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Obispado Castrense del Perú

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El 15 de mayo de 1943 se creó el vicariato militar, y el 21 de julio de 1986 fue elevada a Obispado Castrense por el Papa Juan Pablo II. La sede episcopal ha estado gobernada por nueve prelados:
Vicario militar Juan Gualberto Guevara y de la Cuba 1945-1954, Arzobispo de Trujillo y Lima.
Vicario militar Carlos María Jurgens Byrne CSSR 1954-1956, Arzobispo de Cusco y Trujillo.
Arzobispo-vicario militar Felipe Santiago Hermoza y Sarmiento 1956-1967.
Arzobispo-vicario militar Alcides Mendoza Castro 1967-1983 Obispo de Abancay, Arzobispo del Cusco.
Ordinario militar Eduardo Picher Peña 1986-1996 Arzobispo de Huancayo.
Ordinario militar Fray Héctor Miguel Cabrejos Vidarte OFM 1996-1999 Arzobispo de Trujillo.
Ordinario militar Salvador Piñeiro García-Calderón 2001-2012 Arzobispo de Ayacucho.
Ordinario militar Guillermo Martín Abanto Guzmán 2012-2013 Obispo Auxiliar de Lima.
Ordinario militar Juan Carlos Vera Plasencia MSC 2014- Vigente, Prelado de Caravelí.

Siervo de Dios Padre Pedro Marieluz Garcés, Religioso Camilo y mártir del secreto de confesión en el Real Felipe del Callao

Pedro Marieluz Garcés nació en abril de 1780 en la ciudad peruana de Tarma como hijo de Evaristo Marieluz y Manuela Garcés, españoles que gozaban de holgada posición económica en la doctrina de Tarma, quienes llegaron a este valle atraídos por el clima.​ Todavía joven entró en la Orden de San Camilo y recibió las órdenes sacerdotales en el año de 1805.
Durante las guerras de independencia hispanoamericanas el padre Marieluz fomentó la posición de los realistas y en julio de 1821 fue nominado capellán castrense de una de las divisiones españolas por el último virrey del Perú, Don José de la Serna. En esa función también participó en la Batalla de Ica y otras acciones de guerra.
Igualmente fue vicario castrense por los soldados del brigadier José Ramón Rodil y Campillo que tenía el comando sobre las fortalezas del Callao. Después de la derrota del ejército realista en la Batalla de Ayacucho el batallón del brigadier Rodil fue sitiado en la Fortaleza del Real Felipe y padre Marieluz se mantuvo con los soldados que no quiso abandonar sin apoyo espiritual.
En septiembre de 1825, cuando el segundo sitio del Callao ya había perdurado nueve meses, la desmoralización de la tropa realista evocó una conspiración entre algunos tenientes de Rodil. Guiados por el comandante Montero intentaron un atentado contra Rodil al 23 de septiembre a las nueve de la noche. La conjura fue descubierta el mismo día en que el golpe había de ser ejecutado y Rodil hizo arrestar e interrogar a los sospechosos, pero todos negaron la existencia de una conspiración. Como Rodil no quiso asumir el riesgo de motín, decidió fusilar los trece inculpados.
A las seis de la noche Rodil llamó al padre Marieluz para que oiga las confesiones de los condenados y los prepare a la muerte. A las nueve todos fueron ejecutados. Pero Rodil tuvo dudas sobre el número de los conspiradores y por eso llamó de nuevo al padre Marieluz y le preguntó respecto a lo que le hubieran confesado los fusilados, especialmente los nombres de posibles conjurados. El Padre Marieluz se remitió al sigilo sacramental y se resistió a revelar el secreto de las confesiones. Aun cuando Rodil amenazó a padre Marieluz con fusilarlo, el sacerdote se mantuvo firme y por tanto fue asesinado a tiros por un pelotón de cuatro fusileros encabezado por el capitán Iturralde.
Pedro Marieluz Garcés es patrón del noviciado de los Camilianos de Perú.
Fuente: Wikipedia.

Cinco panes y dos peces

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Evangelio según San Juan 6,1-15.
Jesús atravesó el mar de Galilea, llamado Tiberíades.
Lo seguía una gran multitud, al ver los signos que hacía curando a los enfermos.
Jesús subió a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos.
Al levantar los ojos, Jesús vio que una gran multitud acudía a él y dijo a Felipe: “¿Dónde compraremos pan para darles de comer?”.
El decía esto para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer.
Felipe le respondió: “Doscientos denarios no bastarían para que cada uno pudiera comer un pedazo de pan”.
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dijo:
“Aquí hay un niño que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?”.
Jesús le respondió: “Háganlos sentar”. Había mucho pasto en ese lugar. Todos se sentaron y eran uno cinco mil hombres.
Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que quisieron.
Cuando todos quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: “Recojan los pedazos que sobran, para que no se pierda nada”.
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos que sobraron de los cinco panes de cebada.
Al ver el signo que Jesús acababa de hacer, la gente decía: “Este es, verdaderamente, el Profeta que debe venir al mundo”.
Jesús, sabiendo que querían apoderarse de él para hacerlo rey, se retiró otra vez solo a la montaña.

Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:

Así como una chica estadounidense, Alexandra Scott, a quien le diagnosticaron cáncer apenas unos días antes de su primer cumpleaños. Cuando tenía cuatro años de edad entendió que los médicos que la cuidaron necesitaban dinero para descubrir una cura. Ella decidió abrir un puesto de limonada fuera de su casa, vendiendo vasos de limonada por un dólar. Ella recaudó dos mil dólares ese día. Desafortunadamente, a los ocho años de edad Alexandra falleció. En esos cuatro años, ella había recaudado más de un millón de dólares para la investigación del cáncer pediátrico. En los próximos ocho años, más de treinta millones de dólares han sido recaudados a través de la caridad ‘Lemonade Stand’ de Alexandra.
Una chica, con aparentemente nada más que unos limones, hizo una gran cosa. Hoy en el evangelio (Juan 6:1-15) Jesús hizo algo grande con aparentemente nada. Alimentó a miles de personas con cinco panes de cebada y dos peces. Él reveló su poder. Sus discípulos, y el niño, sabían lo que había pasado, cómo se multiplicaron los cinco panes y dos peces para alimentar a la multitud. Finalmente parece que los que compartían en los panes y peces descubrieron de dónde vino la comida, y querían “llevarlo para hacerle rey”. Sin embargo, se alejó. No era su tiempo, y esta no era la manera en que su Padre había elegido para que fuera reconocido como el Hijo de Dios, el tan esperado Mesías.
La primera lectura del segundo libro de Reyes (4:42-44) también registra una multiplicación milagrosa de pan. Dios usa a Eliseo el profeta como instrumento de este milagro. Ambas lecturas comparten cinco puntos comunes:
1. La comida es traída al siervo de Dios
2. se especifica la cantidad de comida
3. la cantidad de comida es insuficiente
4. el siervo de Dios ignora la oposición lógica y manda el alimento que se distribuye, y finalmente, 5. la multitud no sólo tenía suficiente para comer, sino que había sobras.
Ambas lecturas reflejan el poder de Dios para hacer algo de la nada.
Nuestro Salmo (145) habla de este Dios generoso: “La mano del Señor nos alimenta; él responde a todas nuestras necesidades”. Así como en las lecturas de la semana pasada, se revela la generosidad y la compasión de Dios. Nos sentimos animados a esperar en Dios y confiar en su amor y bendición.
Nuestra segunda lectura de San Pablo a los Efesios (4:1-6), también da testimonio del poder de Dios. Pablo le dice a los efesios que fueron “llamados a la esperanza… un Señor, una fe, un bautismo; un Dios y padre de todos”. ¿Quién mejor que Pablo podría asegurarles? En su propia vida había experimentado el poder transformador de Dios: del perseguidor de los cristianos al gran apóstol a los gentiles. Experimentó en carne propia el poder de Dios para hacer ‘algo’ de ‘nada’: su gracia divina obrando un milagro en su vida.
¡Dios tiene ese poder para multiplicar, para transformar, y para hacer algo de la nada en nuestras vidas también! En nuestra condición humana con demasiada frecuencia limitamos ese poder milagroso de Dios. Tal vez sea por el miedo, temer que una vez que realmente nos entreguemos a Dios él será ‘encargado’ y hará cosas en nosotros que no esperamos. Él nos sorprenderá, pero de una manera que no nos sentimos en control. Para muchos de nosotros, eso es un no. Otra razón por la que podemos limitar ese poder de Dios es que no confiamos lo suficiente en Dios. No estamos seguros de si Dios nos ama lo suficiente, o se preocupa lo suficiente por nosotros como para hacer algo de la nada.
Mencioné hace unas semanas que antes en mi vida era tímido y carecía de confianza en sí mismo. Recuerdo como seminarista a mi Rector de Estudios diciéndome que sería un gran Resurreccionista. No le creí. Si me hubiera dicho que más tarde sería Director General de la Escuela de San Andrés, una escuela de doscientos estudiantes, me habría reído en su cara, o que me elegirían Superior Provincial de nuestra Provincia, o que sería elegido Superior General. ¿Cómo pudo Dios hacer eso? Ni siquiera soñé que esas cosas podrían suceder en mi vida. Mi propio miedo y duda me podrían haber alejado de esas experiencias que cambian la vida. Afortunadamente, la gracia de Dios fue más fuerte que mi temor y duda, y respondí a las oportunidades de gracia y Dios hizo algo en mí: “algo” de lo cual pensé que era “nada”. Gracias a Dios por que en esos, y muchos otros momentos, le serví fielmente a pesar de mí.
Los invito este fin de semana a que tomen un tiempo para reflexionar sobre sus propias vidas y cómo Dios puede haber hecho ‘algo’ de ‘nada’ para ustedes. Apuesto a que Dios también ha hecho milagros en vuestras vidas. Él te ha sorprendido, como lo hizo con la gente que salió a escucharlo, y a quien alimentó. Dejando ir ese miedo y la duda han sido, y será, el primer paso para hacer la voluntad de Dios y revelar su poder transformador en y a través de nosotros. Pero depende de nuestra voluntad, de nuestra disposición.
Así como Dios trabajó a través de Elisha, Pablo, y Jesús para hacer “algo” de “nada” o lo que parecía, él también puede actuar en y a través de nosotros para hacer algo grande para Dios y hacer manifestar a las personas y la comunidad que nosotros lo son. Si los simples esfuerzos de Alexandra Scott que comenzaron con la venta de limonada pueden recaudar más de treinta millones de dólares para la investigación del cáncer pediátrico, no hay límites a lo que Dios puede hacer aquí y ahora.
* Desafortunadamente, no recuerdo de dónde vino esta historia, al menos no mis dos fuentes habituales.

Donde no hay curas, allí están ellas: las monjas todoterreno que bautizan, casan y entierran

Mientras algunos teorizan sobre el papel hipotético que podrían tener unas “diaconisas”, en América Latina y en países con gran escasez de sacerdotes y distancias enormes hay religiosas que sostienen a sus comunidades de fe en lugares remotos y mal comunicados con todo tipo de servicios litúrgicos y sociales.
Un caso que tiene específicamente este carisma es el de las Misioneras de Jesús Verbo y Víctima (www.mjvv.org), congregación fundada en Perú por el obispo misionero alemán Federico Kaiser Depel y la Madre Willibrordis en 1961, ambos formados en los misioneros del Sagrado Corazón.
Kaiser, nombrado obispo de Caravelí en 1957, vio que tenía a su cargo un territorio de 30,000 kilómetros cuadrados para pastorear con 10 sacerdotes y ninguna religiosa. Ahí nació la conciencia de cambiar las cosas.
Las Misioneras de Jesús Verbo y Víctima explican su misión en su web.
“Los lugares y regiones sin sacerdote residente son el campo exclusivo de nuestro apostolado. Allí la gente se queja: ‘Somos los olvidados’. Un sacerdote ambulante llega a esos lugares tal vez anualmente. Hemos hallado un pueblo donde las personas más ancianas nunca habían visto un sacerdote. Cuando un niño tenía 3 ó 5 años, su papá lo llevaba a caballo al otro lado de las cumbres andinas para hacerlo bautizar”.
“En cada centro misional estamos un grupo de 6 a 8 religiosas. Luchamos más que nada contra la ignorancia y el pecado. Son ellos los enemigos más funestos de la humanidad. Deseamos aliviar el abandono de nuestros fieles y mitigar su hambre de Dios, ofreciéndoles atención religiosa lo mejor que podamos. Bien sabemos que no podemos sustituir al sacerdote, pero le preparamos el camino”.
Mil cosas por hacer, también en liturgia
La web de las religiosas expone una lista de sus tareas:
– Enseñar las verdades religiosas.
– Administrar bautismos.
– Celebrar la Liturgia de la Palabra.
– Repartir la Sagrada Comunión.
– Asistir en la celebración de matrimonios.
– Atender enfermos y moribundos.
– Asistir a velorios y dirigir entierros.
– Formar y guiar catequistas.
– Tener a cargo los libros Parroquiales y extender las respectivas partidas, etc.
Pero ellas dejan claro que lo que desean es que las zonas donde sirven tengan su propio sacerdote residente para poder ellas ir a otro lugar. “El abandono sólo se supera con un sacerdote residente. Mientras no lo haya, nosotras nos encargamos de la atención pastoral de la zona que se nos encomienda”.
Caminos sin asfaltar
La prensa argentina ha recogido algunos aspectos del servicio de estas misioneras en la diócesis de Santiago del Estero, la más pobre de Argentina, del tamaño casi de Castilla-La Mancha y con unos 70 sacerdotes para atender una población muy dispersa.
Ellas atienden un territorio del noroeste de la diócesis llamado La Candelaria, con una parroquia y 14 capillas. No solo tienen funciones litúrgicas o catequéticas, sino que llevan alimentos, medicamentos, agua y ayuda de todo tipo a los más necesitados, recorriendo infinitos kilómetros casi siempre sin asfaltar. Ellas suelen decir que cuando acaba el asfalto empieza su territorio.En 2015 se les estropeó su camioneta, pero varios donantes colaboraron en volver a proporcionarles vehículo. A muchos otros sitios van en monturas animales, o bicicleta, o a pie.
Muchas de estas religiosas son enfermeras universitarias especializadas en obstetricia y odontología y ayudan con los primeros auxilios en caso de urgencias médicas.
A menudo ellas son las que trasladan los enfermos al hospital más cercano, que suele ser en la capital provincial, a 270 kilómetros, los primeros 50 en pistas de tierra.
Aunque las misioneras agradecen y potencian todas las vocaciones con formación en medicina, a nivel espiritual su formación básica implica 6 años: un año de postulantado, dos años de noviciado y tres de juniorado.
“Durante este tiempo cumplimos un programa de Teología bíblica, Dogma, Moral, Historia de la Iglesia, Filosofía, Misionología, Liturgia, Nociones de Derecho Canónico. Además, nos preparamos en Pastoral, Catequesis, Oratoria, Doctrina social, Música y la lengua propia de dónde trabajamos”.
Tienen comunidades en Bolivia, Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile y, más recientemente, también en Cuba.

San Constantino El Grande

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Cayo Flavio Valerio Claudio Constantino nació en Naissus, el 27 de febrero de 272. Su padre fue el emperador Constancio Cloro y su madre fue Santa Helena. Los orígenes de Helena han quedado en la oscuridad y aunque la leyenda le hace descendiente de un posadero, no hay nada claro en ello. Bueno sí, que precisamente por esos orígenes su marido la repudió en 292 para casarse con Teodora, hija del emperador Maximiano. El Imperio romano estaba dividido en varios gobiernos de emperadores entre Occidente y Oriente, con relativa paz entre ellos. Constantino entró a servir al emperador Diocleciano en Oriente luego que su padre fuera nombrado César.
En 306 Constancio murió mientras Constantino estaba en Britania, por lo cual fue nombrado Augusto por sus tropas, y el nombramiento fue aceptado por varias regiones. Por su parte, otras aceptaron el nombramiento de Severo II, y al mismo tiempo Roma proclamaba a Majencio, hijo del emperador Maximiano. No voy a detallar todo lo que pasó durante los largos 20 años que duró la pugna por el control del Imperio, pero solo decir que a los cuatro años del conflicto, ya eran siete los Augustos que reclamaban el Imperio. En 312 se dio un paso importantísimo: el 28 de octubre de ese año Constantino derrotó a Majencio en el Puente Milvio, Roma. Al año siguiente venció a Maximino, quien se suicidó al ser derrotado. Constantino hizo la paz con el único pretendiente que quedaba en Occidente, Licinio, y en 317 firmaron la paz. Pero en 324 Constantino le derrotó finalmente, inaugurando un período de gobierno en solitario. Sienta las bases de la dinastía como requisito para gobernar. La obra constantiniana de reforma del imperio fue grandiosa. Las leyes, las infraestructuras, el funcionariado, las religiones, el ejército… todos los ámbitos sociales y políticos se vieron controlados e influenciados por la figura del emperador. Habría que escribir, y leer, muchos libros para saberlo todo. Pero no es el objetivo de este simple artículo.
En 324 Constantino construyó la primitiva Basílica de San Pedro en Roma, y en 326, construyó la Basílica del Santo Sepulcro en Jerusalén. Murió el 22 de mayo de 337, a los 65 años, luego de haber entrado formalmente a la Iglesia mediante el bautismo. Sus reliquias se veneran en la iglesia de los Santos Apóstoles de Constantinopla.
Constantino y la Iglesia.
Es un problema complejo este, sobre si Constantino se convirtió o se sirvió de la fe cristiana. Hoy la mayoría de historiadores se decanta por la versión política del hecho: En el siglo IV era evidente que la política de persecución contra los cristianos por parte de los emperadores precedentes había sido un error, pues los cristianos crecían, se hacían más fuertes y ya tenían estructura. Para colmo, el paganismo ya era ridículo y los dioses no satisfacían la espiritualidad del pueblo indolente y arreligioso en general. Y una prueba de ello es que en 311 Galerio publicaba el derecho de los cristianos de profesar su fe, como los demás ciudadanos, siempre que no alteraran el orden. La Iglesia obtenía personalidad jurídica, y podía levantar y recuperar basílicas expropiadas o destruidas por emperadores anteriores. En 313 Constantino y Licinio emiten su “Edicto de Milán”, en el cual consagran la libertad de culto, impidiendo la persecución de los cristianos y, no declarando religión alguna como oficial (Licinio lo rompería en 320, persiguiendo a los cristianos). Todo un paso de modernidad en su tiempo, pero no partían de cero, pues había el precedente de Galerio. Una leyenda que relata Eusebio en su “Vita Constantinii” habla de conversión: Según este relato, la víspera de la batalla en el Puente Milvio Constantino habría visto una cruz ante el sol. Luego soñó que se le mandaba poner este símbolo en su estandarte, con las palabras “In hoc signo vinces”. Así, al otro día, hizo pintar cruces en todos los lábaros y escudos. Y triunfó. Inmediatamente se convirtió al “dios de la cruz”, o sea, al cristianismo. Pero tal no fue así, y, por mencionar solo una, una prueba arquitectónica nos queda: luego de su victoria se erigió el llamado Arco de Constantino, en el cual hay alegorías e imágenes de dioses paganos, y por el contrario no hay cruces u otro símbolo cristiano. Otra leyenda dice que luego de su triunfo Constantino entregó al papa San Silvestre I (31 de diciembre) un palacio en el Laterano para que se edificara una basílica: la actual Basílica de San Juan de Letrán. Pero en realidad este palacio había sido dado al papa San Melquíades (10 de diciembre) por Galerio en 312. Y una tercera leyenda hace a Santa Constanza de Roma (19 de febrero) hija suya, aunque no hay certezas sobre ello. No hay que olvidar que Constantino era hijo de Helena, y que esta probablemente procedía de familia cristiana. Su interés por los Santos Lugares y su piedad así lo testifican, levantó varios santuarios en Tierra Santa, era piadosa y caritativa. Por ello, no hay que obviar este detalle para considerar que Constantino ciertamente podría haberse convertido de corazón, aunque no fuera de un día para otro, y más allá de sus intenciones políticas. Algunos niegan la conversión porque se sabe que es legendaria su curación de lepra por milagro de San Silvestre. Este le llevó a una fuente milagrosa y, a cambio de desterrar el paganismo y convertirse, le bañó y le bautizó. Pero sabido es que Constantino no fue bautizado hasta 337, y Silvestre murió en 335, dos años antes. La historia nos dice que Constantino no se bautizó solemnemente, sino en privado y al final de su vida, a punto de morir. Pero si vemos un poco de historia y de liturgia, veremos que esto era habitual en los tiempos de Constantino: pecadores públicos, conversos de la idolatría, asesinos o adúlteros no eran admitidos al bautismo sino luego de años de penitencia y catecumenado. Si bien el bautismo era el paso previo para entrar a formar parte de la Iglesia, no era dado sin más, y menos si había una vida pública de idolatría y pecados públicos, como la de Constantino (asesinó a Licinio, al hijo mayor de este, y a su propia segunda esposa, Fausta). Ciertamente, su bautismo por parte de un obispo arriano, Eusebio de Nicomedia, no le deja muy bien parado frente a la fe católica y su propia ortodoxia.
Por su parte la Iglesia, ahora libre, comienza una expansión no siempre exenta de contradicciones. Los prelados pueden acceder al funcionariado del imperio, tener propiedades religiosas, etc. A la par que la Iglesia ataca al culto pagano, condenando la idolatría una y otra vez, y fomentando la destrucción de los ídolos y sus templos, los problemas entre católicos y herejes, antes propios de la Iglesia, pasan al ámbito público, se convierten en problema para la paz y la estabilidad de las ciudades. Estos problemas inmiscuyen al poder civil, y Constantino, ni corto ni perezoso convoca el Concilio de Nicea, en 325. San Atanasio (2 de mayo), diácono aún destacó entre los demás padres conciliares, exponiendo la herejía arriana y desarmando sus argumentos. Para evitar cualquier confusión en el futuro, se añade al Credo la palabra “homomisios”, o sea, que se define a Cristo como Dios y consustancial al Padre. Constantino se cela de Atanasio, del poder que tiene y elude ayudarle siempre que puede cuando el santo es desterrado.
Hay que decir que esta influencia del emperador en el Concilio y en la Iglesia ha sido exagerada por algunos historiadores protestantes para introducir la idea de que él es el fundador de la “iglesia católica”, frente a la “iglesia cristiana”, y es una teoría que numerosos herejes modernos arguyen sin tener ni idea de lo que dicen. La Iglesia tenía prelados sumamente formados en Escrituras y Teología como para permitir que un emperador escasamente formado influenciara en ella, teológicamente hablando. Todo lo contrario, la Iglesia se separa aún más del paganismo, aunque asuma aspectos de la filosofía y del lenguaje paganos. No por el paganismo en sí, sino por la cultura reinante.
Culto y veneración.
La Iglesia Católica Romana no incluye a Constantino entre sus santos, principalmente porque le veía demasiado “oriental” (recordar que estableció su capital en Constantinopla, no en Roma), y prefirió canonizar a santos reyes francos o ingleses. Eso sin hablar de su bautismo por un arriano, que es muy sospechoso. Sin embargo, las Iglesias Católicas Orientales en comunión con Roma sí que lo veneran. Las Iglesias Ortodoxas tienen otro sistema de canonización y veneración a los santos, menos complicado que el nuestro y más libérrimo a la hora de rendir culto a un santo. Si que veneramos a Santa Helena, aunque tampoco formó parte del Calendario Universal. Yo creo que ella ha pasado a Occidente y al santoral romano por su relación con la Santa Cruz. Curiosamente Constantino sí que es venerado junto a Helena el 21 de mayo en el Calendario Luterano.
Fuentes: “Historia verdadera del emperador Constantino el Magno”. MANUEL JOSÉ MARTÍN. Madrid, 1879; “Constantino, ¿el primer emperador cristiano? Religión y política en el siglo IV”. JOSEP VILELLA MASANA y www.religionenlibertad.com

Vengan a un lugar desierto

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Evangelio según San Marcos 6,30-34.
Los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado.
El les dijo: “Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco”. Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer.
Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto.
Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos.
Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.

Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:

Recuerdo muy bien, cuando falleció mi madre, la cantidad de gente que vino a darnos el pésame a mi padre, a mi hermano y a mí. Una cosa que me llamó la atención fue la cantidad de gente que utilizó la expresión “sé cómo te sientes”. Estoy seguro de que todos hemos utilizado esa expresión en circunstancias similares. Pero, cuando pensé en algunos de los que me decían esto, me di cuenta de que realmente no tenían ni idea de cómo me sentía, porque todavía tenían a sus padres.
En el evangelio de hoy (Marcos 6:30-34) oímos cómo respondió Jesús a la gente que le buscaba. No lo dejaban solo, ni a él ni a los apóstoles. Buscaban su profunda predicación y su curación. La predicación de otros no resonaba en ellos ni les presentaba la plenitud de la revelación, como lo hacía la de Jesús. Nadie podía curar a los enfermos y liberar a los poseídos como Jesús. En estas circunstancias, le resultaba difícil decir “no”. Él tenía las palabras de vida eterna, y tenía el poder de curar y perdonar los pecados. De hecho, eran esas “ovejas sin pastor”, y él lo era. Él era su pastor.
A pesar de estar cansado y buscar la paz y la tranquilidad, Jesús respondió a las necesidades de la gente. Al final del evangelio oímos que “tuvo compasión” de ellos. Esta palabra “compasión” es muy significativa para mí. Significa “sufrir con”. Es un mundo de diferencia con “lástima”. Cuando pienso en “lástima”, pienso en mantener a la persona a distancia, sintiendo pena por ella, pero sin querer involucrarse realmente. Tal vez nos compadezcamos de alguien que nos pide una limosna, cuando le pasamos unos dólares y seguimos nuestro camino. Sin embargo, la “compasión” implica que intentemos imaginar la situación y los sentimientos de la otra persona. Esto no es fácil, ni siquiera deseable. No puedo decir honestamente a alguien que sufre de cáncer “sé cómo te sientes”, o a alguien que está tratando de liberarse de la adicción al alcohol, “sé cómo te sientes”. Sinceramente, no sé cómo se sienten. Puedo imaginarlo, pero no conozco la verdadera situación, el miedo o la duda que tienen. Es como cuando preguntamos a alguien “¿Cómo te sientes?”, ¡y luego nos arrepentimos cuando nos dicen cómo se sienten! ¿Quiero imaginarme el sentimiento de pérdida que siente un amigo que ha perdido a un ser querido? ¿Quiero imaginarme los pensamientos y sentimientos de la persona que está sometida a un tratamiento contra el cáncer? ¿Quiero imaginarme las batallas del alcohólico en recuperación? Permítanme que me tome la libertad de decir que la mayoría de nosotros diría que no. La vida es “desordenada”, y la nuestra ya lo es lo suficiente como para no meternos en las cosas de los demás.
Sin embargo, hoy celebramos que Jesús tiene “compasión” por nosotros. Él es uno con nosotros en nuestra pérdida, y nuestro miedo, y nuestras batallas. Es uno con nosotros. Conoce, comprende y siente nuestro dolor, así como nuestras alegrías y victorias. Eso es porque es el Buen Pastor, y el pastor se ocupa de las ovejas. Nosotros somos las ovejas de su prado y él está íntimamente involucrado en nuestras vidas, incluyendo los líos de nuestras vidas. Al igual que en el Evangelio, no huye de nosotros cuando nos acercamos a él, ni intenta escapar de nosotros. Al contrario, ¡está ahí para nosotros! Es compasivo. Entra en nuestras vidas con su palabra salvadora y con su gracia salvadora. Quiere iluminarnos y traernos la verdadera libertad a través de su verdad. Quiere curarnos y resucitarnos.
En la Primera Lectura del Profeta Jeremías (23,1-6) Dios asegura al pueblo que le enviará pastores para guiarlo. Ya no “temerán y temblarán”, sino que encontrarán seguridad con él. Ninguno de ellos se perderá ni se extraviará. Jesús será ese pastor.
En la Segunda Lectura de la Carta de Pablo a los Efesios (2,13-18), Pablo recuerda a los efesios que han sido reconciliados con Dios “por la sangre de Cristo”. Jesús ha entrado en nuestro “lío” y nos ha traído la paz con Dios.
En el Salmo (23) nos hacemos eco de las palabras del salmista: “El Señor es mi pastor; nada me falta”. Es una declaración de fe de que Jesús -nuestro Buen Pastor- satisface nuestras necesidades. Él nos conduce y guía. Nos nutre y nos cuida. Nos protege.
Las lecturas de este fin de semana nos invitan a reconocer y reflexionar sobre Jesús como nuestro Buen Pastor. En nuestras propias vidas, reconocemos su “compasión”. En nuestra necesidad, cualquiera que sea, ¿hemos sentido que él “sufre con” nosotros. No está lejos, desinteresado y desentendido. Al igual que la gente de su tiempo y lugar le “acosaba” con su necesidad, quizá nosotros también “acosamos” a Jesús con la nuestra. Tal vez él nos respondió de una manera que no esperábamos, o que en ese momento no entendimos. Puede que hayamos pensado que era una respuesta equivocada. Sin embargo, con el paso del tiempo, puede que hayamos visto que Jesús sabía más de nosotros, de la vida y de la situación de lo que creíamos. Realmente “sufrió con” nosotros.
Nuestro evangelio también nos pide que demos un paso más: que seamos compasivos con los demás. Que nos esforcemos, de verdad, en “sufrir con” los demás. No basta con decir: “Sé cómo te sientes”, sobre todo cuando es una auténtica mentira. Hay que arriesgarse y entrar en el “lío” de los demás con el amor y la verdad de Cristo. Es un riesgo, porque puede que no queramos saber, puede que no queramos sentir, puede que no queramos formar parte de ello. Pero es la compasión la que cura y levanta, no la lástima. Es la compasión la que nos convierte en pastores de los demás, en buenos pastores. Tenemos que preguntarnos si nos preocupamos por las ovejas o sólo por nosotros mismos/ Jesús, el Buen Pastor, nos enseña, a través de estas lecturas, sobre cómo seguirle y compartir su vida con los demás.

Beatas Mártires de Compiègne

Por  
La comunidad carmelita descalza en Compiègne se estableció en 1641. Floreció rápidamente y se hizo muy conocida en su fervor religioso. Pero con el estallido de la Revolución Francesa, se convirtió en objeto de desprecio y odio por parte de los que estaban en el poder. A pesar de la creciente hostilidad, las monjas de Compiègne continuaron viviendo su vida religiosa y se negaron a abandonar el hábito. Los funcionarios de un gobierno local recién nombrado inspeccionaron los terrenos del monasterio y entrevistaron a cada monja individual. Se les ofreció la libertad de sus “llamados votos”, y una pensión adecuada si deseaban marcharse. Todas se negaron.
La Madre Teresa de San Agustín, la priora, comenzó a preparar a la comunidad para la posibilidad real de arresto y muerte por parte del gobierno revolucionario y el Reino del Terror. Las monjas enviaron un documento formal al Directorio del Distrito indicando que deseaban vivir y morir como profesas carmelitas. En la Pascua de 1792, la comunidad se ofreció como un sacrificio a Dios “para que la paz divina traída a la tierra por Su Hijo Amado regresara a la Iglesia y al estado”.
Consciente del creciente número de comunidades religiosas expulsadas de sus casas por el gobierno, la Madre Teresa comenzó los preparativos de emergencia. Alquiló habitaciones en cuatro casas y compró ropa secular en caso de que las monjas se vieran obligadas a desechar sus hábitos. El 12 de septiembre de 1792, los funcionarios locales registraron la casa, tomaron todos los objetos de valor que estaban presentes y profanaron el Santísimo Sacramento. Dos días después, las propiedades del monasterio fueron confiscadas y las monjas se vieron obligadas a irse.
Durante los siguientes dos años, continuaron, lo mejor que pudieron, viviendo la vida religiosa como cuatro comunidades separadas. Su nuevo capellán, el Padre de la Marche SJ se disfrazaba y se reunía en secreto con las monjas en la iglesia parroquial de Compiègne para celebrar la Misa.
El gobierno descubrió a las monjas y las arrestó en julio de 1794. Fueron llevadas a París y encarceladas el 13 de julio en la Conciergerie, apodada la “Morgue”, ya que nadie se quedaba allí por mucho tiempo debido a las rápidas ejecuciones. Las monjas fueron juzgadas el 17 de julio y condenadas a muerte. El juez dijo: “Deben morir porque insisten en permanecer en su convento a pesar de la libertad que les dimos para abandonar todas esas tonterías”. Antes de su muerte, las monjas lavaron su ropa secular, lo que obligó a sus capturadores a permitirles llevar sus hábitos.
Fueron llevadas a la Barriere de Vincennes (ahora Place de la Nation). Por lo general, una multitud se reunía alrededor de la guillotina para burlarse y ridiculizar a los ejecutantes. Pero las monjas llegaron al sitio cantando himnos que silenciaron a la multitud. Las monjas como comunidad renovaron sus votos al pie de la guillotina. La primera en morir era una novicia, la Hermana Constance. Se arrodilló frente a la Madre Teresa y le preguntó: “¿Permiso para morir, Madre?” La priora respondió: “Permiso concedido”. En la mano de la Madre Teresa había una pequeña estatua de la Virgen María y el Niño Jesús. La Hermana Constance la besó antes de subir los escalones. Ella, junto con el resto de la comunidad, cantaba el Salmo 117 Laudate Dominum, el Salve Regina y el Magnificat. Las nueve monjas carmelitas descalzas restantes, tres hermanas laicas y dos externas hicieron la misma pregunta a la Madre Teresa, besaron la misma estatua de la Virgen y su Hijo y cantaron los mismos himnos antes de darles muerte. Durante todo esto la multitud permaneció en silencio. Las monjas fueron enterradas en una fosa común en el cementerio de Picpus, donde una simple cruz marca los restos de 1,306 víctimas del gobierno revolucionario francés.
En 1902, el Papa León XIII declaró a la Madre Teresa de San Agustín y sus compañeras venerables. En mayo de 1906 el papa Pío X las beatificó.
“El amor siempre saldrá victorioso. El que ama puede hacerlo todo “.
Madre Teresa de San Agustín

Víctimas del terror revolucionario

•Madeleine-Claudine Ledoine (Madre Teresa de San Agustín), priora, nació en París, el 22 de setiembre de 1752, profesó el 16 o 17 de Mayo, 1775;
•Marie-Anne (o Antoinette) Brideau (Madre San Luis), sub-priora, nació en Belfort, el 7 de diciembre de 1752, profesó el 3 de setiembre de 1771;
•Marie-Anne Piedcourt (Hermana de Jesús Crucificado), miembro del coro, nació en 1715, profesó en 1737; al subir al patíbulo dijo: “Los perdono tan de corazón como deseo que Dios me perdone a mí”;
•Anne-Marie-Madeleine Thouret (Hermana Charlotte de la Resurrección), sacristana, nació en Mouy, el 16 de setiembre de 1715, profesó 19 de agosto de 1740, dos veces sub- priora en 1764 y 1778;
•Marie-Antoniette o Anne Hanisset (Hermana Teresa del Santo Corazón de María), nació en Rheims en 1740 o 1742, profesó en 1764;
•Marie-Françoise Gabrielle de Croissy (Madre Henriette de Jesús), nació en París, el 18 junio de 1745, profesó el 22 de febrero de 1764, priora desde 1779 a 1785;
•Marie-Gabrielle Trézel (Hermana Teresa de San Ignacio), miembro del coro, nació en Compiègne, el 4 de abril de 1743, profesó el 12 de diciembre de 1771;
•Rose-Chrétien de la Neuville, viuda, miembro del coro (Hermana Julia Luisa de Jesús), nació en Loreau (o Evreux), en 1741, profesó probablemente en 1777;
•Anne Petras (Hermana María Henrieta de la Providencia), miembro del coro, nació en Cajarc (Lot), el 17 de junio de 1760, profesó el 22 de octubre de 1786.
•Con respecto a la Hermana Eufrasia de la Inmaculada Concepción, los reportes varían. Su nombre sería Marie Claude Cyprienne Brard, nacida el 12 de mayo, 1736; o Catherine Charlotte Brard, nacida el 7 de septiembre 1736 en Bourth, y profesó en 1757;
•Marie-Geneviève Meunier (Hermana Constanza), novicia, nació el 28 de mayo de 1765, o 1766, en St. Denis, recibió el hábito el 16 de diciembre de 1788. Subió al patíbulo cantando “Laudate Dominum”.
Además de las personas mencionadas arriba, tres hermanas laicas y dos torneras sufrieron el martirio. Las hermanas laicas son:
•Angélique Roussel (Hermana María del Espíritu Santo), hermana laica, nació en Fresnes, el 4 de agosto de 1742, profesó el 14 de mayo de 1769;
•Marie Dufour (Hermana Santa Marta), hermana laica, nació en Beaune, el 1 o 2 de octubre de 1742, entró a la comunidad en 1772;
•Julie o Juliette Vérolot (Hermana San Francisco Javier), hermana laica, nació en Laignes o Lignières, el 11 de enero de 1764, profesó el 12 Enero de 1789.
Las dos tourières, que no eran Carmelitas, sino simplemente sirvientas de la comunidad, eran: Catherine y Teresa Soiron, nacieron respectivamente el 2 de febrero de 1742 y el 23 de enero de 1748 en Compiègne, ambas estaban al servicio de la comunidad desde 1772.
Fuente: ACI Prensa.

San Patricio

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Evangelio según San Marcos 6,7-13.
Entonces llamó a los Doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus impuros.
Y les ordenó que no llevaran para el camino más que un bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero; que fueran calzados con sandalias, y que no tuvieran dos túnicas.
Les dijo: “Permanezcan en la casa donde les den alojamiento hasta el momento de partir.
Si no los reciben en un lugar y la gente no los escucha, al salir de allí, sacudan hasta el polvo de sus pies, en testimonio contra ellos”.
Entonces fueron a predicar, exhortando a la conversión; expulsaron a muchos demonios y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo.

Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:

San Patricio nació en Kilpatrick, Escocia, alrededor del año 402. Su familia era rica, pero a la edad de dieciséis años, fue secuestrado y vendido como esclavo en Irlanda. Durante seis años fue pastor, hasta que escapó caminando alrededor de 200 millas para llegar en un barco a Inglaterra. Se iniciaron sus estudios para el sacerdocio y se convirtió en un sacerdote distinguido y luego obispo. A la edad de cuarenta y seis años regresó a Irlanda con un grupo de misioneros. La imagen de San Patricio al frente de la Iglesia Parroquial de St. Patrick en Bermuda (donde fui pastor durante cuatro años) conmemora ese regreso triunfante. En el puerto de Skerries hay una huella sobre una roca, que se considera como un testimonio perpetuo de ese regreso.
San Patricio, primero que nada, buscó al hombre que lo compró como esclavo y le dio dinero para cubrir el precio del rescate. El “linaje de plata” de su cautiverio allí era que conocía el lenguaje celta, y entendía la religión pagana druida, que dominaba a la población. Estos le servirían bien en su evangelización de los druidas, incluso convirtiendo algunos de los hogares reales. Pero su ministerio, y el de sus compañeros, no estaba sin dificultades. Fueron arrestados dieciséis veces, y en una ocasión fue condenado a muerte.
Pensé en San Patricio cuando leí por primera vez el evangelio de este fin de semana (Marcos 6:7-13). Esta semana los envía en pareja para predicar el arrepentimiento y para sanar. Una vez más, los prepara para las dificultades. Sabe que ellos, como él, experimentarán rechazo al predicar la buena noticia. Para muchos no serán buenas noticias porque les llama a un cambio de corazón, un cambio de vida. Él les dice que “sacudan el polvo de sus pies” en aquellos lugares donde no se recibe su mensaje. La vocación de un profeta, o en este caso, un apóstol, es difícil y a menudo significa rechazo y persecución.
Jesús le dice a sus discípulos que “no tomen nada para el viaje”, depende totalmente de la gracia de Dios. Él los está enviando pobres y dependientes, para que puedan regresar espiritualmente ricos y espiritualmente seguros de sí mismos. De hecho, la lectura nos dice que sanaron a muchas personas “ungiéndolas con aceite” y liberaron a muchas personas de malos espíritus. Completaron su misión que Jesús les había dado.
En la primera lectura (Amós 7:12-15) nos encontramos con Amos, otro profeta reacio. No quería servir a Dios como profeta porque sabía que significaba penurias y sufrimiento. Prefirió ser pastor y sembrador de sicómoros. Sin embargo, el poder de Dios era mayor, y Amos fue y profetizó como Dios ordenó.
En la Segunda Lectura de la Carta de Pablo a los Efesios (1:3-14) San Pablo nos dice “también fuimos elegidos, destinados a acorde con el que logra todas las cosas conforme a la intención de su voluntad”. Él está hablando de Jesús, haciendo la voluntad del Padre. Hemos sido elegidos, a través de nuestro Bautismo, para compartir en la vida de Dios, y para compartir esa vida de Dios con otros. Somos aquellos profetas y apóstoles de hoy, enviados por Dios, para dar “alabanza a su gloria”, y para ser “sellados con el Espíritu Santo prometido”. Dios está con nosotros como respondemos a su llamada cada uno de nosotros. De hecho, su gracia ha sido “prodigada sobre nosotros”.
Pero ¿qué tiene que ver todo esto con nosotros, aquí y ahora? Mientras reflexionaba sobre las lecturas y sobre la vida de San Patricio, se hizo más obvio. Durante los seis años que San Patricio fue forzado a trabajar esclavo como pastor, puedo imaginar que maldijo la vida que estaba viviendo, lejos de su familia, su lengua materna y su religión. Podemos imaginar los sueños que tuvo esos años, esperando recuperarlos. En lugar de perder su fe de esta dramática experiencia en su vida, lo convirtió en Dios, tanto que una vez que tuvo su libertad, siguió estudiando para el sacerdocio. Entonces él dispuesto a dejar a su familia como misionero para hacer la voluntad de Dios. El lenguaje celta que se había visto obligado a aprender ahora se convirtió en la herramienta para su evangelización de los irlandeses, siendo capaz de hablar con ellos, desde el primer momento en adelante, en su propia lengua. Y la religión druida que había visto de cerca mientras estaba cautiverio, ahora fue enviado a utilizar ese conocimiento y experiencia para convertir a sus seguidores en el evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios, crucificado y resucitado. En algunas de las ‘malas noticias’ de su vida ahora había una bendición disfrazada. Usó esas ‘desventajas’ para su ventaja, para el Señor.
¿Qué hay de nuestras ‘desventajas’? Podemos identificar una experiencia ‘negativa’ que hemos sufrido -ya sea a través de la propia realización o a través de otra- y ver cómo, a través de la gracia de Dios, se ha convertido en una bendición; ¿cómo las lecciones aprendidas de ese difícil momento se convirtieron en una nueva, comenzando para nosotros; ese fondo conmovedor nos ayudó a empezar el camino ascendente? Al igual que la cruz de Jesús se transformó de un símbolo de derrota, para convertirse en uno de victoria sobre el pecado y la muerte, así también nuestras dificultades y desventajas del pasado nos pueden servir para la resurrección y nueva vida del presente y futuro.
En las profundidades de nuestro propio ser podemos cada uno identificar que ‘desventaja’, y ahora agradecer a Dios que hemos superado -a través de su gracia- y no sólo nos ha hecho la persona que somos hoy, sino que nos ha dado la capacidad de ser compasivo con los demás y llegar a los demás con la misma lucha. Durante muchos años, puede que te resulte difícil de creer, yo era tímido y tenía una pobre imagen propia. A través de la oración, dirección espiritual, consejería y mucho amor y amistad me encontré en un lugar completamente diferente de la vida. Me sentí como una nueva persona, y me sentí re-nacido. Tal vez en tu propia vida puedas ver más claramente esa ‘mano de Dios’ que te llevó de la oscuridad a la luz, del miedo a la esperanza, de la muerte a la vida. Dios usará esas experiencias para ayudarnos a llegar a los demás, evangelizar a los demás y traerá “buenas noticias” a los demás.
Así como Dios llamó a Amos, Pablo, y a los apóstoles, también nos llama a ser fieles seguidores de Jesús, y a confiar en él como él nos manda a proclamar su evangelio. Somos esos profetas y apóstoles de hoy! Somos los que Jesús anima a “no tomar nada para el viaje” excepto su gracia. Somos los únicos que se prepara para las luchas y las dificultades mientras cumplimos nuestra misión. Como San Patricio, usemos las ‘desventajas’ de nuestras vidas como fuentes de nueva vida y manifestaciones de la gloria de Dios.

El único libro de la Biblia que no menciona a Dios

Por Daniel Esparza– es.aleteia.org
En el libro de Ester, Dios no se encuentra en ninguna parte. ¿Cómo llegó este libro a la Biblia?
Leer la Biblia (y comprenderla adecuadamente, tanto como sea posible) a menudo resulta ser una tarea difícil. Requiere paciencia y entrenamiento. Exige atención a los detalles, algún conocimiento general de los contextos en los que se escribieron estos textos y la humildad intelectual para admitir que la mayoría de las veces lo estas leyendo mal.
Pero quizás, ante todo, la Biblia debe leerse con un espíritu aventurero, dispuesto a lidiar con sus muchas «excentricidades».
Decir que la Biblia está llena de rarezas es quedarse corto. Decir que es un libro desafiante es correcto e incorrecto al mismo tiempo. Para empezar, la Biblia no es un libro, sino un conjunto de varios libros separados, la mayoría (si no todos) de ellos hechos a partir del entretejido de fuentes diferentes, a veces abiertamente contradictorias. También es el subproducto del minucioso y minucioso trabajo de generaciones y generaciones de escritores, compiladores y editores. Es una colección de textos escritos, editados y codificados durante milenios.
No es de extrañar entonces que no haya una sola Biblia
Y esto no quiere decir lo obvio, es decir, que hay una miríada de traducciones diferentes, algunas mejores que otras. Hay Biblias literalmente diferentes. Los judíos tienen una, los cristianos protestantes tienen otra y los cristianos ortodoxos y los católicos romanos tienen otro más, el más grande de todos, que comprende 73 libros en total. El canon luterano, en cambio, incluye 66 libros. Claro, todas estas Biblias están íntimamente relacionadas entre sí y, a menudo, se superponen. Pero no son lo mismo.
El proceso de decidir qué textos entran en la Biblia y cuáles no se llama «canon», un término aparentemente derivado de los bastones con los que se fabricaban las varas de medir en la antigüedad, que pasó al uso cristiano para significar «norma» o «regla».
El canon judío, reunido a lo largo de los siglos, a menudo se conoce como «Tanakh». La palabra es un acrónimo formado por las primeras letras de cada una de las tres colecciones principales incluidas en ella: «T» para la Torá (los primeros cinco libros), «N» para Nevi’im (que significa «profetas» e incluye no sólo los libros con los nombres de los profetas como títulos, pero también los libros históricos de Josué, Jueces, Samuel y Reyes), y «K» para Kethuvim (que significa «escritos», que incluye más o menos todo lo demás).
Pero las Biblias cristianas ponen los libros en un orden diferente. Mientras que el Tanaj comienza con Génesis y termina con el Libro de Ester, los cristianos reorganizaron el canon, priorizando su comprensión de esos libros como se ve a través de la luz de Jesús: en lugar de terminar con Kethuvim, la parte de la Biblia cristiana comúnmente conocida como el “Antiguo Testamento” termina con los Nevi’im, los libros proféticos.
Esto, para resaltar el hecho de que Jesús, quien enseñó “la ley y los profetas” fue el cumplimiento de ambos, una decisión editorial que tiene perfecto sentido para los cristianos.
Pero, ¿por qué los editores hebreos de la Biblia decidirían terminar su canon con un libro (particularmente violento) que no menciona a Dios en absoluto? ¿Por qué la Biblia hebrea comienza con un libro en el que Dios es omnipresente (el libro del Génesis) y termina en uno en el que no se encuentra en ninguna parte (Ester)? En realidad, ¿cómo llegó este libro a la Biblia? Algunas fuentes antiguas sugieren que el libro se coló en el canon. De hecho, su inclusión en él fue un tema de debate durante los primeros siglos del cristianismo.
Pero algunos autores dicen que Dios no está necesariamente ausente. Simplemente se está «escondiendo» en el texto.
El libro de Ester es testigo de lo difícil que era ser judío bajo un poder extranjero. En pocas palabras, el libro cuenta la historia de Ester, una mujer hebrea en Persia que eventualmente se convierte en reina y previene un genocidio contra su pueblo, al revertir una matanza originalmente dirigida contra ellos. Los eruditos coinciden en que el libro no es histórico: es una construcción ficticia destinada a explicar los orígenes de un festival hebreo, Purim. Pero Esther también se trata de otra cosa.
Claro, el hecho de que una historia bíblica nunca mencione a Dios es realmente sorprendente.
Como explica Kristin Swenson en A Most Peculiar Book: The Inherent Strangeness of the Bible, “fue lo suficientemente preocupante para los judíos de habla griega del primer siglo que agregaron episodios y oraciones que reforzarían el nivel de piedad entre sus personajes principales y también hacer explícito que Dios estuvo involucrado todo el tiempo. Estas adiciones griegas se incluyen en las biblias católica romana y ortodoxa. En las biblias cristianas protestantes, aparecen solo como parte de los apócrifos».
De hecho, si revisa la Versión Católica Estándar Revisada de la Biblia, encontrará que el libro de Ester tiene una numeración bastante extraña: el capítulo 16, por ejemplo, se incluye entre los capítulos 8 y 9.
Además, el libro comienza con los capítulos 11 y 12, y solo entonces se reanuda el capítulo 1. Estos capítulos intercalados corresponden a estas “piadosas adiciones” que ya estaban incluidas en la Septuaginta. Al compilar la Vulgata latina, Gerónimo señaló que estos seis capítulos no eran parte del texto hebreo original. Los agregó al final del libro. Solo ediciones mucho posteriores de la Vulgata (en realidad, la Nova Vulgata revisada de 1969) las incorporaron directamente a la narrativa.
Así que antes de que se incluyesen estas piadosas adiciones, el libro no mencionaba a Dios en absoluto.
En su Introducción al Antiguo Testamento (Biblia hebrea), la destacada erudita Christine Hayes compara el libro de Ester con otros escritos apocalípticos, el Libro de Daniel en particular. Ambos libros cuentan la historia de una amenaza existencial radical para el pueblo judío: la amenaza de otro genocidio. Daniel ordena a la gente que espere fielmente a que Dios resuelva la crisis. En Ester, el peligro se afronta por completo mediante la acción humana. ¿Pero es ese el caso realmente?
Mirar el hebreo original podría arrojar algo de luz sobre esta aparente ausencia. La tradición rabínica explica que el Tetragrámaton, «YHWH», está realmente presente aunque en forma oculta en diferentes acrósticos complejos que se encuentran en el texto hebreo original: ya sea la inicial o la última letra de cuatro palabras consecutivas, ya sea hacia adelante o hacia atrás, comprendería el Nombre del Señor, YHWH; de hecho, estas letras se distinguieron en al menos tres antiguos manuscritos hebreos en rojo.
El libro, entonces, mostraría que Dios siempre está liderando el curso de la historia incluso (o especialmente) cuando no parece que nos demos cuenta de que ese es el caso. En resumen, Ester debe ser leída como un testimonio de fe duradera, de acción humana audaz que en última instancia es inspirada y dirigida por un Dios que está tan íntimamente involucrado con el ser humano, que debemos prestar atención a detalles aparentemente irrelevantes para realmente fíjense en Él.

Profeta

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Evangelio según San Marcos 6,1-6a.
Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: “¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos?
¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?”. Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo.
Por eso les dijo: “Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa”.
Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos.
Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.

Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:

Una de mis películas favoritas es “Inn of the Sixth Happiness”. Cuenta la verdadera historia de Gladys Aylward, una criada británica que soñaba con ser misionera en China. Sin embargo, el Dr. Robinson, de la Sociedad de la Misión de China en Inglaterra, le dijo que no tenía ninguna habilidad particular para usar allí, y no era candidata para su misión. A través de otros medios, Gladys encontró a una anciana misionera británica, Jeanne Lawson, que estaba dispuesta a enfrentarse a ella. Así que en 1932 Gladys se encontró en Yangcheng, China, trabajando con Jeanne en una posada y compartiendo las buenas noticias de Jesús con los conductores de mula que fueron el enlace de comunicación de ese tiempo. Con el paso del tiempo se convirtió en una persona respetada en la ciudad y en los alrededores del campo, tomando la ciudadanía china y siendo cariñosamente llamada ‘Jineye’= el que ama a la gente. En 1940, la guerra estalló entre China y Japón, y Jineye fue responsable de tomar a más de cien huérfanos en una caminata de dieciséis días a través de peligrosas regiones desgarradas a salvo. Cuando ella y los huérfanos llegaron a Fufeng en el río Amarillo, la persona encargada de la misión era el mismo hombre, el Dr. Robinson, quien la había rechazado en Londres, y le dijo que no tenía nada que ofrecer a su misión.
No pude evitar pensar en esta historia real cuando leí el evangelio (Marcos 6:1-6) de este fin de semana. Jesús también experimentó el rechazo. La gente de su ciudad natal reaccionó de la misma manera que el Dr. Robinson rechazó a Gladys Aylward. “Te conocemos”. “No eres nadie especial”. “¿Quién eres tú para hacer estas cosas?”, “¿Dónde aprendiste estas ideas?”. No tenían fe en Jesús.
Jesús es identificado en el evangelio como profeta, y que “un profeta no tiene honra, sino en su lugar nativo y entre sus propios familiares y en su propia casa”. Un profeta es alguien que habla por Dios, habla por revelación divina, e interpreta la voluntad de Dios. Como hombre hecho por Dios, él, sobre todos los profetas, cumple esa definición. Ha llegado a revelar la plenitud de la verdad, pero a menudo sus palabras fueron rechazadas. Él proclamó su relación con el Padre, y esto parecía haber creado a menudo más desconfianza de sus palabras y acciones. Ser profeta, ya sea en el primer siglo de Palestina, siglos antes, o aquí y ahora, no es fácil. Un profeta es visto a menudo como un alborotador o un desperdiciador, porque sus palabras y acciones desafían al status quo. Agitan nuestra realidad y nos hablan de algo nuevo, la realidad que Dios quiere ver en su lugar. El profeta es un poderoso instrumento de Dios, pero paga un gran precio.
En la primera lectura del Profeta Ezequiel (2:2-5), nos encontramos con Ezequiel. Como ocurre con la mayoría de los profetas, no querían aceptar este llamado de Dios, porque sabían que significaba dificultad para ellos: odio, rechazo y muchas veces muerte. De las palabras de Dios a Ezequiel, vemos que Ezequiel estaba enfrentando una batalla de colina. Dios le está diciendo, como él lo llama, que está siendo enviado a una “casa rebelde”, “personas que se han rebelado contra él”. Son “duros de cara y obstinados de corazón”, no exactamente palabras para inspirar confianza y atraer a Ezequiel. Está preparando a Ezequiel para persecución y rechazo. Sin embargo, Ezequiel aceptó la llamada de Dios y siguió adelante en la confianza de que Dios estaba con él y de que cualquiera que fuera esta “casa rebelde” que iba a desactivar, él aguantaría y cumpliría su misión.
En nuestra Segunda Lectura, de la Segunda Carta de San Pablo a los Corintios (12:7-10), San Paul da testimonio de su vocación como profeta. Reconoce su debilidad. Se convierte en Dios para obtener fuerza y orientación y nos dice “el poder se hace perfecto en la debilidad”. Cuando admitimos nuestra debilidad y vulnerabilidad, nos abrimos a las abundantes gracias de Dios. Cuando somos autosuficientes y orgullosos, queremos hacer las cosas por nuestra cuenta. De hecho, en carne propia Pablo experimentó la verdad que proclamó: “porque cuando soy débil, entonces soy fuerte”. Estas son las palabras de un verdadero profeta, reconociendo que así como Dios llama, Dios bendice y sostiene al profeta.
¿Pero qué tiene que ver esto con nosotros? También somos llamados, como Ezequiel, como Pablo, y como el Señor Jesús, a ser profetas en nuestro tiempo y lugar. Las apuestas son las mismas, y las realidades son las mismas. Sin embargo, Dios llama. En nuestro Bautismo, fuimos ungidos sacerdote, profeta y rey. Compartimos la misión profética de Jesucristo y su Iglesia. Somos llamados a hablar por Dios. Esto sólo puede suceder en la medida en que nos unimos profundamente a Dios. La segunda parte de la definición de profeta -habla por revelación divina, e interpreta la voluntad de Dios- nos hace darnos cuenta de lo difícil que es una tarea. La realización de este papel de profeta no viene fácilmente, sino sólo en la libertad y la sabiduría que Dios nos da para que nuestras palabras reflejen verdaderamente la voluntad de Dios y la revelación divina. Este es un tremendo desafío para nosotros, porque podemos caer demasiado fácilmente prisioneros -en nuestra condición humana- para permitir que nuestra propia voluntad, no la revelación de Dios, guíe nuestras palabras y acciones. Ser un profeta significa depender de Dios y su gracia.
Reflexionando sobre nuestra llamada a ser profetas me trajo de vuelta a pensar en Gladys Aylward. Si ella hubiera creído al Dr. Robinson -que ella no tenía nada que dar- nunca habría tenido la oportunidad de ir a China por su cuenta. Ella realmente creyó que Dios la llamó, y que él la guiaría y protegería, ¡que Dios proveería! A veces podemos hablarnos de responder a la llamada de Dios, especialmente si escuchamos algunas de las voces que nos rodean -esas mismas voces que agredieron a Jesús- “Te conocemos, no eres nadie especial”. Si creemos que Dios llama, nosotros -como profetas desde nuestro Bautismo- entonces también deberíamos creer que Dios nos guiará y nos protegerá, que Dios proveerá. En nuestra debilidad, como San Pablo testifica, la fuerza de Dios se revelará y haremos la voluntad de Dios. No tenemos que ir a China para ser los profetas de Dios. Podemos hacerlo aquí y ahora, en casa, trabajo y escuela, trayendo a otros la verdad y el amor de Dios.
No nos desanimemos por nuestra debilidad, nuestros temores y dudas. No permitamos que el rechazo de los demás nos aleje de nuestra misión como seguidores de Jesús, como hijos del Padre, y como personas movidas por el Espíritu. ¡Hagamos grandes cosas por Dios!

Obispado lamenta que incendio de iglesia haya quedado impune

Por GISELLE VARGAS– ACI Prensa.
El Obispado de Ancud (Chile) manifestó su profundo dolor y molestia por la decisión del Ministerio Público de pedir la suspensión del juicio contra el sospecho de haber provocado el incendio de la iglesia San Francisco, quedando impune el hecho ocurrido el 22 de enero de 2020.
La madrugada de ese día, un voraz incendio destruyó por completo la iglesia San Francisco ubicada en la Isla de Chiloé, en el sur del país. Además, se quemaron dependencias aledañas y el párroco resultó con heridas leves al tratar de salvar documentación histórica.
Desde entonces se inició una investigación para establecer las causas del incendio calificado como intencional contra esta iglesia considerada patrimonio histórico.
El único sospechoso detenido el día del siniestro, en los alrededores de la iglesia, fue un joven de 24 años, a quien se descartó con un peritaje psiquiátrico que tuviera patologías mentales.
Luego de permanecer durante un año en el Centro de Detención Preventiva de Chiloé, se le decretó el arresto domiciliario en abril de 2021.
El 23 de junio de 2021 el Ministerio Público solicitó al Tribunal Oral en lo Penal de Castro el sobreseimiento definitivo de la causa de incendio provocado que afectó a la iglesia San Francisco de Ancud el 22 de enero de 2020.
En un comunicado difundido el 30 de junio, el Obispado precisó que la decisión del Ministerio Público se debe a “la exclusión de prueba considerada esencial para probar la participación del acusado en el delito de incendio, facultad que se encuentra contemplada en el Art. 277 inciso final del Código Procesal Penal”.
“Como víctimas lamentamos profundamente la decisión del ente persecutor, las que se encuentran fundadas en exclusión de prueba realizada por el Tribunal de Garantía de Ancud y confirmadas por la Corte de Apelaciones de Puerto Montt. Estos tribunales consideraron ilegales las diligencias realizadas el mismo día de ocurridos los hechos”.
El Obispado de Ancud “deplora que la decisión se funde en falencias de la investigación realizadas por el Ministerio Público y los órganos auxiliares de éste, quienes no realizaron un trabajo profesional adecuado afectando garantías constitucionales del acusado, todo lo cual se tuvo como fundamento en la exclusión de prueba realizada por nuestros tribunales de justicia”.
“Como víctimas entendemos que nos encontramos en un Estado de derecho en donde las garantías fundamentales resguardadas por nuestra Constitución deben ser respetadas y, por tanto, la obtención de prueba no puede ser realizada con infracción de tales, pero también nos encontramos profundamente molestos y dolidos por el actuar del ente persecutor y los órganos auxiliares, puesto que la deficiencia en su trabajo afectó el resultado del juicio”.
“Lo anterior, trajo como consecuencia que un hecho tan grave como el incendio intencional de la iglesia San Francisco de Ancud quede impune habiendo tenido pruebas para alcanzar la verdad y la justicia adecuada”.
Asimismo, expresó que si bien, “desde el mismo día del incendio, en nuestro espíritu prima el perdón cristiano, no podemos dejar de sentirnos decepcionados por quienes deben administrar justicia en hechos tan graves como los ocurridos. El perdón no excluye la necesaria verdad y justicia para estos delitos como otros que afectan a nuestra sociedad chilena”.
Reconstrucción
En marzo de 2020 la comunidad parroquial inició una campaña para reunir fondos para construir una capilla y reconstruir la casa pastoral, que fue dañada en un 70%.
De esa manera, se han vendido bonos, se han recibido depósitos en la cuenta bancaria parroquial, se realizaron bingos y una colecta comunal.
Por el momento, con el apoyo de Ayuda a la Iglesia que Sufre Chile, se ha levantado un salón multiuso que servirá de capilla provisoriamente.

Ataques a iglesias en Chile son delitos de odio, advierte fundación pontificia

La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) calificó como “delitos de odio” los ataques vandálicos ocurridos ayer en Chile contra las iglesias San Francisco de Borja y de la Asunción, y llamó al gobierno a garantizar la protección de los edificios religiosos.
“Pedimos al gobierno chileno que garantice la protección de los edificios religiosos contra delitos de odio de este tipo”, expresó el presidente ejecutivo de ACN, Thomas Heine-Geldern, en una declaración en la que recuerda que desde octubre de 2019 más de 57 templos y edificios religiosos han sido atacados en Chile.
Durante las manifestaciones por el primer año de las protestas sociales en Chile, grupos vandálicos atacaron ambos templos ubicados en el centro de Santiago. La iglesia de San Francisco de Borja, usada para los servicios religiosos de los Carabineros, fue atacada en la tarde y la iglesia de la Asunción fue incendiada durante la noche. La torre de esta última se derrumbó debido al fuego.
Los atacantes subieron a las redes sociales videos y fotos de los destrozos, mientras otros posaban con las imágenes religiosas destruidas.
ACN indicó que “si bien es legítimo manifestarse y pedir cambios sociales, el odio desenfrenado contra grupos religiosos genera violencia y destrucción y debe ser condenado abiertamente a nivel mundial como se ha hecho en el pasado con otros delitos similares”.
“Estamos consternados por las agresiones, saqueos y ataques a iglesias en Santiago de Chile: los sucesos de ayer demuestran a donde llega la violencia y el odio promovido por algunos grupos”, señaló.
“Expresamos nuestra cercanía y apoyo al párroco de la Iglesia de la Asunción, Pedro Narbona, quien desde hace muchos años apoya directamente la labor de la sección chilena de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), a favor de los cristianos perseguidos”, añadió.
Heine-Geldern dijo que en ACN “estamos consternados que tenga que sufrir en primera persona un nivel de violencia contra la Iglesia que hasta ahora solo conocíamos de otras partes del mundo”.
Fuente: ACI Prensa.

San Pedro y San Pablo 2021

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Evangelio según San Mateo 16,13-19.
Al llegar a la región de Cesárea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?”.
Ellos le respondieron: “Unos dicen que es Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas”.
“Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?”.
Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Y Jesús le dijo: “Feliz de ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo.
Y yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella.
Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”. 

San Pedro y San Pablo: quiénes fueron y por qué es feriado el 29 de junio

Como todos los años, el 29 de junio se conmemora la festividad religiosa en honor a San Pedro y San Pablo. Del mismo modo, como ya es costumbre en todo el litoral peruano, se celebra el Día del Pescador.
En el calendario cristiano, la fecha sirve para conmemorar el martirio de Simón Pedro y Pablo de Tarso, dos de los apóstoles que acompañaron a Cristo en su misión evangelizadora.
Los análisis historiográficos y exegéticos señalan que San Pedro y San Pablo fallecieron en Roma bajo el gobierno de Nerón, y según la tradición católica, el 29 de junio se celebra el aniversario de sus muertes o del traslado de sus reliquias.
DÍA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO
El 29 de junio se celebra la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, día en que se reconocen las virtudes cristianas de dos de los más grandes y reconocidos apóstoles que defendieron con su vida el Evangelio. Se les celebra en la misma fecha por los siguientes motivos:
Son fundadores de la Iglesia de Roma
Luego de la resurrección y ascensión de Cristo, Pedro asumió ser cabeza de la Iglesia, dirigió a los Apóstoles y se encargó de que los discípulos mantuvieran viva la fe. Pablo es reconocido como el apóstol de los gentiles y pasó el resto de su vida predicando el Evangelio sin descanso a las naciones del mundo mediterráneo.
Son columna espiritual de la Iglesia
De acuerdo con ACI Prensa, en 2015, el Papa Francisco manifestó que San Pedro, San Pablo y la Virgen María “son nuestros compañeros de viaje en la búsqueda de Dios; son nuestra guía en el camino de la fe y de la santidad; ellos nos empujan hacia Jesús, para hacer todo aquello que Él nos pide”.
Ambos padecieron en Roma
San Pedro y San Pablo fueron detenidos y martirizados en la prisión Mamertina, también llamada el Tullianum, ubicada en la Antigua Roma. San Pedro fue crucificado en el año 64 con la cabeza abajo a petición propia, por no considerarse digno de morir como Jesús. Fue enterrado en la colina del Vaticano y la Basílica de San Pedro está construida sobre su tumba.
Mientras que San Pablo fue decapitado tres años más tarde. Él está enterrado en Roma, en la Basílica de San Pablo de Extramuros.
Son patronos de Roma y representantes del Evangelio
En el 2012, el papa Benedicto XVI llamó a estos dos apóstoles “patronos principales de la Iglesia de Roma”. Precisó también que “la tradición cristiana siempre ha considerado inseparables a San Pedro y a San Pablo: juntos, en efecto, representan todo el Evangelio de Cristo”.
Son la versión contraria de Caín y Abel
Aquel año, durante la homilía por la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, el papa también presentó un paralelismo opuesto con la hermandad presentada en el Antiguo Testamento entre Caín y Abel.
Benedicto XVI dijo que “mientras que la primera pareja bíblica de hermanos nos muestra el efecto del pecado, por el cual Caín mata a Abel, Pedro y Pablo, aunque humanamente muy diferentes el uno del otro, y a pesar de que no faltaron conflictos en su relación, han constituido un modo nuevo de ser hermanos, vivido según el Evangelio, un modo auténtico hecho posible por la gracia del Evangelio de Cristo que actuaba en ellos”.
¿QUIÉN FUE SAN PEDRO?
Pedro, el amigo frágil y apasionado de Jesús, fue el hombre elegido por Cristo para ser “la roca” de la Iglesia. Trasladándose de Jerusalén a Antioquía, fundó su comunidad cristiana. Posteriormente fijó su residencia en Roma. Aceptó con humildad su misión hasta su muerte como mártir. Su tumba en la Basílica de San Pedro en el Vaticano es meta de millones de peregrinos que llegan de todo el mundo.
¿QUIÉN FUE SAN PABLO?
Pablo, el perseguidor de Cristianos, era conocido como Saulo de Tarso antes de su conversión. Luego del encuentro con Cristo continuó hacia Damasco donde fue bautizado. Es reconocido como el apóstol de los gentiles, un modelo de evangelizador para todos los católicos porque después de encontrarse con Jesús en su camino, se pasó el resto de su vida predicando el Evangelio.
Fuente: Diario Depor.

Talitá kum

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Evangelio según San Marcos 5,21-43.
Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y él se quedó junto al mar.
Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies, rogándole con insistencia: “Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva”.
Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados.
Se encontraba allí una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias.
Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor.
Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: “Con sólo tocar su manto quedaré curada”.
Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal. Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: “¿Quién tocó mi manto?”.
Sus discípulos le dijeron: “¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha tocado?”.
Pero él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido.
Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a sus pies y le confesó toda la verdad.
Jesús le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad”.
Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: “Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?”.
Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: “No temas, basta que creas”.
Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago, fue a casa del jefe de la sinagoga. Allí vio un gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba.
Al entrar, les dijo: “¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme”.
Y se burlaban de él. Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que venían con él, entró donde ella estaba.
La tomó de la mano y le dijo: “Talitá kum”, que significa: “¡Niña, yo te lo ordeno, levántate”.
En seguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos, entonces, se llenaron de asombro, y él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido. Después dijo que le dieran de comer. 

Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:

Desde mi experiencia, hay muchas actitudes diferentes al toque físico, a menudo cultural. Mi fondo familiar es alemán, y mi experiencia al crecer fue una de espacio personal definitivo, y expresiones físicas como besar y abrazar estaban reservadas para personas especiales en momentos especiales. Contrastando esta fue mi experiencia de mis años en Bolivia donde hay una actitud muy diferente hacia el espacio personal y las expresiones físicas de cariño. Puedo recordar a alguien que me dijo en Bolivia que cuando como un ‘gringo’ (norteamericano) entrando en la casa de alguien no sorprendería a la gente que me diera la mano, pero que al dejar los abrazos lo esperaría tanto por mujeres como por hombres. Estoy seguro de que todos ustedes tienen su propia experiencia en este asunto. Incluso durante esta pandemia, todos hemos experimentado la falta de contacto físico y contacto físico personal, tratando de protegerse unos a otros, y manteniendo nuestra distancia.
El evangelio de hoy (Marcos 5:21-43) nos habla de tacto: Jesús tocando a otros, y otros tocando a él. A menudo en los evangelios, oímos hablar de Jesús tocando a otros y sanándolos. Como hombre hecho por Dios, tenía el poder de sanar y formar a la gente. Aquí vemos a Jairo viniendo a Jesús pidiendo que “venga a poner sus manos sobre ella para que se ponga bien y viva”. Él hace sólo eso, y su hija se levanta y camina alrededor, aunque la gente había dicho que ella había muerto. Le dijo a Jairo: “No tengas miedo, solo ten fe”. Su fe fue recompensada.
La historia de Jairo se ve interrumpida por la intervención de la mujer afligida con una hemorragia. Camino a la casa de Jairo, ella toca su prenda. Inmediatamente sintió el poder saliendo de él y le preguntó: “¿Quién ha tocado mi ropa?”. Con tantas personas a su alrededor, los discípulos pensaron que esta era una pregunta imposible, pero al darse cuenta de que ella había sido curada después de doce años de sangrado se adelantó. A ella también le dice: “Tu fe te ha salvado”. A diferencia de muchas de las personas que vinieron a Jesús para sanar, ella no le pidió que la tocara. Porque estaba sangrando, cualquiera que la tocó también sería inmundo, y tendría que pasar por un rito de purificación antes de entrar en la sinagoga. Ella no quería poner esa carga en Jesús, por lo que le tocó, con el resultado previsto de la curación teniendo lugar.
Ambas instancias en el evangelio hablan con el poder del toque. Por eso, en el Sacramento de la Unción de los Enfermos, las manos se imponen sobre la cabeza de la persona. En el Bautismo, la Reconciliación, la Confirmación y las Sagradas órdenes tocar cumple también un papel importante, lo que significa la bendición de Dios y el poder de Dios comunicado a esa persona.
Jairo y la mujer con la hemorragia fueron muy valientes. Se adelantaron y admitieron su necesidad. Eso no es fácil para nosotros de hacer, en nuestra condición humana. Nos gusta sentirnos a cargo, independientes e invencibles. Pero cuando somos débiles y sufrimos, en particular, podemos estar más abiertos a acercarnos al Señor Jesús para que él nos toque. Si y cuando admitimos nuestra vulnerabilidad y nuestra necesidad, también nos estamos abriendo a la gracia y la curación de Dios.
En nuestras vidas y en nuestro tiempo también creemos en el poder curativo de Dios. Dios nos ama y quiere que vivamos vidas plenas, y así nos trae alivio, sanidad y salvación. Somos también instrumentos de esa sanación de Dios, animando a otros a recurrir al Señor en oración, o a través de los Sacramentos de Sanación: Reconciliación y la Unción de los Enfermos. Como he aprovechado diversas oportunidades para predicar sobre el Sacramento, y especialmente en las celebraciones de la Unción Comunal, parece que cada vez más personas están considerando, y recurriendo al poder de este Sacramento para traerles alivio, sanación y salvación. Así como el Señor trajo la sanación a la hija de Jairo, y a las mujeres con la hemorragia, él puede y traerá sanidad a nosotros, física, espiritual y emocional, si nos volvemos a él con fe.
Hoy Jesús nos llama a acercarnos a él en nuestra necesidad. Necesitamos el coraje de Jairo y la mujer, aceptando nuestra necesidad y vulnerabilidad, y dispuestos a abrirnos a la presencia sanadora de Jesús. Cuando tocamos a alguien -ya sea un abrazo, o a su hombro, o brazo, o mano- estamos reconociendo a esa persona: “Estoy aquí”, “Estoy contigo”. Jesús quiere hacer lo mismo por Nosotros, pero tenemos que recurrir a él. No puede forzarnos a abrirnos a él, o a venir a él en nuestra necesidad. Debe ser un acto de fe de nuestra parte: que él nos ama, que le importa, que esté involucrado en nuestras vidas, y sobre todo, que tenga el poder de sanarnos y salvarnos. Vamos a contactar con él, para que él pueda llegar y tocarnos.

Domingo de Resurrección

Ponce de León: el español que conquistó Florida y puso a Norteamérica en el mapa

Por MANUEL TRILLO– Diario ABC de Madrid.
El Domingo de Resurrección de 1513, tres navíos se presentaban frente a una exótica tierra donde nunca hasta entonces había puesto sus pies europeo alguno. O al menos ninguno que hubiera dejado constancia cierta de su visita. Habían partido unas semanas antes desde la recién colonizada Puerto Rico en busca de una misteriosa tierra de Bímini, situada al norte de Cuba, de la que se esperaba obtener gloria y riquezas.
La expedición estaba encabezada por un aguerrido aventurero nacido en 1460 en el pequeño pueblo de Santervás de Campos, hoy provincia de Valladolid. Su nombre, Juan Ponce de León. Entonces no podía saberlo, pero acababa de descubrir el territorio donde siglos más tarde se fundaría una nación que llegaría a ser la más poderosa sobre la faz de la Tierra: los Estados Unidos de América. Gracias a él, Norteamérica entraba así, hace casi 500 años, en la historia de Occidente. Se había adelantado en nada menos que 107 años a los peregrinos puritanos que llegarían en 1620 a Massachusetts a bordo del «Mayflower».

Los españoles estuvieron más de 300 años en Norteamérica, mayor tiempo del que lleva EE.UU. como país independiente

Como Cuba, La Española o el mismo Puerto Rico, Ponce de León creyó que aquello no era más que otra gran isla, y no parte de un inmenso continente, como es en realidad. Y, puesto que su llegada se produjo en plena Semana Santa, la bautizó como la Tierra de la Pascua Florida, aunque solo esta última palabra ha permanecido hasta ahora como nombre de lo que hoy es uno de los 50 estados de EE.UU. Con la llegada de su expedición, se abría una rica historia de más de 300 años de presencia continuada de los españoles en Norteamérica, un periodo de tiempo todavía hoy muy superior a los 236 años transcurridos desde la declaración de independencia de Estados Unidos.
La biografía de Juan Ponce de León está plagada de claroscuros. En ella se mezclan el arrojo y el heroísmo con la tiranía, la crueldad y la codicia, todo además trufado de mitos y leyendas que han desvirtuado su figura a través del tiempo. Tras un tiempo como paje en la Corte aragonesa, curtió su fiero espíritu guerrero combatiendo a los moros en la guerra de la conquista de Granada, un entrenamiento que le serviría en América para imponer el poder de su acero.

Primer gobernador de Puerto Rico

Se cree que su primer contacto con las tierras situadas al otro lado del Atlántico pudo tener lugar en la isla de Gran Turco (ahora conocida como Turcos y Caicos) como integrante de la segunda expedición de Cristóbal Colón en 1493, pero de lo que no hay duda es de su activa participación a partir de 1502 en la conquista de La Española, la isla que hoy comparten Haití y la República Dominicana y que entonces trataba de dominar el gobernador Nicolás de Ovando. Su primer cargo en tierras americanas fue precisamente como responsable de la provincia de Higüey, al este de La Española. Desde allí empezó a plantearse nuevas aventuras.
El ambicioso Ponce de León puso sus ojos en la cercana isla de Borinquén, que no era otra que la actual Puerto Rico. Pese a su enconada disputa con Diego Colón, el hijo del descubridor que reclamaba su privilegio para continuar la labor de su padre, el de Santervás obtuvo permiso real para conquistar Puerto Rico y en 1508 fundó su primer asentamiento, Caparra, que hoy conocemos como San Juan. De esta manera, si algún día Puerto Rico se acaba incorporando como estado de pleno de derecho a EE.UU., habría que adelantar otros cinco años la llegada de los españoles al territorio de este país.
Ponce de León sofocó la revuelta de los nativos de Puerto Rico sin miramientos e impuso severos castigos
Ponce de León colonizó con rapidez la isla, para lo que contó con la inestimable colaboración del cacique Agüeybana, líder de los nativos taínos. Pero no estaba allí para hacer amigos. Tenía muy claro para lo que había llegado a Puerto Rico y se lanzó con avidez a una implacable explotación de sus riquezas naturales, sometiendo a los indios al duro trabajo en las minas de oro.
No es de extrañar que a la muerte de Agüeybana los taínos se levantaran contra sus explotadores y se desatara una brutal contienda. Pero Ponce de León tenía las de ganar y, tras sofocar la revuelta sin contemplaciones, impuso severos castigos a los insurgentes. A comienzos del siglo XVI, la época del «Flower Power» quedaba todavía muy lejos.
Pero no eran esos todos sus problemas en Puerto Rico. Tan preocupante o más para él era que desde España se le hizo rendir cuentas por la compañía con la que había explotado la isla y se le obligó a devolver parte de lo que había ganado. Para colmo, Diego Colón logró que la Corte le reconociera sus derechos, lo que supuso que Ponce cesara en el ejercicio como gobernador.

En busca de la tierra de Bímini

Para el enérgico conquistador, sin embargo, estos reveses eran la oportunidad para emprender nuevas hazañas. Había llegado a sus oídos la existencia de una incógnita tierra llamada Bímini, situada al norte de Cuba, y no tardó en convencer a Fernando II para lanzarse a explorarla. En marzo de 1513 partió de Puerto Rico al frente de dos carabelas y un bergantín con rumbo al noroeste. Para completar aquella travesía que cambiaría para siempre la historia de Norteamérica, contaba con la valiosa experiencia del avezado piloto Antón de Alaminos, uno de los más grandes marinos españoles de la época.

La Corriente del Golfo fue el otro gran descubrimiento del primer viaje a Florida

Tras permanecer seis días en la zona, los expedicionarios levaron anclas y pusieron proa al sur, siguiendo la costa de la península que ellos aún creían una isla. Al llegar a la zona meridional de Florida, hicieron el otro gran hallazgo de su histórico viaje. Comprobaron cómo una potente corriente era capaz de empujar a los barcos hacia atrás, incluso aunque llevaran el viento de popa. Acababan de descubrir la Corriente del Golfo, que se convertiría en una especie de autopista marítima que emplearían los barcos españoles cargados de tesoros en sus viajes hacia Europa.
El nuevo territorio era una incógnita para los europeos, pero eso no significaba que estuviera deshabitada. Se calcula que 350,000 nativos poblaban Florida por la época en que desembarcó Ponce. Y los primeros encuentros no fueron precisamente amistosos. No se sabe si la hostilidad de los indios, que atacaron a los inesperados visitantes con palos y flechas nada más llegar, se debió a simple miedo a los extraños, a su tradición guerrera o, como también apunta el historiador Michael Gannon en «La nueva historia de Florida», a que antes de que llegara Ponce de León otros españoles ya se habían pasado por allí antes en incursiones a la caza de esclavos, lo que lógicamente habría predispuesto a los aborígenes en contra del hombre blanco. Hay otra razón de peso para pensar que aquellos indios ya habían tenido encuentros con los españoles: durante su recorrido por la nueva tierra, encontraron uno que chapurreaba el castellano.
En este primer viaje a Florida, Ponce de León navegó a lo largo de los cayos de Florida, hasta el último de todos, Cayo Hueso (en inglés, Key West), para después seguir rodeando la península, ahora en dirección norte, por su costa oeste. En todo momento creía todavía que se encontraba ante una gran isla. Según relata Gannon, a la altura del islote Sanibel se produjo otro episodio violento, que en este caso se saldó con un español y al menos cuatro nativos muertos, por lo que Ponce bautizó el lugar con el macabro nombre de Matanzas. Pocos días después, decidió emprender el regreso a casa. Dos de los barcos llegaron a mediados de octubre a Puerto Rico, aunque el tercero, con Antón de Alaminos a bordo, se entretuvo aún varios meses más tratando de dar con la esquiva tierra de Bímini.

El falso mito de la fuente de la juventud

Está claro que la pretensión de Ponce de León con su expedición era encontrar nuevas riquezas y, sin embargo, durante siglos el descubrimiento de Florida se ha atribuido a una falsa leyenda. Una y otra vez se ha dicho que lo que buscaba era una mítica fuente de la eterna juventud que «tornaba mozos a los viejos». Los historiadores se afanan ahora en combatir esta falacia histórica, que se construyó bastantes años después de que Ponce arribara a aquella tierra, pero el cuento funciona tan bien y ya ha quedado tan instalado en la memoria colectiva que va a resultar muy difícil desmontarlo.

«Adelantado» Ponce murió tras infectarse la herida de un flechazo en el muslo que recibió en su segundo viaje a Florida

Finalmente se decidió a partir de nuevo en 1521. En una carta dirigida en febrero de ese año al Rey, entonces ya Carlos I, explicaba su intención de establecer una población permanente y hacer que allí fuera «alabado el nombre de Jesucristo». Antes de acabar el mes partió de Puerto Rico con dos barcos en los que viajaban 200 hombres y mujeres para colonizar Florida y varios religiosos para evangelizarla, además de animales y útiles para labrar la tierra. Pero Ponce no podría disfrutar mucho de este segundo viaje, que también iba a ser el último. Durante un nuevo choque con los indios, una flecha fue a clavarse en su muslo y, tras ordenar la retirada de la expedición a Cuba, la infección de la herida acabó con su azarosa vida en el mes de julio. Tenía 61 años.
Tras su muerte, fueron varias las expediciones de otros valerosos exploradores españoles que se aventuraron por el suroeste de lo que hoy son los Estados Unidos, poniendo la semilla de la civilización occidental en el continente norteamericano. Lucas Vázquez de Ayllón, Pánfilo de Narváez, Tristán de Luna, Hernando de Soto y Francisco Vázquez de Coronado son algunos de los nombres que se unieron al de Ponce de León en las décadas siguientes antes de que, por fin, en 1565 Menéndez de Avilés fundara San Agustín.

Cinco siglos después la bandera española sigue ondeando sobre el viejo castillo de San Marcos, en San Agustín

La huella española permanece en todos esos lugares, no solo en la toponimia, sino en forma de una herencia cultural que no ha podido ser borrada. Sin embargo, la historia no ha hecho plena justicia a aquel puñado de españoles que engrandecieron la gloria de su patria, a menudo olvidados tanto en Estados Unidos, como en España, siempre ingrata con sus héroes.
En Florida se preparó una larga lista de eventos para conmemorar el quinto centenario de la llegada de Ponce de León a sus costas, pero falta por ver que el resto de Estados Unidos y la propia España estén a la altura.

Hasta el viento y el mar le obedecen

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Evangelio según San Marcos 4,35-41.
Al atardecer de ese mismo día, les dijo: “Crucemos a la otra orilla”.
Ellos, dejando a la multitud, lo llevaron a la barca, así como estaba. Había otras barcas junto a la suya.
Entonces se desató un fuerte vendaval, y las olas entraban en la barca, que se iba llenando de agua.
Jesús estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal.
Lo despertaron y le dijeron: “¡Maestro! ¿No te importa que nos ahoguemos?”. Despertándose, él increpó al viento y dijo al mar: “¡Silencio! ¡Cállate!”. El viento se aplacó y sobrevino una gran calma.
Después les dijo: “¿Por qué tienen miedo? ¿Cómo no tienen fe?”.
Entonces quedaron atemorizados y se decían unos a otros: “¿Quién es este, que hasta el viento y el mar le obedecen?”.

Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:

Hay un poema que encontré, que puede ayudarnos a entender los misterios que enfrentamos en la vida:
“En un viejo y pintoresco ático,
mientras las gotas de lluvia caían,
me senté a hojear un viejo libro escolar:
polvoriento, andrajoso y marrón.
Llegué a una página que estaba doblada.
Y en ella estaba escrito con letra infantil:
“La maestra dice que dejemos esto por ahora,
es difícil de entender”.
Desplegué la página y leí.
Luego asentí con la cabeza y dije,
“El profesor tenía razón, ahora lo entiendo”.
Hay muchas páginas en el libro de la vida
que son difíciles de entender.
Lo único que podemos hacer es doblarlas y escribir:
“El maestro dice que dejemos esto por ahora,
es difícil de entender”.
Luego, algún día – tal vez en el cielo –
volveremos a desdoblar las páginas,
las leeremos y diremos,
“El maestro tenía razón, ahora lo entiendo”.
Pensé en este poema en relación con nuestro evangelio de este fin de semana (Marcos 4:35-41). También aquí los discípulos no entendían. Habían sido testigos de un acto verdaderamente milagroso: Jesús calmó la tormenta que amenazaba sus vidas en su barca en el mar de Galilea. A pesar de que las palabras de Jesús les solucionaron su dilema, aquí hubo otro caso en el que no entendieron. La revelación de su poder les produjo no sólo asombro y maravilla, sino más preguntas (sin respuestas). Era natural que dijeran: “¿Quién puede ser? Hasta el viento y el mar le obedecen”. Afortunadamente, al igual que en el poema, la comprensión llegó – ¡con el tiempo!
En nuestra Primera Lectura, del Libro del Profeta Job (38: 1, 8-11), nos encontramos con otra tempestad y otra alma preocupada: ¡Job! Una vez más, las “orgullosas olas… se rompieron”, y se restableció la calma. Dios había revelado su poder y su fuerza una vez más, y Job empezó a comprender y a tener una fe más profunda en este Dios misterioso que estaba con él, en los buenos y en los malos momentos.
En nuestra Segunda Lectura, de la Segunda Carta de San Pablo a los Corintios (5,14-17) se revela el poder de Dios. San Pablo, que experimentó de forma tan dramática la acción salvadora de Jesús en su vida, relató a la gente que ese mismo amor era el suyo, y que Jesús viviría en ellos. Ya no viviríamos para nosotros mismos, sino para el que murió y resucitó por nosotros”. Este es el don de Dios para nosotros, vivir en unión con su Hijo, al conformar nuestras vidas a la suya mediante nuestra obediencia y seguimiento fiel de su camino, y abrazando su verdad. Somos esa nueva creación, y “la vieja creación se ha ido, y ahora está aquí la nueva”.
En nuestra condición humana tal vez sintamos o digamos: “Maestro, ¿no te importa?”. Puede que estemos viviendo una lucha, un problema, un dilema, algunos más importantes que otros, pero aun así algo que ocupa nuestro tiempo y energía, y que nos hace sentir como uno de esos discípulos en la barca, zarandeados por las olas y el viento que parecen estar fuera de nuestro control. Las lecturas de hoy nos muestran que, efectivamente, el Maestro se preocupa, y está con nosotros, y calmará esas olas y ese viento, en la medida en que se lo permitamos. Necesitamos la confianza de Job. Necesitamos esa perspicacia de Pablo para reconocer la nueva vida que poseemos en Cristo. En nuestro mundo, cada vez más secular, habrá detractores que nos digan “¡Estás solo!”. “¡No esperes un milagro!” ¿No es así? Afortunadamente, nuestra propia experiencia nos dice que el Maestro sí se preocupa, y que está con nosotros. Cuando miramos a nuestro pasado, estoy seguro de que todos podemos relacionarnos con momentos en los que nos sentimos zarandeados por las olas y el viento, pensando que las cosas nunca cambiarían, que no había solución, que estábamos condenados. Sin embargo, de alguna manera la gracia de Dios se abrió paso, aunque a veces no hayamos dado todo de nosotros para lograrlo. A veces, Dios actúa a pesar de nosotros, más que gracias a nosotros. Los vientos se calmaron. Las olas se calmaron. Llegamos a salvo a nuestro puerto. No todo estaba perdido. Esa es la gracia de Dios, que hace realidad la presencia de Jesús con nosotros en nuestra “barca”. Él revelará su poder, y tendremos asombro y maravilla, si lo invocamos, cooperamos con su gracia, y le permitimos trabajar en y a través de nosotros.
Como el niño que escribía en el cuaderno, sin entender, nosotros también podemos no entender siempre los misterios que se nos presentan. Algunos de nosotros podemos tener más páginas “dobladas” que otros, habiendo enfrentado más tormentas que otros. Esperemos que, a través de nuestra propia reflexión y de la gracia de Dios, “entendamos” antes de llegar al cielo, para poder ayudar a otros aquí a “doblar” una página por un tiempo, y a buscar la comprensión, y al volverse al Señor Jesús, encontrarla.
*Esta historia introductoria está tomada de Homilías dominicales ilustradas, Año B, Serie II, por Mark Link, S.J. Tabor Publishing, Allen Texas. Página 76.

Semillas del reino de Dios

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Evangelio según San Marcos 4,26-34.
Y decía: “El Reino de Dios es como un hombre que echa la semilla en la tierra: sea que duerma o se levante, de noche y de día, la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo.
La tierra por sí misma produce primero un tallo, luego una espiga, y al fin grano abundante en la espiga. Cuando el fruto está a punto, él aplica en seguida la hoz, porque ha llegado el tiempo de la cosecha”.
También decía: “¿Con qué podríamos comparar el Reino de Dios? ¿Qué parábola nos servirá para representarlo?
Se parece a un grano de mostaza. Cuando se la siembra, es la más pequeña de todas las semillas de la tierra, pero, una vez sembrada, crece y llega a ser la más grande de todas las hortalizas, y extiende tanto sus ramas que los pájaros del cielo se cobijan a su sombra”.
Y con muchas parábolas como estas les anunciaba la Palabra, en la medida en que ellos podían comprender.
No les hablaba sino en parábolas, pero a sus propios discípulos, en privado, les explicaba todo.

Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:

En 1812 un joven, Louis Braille, acompañaba a su padre en la tienda de cuero familiar cuando sufrió un accidente que lo dejó ciego. Cuando era mayor, su familia lo envió a una escuela para ciegos en París. En ese momento, los estudiantes leen libros enormes con las cartas levantadas. Fue un proceso lento para sentir las letras elevadas y leer de esta manera. Entonces un día un oficial francés retirado, Charles Barbier, visitó la escuela e introdujo un método utilizado por el ejército consistente en una serie de agujeros para representar las letras del alfabeto. Sin embargo, este método también fue lento y limitado. Entonces Louis decidió desarrollar su propio método con puntos elevados, ahora conocidos en todo el mundo como Braille. Desafortunadamente, a pesar de la importancia de este invento, atrajo poca atención hasta después de su muerte. Su contribución a los ciegos ni siquiera fue mencionada en su obituario.*
Pensé en esta historia cuando leí por primera vez el evangelio de este fin de semana (Marcos 4:26-34). Jesús nos habla de la semilla de mostaza, aparentemente insignificante, pero que se convierte en un gran árbol. La invención de Louis Braille también parecía insignificante en su comienzo, pero se convirtió en una reconocida herramienta de comunicación que revolucionó el mundo de los ciegos.
Jesús nos dice que tal es el reino de Dios. Empieza siendo pequeño, aparentemente insignificante, pero crece y se desarrolla misteriosamente, capturando nuestra atención y dando frutos. Esto tiene muchas aplicaciones en nuestra vida de fe.
Uno de ellos es que Jesús vino en un tiempo muy diferente al nuestro. Era un tiempo primitivo y las herramientas de comunicación eran rudimentarias. ¡Solo piensa en lo que Jesús podría haber hecho con facebook y twitter! Sin embargo, el mensaje y la misión de Jesús -aparentemente insignificantes a veces- pronto creció y se desarrolló, llegando a través de la tierra, los siglos y las culturas para llevar la Palabra de Dios y la salvación a todos. Al igual que con Louis Braille, fue sólo después de la muerte de Jesús que el reino llamó la atención de la gente. La ‘semilla’ de la fe creció y se desarrolló misteriosamente hasta que produjo un árbol: el árbol de la vida.
Otra forma de ver esta analogía que Jesús nos da es nuestra propia vida personal de fe. Semillas de fe fueron plantadas en nosotros a temprana edad. Nuestros padres compartieron su don de fe con nosotros, comenzando en nuestro bautismo. A medida que crecíamos y desarrollábamos, compartían la fe con nosotros, introduciéndonos a la oración, a la adoración, a la Palabra de Dios y a los valores del reino de Dios. No puedo empezar a contar todas las veces que visité a amigos y familiares para ver a sus hijos pequeños, a menudo en su alta silla, trata de copiarnos haciendo el Signo de la Cruz. Otras personas importantes en nuestras vidas-abuelos y padrinos, en particular-influyeron en nuestro temprano desarrollo de la fe. Como pudimos articular y responder por nuestra cuenta -eventualmente como adolescentes y adultos- éramos como la semilla que se había convertido en un árbol. ¡Ahora estábamos ‘dando frutos’ por nuestra cuenta! Ahora estábamos teniendo una influencia en la fe de la vida de otros, si nos dimos cuenta o no.
A veces, en nuestra condición humana, es tentador pensar que no tenemos influencia, no tenemos poder. A menudo la gente dice, ‘Nadie está escuchando’, o ‘Realmente no puedo marcar la diferencia’. ¡Tengo que diferir!
Pensemos en las ‘semillas’ de la fe, las ‘semillas′ del reino de Dios que fueron plantadas en nosotros. Puede ayudarnos a identificar a las personas que compartieron su fe con nosotros. Tal vez en ese momento no lo reconocíamos, o lo apreciábamos. A veces, especialmente en lo que respecta a los padres, las personas pasan por una etapa en la que ignoran lo que sus padres dicen o hacen para mostrar su independencia. Mucho tiempo y energía, y muchas lágrimas, se desperdician en este ejercicio de independencia.
Pensé en dos personas particulares que eran significativas en mi primera vida de fe. Una fue mi abuela materna, Elizabeth Meyer, que vivió con nosotros parte del año después de que vendiera su casa. Ella era una mujer de gran fe. Ella me leería, traduciendo de su Biblia alemana. Esta fue mi primera introducción a la Palabra de Dios, en un momento (los años 1950) cuando los católicos leyendo la Escritura era más una excepción que la regla. Su fe era muy importante para ella, y a menudo orábamos juntos cuando era un niño.
Otra persona que fue significativa en mi vida temprana de fe fue mi párroco, el Padre Donald Curtis. Fue el Pastor fundador de la Parroquia Nuestra Señora de Lourdes en Waterloo, y fue una persona amable, similar al abuelo. Yo era acólito, y tenía una amistad con el Padre Curtis hasta su muerte. Cuando entré al seminario necesitaba una carta de recomendación, y cuando fui a mi nuevo pastor me dijo que realmente no me conocía, y que quizás sería mejor ir a Padre Curtis. Así que le pedí que me escribiera una carta. Más tarde mi Rector, me dijo que quería una carta de recomendación, no una causa de embarcación. Dos grandes influencias que tenía sobre mí fueron su amor por los niños y su capacidad de recordar los nombres de las personas. Puedo recordarlo caminando por el patio de la escuela a la hora del recreo y no sólo hablando con nosotros, sino escuchándonos. Fue mi primer y más poderoso modelo de sacerdocio.
Ahora piensa en ti mismo. ¿Cómo has plantado las ‘semillas’ de la fe y del reino de Dios en la vida de otros? ¡No lo niegues! Demos gracias a Dios porque hemos crecido a pleno rendimiento y está dando fruto del reino de Dios en vuestra vida diaria. ¿Pensó Louis Braille que estaba revolucionando la vida de los ciegos para siempre a través de su invento? Lo dudo. Nunca subestimes los ejemplos de fe que le das a los demás: tu participación activa en la Eucaristía cada fin de semana; tu ejemplo de oración personal y familiar en las comidas, y para comenzar y terminar tu día; tu amor de la Palabra de Dios y tu deseo de conocer más sobre ello; la mayordomía de tu tiempo, talentos y tesoro al servicio de los demás. Estás plantando estas “semillas” y puede que ni siquiera lo sepas. La vida de tu cónyuge, de tu hijo, de tu nieto, de tu hermano o incluso de tu padre pueden ser mejorados y enriquecidos por tu siembra y la nutrición de la ‘semilla’ de la fe.
Inspirados por este evangelio, podemos compartir la vida de Cristo con otros y hacer nuestra parte en la construcción del reino de Dios aquí y ahora, comenzando con una pequeña semilla, comenzando con un acto de fe dado en el amor.
* Esta historia introductoria es tomada de Illustrated Sunday Homilies, Año B, Series II, por Mark Link SJ. Tabor Publishing, Allen Texas. Página 73.

Misioneros en zona de extrema pobreza de la selva peruana necesitan ayuda

El vicariato San José del Amazonas está ubicado en el norte de la selva peruana, en la frontera con Colombia y Brasil, es en una zona rural en la que no hay carreteras. Sus habitantes se trasladan por los grandes ríos, como el Amazonas y el Napo, y sus afluentes. Los pueblos están dispersos en la jungla y alejados de la única ciudad de la zona, la capital Iquitos, lo que dificulta encontrar productos y servicios básicos. La presencia del Estado es prácticamente inexistente, los niveles de educación y salud son los más bajos de todo el país y hay una gran inseguridad debido al narcotráfico y la trata de personas.
En esta selva fronteriza, olvidada y complicada, 59 misioneros católicos asisten y apoyan a los 14 sacerdotes que atienden a la población indígena en un territorio tan grande como Portugal e Irlanda juntos. Los misioneros provienen de países como México, Polonia, Canadá, Colombia, España, Brasil y la India. También hay peruanos que colaboran con el trabajo misionero en el área. La fundación Aid to the Church in Need (ACN) les ayuda desde hace más de 25 años en su difícil labor pastoral. Pero según explica a la fundación ACN el obispo del vicariato San José del Amazonas, Monseñor José Javier Travieso Martín, atraviesan una situación económica muy crítica, que en estos momentos se ha agravado debido a la pandemia del COVID-19.
Por este motivo, ACN acaba de reiterar su apoyo para los misioneros en esta zona de extrema pobreza “donde la población no solamente no puede aportar para el sostenimiento de su Iglesia, sino más bien necesita muchas veces apoyo como hemos podido comprobar una vez más durante la pandemia los que seguimos viviendo en estas tierras”, porque el sistema de salud desde hace años “está abandonado” y las personas “dejadas a su suerte”, explica el obispo en un mensaje a la fundación.
Gracias a la asistencia de ACN, durante los primeros meses del año 2020, se pudieron cubrir las necesidades de alimentación de 20 misioneros. Actualmente requieren apoyo, especialmente para la comida y la salud, 14 religiosas y 7 laicos.
El vicariato tiene 16 puestos de misión a su cargo. Además de un leprosería, de un hospital, 16 puestos de salud en el río Napo, cuatro colegios, dos internados y dos centros de rehabilitación para discapacitados. Los misioneros son responsables de los puestos de misión/parroquias y visitan decenas de comunidades. Debido a la falta de sacerdotes en la zona presiden las celebraciones de la palabra, forman a los catequistas e imparten las catequesis, se encargan de la pastoral familiar y la pastoral indígena. También, atienden a los leprosos y enfermos y apoyan con la educación de los niños locales.
Gabriel Grégoire, miembro de la Comunidad del Desierto, es uno de los misioneros que apoya ACN. El misionero canadiense trabaja en la pastoral parroquial y la pastoral social, aunque debido a la pandemia no puede desarrollar esas labores con normalidad. Apoya con la limpieza y desinfección del templo y con los responsorios y servicios litúrgicos cuando el sacerdote se tiene que ausentar para atender a otras comunidades. También integra el consejo de economía del vicariato y asiste al grupo Legión de María, quienes visitan a los enfermos y a varios hogares para orar con la gente.
Junto con Grégoire, vive otro misionero canadiense llamado Alain Lacroix, quien se encarga de un taller mecánico implementado por el vicariato en Iquitos y ayuda con la supervisión de las infraestructuras de la misión de Tamshiyacu. Además, socorre a quienes necesitan ayuda con sus vehículos y brinda trabajo a quienes lo solicitan.
También hay familias misioneras como la de Antonio Romero, que con su mujer Mónica Adriana y sus tres hijos vinieron de México para ayudar, el cual cuenta a ACN como todo ha cambiado mucho por el COVID y que toda su labor esta impregnada por la pandemia: “Las llamadas de consuelo por la muerte de un familiar, la enfermedad de los otros, saber que no hay medicamentos ni siquiera paracetamol, ni alcohol, que escasea la comida, que el oxígeno que en la selva antes era puro y gratis, ahora lo debemos comprar a más de 3500 soles los 10m3 y que se les está muriendo el familiar y no hay quien nos preste, alquile o venda un balón (tanque) de oxígeno, después buscar su llenado, que es otra odisea”.
Otra de las misioneras que ayuda a ACN es Dominik Szkatula, laica polaca y coordinadora de la Pastoral Indígena, que vive en el país desde 1982. Durante su labor apostólica, ha vivido en varios pueblos atendiendo a leprosos y defendiendo los derechos humanos de los indígenas. Afirma que, tras 30 años de experiencia como misionera y catequista, “sé por mi propia experiencia que todos podemos tomar parte activa en la misión salvífica de Cristo. Me considero suertuda porque viviendo en la Amazonía uno vive más cerca de Dios y el trato con la gente sencilla y humilde que la habita te permite tocarlo”.
Fuente: ACNinternational.org