que se pueden derivar de la Ordenación de personas con tendencias homosexuales profundamente arraigadas.

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