Por Rodrigo Vera-Proceso 2171, 10/6/2018.
En opinión del especialista Elio Masferrer, Andrés Manuel López Obrador ha sabido convertir la fe en un activo político. En un país donde 95% de la población es católica o evangélica, y donde 40% del electorado prefiere votar por un creyente, las referencias religiosas del tabasqueño parecen acercarlo al triunfo. No en balde su propuesta de amnistía empata con la Conferencia del Episcopado Mexicano. Según las estadísticas, remata el investigador, AMLO es “el candidato de Dios”.
Andrés Manuel López Obrador, candidato presidencial de la coalición Juntos Haremos Historia, lleva ventaja en las preferencias del llamado “voto cristiano”, sobre todo por tener un discurso religioso mejor definido, por conseguir el apoyo de políticos expanistas ligados a la democracia cristiana y también el respaldo de un importante sector de la Iglesia católica y de las iglesias evangélicas.
Además su plan de amnistía para lograr la pacificación del país –al cual intenta sumar el apoyo del Papa– se inspira en el proyecto de reconciliación y perdón de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), que prioriza los problemas de violencia, inseguridad, pobreza, corrupción e impunidad por sobre los asuntos relativos a la moral sexual.
Elio Masferrer Kan, especialista en temas religiosos y en las tendencias del voto creyente, asegura a Proceso: “Sin duda López Obrador es, hasta el momento, quien mejor ha construido la imagen de lo que nosotros llamamos el ‘candidato temeroso de Dios’, muy importante en cualquier elección, y sobre todo en México”.
–¿Quedan entonces muy rebasados los otros aspirantes presidenciales?
–Ricardo Anaya y José Antonio Meade simplemente resultan menos convincentes para el polo creyente del electorado. Meade, por ejemplo, le está dando énfasis al tema de la familia, calculando ganarse así a los votantes católicos, quienes hoy están más preocupados por otros problemas.
“En cambio, López Obrador lleva años construyendo su imagen de mesías, tan criticada en el sector laico pero que resulta atractiva para muchos creyentes. En el libro de Isaías, de la Biblia, hay una descripción del mesías; es el tipo humilde, desaliñado, nada fastuoso y por quien nadie da un cinco.
“Es precisamente esa imagen de modestia y honestidad la que López Obrador viene construyendo para el electorado, que ya está harto de la traición del político trajeado que llega hablando bonito y prometiendo un montón de cosas, pero que al final termina robando.
“Pero además López Obrador no sólo se dirige al votante católico, como se hacía tradicionalmente, sino también al evangélico. De ahí que en sus discursos, en términos muy generales, se asuma como ‘cristiano’. Va, pues, por el voto cristiano, que abarca a un sector todavía más amplio de la sociedad.”
En efecto, en varias ocasiones el político tabasqueño –dado a utilizar un lenguaje religioso y a mostrar estampitas de santos– ha dicho: “Cuando me preguntan de qué religión soy, digo que soy cristiano, en el sentido más amplio de la palabra, porque Cristo es amor y la justicia es amor”.
Masferrer –quien suele realizar encuestas sobre las tendencias del voto creyente, apoyado por un equipo de colaboradores– asegura que los católicos y evangélicos suman alrededor de 95% de la población mexicana. Y 40% del electorado prefiere votar por un candidato creyente que por uno no creyente.
Dice sobre el punto: “Nuestras estadísticas señalan que 40% de la población considera que un candidato creyente es menos ratero y corrupto porque le teme a la justicia divina. Lo consideran más comprometido con valores como la justicia y la honestidad. Para el resto de la población, las creencias religiosas no necesariamente influyen en la honestidad de los candidatos”.
Voto cristiano
Según la encuesta de GEA-ISA, López Obrador llevaba ventaja entre los votantes católicos con 44% de las preferencias; Anaya tiene 30%; Meade, 22% y Jaime Rodríguez Calderón apenas 4% del voto católico.
Y entre el electorado “protestante o evangélico” López Obrador cuenta con más ventaja: tiene 61% de las preferencias; Anaya, 17%; Meade, 17% y Rodríguez Calderón, 5%.
Entre los votantes de “otras” religiones, la ventaja de López Obrador se amplía más: alcanza 66% mientras que Anaya tiene 14%; Meade, 14% y Rodríguez Calderón, 6%.
Estadísticas aparte, Masferrer indica que el tabasqueño ya logró sumar a su campaña a representantes de la corriente democristiana que antes militaban en el PAN; menciona a los exdirigentes del blanquiazul Germán Martínez y Manuel Espino así como a Tatiana Clouthier, hija de Manuel Clouthier, quien fue candidato a la Presidencia por ese partido.
“Todos ellos provienen de la democracia cristiana, que viene a nutrir todavía más a esa vertiente cristiana de Morena”, afirma Masferrer.
Igual menciona al expanista Ricardo Sheffield, candidato de Morena al gobierno de Guanajuato; y a José María, Chema, Martínez, un político católico originario de Los Altos de Jalisco que también dejó las filas del blanquiazul para sumarse a López Obrador.
Al lado de esta corriente democristiana, Masferrer incluye a las “bases católicas progresistas” provenientes de la Teología de la Liberación y que hoy operan para Morena en varios estados.
Explica: “Por un lado, en Morena confluyen cuadros de la vieja izquierda mexicana que pueden venir de grupos marxistas. Pero ese partido principalmente se nutre de bases católicas progresistas que vienen de la Teología de la Liberación, de las comunidades eclesiales de base, de la teología india y de la antigua pastoral juvenil católica.
“Son redes de laicos católicos comprometidos que operan en varios estados y organizan al partido. La misma gente que impulsó el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, liderado por el poeta católico Javier Sicilia. Y en esas redes están metidas congregaciones religiosas, como los jesuitas, y sacerdotes de la llamada opción preferencial por los pobres, como Alejandro Solalinde, quien afina el tema de la amnistía”.
Para estas bases católicas, señala, “no son hoy prioritarios los temas del aborto, la familia y otras cuestiones de moral sexual de la Iglesia, sino los graves problemas de la inseguridad, la violencia, la pobreza, la corrupción y la impunidad que se viven en México”.
Indica que estos temas también son prioritarios para los dos máximos organismos de la jerarquía católica mexicana: la CEM –que aglutina a los más de cien obispos y arzobispos– y la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México (CIRM), donde están representadas las 400 congregaciones religiosas que operan en el país.
En efecto, en sus pronunciamientos sobre el actual proceso electoral, ambos organismos ponen énfasis en esos problemas. Por ejemplo, en su documento “Mensaje de los obispos al pueblo de Dios”, fechado el 12 de abril, dice la CEM:
“Animamos a los candidatos a la Presidencia de la República, legislaturas, gubernaturas y presidencias municipales, a conocer la realidad y escuchar los anhelos de toda la población, a aprovechar el momento para construir conjuntamente con otros, propuestas de paz y justicia, con visión a largo plazo. Nos preocupa que en las intervenciones que han tenido los candidatos en las campañas, han prevalecido las descalificaciones; se esperarían en cambio propuestas concretas de acuerdo al cargo al que aspiran en orden a aportar soluciones, con un sentido de corresponsabilidad, a problemas reales como la impunidad, la corrupción, la pobreza y la desigualdad social, la inseguridad y la violencia.”
Agregan los obispos: “Queremos contribuir a un diálogo nacional en el que se escuchen todas las voces, especialmente de aquellos y aquellas que sufren violencias e injusticias. Proponemos un diálogo abierto y propositivo entre los candidatos y la sociedad para lograr una agenda que se convierta en proyecto de gobierno”.
La CIRM, por su lado, emitió el 29 de abril el documento “Vino nuevo en odres nuevos”, donde señala que actualmente su “prioridad” está “al servicio de la justicia, la paz y la integridad de la creación, desde la cultura del encuentro, para la reconstrucción del tejido social y la reconciliación”.
Señala que los problemas actuales son “desigualdad e incertidumbre económica, normalización de la violencia, miedo e indiferencia social, militarización justificada, crisis de inseguridad e impunidad”.
También lamenta el “establecimiento de situaciones de guerra, la ausencia de derechos humanos por el narcoestado; elecciones con un escenario complejo y manipulación mediática. La desaparición y cruel extinción de tantas vidas humanas”, así como la “concentración de la riqueza y crecimiento de la pobreza”.
Hace falta un cambio drástico en el país, pues “para vino nuevo, odres nuevos”, concluyen los superiores de las órdenes religiosas.
Dice Masferrer: “Por el mismo tenor están los posicionamientos de los distintos obispos en cada una de sus diócesis, o de cada congregación religiosa. Por ejemplo, los obispos de Veracruz acaban de emitir un pronunciamiento conjunto donde externan estas mismas preocupaciones.
“Hay obispos y religiosos que ven en López Obrador la única opción de cambio. ¡Claro! No lo pueden decir. La ley se los impide. Tienen prohibido externar sus posturas partidistas. Pero uno las puede inferir analizando sus discursos y pronunciamientos”.
–¿Ve coincidencias entre los proyectos de pacificación de la jerarquía católica y el proyecto de amnistía de López Obrador?
–Por supuesto. Incluso Andrés Manuel le compró su idea de amnistía a los jesuitas, quienes han encabezado procesos de amnistía en varios países, como Guatemala y Perú. Tienen mucha experiencia en el asunto. Y no olvidemos que la esposa de Andrés Manuel, Beatriz Gutiérrez, se graduó en la Universidad Iberoamericana de Puebla, un reducto de la Teología de la Liberación jesuita.
El investigador indica que los proyectos de reconciliación y perdón entre víctimas y victimarios, que el episcopado aplica en Guerrero y otros estados sumidos en la violencia, han influido en el proyecto de amnistía de López Obrador, quien además planea invitar a México al Papa Francisco para participar en la pacificación. “El candidato de Morena ya se está yendo hasta la cabeza de la Iglesia, Jorge Bergoglio, quien también es jesuita”, dice.
Una iglesia no priista
Investigador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia y autor de Pluralidad religiosa en México, cifras y proyecciones y ¿Es del César o es de Dios?: un modelo antropológico del campo religioso, Masferrer percibe dentro de la CEM un conflicto entre la vieja corriente de “obispos del PRI” y una nueva, impulsada por Bergoglio, que hoy le apuesta a un cambio social y es proclive a López Obrador.
“En la época del nuncio Jerónimo Prigione muchos obispos se incorporaron a la élite del poder político. El PRI era el partido de Estado y los obispos representaban una religión de Estado, apoyaban a los políticos priistas. Se hacían favores mutuos”, apunta.
Recuerda que todavía en el proceso electoral de 2012 los obispos del Estado de México, encabezados por Carlos Aguiar Retes, actual arzobispo primado de México, llevaron a Enrique Peña Nieto al Vaticano, para que le presentara a su prometida, Angélica Rivera, a Benedicto XVI, en una clara maniobra episcopal a favor del PRI que tuvo amplio despliegue mediático.
“Hoy eso ya se acabó. Y en parte porque el PRI cayó en desgracia. ¡Caray! por puro pragmatismo político el episcopado hoy tiene la vista puesta en el candidato puntero, López Obrador. Y de buena o mala gana, también se ve obligado a apoyar a su base social progresista que colabora con Morena”, dice.
Las bases de las iglesias evangélicas, asegura, también son más proclives al candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, formada por Morena, el Partido del Trabajo y el Partido Encuentro Social (PES), éste de línea evangélica y presidido por el creyente cristiano Hugo Éric Flores.
Afirma Masferrer: “Tengo permanente contacto con grupos evangélicos y hablo con muchos de sus líderes. Desde 2006 me vienen diciendo que apoyan a López Obrador. Por ello, al ver que la mayoría de esa feligresía se inclina por él, la dirigencia del PES se acercó a Morena para conformar la alianza Juntos Haremos Historia. Hugo Éric se montó en la ola evangélica de apoyo a Andrés Manuel. No le quedaba de otra” .
Los candidatos presidenciales, resume, siempre intentan ganarse al electorado creyente mediante discursos y desplantes mediáticos, como lo hizo muy ostensiblemente Vicente Fox al mostrar un crucifijo y enarbolar un estandarte de la Guadalupana.
“Ahora, según las estadísticas, Andrés Manuel es el candidato de Dios”, concluye.
El ‘candidato de Dios’
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CIERTO. El apoyo de los que quieren un cambio están con AMLO, pero también es claro que una cosa es AMLO en campaña para llegar su lenguaje electoral y otra en el poder donde se ve claramente que los “ingenuos” van a pagar caro “el ver lo que quieren y esperan” y no lo que AMLO representa el populismo del siglo XXI y el conflicto y lucha de clases llevado a nuevos niveles. Sí señores una vez más se equivocan, pero espero le sujeten bien las riendas a ese caballo desbocado que es el populismo, el mesiánico y el endiosamiento de un candidato con “cantos de sirena” para llegar”, que luego les dará la espalda. Sobre la Iglesia y la reconciliación veo con lágrimas la actuación de la Iglesia en Venezuela donde va Maduro al Vaticano pidiendo diálogo y le dan su respaldo y el pueblo sufre la opresión y esclavitud màs ignominiosa respaldada por el Vaticano. ¿Que pena no? O la Iglesia retoma el camino de las reformas hoy empantanadas o occidente va a pagar muy caro sus descarríos doctrinales y de fe.