Corrupción y martirio

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Francois-Xavier Nguyen Van ThuanEl director de AsiaNews, padre Bernardo Cervellera habla sobre la tolerancia y la violencia:
Un 10% de la población vietnamita es católica. Las cosas han mejorado, pero, ¿es posible la libertad religiosa en Vietnam hoy?
Ha habido algunas mejoras, por ejemplo, los seminarios en los últimos años, que antes estaban limitados a un número fijo de candidatos, ahora se han abierto y hay muchas vocaciones. También hay una cierta tolerancia del gobierno hacia, por ejemplo, la atención médica proporcionada por las hermanas, la educación en las guarderías y cosas similares. Diría tolerancia, no permiso, (es el término correcto). De alguna forma hay más libertad y todas estas libertades dependen de la buena voluntad del gobierno, que en ocasiones las permitirá y otras veces no.
¿Pero todavía hay violencia contra los cristianos?
En algunas zonas de Vietnam, por ejemplo en el norte y entre las tribus de las montañas, todavía hay violencia. En Sung La y otras diócesis, y en otras ciudades más pequeñas y pueblos, los católicos no pueden celebrar misa en Navidad o Pascua y se les prohíbe tener catequesis y enseñar a sus hijos la fe porque el gobierno local no permite ninguna expresión de fe. En la práctica, quieren destruir la fe católica.
¿De dónde obtiene usted la información?
Nuestra información viene de fuentes de fuera de Vietnam. Es muy peligroso para ellos enviarnos esta información. Varias diócesis de Vietnam han tenido también el valor suficiente para publicar en sus páginas webs noticias y discursos de sus obispos, valoraciones y críticas de algunas violaciones de la libertad religiosa – de modo que a través de estas páginas podemos obtener noticias.
Usted escribe en AsiaNews que la violencia anticatólica suele ser una consecuencia de la corrupción.
La mayor parte de la violencia contra la Iglesia católica en el Vietnam actual tiene como causa el soborno y la corrupción de los cuadros del Partido Comunista. Vietnam está en transición. Antes de esta transición había una economía comunista centralizada. Ahora avanzan hacia una economía capitalista y, debido a esto, muchos cuadros del Partido Comunista están asumiendo el control y convirtiéndose en propietarios de edificios, que antes pertenecían a las iglesias – incluso templos budistas y edificios de otras religiones. Esto es ilegal porque la ley de Vietnam establece que todos estos edificios y tierras que han sido expropiados a la Iglesia o a otros se tienen que devolver cuando estas propiedades dejen de ser utilizadas por el Estado.
¿Y ahí está el problema?
Sí, estos cuadros comunistas se quedan para sí estas propiedades y las desarrollan como centros turísticos o villas que venden más tarde en el creciente mercado inmobiliario de Vietnam. La Iglesia, no obstante, intenta reclamar estas propiedades. Ha ocurrido en Hanoi, Saigón, Vinh y en muchos lugares – y los católicos tienen la razón en sus exigencias. La respuesta del régimen comunista ha sido violenta. Arrestan o golpean a estos católicos que han exigido que se devuelvan sus propiedades legales. Un sacerdote fue arrojado del segundo piso de un edifico y otro sacerdote golpeado hasta quedar en coma. Hay violencia y es una forma de amordazar las voces y derechos de estos católicos.
Los católicos vietnamitas necesitan oraciones.
Toda Iglesia perseguida necesita apoyo y, sobre todo, a través de la oración: las oraciones de la Iglesia de todo el mundo porque nadie puede resistir el sufrimiento y la persecución de la falta de libertad religiosa sin la fuerza que da la oración. Hay además otra reflexión: el hecho de que Vietnam se haya vuelto un país con cada vez más relaciones comerciales internacionales – estas relaciones comerciales deben ser también una vía para transmitir la importancia de los derechos humanos y el respeto por la libertad religiosa. De este modo los negocios irán mejor, porque, si la libertad religiosa está ausente, todos los demás aspectos de los derechos humanos, como también la libertad para emprender un proyecto económico, están en peligro.
¿Es la historia de martirio de Vietnam una de las razones por las que la Iglesia crece con tanta rapidez?
Creo que sí. Vietnam es, con China, una de las Iglesias más perseguidas de Asia, al menos en los últimos siglos. En los siglos XVIII y XIX, hubo, quizás, 200.000 mártires vietnamitas. Este martirio ha sido semilla para una nueva vida de la Iglesia. El segundo aspecto que creo que hace que la vida de la Iglesia en Vietnam sea tan fuerte es su unidad.
¿De dónde viene esta unidad?
Esta unidad viene de la educación que los jesuitas les dieron y también de los testigos de la Iglesia ante el pueblo de Vietnam a lo largo de la historia de la Iglesia en Vietnam. Hoy se tiene más confianza en las personalidades de la Iglesia que en los funcionarios del gobierno.
Uno de los grandes testigos ha sido el cardenal François-Xavier Nguyen Van Thuan. ¿Puede decirnos algo sobre su vida?
Es una de las personalidades más grandes del Vietnam contemporáneo. François-Xavier Nguyen Van Thuan era sacerdote y se convirtió en obispo unos meses antes de la invasión de Vietnam del Sur por parte de Vietnam del Norte. Era el obispo auxiliar de Saigón durante aquella época. El cardenal Van Thuan lo dio todo al servicio de la gente en el Sur: a los pobres, a los niños, para la educación, para la construcción de casas…
¿Por qué acabó entonces en prisión?
Fue encarcelado, en primer lugar, porque era pariente del último presidente de Vietnam del Sur y, en segundo lugar, porque era obispo. Era un defensor apasionado de su pueblo y el pueblo le seguía, y por eso fue encarcelado durante 13 años de los que nueve los pasó en confinamiento en solitario. El obispo Van Thuan – más tarde cardenal Van Thuan – escribió un gran libro, un diario, sobre su época en prisión en el que dice que en los momentos de desesperación, la oración era su único consuelo. En este libro también menciona cómo celebraba la misa en secreto y cómo sus parientes le enviaban las así llamadas “medicinas”, que en realidad eran vino, y cómo guardaba pan de la prisión. Es un diario muy conmovedor, un libro muy conmovedor. Hay también un elemento muy conmovedor en este libro: muchos de los guardias de la prisión poco a poco se fueron mostrando más amigables con él y muchos se convirtieron por su testimonio.
¿Qué impresión le causó a usted cuando le conoció?
Era muy tranquilo. Lo conocí en Roma. Si no recuerdo mal, el Vaticano obtuvo su liberación con la condición puesta por el gobierno vietnamita de que nunca volvería a Vietnam. Me encontré con él cuando era secretario del Pontificio Consejo Justicia y Paz. Era, como diría, muy calmado pero de una mirada muy profunda y siempre muy comprometido con Vietnam. Se reunía con refugiados aquí en Italia o la personas venían de todas partes del mundo para visitarlo. Siempre estaba trabajando y siempre apoyando a la Iglesia en Vietnam con, lo que yo llamaría, una calma muy plácida, como si dijera: “Sabemos que Cristo siempre saldrá victorioso. No hay prisa ni angustia”.

Fuente: Agencia de Noticias Zenit.
La Esperanza
Me llamo Francisco Nguyen van Thuan y soy vietnamita… Hasta el 29 de abril de 1975 fui, por ocho años, obispo de Nhatrang, en el centro de Vietnam, la primera diócesis que me fue confiada, donde me sentía feliz, y por la cual sigo sintiendo predilección. El 23 de abril de 1975 Pablo VI me nombró arzobispo coadjutor de Saigón. Cuando los comunistas llegaron a Saigón, me dijeron que mi nombramiento era fruto de un complot entre el Vaticano y los imperialistas para organizar la lucha contra el régimen comunista. Tres meses después fui llamado al palacio presidencial para ser arrestado: era el día de la Asunción de la Virgen, 15 de agosto de 1975.
Esa noche, durante el trayecto de 450 km que me lleva al lugar de mi residencia obligatoria, vinieron a mi mente muchos pensamientos confusos: tristezas, abandono, cansancio, después de tres meses de tensiones… Pero en mi mente surge claramente una palabra que disipa toda oscuridad, la palabra que Mons. John Walsh, obispo misionero en China, pronunció cuando fue liberado después de doce años de cautiverio: “He pasado la mitad de mi vida esperando”. Es una gran verdad: todos los prisioneros, incluido yo mismo, esperan cada minuto su liberación. Pero después decidí: “Yo no esperaré. Voy a vivir el momento presente colmandolo de amor”.
No es una inspiración improvisada, sino una convicción que he madurado durante toda la vida. Si me paso el tiempo esperando quizá las cosas que espero nunca lleguen. Lo único que con seguridad me llegará será la muerte.
En el pueblo de Cay Vong, donde se me designó la residencia obligatoria, bajo vigilancia abierta y oculta de la policía, “confundida” entre el pueblo, día y noche me sentía obsesionado por el pensamiento: “¡Pueblo mío! ¡Pueblo mío que tanto amo: rebaño sin pastor! ¿Cómo puedo entrar en contacto con mi pueblo, precisamente en el momento en que tienen más necesidad de su pastor? Las librerías católicas han sido confiscadas; las escuelas, cerradas; las religiosas y religiosos que enseñaban han sido enviados a trabajar a los arrozales. La separación es un shock que me parte el corazón.
“Yo no esperaré. Voy a vivir el momento presente colmandolo de amor; pero ¿cómo?”.
Una noche viene la luz: “Francisco, es muy simple, haz como San Pablo cuando estuvo en prisión: escribía cartas a varias comunidades”.
Así fue como comenzó a escribir cartas que luego compusieron los libros por él escritos.
La gracia de Dios me dio la energía para trabajar y continuar, aún en los momentos de más desesperanza. El libro lo escribí de noche en mes y medio, pues tenía miedo de no terminarlo: temía que me trasladasen a otro lugar.
En el pasaje del evangelio que narra la multiplicación de los panes y los peces, los apóstoles habrían querido elegir el camino más fácil: “Despide a la gente para que busquen alojamiento y comida…” Pero Jesús quiere actuar en el momento presente: “Dadles vosotros de comer” (Lc 9, 13). En la cruz, cuando el ladrón le dijo: “Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino”, Jesús le dijo: “Te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lc 23, 42-43). En la palabra “hoy” sentimos todo el perdón, todo el amor de Jesús.
Una vez, la Madre Teresa de Calcuta me escribió: “Lo importante no es el número de acciones que hagamos, sino la intensidad del amor que ponemos en cada acción”.
¿Cómo llegar a esta intensidad de amor en el momento presente? Pienso que debo vivir cada día, cada minuto, como el último de mi vida. Dejar todo lo que es accesorio, concentrarme sólo en lo esencial. Cada palabra, cada gesto, cada conversación telefónica, cada decisión es la cosa más bella de mi vida; reservo para todos mi amor, mi sonrisa; tengo miedo de perder un segundo viviendo sin sentido…
Escribí en el libro El camino de la esperanza: “Para ti el momento más bello es el momento presente (cf Mt 6, 34; St 4, 13-15). Vívelo en la plenitud del amor de Dios. Tu vida será maravillosamente bella si es como un cristal formado por millones de esos momentos. ¿Ves como es fácil?” (El camino de la esperanza, 997).
Vietnamitas se manifiestan contra la política marítima del gobierno chino
La disputa territorial ha tensado la relación entre ambos países, cuyas fuerzas navales han llevado a cabo maniobras en diferentes áreas del Mar de China Meridional.
Cerca de medio millón de vietnamitas se manifestaron para condenar la política del gobierno chino en el Mar de China Meridional, escenario de la disputa territorial que ha disparado la tensión entre los dos países vecinos.
Los manifestantes convocados por organizaciones estatales se concentraron cerca de la embajada China en Hanoi, capital vietnamita, y luego recorrieron las principales calles del centro de la capital sin que las fuerzas de seguridad intervinieran en ningún momento.
Durante la protesta, los participantes denunciaron las acciones de China consideradas una “invasión” de las aguas jurisdiccionales de Vietnam.
En las últimas semanas, el sector más duro del nacionalismo vietnamita ha convocado varias manifestaciones de protesta contra China a raíz de los incidentes ocurridos en el Mar de China Meridional entre barcos de los dos países.
El gobierno vietnamita denuncia que las acciones de China espolean una crisis regional a pesar de que, en 2002, firmó con la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) un código de conducta mediante el que se comprometieron a emplear el cauce diplomático ante cualquier disputa.
Las fuerzas navales de los dos países han llevado a cabo maniobras en diferentes áreas del Mar de China Meridional, donde están ubicadas las islas Paracel y Spratly, que China y varias naciones del sudeste de Asia reclaman en parte o en su totalidad.
Fuente: EFE.

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