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Manila, ciudad española y centro de fusión. Un estudio a través del inventario del gobernador de Filipinas Alonso Fajardo de Tenza (1624)
Por Yayoi KAWAMURA- https://journals.openedition.org
La figura de Alonso Fajardo de Tenza (Murcia 15??-Manila 1624) es conocida hasta ahora muy fragmentariamente. Ocupó el cargo de gobernador de Filipinas entre 1616 (nombramiento) y 1624 1, el noveno desde la fundación de la ciudad en 1571 en la época de Miguel López de Legazpi. Por lo tanto, fue representante y ejecutor de la autoridad de los reyes Felipe III y Felipe IV en la joven ciudad española de apenas medio siglo de historia, a la que arribaban numerosos barcos de diferentes países asiáticos, aparte de los galeones españoles, en la que confluían mercancías de una amplia zona: asiáticas, americanas y europeas, y en la que habitaban hombres de diferentes procedencias, siendo los sangleyes –chinos y sus descendientes–, muy numerosos. La prosperidad de Manila dependía del comercio internacional. Manila se configuraba ya claramente como un enclave español en Asia, una especie de factoría, donde se traficaban productos de diversos orígenes, la razón de ser de la ciudad.
Los estudios sobre la relación entre Filipinas y Japón en los siglos XVI y XVII han revelado algunas actuaciones que tuvo Alonso Fajardo en dicha relación. Según el estudio de Borao, Alonso Fajardo, al llegar a Manila, expresaba la necesidad de la fuerza defensiva por estar expuesta a distintos enemigos, a la vez que estar soportando una población nada homogénea, y estaba muy atento con lo que sucedía en Japón. Planeó el envío de la embajada a Japón en 1623 con el intento de recuperar una enfriada relación con dicho país, obteniendo un rotundo fracaso 2.
Por otro lado, Schlatter Navarro ofrece un dato interesante, que podría aclarar el origen del interés personal de Fajardo en Japón 3. En el verano de 1617, Tsunenaga Hasekura, embajador japonés enviado a España por Date, gobernador de Ôshû (Ozu), tomaba el barco de regreso en Sevilla rumbo a Nueva España. La misión de Hasekura era conseguir la aprobación de Felipe III para establecer el comercio regular entre Japón y Nueva España, sin embargo, ante las noticias de la persecución del cristianismo en Japón que llegaban a la corte española, el rey no aceptó la solicitud, convirtiéndose en una molestia la presencia del embajador, a pesar de haber sido bautizado en Madrid actuando de padrino el duque de Lerma. Resulta que en la misma flota iba Alonso Fajardo, el electo gobernador de Filipinas, a Nueva España. Además, Fajardo y Hasekura, partieron juntos de Acapulco –Hasekura en el navío japonés San Juan Bautista que había ido a recogerle y Fajardo en el galeón español–, llegando en agosto de 1618 a Manila, donde el japonés pasó dos años en espera de poder regresar a su patria. Compartir el viaje pudo ser un buen motivo para el electo gobernador de informarse sobre la situación de Japón. Esta coincidencia entre estas dos personas resulta interesante a la hora de indagar las relaciones que mantenía este gobernador con Japón, como más adelante señalaremos.
Nuevos datos que ofrecemos sobre Alonso Fajardo, que constituyen la parte nuclear de este estudio, parten de los bienes que el gobernador poseía en Manila en 1624, lugar donde falleció estando en el cargo. El inventario de sus bienes nos hace ver la vida y los negocios habidos en Manila en esas fechas. Asimismo, otros documentos relativos a la administración de Filipinas de su época aclaran más aspectos del personaje, a la vez que revelan la situación de aquella ciudad española fronteriza en Asia.
Respecto a su origen y ascendencia, uno de los objetos suyos inventariados, una caja con la encomienda de Alcántara, señala que era caballero de la orden de Alcántara, hecho que ha servido para localizar su expediente 4, e informarnos de su ascendencia. Era señor de las villas de Ontur y Albatana, capitán general de la armada y ejército del mar, hijo mayor de Luis Fajardo, capitán general de la armada y ejército del mar y océano y comendador de la orden de Calatrava, y de Luisa de Tenza y Pacheco, ambos vecinos de la ciudad de Murcia. Su abuelo paterno era Luis Fajardo, marqués de Vélez, originario de Vélez el Blanco, y el materno era Alonso de Tenza y Pacheco, señor de las villas de Ontur y Albatana y miembro del Santo Oficio. A Alonso Fajardo le fue concedido el honor de pertenecer a dicha orden militar el 23 de marzo de 1607, cuando servía a la corona en Flandes. Por lo tanto, fue militar al servicio de Felipe III, que se habría destacado en la conflictiva tierra flamenca durante el gobierno de la infanta Isabel Clara Eugenia y el archiduque Alberto, durante el pleno periodo bélico antes de la firma de la Tregua de los Doce Años (1609).
Alonso Fajardo estaba ya destinado a Filipinas en septiembre de 1616, el momento cuando solicitó la ayuda de costa 5, y salió de Sevilla en el verano de 1617. En el verano de 1618, el nuevo gobernador informaba a Su Majestad de su llegada a Manila y de distintos aspectos de la situación en Filipinas 6. Asimismo, otra carta suya revela que él llevaba consigo a un hermano, Luis Fajardo, para que “empezara a servir a la corona”, para quien solicitaba un “entretenimiento”, entendido como un pequeño cargo para justificar su presencia 7.
Era un gobernador constantemente atento a los enemigos de España en Asia, es decir, los holandeses, contra quienes había luchado en Flandes, y a los negocios que aportaban beneficios a la corona. En 1621 el gobernador observó el provecho que podía tener la importación y exportación de las mercancías, especialmente textiles, de origen chino e indio a Nueva España y todo territorio americano virreinal. Además, su idea estaba unida con el intento de dañar a los enemigos, así proponía prohibir la venta de la lencería flamenca, inglesa y francesa en las “Indias occidentales” y suministrar allí ese género de origen asiático desde Manila. A pesar de la unión de las coronas, Felipe III no permitía la apertura de relaciones comerciales entre Macao y Manila, pero la presión de Castilla de querer apropiarse del comercio asiático por vía de América, en detrimento del interés portugués, era grande, valiéndose de su plata americana como indican Valladares y Ollé 8. Estamos asistiendo al momento de la consolidación del comercio del galeón de Manila. Esta propuesta de Fajardo revela la implicación del gobernador para promoverlo, siendo una de las mercancías de buena rentabilidad los textiles 9.
Otra acción que el gobernador quiso tomar era explotar la mina de oro de la provincia de Pangasinan (isla de Luzón) entonces bajo el control de los indios igorrotes. Desde 1621 en los informes anuales a la corona se aprecian las referencias a este asunto 10. En 1623 también el arzobispo de Manila mencionaba sobre las prospecciones que estaba realizando Alonso de Fajardo en las minas de oro 11. Todo indica que el gobernador tenía puestas las esperanzas en aquella mina de oro, aunque la empresa fue fallida como indicaremos más adelante. El arzobispo hablaba de que los indios igorrotes venían a vender el oro de veintidós quilates a Manila, hecho que suscitaría el interés del gobernador en el asunto.
Las menciones que hace el gobernador sobre los ataques de los holandeses son constantes en las cartas anuales. Efectivamente en abril de 1621 se finalizaba la Tregua de los Doce Años, pero antes de esa fecha en el mar de China los enfrentamientos con los holandeses eran una realidad, coincidiendo con el momento del gradual declive de los portugueses en sus enclaves de Asia. Aunque la Real Cédula dada a Alonso Fajardo 12 al tomar posesión del cargo le indicaba que redujera los gastos y que pidiera solo el socorro necesario al virrey, desde 1619 el gobernador estaba reclamando el envío de más recursos de hombres, dinero y armas en los navíos de Acapulco 13. En 1618 el gobernador, a través de sus confidentes en Japón –algunos de ellos jesuitas– se informaba del inminente ataque de los holandeses que partían del puerto japonés de Nagasaki. Ante tal situación el gobernador hizo enormes esfuerzos de fabricar y reparar todos los navíos a su alcance, e incluso llegó a comprar el barco japonés San Juan Bautista de Hasekura, cosa que consiguió, según el fiscal de la audiencia, por las buenas relaciones que Fajardo mantenía con los japoneses 14. El objetivo de los holandeses era cortar el tráfico comercial entre China y Manila, expresado por el gobernador en su carta en estos términos: “robar los navíos de China (que es el comercio que sustenta estas islas)” 15; y a la vez que, según Juan de Alvarado de Bracamonte, fiscal de la audiencia, “tomar el navío que viene de la Nueva España con la plata” 16. En octubre de 1618 los holandeses se presentaron en la bahía de Manila amenazando a los españoles hasta la Pascua de Resurrección.
En 1621 los holandeses volvían a la carga e interceptaban los barcos de China, que apenas llegaban al puerto de Cavite, hecho que hacía disminuir el suministro de numerosos productos y mercancías a enviar en el galeón de Manila 17. El gobernador, a través de sus confidentes de Nagasaki, seguía informándose de los movimientos de los holandeses. Llegó a producirse una batalla ante diez barcos holandeses en la bahía de Manila en diciembre de 1621, de la que el gobernador salió victorioso. El siguiente galeón de Nueva España, en el verano de 1622, le trajo un socorro materializado en 372 soldados 18 y 22 galeotes 19, y el gobernador, a su vez, envió la ayuda a Macao, a saber, pólvora y dos compañías de soldados 20. Se observa la estrategia de España durante la unión de las coronas de defender los enclaves portugueses de Asia desde la Manila española ante el enemigo común, los holandeses. El daño que intentaban producir los holandeses en los intereses españoles era constante. En 1624 los oidores de la audiencia de Manila hablaban de que ningún navío de China llegó a Manila ese año por la presencia holandesa en el mar, especialmente por su ocupación de las Islas Pescadores, y llegaron a decir que “con que está esta tierra en miserable estado porque sin ellos no vale nada” 21.
En cuanto a la relación con Japón, como se ha señalado, era un asunto de interés del gobernador. Debido a la persecución del cristianismo en Japón, muy severa desde 1614, la inmigración de los japoneses cristianos estaba en constante aumento durante su gobierno, llegando a declarar el gobernador en 1620 que no superasen de 3 000 el número de los japoneses residentes 22. Fajardo alertaba de los avances de los holandeses en Japón en detrimento de los españoles y de la fe cristiana, y en 1619 proponía reanudar el envío de embajadores con buenos regalos al gobernante japonés 23. Dicha propuesta tuvo su autorización de la corona, pero debido al incremento de la presencia belicosa holandesa en el mar no se pudo ejecutar hasta 1623 24. Esa delegación encabezada por el general Fernando de Ayala y el capitán Antonio de Arceo ante el gobernante Hidetada Tokugawa con el fin de recuperar relaciones fue rechazada por la parte japonesa, poniéndose punto final a las relaciones entre los dos países. Tras dicha ruptura, Fajardo realizaba una política de acoger y proteger a los japoneses intentando construir en 1624 un colegio para ellos contra la opinión de los jueces y oidores de la audiencia pero contando con el aplauso de los jesuitas 25.
Durante su gobierno numerosas veces encontramos el nombre del capitán Alonso Fajardo Oscaba Japón, es decir japonés, como capitán de un barco y como “gobernador de los Japones” residentes en Filipinas, quien traía a Manila mercancías procedentes de Japón y Macao 26. Un japonés llamado como él estaría disfrutando de su protección y pudo ser uno de los confidentes suyos antes señalados. Otro hecho que atestigua su vínculo con Japón es que en el momento de su fallecimiento, un sobrino suyo, Joseph de Vides, se encontraba en Japón 27.
En el terreno personal, durante su gobierno, se detectan constantes discordias y enfrentamientos entre el gobernador y los oidores y jueces de la audiencia. Los jueces Jerónimo de Legazpi de Echeverría, Álvaro de Mesa y Lugo y Antonio Rodríguez de Villegas se quejaban de comportamientos inapropiados del gobernador señalando los excesos, desconciertos y la escandalosa vida y mal ejemplo que daba, mientras el gobernador acusaba especialmente al oidor Jerónimo de Legazpi por la vida disipada y mala actuación en su cargo 28. Constantes acusaciones mutuas debieron de crear un clima de constante tensión en la administración de Manila. Por otro lado, el fiscal de la audiencia Juan Alvarado de Bracamonte alababa la destreza, inteligencia y esfuerzo de Alonso Fajardo como gran militar en las luchas contra los holandeses 29.
En medio de ese clima de tensión y constante alerta a los enemigos, en junio de 1621 sucedió el asesinato de la esposa del gobernador por el propio marido por causa de adulterio. Su esposa Catalina María Zambrano y un hombre llamado Juan de Mesa Suero fueron sorprendidos juntos en la casa de éste por Alonso Fajardo cuando retornaba a la diez de la noche de Cavite, y fueron vengados con el resultado de muerte de ambos. Alonso Fajardo defendió su actuación en su carta, sin embargo, un año después, el fiscal Diego González de Cuenca y Contreras le acusó solicitando el embargo de sus bienes 30. Este hecho retrata un aspecto más de la vida en Manila, tierra muy alejada de la corte, donde la fuerza, violencia y guerra eran alimentos diarios.
El gobernador Alonso Fajardo de Tenza, en pleno desempeño de su cargo, falleció en Manila el 11 de julio de 1624 por una causa natural, al parecer “sin haber precedido enfermedad sino flaqueza de que se vino a consumir”, y fue enterrado en la iglesia de San Nicolás de los Recoletos 31.
Tras su fallecimiento, como era habitual, el juez, en este caso el oidor de la Real Audiencia de Manila, Matías Delgado y Flórez, mandó realizar el inventario de sus pertenencias, que duró del día 12 al 16 de julio, antes de entregárselos a su albacea y al heredero universal, el general Luis Fajardo, su hermano 32.
A continuación, se analizará dicho inventario para conocer su situación personal, su nivel de vida, los objetos de valor en su poder, incluso sus actividades comerciales. Entre todos los bienes se prestará especial atención en aquellos productos y objetos artísticos asiáticos. El inventario, aparte de relacionar los bienes hallados en su casa, incluye interesantes declaraciones de varios personajes cercanos a él, que aportaron informaciones sobre más bienes y haciendas que el fallecido gobernador poseía.
El inventario nos revela que vivía solo, ya que sabemos que su esposa fue asesinada por él, y no hay ninguna referencia a sus descendientes. Poseía cuatro esclavos, sin precisar sus razas. Contaba con un mayordomo llamado Fernando López de Perona. Su hermano, Luis Fajardo, figura como heredero universal, quien vivía en la misma Manila e incluso poseía una encomienda allí, ya que un declarante del inventario alude a un envío que hizo el gobernador a una persona de 26 fardos de algodón correspondientes a la encomienda de su hermano. Efectivamente sabemos que el gobernador había solicitado una encomienda para su hermano en 1622 33.
Los objetos inventariados son numerosos, algunos procedentes de España y otros claramente adquiridos en Manila. Como bienes más destacados podemos señalar objetos de plata, una serie de muebles de tamaño mediano, una cantidad importante de piedras preciosas, bastantes textiles, objetos elaborados de oro, marfil, nácar o concha de tortuga, y armaduras y armas de distintas procedencias.
De plata, el gobernador poseía un servicio completo de mesa: fuentes, jarras, aguamanil, salvillas, confitera, copas, platos, cucharas, tenedores, salero, azucarero, vinajeras, candeleros, espabiladera de vela, etc. que suponían un total de 118 piezas de plata de carácter civil. Cada pieza fue pesada con precisión –esto demuestra la presencia de ensayador de plata en Manila como en otras ciudades del reino español–. El peso total ascendía a 202 marcos, 105 onzas y 63 reales, equivalente a casi 50 kg. Entre las piezas destacan tres objetos de plata con el escudo de Fajardo: una fuente grande de plata sobredorada redonda con un considerable peso de 3,852 g, otras dos fuentes ovaladas y sobredoradas, con el peso de ambas de 3,249 g y una taza con su plato sobredorados de 920 g. Aparte, poseía un aguamanil grande sobredorado de 2,444 g. Sin duda, se trata de un ajuar de representación, común en la platería española y en la virreinal, que pudo haber adquirido en Nueva España.
Aparte de la platería civil, nos llama poderosamente la atención la cantidad de piedras preciosas inventariadas. Son treinta y cuatro sortijas con rubíes, esmeraldas, diamantes o cristal de roca; tres cintillos cuajados de diamantes, rubíes o perlas, varias piedras sueltas de rubí, ámbar, de las llamadas “piedras de leche”, perlas, etc. Por su elevado número, no podemos pensar que eran para el uso personal sino que se trataría de una inversión por sus propios valores. Creemos que son piedras preciosas procedentes del sureste de Asia. No nos olvidemos que al puerto de Manila llegaban barcos de distintos países asiáticos con mucha libertad y sobre todo los barcos de China traían todo tipo de mercancía. Además, cuando uno de los declarantes habla de la presencia de “cantidad de joyas” añaden que “algunas de las que el gobernador trajo de España y otras que compró en estas islas”.
Destaca también la presencia de oro, tanto en objetos elaborados como en metal. Las elaboradas son tres cadenas de oro de “hechura de Macán”, es decir, hechas en China y traídas del puerto de Macao: una de una vuelta de 648 g de peso, otra de once vueltas de 589 g y otra de dos vueltas de 354 g. Es conocida la moda de las cadenas de oro elaboradas en China en la corte de Felipe IV, que se puede apreciar en el retrato del monarca pintado por Velázquez en 1624 (Metropolitan Museum, Nueva York) y en el del conde-duque de Olivares del mismo pintor y de la misma fecha (The Hispanic Society of America, Nueva York). Además, una cadena de oro de las mismas características se conserva en el Instituto Valencia de Don Juan, de Madrid 34. Asimismo, tenemos noticia del envío en 1681 de una cadena de oro –un bejuquillo de oro– desde Manila a España, en concreto a Asturias 35.
Aparte de estas cadenas, se registran un tejuelo, una barreta y seis pedazos de oro, que pesaban 233,6 g, 271 g y 746 g respectivamente. Es de destacar que mientras los objetos de plata anteriormente mencionados se pesaban usando la unidad de peso del marco de Castilla y sus subdivisiones en onza y real, el oro fue pesado según la unidad de peso china: el tael y su división decimal, el mas, lo cual indica el predominio de los profesionales chinos en el sector del oro. Teniendo en cuenta el interés de Fajardo en explotar la mina de oro de los indios igorrotes y sus primeras prospecciones, estos lingotes podían ser perfectamente los resultados de dicha acción. Igual que el caso de las piedras preciosas, Alonso Fajardo tendría invertido su dinero en estos oros. La relación del valor de oro y plata en China era 1:5, mientras en el mundo hispano era 1:10 36, de ahí el estímulo para los españoles de Manila para conseguir el oro.
Otros objetos de oro eran un coco guarnecido de oro y esmeraldas y otro con oro esmaltado. Este tipo de piezas se encuentran dentro del repertorio de la platería virreinal, por lo que nos inclinamos a señalar esa procedencia.
En cuanto a los muebles, son en su mayoría de tamaño mediano; varios escritorios, bufetes, contadores, baúles, cajas, sillas, un aparador y una cama. Cuando describe la cama en la que falleció Fajardo, habla de madera dorada, expresión que podría indicar una cama de madera lacada con motivos dorados elaborada bien en India o bien en Japón. Figura un mueble exótico, que es un rodapié con bordado de Indias, una especie de biombo forrado de textil. Además, encontramos tres pares de biombos japoneses “dorados con figuras”, que realmente deberíamos de considerar como obras pictóricas que muebles. Podemos apreciar claramente que el término español “biombo” nació en Filipinas en esas fechas derivado de la voz japonesa “byôbu”, ya que en el inventario figura como “biobo”, muy cercano aún a la palabra japonesa. Figuran también cinco bufetillos dorados de Japón. Como en el caso de la cama, debemos de interpretarlos como objetos lacados decorados con oro, con la técnica de makie, típico trabajo japonés y destinado para la exportación en esa época, llamado del estilo Namban. Como muebles pequeños figuran cinco atriles de Japón, que suponemos también que eran de laca de estilo Namban. El hecho de que en España se conserven numerosos atriles de este tipo corrobora nuestra propuesta 37.
Los objetos elaborados con marfil constituyen otro capítulo de interés. El gobernador poseía nueve objetos de marfil: cuatro imágenes de Nuestra Señora, dos crucifijos, un Niño Jesús, una salvilla y un tablero. En España se conservan un elevado número de imágenes del Cristo crucificado y la Virgen con el Niño hechas de marfil en Manila, pertenecientes al grupo llamado de la escuela hispano-filipina, elaboradas por los artesanos chinos afincados en Manila llamados sangleyes 38. En cuanto a la imagen del Niño Jesús, podría ser la réplica del Santo Niño de Cebú que llevó Magallanes, muy adorado en Filipinas, pero no se descarta la posibilidad de proceder de India, del estilo llamado luso-indo, cuyos ejemplares también se conservan en España 39.
Como objetos hechos con otros materiales exóticos, se relacionan una imagen de Nuestra Señora y un baúl pequeño, ambos guarnecidos de concha de tortuga, una cruz de ébano, un espejo guarnecido de la misma madera, una cuchara y cuatro “bajos” de nácar, y dos piezas de “abada”, estas últimas entendemos hechas del cuerno de rinoceronte.
Alonso Fajardo también poseía varias armas y armaduras, muchas de procedencia asiática: de Japón procedían cinco armaduras, 44 picas y por lo menos ocho catanas, estas debieron de ser de gran aprecio, ya que nada más fallecer el gobernador su hermano las sacó de su casa y las llevó a la suya. La alta valoración de las armas japonesas, de acero de alta calidad, en Filipinas se evidencia a través de estos objetos, y también de otro documento relativo a Manila, que habla de mercancías que traía un embajador de Japón en 1610, en las que figuran 500 catanas 40. Aparte, poseía un alfanje, es decir una espada corta, guarnecido de oro, que sería de producción asiática, quizás india; y una escopeta guarnecida de plata, que podría ser española.
Referente al género textil, en su casa se hallaban tres cajas llenas de gran cantidad de telas de “lienzo suelo blanco de China”, “tafisiras y tafetán de colores” y “raso de colores”, siendo probablemente muchas de procedencia china. Aparte, había unas piezas que procedían de India, que son dos colchas y una almohada bordada. También figuran dos quimonos nuevos, de origen claramente japonés. El gran volumen de textil se explica por su valor mercantil, cuyo envío a América el gobernador intentaba fomentar, como hemos indicado anteriormente.
Como algo muy exótico y apreciado por su rareza, se señalan cantidades importantes de algalia y almizcle: seis botecillos de barro llenos de algalia y 126 buches de almizcle, sustancias untuosas y aromáticas de los gatos y ciervos que habitan en Asia y que sirven para fabricar perfumes. También poseía varias piedras llamadas “de puercoespín”, identificadas como bezoar, que se usaba en aquel tiempo como antídoto universal contra los venenos. Es lógico pensar que estos materiales eran mercancías para el negocio personal del gobernador.
Es de señalar la ausencia de la porcelana china, producto tan demandado por los europeos y que era una de las mercancías habituales del galeón de Manila. Solo encontramos en el inventario una salvadera y tintero de “calin de Japón”, que sería caolín, es decir porcelana japonesa, sin embargo, en la almoneda celebrada posteriormente figuran once piezas de loza de China.
Estos objetos mencionados en el inventario nos indican que el gobernador estaba muy implicado en el comercio de los barcos de China, la razón de ser de Manila. En ese sentido hallamos una información interesante en el inventario. Un declarante indica al oidor que el gobernador entregó a dos capitanes y a un sargento que iban a Macao cantidades importantes de dinero, unos 500 pesos a cada uno, para que le trajeran algunas colgaduras y curiosidades para llevar a España.
La escasa presencia de cuadros es otra característica de sus bienes. Solo se registran siete cuadros: dos de la Virgen con el Niño, cuatro de los evangelistas y uno de san Nicolás; además de tres láminas sin precisar el tema, que entendemos como grabados. En este detalle se asoma el perfil de Alonso Fajardo, que era de formación militar, hombre de guerra y buscador de fortuna, sin refinamiento personal.
Como último, el inventario señala el envío de 4,000 o 5,000 pesos que realizó el gobernador a Nueva España para comprar el “vino y aceituna pasa y más cosas”, mercancías que se carecían en Manila, en cuyo negocio estaba introducido.
Tras el inventario, la mayoría de sus bienes fueron vendidos en la almoneda celebrada entre el 1 de agosto y 28 de septiembre con el resultado económico de 7,308 pesos y 1 tomín y 4 granos, equivalente aproximado de 58 000 reales 41.
Con el interés puesto en conocer los precios de distintos objetos en el mercado de Manila, se relacionan a continuación los valores alcanzados en dicha subasta. Un diamante rosa grande, un rubí triangulado y otro diamante se vendieron en primer lugar a 150, 71 y 122 pesos respectivamente, seguidos de sortijas. El ajuar de plata, dividido en distintos lotes, alcanzó unos buenos precios: a 431, 156, 165 342, 83, 85, 86 y 135 pesos. Se remató una cadena de oro de una vuelta de 16 taes y 12 mases de peso en 217 pesos, y otra de dos vueltas de 8 taes y 14 maes de peso en 115 pesos. En cuanto al oro como metal, un conjunto que pesó 33 taes y 6 maes se remató en 454 pesos y 2 tomines. El ámbar también se cotizó por peso; tres piezas de 11 onzas y medio de peso alcanzaron a 185 pesos. Las 4 libras y 4 onzas y media de almizcle se vendieron a 76 pesos, mientras la algalia de 6 libras, 3 onzas y 8 adarmes de peso, a 248 pesos. Un importante lote de textil que consistía en 149 tafetanes de colores y 50 “tafisiras” se vendió a 1,343 pesos.
Por otro lado, los objetos que entendemos como artísticos desde nuestro punto de vista no alcanzaron precios muy altos. Por dos imágenes de Nuestra Señora, dos crucifijos y dos Niño Jesús de marfil se pagaron 35 pesos. Los seis cuadros que eran dos de la Virgen, tres evangelistas y un san Nicolás alcanzaron 30 pesos. Las once piezas de losa china se vendieron a 18 pesos cada una. Un lote de objetos litúrgicos, que incluía dos casullas, dos frontales de damasco, dos albas, un misal, un atril, una cruz y un ara –estas dos de Japón, por lo tanto, suponemos que eran de laca de estilo Namban–, una cruz, un cáliz y unas vinajeras de plata, todo ello se vendió en 130 pesos. La cama de madera dorada, que también se sospecha fuera lacada, se vendió en 80 pesos. Otras piezas artísticas procedentes de Japón alcanzaron los siguientes precios: tres atriles en 10 pesos y medio, un bufetillo y una escribanía en 25 pesos –estas cinco piezas probablemente de laca Namban–, un par de biombos en 40 pesos y medio, otros biombos viejos en 17 pesos y medio.
El suceso que se produjo tras su muerte en Manila es una historia de venganza contra el difunto, ya que la situación de gobierno estaba muy “violentada” 42. Los jueces de la audiencia, quienes mantenían tensas relaciones con él como se ha señalado antes, le acusaron de distintas actuaciones inapropiadas de Fajardo y apuntaron las deudas contraídas con la corona, por las cuales solicitaron el embargo de sus bienes. Los declarantes señalaban que el gobernador poseía haciendas en la ciudad de México, en el reino de Japón y en la ciudad de Macao. Estas referencias corroboran la idea de que Fajardo había mantenido relaciones comerciales con fines personales con México, Macao y Japón.
Criticaron duramente la decisión del gobernador de haber enviado a Macao en 1623 un barco español para recoger la infantería española que había socorrido a los portugueses mientras Portugal estaba comprometido a facilitar su regreso a Manila en su navío. Debió de existir algún interés económico personal de Fajardo para enviar el barco español. El resultado fue que el barco, que había costado 30 000 pesos para construirse en Acapulco, “sobrecargado” naufragó y fue atacado por los enemigos en Siam con la pérdida de los 150 infantes. Asimismo, reprocharon la prospección de la mina de oro, que solo había servido para crear enemistades con los indios igorrotes, ya que no hubo tal beneficio esperado, costando los ensayos 50 000 pesos. Estas cifras podían estar inflamadas o exageradas ya que son informes dados por unos hombres enfrentados a Fajardo. De todos modos, este final mismo representa una de las realidades de Manila en aquel tiempo.
A través de este análisis del inventario de los bienes y otros documentos relativos a Alonso Fajardo, podemos extraer las siguientes conclusiones:
1. La Manila del siglo XVII, ciudad española fronteriza con Asia, con dura vida llena de tensiones, violencias y guerras, fue, a su vez, un crisol y centro de fusión de distintas culturas donde nacían intereses dispares y en la que se entrecruzaban mercancías procedentes de Asia, América y Europa.
2. A pesar de que desde España se prohibía el contacto comercial entre el Macao portugués y la Manila española, la realidad era muy distinta. La atracción hacia los productos asiáticos hacía mover barcos tripulados por los españoles, portugueses y asiáticos de Manila a Macao y viceversa, provocando la fuga de la plata virreinal hacia Asia y a la vez la consolidación del peso español, el “Real de a ocho”, en el mercado asiático.
3. De la información sobre la cantidad de dinero manejada por el gobernador en distintas compras y los objetos poseídos por él, se desprende que el cargo generaba una buena fortuna, no solo para él sino también para sus familiares, en este caso su hermano que le acompañaba. Sus negocios con Macao, Japón y Nueva España le creaban oportunidades para poseer “haciendas” en estos lugares, según señalan sus contemporáneos de Manila.
4. La posesión de un elevado número de piedras preciosas y oro, y un considerable volumen de algalia y almizcle, todo de procedencia asiática, señala que eran objetos de inversión para un español destacado en Manila.
5. Entre los objetos con sus procedencias claramente indicadas, destacan los que procedían de Japón. Es signo de que el comercio con Japón era algo muy atractivo para Manila, a pesar de que el gobierno nipón de los Tokugawa estaba cerrando la entrada a los españoles y portugueses en esas fechas debido al proselitismo religioso, y tampoco Felipe III querría tratar con un país donde la persecución a los cristianos se incrementaba cada vez más.
6. El textil de Asia, de bajo precio, era una mercancía claramente atractiva para los españoles de Manila y era uno de los elementos que sirvió para la consolidación del comercio del galeón de Manila, a la vez que podía servir de arma para causar daños a los holandeses, ingleses y franceses, productores de paños.
7. En cuanto a las obras de arte, el inventario confirma la presencia en el mercado de Manila de los objetos lacados de Japón, cadenas de oro chinas, biombos japoneses e imágenes cristianas elaboradas de marfil, que posteriormente se transportarían a Nueva España y España.
8. Finalmente, las palabras como catana, quimono o biombo, de origen japonés integrados en el idioma español en la actualidad fueron asimiladas en primer lugar en Manila en las primeras décadas del siglo XVII al amparo de las actividades comerciales.
Notas
Ernst SCHÄFFER, El Consejo Real y Supremo de las Indias: su historia, organización, labor administrativa hasta la terminación de la Casa de Austria (1º ed. 1935), Nendeln: Kraus Reprint, 1975, II, p. 535. La fecha de nombramiento es el 12 de octubre de 1616 según Schäffer.
José Eugenio BORAO, “La colonia de japoneses en Manila en el marco de las relaciones de Filipinas y Japón en los siglos XVI y XVII”, Cuaderno CANELA, XVII, 2005, p. 25-53, p. 15-17.
Ángel Luis SCHLATTER NAVARRO, La Embajada Keicho y Espartinas. Nuevas aportaciones a una estrecha relación, Espartinas: Ayuntamiento de Espartinas, 2014, p. 87. El autor, investigador sobre la figura de Hasekura y su embajada, sin ánimo de contribuir a la biografía de Alonso Fajardo, cita oportunamente un documento que hace referencia a otros pasajeros importantes del barco en el que iba a viajar Hasekura: “si ha de ir en ellos el Marqués del Valle, Marqués de Villa Mayor, y don Alonso Fajardo con sus familiares”.
Archivo Histórico Nacional (AHN), Ordenes militares, L. 157, Expedientillos 13.217 (1609).
Archivo General de Indias (AGI), Filipinas, 37, N.36 (fol. 1rº): Petición de Alonso Fajardo de ayuda de costa, 1616-9-20.
AGI, Filipinas, 7, R. 5, N. 53: Carta de Alonso Fajardo sobre asuntos de gobierno, 1618-8-10.
AGI, Filipinas, 20, R. 12, N. 79 (fol. 1rº): Memorial de Alonso Fajardo, 1618-11-13.
Rafael VALLADARES, Castilla y Portugal en Asia (1580-1680). Declive imperial y adpatación, Lovaina: Leuven University Press, 2001, p. 2-3. Manuel OLLÉ RODRÍGUEZ, “Macau-Manila Interactions in Ming Dynasty”, in: Luís Filipe BARREDO (ed.), Macau during the Ming Dynasty, Lisboa: 2009, p. 152-176.
AGI, Filipinas, 20, R. 19, N. 123 (fol. 1rº-vº): Carta de Alonso Fajardo sobre comercio de lencería, 1621-7-20.
AGI, Filipinas, 7, R. 5, N. 64 (fol. 5rº); Filipinas, 7, R. 5, N. 67 (fol. 3rº) y Filipinas, 7, R. 5, N.71 (fol. 1rº): Cartas de Alonso Fajardo de Tenza sobre asuntos de gobierno, 1621-7-31, 1622-8-20 y 1623-8-17.
AGI, Filipinas, 7, R. 5, N. 70 (fol. 1rº): Carta de Miguel García Serrano sobre minas de igorrotes.
AGI, Filipinas, 329, L. 2 (fol. 255rº-259vº): Real Cédula a Alonso Fajardo sobre asuntos de gobierno, 1618-12-19.
AGI, Filipinas, 7, R. 5, N. 58 (fol. 1rº-2rº): Carta de Alonso Fajardo de Tenza sobre asuntos de gobierno, 1619-8-10.
AGI, Filipinas, 20, R. 13, N. 86 (fol. 1rº-4vº): Carta de Alvarado sobre preparativos contra los holandeses, 1619-7-28; Filipinas, 7, R. 5, N. 58 (fol. 16rº-18rº): Carta de Alonso Fajardo de Tenza sobre asuntos de gobierno, 1619-8-10.
AGI, Filipinas, 7, R. 5, N. 58 (fol. 2rº-4vº): Carta de Alonso Fajardo de Tenza sobre asuntos de gobierno, 1619-8-10.
AGI, Filipinas, 20, R. 13, N. 86 (fol. 1rº-4vº): Carta de Alvarado sobre preparativos contra holandeses, 1619-7-28.
AGI, Filipinas, 7, R. 5, N. 64 (fol. 2rº-3rº): Carta de Alonso Fajardo de Tenza sobre asuntos de gobierno, 1621-7-31.
En el envío del año anterior llegaron de Nueva España 110 soldados, por lo que el envío de 1622 suponía una importante ayuda.
AGI, Filipinas, 7, R. 5, N. 67 (fol. 3rº-vº): Carta de Alonso Fajardo de Tenza sobre asuntos de gobierno, 1622-8-20.
AGI, Filipinas, 7, R. 5, N. 73 (fol. 1rº-vº): Carta de Alonso Fajardo de Tenza sobre asuntos de gobierno, 1623-9-20.
AGI, Filipinas, 20, R. 18, N. 118 (fol. 3rº): Carta de la Audiencia de Manila, 1624-8-12.
J. E. BORAO, art. cit., p. 17.
AGI, Filipinas, 7, R. 5, N. 58 (fol. 16rº-18rº): Carta de Alonso Fajardo sobre asuntos de gobierno, 1619-8-10.
AGI, Filipinas, 7, R. 5, N. 67 (fol. 7vº): Carta de Alonso Fajardo de Tenza, 1622-8-20; Filipinas, 20, R. 18, N. 118 (fol. 1vº): Carta de la Audiencia de Manila, 1624-8-12.
AGI, Filipinas, 20, R. 18, N. 118 (fol. 1rº-vº): Carta de la Audiencia de Manila, 1624-8-12. Los jueces de la audiencia acusaban a Alonso Fajardo de haber desviado los impuestos sobre el buyo, tabaco y pasaje entre Manila y Cavite para financiar la construcción de este colegio, a la vez que su irregular ubicación al lado de la plaza de Armas, colindante a la muralla de la ciudad, algo prohibido por la real cédula. La construcción del colegio debió de quedar paralizada al fallecer el gobernador en julio de 1624.
AGI, Filipinas, Contaduría, de 1208 a 1222.
AGI, Filipinas, Escribanía 439 (fol. 6vº): Inventario y diligencias y otros autos que se hicieron por fin y muerte del gobernador don Alonso Fajardo, 1624-7-12 al 1624-9-28.
AGI, Filipinas, 7, R. 13, N. 94: Carta de la Audiencia de Manila, 1619-12-10; Filipinas, 20, R. 14, N. 95: Carta de la Audiencia de Manila, 1620-8-8; Filipinas, 7, R. 5, N. 62: Carta de la Audiencia de Filipinas, 1620-8-17; Filipinas, 329, L. 2, f. 386v-387v.: Real Cédula a Alonso Fajardo, 1620-12-13; Filipinas, 20.5. Escribanía, 439: Comisión a Alonso Fajardo, 1620; Filipinas, 20, R. 15, N. 102: Memorial de Jerónimo de Echevarría, 1621-1-9; Filipinas, 7, R. 5, N. 64: Carta de Alonso Fajardo sobre asuntos de gobierno, 1621-7-31; Filipinas, 20, R. 16, N. 106: Carta de Álvaro de Mesa y Lugo, 1622-7-30; Filipinas, Escribanía 439: Causa contra Jerónimo de Legazpi.
AGI, Filipinas, 20, R. 13, N. 86 (fol. 1rº-4vº): Carta de Alvarado sobre preparativos contra holandeses, 1619-7-28. Informa del ataque planeado por los holandeses en 1618, diciendo que “cosa que le fuera muy fácil sin se hallara en este gobierno don Alonso Fajardo […] se previno con gran diligencia valor y cuidados”.
AGI, Filipinas, 7, R. 5, N. 63: Carta de Alonso Fajardo, 1621-6-15; Filipinas, 20, R. 6, N. 42: Petición de Diego González de Cuenca y Contreras, fiscal, 1622-6-27.
AGI, Filipinas, 7, R. 5, N. 78 (fol. 1rº): Testimonio del entierro de Alonso Fajardo de Tenza, 1624-8-12. Filipinas, 20, R. 18, N. 118 (fol. 1rº): Carta de la audiencia 1624-8-12.
AGI, Filipinas, Escribanía 439: Inventario y diligencias y otros autos que se hicieron por fin y muerte del gobernador don Alonso Fajardo, 1624-7-12 al 1624-9-28.
AGI, Filipinas, 7, R. 5, N. 67 (fol. 7rº-vº): Carta de Alonso Fajardo de Tenza sobre asuntos de gobierno, 1622-8-20.
Letizia ARBETETA MIRA, “Banda”, in: Marina ALFONSO MOLA et al. (dir.), El Galeón de Manila, Sevilla: Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, Ministerio de Asuntos Exteriores, Fundación Focus-Abengoa, 2000, p. 185.
Yayoi KAWAMURA, “Envío de unos bejuquillos de oro de China por la ruta del galeón de Manila”, in: Jesús RIVAS CARMONA (dir.), Estudios de platería. San Eloy 2010, Murcia: Universidad de Murcia, 2010, p. 347-356.
Javier de SANTIAGO FERNÁNDEZ, “La plata castellana en la Edad Moderna: entre Austrias y Borbones”, Gaceta Numismática, 172, 2009, p. 31-50, p. 43.
Veánse Yayoi KAWAMURA, “La laca japonesa de exportación en España. Del estilo Namban al Pictórico”, Archivo Español de Arte, 325, 2009, p. 87-93; Yayoi KAWAMURA, “Laca japonesa urushi de estilo Namban en España. Vías de su llegada y sus destinos”, in: Id. (dir.), Lacas Namban. Huella de Japón en España. IV Centenario de la Embajada Keichô, Madrid: Fundación Japón, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, 2013, p. 249-296.
Margarita ESTELLA MARCOS, La escultura barroca de marfil en España. Escuelas europeas y coloniales, Madrid: CSIC, 1984, I, p. 9-170, II, p. 119-340.
ibid., I, p. 187-208, II, p. 401-405. Marina ALFONSO MOLA et Carlos MARTÍNEZ SHAW (dir.), Oriente en Palacio, Madrid: Patrimonio Nacional, 2003, p. 122-124, VI.4, VI.5.
AGI, Filipinas, 7, R. 7, N. 88: Embajador del Japón, 1610.
Teniendo en cuenta la fecha, la equivalencia aplicada es de ocho reales a un peso. A finales del siglo XVII, habrá una devaluación del real respecto a peso.
AGI, Filipinas, 20, R. 18, N. 118 (fol. 1rº): Carta de la Audiencia de Manila, 1624-8-12.