Documento final

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El texto que resume este primer sínodo con participación de laicos se ha llamado Documento Final de la Segunda Sesión de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos (2-27 de octubre 2024) “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación, misión”.  Se puede leer aquí en italiano.
El borrador de este documento, que contó con 355 miembros con derecho a voto, tuvo 1,135 enmiendas (950 colectivas y 185 individuales). En total tiene 155 puntos y 16 de ellos tienen más de 25 votos en contra. El punto 60 tiene casi cien votos en contra y hay otros 4 párrafos con unos 40 votos en contra. Puedes ver en este enlace las votaciones de cada punto.
Sin embargo, también hay puntos donde el acuerdo entre los participantes es total, es decir, sin ningún voto en contra. De hecho, estos epígrafes tocan temas como el Espíritu Santo, la relevancia del bautismo, la escucha, la evangelización o la piedad popular. El portal ACI Prensa ha traducido los ocho puntos de consenso.
Párrafo 1
“Cada nuevo paso en la vida de la Iglesia es un regreso a la fuente, una experiencia renovada del encuentro con el Resucitado que los discípulos vivieron en el Cenáculo la noche de Pascua. Como ellos, nosotros también, participando en esta Asamblea sinodal, nos hemos sentido envueltos por Su misericordia y tocados por Su belleza. Viviendo la conversación en el Espíritu, escuchándonos mutuamente, hemos percibido Su presencia entre nosotros: la presencia de Aquel que, al donar el Espíritu Santo, continúa suscitando en Su Pueblo una unidad que es armonía en las diferencias”.
Párrafo 15
“Del Bautismo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo surge la identidad del Pueblo de Dios. Esta se realiza como una llamada a la santidad y un envío en misión para invitar a todos los pueblos a acoger el don de la salvación (cf. Mt 28,18-19). Es, por tanto, del Bautismo, en el cual Cristo nos reviste de Sí (cf. Gal 3,27) y nos hace renacer del Espíritu (cf. Jn 3,5-6) como hijos de Dios, de donde nace la Iglesia sinodal y misionera. Toda la vida cristiana tiene su fuente y su horizonte en el misterio de la Trinidad, que suscita en nosotros el dinamismo de la fe, la esperanza y la caridad”.
Párrafo 34
“‘La criatura humana, en cuanto de naturaleza espiritual, se realiza en las relaciones interpersonales. Cuanto más las vive de manera auténtica, más madura también su propia identidad personal. No es aislándose como el hombre se valora a sí mismo, sino poniéndose en relación con los demás y con Dios. La importancia de tales relaciones se vuelve entonces fundamental’ (CV 53). Una Iglesia sinodal se caracteriza como un espacio en el cual las relaciones pueden florecer, gracias al amor mutuo que constituye el mandamiento nuevo que Jesús dejó a Sus discípulos (cf. Jn 13,34-35). En medio de culturas y sociedades cada vez más individualistas, la Iglesia, ‘pueblo reunido en la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo’ (LG 4), puede dar testimonio de la fuerza de las relaciones fundadas en la Trinidad. Las diferencias de vocación, edad, sexo, profesión, condición y pertenencia social, presentes en cada comunidad cristiana, ofrecen a cada uno ese encuentro con la alteridad indispensable para la maduración personal”.

 Asamblea del Sínodo de Obispos en la Sala de Audiencias Paulo VI. (CNS/Lola Gomez)

Párrafo 51
“Debemos mirar a los Evangelios para trazar el mapa de la conversión que se nos exige, aprendiendo a hacer nuestros los actitudes de Jesús. Los Evangelios nos lo ‘presentan constantemente escuchando a las personas que se le acercan por los caminos de la Tierra Santa’ (DTC 11). Ya se tratara de hombres o mujeres, de judíos o paganos, de doctores de la ley o de publicanos, de justos o de pecadores, de mendigos, de ciegos, de leprosos o enfermos, Jesús no despidió a nadie sin detenerse a escuchar y sin entrar en diálogo. Reveló el rostro del Padre al acercarse a cada uno allí donde se encuentra su historia y su libertad. Del escuchar las necesidades y la fe de las personas que encontraba brotaban palabras y gestos que renovaban su vida, abriendo el camino a relaciones sanadas. Jesús es el Mesías que ‘hace oír a los sordos y hablar a los mudos’ (Mc 7,37). A nosotros, Sus discípulos, nos pide comportarnos de la misma manera y nos otorga, con la gracia del Espíritu Santo, la capacidad de hacerlo, moldeando nuestro corazón al Suyo: solo ‘el corazón hace posible cualquier vínculo auténtico, porque una relación que no se construye con el corazón es incapaz de superar la fragmentación del individualismo’ (DN 17). Cuando nos ponemos a escuchar a los hermanos y hermanas, participamos en la actitud con la que Dios, en Jesucristo, se acerca a cada uno”.
Párrafo 58
“Cada bautizado responde a las necesidades de la misión en los contextos en los que vive y opera, a partir de sus propias inclinaciones y capacidades, manifestando así la libertad del Espíritu al otorgar sus dones. Es gracias a este dinamismo en el Espíritu que el Pueblo de Dios, al ponerse en escucha de la realidad en la que vive, puede descubrir nuevos ámbitos de compromiso y nuevas formas de cumplir su misión. Los cristianos que, de diversas maneras —en la familia y en otros estados de vida, en el lugar de trabajo y en las profesiones, en el compromiso cívico o político, social o ecológico, en la elaboración de una cultura inspirada en el Evangelio, así como en la evangelización de la cultura del entorno digital— recorren las vías del mundo y en sus ambientes de vida anuncian el Evangelio, son sostenidos por los dones del Espíritu”.
Párrafo 140
“La noche de Pascua, Cristo entrega a los discípulos el don mesiánico de Su paz y los hace partícipes de Su misión. Su paz es plenitud del ser, armonía con Dios, con los hermanos y las hermanas, y con la creación; la misión es anunciar el Reino de Dios, ofreciendo a cada persona, sin excepción, la misericordia y el amor del Padre. El gesto delicado que acompaña las palabras del Resucitado evoca lo que Dios hizo en el principio. Ahora, en el Cenáculo, con el soplo del Espíritu comienza la nueva creación: nace un pueblo de discípulos misioneros”.
Párrafo 144
“La Iglesia ya cuenta con muchos lugares y recursos para la formación de discípulos misioneros: las familias, las pequeñas comunidades, las parroquias, las agrupaciones eclesiales, los seminarios, las comunidades religiosas, las instituciones académicas, así como los lugares de servicio y trabajo con la marginalidad, las experiencias misioneras y de voluntariado. En todos estos ámbitos, la comunidad expresa su capacidad de educar en el discipulado y de acompañar en el testimonio, en un encuentro que a menudo hace interactuar a personas de diferentes generaciones. También la piedad popular es un tesoro precioso de la Iglesia, que instruye a todo el Pueblo de Dios en camino. En la Iglesia, nadie es puramente destinatario de la formación: todos son sujetos activos y tienen algo que ofrecer a los demás”.
Párrafo 152
El relato de la pesca milagrosa termina con un banquete. El Resucitado ha pedido a los discípulos que obedezcan a Su palabra, que echen las redes y las saquen a la orilla; sin embargo, es Él quien prepara la mesa e invita a comer. Hay panes y peces para todos, como cuando los multiplicó para la multitud hambrienta. Hay, sobre todo, asombro y encanto en Su presencia, tan clara y resplandeciente que no requiere preguntas. Al comer con los Suyos, después de que lo habían abandonado y renegado, el Resucitado abre de nuevo el espacio de la comunión e imprime para siempre en los discípulos la marca de una misericordia que abre al futuro. Por eso, los testigos de la Pascua se identificarán así: ‘nosotros que hemos comido y bebido con él después de su resurrección de los muertos’ (Hch 10,41)“.
Fuente: Religión en Libertad.

Anthony Fisher, arzobispo de Sídney, con la directora de las 150 escuelas católicas de la diócesis. Imágenes Giovanni Portelli Photography © 2024

No podemos enseñar un catolicismo distinto en cada país, dice el obispo de Sidney

No podemos “reinventar la fe católica” ni “enseñar un catolicismo diferente en los distintos países”, ha dicho en una entrevista esta semana el arzobispo Anthony Fisher, dominico que pastorea Sídney, en Australia. Es uno de los asistentes al Sínodo de la Sinodalidad estos días en Roma.
El arzobispo hizo declaraciones a “EWTN News Nightly” el 15 de octubre. Aunque el programa televisivo se difunde en inglés el viernes 18, una versión resumida se puede leer en EwtnVatican.com .
¿Distinta moral “católica” según el país?
El arzobispo australiano plantea algunas preguntas ligadas a dar más autonomía a las iglesias de distintos países. ¿Deberían las conferencias episcopales “tener autoridad para enseñar un catolicismo diferente en distintos países o para decidir una liturgia diferente en distintos países o una misa diferente para distintos países? ¿Aportan su propia cultura local a las cuestiones en el ámbito de la moral, por ejemplo?”, fue enumerando Fisher.
¿Podríamos, por ejemplo, imaginar una Iglesia en la que se ordenen mujeres en algunos países pero no en otros, o en la que se permitan matrimonios entre personas del mismo sexo en algunos países pero no en otros, o en la que haya una cristología arriana en algunos países y una cristología nicena en otros?”, continuó. “Yo creo que no“, añadió.
Sídney es una de las mayores diócesis de Australia: cubre un territorio con 5.3 millones de habitantes, de los que casi 600,000 serían católicos. En el Sínodo de la Sinodalidad, Fisher forma parte del consejo ordinario de obispos (hay 15 en ese órgano), y ya participó el año pasado en la primera parte.
Fisher pide a los católicos que “se aferren al depósito de la fe, la tradición apostólica, que no imaginemos, en la vanidad de nuestra época, que vamos a reinventar la fe católica o la Iglesia católica“. La tradición, dijo, “es un enorme tesoro que hemos recibido de generación en generación, desde Nuestro Señor Jesucristo y sus apóstoles. Y estamos aquí para transmitirlo fielmente a las próximas generaciones“, afirmó.
Como conjugar unidad y diversidad cultural
El arzobispo matizó que ese depósito de la fe tiene una comprensión que se desarrolla con el tiempo y también en los lugares. “Hemos logrado tener una gran variedad de culturas y diferentes formas de orar y diferentes formas de evangelizar, y aún así nos mantenemos unidos como uno en Cristo”.
Así, en Australia, que está geográficamente en las antípodas de Roma, los católicos celebran la misma fe: “es la única Iglesia, es la única fe y queremos seguir celebrándola incluso en medio de nuestra diversidad cultural“.
Por eso, uno de los temas claves del Sínodo es establecer “los límites de lo local y lo cultural” en la Iglesia Católica universal.
Un documento con frases problemáticas
Del 15 al 18 de octubre, los delegados del Sínodo están trabajando la parte final del Instrumentum Laboris, y la próxima semana, hasta finalizar el 27 de octubre, se dedicarán a la redacción y revisión del documento final del encuentro.
En el Instrumentum Laboris, en su párrafo 97, había una propuesta de reconocer “las conferencias episcopales como sujetos eclesiales dotados de autoridad doctrinal, asumiendo la diversidad sociocultural”, con “expresiones litúrgicas, disciplinares, teológicas y espirituales adecuadas a los diferentes contextos socioculturales“.
Es por párrafos como ese que Fisher habla del riesgo de “una Iglesia en la que se ordenen mujeres en algunos países pero no en otros, o en la que se permitan matrimonios entre personas del mismo sexo en algunos países pero no en otros“.
El arzobispo Fisher de Sídney con indígenas del Estrecho de TorresEl arzobispo Fisher de Sídney con indígenas del Estrecho de Torres en 2023.
La misma moral y fe, con espacio para los distintos ritos y culturas
Lo que Fisher defiende es “tener la misma fe, la misma moral, el mismo orden eclesial y esencialmente la misma liturgia”. Eso aún dejaría “espacio para las diferentes tradiciones rituales en la Iglesia y para diferentes adaptaciones culturales y para diferentes formas de evangelizar”.
En Sídney, donde hay católicos inmigrados o hijos de inmigrantes de todo el mundo, hay parroquias y comunidades de distintos ritos: católicos maronitas (libaneses), melquitas (grecocatólicos en árabe), caldeos (iraquíes y siríacos), ucranianos (grecocatólicos) y siro-malabares (rito siríaco de la India).
“Traen espiritualidades diferentes, una Misa diferente y formas de oración diferentes, pero también a menudo una comprensión diferente de la sinodalidad, de los roles de los obispos, de la forma de elegir a los obispos, tienen un derecho canónico diferente y un orden eclesial diferente sin dejar de ser parte de la única Iglesia Católica”, detalló el arzobispo australiano.
“Puedes ir a una misa maronita y es muy diferente, y sin embargo también sabes que es lo mismo: es el Señor que viene a nosotros bajo los elementos del pan y el vino, pero está realmente presente, su humanidad y divinidad, para nosotros”, explicó.
Ese es el tipo de diversidad que la Iglesia Católica ya vive, sin rebajar la doctrina ni la moral.

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