“Sendero que nace torcido, jamás endereza”

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Por Cecilia Valenzuela– Diario El Comercio.
Los maestros siguen en huelga. La facción del sindicato magisterial que lidera Pedro Castillo quiere estabilidad laboral total para sus agremiados. No le importa que sus adeptos desaprueben una y tres veces las evaluaciones a las que la ley los obliga; no le importa que, como consecuencia, los alumnos de las escuelas públicas no entiendan lo que leen, ni que su aprestamiento matemático sea tan pobre que les impida acceder a una educación superior. Lo único que le importa a esta facción del Sutep es que los maestros a los que representa vivan del Estado mientras ellos siembran en su sindicato su pensamiento político violentista y radical, porque, más allá de las etiquetas partidarias, la ideología de esos dirigentes es la de Sendero Luminoso.
El verdadero objetivo de esa facción es acabar con la reforma magisterial, las evaluaciones y la meritocracia. Esa promesa le ha resultado muy rentable a Sendero Luminoso en el sindicato de maestros, si no ¿por qué se niegan a levantar la huelga? El Gobierno ha atendido su solicitud de adelanto de aumento salarial, ha cedido en establecer beneficios para los profesores contratados y hasta en adelantarles el derecho a la jubilación a partir de los 55 años.
Los senderistas no son la mayoría en el espectro de la izquierda extrema en nuestro país, pero tienen el mayor recorrido en el trabajo de infiltración política. En los últimos años han desarrollado planes y estrategias que los han colocado en dirigencias claves, como la del sindicato de maestros.
Sendero Luminoso se fundó en 1968, pero tomó las armas y le declaró la guerra al país en 1980. Durante 12 años sus dirigentes adoctrinaron en su pensamiento genocida a centenares de jóvenes estudiantes y profesionales a los que finalmente convirtieron en terroristas. El marxismo, leninismo, maoísmo, ‘pensamiento Gonzalo’ es un asesino en potencia y su identidad política, sea Sendero Luminoso, Movadef o el nombre de tapada que sus dirigentes quieran usar, debe ser ilegal y proscrita de nuestro sistema político.
Impedir la legalización de Sendero Luminoso, y de cualquiera de los rostros engañosos que quiera mostrarnos, es una batalla que debemos librar todos unidos. El cuento aquel que la democracia debe integrarlos a la sociedad y permitir su inscripción como partido es tan estúpido como peligroso. Su doctrina sostiene que al enemigo ‘de clase’ hay que eliminarlo, que tras el recodo en el camino el pueblo debe tomar las armas: todo eso ya lo pusieron en práctica, fueron doce años de ‘guerra popular’.
Los senderistas no han renunciado a su pensamiento, no han renegado de su doctrina, ni siquiera han pedido perdón. Ahora abusan de la ignorancia de congresistas como Segundo Tapia o de Wilbert Rozas, para quienes un senderista que no pone un coche-bomba es un político al que ellos pueden abrazar –aunque sea a la altura de la barriga y en el piso– como ocurrió el jueves anterior a la entrada del Parlamento. La demagogia de los políticos recientes es tan atrevida, que les alcanza para negar la dolorosa historia que Sendero Luminoso infringió a nuestro país, y para dejar a sus partidos y al Congreso en el más vergonzoso ridículo.
En 1951 los herederos del nacionalsocialismo creado por Adolfo Hitler formaron un partido en Alemania y este fue inmediatamente declarado ilegal, al igual que los gestos y los símbolos que caracterizaron esa etapa nefasta de su historia. Como en el siglo pasado, los demócratas alemanes siguen luchando constantemente contra la reinvención de agrupaciones neonazis que siguen promoviendo el odio contra extranjeros e inmigrantes. Como aquí Sendero Luminoso sigue promoviendo el odio de clase.

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