Mariano Chacón y Becerra (1862-1863)
La diócesis de Puno se erige mediante la bula In procuranda universalis Ecclesiae por el papa Pío IX, el 9 de octubre de 1861, desmembrando una parte del territorio de las diócesis del Cuzco y de La Paz (Bolivia).
Juan María Ambrosio Huerta Galván (1865-1875)
Nació en Lima el 7 de diciembre de 1823. Fue ordenado sacerdote el 18 de abril de 1847 en su ciudad natal. El 2 de noviembre de 1864, a los cuarenta y un años, el papa Pío IX lo nombró obispo de Puno, siendo consagrado el 25 de junio de 1865 por Monseñor José de Goyoneche, Arzobispo de Lima; y estando como co-consagrante el prelado Eduardo Vásquez, obispo de Panamá. Tomó posesión del cargo el 19 de marzo y renunció al mismo el 23 de junio de 1875. Consiguientemente fue reconocido por el Estado Peruano. En su gestión se celebró el Sínodo de Puno en el año 1868.
El 20 de agosto de 1880, fue nombrado obispo de Arequipa, cargo en el que permaneció desde el 23 de diciembre de 1880 hasta que falleciera el 27 de junio de 1897. Durante su periodo continuó con la refacción del Seminario de San Jerónimo afectado por el terremoto de 1868.
Falleció en Arequipa el 27 de junio de 1897. Su cuerpo descansa en la cripta de la Catedral de Arequipa.
Pedro José Chávez Ponce (1875-1879)
Juan Estévanes y Seminario OFM (1880-1880)
Ismaele Puirredón (1889-1908)
Valentín Ampuero Núñez CM (1909-1914)
Fidel María Cosío y Medina (1923-1933)
Salvador Herrera Pinto OFM (1933-1948)
Alberto Maria Dettmann y Aragón OP (1948-1959, después obispo de Ica)
Julio González Ruiz SDB (1959-1972)
Jesús Mateo Calderón Barrueto OP (1972-1998)
Nació en Cajabamba (Cajamarca) el 21 de septiembre de 1920, sus padres fueron Don José Rosario Calderón Romero y Doña Mercedes Barrueto Contreras. La educación primaria la realizó en Cajabamba, y la secundaria en el seminario menor de la orden dominicana en Arequipa (1937-1941).
Fue ordenado sacerdote el 27 de diciembre de 1947, siendo el obispo consagrante Monseñor Felipe Santiago Hermoza.
Fue nombrado Obispo Auxiliar de Ica el 13 de marzo de 1969, y fue promovido como Obispo de Puno, el 3 de noviembre de 1972 hasta el 14 de febrero de 1998, dirigiéndose al convento de Santo Domingo del Cusco. Fallece en el Hospital Arzobispo Loayza el 28 de octubre de 2010, a loa 90 años víctima de un derrame cerebral, sus restos mortales descansan en la Basílica y convento de Santo Domingo en el Centro histórico de Lima, donde pasó sus últimos años de vida.
Jorge Pedro Carrión Pavlich (2000- )
Nació en Tarma el 25 de mayo de 1950. Fue ordenado sacerdote el 15 de agosto de 1976 a los veintíseis años en Tarma. En su ministerio sacerdotal se desenvolvió como Secretario Adjunto de la CEP, y el 14 de febrero de 1998 como Administrador Apostólico de Puno. El 25 de marzo de 2000, a los cuarenta y nueve años, el papa san Juan Pablo II lo nombró obispo de Puno, siendo consagrado el 7 de mayo de 200023 por el cardenal Augusto Vargas Alzamora SJ, arzobispo de Lima; y estando como co-consagrantes el prelado Luis Sánchez-Moreno Lira, arzobispo de Arequipa y el arzobispo Rino Passigato, titular de Nova Caesaris. Consiguientemente fue reconocido por el Estado Peruano mediante una resolución suprema.
En su gestión, realizó en el año 2009 junto con el episcopado peruano la visita ad limina a Roma. En la CEP integra la Comisión Episcopal de Doctrina de la Fe y Ecumenismo.
Padre Manuel Vassallo Pastor
El Padre Antonio Manuel Vassallo Pastor falleció el martes 21 de abril. Manuel fue párroco de San Felipe en Caracoto (Puno) por 33 años. Director de estudios del Seminario Regional Nuestra Señora de Guadalupe. Acompañó el proceso de la Reflexión Bíblica en la Diócesis de Puno.
Homenaje póstumo
Por Raúl H. Rodríguez Chalco- Diario Los Andes de Puno
El personaje entró atropelladamente a la habitación sin decir nada a nadie. Se encerró en ella y, por un buen rato, se sintieron ruidos extraños. El “visitante” levantó el colchón, escudriñó sábanas y frazadas, revisó hoja por hoja todos los libros y cuadernos que había en el pequeño cuarto. Abrió todos los cajones que encontró, tanto del pequeño escritorio, como del viejo ropero. Arrastró de un lado a otro la tarima y comprobó que, debajo del piso de madera, no había escondite alguno… muy a su pesar, no encontró dinero, tampoco joyas y menos antigüedades de valor… cuando salió de la habitación, su rostro era adusto, el disgusto mayúsculo y se retiró mascullando: “cura misio”, vociferó.
Manuel Antonio Vassallo Pastor, el sacerdote que vivía en la pequeña habitación, había fallecido horas antes, en Lima, a donde fue trasladado después de un agudo ataque en todo su organismo, producto de la miastenia que se le declaró en julio, hace ya casi dos años atrás.
Manuel fue párroco de Caracoto por casi tres décadas. Nació en Lima, en julio, el mes de la patria, allá, en el año 1949. Desde muy temprana edad hizo notar a sus familiares y amigos su vocación religiosa. Terminada la secundaria, realizó estudios en Sociología.
Siendo estudiante universitario, se integró a la Unión Nacional de Estudiantes Católicos (UNEC), en donde compartió sus inquietudes vocacionales con muchos contemporáneos. Su especial relación con el padre Gustavo Gutiérrez, autor de la Teología de la Liberación -hoy plena y totalmente reconocida por El Vaticano y particularmente por el Papa Francisco- le ayudó a esclarecer su vocación, pero el que definitivamente influyó en su decisión, fue el padre Jorge Álvarez Calderón, otro sacerdote de la Teología de la Liberación muy ligado a la formación de sacerdotes.
Cuando terminó sus estudios de Filosofía y Teología, se incardinó a la diócesis de Puno, allá por el año 1976, integrándose al equipo pastoral de la Parroquia de Azángaro. Dejó atrás a la familia, a los amigos y las comodidades de la capital. Después de un año en dicha parroquia, viajó a Francia, en donde profundizó sus estudios en Teología.
A su regreso, hacia el año 1981, fue nombrado párroco de Caracoto, en donde permaneció hasta su muerte. Nunca le gustó ostentar título alguno, a pesar de que todos los obispos del sur andino de aquellos años lo hicieron responsable de la formación de los seminaristas nombrándolo director de Estudios, habiendo trabajado, incansablemente, primero en Lampa, luego en Juliaca y, también, en Chucuito, lugares en donde funcionó el Seminario Nuestra Señora de Guadalupe. Eran los tiempos cuando la Iglesia del Sur Andino estaba comprometida con su realidad.
Pero, como todos sabemos, en los últimos años, la Iglesia Católica ha cambiado mucho. Al compromiso con los desposeídos, que en décadas pasadas era el pan de cada día, ahora, la mayoría de las autoridades eclesiales, lo llaman “política” e insisten en afirmar que el sacerdocio, y la vida religiosa en general, debe dedicarse a “salvar almas”, como si el ser humano -hombres y mujeres- no fueran un todo formado por espíritu, cuerpo, sentimientos, quereres…
Hay un pasaje de la Biblia muy hermoso y hasta más que eso, desafiante. Lo encontramos en el capítulo 25 del Evangelio de Mateo, en los versículos del 31 al 46. Textualmente, es así: “Cuando ese Hombre venga con su esplendor acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria y reunirán ante Él a todos los pueblos. Él separará a unos de otros, como el pastor separa a las ovejas de las cabras, y pondrá a las ovejas a un lado: ‘vengan benditos de mi Padre, hereden el Reino preparado para ustedes, porque tuve hambre y me dieron de comer, tuve sed y me dieron de beber, era forastero y me acogieron, estuve desnudo y me vistieron, enfermo y me visitaron, estuve en la cárcel y me fueron a ver’. Entonces, los ahí presentes le replicarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te dimos de comer o con sed y te dimos de beber?, ¿cuándo llegaste como forastero y te acogimos o desnudo y te vestimos?, ¿cuándo estuviste enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?’ Y Él les contestará: ‘Se los aseguro, cada vez que lo hicieron con cada uno de estos hermanos míos tan pequeños, lo hicieron conmigo’. Después dirá a los del otro lado: ‘Apártense de mí, malditos, vayan al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles, porque tuve hambre y no me dieron de comer, tuve sed y no me dieron de beber, era forastero y no me acogieron, estuve desnudo y no me vistieron, enfermo y no me visitaron, estuve en la cárcel y no me fueron a ver’. Entonces, éstos replicarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, forastero o desnudo, enfermo o en la cárcel y no te asistimos?’ Y Él les contestará: ‘Se los aseguro, cada vez que dejaron de hacerlo con cada uno de estos hermanos míos tan pequeños, dejaron de hacerlo conmigo’. Éstos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna”
Más claro, ni el agua de un cristalino manantial. Y nuestro querido y entrañable Manuel cumplió a cabalidad este pasaje de la Biblia, pues, entre muchas otras cosas que hizo, acompañado de mujeres y hombres, también fieles al mensaje del Dios de la Vida, dieron nacimiento al Comedor Estudiantil “Giordano Liva” con el fin de alimentar a niñas y niños desnutridos de Caracoto. Con el paso de los años, el servicio se ha consolidado y, en la actualidad, cerca de doscientas personas, entre niños, niñas, adolescentes y jóvenes, todos en edad escolar, toman desayuno y almuerzan en el comedor, recibiendo raciones debidamente balanceadas y nutritivas. Lo hacen pagando un precio irrisorio, alrededor de dos soles por el desayuno y el almuerzo. Sin duda, las tasas de desnutrición en la población en edad escolar de Caracoto han disminuido.
Hay personas que, equivocadamente, piensan y afirman que para leer la Biblia hay que tener muchos estudios previos, que es cosa exclusiva de obispos, curas y monjas… nada más alejado de la realidad. La Biblia es un conjunto de hechos y experiencias vividas por el pueblo en su relación con el Dios de la Vida. Concordante con este pensamiento, a Manuel se le ocurrió la idea de hacer, cada año, un evento en torno a la Biblia, de manera que, movilizando a hombres, mujeres, jóvenes, adolescentes, niños y niñas, se acercaran a la Biblia, la leyeran, la comprendieran y sacaran en claro su mensaje central: todas y todos debemos comprometernos en la construcción del Reino de la Justicia entre nosotros. Así fue como nació, se dio a conocer y creció Festibiblia, otro aporte de Manuel.
Una más de las múltiples e innumerables iniciativas que emprendió Manuel, fue la creación de la Institución Educativa de Inicial y Primaria “Giordano Liva”. Él solo no lo podía hacer, así que, otra vez, acompañado de hombres y mujeres -entre ellos, varios voluntarios y voluntarias de Italia- fue dando forma a la pequeña escuela que hoy ofrece sus servicios a niñas y niños en los tres años de educación inicial y los seis grados de educación primaria.
Volvamos a la Biblia, esta vez con un pasaje corto. En la Carta de Santiago, capítulo 2, del versículo 14 al 17, leemos: “Hermanos míos, ¿de qué sirve a uno decir que tiene fe si no tiene obras?, ¿Es que esa fe podrá salvarlo? Supongamos que un hermano o una hermana no tienen qué ponerse y andan faltos de alimento diario y que uno de ustedes le dice: ‘anden con Dios, caliéntense y buen provecho’, pero sin darle lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve eso? Pues lo mismo la fe: si no tiene obras, ella sola es un cadáver, está muerta”. La fe de Manuel fue grande, muy grande, porque sus obras son, también, grandes, muy grandes.
A pocos meses de cumplir los 66 años de edad, Manuel Vasallo nos ha dejado. Su forma de vida fue muy sencilla. Siempre vivió en aquel pequeño cuarto de paredes de adobe, de piso de madera, de techo de calamina y de ventanas pequeñas, casi imperceptibles, como son las de las casas de nuestra gente del campo… “cura misio”, sí, porque optó por servir a su pueblo, por hacerse uno más entre muchos y porque hizo el bien con los más pequeños e insignificantes hijos del Dios de la Vida.
Descansa en paz, querido amigo.
PRIMERA CARTA A TIMOTEO
Padre Manuel Vassallo Pastor
1.-Introducción General:
La primera y la segunda carta a Timoteo, junto con la carta a Tito, forman lo que comúnmente se llama CARTAS PASTORALES.
Estas fueron enviadas alrededor del año 100 dC. Con el nombre de Pablo a sus colaboradores Timoteo y Tito (Cfr. Hechos 16,1; 2Cor 2,13) y a sus respectivas comunidades (Éfeso y Creta).
Todas estas cartas son breves y sintetizan la doctrina de Pablo, con la intención de perpetuarla en el tiempo. El tema central es la iglesia.
En 1Tim, Pablo desarrolla esta doctrina, en primer lugar, desde el punto de vista teológico, relacionando a Cristo con la Iglesia (3,16) y colocándolo en el centro del anuncio misionero del Evangelio. En segundo lugar, Pablo afronta el tema de la estructura organizativa de la Iglesia y se refiere al comportamiento del cristiano.
Esta doctrina, sazonada con sentencias, confesiones de fe y doxologías, es amenazada por las falsas doctrinas que confunden y apartan de la comunidad de los creyentes. Por tanto para dar cabida a su doctrina, Pablo presenta una especie de plan: más que atacar hacia afuera tratando de imponerse sobre cultos paganos o de neutralizar las polémicas entre cristianos de origen judío y pagano, se trata de superar, en el seno de la comunidad, la tentación de caer en el gnosticismo.
Frente a la doctrina gnóstica, Pablo presenta el Evangelio, el proyecto de Dios (1,4), que confía primero a Pablo y luego a los cristianos, para que sea anunciado a todos. El desarrollo de este plan requiere que sean respetados el culto y la oración, así como el comportamiento a observar en la casa de Dios. En ese sentido, Pablo encarga a su “hijo” Timoteo, presentándose a sí mismo como uno de los primeros destinatarios de la salvación (1,15).
Pablo recibió la fe y el amor como dones gratuitos de Jesucristo (1,14). Por eso siente el deber de comunicarlos (1,5). Por ese motivo confía esta misión a Timoteo, a fin de “que todos los hombres se salven” (2,4) Todos los cristianos pueden colaborar con el plan salvífico de Dios a través de las buenas obras (2,10; 5,25; 6,18) y llevando una vida piadosa (4,8; 6,6). También es importante que el evangelio sea anunciado con el ejemplo de vida: Así como Pablo es un ejemplo para todos, Timoteo también debe serlo (1,16; 4,12). Para esto cada miembro de la comunidad, según sus tareas y responsabilidades civiles y eclesiales, debe vivir su fe con actitudes coherentes.
Luego se dan instrucciones concretas sobre el comportamiento en el templo. Finalmente a Timoteo se le otorga el poder de evangelizar a través de la imposición de manos (6,1-2).
2.- Lectura crítica:
Aunque 1 Tim se presenta como una carta escrita por el mismo Pablo, en ella hay varios elementos que indican que en realidad, fue compuesta por alguien perteneciente a la tercera generación de cristianos.
Es muy probable, que las llamadas CARTAS PASTORALES fueran escritas a comunidades fundadas por Pablo. El les había anunciado el evangelio, pero después de su muerte se encontraron ante el desafío de su interpretación y aplicación a las circunstancias históricas concretas.
La solución más adecuada parecía conservar en el tiempo “la sana doctrina” (1,10). Para esto, se le confiere autoridad presentándola como doctrina de Pablo y relacionándola con el ministerio de Timoteo. O sea que, al presentar a Pablo como autor de la carta, se quiere hacer entender que había previsto las futuras necesidades de la comunidad cristiana. De este modo, las enseñanzas dirigidas a las nuevas situaciones de vida se presentan como una especie de herencia espiritual del apóstol.
De aquí surgen, inevitablemente, ciertas diferencias con respecto a las cartas auténticamente paulinas que plantean la duda de si estas cartas pastorales transmiten después de la muerte de Pablo su pensamiento, o bien utilizan su nombre para legitimar una serie de enseñanzas necesarias a las nuevas situaciones comunitarias. Es a partir de aquí que podemos descubrir que determinadas enseñanzas, como las referentes a las mujeres (2,9ss) o a las viudas (5,3-16), están demasiado relacionadas con el contexto social en el que fueron redactadas.
Podemos concluir diciendo, no sólo de 1Tim sino también de las otras cartas pastorales, que ellas nos muestran claramente que la interpretación de los textos antiguos depende de las circunstancias históricas en las que son leídos.
SEGUNDA CARTA A TIMOTEO
Introducción general:
Es una de las cartas pastorales atribuidas a San Pablo. Ella contiene un elemento muy interesante: el testamento epistolar del Apóstol, que siente que dentro de muy poco tiempo morirá (4,6-8). Por eso expresa su última voluntad y nombra a Timoteo como su único heredero. Pablo reflexiona sobre su relación con este discípulo y recuerda su trabajo apostólico pasado, al tiempo que expresa su preocupación por el futuro de la comunidad.
Al igual que otros grandes personajes bíblicos Pablo escribe su mensaje de despedida. En Hechos 20,18-35 aparece otro discurso de adiós, cuando se despide de los presbíteros en Éfeso. Todos estos discursos tienen en común la proximidad de la muerte de quien los pronuncia o redacta, el recuerdo del pasado, la visión del futuro, palabras de consuelo, recomendaciones y exhortaciones para el sucesores o los sucesores.
Timoteo recibe de Pablo el Evangelio y algunas instrucciones apostólicas. El Evangelio es descrito como un depósito que Dios le había confiado y que debería considerarse intacto. Antes de su muerte lo entrega a Timoteo para que lo transmita sin alteraciones a los dirigentes de la iglesia. Principalmente estas enseñanzas se refieren a la organización de la comunidad cristiana, así como al momento de hacer frente a las falsas doctrinas.
Uno de los elementos que llaman la atención al leer 2 Tim. Es que la misma utiliza con frecuencia textos de otras cartas entonces consideradas como paulinas. El redactor realiza una verdadera adaptación de dicho material al contexto al cual dirige la carta. El utilizar el nombre de Pablo como autor, le sirve, justamente, para avalar dicha adaptación. En ese sentido 2 Tim. Parece ser la carta con la que se cierra el ciclo de las cartas pastorales.
CARTA A TITO
Introducción general:
En el canon del Nuevo Testamento esta carta forma parte de lo que comúnmente llamamos corpus paulinum. Esto demuestras que la iglesia primitiva creía que era obra de Pablo, creencia que se mantuvo durante siglos. Pero, si bien 1,1-4 le atribuye explícitamente la autoría al apóstol, hay elementos que nos indicarían que la carta no es paulina. Por ejemplo, en lo que respecta al pensamiento y al lenguaje que utiliza para expresarlo.
Pero, por otra parte, en la carta es posible encontrar elementos claramente paulinos. Tito aparece como un colaborador de Pablo y describe situaciones reales tal como aparecen en otras cartas de su autoría. En muchos pasajes utiliza ideas y lenguaje paulinos; por ejemplo, en 1,1, la iglesia es nombrada como la comunidad de los “elegidos” (Cfr, Rom 8,33; q16,13) y en 3,7 se habla del “ser justificados” por la gracia, tema eminentemente paulino (Cfr. Rom3,24; 1Cor. 6,11).
Sobre Tito, la carta da muy poca información y en otros textos del Nuevo Testamento encontramos solamente que Tito va a Jerusalén con Pablo (Gal 2,1-3), donde se le describe como “griego” no circuncidado. Pablo nunca hace referencia al viaje de Tito a Creta, aunque en la tradición posterior aparece como el primer obispo de Creta.
El tema central de la carta es la Iglesia comprendida como cuerpo de Cristo, es decir como la comunidad que lo hace presente y visible en el mundo, aunque en ella se hable siempre s través de imágenes y nunca se utilice el término “ekklesia”.
Entre las diferentes imágenes se destacan la de la Iglesia como columna y fundamento de la verdad cristiana (1 Tim 3,15) y la casa de Dios, una comunidad cristiana administrada por el obispo (11,7). Detrás de ambas se halla la idea de la casa, una imagen que aparece explícitamente en 1 Tim 3,4.5.15
La carta, al referirse a la Iglesia con esta imagen domestica, llama al obispo OIKONOMOS, “administrador doméstico” (cfr. Lc 12,42), para expresar la función episcopal de gobernar la familia eclesial. En Tit 2,1-10 se encuentran una “normas o códigos domésticos” paralelos a los que se encuentran en forma más breve en 1 Tim 5,1-2. Ellos reflejan el contexto social en el que se encontraban las comunidades cristianas y, justamente, el concepto de “iglesias domésticas”.
Retomando la imagen de la iglesia como “columna y fundamento de la verdad cristiana”, esta es presentada como una fortaleza que sostiene y conserva la verdad del Evangelio. Esta imagen es reforzada en otros textos que hablan de “conocimiento de la verdad” (Tit 1,1.14) y de “sana doctrina” (Tit 1,9.13;2,2;2,8), es decir, del contenido de la fe que se encuentra solo en la Iglesia. Esto es así porque la misma se fundamente en el testimonio apostólico de Pablo, considerado en las cartas pastorales como el principal apóstol de Jesucristo (Tit 1,1; 1 Tim 1,1; 2 Tim 1,1) y maestro por excelencia (Tit 1,3; 1 Tim 2,7; 3,14-15; 6,3; 3,10; 2 Tim 1,11.14). Tit 1,3 presenta a Pablo como aquel a quien Dios le ha confiado la Palabra para que la proclamara a los demás. En esta línea, Timoteo y Tito aparecen como los mediadores entre el testimonio autentico de Pablo y la comunidad a la que son enviados.
Sicuani, 23 de abril del 2013