El monopolio de la mentira
Por Martín Santivañez- Diario Correo.
El cártel mediático forjado en nuestro país los últimos años no configura una tiranía económica. No es el dinero lo que mueve a los periodistas mermeleros. Lo que moviliza a los líderes de opinión es la pertenencia a un grupo ideológico muy concreto: el contubernio líbero-caviar. La pertenencia a este grupo asegura un estatus económico, por supuesto, pero facilita algo mucho más importante: incorpora al líder de opinión en la mátrix del pensamiento caviar. Y lo convierte en portavoz estrella de lo políticamente correcto. Así, en los últimos años hemos visto un nuevo y grave divorcio en la realidad nacional. La mayoría de los peruanos no comparte los dogmas seculares de los opinólogos caviares. El pueblo, por instinto, desconfía de los que se proclaman la reserva moral de la nación. El divorcio se produce cuando, ante un pueblo mayoritariamente anticaviar, los medios de comunicación optan por llenar las pantallas, el papel y las radios de progres convictos, confesos o culposos. Solo unos cuantos lobos esteparios resisten en este ambiente de ciego relativismo y falsa polarización. El lobby caviar es poderoso y argollero. Pero se puede derrotar y desmontar. La censura de Saavedra ha sido, para ellos, un escalofrío en la espina dorsal. Contra todo el establishment mediático, desafiando el fariseísmo periodístico, el pueblo apoyó la censura y la oposición democrática se rebeló. Se rebeló para triunfar. Comprendió, por fin, que el enemigo no emplea circunstancialmente el monopolio de la mentira. EL ENEMIGO ES EL MONOPOLIO DE LA MENTIRA. Un monopolio con febles ramificaciones en la dimensión partidaria, pero solvente en el plano de los mass media. Un enemigo con pies de barro que se erige como un falso profeta de la cosa pública, un tigre de papel incapaz de reaccionar al embate valeroso de la verdad.
La huella del ex ministro Saavedra
Por Luis Garcia Miró Elguera– Diario Expreso.
El costo político que ha generado al Ejecutivo, Legislativo y al Perú entero aquella obstinación palaciega de mantener a capa y espada al ex ministro Jaime Saavedra es sencillamente inadmisible. No existe otra lectura, ante tamaña terquedad del Gobierno, que comprender que éste se hallaba subyugado a la presión extorsionadora del sector progre-caviar para cercar al presidente Pedro Pablo Kuczynski y hacerse del poder en los siguientes cuatro años y siete meses.
Los Bruces, los Costas, Lombardis y tantos otros integrantes del clan progresista –que creían haber cercado al mandatario– ahora están desencajados y resentidos por el portazo que recibieron, tras desechar el jefe de Estado la vesania de apelar a la “cuestión de confianza” que luego lo encaminaría al abismo vía la estrategia confrontadora –y desestabilizante– de disolver el Congreso. Y ya sabemos que el abismo –el caos, concretamente– es lo que siempre procuran los progre. Porque su especialidad estriba en moverse en los pantanos y las alcantarillas, desde donde manipulan al gobernante apelando al sucio método del chantaje político.
Es claro que el ex ministro Saavedra se convirtió en la roca en el zapato del gobierno al negarse a reconocer su responsabilidad política en un rosario de fallas, ineptitudes, incongruencias y corruptelas destapadas en la cartera a su cargo. Como los millones de soles aparecidos en la cuenta bancaria perteneciente a un funcionario de su sector inmerso en la viciada compra de computadoras; o también por la forma incompetente como se ha manejado el asunto de los Juegos Panamericanos durante los últimos tres años, encontrándose Saavedra precisamente al mando del ministerio encargado de organizarlos.
Ninguno de esos yerros quiso reconocerlos el hoy ex ministro. Pero ahora nos enteramos que Saavedra también dejó sembrada en su sector la impronta progre-caviar respecto a temas muy espinosos –para la sociedad peruana– que quiere imponernos la izquierda como parte de su proyecto para “transformar las estructuras sociales”.
Por ejemplo Saavedra distribuyó entre los maestros de primaria un material tortuoso llamado “Guía de Educación Sexual Integral” que, según la educadora Beatriz Mejía Mori –en declaraciones prestadas a EXPRESO– constituye “una manipulación muy perversa hacia los escolares”.
El mamotreto está basado en un plan de la Unesco para introducir un modelo educativo “moderno”. Pero un “modelo” rigurosamente orientado a promover –entre niños menores de edad– la unión de personas de un mismo sexo, apelando a cuentos y fábulas tradicionales, aunque exclusivamente “adecuadas” al espíritu gayista contemporáneo.
Cita la educadora Mejía ejemplos de cómo los progre trastocan la historia tradicional, al incorporar el cuento de “La Caperucita Roja” pero convertido en “El Caperucito Rojo”.
Allí el mensaje a los menores es que “el comportamiento de los varoncitos ‘extraños’ es el correcto”. Inclusive la investigadora precisa que en la página 178 de la referida guía una figura femenina dice “Me llamo Eliana, estoy enamorada de Paola y vendo artesanía”; y en la página 179 un muchacho señala “Me llamo Javier, mi pareja se llama Francisco y soy arquitecto”. Con razón el legislador Bruce defendió a morir a Saavedra.