Por Miguel Godos Curay
Esta historia no es ficción. Después de El Niño 97-98 la merluza desapareció prácticamente del norte del Perú. La población peruana de demersales se trasladó a aguas fronterizas del Ecuador. Frente a esta situación los empresarios merluceros tuvieron que adoptar una serie de drásticas medidas científicas, administrativas y sociales. Los esfuerzos de recuperación de la merluza provocaron la desaparición de la mitad de empresas y la flota. Se adoptó el sistema de cuotas de pesca y la vigilancia científica del Instituto del Mar del Perú (IMARPE) en los embarques para un mejor control y colecta de información sobre el recurso.
Los armadores eliminaron los trenes de arrastre para cuidar los fondos marinos, se prohibió la pesca en zonas rocosas o de fondos vulnerables, y se asumieron dos vedas reproductivas muy estrictas y extensas al año. Estas medidas son parte del Régimen Provisional de recuperación de la merluza. Sin estos compromisos asumidos por los armadores, científicos de IMARPE y Ministerio de la Producción (PRODUCE) no se hubiese logrado la mejora de tamaños de merluza de los 16 centímetros en promedio al comienzo del Régimen a los casi 28 centímetros en promedio para mediados del año 2011.
Esta experiencia histórica demuestra que una política pesquera con criterios en la captura y pesca marca la diferencia, indistintamente del arte de pesca utilizado. Con mucho esfuerzo -se puede afirmar- que la única pesquería de arrastre sustentable en el mundo recuperó sus stocks históricos con evidencias científicas y una permanente mejora en el tamaño de la especie.
La situación caminaba con normalidad hasta que las nuevas autoridades de IMARPE desintegraron la comisión de la merluza. Acto seguido se produjo una larga veda de primavera. De mes y medio de suspensión de la captura se mantuvo más de cuatro meses de modo inexplicable. Paralelamente, se realizó una “limpieza política” de funcionarios en el ITP (Instituto Tecnológico Pesquero), Ministerio de Pesquería y el IMARPE. Científicos de prestigio fueron echados a la calle con el señalamiento de corruptos y vendidos a la industria pesquera nacional.
Los nuevos cuadros han sido copados por jóvenes científicos sin experiencia vinculados a ongs ambientalistas ligadas a los nuevos directivos de IMARPE. La consecuencia impredecible fue una Resolución ministerial que redujo la cuota de 40 mil toneladas proyectadas al año 2012 a tan solo 8 mil 600 toneladas. A ello se suman estrictas penalidades. Por cada tonelada de pesca bajo de talla, las multas bordean desde los 20 mil a 200 mil dólares en un solo día de pesca, según el tipo de embarcación.
Los esfuerzos de recuperación del recurso merluza se han tirado por la borda. El colmo resulta un Informe Científico que sostiene que todo el stock de merluza en toda la costa del Perú es de 50 mil toneladas. La situación es de colapso y no se descarta una veda total por un mínimo de dos años. La “invención” de la crisis de IMARPE movilizó a empresarios, gremios de pescadores para enfrentar a los responsables de la política pesquera peruana.
La consecuencia inmediata fue un afán de división de los gremios. A los pocos días se emprendieron vistas inopinadas a las plantas de los empresarios del sector. A uno de los asociados se le cursaron 22 boletas de presuntas infracciones por no permitir esta arbitrariedad. Que conste que el agraviado fue considerado un ejemplo y modelo nacional en planta de exportación.
El caso desnuda la actuación de los “expertos científicos y políticos” que hoy hacen y deshacen en IMARPE y PRODUCE. Tras una batalla ventilada en la prensa y acalorados enfrentamientos se reanudó la Comisión de la merluza. IMARPE autorizó prospectar 160 millas de costa de 300 millas en las cuales habita la merluza. Para esta pesca exploratoria se contó con un equipo profesional y científico en las tripulaciones. De manera espontánea se recibió el respaldo científico de biólogos e ingenieros pesqueros conscientes de la arbitrariedad.
Los resultados desde el primer día fueron los esperados. Se encontraron tamaños excepcionales y con lances de pesca de hasta 50 toneladas por hora de arrastre. La pesca exploratoria según los propios biólogos e ingenieros pesqueros designados por el IMARPE era una demostración contundente de la buena salud del recurso. ¡No lo podían creer! El equipo científico de casa, utilizando como procedimiento de cuantificación el mismo de IMARPE, arrojó que la biomasa a 60 millas de latitud era superior a las 20 mil toneladas y que la eficiencia de los barcos era un 25% mayor que en los últimos tres años comparando la data oficial histórica. La opinión de los expertos fue difundida a nivel nacional e internacional anticipándose a las imprevisibles decisiones de IMARPE.
El sector paralizado durante seis meses y al borde de la quiebra enfrentó con la realidad en la mano una crisis “inventada” por las ongs y el manoseo político. ¿Conocerá el presidente Ollanta Humala el festín que se urde a espaldas de los intereses nacionales? Mientras se preparaba la reunión de la comisión para exponer resultados ante el IMARPE el 7 de marzo pasado. Se informó (por cuarta vez en menos de un año) la designación como Viceministra de Pesquería a la doctora Patricia Majluf quien tiene como asesores a expertos ambientalistas de algunas ongs.
La alta dirección de IMARPE en el tema merluza, lo encabeza Claudia Wosnitza-Mendo, quien designó a Gladys Cárdenas para sustentar el informe en donde se omitió la eficiencia pesquera alcanzada. No se mencionó tampoco la amplitud de tamaños y la biomasa en el área prospectada. Esta actitud desnuda un afán perverso y malicioso. Pescadores y empresarios exigen con legitimidad la estimación científica de la biomasa. La Viceministra doctora Patricia Majluf, en serios aprietos, dispuso que el IMARPE para la reunión del 20 de marzo entregue la estimación de la biomasa. Así mismo autorice la salida a pescar en dos días con una nueva resolución sin las leoninas multas. Sin embargo, se ha informado de buena fuente que la Resolución que firmará finalmente la doctora Majluf mantiene inalterables las sanciones y la consideración de que la merluza peruana no se ha recuperado. ¿No parece el caso un cuento donde la caprichosa bruja vierte toda su maldad y veneno en el océano convirtiendo los peces de cada día en distantes y ajenos para las 5 mil familias que dependen de los pescadores dedicados a la actividad? ¿Sabrá Ollanta Humala que por la culpa de la prima carnal de Abugattás el sector pesquero hace agua? ¡San Pedro nos tenga confesados y exorcizados!