El presidente de la Conferencia Episcopal peruana, monseñor Salvador Piñeiro, pidió a las autoridades de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) acatar las órdenes del Vaticano, las cuales señalan que ya no puede conservar los títulos de “Pontificia” y “Católica”.
“Hay que aceptar la normativa de la Iglesia. Hemos tratado de insistir para que la Universidad Católica se adecuara a los estatutos durante mucho tiempo”, sostuvo ante la prensa.
Piñeiro lamentó que las negociaciones entre la universidad y la Iglesia hayan terminado en esta decisión, pero no descartó la posibilidad de llegar a buen puerto. “En el documento de la Santa Sede, en el tercer acápite, hay una posibilidad de encontrar una opción de diálogo”, señaló.
Este punto establece que la universidad seguirá siendo “persona jurídica pública de la Iglesia sometida a la legislación canónica” y que “la Santa Sede seguirá empeñándose en el pleno repeto de la disciplina canónica”.
Consultado sobre la posibilidad de que la casa de estudios conserve ambos títulos, el monseñor evitó pronunciarse y sostuvo que será algo que los especialistas tendrán que evaluar, “pero si la Santa Sede ha dado la orden, que es un llamado de atención para aprender a obedecer aunque sea difícil, hay que aceptar”.
Comunicado
Habiendo tomado conocimiento de la decisión de Su Santidad Benedicto XVI, manifestada a través del Decreto N. 3168/12/RS y de la Carta dirigida al Dr. Marcial Rubio Correa por el Emmo. Señor Cardenal Tarsicio Bertone, Secretario de Estado, el Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, comunica lo siguiente:
1º Su plena adhesión a la decisión del Santo Padre sobre la prohibición del uso de los títulos de “Pontificia” y “Católica” a la hasta ahora denominada Pontificia Universidad Católica del Perú, debido a su reiterada resistencia, durante más de treinta años, a cumplir con las normas eclesiásticas aplicables a este tipo de universidades.
2º Como la Santa Sede lo ha declarado, pese a esa prohibición la mencionada Universidad continua siendo una persona jurídica pública de la Iglesia Católica, razón por la cual debe respetar los legítimos derechos que a ésta le corresponden y someterse a la legislación canónica aplicable en materia de entidades eclesiásticas, administración de bienes y centros de enseñanza superior.
3º Es responsabilidad de las autoridades de la mencionada universidad, puesto que son autoridades de una entidad eclesiástica, hacer cumplir en la comunidad universitaria lo que el Santo Padre a través de su Secretario de Estado ha dispuesto mediante los antes citados documentos, en especial adecuar los estatutos a la universidad a la Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae y garantizar, ante la Santa Sede, la identidad y orientación católica que le corresponde en virtud de su misión de participar en la función de enseñar de la Iglesia.
4º De este modo se evitará continuar perjudicando los derechos de la Iglesia al servicio de la educación católica, entre los cuales destaca la libertad de la que ella goza para organizar las Instituciones educativas en total observancia del ordenamiento legal peruano y del vigente Acuerdo Internacional entre la Santa Sede y la República del Perú. Así se respetará también el derecho de los alumnos a acudir a una universidad que fue creada y dotada de un patrimonio para brindarles educación universitaria católica, en el marco de la legítima autonomía que la Iglesia siempre ha reconocido a este tipo de instituciones.
5º Invoco a las autoridades y a la comunidad universitaria de dicha universidad a obedecer las decisiones de la Santa Sede y a respetar aquello que la Suprema Autoridad de la Iglesia ha decidido respecto a una institución que le pertenece. De esta manera se lograra su plena identificación con la Sede de Pedro y la universidad retomará la senda que dio origen a su creación en el seno de la Iglesia.
Lima, 24 de Julio del 2012
+ Salvador Piñeiro García-Calderón
Arzobispo Metropolitano de Ayacucho
Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana
Todos los nombres
Editorial del diario El Comercio
No es solo la identidad de la PUCP la que está en juego en el conflicto en torno de su nombre.
En este Diario no coincidimos con la opinión que concibe a la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) como una institución sectaria abocada a la creación de alumnos de una determinada tendencia política. Muchos de quienes trabajamos aquí hemos sido alumnos y profesores de esa universidad y podemos dar fe del amplio respeto por la libertad de cátedra que prima en la misma y de la elevada calidad de la enseñanza que se imparte en buena parte de sus cursos.
No creemos, sin embargo, que esta loable labor pueda realizarse pasando por sobre terceros, incluyendo, ciertamente, el derecho que cada cual tiene sobre su nombre. Más en concreto, pensamos que la respuesta (cuyo sentido ha sido confirmado luego por la Asamblea Universitaria) que ha dado el rector al decreto del Vaticano retirando a la PUCP el permiso a usar los nombres de “católica” y “pontificia” va más allá del campo de lo errado para bordear el del cinismo. Y es que, al margen de todos los tecnicismos jurídicos que comenzarán a esgrimirse de ambos lados, ¿es coherente que alguien pueda decir que el explícito rechazo del Papa es indiferente a su derecho a llamarse “pontificia” -literalmente, “perteneciente o relativo al pontífice”-? Similarmente, ¿tiene sentido que uno insista en publicitarse como “católico” contra la declarada opinión del pontífice, siendo la religión católica, para bien o para mal, una religión organizada y jerárquica, donde este tiene la última palabra? ¿No es hasta una falta de pudor insistir en llamarse con el nombre de una organización que no obliga a nadie a afiliarse a ella cuando al mismo tiempo uno está haciendo saber públicamente que no está dispuesto a cumplir sus reglas? Más aún, si los miembros de esta organización ponen gran valor en tener bien marcada su esencia y sus diferencias sobre la base de estas reglas, ¿no es también esta insistencia una falta de respeto hacia ellos?
Las autoridades de la PUCP no pueden tratar como una pura forma, vacía de significado y por lo tanto asignable a cualquier contenido, a un nombre que una institución lleva casi 2000 años llenando. Especialmente considerando cómo ha marcado a la historia de la Iglesia Católica su incesante esfuerzo por definir -en infinidad de debates, concilios, decisiones papales y demás- lo que la representa y lo que no. Naturalmente, todos podemos discrepar de todas las decisiones que ha tomado en este sentido, pero no tenemos el derecho de quitarles a los católicos la libertad de definirse y diferenciarse por medio de ellas.
Hablar, por lo demás, de una “universidad católica” no es, como se ha dicho, el equivalente de, por ejemplo, hablar de una eventual farmacia llamada “católica”. Las universidades católicas son un tipo de “producto” específico que tiene la Iglesia Católica alrededor del mundo: son universidades que están regidas por el derecho canónico con una serie de reglas determinadas (en la que figura, entre otras, la ya famosa institución del Gran Canciller). Por eso la PUCP no tomó simple y unilateralmente el nombre de “católica” y de “pontificia”, inscribiéndolos bajo legislación peruana, como hoy quieren dar a entender sus autoridades. No. Recibió el permiso eclesiástico para constituirse como una “universidad católica” al momento de su fundación en 1917, siendo reconocida como tal ese mismo año por el Estado Peruano, y luego recibió del Vaticano el título de “pontificia” en 1942. Por el mismo motivo presentó todos sus estatutos para revisión al Vaticano hasta 1967, cuando dejó de cumplir con esta obligación, pretendiendo desde esa fecha seguir con la franquicia, por así decirlo, sin cumplir con sus reglas. Algo que, sea quien sea la franquiciadora, es un acto de prepotencia.
Ni Enrique VIII, en fin, pese a lo decidido que estaba a enfrentar a Roma, pretendió seguir llamando a la Iglesia de Inglaterra “católica” cuando rompió con el Papa y decidió crear una Iglesia con sus propias reglas. Y vaya que hubiera podido hacerlo “bajo ley inglesa”: era un monarca absoluto, la ley inglesa la hacía él. Si hubiese querido que esta ley hiciese como que el término “católica” no identificase a la Iglesia romana, que llevaba desde el siglo II llamándose así, hubiera podido hacerlo. Pero por lo visto tenía algo que parece estarle faltando, para pesar de los que la queremos, a las autoridades de la PUCP: sentido del absurdo.
Asamblea Universitaria
La Asamblea Universitaria de la Pontificia Universidad Católica del Perú, reunida en sesión del 23 de julio del 2012, ha aprobado el siguiente comunicado:
1. La comunidad universitaria de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), representada por su Asamblea Universitaria, deplora el decreto emitido por la Secretaría de Estado de la Santa Sede, el cual contiene diversos aspectos que se oponen a los derechos reconocidos en la Constitución Política y en la legislación peruana -como el derecho a la identidad-, al pretender prohibir el uso de los términos “Pontificia” y “Católica”.
2. La PUCP afirma que, por su carácter de institución peruana, constituida y domiciliada en el Perú desde 1917, hará prevalecer el compromiso que tiene para con sus estudiantes, profesores y trabajadores, y para con sus graduados y egresados, de hacer respetar su denominación oficial, la cual goza de reconocido prestigio nacional e internacional, y está expresada en los grados y títulos que otorga a nombre de la Nación.
3. La PUCP reitera su compromiso con los valores católicos que la inspiran y la alientan cotidianamente. Estos valores nos reafirman como una universidad autónoma, democrática, creativa, crítica, pluralista, con calidad en la enseñanza y en la investigación, comprometida con la sociedad peruana, e identificada con los principios cristianos que fundan los derechos del ser humano.
4. Los miembros de la Asamblea Universitaria de la PUCP expresan su reconocimiento y respaldo a la gestión que viene realizando el Rectorado de la Universidad en la conducción de las relaciones con la jerarquía de la Iglesia, en conformidad con los acuerdos adoptados previamente por la Asamblea Universitaria.
El Secretario General
Asamblea Nacional de Rectores
Tras darse a conocer el decreto de la Secretaría de Estado del Vaticano que prohíbe usar dichas denominaciones al no haber adecuado sus estatutos a su constitución apostólica, el presidente de la Asamblea Nacional de Rectores (ANR), Orlando Velásquez Benites, mostró su total respaldo a la Asamblea Universitaria de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), que aprobó respetar su denominación oficial, la de “Pontificia” y “Católica”.
Para Velásquez Benites, lo realizado por la Santa Sede vulnera no solo la autonomía de la PUCP sino de la universidad peruana en general.
“La Universidad Católica está regida por una ley universitaria. El Estado la reconoce como parte de la universidad peruana y cuenta con autonomía tal como lo señala la Ley 23733, lo que demuestra que está sujeta a ella. Para nosotros el proceder del Vaticano es una clara agresión al estado de derecho de la universidad”, señaló.
Asimismo, Velásquez reiteró su apoyo al rector de la PUCP, Marcial Rubio, como máxima autoridad reconocida por la ANR y a la Asamblea Universitaria como su órgano de gobierno institucional.
Por otro lado, ante las declaraciones de los voceros del Arzobispado de Lima que señalan que los títulos que entregue la PUCP no serían válidos, el presidente de la ANR indicó que la referida casa de estudios está protegida por la Ley Universitaria peruana.
Y puede realizar de forma normal sus actividades y seguir otorgando grados y títulos a nombre de la Nación, los que serán inscritos en el Registro Nacional de Grados y Títulos de la ANR, dijo.
Velásquez manifestó que la PUCP no solo es un ejemplo de formación académica, profesional y responsable, sino que es parte del patrimonio del Perú.
“La libertad de pensamiento, tolerancia y calidad en la enseñanza son valores intrínsecos de su vida académica, claros ejemplos de lo que estípula la Ley Universitaria en el país”, sostuvo.
Entrevista al Padre Armando Nieto SJ en PAX TV
Es el Presidente de las Academia Nacional de Historia y de la Academia Peruana de Historia Eclesiástica.
Entonces cursó Derecho e Historia en la PUCP…
Simultáneamente, recuerda que por ese entonces se podría hacer eso, antes se podía estudiar ambas, con esto saqué los títulos correspondientes e ingresé a la Compañía el 23/05/1956, en Miraflores, donde están ahora la Residencia y Parroquia Fátima. Me entusiasmó la vida religiosa, sobre todo la vida de los jesuitas, estudié los dos años de noviciado, son más de formación espiritual es verdad, pero también nos dan horas de estudio, entonces el Padre Maestro me dijo: “estudia muy bien Latín, Griego para que desde ahora te vayas preparando para la Filosofía y Teología“. Hice un año de Juniorado, mis compañeros hicieron tres; el Padre Mc Gregor que era el Provincial me dijo: “Mira, los estudios de Literatura, por ejemplo, los puedes hacer después, pero tú tienes que formarte bien en Latín y Griego así que seguirás estudiando en este año en Miraflores“. Teníamos un excelente profesor Pedro Cano un Maestro que me ayudó mucho en esos estudios de las lenguas Clásicas. Y en el año 59 viajé a España para hacer la Filosofía; hice dos años largos en Alcalá y en lugar de venir al Perú a hacer el Magisterio, continué los estudios pero ya en Alemania y allí estudié los 4 años de Teología y me ordené el día de San Agustín de 1964.
Hablemos de la PUCP, su alma mater.
Pues sí, allí estudié la dos carreras y allí, desde el año 1967 al volver al Perú, me llamaron para enseñar cursos de Filosofía, Historia y ahora Historia del Perú que es lo que he enseñando siempre.
Padre, el Perú está viviendo un momento tenso con la situación de la PUCP, usted ha sido alumno, docente, una de las personas diríamos como un icono como un referente sobre la situación que luces nos puede aportar, para que se de una solución.
Yo deseo que la Universidad siga siendo Católica y siga siendo Pontificia, lo de Pontificia no es una simple tarjeta decorativa, sino que significa que esa institución comparta y comulga con los ideales de la Iglesia Católica. Creo es muy importante se tome en cuenta a la hora de tomar decisiones; la Iglesia no hay que verla como tantas personas creen que es una especie de cadena fundamentalista o que va a negar la libertad de expresión, no, sino que nos guía pero también nos pide que seamos consecuentes con nuestra fe.
Menos que un bono de la reforma agraria
El Padre Luis Gaspar, experto en derecho canónico, explicó que la rebeldía de quienes dirigen la ex PUCP pone en riesgo los títulos universitarios de los alumnos, luego que el Vaticano despojara a la universidad de los títulos de “Pontificia” y “Católica”.
El sacerdote miembro del tribunal eclesiástico de Lima, explicó en el noticiero Primera Edición de América TV, que el tratado del Estado peruano con el Vaticano de 1980, conocido como Concordato, estipula en sus artículos 1 y 19 que “la Iglesia tiene plena independencia para organizarse y también para erigir centros educativos a todo nivel”.
Por eso, explicó, la Nunciatura, que es la embajada del Vaticano, tiene la facultad de ponerse en contacto con el Ministerio de Relaciones Exteriores del Perú para que los organismos nacionales como la Asamblea Nacional de Rectores, encargada de expedir los títulos universitarios, acaten el decreto de la Santa Sede que prohíbe el uso de los títulos de “Pontificia” y “Católica” a la universidad.
El sacerdote dijo que mientras no se aplique el decreto ley del Vaticano, los alumnos podrán seguir obteniendo de la ANR sus títulos de la ex PUCP, “pero corren el riesgo en cuanto siga el proceso ya en el tribunal peruano o eclesiástico de que esas sentencias obliguen a que se cumpla”.
Estas medidas legales harían que quienes obtuvieron el título con el nombre de la “Pontificia Universidad Católica del Perú” se vean obligados a canjear sus documentos por otros en los que figure el nuevo nombre que podría asumir la universidad.
El Padre Gaspar explicó además que el Concordato debe respetarse y por ser un tratado internacional “está por encima de toda ley nacional” como la ley universitaria, por ejemplo.
El experto precisó además que los títulos de “Pontificia” y “Católica” no son honoríficos sino que “tienen implicancias canónicas jurídicas” que permitían, por ejemplo, que el Papa a través de la Congregación para la Educación Católica nombrara al rector.
Sobre el rechazo de la ex PUCP al decreto del Vaticano, el sacerdote dijo que “tenía la esperanza de que la directiva de la universidad recapacite. Es penoso el comunicado de ayer que deplora el decreto del Vaticano”.
“¿Deplora al Santo Padre? Esa es mi pregunta. Él es quien da este mandato. Deplorar al Santo Padre es como llamar a la desobediencia a una indicación de la más alta autoridad eclesial”, continuó.
El sacerdote dijo luego, en referencia a las autoridades de la ex PUCP, que “no sé de qué tipo de católicos estamos hablando, de qué tipo de universidad católica estamos hablando si este tipo de pronunciamientos lleva a romper un diálogo, un vínculo con la autoridad eclesiástica”.
Tras recordar que todo este proceso ha durado unos 40 años, el Padre Gaspar hizo votos para que las autoridades de la ex PUCP recapaciten.
La Agrupación Universitaria Riva Agüero, fundada por miembros de la ex Pontificia Universidad Católica del Perú (ex PUCP), teniendo conocimiento de algunos hechos suscitados en la Asamblea Universitaria e informados del pronunciamiento expuesto por el mismo órgano administrativo en relación al Decreto emitido por la Secretaria de Estado de la Santa Sede, que retira los títulos de “Pontificia” y “Católica” de la denominación oficial de la universidad, expresa a la comunidad universitaria, a la sociedad y a la opinión pública en general lo siguiente:
1. Nos genera un razonable ánimo de rechazo los términos empleados para aludir a los documentos oficiales emitidos por la Santa Sede. Resulta incongruente que autoridades y alumnos miembros de la Asamblea Universitaria, pertenecientes a una universidad que dice ser católica, ‘deploren’ un decreto emitido bajo la autoridad del Santo Padre, el Papa Benedicto XVI.
2. En el mismo sentido, lamentamos la ausencia de honestidad y seriedad de parte de las autoridades de la ex PUCP al referir que nuestros esfuerzos y, directamente, nuestra Carta Pública a la Asamblea Universitaria respondan a un ‘pánico’ y ‘desinformación’ frente al ‘ataque’ del Vaticano.
3. Es contrario a la verdad afirmar que la universidad se rige únicamente bajo la normativa nacional, desconociéndose deliberadamente la naturaleza jurídica con la que se originó al ser una institución de la Iglesia Católica, ya que la legislación internacional garantiza la aplicación conjunta del derecho canónico y la legislación nacional de cada país a las diversas instituciones de la Iglesia Católica.
4. Con su actuación, la Asamblea Universitaria, y en consecuencia la ex PUCP, ha manifestado públicamente su renuncia a los valores católicos y a la misión apostólica por los que fue fundada, al traicionar la memoria de todas las personas que en 95 años de vida institucional dieron parte de su vida por construir una institución educativa superior al amparo de la Iglesia Católica y en servicio de la sociedad peruana.
5. Por último, como organización hacemos un llamado a los miembros de la comunidad universitaria, de diversas generaciones, a tomar las medidas que consideren pertinentes para proteger sus intereses frente a esta errada decisión de la Asamblea Universitaria.
Ni Pontificia ni Católica
Por Federico Prieto Celi
El Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú ha publicado este año un libro de Monseñor José Dammert Bellido (1917–2008) titulado: “Los primeros años de la PUCP”, cubriendo la etapa inicial de esa casa de estudios (1917-1942), explayándose después en la Facultad de Derecho.
Narra el autor de este libro póstumo que “Del 20 al 27 de setiembre [de 1942] se celebró, con gran aplauso y reconocimiento, la Semana Jubilar por los veinticinco años de la Universidad Católica. Debido a la consolidación obtenida por la Universidad […] se solicitó a la Santa Sede su elevación al rango de Pontificia. Gracias a las gestiones del nuncio Fernando Cento, dicha distinción fue otorgada -en decreto fechado en Roma el 30 de setiembre de 1942- por la Sagrada Congregación de Seminarios y Universidades en nombre del Papa Pío XII”.
En 1970, la Universidad abandonó unilateralmente sus estatutos aprobados por la Santa Sede, organizándose como las universidades estatales, bajo el mando supremo de una Asamblea Universitaria, rompiendo el vínculo natural que tenía con Roma. La Congregación para la Educación Católica no ha dejado de instar a los arzobispos Landázuri, Vargas Alzamora y Cipriani para que las autoridades universitarias elaboren estatutos acordes con las leyes canónicas y civiles. Pero todos los intentos han sido vanos.
La Iglesia católica, como toda institución bien organizada, tiene un derecho que todos los fieles católicos debemos cumplir, so pena de ser sancionados, para que rectifiquemos. No debemos sorprendernos si ello sucede. La Iglesia lo hace para recuperar lo que estaba perdido.
“Pontificia” Universidad “Católica” del Perú, dura pero merecida sanción
Por Ricardo Sánchez-Serra.
La universidad rebelde PUCP, después de “mecer” por más de 30 años a El Vaticano, ha perdido por específico mandato del Papa Benedicto XVI sus títulos de “Pontificia” y “Católica” (el primero otorgado por el Papa Pío XII y el segundo por el Arzobispo de Lima Pedro Manuel García y Naranjo), por no modificar sus estatutos y adecuarlos a la Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae.
Se enfrentó a los papas Paulo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI y a los arzobispos de Lima Juan Landázuri Ricketts, Augusto Vargas Alzamora y Juan Luis Cipriani Thorne. ¿Qué más paciencia vaticana había que esperar?
El desviacionismo doctrinal de la PUCP viene desde los años ’70 cuando el dictador izquierdista Juan Velasco Alvarado se hizo del poder y comenzó a demoler la sociedad “marxistizándola”: medios de comunicación fueron asaltados, a los hacendados se les robó sus tierras, muchas empresas fueron estatizadas, etc.
La sociedad se resquebrajó, no había ningún respeto a la propiedad ni a los valores. Los escolares fueron obligados a utilizar el uniforme único como en el maoísmo. Y en esta parafernalia enjaularon a las universidades, alguna de ellas fueron cuna de terroristas.
Incluso la Iglesia fue sacudida por la Teología de Liberación. El desviacionismo fue general, se “marxistizó” dicha teología con la lucha de clases y fue germen de la violencia. Tuvo que llegar Karol Wojtyla al papado para anunciar la “Teología de la Reconciliación” y comenzar a poner en orden las cosas.
La PUCP, nacida en 1917 por la Congregación de los Sagrados Corazones, el documento fundacional señala que la Iglesia Católica es la fundadora. Por esos años sólo la jerarquía eclesiástica podía fundar escuelas y universidades católicas. Por tanto era un centro de estudios de la Iglesia Católica y en la década del ’70 comenzó no sólo el desviacionismo ideológico, sino también alejarse de El Vaticano.
La PUCP aprobó estatutos sin la anuencia de El Vaticano (“consideramos que dichas modificaciones son ilegítimas y que a través de ellas se está ocasionando un expolio a la Iglesia”, señala la Santa Sede), los comunistas se habían enquistado en la universidad en un proceso que dura hasta hoy. Entró en desacato y desobediencia a El Vaticano y en un fatídico julio del 2012 perdieron los títulos de “Pontificia” y “Católica”, siendo rector Marcial Rubio Correa, cuyo nombre entrará a la historia de manera desprestigiante y aborrecible. En mi opinión habría un poder económico siniestro, además del ideológico, que tendría aprisionada a la universidad.
Cardenal Bertone jala las orejas a Conferencia Episcopal Peruana
Es destacar, asimismo, la llamada de atención al presidente de la Conferencia Episcopal Peruana, Monseñor Salvador Piñero y a su institución, carta que se distribuyó a todos los obispos del país: “Para el bien de la Universidad y por la responsabilidad de la Iglesia en el campo educativo, esa Conferencia Episcopal debe sostener la posición de la Santa Sede y al Arzobispo de Lima, desautorizando con vigor cualquier intervención contraria e invitando al episcopado del país a una acción colegial leal.
En caso de eventuales dudas, usted y los demás obispos tendrán la amabilidad del consultar al Sr. Nuncio en Lima”, además “El Santo Padre espera que, en lo sucesivo, la Conferencia Episcopal preste un decidido y claro apoyo a las decisiones tomadas por la Santa Sede con respecto a la situación de la PUCP y se eviten nuevas incomprensiones y divisiones”. La Iglesia es una e indivisible, esas vertientes ideológicas u odios personales, son dañinas y no son cristianas. Los obispos deben cerrar filas o irse.
¿Asamblea universitaria será seria u orquesta con ruidos desafinados y desatinados?
¿Y cuál será la reacción de la Asamblea Universitaria del lunes 23? Lo más sensato sería pedir una reconciliación a El Vaticano y cambiar los estatutos, pero eso sería pedir peras al olmo.
El Vaticano les da una salida: “La Santa Sede seguirá atentamente la evolución de la situación de esta Universidad, deseando que en un futuro próximo las Autoridades académicas competentes reconsideren su posición con el fin de poder revisar las presentes medidas. La renovación requerida por la Santa Sede hará que la Universidad responda con más eficacia al cometido de llevar el mensaje de Cristo al hombre, a la sociedad y a las culturas, según la misión de la Iglesia en el mundo”.
La camarilla enquistada en dicha universidad, que está infestada de soberbia y henchida de arrogancia, buscará el enfrentamiento, insultará y culpará al Cardenal Cipriani, dirá que El Vaticano estaba desinformado, defenderá “hasta las últimas consecuencias” su derecho a “Católica”, que ya un infantil defensor legal de la PUCP adelantó que es un “genérico y que está inscrito en Indecopi”, igual repite sin investigar la presidenta del FEPUC; así como, de otro lado, que el penúltimo testamento de Riva Agüero es el que vale. ¡Qué enseñanzas de Derecho hay en ese centro de estudios! Pobres alumnos…
Los errores son de la camarilla de la PUCP y de nadie más, perjudicando con su tozudez a los alumnos y exalumnos, quienes en adelante serán ex PUCP. Lucharán en todos los foros lo de PUCP, pero finalmente perderán. El Perú tiene que respetar el Concordato con El Vaticano, que si no lo hace ese Estado nos llevará al Tribunal de La Haya, en donde nuestro país será derrotado. El gobierno no debe inmiscuirse al tratar de defender a los presumidos caviares, porque el desprestigio internacional del Perú será grande.
Marcial Rubio, ¿héroe?
La ignominia de Marcial Rubio seguramente será premiada por la irreflexiva Asamblea Universitaria. El seguramente renunciará y será ratificado, saliendo como “héroe”. Salvo que sea bizarro, asuma su irresponsabilidad y renuncie irrevocablemente. Lo demás será pantomima.
El Secretario de Estado vaticano Tarcisio Bertone le dice una verdad: “debo constatar que en las Autoridades de la Universidad que Usted regenta no hay voluntad de corregir esa arbitrariedad, y que pretenden que la Iglesia renuncie a sus legítimos derechos al servicio de la educación católica”, señala en su misiva al rector de marras.
No se pueden robar una universidad a la Iglesia tan descaradamente.
Fuente: Diarios El Comercio, La República, Correo y La Razón.
Presidente de la CEP
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