Por Álvaro Arce- Revista CARETAS
La juerga parecía ser interminable para Raúl Figuerola Valles (27) y Jorge Bustamante Chikhani (28), compañeros de colegio, amigos y vecinos de Camacho.
Los fines de semana solían ser vistos cerrando las discotecas Aura y Gótica de Larcomar o en Café del Mar en Asia, dándose una bonita vida.
Las botellas de Johnny Walker Gold Label, los autos de lujo y las chicas lindas no faltaban. Total, la plata sobraba, al menos eso era lo que parecía cuando se presentaban en reuniones acompañados de guardaespaldas. Lo curioso es que nadie sabía exactamente en qué trabajaban.
La fiesta acabó de pronto cuando aparecieron las primeras evidencias de que la plata que ellos gastaban era ajena, como lo anunció Panorama hacia fines del 2013. Y esta provenía nada menos que de amigos y conocidos: una perfecta pirámide pituca.
La División de Estafas y Otras Defraudaciones de la Dirección de Investigación Criminal (Diveod) los investiga desde el año pasado como presuntas cabezas de una red de estafadores que ha obtenido ilícitamente más de US$8 millones con el cuento de la inversión en un negocio minero.
El caso, conocido como la “pirámide pituca” por la Policía, registra la sorprendente aparición de 80 afectados conocidos.
Entre ellos se encuentran Alejandro Guerrero hijo, el que acaba de participar en La Voz, Tito Awe, el esposo de la conductora de televisión Almendra Gomelsky, el periodista deportivo Jorge ‘Coki’ Gonzales y el embajador Hernán Couturier, y siempre según la PNP. Pero hay más (ver recuadro).
EL ESQUEMA PONZI
El engaño se denomina timo piramidal o esquema de Ponzi en referencia a Carlo Ponzi, el famoso delincuente de origen italiano que en 1919 estafó a miles de personas.
El esquema Ponzi se atribuye a cualquier estafa que paga a los primeros inversores con las ganancias de los inversores posteriores. Según la PNP, tal fue el modus operandi de este par. En 2010, Figuerola creó la empresa Molinorte Borris SAC, una procesadora de oro ubicada en Piura.
La compañía solo ejecutó una operación en 2011, pero fue el gancho para la gran estafa, según las investigaciones policiales.
Figuerola y Bustamante empezaron a buscar inversionistas y a cambio les ofrecían “retornos” con intereses del 10% y el 25%. Inclusive firmaban letras de cambio.
Esto es lo que hicieron inicialmente Figuerola y Bustamante para atraer cada vez más víctimas. Al colapsar la pirámide por falta de incautos para seguir alimentándola, ambos desaparecieron con el dinero.
LOS AGRAVIADOS
Figuerola y Bustamante buscaron a amigos del Casuarinas College, donde estudiaron hasta 1999; de la Universidad de Lima; familiares, conocidos y hasta las enamoradas de estos.
Una de las víctimas es Magali Button (40), una expolicía de Inteligencia, que junto con su prima Milagros Flores invirtieron US$440,000 en octubre de 2011, confiando en que Jorge Bustamante, amigo de su hija, cumpliría con su palabra.
“He perdido la plata de mi jubilación, de mis 25 años de servicio en la Policía, son los ahorros de toda mi vida. Esos malditos me han arruinado”, se lamenta Button.
Víctor Velarde Pinillos (37), asesor de finanzas en Consultoría Integral de Negocios (CIN), invirtió inicialmente US$5,000 en la mina de Figuerola y Bustamante.
Obtuvo una ganancia del 15% en 2 semanas y siguió inyectando dinero en la empresa hasta que su inversión llegó al cuarto de millón de dólares. De ahí en adelante, nunca más recibió un centavo.
“Eduardo Gómez” (no es su verdadero nombre, pidió no ser identificado) es un ingeniero industrial de profesión e hijo de un alto ejecutivo de una línea aérea que también cayó en la trampa.
Gómez hizo inversiones por doble tanda: la primera, junto con su enamorada, por US$60,000 el 22 de marzo de 2011, a un 15% de intereses, y la segunda por US$36,000, apenas dos días después, por un 25% de intereses, directamente con Raúl Figuerola. El trato funcionó por solo 3 meses. Nunca más vio su dinero.
LA BODA
Según recuerdan sus compañeros de aula, Raúl Figuerola era un pan de Dios y Jorge Bustamante un mitómano.
Optaron por ingresar a la Universidad de Lima y seguir la carrera de Administración. Ninguno terminó. Bustamante provenía de una familia acomodada.
Carlos, el padre de Raúl, un exfuncionario de Minpeco, estaba inmerso en una venta ilegal de acreencias judiciales a la empresa Ameno por US$300,000, cuando el precio base inicial era de US$8.5 millones, en mayo de 2010. Raúl tuvo que dejar la universidad. Y la familia perdió la casa de playa en Sol y Mar, en Asia.
Dos años después, Figuerola se casó con Abi Bianchi y celebró en el local Villa Verde de Chorrillos, en dos jardines de 2,100 metros, una piscina y cascada artificial.
El costo del lugar, decorado con lámparas de cristal, carretas con flores y sofás tipo lounge, bordeó los US$80,000. Lo curioso es que para entonces ya había fila de gente pidiendo la devolución de su dinero.
Además durante la boda llamó la atención la ausencia de Jorge Bustamante, su amigo de toda la vida. Ya estaban peleados por las implicancias de sus quehaceres, atribuyéndose la responsabilidad uno al otro.
Ambos están libres porque el caso sigue en investigación en la Policía y el Ministerio Público. Mientras tanto, las víctimas aumentan.
Recién en diciembre, Bustamante fue visto paseando por el club Regatas de Chorrillos, suelto de huesos y con relajado look playero, como si con él no fuera la cosa. Pero las únicas pirámides que no caen, hasta ahora, son las egipcias. A esta versión pituca la Policía y los afectados ya la tienen en la mira.