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Santuario de la Mentorella

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Una experiencia espiritual

PEREGRINACIÓN AL SANTUARIO MARIANO DE LA MENTORELLA
DISCURSO DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II
Domingo 29 de octubre de 1978
Desde la inauguración del Concilio Vaticano II he tenido posibilidad de residir en Roma varias veces, sea por los trabajos conciliares, sea por otras tareas qua me encomendaba el Papa Pablo VI.
En estas ocasiones de mi estancia en Roma he visitado con frecuencia el santuario de la Virgen de la Mentorella. Este lugar escondido entre los montes me atraía de modo especial. Desde él se puede abarcar y admirar la vista magnífica del paisaje italiano. Incluso unos días antes del último Cónclave estuve aquí. Y si hoy he deseado volver otra vez es por varias razones que ahora explicaré.
Antes quiero pedir disculpas a mis colaboradores, a las autoridades locales y a quienes se han ocupado de organizar y realizar este vuelo, porque mi venida les ha ocasionado una molestia más. Al mismo tiempo saludo cordialmente a los habitantes del vecino pueblo de Guadagnolo y a cuantos han acudido aquí de otras localidades cercanas. Saludo a los custodios de este santuario, los padres polacos de la Resurrección. y también al clero del contorno, con su obispo monseñor Guglielmo Giaquinta.
En el Evangelio de San Lucas leemos que María, después de la anunciación, fue a la montaña para visitar a su parienta Isabel. Al llegar a Ain-Karim puso toda su alma en las palabras del cántico que la Iglesia recuerda cada día en Vísperas: «Magnificat anima mea Dominum, Mi alma glorifica al Señor». He deseado venir aquí, a estas montañas, a cantar el Magnificat siguiendo las huellas de María
Este es un lugar donde el hombre se abre a Dios de forma especial. Un lugar donde -lejos de todo y al mismo tiempo cerca de la naturaleza- se habla confidencialmente con Dios mismo. Se siente en lo más hondo algo que es la llamada personal del hombre. Y el hombre debe dar gloria a Dios Creador y Redentor; en cierto modo debe convertirse en voz de toda la creación para decir en su nombre Magnificat. Debe anunciar las magnalia Dei, las grandes obras de Dios y, a la vez, expresarse a sí mismo en esta relación sublime con Dios, porque en el mundo visible sólo él puede hacerlo.
En las temporadas de mi estancia en Roma, este lugar me ha ayudado mucho a orar. Y por esto he querido venir también hoy. La oración, que es expresión en distintos modos de la relación del hombre con el Dios vivo, es también la primera tarea y como el primer anuncio del Papa, del mismo modo que es el primer requisito de su servicio a la Iglesia y al mundo.
En los pocos días transcurridos desde el 16 de octubre, he tenido la suerte de oír de labios de personas autorizadas, palabras que confirman el despertar espiritual del hombre moderno. Estas palabras -y ello es significativo- las han pronunciado sobre todo seglares que desempeñan altos cargos en la vida política de varias naciones y pueblos. Han hablado muchas veces de las necesidades del espíritu humano, que no son inferiores a las del cuerpo. Y al mismo tiempo han señalado en primer lugar a la Iglesia como capaz de satisfacer esas ansias.
Lo que ahora digo sea una primera respuesta, humilde, a todo lo que he oído: la Iglesia ora, la Iglesia quiere orar, desea estar al servicio del don más sencillo y, a la vez, más espléndido del espíritu humano, que se realiza en la oración. En efecto, la oración es la expresión principal de la verdad interior del hombre, la primera condición de la auténtica libertad del espíritu.
La Iglesia ora y quiere orar para escuchar la voz interior del Espíritu divino, a fin de que El mismo pueda hablar en nosotros y con nosotros, con los mismos gemidos inenarrables de toda la creación.
La Iglesia ora y quiere orar para responder a las necesidades que nacen de lo más profundo del hombre, que a veces está sumamente agobiado y acosado por las condiciones contingentes de la vida diaria, por todo lo que es temporal, la debilidad, el pecado, el abatimiento, y una vida que parece no tener sentido. La oración da sentido a toda la vida en cada momento y en cualquier circunstancia.
Por ello el Papa, en cuanto Vicario de Cristo en la tierra, desea antes que nada unirse a cuantos tienden a la unión con Cristo en la oración, en cualquier sitio en que estén o se encuentren: como el beduino en la estepa, las carmelitas o los cistercienses en la clausura profunda, o el enfermo en la cama de un hospital en medio de los sufrimientos de la agonía, o un hombre en actividad, en la plenitud de la vida, o las personas oprimidas y humilladas… en todos los sitios.
La Madre de Cristo fue a la montaña a decir su Magnificat. Que el Padre. el Hijo y el Espíritu Santo acojan la oración del Papa en este santuario y conceda los dones del Espíritu a todos los que oran.

El cardenal Wojtyla estuvo a punto de no poder entrar en el cónclave

Por JUAN ARIAS– Diario El País.
El cardenal Wojtyla, hoy Juan Pablo II, estuvo a punto de no poder entrar en el cónclave del cual salió elegido Papa. La noticia se supo por un motivo concreto: el viaje que el Papa realizará el domingo en helicóptero a un pequeño santuario a sesenta kilómetros de Roma, situado a mil metros de altura. Se trata de uno de los santuarios marianos más antiguos de Europa, muy venerado por los polacos porque la imagen de la Virgen es la misma que la del famoso santuario de Czestochowa. El papa Wojtyla cada vez que venía a Italia iba a visitarlo. La última vez fue precisamente el día que se abrió el cónclave. Cuando llegó a Palestrina le dijo al religioso que lo acompañaba que se quedara allí porque él quería subir a pie al santuario. Desde Palestrina son exactamente doce kilómetros de dura subida. Como se hacía tarde y el cardenal no llegaba, el religioso fue en coche a recogerlo. Lo encontró allí hablando con unos pastores, y le hizo una foto. Fue la última fotografía antes de ser Papa.
Cuando llegaron al Vaticano el maestro de ceremonias, monseñor Noe, estaba ya pronunciando el famoso extra omnes. Dos minutos más tarde y el cardenal futuro Papa se hubiese quedado en la calle.
El santuario es del siglo IX, pero la tradición afirma que existe desde los primeros siglos del cristianismo. En este santuario vivió un período San Benedicto, y los benedictinos lo habitaron hasta el siglo XV. Fue abandonado durante tres siglos hasta que Pío IX lo entregó a los padres resurreccionistas.
Hoy es la sede de la curia generalicia de esta congregación, y muchos de los religiosos son polacos.
«Este Papa, como dijo la radio italiana, trae locos a los periodistas». Al parecer se está confirmando la noticia que había corrido como rumor, según la cual el Papa estuvo de incógnito, vestido de negro, en el policlínico Gemelli, de Roma. A este hospital había ido al día siguiente de su elección para visitar al obispo polaco enfermo, monseñor Deskur. Pero era la primera salida del nuevo Papa y fue literalmente asediado por 3,000 enfermos y por cientos de periodistas, hasta el punto que comentó: «Por poco no me han tenido que hospitalizar a mí también». Con tanta algarabía el pobre obispo enfermo ni reconoció al Papa, el cual apenas supo que estaba mejor se fue, calladito, a visitarlo otra vez.
En el Vaticano empiezan a sentirse asustados, dijo a EL PAÍS un monseñor, porque «un Papa que se escapa y que firma autógrafos por la calle, como hizo cuando fue a Castelgandolfo, no estaba previsto ni en la imaginación».
Por otra parte, el cardenal Pericle Felici, que fue recibido por Juan Pablo II, ha sido confirmado en sus dos cargos curiales, del prefecto del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica y de presidente de la Pontificia Comisión para la Revisión del Código de Derecho Canónico.
La confirmación no ha sido hecha pública de una manera explícita por la Santa Sede, pero la oficina de prensa del Vaticano, al anunciar la audiencia que el Papa había concedido a monseñor Felici, presentó a éste como actual titular de ambos cargos, por lo que los observadores vaticanistas han interpretado como segura la continuidad del purpurado al frente de las dos jefaturas.

El obispo polaco de los esquimales: una diócesis colosal, gélida, y sólo unos 11,000 católicos

Por Pablo J. Ginés – Religionenlibertad.com
El misionero polaco Anthony Wieslaw Krótki, de 58 años, es desde 2013 el obispo de Churchill-Bahía de Hudson, una diócesis ártica, con una superficie 4 veces más grande que toda España, pero en la que apenas viven unas 38,000 personas, de las que unas 11,000 son católicas, organizadas en una treintena de comunidades muy dispersas.
En esta diócesis está la pequeña y gélida ciudad de Iqaluit, con menos de 8,000 habitantes, que es la capital de Nunavut, al enorme y fría región autónoma canadiense de Nunavut, con unos 30,000 habitantes en total.
Aquí llegó el Papa en la tercera fase de su viaje a Canadá, visitó una escuela y saludó a los feligreses de la parroquia de la Asunción, que son minoría en la ciudad (la mayoría es anglicana). Iqaluit fue elegida para este viaje por poder alojar viajeros en sus instalaciones hoteleras y estar razonablemente comunicada con otras poblaciones inuit, ha comentado el obispo.

La parroquia católica de la Asunción en Iqaluit, capital de Nunavut (foto de David Venn en Nunatsiaq News).
Krótki ha explicado a VaticanNews en inglés algunas particularidades de su diócesis y sus feligreses. Señala que ya en 1996 su diócesis ártica fue la primera en emitir unas disculpas públicas y oficiales a los ex-alumnos de la única escuela residencial católica de la zona, que además solo funcionó 15 años.
Apunta que la escuela daba buena educación: muchos ex-alumnos se convirtieron en líderes en su sociedad, en el gobierno regional y en las negociaciones legales por la reclamación de tierras.
En esta diócesis enorme y casi sin sacerdotes, muchos laicos de etnia inuit (esquimales) son los que atienden las parroquias y comunidades. Muchas veces, los sacerdotes sólo pueden llegar a las parroquias en avión.
Como desde 2016 depende de la Congregación de los Obispos, y no ya de Evangelización de los Pueblos, oficialmente la diócesis no se consideraría territorio de misión… pero a todos los efectos se parece mucho a una misión remota y frágil.
En la parroquia de Iqaluit, dedicada a la Asunción de la Virgen, hay feligreses indígenas y una gran población multicultural no indígena.Líderes laicos y religiosos con experiencia
En la población de Nunavut, el 80% son inuit, y se declaran cristianos, principalmente siguiendo las tradiciones anglicana y católica romana. Nuestra diócesis fue una de las primeras en formar líderes laicos para asumir este tipo de función ya en 1968, pero hoy es un desafío atraer a la próxima generación de líderes que sufren el choque cultural asociado con la rápida modernización y el estigma social asociado por no vivir siempre una vida perfecta“, señala.
Los religiosos que han trabajado aquí han sido sobre todo los Oblatos de María Inmaculada (con mucha tradición misionera en zonas gélidas de todo el mundo) y las Monjas Grises de Montreal (las Hermanas de la Caridad, fundadas en Montreal en siglo XVIII por la viuda y religiosa Santa María Margarita de Youville, primera persona nacida en Canadá en ser canonizada).Tenemos la colección más grande de materiales bíblicos y litúrgicos impresos en un idioma indígena en Canadá, con un énfasis especial en los últimos años en el desarrollo de ayudas para líderes laicos. En muchos sentidos, los inuit siempre han sido parte integral de la difusión de las Buenas Nuevas en su tierra. Guiaron a los misioneros a visitar campamentos de avanzada, les enseñaron el idioma y les mostraron cómo recoger animales de la tierra y el mar. En algunas áreas, ellos mismos fueron los que llevaron el mensaje del cristianismo a otros campos“, explica el obispo.
Pero la ciudad de Iqaluit, como capital de Nunavut, tiene dificultades particulares. Muchos empleos técnicos necesitan una alta capacitación y se la quedan habitantes que no son inuit. Solo la mitad de los trabajadores son de la etnia local.
Hasta que el nivel de educación sea mayor, muchos de los trabajos profesionales no serán ocupados por personas locales, y esto crea una tensión porque el grupo de fuera de su territorio accede a las escasas viviendas“, apunta el obispo.

Ayudando a Jesucristo

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Evangelio según San Lucas 12,32-48.
No temas, pequeño Rebaño, porque el Padre de ustedes ha querido darles el Reino.
Vendan sus bienes y denlos como limosna. Háganse bolsas que no se desgasten y acumulen un tesoro inagotable en el cielo, donde no se acerca el ladrón ni destruye la polilla.
Porque allí donde tengan su tesoro, tendrán también su corazón.
Estén preparados, ceñidos y con las lámparas encendidas.
Sean como los hombres que esperan el regreso de su señor, que fue a una boda, para abrirle apenas llegue y llame a la puerta.
¡Felices los servidores a quienes el señor encuentra velando a su llegada! Les aseguro que él mismo recogerá su túnica, los hará sentar a la mesa y se pondrá a servirlo.
¡Felices ellos, si el señor llega a medianoche o antes del alba y los encuentra así!
Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada”.
Pedro preguntó entonces: “Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?“.
El Señor le dijo: “¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno?
¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo!
Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes.
Pero si este servidor piensa: ‘Mi señor tardará en llegar’, y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse,
su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles.
El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo.
Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más“.

Padre James Gibson CR se dirige a la Asamblea Provincial de EE.UU.

Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:

Hace muchos años en Canadá, cuidé una Parroquia (Santa Teresa de Ávila en Elmira, Ontario) durante tres meses donde una llave abrió todas las puertas de la Iglesia, el Salón, las Oficinas y la Rectoría. Cuando fui a Santa Teresa en las Bermudas, me dieron treinta y dos llaves. Nunca estuve seguro de qué puertas o armarios se abrieron algunos de ellos. Los tenía en cuatro anillos: las llaves que uso regularmente, para abrir las puertas de la Rectoría, la Iglesia y el Hall. Tenía otro anillo a las puertas que uso de vez en cuando, otro con las llaves de las Oficinas Diocesanas, una llave de la casa del Obispo, y finalmente otra para el coche y el garaje.
Esta montaña de llaves me hizo pensar en el evangelio de este fin de semana (Lucas 12:32-48) porque veo que la administración es el centro de su mensaje. Lo que me hizo pensar de la situación de mis llaves es que uno de los modelos de un mayordomo es la persona encargada de las llaves, encargada del cuidado de la propiedad o de la mercancía, pero la persona no es el propietario. Los bienes o los bienes no son suyos, pero sólo son el custodio durante un tiempo. Pueden estar a cargo día a día, pero solo son “cuidadores” y no el amo y propietario.
Jesús introduce la parábola del administrador imprudente y egoísta que no tomó en serio su responsabilidad hacia el amo, ni hacia las personas y las cosas que él le ha confiado. Jesús indica esta falta de responsabilidad: golpeando a sus compañeros sirvientes, perdiendo el tiempo, dejando demasiada comida y bebida. Jesús dice que el mayordomo “conocía la voluntad del maestro“, sabía lo que se suponía que tenía que hacer, pero no actuó de acuerdo con la voluntad del maestro. Dice que su castigo será mayor porque sabía lo que tenía que hacer; sabía que se le dio una gran responsabilidad; y sabía que era capaz de cumplir su misión, ¡pero eligió no hacerlo! Le habían dado tanto, pero a cambio, dio tan poco.
Al final del evangelio Jesús dice: “Mucho se requerirá de las personas a las que se ha confiado mucho, y aún más se exigirá de la persona a la que más se le ha confiado“. ¡Puede que no queramos escuchar esas palabras, porque él está hablando con cada uno de nosotros!
Somos administradores de los muchos dones y bendiciones de Dios. En nuestra condición humana tendemos a contemplar las cosas que son “nuestras” exclusivamente para nuestro propio placer y disfrute. Después de todo, todos tenemos derecho al fruto de nuestro trabajo. No hay pecado en poseer cosas. Lo que inclina la balanza, para nosotros como seguidores de Jesús, es cuando las cosas de nuestra vida toman un papel tan importante en nuestras vidas que lo espiritual es abandonado, olvidado, y los “tesoros” del reino de Dios -el amor, el perdón, la paz, la compasión, paciencia y justicia- son eclipsados por los “tesoros” en bóvedas, sobre chimeneas y detrás de un cristal. Siguiendo con este pensamiento, recientemente el Papa Francisco dijo: “Las riquezas en tu bolsillo no valen mucho cuando eres pobre de corazón“.
El evangelio nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre lo que significa la administración para nosotros. He tenido la suerte de encontrar en tantas Parroquias personas que tienen una idea bien formada de la administración, el uso del tiempo, los talentos y el tesoro, en gratitud por todo lo que hemos sido bendecidos. Lo vemos en las actividades y programas Parroquiales: nuestros ministros litúrgicos, nuestros catequistas, los liderazgo, y otros que son generosos con su tiempo y talentos. Lo vemos en público, con gente haciendo trabajo voluntario en una multitud de servicios, y en particular aquellos que llegan a los pobres y desfavorecidos. Lo vemos en las contribuciones financieras de tantos feligreses a nuestras propias necesidades Parroquiales, de la Diócesis y de la Iglesia Universal. Todos estos se basan en las decisiones que tomamos: ser buenos administradores de lo que se nos ha confiado.
Deberíamos darnos una palmada en la espalda, pero al mismo tiempo tenemos que seguir desafiándonos a nosotros mismos para interiorizar cada vez más el llamado a la fiel administración de lo que Dios nos ha dado. Jesús les dice a los discípulos: “No tengan miedo“, y así tampoco debemos temer ni dudar de lo que el Señor puede y hará en y a través de nosotros cuando nos abrimos a su llamada a la mayordomía. Deberíamos seguir buscando maneras de hacer más en nuestra parroquia, en nuestra iglesia y en la comunidad en general. Naturalmente, este dar debe ser con alegría, no visto como una obligación o un deber, sino como una respuesta en gratitud por las gracias y bendiciones de Dios. Santa Teresa de Ávila dijo: “¡De los santos fruncidos, buen Señor líbranos!” Nuestra generosa administración debería estar llena de donaciones alegres.
Al igual que todos tenemos nuestras “llaves” de nuestro propio mundo y dominio, también todos tenemos nuestra propia responsabilidad como mayordomos. De hecho, cada uno hemos sido bendecidos y dotados tanto, y se nos ha confiado mucho. El Señor espera grandes cosas de nosotros, siendo sus fieles y llenos de fe. Mostremos “donde está nuestro corazón“.

Padre Didonè, misionero camiliano: ‘Los taiwaneses no quieren acabar como Hong Kong

Por Alessandra De Poli- PIME Asia News.
El padre Giuseppe Didonè vive en Taiwán desde hace 58 años y ha visto la evolución de la sociedad taiwanesa, decidida a no dejarse robar el futuro. La población, acostumbrada a vivir bajo amenaza, continúa su vida con tranquilidad. El mes pasado se conmemoraron los 70 años de presencia camiliana en la isla: “El gobierno aprecia mucho el trabajo de la Iglesia”, dice el sacerdote a AsiaNews.
La visita de Pelosi trajo tensión, pero ahora la vida de la gente continúa con tranquilidad”. Por lo tanto, se acabó la crisis, considera el padre Giuseppe Didonè, misionero de la orden camiliana originario la provincia italiana de Padua que vive en Taiwán desde hace 58 años.
Los taiwaneses no están tan preocupados como en Europa”, dice a AsiaNews. “Saben que China es una amenaza, pero si realmente intentara invadir la isla, también saben que están protegidos por Estados Unidos y Japón“.
Tokio afirma que cuatro de los cinco misiles balísticos disparados el otro día por las Fuerzas Armadas chinas y que cayeron dentro de la Zona Económica Exclusiva japonesa volaron primero sobre Taipei, algo que nunca antes había sucedido. Con estas intensas operaciones militares, que continuarán durante otros dos días, China está demostrando que es capaz de ocupar el espacio aéreo y marítimo sobre el que tiene pretensiones desde hace mucho tiempo. Sin embargo los analistas señalan que, en caso de una invasión, lo primero que ocurriría sería la interrrupción de las cadenas de suministro globales, generando una crisis peor que las que ya hemos presenciado con la pandemia y la guerra en Ucrania. Basta pensar que más de la mitad del comercio marítimo mundial pasó este año por del Estrecho de Taiwán.
¿Entonces sólo fue una crisis en Twitter, como afirmaron algunos? No hay que olvidar que en Hong Kong, gran ausente en el debate y los análisis de los últimos días, las cosas no salieron bien: “Beijing había propuesto a Taiwán obtener el mismo estatus que Hong Kong según la regla ‘Un país, dos sistemas’ -comenta el sacerdote-, pero los taiwaneses se negaron de inmediato. No confían en China y de ninguna manera quieren terminar como Hong Kong”.
La represión china en Hong Kong fue señalada como uno de los factores que favorecieron en 2020 la elección como presidenta de la candidata del Partido Democrático Progresista, Tsai Ing-wen. Paradójicamente el Kuomintang, el partido heredero de los nacionalistas chinos que se refugiaron en la isla en 1949, se mostró más tibio con el Dragón y después eso resultó ser fatal en las elecciones presidenciales.
La sociedad taiwanesa no quiere que le roben el futuro. “Cuando llegué aquí en 1965 la población era muy pobre”, sigue diciendo el misionero. “Hace sesenta años ayudábamos principalmente a los aborígenes”, los pueblos autóctonos que estaban en la isla de Formosa desde antes de la llegada de los chinos en el siglo XVII. “Eran el segmento más indigente, pero ahora ellos también pueden venir a la ciudad, encontrar un buen trabajo y llevar una vida digna”.
La situación de la isla de Taiwán está en suspenso. Por un lado es una provincia china que Beijing considera “rebelde“, por otro un Estado-nación con su propia moneda y su propio pasaporte. Precisamente la amenaza del Dragón es lo que ha hecho aflorar cada vez con más fuerza lo que en los últimos años se están convirtiendo en los rasgos de la identidad propia de la sociedad taiwanesa.
Una de las diferencias con China es la relación que tiene Tapei con las minorías religiosas: “La Iglesia aquí es muy respetada, nos aprecian mucho por todo el trabajo que hacemos, especialmente en el campo social”.
Al principio el Padre Didonè estuvo a cargo de la administración del hospital St. Mary’s, en Lutong, como ecónomo y subdirector. Los Clérigos regulares Ministros de los Enfermos, nombre oficial de los camilianos, también se comprometieron a fundar jardines de infancia en las parroquias, tarea que después asumió el gobierno. La principal actividad que desarrolla ahora el Padre Giuseppe Didonè es la dirección de residencias para ancianos y de asistencia a personas con discapacidades físicas y psíquicas. Todavía están vigentes muchos estigmas y los niños que tienen alguna discapacidad suelen ser abandonados al nacer. “Estaban completamente descartados, nadie los quería. En los centros camilianos reciben atención y asistencia de calidad. Algunos salen por la mañana y vuelven por la tarde, otros se quedan todo el día en la residencia”, prosigue el religioso. “Por eso la gente siente un gran respeto por la Iglesia“. Los camilianos llegaron a Taiwán en 1952 y el 14 de julio se conmemoró el 70 aniversario. “La presidenta Tsai Ing-wen vino a felicitarnos para demostrar que el gobierno aprecia realmente lo que hacemos”.

Será beato Petro Oros, sacerdote ucraniano martirizado bajo el régimen soviético

El Papa reconoce el asesinato por odio a la fe del religioso de la Eparquía greco-católica de Mukáchevo, Ucrania, asesinado en 1953 en la Unión Soviética. También reconoce las virtudes heroicas de cinco nuevos Venerables, entre ellos el Siervo de Dios Jesús Antonio Gómez Gómez, sacerdote diocesano colombiano, y el español Juan Sánchez Hernández de la Congregación de Sacerdotes Operarios Diocesanos del Corazón de Jesús.
La Oficina de Prensa de la Santa Sede informa que durante la Audiencia concedida a S.E. el Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, el Sumo Pontífice autorizó al mismo Dicasterio a promulgar el Decreto relativo al martirio del Siervo de Dios Pedro Pablo Oros, sacerdote de la Eparquía de Mukáchevo en Ucrania.
Nacido el 14 de julio de 1917 en el pueblo de Biri (Hungría) en el seno de una familia profundamente cristiana en la que su padre era sacerdote greco-católico, en 1937, sintiéndose llamado a continuar la tradición familiar como sacerdote, Pedro Pablo Oros ingresó en el seminario de Uzghorod, siendo ordenado sacerdote celibatario de la eparquía greco-católica de Mukáchevo el 18 de junio de 1942. Se distinguió por su celo pastoral y su gran amor por los pobres. En 1943, debido a la guerra, hizo un curso para capellanes militares en Barca, cerca de Košice, tras lo cual volvió a su parroquia.
En 1944, este territorio de Transcarpacia fue ocupado por las tropas soviéticas del Ejército Rojo y se unió a la República Socialista Soviética de Ucrania y luego a la URSS. Con esta anexión forzada, comenzó la persecución de la Iglesia greco-católica. En 1946, Pedro Pablo fue trasladado a Bilky, en el distrito de Irshava, como párroco. A partir de 1948, se intensificaron las presiones para que se pasara a la Iglesia Ortodoxa Rusa, pero se opuso. En 1949, se prohibieron las actividades pastorales y se cerraron todas las iglesias greco-católicas. La misma eparquía greco-católica de Mukáchevo fue suprimida. Con la anexión forzada a la URSS, comenzó la persecución de la Iglesia greco-católica. En 1953, se dio la orden de arrestarlo. Trató de escapar. El 28 de agosto, fiesta de la Dormición de la Santísima Virgen María, fue detenido por un policía en la estación de ferrocarril del pueblo de Sil’ze (Unión Soviética), que lo mató. Pedro Pablo Oros era un hombre piadoso y fiel a sus compromisos sacerdotales. Su asesinato fue considerado inmediatamente como un martirio. Aunque su cuerpo permaneció oculto hasta la desintegración de la Unión Soviética, su recuerdo no se desvaneció en el corazón de los fieles, una fama que perdura hasta el día de hoy.
Fuente: Vatican News.

Vicariato Apostólico de Requena

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SER BUENOS CRISTIANOS

Monseñor Juan Bautista Tomás Oliver Climent, Obispo Emérito y Administrador del Vicariato Apostólico de Requena, espera la toma de posesión de Monseñor Alejandro Adolfo Wiesse León.
Recordó que no debemos olvidar ser buenos cristianos y respetar la iglesia, adaptando el evangelio en los tiempos globalizados que vivimos y acompañando a los nuevos pastores para que cumplan su misión.
Se han olvidado de ciertas formas de acercarse a Dios. Debemos vivir el cristianismo en este mundo que nos presenta una nueva cultura, sin desechar todo lo aprendido. Hay que estimar más y discernir lo que viene de fuera”.
Fuente: Diario Pro y contra de Iquitos.Este Vicariato fue creado por el Papa Pio XII por la Bula “Cum petierit” el 2 de marzo de 1956, dividiendo el antiguo Vicariato del Ucayali, dando origen a los Vicariatos de Pucallpa, San Ramón y Requena; estos últimos fueron confiados a la provincia Franciscana de San Francisco Solano que atendía estas misiones desde principios de siglo. El Vicariato Apostólico de Requena está conformado por dos provincias de Requena y Ucayali (Loreto).
A lo largo de los años el Vicariato ha apostado por la educación de calidad en medio de grandes dificultades geográficas y necesidades de la población, entre sus servicios pastorales de han creado instituciones como el tecnológico superior y CEBE Manos Unidas, entre otros que son impulsados por misioneros y misioneras que siguen navegando con el evangelio y compartiendo el buen vivir de los pueblos amazónicos.
Dirección: Calle de los Mártires 281, Requena- Loreto.
Fuente: www.queridaamazonia.pe
El Vicariato de Requena tiene una extensión de unos 82,000 kilometros cuadrados. Comprende dos de las 7 Provincias que tiene el Departamento de Loreto; las provincia de Requena, capital Requena, y del Ucayali, capital Contamana, con todos sus Distritos y pueblos. Los siguientes datos tomados del Instituto Nacional de Estadística sirven para hacernos una idea del lugar geográfico.
La provincia de Requena, creada por ley 9815 del 02 de Julio de 1943, tiene una extensión de 52,553.20 Km2 y una población aproximada de unos 72,000 habitantes, 11 distritos, 194 centros poblados. Forma parte de 7 cuencas de ríos: Ucayali, Tapiche, Puinahua, Blanco, Yavari, Guanache y Maquía siendo aproximadamente el 85% del territorio inundable.

DISTRITO CAPITAL EXTENSIÓN KM2 HABITANTES
REQUENA Requena
3,899.98
25,850
ALTO TAPICHE Santa Elena
11,759.01
2,279
CAPELO Flor de Punga
824.45
4,853
EMILIO SAN MARTIN Tamanco
4.665,96
7,776
MAQUIA San Roque
4,157.51
9,183
PUINAHUA Bretaña
6,423.31
5,929
SAPUENA Bagazán
3,848.27
5,830
SOPLIN Curinga
3,901.64
645
TAPICHE Iberia
3,230.35
1,030
YAQUERANA Colonia Angamos
8,334.86
3,850
JENARO HERRERA Jenaro Herrera
1,507.96
6,052

La provincia de Ucayali, creada el 13 de octubre de 1900, tiene una extensión de 30,248.10 kilómetros cuadrados y una población de aproximadamente unos 65,000 habitantes, 6 distritos y más de 180 centros poblados. Ríos importantes, sobre todo citados por los misioneros, son entre otros: el Pisqui, Cushabatay o Manoa, Santa Catalina, Sarayacu y por supuesto el Ucayali.

DISTRITO CAPITAL Extensión Habitantes
CONTAMANA Contamana
9,175.63
21,625
PADRE MARQUEZ Tiruntán
5,236.28
9,111
SARAYACU Dos de Mayo
6,272.14
15,803
VARGAS GUERRA Orellana
1,510.92
10,094
PAMPA HERMOSA Pampa Hermosa
7,524.32
4,648
INAHUAYA Inahuaya
528.81
2,270

Ambas provincias están atravesadas por el río Ucayali, que sigue la dirección sur-norte en una extensión de aproximadamente unos 800 Kilómetros, desde que el Pisqui desemboca en el Ucayali, hasta que éste último se junta con el Marañón para formar el Amazonas. A su paso por Contamana, se sitúa a una altura de 140 m sobre el nivel del mar y, al llegar a Requena, a 130 m sobre el nivel del mar y la distancia entre ambas ciudades es de unos 680 Kilómetros.
La población
Sabemos lo difícil que es hablar de número de habitantes en esta zona donde los caseríos aparecen y desaparecen y la población no es fija, salvo en los centros más poblados. La actual población del Vicariato, según los datos del último censo, puede girar entre los 140-150,000 habitantes y que salvo los que lo hacen en las dos capitales de provincia y en la capital del distrito, la mayoría se halla diseminada por entre los casi 380 poblados, entre comunidades nativas (24), campesinas y unidades agropecuarias (unas 40) y caseríos (alrededor de 300), situados a ambas márgenes de los ríos Ucayali, Puinahua, Tapiche y otros.
Salvo la población de las capitales de provincia, Contamana y Requena, la mayoría vive en los caseríos situados en la ribera de los ríos, sobre todo del Ucayali. El ribereño actual es una síntesis del conglomerado racial y cultural que creó la explotación del caucho.
Respecto a los grupos nativos actuales de la zona, tan abundantes hace un par de siglos, hoy apenas si tienen importancia y la mayoría ya tiene contacto cultural con la sociedad nacional, integrados en ella y habiendo perdido prácticamente su identidad étnico-cultural, conviviendo, aunque en ocasiones marginados, en la sociedad nacional.
Los cocamas forman el componente racial más importante de la población actual de la ribera del río Ucayali, sobre todo en la zona de Requena. Al hablar de este grupo en la actualidad, Avencio Villarejo, en: “Así es la selva” (ed. 5ª. 2002, p. 125), dice: “Como están mezclados racialmente todos hablan castellano y viven al estilo de los blancos y mestizos, ejercitándose en cualquier tipo de trabajo. No son reconocidos como grupo nativo y por ello no es posible ofrecer cifras demográficas, más o menos ciertas. Según la dirección que se ve están llevando los movimientos de base del campo, es muy posible que en los próximos años se de una recuperación de valores culturales y de identidad de este grupo“.
La mayor parte de la población desciende en un alto porcentaje de los cocamas, como lo testimonian apellidos como Arimuya, Cananahuay, Canchabi, Fasabi, Ihuaraqui, Irarica, Mananita, Manuyama, Pacaya, Putapaña, Shahuano, Tamani, Tapullima, Shapiama, Venancinio y otros más.
Los Mayorunas, Mayos y Remos, grupos que mantuvieron contacto con la sociedad, que fueron catequizados por los misioneros franciscanos, quienes, a partir de la época del caucho, se internaron a lugares inaccesibles de los ríos Yavari, Tapiche y Blanco. En la década de los años 1960 dieron lugar a algunos incidentes violentos, de los cuales daba noticia “La Voz de Requena“. En la actualidad -dice Villarejo- “algunos grupos han emigrado hacia las orillas del Ucayali tomando contactos con poblaciones como Requena, Jenaro Herrera, Bagazán, etc… hasta los últimos años se ha considerado como el pueblo más identificado y resistente a la penetración. Sin embargo en los últimos diez años se dan señales de precipitación del proceso de desintegración” (p. 128).
Los Shipibos, Shetebos. Viven alguno de estos grupos en comunidades nativas de la provincia de Ucayali, sobre todo en las cercanías a Contamana. La mayor parte está integrada y en contacto permanente con la sociedad dominante. En la Provincia se encuentran hasta 12 comunidades nativas.
Obispos del vicariato
Cuatro han sido los Obispos del Vicariato hasta la actualidad:

Fr. Luís Valeriano Arroyo Paniego (1957-1972)

Nació en Jaramillo Quemado (Burgos) el 29 de Noviembre de 1890, vino al Perú joven, de 15 años junto con otros compañeros. A los 21 años emitió la profesión solemne en Ocopa y aquí, en Lima y Cajamarca realizó los estudios clásicos de Filosofía y Teología. Se ordenó de sacerdote en 1917. Desde entonces, su celo misionero, su inquietud por los problemas pastorales, culturales y sociales, jalonaron la vida de este religiosos franciscano.
Superior de varios conventos entre ellos los de Trujillo Arequipa, Callao y Chiclayo. Ministro provincial de la Provincia San Francisco Solano durante tres trienios, Consejero de la Delegación General de la América Meridional durante la Segunda guerra mundial, Visitador General de la Orden para las Provincias franciscanas de Colombia, Ecuador y Bolivia. Hombre de vocación mariana promovió la coronación pontifica de la Virgen Napolitana de Arequipa; de la Virgen la Legua del Callao y de la Virgen de Guadalupe de Trujillo. El papa Pío XII le elevó a la dignidad episcopal. Preconizado Obispo Titular de Gonfi y Vicario Apostólico de Requena el 26 de Enero de 1957 y consagrado Obispo en el Callao el 28 de Abril de 1957.
Organizó el Vicariato recién formado según las exigencias y necesidades. Creó nuevos centros misionales, que convirtió en parroquias, tratando de que en la mayoría de ellas hubiese presencia de religiosas. Realizó varias Visitas pastorales. Participó el Concilio Vaticano II. Se distinguió por su dedicación al trabajo y por su gran celo apostólico. Al finalizar los años 60 trabajaban en el Vicariato más de 23 religiosos franciscanos y otras tantas religiosas franciscanas. Estuvo al frente del Vicariato 15 años hasta que, en 1972, fue aceptada su renuncia. Falleció en Burgos el 2 de Agosto de 1976.

Fr. Odorico Sáiz Pérez (1972-1987)

Nació el 6 de Febrero de 1912 en Revilla del Campo (Burgos). Con 12 años, el 8 de Marzo de 1924 ingresó al Seminario franciscano de Anguciana A fines de 1925 vino a Perú con un grupo de compañeros, Después de haber realizado el noviciado hizo la profesión de votos simples en el Convento de los Descalzos de Lima en 1929 y luego se trasladó al Convento de Ocopa para realizar los estudios de Filosofía y Teología ordenándose de sacerdote el 13 de Marzo de 1937.
Destinado a la enseñanza, se entregó con interés a la lectura de las misiones franciscanas en la selva peruana. Realizó algunas expediciones a Satipo, Gran Pajonal, Tambo y Ucayali con la finalidad de estudiar la posibilidad de abrir camino a los ríos navegables. Destinado a Roma a estudiar en el Pontificio Ateneo Antoniano culminó sus estudios en 1950 siendo posteriormente destinado a Ocopa como profesor y Maestro de estudiantes. En 1969 fue elegido Ministro Provincial de la Provincia misionera de San Francisco Solano. Autor de varias obras históricas fue miembro de la Academia franciscana de Historia de Washington.
Nombrado Obispo de Requena, su consagración tuvo lugar en Requena el 10 de marzo de 1974 y hasta su renuncia se preocupó, de forma especial, en conseguir misioneros y religiosas que se dedicasen a las diversas actividades catequéticas, pedagógicas y sociales. A los 100 años falleció en la comunidad franciscana de Logroño (España).

Fr. Víctor de la Peña Pérez (1983-2004)

Nació el 14 de Setiembre de 1933 en Villaldemiro (Burgos). El año 1945 ingresa al Colegio Seráfico de la Provincia de Granada. Hace el noviciado entre 1952 y 1953 para cursar después Filosofía y Teología en el convento de Chipona.
Es ordenado sacerdote el 3 de Julio de 1959 Fue maestro de postulantes y estudiantes. Enviado a Roma realiza estudios superiores en el Pontificio Ateneo Antoniano consiguiendo la licencia en Teología. Posteriormente se diploma en Psicología en la Universidad de Madrid. En 1971, sintiendo el impulso misionero, viene a Perú; trabaja primero en Contamana y Orellana y posteriormente es destinado a Requena como profesor y Director de la gran unidad escolar “Agustín López Pardo“.
Fue elegido Obispo Auxiliar de Requena el 17 de Diciembre de 1982, consagrado Obispo el 3 de Julio de 1983 y nombrado Vicario Apostólico de Requena el 15 de mayo de 1987. Su trabajo ha sido intenso. A parte de procurar personal para que trabajase en el Vicariato, han sido frecuentes sus Visitas pastorales prácticamente a todos los lugares del Vicariato, gracias a la motonave “Granada” que ha permitido un desplazamiento de acuerdo a las circunstancias. Falleció en la Enfermería del Santuario de Nuestra Señora de Regla  (Chipiona-Cádiz), el primero de Julio del 2015.

Fr. Juan Bautista Tomás Oliver Climent (2004-2022)

Nació en Carcagente (Valencia) el 22 de Setiembre de 1951. Alumno de la Provincia franciscana de Valencia. Ordenado de sacerdote el 28 de Agosto de 1975, se dedicó preferentemente a tareas formativas, siendo sucesivamente Maestro de postulantes en Valencia, de novicios en Teruel y en Santo Espíritu del Monte en Gilet (Valencia), y de profesos temporales en Valencia, y, ejerciendo el servicio de Ministro Provincial (desde abril del 2000), fue nombrado por la Santa Sede como Vicario Apostólico de Requena.
Fue consagrado el 6 de Junio del 2004, en su pueblo natal, y desde entonces como “Buen pastor” sigue al frente de la grey que se le encomendó.
Fuente: Prensafranciscanaperu.blogspot.com

Siervo de Dios Jósef Weber CR

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El arzobispo Józef Weber CR (ucraniano: Юзеф Вебер; alemán: Joseph Weber; 12 de junio de 1846-24 de marzo de 1918). Se desempeñó como obispo auxiliar de la arquidiócesis católica romana de Lviv desde el 2 de diciembre de 1895 hasta su renuncia el 26 de mayo de 1906. Ostenta los títulos de obispo titular de Temnos desde el 2 de diciembre de 1895 hasta el 15 de abril de 1901 y arzobispo titular de Darnis desde el 15 de abril de 1901 hasta su muerte el 24 de marzo de 1918.
El arzobispo Weber nació en una familia de colonos en Bucovina (Bohemia Alemana). Después de graduarse en el colegio, se unió a la Facultad de Teología de la Universidad de Lviv y al Seminario Teológico Católico Romano Mayor en Lviv. Continuó estudiando en el Colegio Polaco de Roma, donde fue ordenado sacerdote el 7 de junio de 1873 para la Arquidiócesis Católica Romana de Lviv, mientras completaba los estudios filosóficos y teológicos. En el tiempo de sus estudios, deseaba unirse a los Resurreccionistas, inspirado por el Rector del Colegio Polaco, el Padre Piotr Semenenko CR, pero su arzobispo le pidió que pospusiera su decisión.
Después de regresar de Italia, se desempeñó como canciller de la curia metropolitana y director espiritual en un Seminario Teológico Católico Romano Mayor en Lviv. Al mismo tiempo, a partir de 1881, se convirtió en director y curador de la Congregación Resurreccionista durante 25 años.
El 2 de diciembre de 1895, fue nombrado por el Papa León XIII obispo auxiliar de la arquidiócesis católica romana de Lviv y obispo titular de Temnos. El 29 de diciembre de 1895, fue consagrado obispo por el arzobispo metropolitano Seweryn Morawski y otros prelados de las iglesias católica romana y católica armenia en la Catedral Basílica de la Asunción, Lviv. Al mismo tiempo, fue nombrado Vicario Episcopal de Bucovina (1895-1906), que formaba parte de la Arquidiócesis de Lviv.
El 15 de abril de 1901 fue elevado al rango de arzobispo con el título de Darnis, siendo obispo auxiliar.
El 26 de mayo de 1906 el arzobispo Weber renunció como obispo auxiliar y se unió a la Congregación Resurreccionista, hizo profesión el 24 de junio de 1906. El resto de su vida vivió en Roma y posteriormente, a partir de 1909, en los Estados Unidos. Se desempeñó como Superior de la provincia estadounidense-canadiense de los Resurreccionistas desde 1911 hasta su muerte en 1918.
Fuente: Wikipedia.

Iglesia peregrina de Dios

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Evangelio según San Lucas 12,13-21.
En aquel tiempo: Uno de la multitud le dijo: “Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia“.
Jesús le respondió: “Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?“.
Después les dijo: “Cuídense de toda avaricia, porque aún en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas“.
Les dijo entonces una parábola: “Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: ‘¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha’.
Después pensó: ‘Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida’.
Pero Dios le dijo: ‘Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?’.
Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios“.

Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:

Durante los últimos catorce años, desde que dejé Canadá para las Bermudas y ahora Roma, muchas de mis posesiones están almacenadas en el ático de la iglesia de San Francisco en Kitchener. Los mantengo ahí, a pesar de las amenazas del cuidador actual de tener una venta de garaje y vender todas mis cosas. Estaba pensando particularmente en todas las cosas hermosas del peltre boliviano y plata, y los atractivos artículos de cedro de las Bermudas. Tengo muchas otras cosas de valor sentimental y monetario. Siempre los he llamado mi ‘tesoro‘, aunque mi papá siempre los llamó ‘basura‘. Algún día, cuando regrese a Canadá podré volver a disfrutarlos, a menos que el cuidador los venda mientras tanto.
Pensé en estas cosas cuando leí el evangelio de hoy (Lucas 12:13-21). Las lecturas de hoy nos invitan a una reflexión sobre nuestra relación con las cosas de este mundo, y las cosas del cielo. Créeme, eso es una simplificación, pero cada lectura presenta un nuevo desafío de cómo nos miramos a nosotros mismos, al mundo, a las cosas del mundo, a Dios, a nuestra espiritualidad (nuestra relación con Dios), y a las cosas del cielo.
En la primera lectura del libro de Eclesiastés (1:2, 2:21-23) la vanidad es el foco. Mientras que reconoce que algunos actúan con “sabiduría, conocimiento y habilidad“, también reconoce que, en nuestra condición humana, muchos están atrapados en “el trabajo y la ansiedad del corazón“. En nuestro mundo materialista no es fácil para nosotros reconocer el efecto de la vanidad en nuestra vida diaria, en nuestras decisiones y, en última instancia, en nuestro destino eterno.
El Salmo (90) nos recuerda que la vida es corta y que fácilmente perdemos de vista nuestra fragilidad. El Salmista pide guía y sabiduría, y que con la ayuda de Dios “la obra de nuestras manos prospere”.
En nuestra Segunda Lectura, de la Carta de Pablo a los Colosenses (3:1-5, 9-11), San Pablo ‘no hace huesos al respecto‘, “busca lo que está arriba“. Pablo, que experimentó una conversión radical y se llenó de pasión por Jesús y las buenas noticias, reordenó completamente su vida. Las cosas que solía considerar como tesoros que ahora consideraba como “basura“. Su enfoque se convirtió en hacer la voluntad de Dios, compartir las buenas noticias y trabajar por el reino de Dios. Incluso llega tan lejos como para decir que debemos “poner a muerte las partes de nosotros que son terrenales”, ya que pueden conducir al pecado; mientras que ahora nuestra vida está “oculto con Cristo“. ¡Qué frase tan interesante! ¡”Escondido en Cristo“! Nos volvemos tan profundamente unidos a Cristo que él vive dentro de nosotros, y nosotros en él. En Cristo nos hemos convertido en un “nuevo yo, que se está renovando, para el conocimiento, a imagen de su creador“. ¡Cuánto más claro podría hablar Paul sobre lo que debería ser importante en nuestra vida diaria!
La parábola de nuestro evangelio nos habla alto y claro sobre lo que debería ser nuestro tesoro. El hombre rico en la parábola había perdido este enfoque y dirección. Pensó que graneros más grandes y más grano traerían mayor felicidad. Jesús no está diciendo que no tengamos derecho a los frutos de nuestro trabajo, y que vivir una buena vida –con comodidad y seguridad– es algo malo. Sin embargo, su parábola muestra cómo podemos perder fácilmente ese enfoque y dirección. Ponemos nuestro tiempo y atención a lo que vemos delante de nosotros, lo que podemos tocar, y al final olvidamos lo que no podemos ver, y no podemos tocar – los verdaderos tesoros que construimos en el cielo a través de nuestra vida diaria con Dios, siguiendo de Jesús, y la apertura t o el Espíritu Santo. En nuestro mundo materialista y consumerista podemos olvidar demasiado fácilmente lo que nos hace “ricos en lo que importa para Dios” -nuestra oración, lectura y meditación en la Palabra de Dios-, nuestro compartir en los Sacramentos, y nuestra participación activa en la vida de la Iglesia. Esas son riquezas que perdurarán, y no podemos superar, o encontrar obsoletos, o perder, haberse embargado, o haber vendido las entradas de debajo de nosotros en una venta de garaje. Los valores y virtudes del reino de Dios deberían ser nuestras verdaderas riquezas.
La Palabra de Dios este fin de semana nos está desafiando a averiguar cuáles son nuestros verdaderos tesoros. No son una colección de peltre y tesoros de plata bolivianos, ni de cedro de Bermudas, sino los tesoros que construimos con Dios. Vivirán para siempre. Te invito a que tomes un tiempo este fin de semana para reflexionar como individuos, y como parejas y familias, para identificar, reflexionar y articular cuáles son el tesoro que quieres adquirir en la vida, y en particular en tu vida como seguidor de Jesucristo.
No nos encontremos como el hombre rico en el evangelio, mal dirigido y gastando su tiempo y energía sólo en cosas del mundo, sin respeto por las cosas del cielo. Además, no perdamos el sueño por las cosas en el ático que nunca volveremos a ver o usar, cuando son las cosas del cielo las que realmente nos satisfacerán.

Mártires de Canadá

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San René Goupil, jesuita martirizado por iroqueses en Canadá. Crédito: Pintura de Raúl Berzosa.

Por WALTER SÁNCHEZ SILVA– ACI Prensa.
El Papa Francisco visita Canadá desde el pasado 24 de julio y ha pedido perdón a los indígenas en varias ocasiones, reconociendo incluso que no es suficiente pero sí un punto de partida hacia la reconciliación. Sin embargo, son pocos los que recuerdan a los mártires jesuitas asesinados por pueblos indígenas en América del Norte.
En septiembre de 1984, el Papa San Juan Pablo II presidió una liturgia de la palabra con los pueblos indígenas de Canadá en el Santuario de los Mártires, evento al que acudieron unas 75 mil personas.
Allí recordó a los sacerdotes jesuitas franceses Jean de Brébeuf SJ, Isaac Jogues SJ, Gabriel Lalemant SJ, Antoine Daniel SJ, Charles Garnier SJ y Noël Chabanel SJ, asesinados entre los años 1642 y 1649.
Inflamados de amor por Cristo e inspirados por San Ignacio de Loyola, por San Francisco Javier y otros grandes santos de la Compañía de Jesús, estos sacerdotes vinieron al Nuevo Mundo para proclamar el Evangelio de Jesucristo a los pueblos autóctonos de este país”, dijo el Papa polaco en su homilía.
Hacía parte de ese grupo de misioneros dos hermanos laicos: René Goupil SJ y Jean de La Lande. Con igual coraje y fervor, ayudaron a los sacerdotes en su obra, dieron prueba de gran dedicación y servicio a los indígenas, y con el sacrificio de su vida consiguieron la corona del martirio”, explicó San Juan Pablo II.
Estos misioneros llegaron a Canadá en el siglo XVII, para evangelizar a los pueblos indígenas como los hurones y los iroquenses.
Cinco de ellos sufrieron el martirio en el territorio de la actual Canadá: Jean de Brèbeuf SJ († de marzo, 1649), Antoine Daniel SJ († de julio de 1648), Gabriel Lallemant SJ (†17 de marzo de 1649), Carlos Garnier SJ (†7 de diciembre de 1649) y Noël Chabanel SJ (†8 de diciembre de 1649).
Los otros tres fueron martirizados en el territorio que corresponde ahora a Estados Unidos: el Padre Isaac Yogues SJ (†18 de octubre de 1646), y los laicos René Goupil SJ (†29 de septiembre de 1642) y Jeann de La Lande (†19 de octubre de 1646).
Su vida al servicio de los indígenas
San Jéan de Brébeuf SJ se dedicó a enseñar y catequizar a los hurones que lo llamaron Echon, en su idioma. La facilidad para los idiomas del santo le permitió conocer más de su cultura y espiritualidad.
Las conversiones se fueron dando lentamente. En 1635 pudo bautizar a algunos hurones. El número subió a 86 en 1636.
En 1640, tras una misión sin éxito, el Padre Brébeuf se rompió la clavícula y fue enviado a Quebec para recuperarse. Enseñó el hurón y era confesor de religiosos, también predicaba a los colonos franceses.
Hacia 1642 compuso un villancico hurón, la canción navideña más antigua de Canadá. Para 1647 las conversiones de los hurones a la fe católica ya se contaban por miles.
El martirio de los jesuitas a manos de indígenas
El Padre Brébeuf fue capturado junto con el Padre Gabriel Lalemant SJ cuando los iroqueses destruyeron la Misión de Saint-Louis. Estos indígenas torturaron a los misioneros y a los nativos conversos antes de matarlos.
Cuando mataron a San Jéan de Brébeuf SJ, entre otros tormentos le echaron agua hirviendo en la cabeza como burla al Bautismo y tomaron su sangre, pensando que así podrían obtener el valor que mostró el sacerdote ante las torturas.
Los indígenas mohawk mataron a los sacerdotes Antoine Daniel SJ, Carlos Garnier SJ y Noël Chabanel SJ en el pueblo de Ossernenon entre 1642 y 1646.
En septiembre de 1984, el Papa San Juan Pablo II dijo que “mientras ofrendaban su vida, estos misioneros miraban al futuro, al día en que los autóctonos llegaran a la madurez plena y asumieran un rol de liderazgo en su Iglesia”.
San Jéan de Brébeuf soñaba con una iglesia plenamente católica y plenamente huroniana”, subrayó.
El Papa Pío XI canonizó a estos mártires en 1930. Su fiesta se celebra el 19 de octubre.
La película Manto Negro de 1991 se inspira en las expediciones jesuitas entre los hurones e iroqueses.

Mártires Misioneros

Iroqueses asesinan 8 mártires jesuitas y católicos hurones

Por Pablo J. Ginés/ Religión en Libertad.
El 19 de octubre se celebra la fiesta litúrgica de los mártires canadienses, que recuerda el martirio de 8 jesuitas, seis de ellos sacerdotes, a manos de los iroqueses en el sur de Canadá, entre 1642 y 1649.
Las historias de los jesuitas entre los indios hurones e iroqueses apenas cuentan con bibliografía en español, y son historias contundentes, basadas directamente en las cartas detalladas que los jesuitas escribían desde América, que se leen como una novela… a veces de terror.
Un repaso a lo que cuenta Wikipedia y otras webs demuestra, por ejemplo, que la descripción de las espantosas torturas que sufrieron los misioneros (y los hurones presos de los iroqueses) en Internet tiende a callarse o minimizarse.
Los detalles silenciados merecen la pena para entender la crueldad de una sociedad guerrera como la iroquesa. Saber que los jefes de guerra eran elegidos por las mujeres muestra que el elemento femenino no atenúa una sociedad cruel.
Una escena de “Manto Negro”, película de 1991 ambientada en esa época; los jesuitas trabajaban bien con los hurones, pero los crueles iroqueses casi los exterminaron.
Cautiverio: trece meses esclavo y torturado
El padre Isaac Jogues SJ, que estuvo preso 13 meses entre los iroqueses en 1642, describe cómo vio a éstos asar a fuego lento a unos niños pequeños de tribu algonquina delante de sus madres, que suplicaban que los remataran.
A él mismo, nada más apresarlo, los iroqueses le destrozaron casi todos los dedos: a mordiscos, o machacándolos, o arrancándole las uñas o haciendo que otra india prisionera le cortara las falangetas con un cuchillo romo.
También mataron a su compañero preso, el hermano jesuita René Goupil, el primer mártir jesuita en Canadá.
Mapa dibujado por los jesuitas en 1657, con una escena de las torturas.
Durante su año como esclavo, Jogues consiguió bautizar a escondidas a unos 70 indios cautivos de los iroqueses, muchos de ellos justo antes de ser quemados, torturados y asesinados por sus captores.
Aunque le trataban muy mal, se consideraba satisfecho pudiendo bautizar y evangelizar a otros esclavos. ¡Nadie más podía hacer evangelización ninguna en territorio iroqués! Y aprendía el idioma.
Pero llegó un momento en que pareció que le iban a matar y se las arregló para escapar con la ayuda de un comerciante holandés (los protestantes holandeses entregaban muchas armas de fuego a los iroqueses a cambio de pieles, mientras que los franceses solo entregaban alguna a algún jefe hurón cristiano).
Jogues volvió a Francia y consiguió un permiso de Roma para oficiar la misa con sus manos mutiladas. El Papa Urbano VIII lo concedió diciendo: “Sería indecoroso que un mártir de Cristo no pudiera beber la sangre de Cristo”.
La reina madre en Francia, Ana de Austria (la de Los Tres Mosqueteros, que era española, de Valladolid, y madre de Luis XIV, el “Rey Sol”) se entrevistó con el sacerdote y al conocer sus desventuras proclamó: “Diariamente se publican novelas que no son más que vanas mentiras; aquí tenemos una que de verdad ha sucedido en la que lo maravilloso se hermana con el más estupendo heroísmo”.Donde estuvo Santa María de los Hurones existe un parque arqueológico con edificios reconstruidos para evocar la época.
Jogues vuelve entre los iroqueses: martirio
Isaac Jogues volvió a Canadá en 1644 y ayudó, con su dominio del idioma y de la cultura india, a pactar la paz de 1645 entre los hurones y sus aliados franceses (poquísimos y mal equipados) y los belicosos iroqueses.
En 1646 Jogues fue enviado a territorio iroqués para intentar fundar una misión aprovechando la paz, pero los iroqueses habían vuelto a su habitual violencia y acusaban a los “mantos negros” (jesuitas) de extender enfermedades y plagas en los cultivos.
Lo devolvieron al pueblo donde ya había sido esclavo tres años antes y lo volvieron a torturar: le cortaron un trozo de carne de sus brazos y hombros y se lo comieron ante sus ojos. Finalmente, el 18 de octubre le hundieron un hacha en la cabeza. Luego se la cortaron y la clavaron en una lanza en la empalizada. Al día siguiente hicieron lo mismo con su compañero, el laico Jean de La Lande.
Las crónicas jesuitas explican que esa tribu en concreto, los mohawis, se haría cristiana 20 años más tarde y que el que asesinó al padre Jogues “cayó mucho después en manos de los algonquinos que le quitaron la vida; pero antes de morir se convirtió y murió manso como cristiano”. Así, el asesino y el mártir se encontrarían en el cielo.
La gran guerra iroquesa
Mientras tanto, en 1647 los iroqueses, bien equipados con gran cantidad de mosquetes holandeses, atacaron con ferocidad sistemática a los hurones, que casi no tenían armas de fuego y que apenas podían contar con apoyos de los escasos franceses.
En los siguientes años, los iroqueses prácticamente exterminaron a los hurones. Muchos hurones ya eran cristianos o catecúmenos. Había al menos 1,300 bautizados entre ellos ese año y 18 sacerdotes jesuitas trabajaban en sus distintas misiones. Cinco de ellos serían martirizados en los dos siguientes años.
El padre Antoine Daniel murió en 1648 por heridas de flecha y de bala en la capilla de su misión, donde intentaba frenar el paso a atacantes iroqueses para dar tiempo a huir a mujeres y niños hurones que se habían refugiado allí.
La tortura a los padres Brébeuf y Lalemant
El veterano sacerdote Jean de Brébeuf y el recién llegado Gabriel Lalemant fueron capturados y asesinados por los iroqueses en marzo de 1649 mientras atendían espiritualmente a los enfermos y heridos que defendían una aldea hurona.
Las torturas, según las relaciones jesuitas, fueron meticulosas. Les arrancaron las uñas, les golpearon con garrotes todo el cuerpo, le cortaron las manos a uno y a otro se las atravesaron con punzones, les quemaron las axilas con hierros candentes y les quemaron con pez y resina ardiente. También les echaron encima agua hirviendo, en burla del bautismo, pronunciando sarcasmos.
Como de Brébeuf insistía en hablar de Dios le cortaron la nariz y luego los labios. No calló hasta que le arrancaron el corazón.
Los peores verdugos no eran los iroqueses de pura cepa, sino antiguos hurones que se habían incorporado a los iroqueses y tenían que demostrar su odio hacia los blancos. A ambos misioneros les pusieron maderos ardiendo en la boca. A Lalemant le sacaron los ojos y le hundieron carbones encendidos en las cuencas. Les cortaron trozos de carne mientras estaban vivos y los devoraron ante ellos.
Brébeuf murió tras 3 horas de torturas. Lalemant fue torturado desde las seis de la tarde hasta las nueve de la mañana. En ambos casos abrieron sus pechos, sacaron su corazón aún palpitante, lo comieron crudo y bebieron su sangre. El jesuita Raguenau escribe que así se lo contaron indios hurones que fueron testigos oculares y pudieron escaparse.
Los franceses en marzo recuperarían los cuerpos y sus reliquias se guardan hoy en Quebec.
Visitantes en el parque histórico que reconstruye la misión de Santa María de los Hurones.
La última resistencia hurona: los muros de Santa María
Tras la muerte de Brébeuf y Lalemant, los iroqueses intentaron su ataque más osado contra la misión de Santa María de los Hurones, la sede central de los jesuitas de Canadá y su última base en territorio hurón.
Los hurones cristianos de la tribu del Oso se volcaron en una última defensa de esa misión, con varios ataques y contraataques.
Ambos bandos sufrieron muchísimas bajas. Finalmente, los iroqueses decidieron retirarse, pero prendiendo fuego a todos los cultivos y aldeas y quemando a sus prisioneros. Fuera de los muros de Santa María solo quedaba desolación.
Ese año los almacenes jesuitas de Santa María tuvieron que alimentar a una multitud hambrienta. Después, los mismos jesuitas decidieron que tenían que abandonar esa misión en la que habían trabajado 10 años y ellos mismos la quemaron.
Se trasladaron con los hurones que pudieron congregar. Los hurones que habían sobrevivido a la guerra, la hambruna y las enfermedades, viéndose acogidos solo por los jesuitas, si aún no estaban bautizados, lo hicieron en los dos años siguientes.
Los padres Garnier y Chabanel y los indios tabaqueros
Los dos últimos mártires fueron los sacerdotes jesuitas Noël Chabanel y Charles Garnier en diciembre de 1649. Eran misioneros lejos de la zona de guerra, entre los indios “tabaqueros”, que sumaban 8 aldeas fuertes y no habían sido escenario aún de combates.
En invierno, unos hurones avisaron a sus vecinos tabaqueros: una horda iroquesa se dirigía hacia ellos caminando sobre el lago helado. Los tabaqueros decidieron ir a enfrentarles, reuniendo todos sus hombres y dejando desguarnecida la misión San Juan, la primera de sus aldeas que era, además, la base de los misioneros.
Los iroqueses burlaron a los tabaqueros y atacaron la aldea desprotegida matando a mujeres y niños y echándolos al fuego. El padre Garnier, que intentaba bautizar rápidamente a los catecúmenos antes de que los mataran recibió una bala en el pecho, otra en el vientre y, como aún se movía, le dieron dos hachazos en la cabeza.
El padre Noël Chabanel, que llevaba 6 años de misionero en Canadá, estaba de viaje el día del ataque. Acampando de noche con sus acompañantes tabaqueros, chocaron con unos iroqueses que volvían de saquear San Juan. Chabanel y sus indios se desperdigaron. No lo volvieron a encontrar. Tres años después, en 1652, descubrieron, por confesión de un indio hurón apóstata, “llamado Luis Honareenhax, que había dado muerte al padre Noël en odio a la fe porque desde que abrazó con su familia la religión cristiana no habían experimentado los suyos sino desdichas y calamidades”.
Los últimos hurones
En verano de 1650 los jesuitas que quedaban y 300 hurones emprendieron un viaje de 300 leguas y llegaron hasta Quebec. La colonia francesa dependía de todo de Francia, era pobre y recibía de golpe ahora 300 bocas más que alimentar. Los jesuitas y los colonos se volcaron en ayudarlos como pudieron. Más adelante llegaron otros 400 hurones refugiados. Eran los últimos restos de un pueblo que diez años antes contaba con 10,000 habitantes.
Mientras tanto, los iroqueses destruyeron a otros indios neutrales y desperdigaron a los tabaqueros. Incluso atacaron cerca de Quebec a los últimos hurones en 1656 y se llevaron muchos cautivos. Casi 20 años después, los misioneros descubrieron dos pueblos hurones que se habían pasado a los iroqueses y eran iroqueses en todo excepto en que habían mantenido la fe católica que habían recibido.Hoy quedan unos 3,000 hurones, muchos van a misa a esta iglesia, Nuestra Señora de Lorette (Loreto), en Wendake, Quebec.
El padre Heinen escribió su libro en 1930 y explicaba que “en nuestros días, en Nuestra Señora de Loreto residen los descendientes de los hurones; en 1901 vivían repartidos en tres aldeas unos 350 de ellos”. Hoy, en 2018, son unos 3,000, según explica su web canadiense: wendake.ca. Son católicos y hablan francés y van a misa a su parroquia de la Virgen de Lorette (Loreto) en Wendake.
En 1760, cuando los ingleses expulsaron a los franceses, los hurones firmaron un tratado declarándose súbditos de la Corona británica: el Tribunal Supremo canadiense en 1990 dictaminó que el tratado de 1760 sigue vigente.
Donde estuvo la misión de Santa María hoy se ha construido un centro cultural y turístico que recrea sus edificios, mostrando cómo era la vida de la principal misión jesuita, la única que no llegó a ser conquistada. Su web es Sainte Marie Among The Hurons. Cuenta con un santuario que recuerda a los 8 mártires jesuitas.
¿Salvajadas del siglo XVII… o del siglo XX en España?
El libro que recupera el martirio de los jesuitas lo editó en español el Apostolado de la Prensa en 1932. El lector podía pensar en ese año que los mártires solo corresponderían al siglo XVII.
Pero apenas dos años después, en la Revolución de Asturias, eran asesinados 34 religiosos y atacadas 58 iglesias. Y en 1936 empezaba en España, con luz eléctrica y motores de gasolina, una persecución antirreligiosa con torturas no muy lejanas a las iroquesas: mutilaciones, quemaduras, palizas y torturas con burlas… Quizá la lectura de los mártires del lejano Canadá dio fuerzas a más de uno de los 6,000 a 8,000 mártires de la Iglesia en España.

Padrenuestro

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Evangelio según San Lucas 11,1-13.
Un día, Jesús estaba orando en cierto lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, así como Juan enseñó a sus discípulos“.
El les dijo entonces: “Cuando oren, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino; danos cada día nuestro pan cotidiano; perdona nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a aquellos que nos ofenden; y no nos dejes caer en la tentación“.
Jesús agregó: “Supongamos que alguno de ustedes tiene un amigo y recurre a él a medianoche, para decirle: ‘Amigo, préstame tres panes, porque uno de mis amigos llegó de viaje y no tengo nada que ofrecerle’, y desde adentro él le responde: ‘No me fastidies; ahora la puerta está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados. No puedo levantarme para dártelos’.
Yo les aseguro que aunque él no se levante para dárselos por ser su amigo, se levantará al menos a causa de su insistencia y le dará todo lo necesario.
También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá.
Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre.
¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!“.

Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:

Hay una pintura popular de Jesús, que tal vez hayas visto. Muestra a Jesús parado frente a una puerta, y llamando a la puerta. Había visto esta imagen muchas veces antes de reconocer que no hay manilla en su lado de la puerta. Es la persona al otro lado de la puerta la única que tiene el poder de abrirle la puerta a Jesús.
Pensé en esto cuando leí el evangelio de este fin de semana (Lucas 11:1-13). Es un largo evangelio, y tiene numerosos temas en él, cualquiera de los cuales podría producir una homilía. La enseñanza de la oración del Señor y las enseñanzas de la oración son significativas para nuestras vidas como cristianos. Después de todo, la oración es nuestra comunicación íntima con Dios, y si esa relación, como cualquier amistad, va a crecer, requiere comunicación. Requiere compartir, escuchar y hablar, entender y expresar apoyo y desafío. Estos son los medios para cualquier buena amistad, y no hay diferencia, en ese sentido, con nuestra relación con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Nuestra primera lectura es del libro del Génesis (18:20-32). Es una lectura dramática, ya que muestra a Abraham negociando con Dios con la esperanza de salvar a la gente pecadora de la ciudad de Sodoma. Su esperanza es que haya gente allí que todavía es fiel a Dios, pero -a la larga- descubrimos que no hay gente inocente o fiel en la ciudad, por lo que está destruida. La negociación de Abraham con Dios refleja una forma de oración por algunas personas. En lugar de confiar en Dios y su divina sabiduría y justicia, la gente negocio con Dios para ‘reducir‘ los preceptos de Dios. En lugar de ajustarse a la voluntad de Dios, esta actitud quiere que Dios se ajuste a nuestra voluntad. Este no es el tipo de relación con Dios que trae vida, paz y alegría. Más bien, esta actitud prevalente en nuestra sociedad hoy quiere perdón sin contrición, recompensa sin sacrificio, ganancia sin trabajo y resurrección sin muerte.
Mientras reflexionaba sobre el evangelio durante la semana seguí volviendo a esa imagen de Jesús llamando a la puerta, y si le estamos dejando entrar en nuestras vidas abriéndole la puerta. Jesús hace que suene tan fácil cuando nos dice “pide y recibirás; busca y encontrarás’ llama y la puerta se te abrirá“. Suena tan fácil, pero por experiencia propia sabemos que no lo es. Pedimos, pero no recibimos. Buscamos, pero no encontramos. Llamamos, pero la puerta no está abierta para nosotros. Eso es porque pedimos las cosas equivocadas en la vida, buscamos las cosas equivocadas, y a menudo estamos llamando a la puerta equivocada. Aunque decimos cada vez que oramos la oración del Señor, “hágase tu voluntad, venga a nosotros tu reino“, a menudo estamos pensando y actuando sobre la premisa de que es nuestra voluntad lo que buscamos, no la voluntad de Dios o el reino de Dios.
En nuestra condición humana a menudo oramos con demasiada facilidad por cosas materiales que pasan, o por la intervención de Dios para que nuestra irresponsabilidad pase desapercibida. En nuestras familias, en el trabajo, en la escuela, y entre nuestros amigos a veces estamos pidiendo, y buscando cosas que no sean propicias para nuestras vidas espirituales y nuestra salvación. No podemos simplemente añadir agua y revolver. Las cosas que debemos pedir y buscar son los valores y virtudes del reino de los cielos y requieren un esfuerzo real y sostenido, como la persistencia del hombre en el evangelio que pide pan a su prójimo. Son amor y paz, perdón y misericordia, compasión y justicia, paciencia y alegría. Jesús está llamando a nuestra puerta para traernos estos regalos, pero a menudo -en nuestra condición humana (en nuestra pecaminosa)- no estamos escuchando. O no le escuchamos tocar, o le escuchamos, pero tememos lo que le suceda a nuestro mundo si lo dejamos entrar. Una vez más, recuerdo los dos pequeños dibujos que vi en el periódico en una ocasión. En la primera mitad una persona en un podio estaba preguntando, “¿Quién quiere cambiar?“, y cada mano fue levantada. La siguiente mitad mostró a la persona preguntando: “¿Quién quiere cambiar?“, y ni una mano subió. Podemos temer que Jesús nos pida demasiado. Él puede desafiarnos a “ser” y “hacer más, más allá de lo que nos sentimos cómodos. Puede que nos exija esas cuatro señales que Matthew Kelly escribió en su libro, Cuatro signos de un católico dinámico: oración, estudio, generosidad y evangelización. Desafortunadamente, la corriente común en nuestra sociedad hoy es evitar la oración, porque nuestra reflexión y escuchar a Dios nos llamará a estirarnos y abrazar una nueva forma de vida. Nos desalentará de estudiar y profundizar nuestra fe, con la ilusión de que ya sabemos todo lo que hay que saber. Nos dirá que no seamos generosos, sino que “cuidemos del número uno” y no contribuir a la familia, la comunidad y la Iglesia. Y sobre todo, no nos dirá que seamos evangelizadores y compartamos nuestra fe, porque no siempre estamos realmente convencidos de que sea la verdad.
Cada uno de nosotros tiene una vida de oración única, y experiencias únicas de oración: oración personal, oración familiar y oración comunal. Esta semana Jesús nos invita a seguir “pidiendo“… “buscar” y “tocar“, pero en unión con él. Entonces nuestras oraciones serán contestadas, y luego levantaremos el cerrojo y dejaremos que Jesús entre en nuestras vidas de una manera nueva y más profunda.

Martirio en la vida de san Francisco y sus seguidores; recuerdo de los mártires franciscanos del Perú, especialmente de Ocopa

Por Jorge Cajo Rodríguez OFM.

Introducción

El presente tema preparado con ocasión del XX aniversario del Martirio de Miguel Tomaszek y Zbigniew Strzalkowsk, nos permite dar a conocer una historia del martirio de los frailes franciscanos en el Perú, que hasta hoy, poco o nada se ha estudiado. El “martirio” es uno de los elementos esenciales de la perfección de la vida cristiana, en el que el fiel se inmola dando testimonio de su fe, y en el caso de los franciscanos como expresión de su consagración religiosa.
Todos conocemos que el término Mártir deriva del griego “martys“, pero en su acepción profana, significa “testigo“. Ya en los siglos II y III en la teología, este mismo término, designa a una persona que ha dado testimonio a favor de Cristo y su doctrina con el sacrificio de la vida.
El presente tema tiene dos partes, la primera tratamos de enlazarnos con el pensamiento y espiritualidad martirial en San Francisco y su empeño en alcanzar el martirio, y cómo la orden de los menores ha seguido con convicción, a través de la proclamación del evangelio. El martirio es ante todo, expresión del espíritu misionero, evangelizador, y que tiene como transfondo la propia experiencia personal de San Francisco y de la Orden (fraterna); en un segundo momento, tocaremos el martirio de los franciscanos en el Perú, de un listado de más de setenta mártires, de los cuales hemos considerado a algunos, para nosotros los más significativos, mencionamos a los primeros mártires de la evangelización en la selva peruana, en la que sobresale la figura del Fray Jerónimo Jiménez, 1637, y en último lugar, el martirio del Fray Crisóstomo Cimini, misionero que después de la clausura del convento de Ocopa, en 1824, entró ayudar en las misiones al único franciscano que permaneció en ella, Fray Manuel Plaza, en 1840, su martirio sucederá en 1852.
Además consideramos el martirio del Padre Manuel Biedma, el misionero por excelencia en la selva, en el siglo XVII, e igualmente cuando después de un trabajo arduo por parte del fundador del convento de Ocopa, las misiones sufren un fuerte revés con la sublevación  de Juan Santos Atahualpa (1742) consignamos el martirio de los padres Domingo García y compañeros (1742) y Manuel Albarrán y compañeros (1747) en su afán de predicar el evangelio.

I. Martirio en la vida de San Francisco y de sus seguidores

San Francisco de Asís es una de las figuras más relevantes de la historia de la humanidad y de sobre todo de la historia de la Iglesia. Cuando uno estudia la vida de san Francisco y la relación que tiene con el martirio, nos encontramos con una realidad totalmente asombrosa, ya que ella tiene relación con la acción evangelizadora, con la misión.
Así podemos descubrir en la primera fuente biográfica, de Celano, y sólo él, nos cuenta que Francisco había tratado de llegar a Tierra Santa bastante antes de 1219. Su primer intento, lo había hecho por el mar. “En el año sexto de su conversión“, se habría embarcado en una nave para atravesar el Adriático, alcanzando las costas de Dalmacia, donde supo que difícilmente, habría salidas para Siria. Entonces volvió a Italia. (Cf. 1C 55). El segundo intento, en su deseo de alcanzar el martirio, recorrió los caminos de Italia  y Francia, a lo largo de las costas del Mediterráneo, y alcanzado así España, con la intención de llegar a Marruecos y convertir al califa Mohamed-ben-Nasser, que había sido derrotado en las Navas de Tolosa. Una vez más, Francisco no culminó su viaje, porque la enfermedad le obligó a regresar a Italia. (cf. 1C 56) [1]
Sobre el martirio de san Francisco afirma R. Manselli: “que es interesante advertir que la finalidad de estos viajes no es la peregrinación sino el martirio. Y aquí es oportuno recordar cómo desde el siglo XI en adelante y como consecuencia de la cruzada  -son muchos los elementos que apuntan en esta dirección- vuelve a aflorar vivamente la idea del martirio y a ser grandemente valorado” [2].
El monacato, en todas sus facetas, tendía a presentarse como el martirio cotidiano, el martirio continuo de la penitencia y de la mortificación, que de este modo sustituía al de la sangre. De ese modo se elaboró una teoría de la vida monástica como martirio, con una gradualidad que iba de la ascesis a la muerte por Cristo predicando su fe. Con las cruzadas se retoma profundamente y revive la mística del martirio.
Otro punto importante en la vida de san Francisco y de la Orden, es justamente el año de 1219. La fraternidad reunida en capítulo, programó en serio la evangelización de los infieles, y se formó cuatro grupos: que deberían llevar el mensaje de paz a los tres frentes de contienda entre cristianos y musulmanes:
Marruecos: a donde se dirigieron los primeros mártires;
Siria: dirigida por Elías;
Egipto (Damieta) dirigida personalmente por Francisco
Túnez: dirigido por el hermano Gil.
Fruto de esta expedición del 1219, está la famosa entrevista de Francisco con el Sultán. Jacobo de Vitry añade que, al despedirse con todos los honores, le dijo el Sultán: “ruega a Dios que se digne manifestarme aquella ley y aquella fe que más le agrada a Él”.
Otro testimonio claro y evidente es el Capítulo 16 de la Regla no Bulada, (1221). Este capítulo puede considerarse como el resultado de las cuatro experiencias misioneras enumeradas. Cada una aportó lecciones útiles para el futuro. Los de Túnez fueron obligados a regresar. Los de Marruecos en su afán de conseguir el martirio, primero fueron maltratados y encarcelados, en Sevilla y cuando lograron llegar a Marruecos fueron decapitados un 16 de enero de 1220. Al tener noticias de sus martirios Francisco exclamó: “ahora tengo cinco verdaderos hermanos menores”. La misión de Siria echó raíces sin dificultad en las tierras controladas por los cruzados.
Sobre este capítulo, podemos valorar [3]:
– Que La vocación misionera, la de ir entre infieles, al igual que la vocación evangélica es también inspiración divina. Es un llamamiento especial que da al hermano un verdadero derecho a realizarlo. Por eso enseñaba que “la obediencia más perfecta de todas, en que no tiene parte la carne ni la sangre, es aquella por la que se va, por divina inspiración, entre los infieles, bien sea para salvar al prójimo, bien por el deseo del martirio. Pedirla lo consideraba cosa muy grata a Dios” (2C 152).
– Que la vocación misionera es vista exclusivamente como vocación al martirio, así lo expresan las antiguas fuentes franciscanas, lo viajes de Francisco tienen esa finalidad. Tanto el texto bíblico introductorio como, sobre todo, los que se añaden al final del capítulos tienen un sentido martirial.
Pero Francisco considera semejante disposición como una actitud que debe ser común a todos los hermanos, no sólo a los misioneros: “Y todos los hermanos, donde quiera que se hallaren, recuerden que se entregaron a sí mismos y abandonaron sus cuerpos al Señor Jesucristo; por amor suyo han de exponerse a los enemigos visibles como invisibles…” (RnB 16,10s). Más tarde escribirá san Buenaventura: “Los que piden ser recibidos en nuestra Orden, han de venir dispuestos para el martirio” [4].
Todo esto nos enseña que en San Francisco no influyó la fascinación del martirio en sí mismo y por sí mismo, sino como consecuencia posible, que había que afrontar valerosamente, en una acción misionera para convertir a los infieles. Ésta es la impresión general que produce tanto el comportamiento del santo, como su actitud personal que excluyó hasta el más mínimo gesto provocativo o desafiante, esto quedó de manifiesto en el Capítulo 16, la misión debe darse en dos tiempos: el de vivir espiritualmente o de vivir entre los hombres y en el momento oportuno anunciar la palabra (RnB 16, 6-7).
Los seguidores de Francisco lógicamente están empapados de toda esta enseñanza.
En la historia ha habido tiempos, o, oleadas de mártires, el tiempo de las cruzadas, en la lucha entre cristianos y musulmanes: mencionamos a los Mártires de Marruecos, pero también murió Ramón Lulio, en Túnez, (1315). Él enseñó a comprender el Islam, además de ser un gran conocedor de lengua. También hubo mártires en tiempo de la reforma (s. XVI), en Inglaterra: el beato John Forest, en los Países Bajos  y otros lugares.
Igualmente, cuando se evangelizó el oriente, la difusión de la fe le valió la muerte a san Pedro Bautista y a sus numerosos compañeros en 1597 en Nagasaki (Japón). El imperio nipón multiplicaría los santos mártires franciscanos, religiosos y laicos terciarios entre los años 1617 y 1632. La revolución francesa (1789) será el nuevo lugar de enfrentamiento no sólo de las antiguas y nuevas ideas en cuestión política, sino además ocasión para dar testimonio de la pureza de la fe. La última generación de mártires franciscanos pertenece al Siglo XIX. Desde Juan de Triora, estrangulado en Tchang Cha, en Kiansi (China), en 1816, hasta las víctimas de los boxers, que asesinaron a dos mil cristianos, entre ellos dos obispos franciscanos. Entra en el listado Maximiliano Kolbe, muerto en campo de concentración de Auschwitz [5].

II. Mártires franciscanos en el Perú

Conviene indicar que la orden franciscana en el Perú tiene una presencia desde los primeros momentos de la conquista del Perú. Los primeros frailes desembarcaron, por el hoy puerto de Paita, y según refieren las crónicas, fueron doce los primeros frailes que llegaron a nuestras tierras; este hecho fue tan significativo que cuando se fundó la primera provincia franciscana en el Perú, fue nominada como “DOCE APÓSTOLES“.
Sabemos igualmente que el trabajo evangelizador de todas las órdenes religiosas, durante el primer siglo de nuestra historia colonial, fue muy ardua y ésta se concentró en lo que denominamos la costa y la sierra. La selva poco o nada se hizo por su evangelización. Muchos de los autores refieren que ni los mismos Incas, fueron capaces de conquistar este inmenso territorio. Éste permaneció impenetrable.
La historia nos detalla que el primer grupo de frailes que entró a la selva fue liderado por el Padre Bolívar, que partió desde Huánuco en 1619. Al poco tiempo se destaca la presencia del P. Fr. Felipe Luyando, iqueño, quien se propuso como meta evangelizar a los panatahuas [6] (1631), partiendo desde nuestro convento San Bernardino de Huanuco.
La historia del martirio de los frailes franciscanos en nuestras tierras peruanas, y sobre todo en nuestra amazonía, se debe en gran parte a la decidida acción evangelizadora de muchos de ellos, que penetraron en lugares donde nunca otros habían ingresado, haciendo explicito el mensaje de Jesucristo: “vayan y hagan discípulos a todos las gentes y bautícenlas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a guardar todo lo que yo los he mandado” (Mt. 28,19-20a.).
Nuestra historia martirial, está unida a la evangelización, por eso la mayoría de estos frailes, hombres de Dios, que en su afán de llevar a los lugares lejanos la palabra de Dios, se convirtieron en verdaderos exploradores, fueron los primeros descubrir lugares, y luego darlos a conocer, describiendo esta geografía con sus ríos y valles, y sobre todo, con sus habitantes que encontraron. Igualmente se convirtieron en verdaderos lingüistas, porque al querer tener un contacto más cercano, sintieron la necesidad de comunicar la doctrina cristina, en sus propias lenguas, esto les llevó a aprender las diversas lenguas, de las cuales compusieron vocabularios y gramáticas, algunos incluso elaboraron la doctrina, los catecismos en las lenguas de los naturales.
Esta acción evangelizadora fue desde sus comienzos cruenta, los franciscanos fuimos quienes más vidas perdimos en esta ardua labor. Con su sangre tiñeron las selvas vírgenes y los caudalosos ríos. Muchas veces fueron vidas jóvenes que violentamente quedaban truncadas extraordinariamente, muchos murieron a manos de los infieles, entre los que se destacan los shipibos, y piros que son considerados como las etnias más sanguinarias.
En total se cuenta a 72, los religiosos franciscanos que inmolaron sus vidas en manos de las tribus selváticas de nuestra amazonía peruana, sin embargo tanto P. Fr. Julián Heras [7],  como P. Fr. Antonio Goicoechea advierten que la lista puede aumentar, ya que ellos mismo anotan a otros, que no necesariamente murieron a manos de los indígenas, sino de aquellos que perecieron ahogados en los ríos. Es así, que P. Julián Heras destaca a los siguientes: el P. Antonio Gallisans, que pereció ahogado en el Río Tulumayo (+1842); el P. Ramón Busquets (+ 1846), haciendo una expedición se ahogó en Urubamba; el P. Ignacio María Tapia (+1878), que murió ahogado en el río Tamaya; el P. Mauro Rodríguez, (+9-2-1967), se ahogo al atravesar el Río Yochegua, afluente del Apurimac. El P. Antonio Goicoechea además de los mencionados agrega a esta nomina al Padre Carlos Cantella, (+1984) ahogado en el río Tambo [8].
Y aún hay más, porque A. Goicoechea a esta lista de los ahogados, agrega a la lista de los mártires a aquellos que sufrieron durante largos años la terrible enfermedad de la lepra, quienes murieron santamente como los Padres: Luis Estaper (1887-1939), Nicolás Giner (1876-1949), Bernardo García (1913-1967) y Santiago Santamaría (1920-1983)  [9]. Apoyándose en san Pablo que dice, que los mártires completan en su carne, con alegría, la pasión de Cristo en su Cuerpo que es la Iglesia (Cfr Col 1,24) [10].
2.1 Nomina de los mártires franciscanos [11]
1 Fr. Jerónimo Jiménez (+1637)
2 P. Cristóbal Larios (+ 1637)

  1. P.  Matías Illescas (+1641)
  2. Fr. Francisco Piña (+1641)
  3. Fr. Pedro de la Cruz (+1641)
  4. N N (+1642)
  5. N. N. (+1642)
  6. – 12 N.N.(+1657)

13-17. P. Francisco Mejía (+1670 [12]) +  cuatro hermanos legos más.

  1. P. Alonso de Madrid (+1670 [13])
  2. Fr. Antonio Acevedo (+1670)
  3. P. Francisco Izquierdo (+1674)
  4. Hno. Andrés Pinto (+1674)
  5. P. Francisco Carrión (+1674)
  6. Fr. Antonio Cepeda (+1674)
  7. P. Manuel Biedma (+1687)
  8. P. Juan  Vargas Machuca (+1687)
  9. P. José Soto (+1687)
  10. Fr. Pedro Álvarez (+1687)
  11. Hno. Pedro Laureano (+1687) Callao
  12. P. Blas Valera (+1694)
  13. P. Juan Zavala (+1694)
  14. P. Francisco Huerta (+1694)
  15. P. Jerónimo de los Ríos (+1704)
  16. Hno. Juan Delgado (+1718)
  17. Tomás de San Diego (+1721)
  18. -36. P. Fernando de San José (+1724) Hno. Donado (N.N,)
  19. Fr. Lucas de Jesús (+1724)
  20. Fr. Tomás de San José (+1724)
  21. P. Manuel Bajo (+1737)
  22. P. Cristóbal Pacheco (+1737)
  23. P. Alonso Del Espíritu Santo (+1737)
  24. Hno. Juan De San Antonio (+1737)
  25. Hno. Simón de Jesús (+1737)
  26. P. Domingo García (+1742)
  27. P. José Cabanes (+1742)
  28. Hno. José de Jesús (Tenorio) (+1742)
  29. P. Manuel Albarran (+1747)
  30. Fr. Fernando de Jesús(+1747)
  31. Hno. Jacobo (+1747)
  32. P. Antonio Caballero (+1757)
  33. P. Francisco Francés (+1763)
  34. P. Roque Aznar (+1766)
  35. Hno Manuel Ranero (+ 1766)
  36. P. Juan de Dios Fresneda (+1766)
  37. Fr. Francisco Jiménez (+1766)
  38. P. Mariano Herranz (+1766)
  39. Fr. Antonio Goroztiza (1766)
  40. Fr. Alejandro de las Casas (+1766)
  41. Fr. José Caballero (1766)
  42. Hno. Manuel de Animas (+1766)
  43. P. Juan de Santa Rosa (1766)
  44. P. José Miguel Salcedo (+1766)
  45. P. José Jaime (+1766)
  46. P. José Menendez (+1766)
  47. Fr. Manuel de San Pablo (+1766)
  48. Hno. Andrés Bernal (+1766)
  49. Hno. Mauricio de San Francisco (1766)
  50. Hno. Hipólito de Jesús (+1766)
  51. P. Juan Crisóstomo Cimini (+1852)
  52. P. Feliciano Morentin (+1852)
  53. Fr. Andrés Bertona (+1852)
  54. P. José Romaguera (+1896)

III. Martirios significativos:

1. Los Proto- mártires Fray Jerónimo Jiménez y Padre Fray Cristóbal Larios (1637)
Fray Jerónimo de Jiménez era limeño de nacimiento. A los 23 años renuncia los bienes paternos y decide ingresar a la orden franciscana en el Convento de los Descalzos. Además tenía el titulo de Bachiller en artes y había cursado la teología. A pesar de su formación, por más que por obediencia le exigieron que se ordenase sacerdote, prefirió el estado laical.
Su labor misionera comienza, cuando por consejo de Fray Bernardino Salas, le orienta hacia los puestos de misiones en los panatahuas. Nuestro fraile se encontraba en aquellos tiempos en Cusco, había llegado el 30 de septiembre de 1628.
Jerónimo Jiménez tuvo el privilegio de ser el compañero del Padre Felipe Luyando, en la evangelización de los panatahuas. Hay que destacar que su presencia en la región fue extraordinaria, en Tarma, entre los Tinganeses, y en Tonua, como un verdadero misionero, en 1631, fundó una escuela en la que enseñaba a 50 niños a leer y ayudar a misa con éxito que, a pesar de tener que escribir el abecedario en tablillas de madera por falta de textos, según cuenta el mismo algunos aprendieron en una semana el alfabeto y con el tiempo llegaron hasta leer latín. Además él aprendió el idioma de la región. Aquí permaneció tres años. En unas de sus entradas, a los diversos lugares circunvecinos terminó perdiéndose dieciocho días.
En 1635 pasó al Cerro de la Sal en el cual por espacio de dos años conmovió las regiones de Paucartambo, del Chanchamayo y del Perené y predispuso los corazones de los indios para ser regeneradores en las aguas bautismales.  Fue en esta región que un 8 de diciembre de 1737 fue martirizado.
Tanto Amich como el cronista Córdova mencionan que Fr. Jerónimo Jiménez, ingresó por el pueblo de Huancabamba en el año de 1635, hacia el Cerro de la Sal y en Quimiri (hoy la Merced) fundó el primer pueblo con capilla [14]. Que se detuvo en los valles de Huancabamba y Oxapampa, como base para entrar con seguridad a las regiones inmediatas pobladas por indígenas Amueshas y Campas. Además descubrió una ruta posible: Huánuco, Huancabamba, Cerro de la Sal [15]. Ocasión propicia para no pasar por Tarma que era monopolio dominico y además permitía estar exentos del peligro físico causada por el paso de la serranía de Jauja [16].
Fr. Jerónimo en la planicie de Cerro de la Sal hizo levantar una Iglesia con la advocación de San Francisco, allí  catequizó por seis meses a los indígenas amueshas [17], y entabló una cristiandad llena de fervor infundiendo a los neófitos un nuevo espíritu y reformando sus costumbres, labor que se entendió a los campas [18] que estaban en el pueblo de Quimirí, cuyo cacique Andrés Zampati había recibido el bautismo con anterioridad por los dominicos. El cacique a los ocho meses de conocerse con Fr. Jiménez le invitó a establecer una misión en Quimirí, que fue llamada por Fr. Jerónimo San Buenaventura.
Fr. Jerónimo durante el año de 1636 no se descuidó de la enseñanza cristiana y se dedicó al estudio de la lengua campa, que aprendió con expedición y gran gusto de los indios. Toda iba viento en popa, hasta que la conducta poligámica del Cacique Andrés Zampati [19] de hacerse con tres mujeres, mereció la amonestación paternalmente de Fr. Jerónimo. A pesar de quedarse con una de ellas, Zampatí buscaría el momento oportuno para tomar venganza de lo que creía era un agravio a su persona. Su amor que tuvo al misionero se convirtió en odio mortal [20].
Fr. Jerónimo a pesar de la situación difícil, continuó su obra catequética, y una vez preparados, y no siendo sacerdote, invitó al Padre Fray Cristóbal Larios, que estaba en Huánuco para que hiciera la celebración de los sacramentos. El cual llegó prontamente.
Zampati después de haber fracasado en un primer intento de dar muerte a los misioneros, no desaprovechó la ocasión que se le presentó cuando llegaron a Quimirí el P. Fr. Tomás Chávez, dominico, que buscaba la conversión de los infieles de aquellas comarcas, y que estaba acompañado de un grupo de soldados. El mismo informó que era fácil entrar al Perené, y visitar aquellas tierras, y que el P. Chávez hallaría buena acogida y cosecharía muy abundantes frutos; y que sobre todos los misioneros le podrían acompañar.
A pesar que conocía la verdadera intención, Fray Jerónimo aceptó acompañar la expedición, y lo hizo para que el Padre Dominico no interpretase, como falta de caridad y envidia, además porque anhelaban la palma del martirio. El padre Tomás Chávez a los días de navegación se enfermó de gravedad, quedándose en el camino y cuando pudo regreso a Quimirí.
La caravana en la que iba Fray Jerónimo fue atacada río abajo por el Perené, en un punto, próximo a las cascadas. Los primeros en caer fueron los cinco soldados españoles. El cacique y su mujer y los balseros, saltaron al agua y a nado ganaron la orilla. Llovían las flechas hasta que murieron casi todos, menos un joven de catorce años, que mal herido pudo escapar y salvarse, sin embargo, los indios perdonaron la vida a Fray Jerónimo, pero cuando el cacique llegó a tierra, mandó que le flechasen. Su mujer se esforzó por impedirlo,  advirtiéndole que aquel Padre le había enseñado las oraciones, y su compañero le había bautizado; que ningún mal le había hecho.
Nuevamente intimó a que flechasen al fraile. Sin embargo no se animaban, en una tercera advertencia dos de los indios obedecieron: las dos saetas le dieron en el pecho, pero ninguna en el corazón.
El siervo de Dios viéndose herido, se puso de rodilla sobre los palos de la balsa; tomó en la manos el Santo Cristo, le miró con toda ternura que le inspiraba su ardiente amor, lo estrechó a su pecho con dulces lágrimas de júbilo por la dicha del martirio; luego con el crucifijo entre las manos, levantó con los ojos al cielo, su patria, a donde iba a volar sus alma; y quedo en aquella postura en coloquios dulces y ardientes con Dios y con María Santísima, su tierna madre.
Al negarse los indios a tirarle más flechas, Zampati se arrojó en persona al río, llegó a la balsa, tomó uno de los remos, y le dio dos golpes en la cabeza y lo dejo tendido y muerto. Esto sucedía un 8 de diciembre de 1637.
Después Zampati dio órdenes para buscar al P. Larios y sus compañeros y darlos muerte. Estos procedieron con cautela y los esperaron en lugar en que no les valiesen sus armas. Así el 11 de diciembre, fueron emboscados en una cuesta en donde no se podía subir sino valiéndose de ambas manos. Flecharon a la primera avanzada. el P. Larios, cayó rodando cuesta abajo, muriendo al instante.
Dos soldados pudieron salvarse de ambas masacres y estos fueron quienes dieron testimonio del final glorioso de estos dos religiosos [21].
2. Martirio del Padre  Matías Illescas, Fr. Francisco Piña y  Fr. Pedro de la Cruz (1641)
El martirio de estos tres ilustres misioneros, es digno de consignarlo para nuestro conocimiento. Fr. Matías nació en Toledo (1617), habiendo tenido un buen porvenir como banquero en Lima, ingresó entre los franciscanos a los 21 años de edad, y apenas ordenado sacerdote pensó en los infieles y logró que le nombrasen en 1640 cura de la parroquia de Huancabamba, próxima al Cerro de la Sal. Sus compañero, ambos ecuatorianos, tanto Fr. Pedro de la Cruz como Fr. Francisco Piña ingresaron la orden franciscana en el convento de San Diego de Quito. Ambos vivieron muy unidos en las voluntades, y ambos resolvieron dedicarse a las misiones de infieles y solicitaron entrar a la provincia de los Quijos, en las riberas de los afluentes del Napo [22]. Igualmente ambos formando parte de una expedición misionera realizada en 1635 a la región amazónica, líderada por el P. Comisario Fr. Calderón, el cual significó una proeza, lamentablemente la corona decidió dejar como responsables de estos lugares de misión a los padres Jesuitas.
Situación que obligó a estos hermanos a venir a a Lima. Justamente no perdieron oportunidad por trabajar en el oriente ecuatoriano entrando por el Ucayali. Estos llegaron a Huancabamba, quienes contaron al P. Matías Illescas sobre la grandeza del Amazonas, de sus poderosos afluentes, y de la mucha gente que vivía en sus márgenes, que deseaban recibir el santo bautismo y abrazar la religión cristiana.
Fr. Pedro y Fr. Francisco tenían la convicción que llegarían a su destino final, según sus conocimientos geográficos ellos podrían bajar por el río Tarma y llegar hasta los quijos ecuatorianos del Napo subiendo por los ríos peruanos (Ucayali, Amazonas y  afluentes) sin tener que pasar por las misiones de los jesuitas de aquel país. Así se embarcarían en Quimirí e irían río abajo, como Dios lo dispusiese, y un 3 de agosto de 1641 se embarcarían en la aguas del Perené. Nadie supo de ellos, hasta que 45 años después se conoció que habían sido alevosamente muertos por los Shipibos en el río Aguaytía [23].
Según un relato hecho, en 1686, por el P. Fr. Francisco Huerta, después de haber realizado en el Ucayali la conversión de los Cunibos, le dieron cuenta que hace 45 años habían visto dos religiosos como él, en una balsa, con dos españoles y dos indios campas, llevando algunas herramientas. Que éstos trataron por todos los medios de que no siguieran su trayecto, porque los Shipibos no les perdonarían la vida. Los Cunibos no supieron más de ellos; pero años más tarde observaron que los Shipibos tenían herramientas. E interrogados, dijeron que eran de unos Padres y Viracochas que vieron pasar por la desembocadura del Aguaitía, a  quienes  convidaron amigablemente, y luego mientras dormían les quitaron sus vidas y se hicieron con las herramientas que llevaban. Años después los Shipibos de Laguna afirmaron lo mismo al P. Vital [24].

  1. Martirio del P. Manuel Biedma (+1687)

Manuel Biedma es uno de los grandes misioneros del siglo XVII. Ingresó a la orden franciscana el 17 de julio de 1658. Al poco tiempo lo vemos trabajando como misionero con la Callisecas o Shipibos en el 1663 y desarrolló una actividad misionera realmente extraordinaria por lo extenso de su ministerio (montañas del Pangoa, Mantaro, Apurimac, Tambo, Perené y Ucayali) y llena de descubrimientos y frutos misioneros. Escribió gramáticas, vocabularios y catecismos en campa, y relatos de sus viajes, el principal de los cuales es el Memorial al señor Virrey sobre las misiones de los indios Andes, escrito por orden del virrey Marqués de la Palata y preparado en 1683 y contiene un resumen de las actividades de las misiones franciscanas entre los años de 1640 y 1683, tiene un valor incalculable para conocer la geografía de entonces y de de las etnias que la habitan [25].
En tiempos en que sucedió su martirio, los franciscanos habían llegado hasta el río Ucayali, no lejos de la desembocadura del Pachitea, con dirección al sur y se instalaron con los Cunibos. Se fundó San Miguel de los Cunibos. Pero una dificultad surgió al encontrarse con los padres jesuitas, y siguiendo el dictamen de la prudencia, resolvieron retirarse para no dar margen a un conflicto que pudiera resultar poco edificante a los indígenas  a quienes se quería evangelizar.
Respetando los dictámenes a favor de los Jesuitas, el P. Comisario General dispuso fundar y establecer una misión con el nombre de San Francisco Solano, en un punto entre el Tambo y el Ucayali, designado para esta empresa al P. Biedma. Tanto la autoridad política como los superiores de la Orden no detectaron el peligro a que se exponían a los misioneros al entrar en aquella coyuntura del río Tambo, cuyos márgenes estaban dominados por los piros, quienes eran los más agresivos de la región.
Teniendo todo disponible, P. Fr. Manuel Biedma partió acompañado de Fr. Juan de Varga Machuca y Fr. José Soto, del religioso lego Fr. Pedro Álvarez, y del hermano donado Pedro Laureano y varios indios cristianos. Entre la expedición no figuraban ni indios de guerra ni militares españoles y esto fue sin duda una omisión lamentable.
A principios de Julio del 1687 ya estaban los mencionados misioneros en el puerto de San Luis. Sería en la segunda o tercera jornada, cuando cayeron en una emboscada, donde la lluvia de flechas no dejó con vida a ninguno de los viajeros.
Sobre el Martirio de Biedma y compañeros no ha quedado una relación escrita, porque al parecer no hubo ningún sobreviviente de la masacre. Tradicionalmente se cuenta que P. Manuel Biedma murió cuanto trataba de proteger al niño cunibo de los golpes de la macana [26].

  1. Mártires en tiempo de la sublevación de Juan Santos Atahualpa

En el año de 1742 después de la gran labor evangelizadora iniciada en el 1709, por el fundador del Convento de Santa Rosa de Ocopa, Fr. Francisco de San José (+1736), las misiones se encontraban en pleno auge, pero desgraciadamente sucumbieron por la aparición de Juan Santos Atahualpa, destrozando todo cuanto encontraba a su paso y reduciendo a la nada en poco tiempo la paciente labor de muchos años.
Según los datos que se refieren a Juan Santos, venía fugitivo del Cusco, a causa de haber dado muerte a su amo, un religioso de la Compañía de Jesús, y que para su seguridad en la montaña, se presentó como el descendiente legítimo de los antiguos incas [27]. Así en mayo de 1742, lo hizo ante Mateo Santebangori, Cacique de Quisopango en el Gran Pajonal, como el verdadero inca, descendiente de Atahualpa, además de presentarse cómo un gran mesías, salvador de toda dominación extranjera e injusta, según él proponía acabar cualquier tipo de esclavitud como obrajes, panaderías, etc. Discurso que sirvió para que pronto todos los grupos étnicos lo apoyasen y se alzarán en armas.
En poco tiempo Juan Santos Atahualpa se ganó la estima y las voluntades de las distintas etnias, infieles como cristianos, valiéndose sobre todo de magníficas promesas. Estaban con él los Piro, los Mochobos, los Simirinches, hasta los moderados Cunibos. Los indígenas del Pajonal, del Perené y Cerro de la Sal se sentían orgullosos de ser el centro de donde partía el nuevo movimiento.
Sin embargo, el cacique de Sonomoro se negó a darle su obediencia, y construyó un refugio para todos aquellos que negaran su obediencia. Hasta Sonomoro llegaron los fieles indígenas de Jesús María, Catalipango y Parica, incluso los conversores del Gran Pajonal Fr. Pedro Domínguez y Fr. Francisco Gazo creyeron prudente al verse abandonados de sus neófitos varones, refugiarse con los niños y mujeres en Sonomoro.
El movimiento también tuvo éxitos, gracias a la ineptitud de las autoridades de Lima, Jauja y Tarma. La rebelión duró más de diez años y que terminó con todas las misiones franciscanas.

a. Martirio del Padre Fr. Domingo García y compañeros (1742) [28]

Cómo hemos mencionado, no se dieron hechos concretos para sofocar la rebelión de Juan Santos Atahualpa. La ocasión se presentó cuando fueron capturados  tres indígenas partidarios de Juan Santos, en el pueblo de Nijandaris, poco distante de Quimirí. Estos propusieron entregar a Juan Santos si el padre Domingo García les acompañaba. El padre aceptó tal propuesta de ir a Cerro de la Sal a pesar que el Padre Arévalo buscó por todos lo medios de hacerlo desistir, porque conocía las verdaderas intenciones.
Fr. Domingo García partió acompañado del P. Fr. José Cavanes y el hermano Tenorio, y los tres indígenas, dos se estos luego se adelantaron con el pretexto de alistar las balsas, para pasar al río Paucartambo, pero en realidad iban a advertir a los suyos para que preparasen la matanza. Llegados los misioneros a las riberas de este río, en el punto más cercano a la cumbre del Cerro de la Sal, aparecieron en la banda opuesta, junto con los dos indios, que se adelantaron, otros no pocos, dolosamente alegres, risueños y fingiendo amistad.
Consecuentes con su actitud, pasaron con presteza en balsa a los misioneros, y a nado las mulas. Luego embarcaron en una balsa a los tres misioneros; y cuando se hallaban en el punto más peligroso, les voltearon la balsa, mientras ellos luchaban con la corriente impetuosa y con los peligros de la muerte, ansiosos de ganar la orilla, fueron atacados por un grupo que salieron del espeso bosque y dispararon sus flechas sobre los náufragos. A pesar de los disparos, los misioneros se iban acercando a la ribera, ya mortalmente heridos.
El padre Cavanes, reparando que ya se desangraba del todo por innumerables heridas y que le iban dejando los últimos alientos, acordándose de la agonía de nuestro Señor Jesucristo y con gran deseo de salvación de sus mortales perseguidores, dijo en alta voz; “Amorosísimo Padre y Señor Mío, perdónales por tu infinita misericordia, pues no sabe lo que hacen”. Y acabando de hablar así su cuerpo se inclinó y se desplomó al río, para ser arrastrado por las ondas. El P. Domingo llegó a la orilla, donde fue masacrado a golpes. Luego le cortaron la cabeza, que fue recogida y enterrada en la Iglesia del Cerro de la Sal por uno de los indígenas menos malévolo, su cuerpo fue arrojado al río y arrastrado, al igual que la de sus compañeros. Esto sucedió un 21 de setiembre de 1742.
Posteriormente el Padre Arévalo recogió la cabeza del Padre Domingo García, que se hallaba incorrupta, todo un milagro, ya que es fácil que toda carne se descompone en menos de veinticuatro horas. Tanto su cabeza como sus huesos rescatados del río fueron trasladados y enterrados en Ocopa.
Juan Santos Atahulapa se hizo fuerte, más aún cuando capturó el fuerte de Quimirí construido por los españoles. Esto sucedió a fines de diciembre de 1742. Toda la fuerza militar que había quedado disminuida terminó sucumbiendo frente a una gran multitud de indígenas.
b. Martirio del Padre Manuel Albarrán y Compañeros (1747) [29]
En 1746, el 20 de agosto, se determinó construir dos fuertes: uno en Chanchamayo y otro en Oxabamba para contener el avance y audacia de los infieles, y a los habitantes de la sierra impedir su entrada a la montaña.
Para estos años el Padre Manuel Albarrán concentró todos sus cuidados a la conservación de la cristiandad de Sonomoro. Debido a que se dio por perdidas las esperanzas de lograr recuperar Huancabamba, Oxapampa, Cerro de la Sal, el Gran Pajonal, Chanchamayo, Metraro.
El Padre Albarrán, por estos tiempos, recibió la información, que en la montaña de Acon que confina con la provincia de Huanta, los indios infieles que suelen salir a los cocales de dicha provincia, decían que querían tener paz con todos y ser cristianos; y que si los padres entraran por allí, les recibirían con amor, y les entregarían al rebelde.
El Padre Albarrán pensó que no podía perder aquella coyuntura para lograr una entrada franca a la región de Pangoa por la provincia de Huanta; y en el mes de febrero de 1747, salió de Ocopa acompañado de Fr. Fernando de Jesús y del hermano donado Jacobo.
En Huanta amplio sus informaciones sobre el animo de los mencionado infieles, por el cual se decidió seguir su expedición. Acompañaron la expedición diez soldados españoles y veinte indios cargueros, y salieron de Huanta a mediados de marzo, el 28 de aquel mes estaban en las márgenes del río. Era martes santo, y pasaron la noche en aquellas riberas, con las balsas ya listas para pasar el río al día siguiente.
El padre Albarrán no ignoraba que aquel sitio era de los más peligrosos; y así exhortó a todos de la comitiva a que se confesasen, y él con sus compañeros religiosos pasaron toda la noche en oración. Algunos indígenas serranos los abandonaron antes del amanecer.
Celebró la misa el miércoles santo con gran devoción y recogimiento. Estaban agradeciendo por la comunión, cuando sorpresivamente se vieron cercados de una muchedumbre de indios, que luego arrojaron sobre ellos una lluvia de flechas. Vanos fueron los esfuerzos para demostrarles su amistad y benevolencia. Los militares fueron apabullados por el  gran número de los nativos.
Se conoce este relato, porque uno de los cargueros de Huanta, que permaneció escondido en el monstruo paraje pudo ver la ejecución de los misioneros. Este testigo salió para Huanta, el 14 de abril de aquel año de 1747 y contó lo acaecido al padre Fr. José de San Antonio y a Fr. Juan Raimondez, que estaban en Huanta de paso a España por la vía de Buenos Aires.
Las causas de este martirio no sólo se debió a la influencia subversiva de Santos Atahualpa, ni la malevolencia de los Campas, o Simirinches o Piros. Según declaración de Juan de Cáceres, comerciante de coca, y la que agrega el P. Fr. José de San Antonio, se debió especialmente, a unos refugiados en esta zona, perseguidos por la justicia por haber cometido homicidios, quienes instigaron a los indígenas para matar, según ellos a los intrusos, lógicamente con la finalidad de no ser descubiertos, estos hombres también habrían influenciado en los indígenas para dedicarse al pillaje en las fronteras y otras cosas inauditas.
La revolución de Juan Santos Atahualpa siguió su curso, en el año 1751, se encaminó a castigar a los Simiriches y Antis que se encontraban en Sonomoro, quienes se habían negado a someterse a su autoridad. Luego de devastar Sonomoro, en 1752 salió a la sierra, Andamarca, para solicitar el rendimiento de los cristianos indígenas a su autoridad. Encerró en la cárcel a los padres Fr. Juan de Dios Frezneda, y a Fr. Mauricio Gallardo. Sin embargo, no consiguió que se sometieran a su autoridad, después de saquear al pueblo, lo incendió, intentando que los misioneros murieran en dicho incendio, felizmente fueron rescatados antes de que las llamas hagan estragos en ellos.
Este hecho sería el inició de su final, se retrajo a las vencidades de Metraro, Eneno y Pichana. Santos Atahualpa no sería ya el señor del Perú y de las Américas; porque se oponía a este intento, la insuperable barrera de la indolencia e insensibilidad de los serranos. Se cree que murió entre los años de 1755-1756.
5. Martirio de P. Cimini y compañeros (1852) [30].
Fr. Crisóstomo Cimini fue el primer misionero que entró a las misiones ayudar al P. Fr. Manuel Plaza quien se encontraba sólo desde la clausura del convento en 1824, esto sucedía en 1840. Cimini que era italiano de nacimiento vino a Perú para incorporarse al Convento de santa Rosa de Ocopa siendo aún corista (estudiante) y se ordenó sacerdote en Lima, el 4 de abril de 1840.
Fr. Crisóstomo Cimini igualmente trabajó incansablemente en las márgenes del Ucayali y sus afluentes. Fue un misionero muy solícito en organizar el trabajo apostólico en los diversos centros establecidos allí, y sobretodo en facilitar a los misioneros el ingreso y la salida de aquella lejana región.
Cuando volvió a Ocopa, realizó un impresionante trayecto, debido a que pasó del Ucayali al Huallaga, de éste a Balsapuerto, de aquí a Moyobamba, luego a Trujillo, de Trujillo a Lima, y de Lima a Ocopa. Su finalidad fue siempre encontrar la mejor vía para llegar con prontitud y con menos dificultad a estos lugares.
Fr. C. Cimini tuvo el firme propósito de restaurar las conversiones de Huanta, abiertas con tanto éxito en tiempo del P. Manuel Sobreviela, y abandonadas al consumarse la independencia del Perú. Se conoce que desde el 1781 se fueron estableciendo importantes conversiones, tanto a orillas del río Mantaro como en las riberas del Apurimac.
Ya en mayo de 1852 realizó una expedición fallida, él y sus compañeros estuvieron navegando el río Apurimac, incluso se salvaron de morir ahogados. En esta expedición iba acompañado del P. Fr. Juan Bautista Narváez. Sin embargo el percance no desanimo al Padre Cimini, conocedor sobre todo de la rica tradición de tantos hermanos franciscanos, quienes habían estudiado esta región, cuyos ríos cuencas y valles, como Sanabamba, Vizcatán, Simariba, Acón, Chognacota, no les eran desconocidos, y que además fundaron las misiones de Mantaro, Simariba, Intate, Maniroato y Quiemperic.
En ese mismo año después de haber estado presente en el Capítulo Guardianal de Ocopa, emprendió de nuevo su viaje por las márgenes del Mantaro y Apurimac, acompañado del P. Feliciano Morentín y de Fr. Amadeo Bertona. Cimini había escrito, antes de salir, al P. Calvo, previniéndole que si no le era posible restaurar nuevamente las conversiones de Huanta, bajaría a Sarayacu.
El relato del martirio del Padre Cimini y compañeros está envuelto de misterio, y cubierto de oscuridad. Hay distintas versiones. En Huanta se asegura que la muerte violenta de los padres fue entre Chaymacota y Catongo. Sin embargo tanto la Historia de las misiones de Ocopa, y un folleto titulado Los campas. Descripción de los pasos y costumbres de la tribu que habita las regiones del Apurimac, por J.G. impreso en 1868. Describe los hechos con bastante acierto.
Al parecer los misioneros fueron bien acogidos, sin embargo pronto cambiaron sus sentimientos, seducidos por el intérprete, que estos misioneros no eran tales en realidad, sino que venían con otros fines, el de robarles sus mujeres e  hijos, para hacerles trabajar como esclavos en sus haciendas, arremetieron contra los padres asesinándoles cruelmente con sus flechas y macanas.
El folleto en mención, describe: que los infieles trataron a los padres con respeto, porque la misión les traería grandes beneficios a ellos. Pero que en esa época se hallaban dos individuos escondidos por diversos crímenes. Perseguidos por la justicia, advirtieron que la presencia de los misioneros, no les era nada favorable, y conspiraron el modo de expulsar a los misioneros.
Para tal efecto, aseverando que esos hombres no eran realmente bondadosos, como suponían, sino unos soldados disfrazados para abusar de la sencillez de ellos, y que más tarde serían perseguidos, privados de sus comodidades, hijos y mujeres, y que andarían errantes sin tener como reunirse entre ellos. Con tales ideas, expuestas a los indígenas, estos reunieron y dialogaron la forma de deshacerse de los misioneros.
Resolvieron asesinarlos, creyendo que era el último remedio, y porque también atizaban tal decisión los malvados intérpretes, proponiendo que sea lo más pronto; y en efecto así actuaron, cuanto menos lo pensaron los misioneros y con la mayor serenidad, consumaron la muerte de todos ellos volteándoles la canoa en que iban navegando por el río Apurimac.
El sabio Raimondi calificó “sea como fuere, lo cierto es que tanto la religión como la ciencia geográfica perdieron con el P. Cimini un valeroso y abnegado campeón“. La necrología del Convento fecha su muerte el 30 de noviembre de 1852.
A modo de conclusión
La presente relación nos ha permitido
– Sacar del olvido a un número considerable de religiosos franciscanos que vivieron con autenticidad su vocación religiosa, sacerdotal y misionera, que fueron capaces de entregar la vida al igual que el Maestro.
– Conocer la inmensa actividad evangelizadora desarrollada por nuestros mártires franciscanos, y quizás  reconocer que ellos con su muerte no sólo testificaron a Cristo, sino que fueron semilla de lo que actualmente es nuestra Iglesia del Perú,  sobre todo   en aquellos lugares en que murieron y hoy son iglesias locales. Tarma, Huanuco, Huancavelica.
– Conocer que la muerte de los frailes franciscanos en muchas ocasiones se debió a la inconstancia y artimaña de los indígenas. Recordar que varios misioneros murieron al amonestar ciertas conductas que el evangelio jamás permite, por ejemplo, la poligamia, sobre todo, de los caciques que después de haberse bautizado volvieron a sus antiguas costumbres. La corrección por parte del misionero llevó consigo el odio y posteriormente la muerte.
– Igualmente conocer que el misionero tuvo un enemigo en aquellos refugiados en estas zonas, que perseguidos por la justicia movieron cielo y tierra, con tal de no tener cerca de ellos a un ser que podría delatarles y por tanto perder su libertad, hasta inventaron falsos supuestos que a las finales costó la vida al misionero.
BIBLIOGRAFIA
Libro de incorporaciones y desincorporaciones Colegio de Propaganda Fide de Ocopa, Introducción y notas Fr. J. HERAS, Lima. Imprenta Editorial San Antonio, 1970, 151.
GOICOECHEA, A., El convento de Ocopa. Su influjo histórico-misionero y cultural en la provincia misionera de san Francisco Solano del Perú. Lima, Ediciones Centenario, 2007.130.
IRIARTE, L., Vocación Franciscana. La opción de Francisco y Clara de Asís. Síntesis de los ideales de san Francisco y santa Clara. Valencia, Editorial Asis,  1989, 378.
IZAGUIRRE, B., Historia de las misiones franciscanas y narración de los progresos de la geografía en el oriente del Perú. Nueva edición preparada por F. SAIZ: Vol. I (1619-1767). Lima, 2001. Vol. II (1772-1794) Lima, 2002; Vol. III (1781-1815) Lima, 2003; Vol. IV (1795-1897) Lima, 2003. Vol. V (1852-1921) Lima 2004.
MANSELLI, R. Vida de san Francisco de Así, Oñati (Guipúzcoa), Editorial Franciscana Aránzazu, 1997. 356.
ROTZETTER, A.; VAN DIJK, V.; MATURA, T., Un camino de evangelio. El espíritu franciscano ayer y hoy, Madrid, Ediciones Paulinas, 1984, 343.
Notas:
[1] L. IRIARTE, La vocación franciscana, p.361.
[2] R. MANSELLI, Vida de San Francisco de Asís, 1997. p. 216.
[3] Cf. L. IRIARTE, Op.Cit. p.364-365
[4] L. Ibid. p.366.
[5] Cf.  W. VAN DIJK, El Espíritu franciscano a través de los siglos. En Un Camino de Evangelio. p. 175-176
[6] Según la Obra de B. Izaguirre, los panatahuas era una raza aguerrida y vigorosa, que vivían en la margen izquierda del río Huallaga. Vol. I. p. 101. El P. F. Luyando “empleo diez años de su labor a evangelizar a los Panatahuas, extirpó la superstición, bautizó, y logró unirlos con el sagrado vinculo del matrimonio. Formó familias de ejemplar piedad, etc” Vol. I. p. 137. Además ver AIA 30 (1928) 55 y 2(1942) 436.
[7] J. HERAS publicó la nomina de 72 religiosos como Apéndice del Libro de incorporaciones y desincorporaciones del Colegio de Santa Rosa de Ocopa, 1970.
[8] A. GOICOECHEA, Convento de Ocopa, p.105.
[9] Ibid. 105
[10] Ibid. p.105.
[11] Ver nota 7.
[12] B. IZAGUIRRE, sobre el martirio de P. Francisco Mejía lo sitúa en 1667. Ver p. 162.
[13] Ibid., Caso parecido en el mismo año  de 1667. Además anota que fueron martirizados tanto Fr. Francisco Mejía y P. Alonso De Madrid el hermano Antonio Acevedo.
[14] Cf. B. IZAGUIRRE., Vol. I, p. 186.
[15] Cerro la Sal es un ramal de la cordillera oriental andina. Se hizo famosa por tener un potente veta de sal gema, hasta ahí llegaban los nativos de lugares circundante. El Cerro de la Sal llegó a ser un lugar de mucha importancia y decisiva para la labor de la misión franciscana. Sus depósitos de sal satisfacían la necesidad de este elemento esencial para la alimentación de las tribus no sólo de la zona, sino también de otras muchas interior de la selva.
[16] B. IZAGUIRRE, Vol I, p. 186.
[17] Los Amueshas moraban los pequeños ríos el Paucartambo, el Palcazu, Pozuzo, el Mairo y, parte del Pichis y algunos afluentes del Pachitea.
[18] Los campas era una nación numerosa, notable por su nativo orgullo, muy extendida por las márgenes de grandes ríos, como Perené, Tambo, y la parte más elevada del Ucayali y el Apurimac.
[19] Andrés Zampati ejercía su poder no solo en Quimirí y Nijandáris, sino también en el Perené, y hasta la región de los Andes,
[20] B. IZAGUIRRE, Vol I, p. 194
[21] Según el P. Tena el lugar de la muerte de Fr. Jerónimo Jiménez, se llamaba Avitico (f.107) y el lugar de la segunda masacre cerca de Epilo, lugar que posteriormente formó parte de Eneno, según se deduce de la carta de Juan Fernández Durana a don Juan de Espinosa, corregidor de Tarma (BNM ms 2950 ff.110-111) Además Cf. B. IZAGUIRRE Vol. I, Nota 161. p.199.
[22] Ibid., Vol I. notas 169 y 170 p. 210
[23] Cf. Ibid., Vol. I. p. 214-215
[24] Ibid., Vol. I. nota 178 p.215.
[25] Cf. Ibid., Vol. I. nota 193 p. 227-228.
[26] Cf. Ibid.,  Vol. I. nota 276. p.337
[27] Cf. Ibid., Vol. I p. 470-471.
[28] Cf. IZAGUIRRE. Op. Cit. p. Vol. I. 486-489.
[29] Cf. Ibid., Vol. I. p. 502 -504
[30] Cf. IZAGUIRRE. Op. Cit. Vol. IV p. 220

Martha y María, hermanas de Lazáro

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Evangelio según San Lucas 10,38-42.
Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa.
Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra.
Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude“.
Pero el Señor le respondió: “Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria. María eligió la mejor parte, que no le será quitada“.

Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:

Cada año en el instituto estudiabamos una de las obras de William Shakespeare. Incluso me las arreglé para ver a algunos de ellos en el escenario, ya que el Festival Shakespeare de Stratford (Ontario) está cerca de mi ciudad natal. Tal vez hayas leído, estudiado y visto algunas de sus obras, el mejor escritor inglés (antes de J.K. Rowling). Sin embargo, sólo recuerdo dos líneas significativas de cualquiera de las obras que leí, estudié o vi, “Romeo, Romeo, dónde estás, Romeo…” de Romeo y Julieta, y “ser o no ser…” de Hamlet.
Pensé en “Ser o no ser” cuando leí por primera vez el evangelio de este fin de semana (Lucas 10:38-42). Martha y María, las hermanas de Lázaro, son bien conocidas por este pasaje. Tradicionalmente han llegado a representar las espiritualidades activas y contemplativas en la Iglesia y en nuestra naturaleza humana. Martha es una mujer ocupada, preparando una comida. Ella tiene una casa llena de invitados, incluyendo a Jesús, algunos de sus discípulos, y algunos de sus amigos. Ella acude a Jesús en busca de ayuda, que él, reconociendo su actividad, le diría a su hermana María que vaya y le ayude en la preparación y servir la comida. Pero Jesús hace justo lo contrario, para decepción de Marta (estoy seguro). Él le dice que “María ha elegido la mejor parte“. ¡No es lo que Martha quería escuchar! En este evangelio María es el epítome de un discípulo, como en el mundo de la filosofía de Grecia y Roma. El discípulo era aquel que se sentaba a los pies del Maestro, y escuchaba cada palabra de ellos. Estaban dispuestos a aceptar una ‘disciplina‘ (desde la misma palabra raíz) para ser como el Maestro: para pensar y sentir, hablar y actuar como el Maestro. Eran como una esponja que absorbió todo lo que venía de la boca del Maestro. Jesús le dice a Martha, y a nosotros, que aquí es donde y cómo empezamos a ser discípulos.
Nuestra primera lectura, del Libro del Génesis (18:1-10a) muestra la fidelidad de Abraham a Dios. De una manera especial Abraham reconoció a estos tres misteriosos visitantes como hombres enviados por Dios. Él estaba, de alguna manera, ‘en sintonía‘ con los caminos de Dios y reconoció su visitante. Es como algo fuera de lo normal. Les mostró hospitalidad y generosidad. Su fidelidad fue recompensada cuando revelaron que el próximo año en ese momento Abraham y Sarah tendrían un hijo. Ya eran mayores de edad, y habían perdido cualquier esperanza de tener un hijo. Y, de hecho, dentro de un año nació Isaac.
Nuestra segunda lectura de la Carta de San Pablo a los Colosenses (1:24-28) escuchamos a Pablo hablar del “ministerio que se le dio para completar… la palabra de Dios“. Pablo, también, al igual que Abraham, reconoció cómo Dios estaba trabajando en él, para llevar gente a Jesucristo, y para edificar la Iglesia. Él quería “presentar a todos perfectos a Cristo“. Debido a su nueva vida en Cristo sabía que esto no era un sueño, sino una promesa de Dios.
La conexión de estas lecturas con “Ser o no ser…“, es que al pedirle a Martha que seamos como Mary, y pedirnos que seamos como María, él quiere que “seamos” antes que “hagamos“. Hay valor y virtud en la actitud de Martha, su generosidad y el uso de sus dones y talentos. Sin embargo, creo que Jesús quería algo más de Marta. Él quería que todo lo que ella hiciera para reflexionar sobre él, y lo que ella había oído de sus labios. Si ella no estuviera allí escuchando, a sus pies, ¿cómo iba a saber lo que él quería de ella? Pero Jesús también pide algo más de nosotros. Quiere que nuestras acciones reflejen su presencia en nuestras vidas, que le pertenecemos. Él no quiere que “hagamos” a lo menos, o que nuestro “hacer” sea egoísta y no construya el reino de Dios. Antes de saltar a la acción nos está pidiendo que seamos como María, la contemplativa, y nos sentemos a sus pies por un tiempo. Podemos dejar nuestros móviles, nuestras tabletas, apagar la televisión o el ordenador, y simplemente escuchar. Escucha sus palabras de verdad y sabiduría en las Escrituras. Escucha su respuesta a nuestras oraciones. Nos está invitando a abrazar una disciplina en la vida que nos ayudará a escuchar y reflexionar. Entonces, conectados con Dios y la voluntad de Dios -de la manera en que Abraham y Pablo eran- haremos lo que Dios quiere que hagamos. No solo haremos lo que nos sentimos cómodos, conocemos y hemos dominado, sino que, confiando en él (como Abraham y Pablo) tomaremos un riesgo y haremos lo que él quiere. Esto puede significar pensar o hacer “fuera de la caja“, hacer lo que no es fácil o preferido, pero sobre todo, hacer lo que Dios quiere.
María representa al discípulo, lo contemplativo. Marta representa al apóstol, el activo, porque un apóstol es aquel que es enviado a compartir lo que han escuchado, visto y experimentado como discípulo. Sin embargo, ¿cómo puede Marta ser un apóstol si no ha sido primero discípula? Algunos de nosotros podemos caer en esa tentación y querer “hacer” antes de estar “ser“. Puede que estemos presionando nuestra voluntad, no la voluntad de Dios. Puede que estemos haciendo lo que es bueno para nosotros, y no lo que es para otros, especialmente en la Iglesia. No hay duda de que Jesús quiere que seamos activos -para mostrar el celo de Martha- pero primero debemos ser los que se sienten a los pies del Maestro -la María- y aprender de él.
Ser o no ser” es un reto serio que nos enfrentamos a todos como discípulos de Jesús hoy. Es la invitación del Señor a “estar” antes que nosotros “hagamos“, a “estar” en él, y a “estar en su amor y verdad“. Esperemos que nuestra propia experiencia como discípulos de Jesús nos muestre que es posible “hacer” -hacer grandes cosas para Dios- pero esa misma experiencia nos ayudará a recordar que solo hicimos esas grandes cosas para Dios porque estábamos unidos a Cristo, porque éramos fieles oyentes, fieles discípulos sentados a los pies del Maestro, Jesucristo.

Diego de Pantoja SJ

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Matteo Ricci y su discípulo Paul Xu Guangqi. Foto: Universidad Villanova.

Un madrileño en la corte del emperador Wanli

China y España conmemoran el 400º aniversario de la muerte del jesuita Diego de Pantoja, mano derecha de Matteo Ricci y misionero durante 16 años en Pekín

Por María Martínez López– Alfayomega.es
Dos relojes, tres cuadros de Jesús y la Virgen, libros y un clavicordio. Con estos regalos, los jesuitas Matteo Ricci y Diego de Pantoja esperaban ganarse la benevolencia del emperador Wanli, de la dinastía Ming. Era enero de 1601 y acababan de llegar a Pekín desde Nankín, al este de China. Cuando los funcionarios reales le hicieron llegar los regalos, al emperador le gustaron particularmente los relojes. «Mandó que nos llevasen a sus palacios, y nos preguntasen qué eran y qué era menester para que andarán [sic] bien concertados». Así, dos relojes abrieron por primera vez las puertas de la Ciudad Prohibida a unos extranjeros.
Lo relataba un año después el propio Pantoja al provincial jesuita de Toledo, Luis de Guzmán. Esta extensa Relación de la entrada de algunos padres de la Compañía de Jesús en la China contribuyó a que en Occidente se empezara a conocer al gigante asiático. Es una de las razones por las que China y España han unido fuerzas para conmemorar el 400º aniversario de su muerte.
Natural de Valdemoro (Madrid, 1571), Pantoja había llegado a China en 1597. Ricci tenía ya 15 años de experiencia. Al principio se había aproximado a los budistas, imitando en el vestir a sus monjes. Pronto vio que con esta religión, que en la práctica tenía mucho de religiosidad popular, había «poca base para establecer un diálogo. Además, los monjes budistas tenían mala fama», explica Ignacio Ramos, profesor del Beijing Center for Chinese Studies.
Paciencia histórica
Desde entonces buscaban más a los prelados confucianos, que representaban «un ideal de letras –tenían muchos estudios– y virtudes como la sobriedad, la obediencia a las autoridades, la piedad filial, la caridad… El confucionismo tiene claro que hay un cielo (sinónimo de dios), pero no lo desarrolla. Ricci y Pantoja vieron que la revelación cristiana podía completar el vacío, construyendo sobre esa base». Por eso se presentaron en Pekín –narraba Pantoja– «con una barba de un palmo y un vestido de letrado honrado chino hasta los pies, porque con esta máscara nos obliga a andar la caridad y trato de [estos gentiles], hasta que nuestro Señor quiera otra cosa».
Para Ramos, este enfoque «requería una paciencia histórica tremenda. Asumían que a ellos les correspondía que el cristianismo fuera percibido como lo que colmaba el deseo profundo del corazón de esa cultura», sin preocuparse por obtener frutos pronto. Eso no implica que no hablaran directamente de Dios. Cuando el emperador les preguntó mediante emisarios –nunca se vieron en persona– por los reyes de sus tierras, le enviaron una imagen del Papa, del emperador y del rey, subrayando que «todos reverenciaban al verdadero Dios» o Tianzhu (Señor del cielo).
Trabajaron infatigablemente. Hacían mapas, traducían tratados de matemáticas, introdujeron en China la astronomía occidental… un intercambio cultural –añade Ramos– en el que muchos ven el inicio de la globalización. «Pero sobre todo recibían a los mandarines y a todos los que los visitaban y se interesaban por ellos». Al responder a sus preguntas, intentaban suscitar otros interrogantes sobre la trascendencia. Eran procesos muy personales. Eso sí, como a los chinos «les daba pavor ver a un Cristo sangrante –alguno pensó que era un hechizo para matar el emperador–, probablemente la catequesis sobre la Muerte y Resurrección la reservaban a los que ya habían iniciado un camino serio de conversión», aventura.
Tras la muerte de Ricci en 1610, Pantoja continuó su apostolado en Pekín. Allí publicó varias obras en chino; entre ellas Las siete victorias (1614), sobre los pecados capitales. El prólogo de esta obra, muy conocida en China, «es como los Ejercicios Espirituales de san Ignacio adaptados a la mentalidad confuciana. Explica cómo de la codicia se pasa a la vanagloria, de esta a la soberbia y de ahí a todos los vicios en un lenguaje que se entendía perfectamente».
Llegó la incomprensión
Gracias a esta labor, en Pekín floreció una pequeña comunidad cristiana. Muchos de quienes abrazaron el cristianismo eran personas de clase media de las provincias vecinas, que servían o eran funcionarios en la corte. «Al ser de fuera, quizá tenían más sed y estaban más abiertos al mensaje de Cristo –explica Ramos–. Cuando volvían a sus aldeas, donde eran un referente, y explicaban que habían abrazado la religión del Señor del cielo, hubo muchas conversiones».
Sin embargo, la misión de Ricci y Pantoja no estuvo exenta de contradicciones. Otros misioneros –incluidos algunos jesuitas– no entendían su identificación en el vestir y su diálogo con los confucianos, que hablaran del Señor del cielo y que «no intentaran refutar públicamente los errores de la religión tradicional. Si algún converso tenía concubinas sí le decían que eligiera una mujer», pero no se oponían a que participaran en los cultos a Confucio y a los antepasados. Les enseñaban más bien a entenderlos «como una forma de honrarlo y dar gracias a Dios por él», sin divinizarlo.
El debate se agravó en la llamada Disputa de los ritos, que se prolongó durante todo el siglo XVII. Entre 1704 y 1939 la Santa Sede prohibió el culto a los antepasados en la liturgia, y como respuesta comenzó la persecución en China. Pero, ya antes, el propio Pantoja había sufrido las consecuencias de la incipiente crisis. El apostolado más directo de otros jesuitas suscitó a partir de 1616 una oleada de rechazo que hizo que fueran expulsados a Cantón. Allí murió.

Respuesta al cardenal Marx

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CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO AL CARDENAL REINHARD MARX, ARZOBISPO DE MUNCHEN UND FREISING

Santa Marta, 10 de junio de 2021
Querido hermano,
ante todo gracias por tu coraje. Es un coraje cristiano que no teme la cruz, no teme anonadarse delante la tremenda realidad del pecado. Así lo hizo el Señor (Fil 2. 5-8). Es una gracia que el Señor te ha dado y veo que vos la querés asumir y custodiar para que dé fruto. Gracias.
Me decís que estás atravesando un momento de crisis, y no sólo vos sino también la Iglesia en Alemania lo está viviendo. Toda la Iglesia está en crisis a causa del asunto de los abusos; más aún, la Iglesia hoy no puede dar un paso adelante sin asumir esta crisis. La política del avestruz no lleva a nada, y la crisis tiene que ser asumida desde nuestra fe pascual. Los sociologismos, los psicologismos, no sirven. Asumir la crisis, personal y comunitariamente, es el único camino fecundo porque de una crisis no se sale solo sino en comunidad y además debemos tener en cuenta que de una crisis se sale o mejor o peor, pero nunca igual [1].
Me decís que desde el año pasado venís reflexionando: te pusiste en camino, buscando la voluntad de Dios con la decisión de aceptarla fuese cual fuese.
Estoy de acuerdo contigo en calificar de catástrofe la triste historia de los abusos sexuales y el modo de enfrentarlo que tomó la Iglesia hasta hace poco tiempo. Caer en la cuenta de esta hipocresía en el modo de vivir la fe es una gracia, es un primer paso que debemos dar. Tenemos que hacernos cargo de la historia, tanto personal como comunitariamente. No se puede permanecer indiferente delante de este crimen. Asumirlo supone ponerse en crisis.
No todos quieren aceptar esta realidad, pero es el único camino, porque hacer “propósitos” de cambio de vida sin “poner la carne sobre el asador” no conduce a nada. Las realidades personales, sociales e históricas son concretas y no deben asumirse con ideas; porque las ideas se discuten (y está bien que así sea) pero la realidad debe ser siempre asumida y discernida. Es verdad que las situaciones históricas han de ser interpretadas con la hermenéutica de la época en que sucedieron, pero esto no nos exime de hacernos cargo y asumirlas como historia del “pecado que nos asedia”. Por tanto, a mí juicio, cada Obispo de la Iglesia debe asumirlo y preguntarse ¿qué debo hacer delante de esta catástrofe?
El “mea culpa” delante a tantos errores históricos del pasado lo hemos hecho más de una vez ante muchas situaciones aunque personalmente no hayamos participado en esa coyuntura histórica. Y esta misma actitud es la que se nos pide hoy. Se nos pide una reforma, que –en este caso– no consiste en palabras sino en actitudes que tengan el coraje de ponerse en crisis, de asumir la realidad sea cual sea la consecuencia. Y toda reforma comienza por sí mismo. La reforma en la Iglesia la han hecho hombres y mujeres que no tuvieron miedo de entrar en crisis y dejarse reformar a sí mismos por el Señor. Es el único camino, de lo contrario no seremos más que “ideólogos de reformas” que no ponen en juego la propia carne.
El Señor no aceptó nunca hacer “la reforma” (permítaseme la expresión) ni con el proyecto fariseo o el saduceo o el zelote o el esenio. Sino que la hizo con su vida, con su historia, con su carne en la cruz. Y este es el camino, el que vos mismo, querido hermano, asumís al presentar la renuncia.
Bien decís en tu carta que a nada nos lleva sepultar el pasado. Los silencios, las omisiones, el dar demasiado peso al prestigio de las Instituciones sólo conducen al fracaso personal e histórico, y nos llevan a vivir con el peso de “tener esqueletos en el armario”, como reza el dicho.
Es urgente “ventilar” esta realidad de los abusos y de cómo procedió la Iglesia, y dejar que el Espíritu nos conduzca al desierto de la desolación, a la cruz y a la resurrección. Es camino del Espíritu el que hemos de seguir, y el punto de partida es la confesión humilde: nos hemos equivocado, hemos pecado. No nos salvarán las encuestas ni el poder de las instituciones. No nos salvará el prestigio de nuestra Iglesia que tiende a disimular sus pecados; no nos salvará ni el poder del dinero ni la opinión de los medios (tantas veces somos demasiado dependientes de ellos). Nos salvará abrir la puerta al Único que puede hacerlo y confesar nuestra desnudez: “he pecado”, “hemos pecado”… y llorar, y balbucear como podamos aquel “apártate de mí que soy un pecador”, herencia que el primer Papa dejó a los Papas y a los Obispos de la Iglesia. Y entonces sentiremos esa vergüenza sanadora que abre las puertas a la compasión y ternura del Señor que siempre nos está cercana. Como Iglesia debemos pedir la gracia de la vergüenza, y que el Señor nos salve de ser la prostituta desvergonzada de Ezequiel 16.
Me gusta como terminas la carta: “Continuaré con gusto a ser sacerdote y obispo de esta Iglesia y continuaré a empeñarme a nivel pastoral siempre y cuando lo retenga sensato y oportuno. Quisiera dedicar los años futuros de mi servicio en modo más intenso a la cura pastoral y empeñarme por una renovación espiritual de la Iglesia, como Usted incansablemente lo pide”.
Y esta es mi respuesta, querido hermano. Continúa como lo propones pero como Arzobispo de Munchen und Freising. Y si te viene la tentación de pensar que, al confirmar tu misión y al no aceptar tu dimisión, este Obispo de Roma (hermano tuyo que te quiere) no te comprende, pensá en lo que sintió Pedro delante del Señor cuando, a su modo, le presentó la renuncia: “apártate de mí que soy un pecador”, y escuchá la respuesta: “pastorea a mis ovejas”.
Con fraterno afecto.
FRANCISCO
[1] Existe el peligro de no aceptar la crisis y refugiarse en los conflictos, actitud que termina por asfixiar e impedir toda posible transformación. Porque la crisis posee un germen de esperanza, el conflicto -por el contrario- de desesperación; la crisis involucra… el conflicto -en cambio- nos enreda y provoca la actitud aséptica de Pilato: «Yo soy inocente de esta sangre. Es asunto de ustedes» (Mt. 27, 24)…que tanto mal nos ha hecho y nos hace.

Sínodo Amazónico: Prefecto de Congregación para los Obispos defiende celibato sacerdotal

El Cardenal Marc Ouellet, prefecto de la Congregación para los Obispos, señaló que ante los desafíos actuales de la Iglesia Católica, ésta no debe tomar soluciones rápidas sino profundizar su comprensión de la tradición ininterrumpida del celibato sacerdotal en el rito latino.
El Purpurado dijo esto durante la presentación de su libro “Friends of the Bridegroom: For a Renewed Vision of Priestly Celibacy”, lanzado el 2 de octubre. EWTN Publishing publicó la traducción al inglés del libro. En español fue publicado por la Editorial Encuentro bajo el nombre de “Sacerdotes, amigos del esposo. Para una visión renovada del celibato“.
El Cardenal Ouellet dijo en conferencia de prensa que es “escéptico” ante la idea de considerar en el Amazonas la ordenación al sacerdocio de hombres mayores casados, los llamados “viri probati”.
También dijo: “Alguien por encima de mí es escéptico”. Pero cuando se le preguntó si se refería al Papa Francisco, el Purpurado respondió que no hablaría sobre el pensamiento del Papa, pero que sabe que hay algunos por encima de él “en la Curia romana” que también son escépticos.
No estoy en contra del hecho de que haya un debate, pero creo que en este momento de la historia y de la Iglesia hay una necesidad de reflexión. Y así, mi intervención es para corroborar el debate, para dar algo sustancial para ayudar al discernimiento”, acotó.
Sigo siendo escéptico por las convicciones y el conocimiento de la tradición católica en el rito latino, por lo que creo que esto debe tenerse mucho en cuenta en el debate”, continuó, y agregó que sigue abierto a lo que sucederá durante el sínodo.
El Cardenal Ouellet también señaló que sabe que el Papa Francisco ha mencionado que no tiene intención de cambiar la práctica de la Iglesia sobre el celibato sacerdotal en el rito latino, pero que no ha excluido la posibilidad de una excepción.
El Purpurado de 75 años dijo que le dio al Pontífice dos copias de su libro y este último está contento de que considere un debate.
El Cardenal Ouellet, quien es de Quebec, Canadá, también es presidente de la Comisión Pontificia para América Latina. Fue nombrado para ese puesto y como jefe de la Congregación para los Obispos en 2010. Antes de convertirse en obispo, enseñó por años en seminarios en Roma y Sudamérica.
En una entrevista con EWTN News Nightly el 1 de octubre, el Cardenal Ouellet explicó que hay muchas razones por las que escribió el libro, pero una fue su experiencia trabajando con sacerdotes y dando formación.
Dijo que pensaba que era un buen momento para contribuir con sus años de “conocimiento, sabiduría y experiencia” a la discusión de la Iglesia sobre el celibato sacerdotal, y en el contexto particular del sínodo amazónico de este mes, al debate sobre “viri probati”.
Además, sostuvo que también se inspiró después de la carta de aliento del Papa Francisco del 4 de agosto a los sacerdotes, y quería agregar algo más a lo que el Papa dijo sobre el tema.
Creo que el celibato sacerdotal, pero también la consagración religiosa, es un poderoso testimonio de la divinidad de Jesucristo y de su llamado a seguirlo y dejar todo para estar con él y hacer lo que él nos pide que hagamos. Entonces, para mí, ese es el primer significado del celibato, y del celibato sacerdotal, es ser testigo de la divinidad de Cristo”, dijo el Purpurado.
Lo que intenta mostrar en libro, aseguró, es “la sacramentalidad de la Iglesia como un signo de la comunión trinitaria en la que participan los fieles y los creyentes”.
“Creo que se renovará el celibato si el sacerdote tiene una mejor idea de su propio sacerdocio. El fundamento de este vínculo muy estrecho entre el celibato y el sacerdocio es el hecho de que el sacerdote está a cargo de un ministerio escatológico, es decir, de proclamar y dar la Palabra definitiva y definitiva de Dios al mundo” agregó.
El Cardenal también dijo que la tradición de la Iglesia Católica Romana “debe ser fiel a sus propias raíces y a su propio estilo”.
El vínculo entre el celibato y el sacerdocio en la Iglesia latina proviene de los apóstoles y se ha mantenido a través de los siglos a pesar de los tiempos de decadencia, de dificultades, de rechazo… Siempre ha sido difícil, pero sigue siendo un testigo extraordinario de la divinidad de Cristo y ante la presencia del Señor resucitado entre nosotros para que le demos una respuesta, porque él está allí, llamándonos a la comunión”, aseguró.
El celibato”, continuó, “es una realidad muy viva. Y, obviamente, se nos pide que seamos coherentes con nuestros compromisos y que seamos fieles a nuestros votos. Pienso que con la oración, con la fraternidad y con un sentido de la Palabra de Dios podemos lograr eso”.
En el libro, el Cardenal Ouellet aborda directamente el sínodo amazónico de este mes y la “búsqueda de nuevas formas en un contexto misionero”.
Están surgiendo nuevas estrategias misioneras que podrían tener un impacto a largo plazo en el ministerio sacerdotal, ya sea localmente o más ampliamente, dada la influencia globalizadora de una cultura mediática sin fronteras. Algunos aspiran a la rápida adopción de la solución pastoral del viri probati, es decir, hombres casados, jefes de familias estables, que podrían ser ordenados sacerdotes para asegurar la celebración eucarística de comunidades indígenas dispersas a quienes les parece el valor del celibato exterior”, escribe.
Estas perspectivas pueden ser atractivas para algunos y causar preocupación en otros lugares, si se considera que los elementos de ideología y estrategia están entrelazados para lograr resultados más ambiciosos e importantes a nivel universal”, agregó.
El Cardenal Ouellet escribe que algunas corrientes de pensamiento “liberales” o “protestantes” están resurgiendo para aprovechar la situación y proponer programas de reforma que van más allá de las intenciones y orientaciones del Papa Francisco.
En cambio, explica, el Papa Francisco ha puesto el sínodo amazónico bajo el movimiento del Espíritu Santo, en una atmósfera de oración, diálogo y apertura a la novedad. Pero esto requiere una discusión libre de ideas divergentes, explica. Y no solo se necesitan ideas opuestas entre sí, sino también esos “intereses opuestos y fuerzas hostiles a la influencia de la Iglesia”.
Dicho esto”, continúa el Cardenal, “los nuevos caminos del futuro darán frutos evangélicos si son consistentes con una proclamación completa del Evangelio, sine glosa, que no sacrifica nada de los valores permanentes de la tradición cristiana”.
El Purpurado dice en el libro que se necesita “creatividad pastoral” para estar atento a las características culturales al abordar la falta de sacerdotes, “pero primero debemos verificar la calidad del testimonio de los misioneros, que pueden transmitir efectivamente la fe cuando impregna toda su vida y motiva inequívocamente su estilo de vida y actividad evangelizadora”.
Fuente: ACI Prensa.

«Camino Sinodal» en Alemania no tiene poder doctrinal o moral

Por Ary Waldir Ramos Díaz– es.aleteia.org
Una «amenaza a la unidad de la Iglesia» y «una herida a la comunión eclesial», advierte la Santa Sede y –cita al papa Francisco– en un mensaje dirigido a la Iglesia de Alemania para que no extravié el camino sinodal marcado por la universalidad eclesial.
«El ‘camino sinodal’ en Alemania no tiene el poder de obligar a los obispos y a los fieles a adoptar nuevas formas de gobierno y nuevos enfoques de la doctrina y la moral».
La Santa Sede hizo esta declaración, difundida este jueves 21 de julio de 2022, e indica que lo hace «para proteger la libertad del Pueblo de Dios y el ejercicio del ministerio episcopal».
La nota de prensa no especifica cuales son esos nuevos enfoques doctrinales o morales. Sin embargo, el Sínodo en Alemania ha puesto sobre la mesa la abolición del celibato obligatorio y la apertura al sacerdocio femenino, entre otros temas que no están en línea con la actual doctrina oficial.
Diversos observadores advertían ya que estas visiones o aperturas de una parte de la iglesia alemana podrían desembocar en un posible nuevo «cisma» con Roma. En efecto, la Santa Sede señaló –citando al papa Francisco– que las Iglesias particulares «separadas del entero cuerpo eclesial, se debilitan, marchitan y mueren».
Una herida a la comunión eclesial
Desde el Vaticano, el llamamiento a la iglesia alemana es a no adelantarse al proceso sinodal en marcha en todas las diócesis del mundo:
«No sería permisible iniciar nuevas estructuras o doctrinas oficiales en las diócesis, antes de un entendimiento acordado a nivel de la Iglesia universal, lo que representaría una herida a la comunión eclesial y una amenaza a la unidad de la Iglesia».
En este sentido, la Santa Sede rememoró las indicaciones del papa Francisco en su carta al Pueblo de Dios en su camino en Alemania:
La Iglesia Universal vive en y de las Iglesias particulares, así como las Iglesias particulares viven y florecen en y de la Iglesia Universal, y si se encuentran separadas del entero cuerpo eclesial, se debilitan, marchitan y mueren. De ahí la necesidad de mantener siempre viva y efectiva la comunión con todo el cuerpo de la Iglesia”.
Alemania en el camino sinodal
Por tanto, desde Roma, se espera, «que las propuestas del Camino de las Iglesias particulares en Alemania se fundan en el camino sinodal que está siguiendo la Iglesia universal, para un enriquecimiento mutuo y un testimonio de esa unidad con la que el cuerpo de la Iglesia manifiesta su fidelidad a Cristo el Señor».
El papa Francisco que siempre ha indicado que «la unidad prevalece sobre el conflicto», ha lanzado una publica corrección «fraterna» al «Camino Sinodal» de Alemania para que no se descarrile del proceso marcado por el Sínodo (2021-2023) que tiene como espíritu fundamental y que proviene etimológicamente de la palabra misma: «caminar juntos».