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El redentorista Anton Ngoc Than, que fue incluido por la Ong “Reporteros sin fronteras” entre los «100 héroes de la información», cuenta su vida.
Por Paolo Affatato- Vatican Insider
La campaña por los derechos humanos y por la libertad religiosa en Vietnam corre por las autopistas virtuales de la red. «Casi 40 millones de personas usan internet en Vietnam. La forma más eficaz para sensibilizar las consciencias y evangelizar hoy en día es crear aplicaciones para teléfonos inteligentes y tabletas (instrumentos muy populares) de modo que campesinos, jóvenes, estudiantes, trabajadores, puedan acceder con un click a la información sobre la fe y la libertad». Es lo que contó en exclusiva a Vatican Insider el sacerdote bloguero Anton Ngoc Than, responsable del sitio de información “Vietnamese Redemptorists’ News” y de una radio católica en la arquidiócesis de Saigón, ciudad meridional de Vietnam, bautizada en 1976, después de la conquista del Viet cong, Ho Chi Minh City.
Anton es un sacerdote redentorista de 45 años y que se ha vuelto famoso porque fue incluido en la lista de los “100 héroes de la información” por la Ong “Reporteros sin fronteras”, que premia a las personas comprometidas con la libertad de expresión y de prensa, sobre todo en contextos difíciles. Vietnam es uno de ellos: las principales fuentes de noticias (periódicos, televisoras, sitios web) están en manos del estado. El gobierno controla los medios masivos de comunicación y dedice qué publicar y qué no. Pero está naciendo en el país un movimiento en línea que está desafiando al sistema. La naturaleza misma de internet, una red en constante evolución, dificulta una vigilancia capilar de la policía sobre los ciudadanos. La censura registra fallas y grietas. Para muchos vietnamitas, los blogs y las redes sociales se han convertido en un canal fundamental para expresarse libremente. Para Anton, la red es un terreno fértil en el que se debe sembrar el deseo de la libertad. Su campaña por el respeto de los derechos humanos, que no esconde críticas al gobierno vietnamita, está constantemente vigilada por la policía y le ha costado en varias ocasiones el arresto.
Anton, cuéntenos sobre su vida y su vocación…
Nací en un barrio pobre de Saigón, en donde trabajan los sacerdotes de la Congregación del Santísimo Redentor. Su espíritu me conquistó desde que era joven. Sin embargo, nuestro país estaba bajo la capa del ateísmo comunista. Al crecer, a pesar de los éxitos escolares, me dí cuenta de que mi vida estaba vacía. Un día me topé con el pasaje de la Epístola a los Gálatas en la que San Pablo dice: “y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí”. Me dí cuenta, de repente, de que Dios estaba en lo más profundo de mi alma. Comencé a ayudar a los sacerdotes redentoristas recibiendo a los niños de la calle. Después me uní a ellos; me enseñaron que Cristo está presente en los pobres y en los abandonados.
¿Cómo decidió entrar al campo de la información?
A la edad de 16 años comencé a apasionarme por el mundo de la prensa y de la comunicación. Quería ser periodista y empecé a trabajar como “freelance”. Ordenado sacerdote, fue enviado a la diócesis de Kontum, en donde viven grupos étnicos minoritarios. Aprendí a conocer a los pueblos indígenas e hice un pequeño documental sobre ellos. En 2055, cuando nacieron las redes sociales, comencé a escribir pequeñas reflexiones en un blog y en Facebook. En 2009, los Redentoristas de Vietnam decidieron poner en marcha la actividad de comunicación y me encargaron esta tarea. Desde entonces, con un equipo de religiosos y laicos, creamos un sistema informativo en la red y vía radio. Nos ocupamos de temas de actualidad, relacionados con la sociedad vietnamita en relación con los valores cristianos. Nos preocupan muchísimo la libertad religiosa y los derechos inalienables del hombre.
¿Cómo procede su trabajo pastoral?
Trabajo en la archidiócesis de Saigón. Mi servicio pastoral se expresa sobre todo mediante la red. A través de internet podemos servir a las personas del territorio, pero también colaborar con los vietnamitas de todo el mundo. Es un servicio a la vida, a la verdad, al Evangelio. Por ejemplo, denunciamos los casos de personas despojadas de sus tierras sin ninguna compensación. Los que protestan son arrestados. O encontramos a muchos jóvenes que solo persiguen los juegos de azar en línea, la violencia o la pornografía. Muchos jóvenes han perdido la esperanza en la vida. Tratamos de encontrarlos personalmente para ayudarlos.
¿Cuáles son las dificultades que afrontan?
A menudo hemos manifestado nuestra solidaridad para con algunos activistas o blogueros arrestados por “propaganda anti-gubernamental”. En una manifestación a favor del bloguero Nguyen Van Hai (conocido como Dieu Cay), la policía me arrestó y no me dejó documentar aquel proceso injusto. Lo mismo sucedió en el caso de Dinh Nhat Huy, arrestado por algunas frases en Facebook. Como yo, todos nuestros reporteros corren los mismos riesgos. Para apoyarnos recíprocamente en esta misión de libertad, organizamos un encuentro a la semana para ayudarnos y rezar juntos. Estamos desarmados, pero el poder violento no nos da miedo, porque no puede plegar nuestra consciencia.
¿Cuál es la situación de la Iglesia en Vietnam hoy?
En la sociedad comunista, las religiones no tienen plena libertad. A pesar de que la Constitución afirme que los ciudadanos son libres de elegir la propia religión, todas las actividades religiosas deben ser autorizadas por el estado. A las comunidades religiosas, como la Iglesia católica, no se les reconoce personalidad jurídica. Pero, más allá de estos problemas estructurales, en la Iglesia vietnamita hoy hay dificultad para atestiguar la fe con el corazón y con la vida. El desafío es el testimonio de una vida auténticamente cristiana. Sin embargo, los vietnamitas tienen grandes esperanzas en la Iglesia, considerada una organización fuerte y unida. Por ello, la Iglesia tiene el deber de dar el propio aporte al progreso democrático, por el bien común de la nación.
¿Considera que la labor del fallecido cardenal Nguyen Van Thuan es un modelo?
Para nosotros es una figura indispensable: es del sur de Vietnam, como yo, y fue encarcelado por las autoridades comunistas por su fe en Dios. Su libro “El camino de la esperanza” anima y refuerza a todos los católicos vietnamitas, incluso en las dificultades del presente. Cuando estaba en la cárcel, Van Thuan supo dar testimonio de Cristo, llevando un mensaje de paz a sus carceleros. Espero que pueda ser beatificado por Papa Francisco lo más pronto posible.
Por Paolo Affatato- Vatican Insider
La campaña por los derechos humanos y por la libertad religiosa en Vietnam corre por las autopistas virtuales de la red. «Casi 40 millones de personas usan internet en Vietnam. La forma más eficaz para sensibilizar las consciencias y evangelizar hoy en día es crear aplicaciones para teléfonos inteligentes y tabletas (instrumentos muy populares) de modo que campesinos, jóvenes, estudiantes, trabajadores, puedan acceder con un click a la información sobre la fe y la libertad». Es lo que contó en exclusiva a Vatican Insider el sacerdote bloguero Anton Ngoc Than, responsable del sitio de información “Vietnamese Redemptorists’ News” y de una radio católica en la arquidiócesis de Saigón, ciudad meridional de Vietnam, bautizada en 1976, después de la conquista del Viet cong, Ho Chi Minh City.
Anton es un sacerdote redentorista de 45 años y que se ha vuelto famoso porque fue incluido en la lista de los “100 héroes de la información” por la Ong “Reporteros sin fronteras”, que premia a las personas comprometidas con la libertad de expresión y de prensa, sobre todo en contextos difíciles. Vietnam es uno de ellos: las principales fuentes de noticias (periódicos, televisoras, sitios web) están en manos del estado. El gobierno controla los medios masivos de comunicación y dedice qué publicar y qué no. Pero está naciendo en el país un movimiento en línea que está desafiando al sistema. La naturaleza misma de internet, una red en constante evolución, dificulta una vigilancia capilar de la policía sobre los ciudadanos. La censura registra fallas y grietas. Para muchos vietnamitas, los blogs y las redes sociales se han convertido en un canal fundamental para expresarse libremente. Para Anton, la red es un terreno fértil en el que se debe sembrar el deseo de la libertad. Su campaña por el respeto de los derechos humanos, que no esconde críticas al gobierno vietnamita, está constantemente vigilada por la policía y le ha costado en varias ocasiones el arresto.
Anton, cuéntenos sobre su vida y su vocación…
Nací en un barrio pobre de Saigón, en donde trabajan los sacerdotes de la Congregación del Santísimo Redentor. Su espíritu me conquistó desde que era joven. Sin embargo, nuestro país estaba bajo la capa del ateísmo comunista. Al crecer, a pesar de los éxitos escolares, me dí cuenta de que mi vida estaba vacía. Un día me topé con el pasaje de la Epístola a los Gálatas en la que San Pablo dice: “y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí”. Me dí cuenta, de repente, de que Dios estaba en lo más profundo de mi alma. Comencé a ayudar a los sacerdotes redentoristas recibiendo a los niños de la calle. Después me uní a ellos; me enseñaron que Cristo está presente en los pobres y en los abandonados.
¿Cómo decidió entrar al campo de la información?
A la edad de 16 años comencé a apasionarme por el mundo de la prensa y de la comunicación. Quería ser periodista y empecé a trabajar como “freelance”. Ordenado sacerdote, fue enviado a la diócesis de Kontum, en donde viven grupos étnicos minoritarios. Aprendí a conocer a los pueblos indígenas e hice un pequeño documental sobre ellos. En 2055, cuando nacieron las redes sociales, comencé a escribir pequeñas reflexiones en un blog y en Facebook. En 2009, los Redentoristas de Vietnam decidieron poner en marcha la actividad de comunicación y me encargaron esta tarea. Desde entonces, con un equipo de religiosos y laicos, creamos un sistema informativo en la red y vía radio. Nos ocupamos de temas de actualidad, relacionados con la sociedad vietnamita en relación con los valores cristianos. Nos preocupan muchísimo la libertad religiosa y los derechos inalienables del hombre.
¿Cómo procede su trabajo pastoral?
Trabajo en la archidiócesis de Saigón. Mi servicio pastoral se expresa sobre todo mediante la red. A través de internet podemos servir a las personas del territorio, pero también colaborar con los vietnamitas de todo el mundo. Es un servicio a la vida, a la verdad, al Evangelio. Por ejemplo, denunciamos los casos de personas despojadas de sus tierras sin ninguna compensación. Los que protestan son arrestados. O encontramos a muchos jóvenes que solo persiguen los juegos de azar en línea, la violencia o la pornografía. Muchos jóvenes han perdido la esperanza en la vida. Tratamos de encontrarlos personalmente para ayudarlos.
¿Cuáles son las dificultades que afrontan?
A menudo hemos manifestado nuestra solidaridad para con algunos activistas o blogueros arrestados por “propaganda anti-gubernamental”. En una manifestación a favor del bloguero Nguyen Van Hai (conocido como Dieu Cay), la policía me arrestó y no me dejó documentar aquel proceso injusto. Lo mismo sucedió en el caso de Dinh Nhat Huy, arrestado por algunas frases en Facebook. Como yo, todos nuestros reporteros corren los mismos riesgos. Para apoyarnos recíprocamente en esta misión de libertad, organizamos un encuentro a la semana para ayudarnos y rezar juntos. Estamos desarmados, pero el poder violento no nos da miedo, porque no puede plegar nuestra consciencia.
¿Cuál es la situación de la Iglesia en Vietnam hoy?
En la sociedad comunista, las religiones no tienen plena libertad. A pesar de que la Constitución afirme que los ciudadanos son libres de elegir la propia religión, todas las actividades religiosas deben ser autorizadas por el estado. A las comunidades religiosas, como la Iglesia católica, no se les reconoce personalidad jurídica. Pero, más allá de estos problemas estructurales, en la Iglesia vietnamita hoy hay dificultad para atestiguar la fe con el corazón y con la vida. El desafío es el testimonio de una vida auténticamente cristiana. Sin embargo, los vietnamitas tienen grandes esperanzas en la Iglesia, considerada una organización fuerte y unida. Por ello, la Iglesia tiene el deber de dar el propio aporte al progreso democrático, por el bien común de la nación.
¿Considera que la labor del fallecido cardenal Nguyen Van Thuan es un modelo?
Para nosotros es una figura indispensable: es del sur de Vietnam, como yo, y fue encarcelado por las autoridades comunistas por su fe en Dios. Su libro “El camino de la esperanza” anima y refuerza a todos los católicos vietnamitas, incluso en las dificultades del presente. Cuando estaba en la cárcel, Van Thuan supo dar testimonio de Cristo, llevando un mensaje de paz a sus carceleros. Espero que pueda ser beatificado por Papa Francisco lo más pronto posible.