Otro pelado (del Partido Socialista)
Parwa hizo pública su propia historia de violencia: “Nos pasa a todas, he sufrido violencia psicológica, manipulación y control, me ha insultado y amenazado diciendo que me metería un cuchillo a la cara. Ha llegado a decirme perra, basura y que apesto, ha tirado mis cosas a la calle y me ha empujado para sacarme de su casa, luego ha pedido llorando mil perdones. Él va a decir que es mentira, va inventar, va a tratar de cambiar y manipular todo, como es su estilo; dirá que yo fui agresiva y que tiene grabaciones mías, no voy a negar que en un nivel total de desesperación a los que me sometía, lo empujé contra la pared y le puse mi mano en la cara; porque me estaba dejando de madrugada en la calle llevándose mi dinero y mis llaves, también le he gritado e insultado, no lo voy a negar, la relación ha sacado lo peor de mí.
Me ha mentido y engañado muchísimas veces, me hacía sentir culpable, me hacía dudar de mí, me decía que estaba enferma, me subestimaba, me hacía creer que era menos inteligente que él, me causaba mucho miedo cuando me contaba que había sido violento mientras era parte de la barra de la U, me decía que yo provocaba su violencia, que seguro yo quería que él reaccionara. Se burlaba de mi feminismo, me dijo muchas veces que era una falsa feminista, me llevo a estados de desesperación.
No queda ahí, ha sido infiel durante toda la relación, una de las chicas con las que me engañó, es una ex a la que él negaba, a la que también manipuló y ejerció su violencia y control. Ella podrá contar su historia, pero tiene patrones muy similares, el modus operandi de la manipulación era el mismo. Ella tiembla y vomita del miedo, como yo, a ambas nos mandaba mensajes anónimos amenazantes, tiene videos y fotos que nos sacó sin nuestro consentimiento y a las dos nos debe dinero que le prestamos hace pocos días. Nos aterroriza pensar que pueda hacernos.
Ese es Abraham Valencia, “el pelado”, habrá gente que no me creerá o que dirá de exagero, intentará justificarlo; hay mucho más que podría contar, hay pruebas de todo y de seguro más chicas con la misma historia, ojala que pierdan el miedo y se animen a contar su historia de terror.Pregunto: ¿Alguien así puede decirse socialista, alguien así puede llenarse la boca de discursos y abanderar la lucha de las mujeres, alguien así puede andar tan campante siendo referente y dirigente político de izquierda?
Hago público mi caso, por mí, por la chica que me mostró y contó todo, por las que dejaron de creer en ellas mismas al ser manipuladas, por todas las mujeres a las que les digo que no callen, repudiemos y sancionemos socialmente estos hechos.
Sé que esto traerá consecuencias, pero lo personal es político.
A la denuncia por agresión realizada por la abogada Parwa Oblitas contra Abraham Valencia, se sumó una nueva, realizada por otra de las exparejas del dirigente de Nuevo Perú.
Se trata de Laura Arroyo Gárate quien, en una extensa publicación en Facebook, cuenta que fue maltratada física y psicológicamente por Abraham Valencia, durante el tiempo que mantuvo una relación sentimental con él.
“Cuando una se encuentra atrapada en una relación violenta no es fácil ni darse cuenta. Durante todos estos años me he culpado, injustamente, por no haber sido capaz de notar en qué momento inició la espiral”, relata la analista política y comunicadora en un conmovedor post en Facebook.
Arroyo Gárate, quien actualmente radica en España, reveló que lo que la motivó a hacer pública su denuncia fue la conversación telefónica que sostuvo con Parwa Oblitas que, según indicó en el mensaje que escribió el la red social, “ha cambiado mucho mi vida”.
Asimismo, narró los terribles episodios de violencia que vivió y que “empezó con una cosa que parece tan absurda como que un día te diga ‘¡ay! la tontita’ cuando comentabas algo serio” y que luego llegó a la violencia física.
“Y llega el día en que te das cuenta de que estás acostumbrada a que te insulte, pero como no eres tonta sacas fuerzas y vuelves a armarte de valor, preparas el discurso que le vas a decir, lo ensayas porque siempre te dice que eres “pésima argumentando” y te lo has creído, y vas dispuesta a enfrentarlo y le sueltas lo preparado, pero él es más fuerte y poderoso que tú y te insulta, te grita, te lanza las llaves a la cara, te hace daño y, cuando te pusiste de pie para darte un poco de coraje, se pone de pie también, te pone las manos en el cuello y con ambas te abofetea. Perdón, ME abofetea”, escribió.
Asimismo cuestionó que Abraham Valencia le pidiera disculpas públicas y se tomara la potestad de dar conocer una historia que ella había decidido mantener en reserva, solo “con la intención de detener lo que, sin duda, debe ser un mal trago para él, pero que no tiene punto de comparación con lo que al menos Parwa y yo hemos vivido por culpa suya”.
Laura Arroyo Gárate precisó además que “en ningún momento Valencia intentó contactar conmigo para pedir disculpas privadas y sinceras, ni por whatsapp, SMS, Skype, Facebook, Twitter o todas las vías que existen para hacerlo”.
Finalmente, hace una valiente reflexión: “Esta será la primera navidad en que regresaré a mi país a ver a mi gente, abrazar a mi familia y mis amigos sintiendo miedo, sí, porque el miedo no se va, pero será un miedo distinto. Será el miedo por haberme atrevido y no por haberme callado. El miedo de la valentía y no del silencio. El miedo por estar del lado correcto y no por estar en la ambigüedad cómplice que invisibiliza y mata. Quiero sentir ese miedo. Quiero vivir ese miedo. Quiero -¡cuántas ganas tengo!- subir al avión, ponerme el cinturón de seguridad y emprender el vuelo del regreso valiente que me reconcilie conmigo misma. Porque nunca fue mi culpa. Serán, sin duda, las mejores 12 horas de mi vida. Será el mejor trayecto de todos. Gracias eternas, Parwa, por permitirme comprar ese impagable pasaje de regreso”.
Fuente: Diario Perú21.
Valencia / Milla / Ferrari
Por Gabriel Ruiz Ortega
Si alguna tara mayor exhibe la intelectualidad peruana, esa es, sin duda alguna, su doble moral.
A esta maravilla de la ética, sumemos ahora su conchudez, esa incapacidad para pedir disculpas, la ausencia de autocrítica que la equipara al nivel del lastre que más crítica.
Cuando pensaba que la izquierda local detendría su caída libre, esta nos sale con otra sorpresa. Peor cuando estos destapes vienen por cuenta de mujeres que han sufrido los maltratos de hombres y mujeres que han hecho suyo el indignado discurso de la violencia contra la mujer.
Estas denuncias públicas de las mujeres violentadas, física y psicológicamente, aparte de revelar el rasero de la intelectualidad zurda, ponen de manifiesto la inutilidad de las posturas de superioridad moral de las voces actuales del feminismo local, que ahora recibe una letal dosis de ubicaína, puesto que si pretendes señalar hacia el patio, primero debes hacerlo con los hombres y mujeres que conforman el colectivo con el que se construye una postura ante la sociedad.
Las denuncias contra Abraham Valencia, Ricardo Milla Toro y Verónica Ferrari, son axiomáticos reflejos de la gangrena que recorre por las venas emocionales del país. Esta gentuza creía que nunca se sabría de las agresiones verbales y físicas que cometían contra sus parejas. Claro, se alucinaban intocables porque sacaban provecho de una postura política basada en la defensa y el bienestar común, fungiendo de portavoces de esta cuando en la intimidad masacraban a sus parejas.
Todavía no leo el comunicado de Ferrari, y espero que piense lo que dirá, porque de lo que se le acusa, se sabía, corría como un rumor entre los gremios feministas, que no hacían nada para no afectar el bien mayor.
Pero sí he leído los comunicados del otro par de huevones. O sea, qué paja: masacro, ofendo y digo que me someteré a terapia. No, baboso, lo que debes es rehacerte, volver al grado cero de tu esencia, en un tacho de basura, por ejemplo, y permitir que hombres y mujeres más capaces y dignos sean los que prediquen y honren en coherencia lo que tú jamás.
Mientras tanto, seguiré esperando las férreas condenas de los autodenominados representantes de la Ética de las redes sociales. No sentiré que estaré el tiempo, porque con ellos no existe la doble moral.
Si alguna tara mayor exhibe la intelectualidad peruana, esa es, sin duda alguna, su doble moral.
A esta maravilla de la ética, sumemos ahora su conchudez, esa incapacidad para pedir disculpas, la ausencia de autocrítica que la equipara al nivel del lastre que más crítica.
Cuando pensaba que la izquierda local detendría su caída libre, esta nos sale con otra sorpresa. Peor cuando estos destapes vienen por cuenta de mujeres que han sufrido los maltratos de hombres y mujeres que han hecho suyo el indignado discurso de la violencia contra la mujer.
Estas denuncias públicas de las mujeres violentadas, física y psicológicamente, aparte de revelar el rasero de la intelectualidad zurda, ponen de manifiesto la inutilidad de las posturas de superioridad moral de las voces actuales del feminismo local, que ahora recibe una letal dosis de ubicaína, puesto que si pretendes señalar hacia el patio, primero debes hacerlo con los hombres y mujeres que conforman el colectivo con el que se construye una postura ante la sociedad.
Las denuncias contra Abraham Valencia, Ricardo Milla Toro y Verónica Ferrari, son axiomáticos reflejos de la gangrena que recorre por las venas emocionales del país. Esta gentuza creía que nunca se sabría de las agresiones verbales y físicas que cometían contra sus parejas. Claro, se alucinaban intocables porque sacaban provecho de una postura política basada en la defensa y el bienestar común, fungiendo de portavoces de esta cuando en la intimidad masacraban a sus parejas.
Todavía no leo el comunicado de Ferrari, y espero que piense lo que dirá, porque de lo que se le acusa, se sabía, corría como un rumor entre los gremios feministas, que no hacían nada para no afectar el bien mayor.
Pero sí he leído los comunicados del otro par de huevones. O sea, qué paja: masacro, ofendo y digo que me someteré a terapia. No, baboso, lo que debes es rehacerte, volver al grado cero de tu esencia, en un tacho de basura, por ejemplo, y permitir que hombres y mujeres más capaces y dignos sean los que prediquen y honren en coherencia lo que tú jamás.
Mientras tanto, seguiré esperando las férreas condenas de los autodenominados representantes de la Ética de las redes sociales. No sentiré que estaré el tiempo, porque con ellos no existe la doble moral.