Domingo de Ramos

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Domingo de Ramos

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
Domingo de Ramos es un muy buen día para iniciar la Semana Santa y, sobre todo, el Triduo Pascual. Como recordarán, Muerte y Resurrección son los dos componentes esenciales del Misterio Pascual, que celebramos en esta semana. En el evangelio de la bendición de los ramos y entrada triunfal de Jesús en Jerusalem (Mc 11, 1-10), está el éxito, que llegará a su clímax en el Domingo de Pascua con la Resurrección. En el evangelio de la misa que sigue a la procesión de los ramos (Mc 14, 1-15.47), está el aparente fracaso, que, unos días después, se concretará en la Pasión y Muerte del Señor.
Pero hoy es hoy y aunque Jesús sabe muy bien todo lo que le espera, quiere darse un día de gloria, como lo hizo en la Transfiguración (Mc 9, 2-10), un día que sea al mismo tiempo una gran y nueva oportunidad para que su pueblo recapacite y lo acepte como el Mesias esperado. Estaba escrito que el Mesías entraría en Jerusalén montado en un borriquillo (¿un cadillac de hoy?), entre gritos de júbilo y agitar de palmas (Is 62,11; Za 9, 9). Es lo que hace Jesús, con harto escándalo de los fariseos que le reprochan el que esté haciéndose pasar por el Mesías, y le exigen que haga callar a la gente que le aclama. La respuesta de Jesús no se hizo esperar, tajante: “si estos callan, gritarán las piedras”.
Desde entonces los cristianos venimos celebrando esta entrada triunfal de Jesús en Jerusalem como el Cristo o Mesías. Y le acompañamos entre cantos y agitar de ramos de olivo y palmas, uniéndonos a su fiesta. Una buena ocasión para reconocerlo como nuestro Rey y Señor y para dar testimonio público de nuestra fe en El. Una buena ocasión también para renovar nuestra adhesión al Señor y para hacerla más patente, leal y valiente.
Llama la atención la manera sencilla con la que, en este día, los fieles expresan su fe: con unos ramos de olivo, que elevan y agitan, significando la elevación de sus almas y la preocupación por los demás. Estos ramos son tan importantes que hacen que este Domingo se llame de Ramos ¿Y ustedes ya consiguieron los suyos? Hay que bendecirlos para que se conviertan en un sacramental, es decir en signo sensible de nuestra fe en el Señor y de su favor por nosotros. Es por ello que los colocamos detrás de la puerta de la casa, para que el Señor la defienda y nos defienda.
Que “tus hijos sean como olivos nuevos en torno a tu mesa…Y que veas a los hijos de tus hijos y que en tu casa haya paz!” (Sal 128). Son mis deseos para ustedes. Y que este inicio de la Semana Santa nos anime a vivir santamente cada día de la semana.

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