Putin y Trump

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Trump y Putin

No firman ningún acuerdo, pero se muestran encantados el uno con el otro

Por Rafael M. Mañueco– Diario ABC de Madrid.
En su primera cumbre bilateral, los presidentes de Rusia y Estados Unidos, Vladímir Putin y Donald Trump, escenificaron sintonía y mostraron su intención de continuar los contactos más adelante. La cumbre de este lunes «no ha sido más que el primer paso», anunció Trump. El tema recurrente durante la rueda de prensa que ofrecieron al final de las conversaciones fue el de la injerencia de Moscú en las elecciones en las que fue elegido Trump. No hubo ninguna declaración conjunta ni se firmaron acuerdos.
Refiriéndose a las informaciones recibidas de las agencias de inteligencia, el jefe de la Casa Blanca dijo: «Me han dicho que creen que fue Rusia. Pero yo no veo ninguna razón por la que podría serlo». Trump subrayó al respecto que Putin «lo ha negado de forma contundente y categórica» e insinuó que cree lo que dice.
Según sus palabras, la investigación sobre la presunta injerencia rusa «es un desastre (…) nos ha mantenido separados» a Rusia y Estados Unidos. «No hubo conspiración y todo el mundo lo sabe (…) fue una campaña limpia”, aseguró el presidente norteamericano en relación con la forma en que trató de conseguir la Presidencia. Reconoció que durante las cuatro horas que ayer estuvo reunido con Putin hablaron largo y tendido del asunto de las injerencias.

Riesgo político

El jefe del Kremlin, por su parte, aseguró al respecto que «debo repetir lo que he dicho ya muchas veces, Rusia nunca ha interferido y no hay intención de interferir en los asuntos internos estadounidenses, entre ellos en los procesos electorales». Insistió en que «vimos cómo durante su campaña electoral expresó el deseo de establecer unas buenas relaciones con Rusia y eso nos hizo que en Rusia despertase simpatías (…) claro que queríamos que Trump ganara las elecciones, pero eso es algo normal».
Nada más empezar la comparecencia ante la prensa, Putin afirmó que su encuentro con Trump «ha sido sincero, productivo, exitoso y útil». Al mismo tiempo, hizo mención a la existencia de discrepancias. «Claro, aun quedan muchos problemas y no hemos podido despejar todos los obstáculos. No era posible hacer esto en un primer encuentro (…) pero, pese a los desacuerdos, hay cosas que nos unen y en ellas hay que trabajar», agregó.
Para Trump, «nuestra relación ha cambiado en las últimas cuatro horas, realmente lo creo. Hoy ha sido solo el comienzo de una proceso largo, pero hemos dado el primer paso para conseguir un mundo mejor». A su juicio, «no puedo tomar decisiones sobre política exterior en un intento inútil para complacer a los demócratas y a los medios de comunicación», recalcó Trump en un intento de hacer frente a las críticas que le hacen dentro de su país por el acercamiento al presidente ruso. «Prefiero asumir un riesgo político en aras de la paz que arriesgar la paz en aras de la política», aseguró.
A una pregunta sobre si el Kremlin dispone de información comprometedora sobre Trump para condicionar su política bajo amenaza de difundirla, Putin respondió, en relación con el viaje que su homólogo estadounidense realizó a la capital rusa para asistir al concurso de Miss Universo, en 2013, que «ni siquiera supe que estaba en Moscú. Se imaginan ustedes las cantidad de empresarios estadounidenses que acuden, por ejemplo, al Foro Económico de San Petersburgo, ¿y voy a conocer a todos ellos y saber sus nombres?».

Buen competidor

Una de las cuestiones por las que en Estados Unidos hay quien no aprueba el deseo de Trump de aproximación a Rusia ha sido la imputación de 12 agentes de la inteligencia militar rusa por hackear los correos del Partido Demócrata y de su candidata a los pasados comicios, Hillary Clinton. Y el primer mandatario norteamericano desveló a los periodistas que Putin le ha ofrecido que el fiscal especial, Robert Mueller, se traslade a Rusia para interrogarlos. Según Trump, «es una sugerencia increíble».
Putin dijo al respecto que Mueller podría enviar una solicitud oficial a Moscú y eso le permitiría reunirse con los 12 acusados. El presidente ruso explicó que ello posible gracias a los acuerdos existentes entre Moscú y Washington de cooperación en el ámbito de la lucha contra la delincuencia y el crimen.
Pero el jefe del Estado ruso advirtió que tales iniciativas deben hacerse en un marco de «reciprocidad». Habló de que la Justicia rusa también debe tener la posibilidad de interrogar a Bill Browder, de Hermitage Capital, al que acusa de no haber pagado impuestos en Rusia y de haber ganado el dinero de forma “ilegal”. Washington tiene en vigor sanciones por el caso del abogado Serguéi Magnitski, al servicio de Browder y muerto mientras estaba en prisión preventiva a causa del mal trato que sufrió.
En otra pregunta sobre por qué Trump llamó su homólogo ruso «competidor», éste contestó que «sí es un buen competidor y es un halago decirlo». El contexto tenía que ver con los reproches que el presidente norteamericano le ha hecho a la canciller alemana, Angela Merkel, que, según él, por un lado pide la ayuda de la OTAN ante Rusia mientras, por otro, la refuerza financieramente adquiriendo gas ruso. Trump arremetió hace unos días contra el proyecto de Putin de poner en servicio el gaseoducto North Stream-2, pero ayer ambos obviaron el asunto durante la conferencia de prensa hablando solo de «competición».
En la cumbre hablaron también de Irán, del programa nuclear, en lo que los dos países mantienen posturas contrapuestas, y de la salida de la fuerzas iraníes de Siria como exige Israel. El secretario del Estado norteamericano, Mike Pompeo, dijo con anterioridad que en la solución para Siria «la pelota está en el tejado de Rusia» y ayer, bromeando, Putin le entregó en plena rueda de prensa un balón del Mundial de Fútbol recién clausurado. «En lo que se refiere a que la pelota de Siria está en nuestro tejado. Señor Presidente, usted acaba de decir que hemos organizado exitosamente el Mundial de fútbol. Así que quiero entregarle esta pelota. Ahora, la pelota está de su lado».
El jefe de la Casa Blanca le tiró el balón a Melania y aseguró que será un buen regalo para su hijo pequeño.
Salió a colación el conflicto en Ucrania, para lo que Putin pidió a Trump que influya en Kiev para que «cumplan los acuerdos de Minsk». En cuanto a Crimea, el presidente ruso reiteró que es un asunto cerrado. Dijo que Trump se opone y mantiene su postura, pero «habla de la ilegalidad de la reintegración de Crimea a Rusia. Nosotros tenemos otro punto de vista. Consideramos que se hizo un referéndum, de acuerdo a las leyes internacionales».
Poco antes de que aparecieran Trump y Putin ante la prensa, un periodista fue expulsado por los servicios de seguridad por mostrar un cartel en el que ponía : «Tratado para la Prohibición de las Armas Nucleares». El reportero fue sacado por la fuerza hasta ponerle en la calle, fuera del Palacio Presidencial. El Tratado para la Prohibición de Armas Nucleares fue adoptado el 7 de julio de 2017 por más de dos tercios de los 193 miembros de la ONU. Pero no ha entrado aún en vigor al no haber sido firmado por todos los países, hasta ahora los han hecho solamente 57. Entre los no firmantes se encuentra EEUU.
Marcha celebrada este martes en Yakaterimburgo

Marcha multitudinaria en memoria del último Zar de Rusia, asesinado hace cien años por los bolcheviques

Por Rafael M. Mañueco– Diario ABC de Madrid.
En la madrugada de este lunes se cumplieron cien años del asesinato del Zar Nicolás II y su familia en Ekaterimburgo (Urales). Con tal motivo, en esta ciudad rusa donde se perpetró el magnicidio, salieron a la calle por la noche en procesión unas 100,000 personas. Encabezó el cortejo Kiril, el Patriarca de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Los asistentes al acto religioso llevaban iconos, cruces, estandartes y retratos del monarca masacrado y sus familiares.
En la noche del 16 al 17 de julio de 1918, Nicolás II, la zarina Alejandra, el zarévich Alexéi (el príncipe heredero), sus hermanas las grandes duquesas Olga, Tatiana, María y Anastasía, además del médico de la familia, Evgueni Botkin, una doncella y dos criados fueron fusilados por un grupo de pistoleros bolcheviques dirigido por Yákov Yurovski . Actuaban por orden del Sóviet de los Urales, la máxima autoridad entonces en la región del régimen recién instaurado tras la Revolución Bolchevique de 1917.
Junto a Kiril, al frente de la procesión estuvo ayer el gobernador de Svérdlovsk, Evgueni Kuívashev. Los congregados recorrieron la veintena de kilómetros que separan la Catedral de la Sangre Derramada, levantada en el lugar exacto en donde estaba la casa que los comunistas confiscaron al comerciante Ipátev, y la fosa a donde los asesinos arrojaron los cuerpos, cerca del monasterio de Gánina Yama. En el sótano del caserón de Ipátev se cometió el brutal crimen.
Yurovski y sus hombres trataron de hacer desaparecer los cadáveres rociándolos con ácido y quemándolos en una hoguera, pero no terminaron de hacerlo completamente por alguna causa. Tal vez temiendo que alguien pudiera sorprenderlos. Así que cavaron la fosa y los enterraron. Fueron hallados en 1979, todos salvo Alexéi y María, que aparecieron en 2007. Estos dos no han recibido todavía sepultura debido a que continúan siendo examinados por especialistas, pero sí todos los demás. Se unieron a sus antepasados en las tumbas reales de la Iglesia de San Pedro y San Pablo, en la fortaleza de San Petersburgo que lleva el mismo nombre.
La Iglesia Ortodoxa rusa canonizó en 2000 a todos los miembros de la familia real, pero aún no ha adoptado una decisión concluyente sobre la autenticidad de las osamentas, pese a que lo confirman los análisis de ADN realizados. En distintos artículos y conferencias la experta rusa, Ksenia Luchenko, critica que el Estado no se haya unido a la celebración de un centenario tan señalado.
La responsable actual de la Casa Imperial Rusa, la gran duquesa María Románova, nacida en España, se encuentra en Rusia para tomar parte en los actos en recuerdo de aquellos terribles sucesos. La acompaña su hijo Jorge. Según un sondeo aparecido el lunes, el 57% de los encuestados tacha de «crimen monstruoso» lo que los comunistas hicieron con la familia real. Un 27% creen que merecían un castigo, aunque no tan desmedido, y solo un 3% consideran que los bolcheviques hicieron bien en fusilarlos.
En diciembre del año pasado, el Comité de Instrucción de Rusia inició una investigación para determinar si el último zar ruso y sus allegados fueron ejecutados en el marco de un «asesinato ritual». El forense Nikolái Sokolov, el primero en analizar, en 1919, el lugar en donde fue llevado a cabo el fusilamiento, en los bajos de la casa Ipátev, dijo haber encontrado allí «signos cabalísticos», «inscripciones» y extrañas «cifras».
En 1922, ya en el exilio, el orientalista ruso y estudioso del ocultismo, Mijáil Skariatin, dijo haber descifrado una de las inscripciones halladas por Sokolov que, según él, decía: «Aquí por orden de la fuerzas ocultas el zar fue ofrecido en sacrificio con el fin de lograr la destrucción de Rusia».

Yekaterimburgo, 17 de julio

Por Hermann Tertsch-Diario ABC de Madrid.
Esta noche se han cumplido los cien años de la matanza de Yekaterimburgo. En las primeras horas de la madrugada hizo un siglo exacto del momento en que un grupo de bolcheviques despertaba en sus dormitorios de la casa del comerciante Ipatiev al depuesto zar Nicolás II, a su mujer, la zarina Alejandra, al heredero Alexei y a sus hermanas Olga, Tatiana, María y Anastasia. Les ordenaron vestirse para ser trasladados y los condujeron a un pequeño cuarto en el que Yakov Yurokvski, el comandante, leyó la sentencia. “Nikolái Aleksándrovich, en vista del hecho de que tus parientes continúan con sus ataques a la Rusia Soviética, el Comité Ejecutivo de los Urales ha decidido ejecutarte”. Los guardias dispararon sin darles tiempo ni a santiguarse. Fue una carnicería. Dos hijas seguían vivas pese a los disparos a quemarropa. Las balas rebotaban en joyas cosidas a la ropa para portar un valor si llegaba el ansiado rescate. Se usaron las bayonetas.
Cien años hace de aquella matanza que marcó definitivamente la senda del terror y el crimen de la revolución bolchevique y el comunismo. Se izó la bandera del exterminio como principal enseña de la ideología. Asesinado el Zar con toda su familia, ya era fácil matar a cualquiera. Cien años y más de cien millones de muertos ha causado esta ideología de la igualdad y la redención terrenal. Y sigue sumando esa cuenta interminable hoy mismo con los estudiantes que caen bajo las balas de los sicarios de Daniel Ortega en Nicaragua o Nicolás Maduro en Venezuela. En el magnífico libro de Federico Jiménez Losantos, “Memoria del comunismo; de Lenin a Podemos” tiene el lector español hoy un amplio y documentado recorrido de este siglo de brutalidad total. En español no había obra tan ambiciosa sobre el comunismo. Los libros imprescindibles para entender la mayor ideología criminal jamás habida como el “Archipiélago Gulag” de Alexander Soljenitsin o “El cero y el infinito” de Arthur Koestler o tantos otros son poco conocidos y menos leídos, porque la hegemonía cultural izquierdista evita que la verdad sobre los comunistas se abra paso.
En España es especialmente grotesco esa falta de alerta ante el comunismo. Que no sufren, por supuesto, los europeos orientales. Hace veinte años, el gran Vaclav Havel quiso acabar con esa absurda diferencia de trato entre nazismo y comunismo. La Declaración de Praga que firmaron relevantes intelectuales y políticos exigía la equiparación de las dos ideologías criminales. La socialdemocracia europea neutralizó aquella justa iniciativa. Esa perversión tiene hoy en España efectos obscenos: dirigentes comunistas ofician de autoridad moral en casi la totalidad de los medios. Son políticos que aplauden a los verdugos de Ekaterimburgo. También a sus émulos en España. Cargos oficiales homenajean, por el hecho de ser comunistas, a asesinos y torturadores fusilados cuando perdieron la guerra. Gobiernan en ciudades y regiones, son socios del Gobierno de España y justifican cien millones de asesinatos de inocentes. Imaginen a un gobernante justificando Auschwitz. Desaparecería en minutos de cargo y vida pública. Pues en España gobierna gente que justifica exterminios veinte veces mayores. Son los comunistas y sus compañeros de viaje. Su sueño del mundo feliz siempre fracasa. Bajo montañas de cadáveres. Pero siempre surgen nuevos convencidos de que el comunismo solo fracasaba antes porque no estaban ellos. Rodeados por quienes medran de esas redes de ideología y resentimiento compartido. Ahora los defensores de los peores genocidios pretenden en España ilegalizar organizaciones constitucionales y prohibir por ley verdades históricas. A la ilegalización de una “fundación franquista” seguirá otra que lo sea menos. Después les tocará a los partidos. Y de repente verán los españoles que somos franquistas todos los que no seamos ellos.

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