Menos asesores de imagen

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Por Martha Meier Miro Quesada– Diario Expreso.
Los pésimos periodistas se han enriquecido fungiendo de asesores políticos y de imagen. Para ellos nuestros políticos no deben pensar sino lucir bien; no proponer sino decir lo que tales asesores creen que el pueblo quiere escuchar. Son los que hacen que buena parte de la clase política se comporte como aspirante a Miss Universo: look, sonrisa, sonsera y “paz mundial”.
El Perú necesita cerebro y músculo; propuestas con visión de futuro, decencia y fuerzas (laborales y morales) para construirlas. El mañana mejor que merecemos debe empezar a asentarse y conquistarse ya. La gran tarea de nuestro nuevo presidente es alejar a esa especie de asesores que contribuyeron al hundimiento final de PPK y del congresista Kenji Fujimori.
Juegan a favor de Vizcarra: su pragmatismo de ingeniero, su experiencia política de presidente regional de Moquegua, el conocimiento de la realidad nacional y su aprecio y comprensión de la educación (es hijo y esposo de maestra); será el presidente “de lujo” que Kuczynski nunca fue.
Los asesores han de ser expertos de todas las ramas de las ciencias; filósofos, especialistas en resolución de conflictos, educadores y representantes de los gremios profesionales. Se trata de desterrar la frivolidad de la asesoría de imagen, así como la política chicha del espectáculo.
Los grandes gobernantes trabajaron siempre humildemente, fuerte y parejo, y ningún cretino les dijo cómo peinarse. Buena parte de la vida está influenciada hoy por el avance de la ciencia y tecnología, por eso es básica la participación de esos profesionales.
El químico, intelectual y rector universitario colombiano Moisés Wasserman, en nota en El Tiempo, recordó la respuesta de su profesor Yeshayahu Leibovitz, sobre la asesoría científica a los gobiernos: “Un primer ministro islandés pensó que sería importante, para el honor nacional, producir mejores naranjas que España. Llamó a los científicos y les preguntó cómo se podría hacer en ese clima y con esa geografía”, tras realizarse los estudios para lograrlo, pero “cuando el premier les preguntó si era moralmente correcto y políticamente conveniente, se quedaron mudos (…) no les quedó más remedio que decirle que esa era una decisión política y filosófica que debía tomar él”.
Esa es la gran diferencia entre asesores lúcidos y decentes, y periodistas y marketeros sin conocimientos y activistas de sus propias agendas personales. Vizcarra debe librarse de tales lacras, gobernar para el pueblo sin querer satisfacer a los medios y las encuestas. ¡Bendiciones!

A que no me quemo

Por Mario Ghibellini– Revista SOMOS.
Pedro Pablo Kuczynski ha supuesto un cambio en la política nacional. Hasta ahora, los peruanos estábamos acostumbrados a que quienes hacían las mejores campañas fueran después los peores presidentes, pero con él por fin obtuvimos coherencia: hizo una pésima campaña y en su gobierno nos ofreció ese mismo estándar de calidad.
Las circunstancias que han precipitado su renuncia fueron desde luego vergonzosas, pero no debemos dejarnos aturdir por esa imagen final. Porque si no, cuando el tiempo y las eventuales miserias de quienes lo sucedan en el poder tiendan a borrar el recuerdo de las suyas, nos van a venir otra vez con el cuento del gobernante ‘de lujo’ al que solo la envidia y mezquindad de sus enemigos le impidieron cambiar al Perú. Una paparruchada que no resiste el contraste con los hechos.
Esferas de inacción
Entendámonos bien: la envidia y la mezquindad, sin duda, han existido, pero estuvieron allí por añadidura. PPK nunca necesitó de ellas para enredarse en esa especie de necio alcatraz en el que acabó sancochado por propia mano. Y la hoguera en la que ardió no fue otra que la de su vanidad.
Primero, es literalmente increíble que, antes de empezar la campaña, no fuera consciente de que, cuando era ministro de Toledo, había incurrido en un conflicto de interés que le dificultaría llevar del 2016 en adelante un gobierno sin cuestionamientos. Con esa sola certeza, lo razonable habría sido abstenerse de postular. Pero, aparentemente, la posible gratificación de llegar a ser presidente pudo más y echó para adelante.
Ya acomodado en el poder, además, cuando se hizo evidente que sus pasados vínculos con Odebrecht iban efectivamente a suponer un problema para la gobernabilidad, en lugar de intentar un control de daños, optó por negarlos, permitiendo así que algunos de sus más leales colaboradores, que creyeron en su palabra y lo defendieron a capa y espada, quedaran desplumados ante la opinión pública al conocerse la verdad. Solo el entonces ministro del Interior, Carlos Basombrío, sin embargo, tuvo en ese momento la presencia de ánimo de tirarle el fajín por la cabeza (Nieto y Del Solar, solo renunciaron después del indulto a Fujimori).
Lo más grave, no obstante, ha sido la inoperancia de su gobierno. Salvo algunas gestiones personalísimas y esforzadas en ciertos despachos, la administración que Kuczynski encabezó no cambió nada. El afán de reforma le duró lo que las sesiones de ejercicios antes de los Consejos de ministros. Y así, como si hubiera vacado antes de que opositor alguno empezara a hablar de vacancias, nada importante ocurrió en un año y ocho meses en el terreno laboral, nada en el de la salud y nada en el de la justicia, por mencionar solo tres esferas de acción en las que habría sido deseable que el gobierno tomara alguna.
Tal ausencia de pulso reformador, empero, no le impidió a PPK llenarse la boca con expresiones grandilocuentes como ‘revolución social’ o ‘reconstrucción con cambios’, aumentando las expectativas de los necesitados y, consecuentemente, su posterior frustración.
Fue el suyo, en suma, un ejercicio de gobierno calamitoso, que no justificaba la calificación de ‘incapacidad moral permanente’ con la que se lo quiso vacar, pero cuyas características hay que dejar anotadas desde ahora. No vaya a ser que, al someter sus chamuscados restos políticos al carbono 14, los arqueólogos del futuro lleguen a la equivocada conclusión de que se quemó por otra cosa.

TRAS SER CESADO EN CARGO DE VICEMINISTRO DE ORDEN INTERNO

Piden investigar a Rubén Vargas

Lo acusan de dirigir a la “policía política” del gobierno de Pedro Pablo Kuczynski.

Por José Vegas Carmen- Diario Expreso.
El Poder Ejecutivo dio por concluida la designación de Ismael Rubén Vargas Céspedes, en el cargo de viceministro de Orden Interno del Ministerio del Interior y de inmediato algunas voces dentro de la Policía Nacional demandaron que se le investigue por su desempeño al frente de la División de Investigación de Delitos Alta Complejidad.
Dicha división policial, considerada por un sector mayoritario de la Policía Nacional del Perú como la “policía política” del gobierno de Pedro Pablo Kuczynski, estuvo a cargo de los allanamientos a los locales de Fuerza Popular y a las viviendas de Jaime Yoshiyama y Augusto Bedoya, connotadas figuras de ese partido, reveló una fuente policial a EXPRESO.
La División de Investigación de Delitos de Alta Complejidad daba cuenta de sus trabajos solo al exviceministro y contaba con un gran número de efectivos policiales que se desplazaban al interior del país con viáticos, gastos y los medios logísticos que no tiene ninguna otra unidad operativa.
A la Dirección de Investigación Criminal (Dirincri), por ejemplo, le quitaron sus mejores hombres para que sean destacados a la cuestionada dependencia supervisada por Rubén Vargas.
“El comando de la PNP no tomó ninguna decisión para poner orden en la casa”, dijo nuestro informante.
CON BASOMBRÍO 
La Resolución Suprema Nº036-2018-IN, publicada en la separata de normas legales del diario oficial El Peruano, le da las gracias a Ismael Rubén Vargas Céspedes por los servicios prestados. Lleva la firma del ahora expresidente Pedro Pablo Kuczynski y de Vicente Romero, ministro del Interior.
Vargas Céspedes asumió el cargo de viceministro de Orden Interno en julio de 2016, tras el nombramiento de Carlos Basombrío Iglesias como ministro del Interior.

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