Imaginar que internet pueda tener “límites geográficos” que se correspondan con las fronteras físicas de un país, puede resultar para muchos un contrasentido considerando el libre flujo de información que identifica a la red.
Pero se trata de una imagen que alude a la vigilancia y a las restricciones para obtener cierto tipo de información que imponen a sus ciudadanos los gobiernos de algunos países en función de sus intereses.
“Todas las naciones -a excepción de algunas en África- tienen el control de la infraestructura con la cual se accede al ciberespacio, lo que permite censurar cualquier contenido con facilidad”, le dice a BBC Mundo Jillian York, directora del departamento de Libertad de Expresión Internacional de la Fundación Frontera Electrónica (EFF, por sus siglas en inglés), una agrupación que se dedica a defender los derechos de los usuarios de la red.
“En otros casos –prosigue York- el objetivo se logra cuando las autoridades le exigen a los proveedores del servicio que implementen bloqueos. De cualquier forma, el resultado es el mismo: los habitantes de ese país pueden ver únicamente los sitios web que el gobierno quiere que vean”.
Algunas de las naciones en las que ocurre lo descrito con anterioridad son China, Irán, Vietnam, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Rusia, Suecia y Francia. En lo que respecta al tema de la vigilancia de las actividades que se realizan en internet, Estados Unidos es uno de los ejemplos más emblemáticos.
Tipos de censura
La naturaleza de las restricciones es variada. Por ejemplo, en el caso de Suecia existen limitaciones en el acceso a material pornográfico a través de internet, mientras que en el de China el bloqueo afecta los sitios de web de las redes sociales Twitter y Facebook, entre otros.
OpenNet Initiative (ONI, por sus siglas en inglés), una organización no gubernamental creada para analizar los mecanismos de vigilancia y censura en internet, respaldada por la Universidad de Harvard, en EE.UU. y la Universidad de Toronto, en Canadá, ha identificado cuatro áreas de contenido que ayudan a entender las regulaciones impuestas por diferentes países.
La política incluye la expresión de opiniones contrarias a las del gobierno, temas relacionados con libertad de expresión, movimientos religiosos, derechos humanos y de grupos minoritarios.
La social se refiere a información acerca de apuestas, drogas ilegales, bebidas alcohólicas, sexo y cualquier otro asunto ofensivo o delicado para ciertas culturas.
El área de seguridad engloba contenido relacionado con conflictos armados, disputas territoriales, movimientos separatistas y grupos extremistas.
Finalmente, el sector definido como herramientas de internet, hace referencia a los países en los que se alojan servidores y sitios web que ofrecen servicios de búsqueda, correos electrónicos y mecanismos que permiten burlar las restricciones en el uso de la red.
La geopolítica del control de la red
Hay diferentes formas de controlar el acceso a la información. De acuerdo a lo que le explica a BBC Mundo Joe McNamee, director de la organización Derechos Digitales Europeos, se trata de un tema complejo que se ha tratado desde hace años y en múltiples ocasiones, sin que se haya llegado a una conclusión única o definitiva.
“Una de las alternativas más comunes para imponer restricciones dentro de un país es la de mantener cierto tipo de información fuera del alcance de sus ciudadanos. Es lo que ocurre en naciones de Medio Oriente y algunos llaman ‘internet halal’, o ‘internet limpio’, como se conoce en Francia y Rusia”.
McNamee añade que lo referido anteriormente difiere de casos como el de Alemania o Brasil, en donde lo que se ha analizado es la posibilidad de mantener el contenido que circula en la red dentro del país en aras de proteger la seguridad nacional.
A la “motivación proteccionista” de aspectos sociales, políticos y económicos -para preservar la empresa nacional o la generación de impuestos- que impulsa a los gobiernos a controlar el flujo de información a través de internet, se suma la dificultad de conciliar una dicotomía. Las leyes de cada nación, que permitirían lidiar con lo que el gobierno cataloga como amenazas, son locales y el ciberespacio es global.
Jonathan Zittrain, investigador del Centro de Internet y Sociedad Berkman, de la Universidad de Harvard en EE.UU., ha realizado numerosos estudios acerca del tema y explica que cuando los gobiernos reflexionan acerca de su alcance legal en casos en los que una persona fuera de sus fronteras ha ocasionado un “problema” interno por la violación de alguna ley, se enfrenta a un dilema.
“Por un lado, el agraviado puede considerar injusto que su caso no prospere por temas geográficos. Por otro, si para proceder se consideran los efectos locales de las acciones del perpetrador, se sugiere que cualquiera que comparta información en internet estaría sujeto a casi todas las jurisdicciones porque sus comentarios podrían tener efectos alrededor del mundo”.
¿Factible?
Pero, ¿qué extensión e impacto puede tener el control al acceso de información en internet? Los expertos consultados coinciden en afirmar que es muy difícil aislar de manera absoluta a un país de la red global que es internet replicando sus fronteras geográficas.
El dinero y el avance de la informática en los últimos años explican su postura.
“Los costos de los sistemas que se utilizan para limitar el acceso a ciertos sitios web pueden ser burlados con el uso de tecnología que, en muchos casos, es gratuita. Cuando un gobierno gasta millones tratando de bloquear sitios web pornográficos, por ejemplo, está creando una barrera minúscula para que sus ciudadanos logren su objetivo, así que el esfuerzo y dinero invertido no tiene mucho sentido”, afirma York, de la EFF.
China e Irán, sin embargo, son una excepción a lo descrito previamente, ya que según la especialista se han dedicado a bloquear de manera sistemática la tecnología que permite burlar los controles en el uso de la red.
En lo que respecta a los mecanismos que permiten contrarrestar los cercos impuestos por ciertos gobiernos, hay una gran variedad. The Citizen Lab, una agrupación con sede en Canadá que se dedica al estudio de la seguridad global, los derechos humanos y las tecnologías de la comunicación, menciona tres categorías con múltiples componentes.
La evasión de tecnología incluye programas informáticos y herramientas sencillas, como la memoria cache de una computadora, que permiten ver un sitio web sin entrar en el mismo de manera directa.
Eludir proveedores es otra opción que, mediante la instalación de un software, permite el acceso a información censurada en un país específico.
La tercera categoría se refiere a los individuos que recurren a tecnología para evitar los cercos cibernéticos, son los usuarios que burlan el sistema.
Fuente: BBC Mundo.