Los na’vis carecen de Estado, edificios, templos, fortalezas o caminos. Sus principales armas son el arco y la flecha. Viven al inicio de la evolución: el ‘comunismo primitivo’.
Sin embargo, tienen un grado de igualitarismo desconocido en nuestra especie. Desde los neandertales hasta hoy existe cierta división del trabajo entre sexos -los hombres se dedican más a la caza, y las mujeres más a la recolección y a la cría de sus hijos-; mientras en los na’vis las damas pueden cazar aislada e individualmente, o montar caballos o seres alados, igual que los varones.
Las hembras se distinguen de los machos tanto por su menor estatura, como porque cubren su parte íntima inferior y sus dos pequeños senos -que no se sabe si son usados para amamantar o no, pues no se muestran bebés en toda la película.
No se sabe como los na’vi procrean, aunque en el romance que sirve de telón de fondo se observa que los na’vis se besan apasionadamente en la boca (algo que solo los humanos han desarrollado dentro de las millones de especies conocidas) y que puede darse un ‘matrimonio’ entre la princesa na’vi y un marine humano con ‘disfraz’ de na’vi.
La equidad es tan grande dentro de los na’vis que no se ve a ninguno de ellos que sea obeso, lisiado o con un tamaño o color de piel diferentes. Todos ellos tienen facciones hermosas y sensuales. La película nos presenta una sociedad idealizada donde nadie sufre enfermedad, discriminación, falta de techo o comida. Todos viven en armonía con la naturaleza, la misma que es su diosa. Tampoco se muestran infantes o ancianos.
Un rasgo que hace que los na’vis difieran de todos los pueblos selváticos que se han interrelacionado con la modernidad es que ellos, si bien muestran la capacidad de poder aprender y hablar el inglés, no adoptan una sola costumbre, creencia, gorro, vestimenta, juguete, arma, instrumento, cuchillo, red o rueda de los ‘civilizados’; los mismos que se han dedicado años en irlos educando en su lengua. Ni un solo na’vi es ‘evangelizado’ o ganado como colaborador o amigo de los colonizadores.
En contraposición a toda la historia humana, son los na’vis quienes acaban reeducando a varios colonizadores humanos altamente tecnificados, a quienes acaban de ganar a su lado para que peleen contra los soldados de su propia raza.
AVATAR acaba con un episodio que contrasta con toda la experiencia pasada en la que se han encontrado pueblos con diferencias tecnológicas.
El coronel Quaritch de la corporación RDA decide atacar a los na’vis agarrando desprevenidos a los avatares que les estaban ‘infiltrando’. En pocos minutos sus misiles derrumban el mega-árbol hogar del clan na’vi que protagoniza la película y así despejan el área para hacer excavaciones de unobtainium.
Sin embargo, en pocos días los nativos acaban revirtiendo la derrota y expulsando de su mundo a los conquistadores.
Dos mil guerreros na’vis armados con arcos y flechas y montados sobre sus animales terrestres o voladores logran lo que millones de incas o aztecas no consiguieron y encima con un enemigo millones de veces más poderoso que el que fueron los jinetes españoles de Pizarro o Cortés.
Esto no se debe a las particulares virtudes de su pueblo sino debido a que Pandora, a diferencia de la ‘madre tierra’, sí tiene una inteligencia propia y es capaz de lanzar a todas sus criaturas hasta derrotar a los sucesores del Pentágono. Esta es presentada como una ‘diosa real’ que funciona como una ‘bio-internet’ que guarda las memorias de todos los seres que habitan en dicha luna y que es capaz de comandar a todos los animales para que embistan contra las naves humanas.
Película hueca y retroactiva: del monoteísmo al panteísmo
El ‘anti-imperialismo pro-ecológico’ de Cameron se conjuga con una utopía mítica en la cual la ‘diosa naturaleza’, que la película denomina Eywa, es la que termina imponiéndose. Es decir, quien aplasta a la inmensa maquinaria armada es una manifestación del culto religioso más antiguo de todos los tiempos.
Al final uno de los principales filmes futuristas revitaliza las creencias animistas tipo New Age. La supuesta ‘progresividad’ de una película que cuestiona a las invasiones tecnificadas post-Iraq acaba ensalzando a culturas que desprecian la modernidad.
Fuente: Isaac Bigio – Análisis Global.
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