Por LUCAS COPPEN– www.pillarcatholic.com
El cardenal Víctor Manuel Fernández concedió esta semana otra llamativa entrevista, dedicada a uno de los aspectos más controvertidos de su obra.
En la conversación del 10 de octubre con el sitio web español Religión Digital, el nuevo prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe (DDF) del Vaticano habló sobre la responsabilidad de su departamento en los casos de abuso clerical.
La entrevista tuvo lugar en el contexto del sínodo sobre la sinodalidad, en el que el nuevo cardenal participa activamente. Esta semana, la asamblea lo eligió como miembro de la comisión de información del sínodo, en representación de América Latina.
La votación podría leerse como un respaldo a las habilidades comunicativas que Fernández ha demostrado desde que se anunció su nombramiento como prefecto del DDF en julio. En más de 20 entrevistas, ha abordado incluso las cuestiones teológicas más delicadas, lo que parece indicar que la era Fernández estará marcada por la franqueza y la apertura.
El cardenal, apodado “Tucho” en honor a la leyenda del fútbol argentino Norberto Méndez, dio la nueva entrevista a raíz de una protesta en Roma en la que las víctimas pidieron su destitución como jefe doctrinal debido a su historial en el manejo de casos de abuso en su país natal Argentina.
José Manuel Vidal, de Religión Digital, dijo que la entrevista buscaba abordar la percepción de que la sección disciplinaria del DDF, que supervisa los casos de abuso, se ha debilitado luego de la publicación de un documento que reorganiza el funcionamiento interno del dicasterio.
El texto, firmado por el Papa Francisco el 11 de septiembre, día en que Fernández asumió formalmente su cargo en el DDF, establece los requisitos para las reuniones periódicas entre el prefecto y los miembros de las dos secciones del dicasterio: doctrinal y disciplinaria.
El documento parecía formalizar una disposición que el Papa Francisco hizo en su carta del 1 de julio. El Papa escribió: “Dado que para las cuestiones disciplinarias –especialmente las relacionadas con los abusos a menores– se ha creado recientemente una sección específica con profesionales muy competentes, le pido, como prefecto, que dedique su compromiso personal más directamente al objetivo principal del dicasterio. que es ‘mantener la fe’”.
Eso llevó a los comentaristas preocupados de que el compromiso del Vaticano con la protección de los niños ya estuviera flaqueando a preguntarse si la sección disciplinaria corría el riesgo de quedar reducida a una ocurrencia tardía.
En la nueva entrevista, Fernández se esforzó en resaltar la profesionalidad de la sección.
“Puedo asegurarles que la sección disciplinaria del dicasterio cuenta con muy buenos profesionales que trabajan con mucho rigor”, afirmó. “Estoy cerca de ellos, no para interferir en su trabajo, sino para apoyarlos para que trabajen libremente y sin presiones”.
“Les ofrezco lo que necesiten y de hecho la sección disciplinaria seguirá teniendo muchos más funcionarios que la sección doctrinal, así como los recursos que necesitan”.
Fernández también abordó la controvertida cuestión de la relación del dicasterio con la Pontificia Comisión para la Protección de Menores. La constitución del Vaticano de 2022 describió a la comisión como “establecida dentro del dicasterio”, pero no quedó inmediatamente claro qué significaba esto en la práctica.
El cardenal insistió en que la comisión “tiene autonomía y se refiere al Santo Padre”, aunque está bajo el paraguas del dicasterio.
“Tenemos la tarea específica de impartir justicia en casos de abuso”, señaló. “Sin embargo, creo que este dicasterio puede colaborar con ellos y con los demás órganos de la Santa Sede para profundizar en las causas de la pedofilia. Hacer justicia es esencial, pero es aún más importante evitar que otros tengan que sufrir la misma tragedia en el futuro”.
Fernández también buscó rechazar la idea de que estaba tan absorto en asuntos teológicos que estaba desconectado del trabajo de la sección disciplinaria.
“Me mantienen informado y los aliento constantemente a impartir justicia con convicción”, afirmó. “Pero tengo la tranquilidad de ver que trabajan muy bien y mantienen el pulso firme. Se lo puedo asegurar y no creo que sea aconsejable que un teólogo se inmiscuya en su trabajo específicamente canónico”.
El ampliamente leído sitio web católico italiano Il Sismografo dijo que Fernández estaba reiterando lo que dijo después de su nombramiento en julio: que se concentraría en el lado doctrinal del rol de prefecto, al tiempo que permitiría que funcionarios específicamente calificados manejaran el lado disciplinario.
Pero el sitio web argumentó que había un tema sobre el cual el “locuaz” cardenal guardó silencio: el escándalo que rodea al artista del mosaico padre Marko Ivan Rupnik, en el que el dicasterio ha desempeñado un papel destacado. Rupnik, que enfrenta numerosas acusaciones de abuso sexual y espiritual, fue excomulgado brevemente por intentar absolver a una pareja sexual.
Il Sismografo lamentó que Fernández haya perdido la oportunidad “de aclarar de una vez por todas la cuestión de la excomunión impuesta por su dicasterio y luego, dentro de dos semanas, revocada por el mismo”.
“Su silencio sobre el caso Rupnik lo confirma: esta pregunta está prohibida en el Vaticano”, decía el sitio web.
En ciertos aspectos, Fernández ha aportado una nueva transparencia al papel de prefecto doctrinal. En la avalancha de entrevistas posteriores a su nombramiento, mostró una disposición, poco común entre los funcionarios del Vaticano, a reflexionar públicamente sobre algunas de las cuestiones más controvertidas de la Iglesia.
En esto, es sorprendentemente diferente de su predecesor inmediato, el reservado cardenal Luis Ladaria Ferrer, aunque podría decirse que es similar al cardenal Joseph Ratzinger, quien sirvió durante un período de alto perfil como zar de la doctrina del Vaticano desde 1981 hasta su elección como Papa Benedicto XVI en 2005.
¿Pero la franqueza que aporta Fernández en cuestiones doctrinales se extenderá también a las cuestiones disciplinarias?
Aquí el dicasterio no parece más comunicativo que antes. Un ejemplo actual puede bastar: el del cardenal Jean-Pierre Ricard. Los medios franceses informaron el mes pasado que el dicasterio había impuesto restricciones al prelado jubilado, tras admitir que había abusado de una niña de 14 años en 1987.
Más de dos semanas después del informe inicial, no ha habido confirmación oficial de las restricciones, que podrían resultar muy controvertidas ya que, según se informa, permitirían a Ricard ejercer el ministerio público en la diócesis donde vive, pero no en otros lugares. Ricard también parece seguir teniendo derecho a votar en un futuro cónclave hasta que cumpla 80 años en septiembre de 2024.
Si un caso no es suficiente, ¿qué tal el del obispo belga Roger Vangheluwe, quien renunció como obispo de Brujas en 2010 después de admitir haber abusado de un sobrino? Permanece en el sacerdocio a pesar de los repetidos intentos de los obispos belgas de impulsar al Vaticano a tomar más medidas, el más reciente en noviembre durante su visita ad limina a Roma. El Vaticano no ha hecho ningún comentario público sobre el asunto.
La preocupación por la falta de transparencia es claramente compartida en algunas partes del Vaticano. En su reciente “llamado a la acción”, la Pontificia Comisión para la Protección de Menores dijo sin rodeos que “hace mucho que deberíamos corregir las fallas en los procedimientos que dejan a las víctimas heridas y en la oscuridad tanto durante como después de que se han decidido los casos”.
Quizás Fernández descartaría la sugerencia de que su departamento debería comunicarse con igual apertura sobre los casos disciplinarios que sobre los doctrinales. Siempre podría decirse a sí mismo que su mandato es centrarse en cuestiones teológicas, y que corresponde a los expertos determinar qué (si es que hay algo) debe compartirse con los católicos en los bancos sobre los casos disciplinarios. Alternativamente, podría creer que, en última instancia, esto lo debe determinar el Papa Francisco, no él.
En la nueva entrevista, Fernández destacó que constantemente insta a la sección disciplinaria del DDF a “impartir justicia con convicción”. Sin embargo, como dice el viejo refrán legal, no sólo se debe hacer justicia, sino que también debe verse que se hace.
Archivo de la categoría: Antropología de la Religión
Cardenal Juan Sandoval Iñiguez
“Un Sínodo no tiene autoridad doctrinal”, pero “el peligro es que se la den”
Por David Ramos– ACI Prensa.
El Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, Arzobispo Emérito de Guadalajara (México) y uno de los cinco firmantes de los recientes dubia (dudas, en latín) enviados al Papa Francisco sobre asuntos de doctrina y disciplina en la Iglesia Católica, aseguró que “un Sínodo no tiene autoridad doctrinal (…) y el peligro es que se la den”.
En entrevista telefónica con ACI Prensa el viernes 6 de octubre, el purpurado de 90 años de edad aseguró que “la autoridad doctrinal reside en el Papa o en el Episcopado mundial junto con el Papa. Un Sínodo tiene solamente atribuciones pastorales, debe ver por la mejor aplicación del Evangelio a los fieles en la pastoral. No tiene autoridad doctrinal”.
Los dubia sobre el Sínodo de la Sinodalidad
El Arzobispo mexicano firmó los dubia junto a los Cardenales Robert Sarah, prefecto emérito de la entonces Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos; Joseph Zen Ze-kiun, Obispo Emérito de Hong Kong; Raymond Leo Burke, prefecto emérito de la Signatura Apostólica, el Tribunal Supremo de la Iglesia; y Walter Brandmüller, presidente emérito del Comité Pontificio para las Ciencias Históricas.
Los dubia abordan inquietudes sobre la reinterpretación de la Revelación divina, sobre las bendiciones a uniones homosexuales y respecto a que la sinodalidad pueda ser una “dimensión constitutiva de la Iglesia”.
Además, los cardenales consultan al Papa Francisco sobre la posibilidad de la ordenación sacerdotal de mujeres y respecto a que el arrepentimiento podría no ser necesario para recibir la absolución sacramental en la Confesión.
Originalmente, las preguntas fueron enviadas al Papa Francisco el 10 de julio de este año y fueron respondidas sólo un día después, el 11 de julio. No satisfechos con las respuestas del Santo Padre, que consideraron que “no han resuelto las dudas que habíamos planteado, sino que, antes bien, las han profundizado”, los purpurados replantearon sus preguntas y se las enviaron nuevamente el 23 de agosto.
Estas últimas no fueron respondidas. Es así que los cinco cardenales decidieron hacer públicas las preguntas el 2 de octubre, dos días antes del inicio del Sínodo de la Sinodalidad.
¿Por qué el Cardenal Sandoval firmó los dubia?
En diálogo con ACI Prensa, el Cardenal Sandoval indicó que las motivaciones y preocupaciones que lo llevaron a firmar los dubia partieron de “algunas expresiones imprecisas que se pueden prestar a interpretaciones erróneas de los temas que ahí tratamos”.
El Cardenal explicó que ante el inicio de la nueva fase del Sínodo, en la que “participa mucha gente que es de esas líneas”, quisieron “colaborar a que se conserve la verdad” y que quienes fueran al “Sínodo con buena voluntad tengan una orientación sencilla”.
Para el purpurado mexicano, las respuestas del Santo Padre a los dubia fueron “un poco evasivas, un poco vagas”, por lo que “se reformularon de una manera más clara, más contundente, para que respondiera sí o no, y no respondió. Entonces acordamos publicarlos”.
Insistió en que primero se dirigieron “al Papa, de una forma muy privada” y “acordamos publicarlos para ayudar a orientar un poco a la gente de buena voluntad que hay en el Sínodo. Esa fue la razón”.
El mismo día en que los cardenales difundieron su nuevo cuestionario, el Vaticano publicó la respuesta que el Papa Francisco les había enviado el 11 de julio.
La crítica del Cardenal Fernández
El Cardenal Víctor Manuel Fernández, quien asumió el cargo de prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe el 11 de septiembre y fue creado cardenal por el Papa 19 días después, criticó a los firmantes de los dubia.
En declaraciones al diario español ABC el mismo 2 de octubre, el Cardenal Fernández señaló: “El Papa ya les respondió, y ahora publican nuevas preguntas como si el Papa fuera esclavo para los mandados”.
Para el Cardenal Sandoval, esas declaraciones son “una defensa un poquito ingenua y exagerada”, porque todos “los cardenales somos los colaboradores del Papa, los consejeros del Papa”.
Insistió en que las aclaraciones se pidieron “por el bien de la verdad y por el bien de la Iglesia”, “sin negar que es el Papa, que tiene autoridad en la Iglesia”.
“No es que sea nuestro esclavo, para nada. Un diálogo con él es un diálogo sobre verdades importantes de la fe y de la moral de la Iglesia”, expresó.
El Arzobispo Emérito de Guadalajara aseguró que, desde su redacción hasta su difusión pública, los cinco cardenales, “de una forma unánime, quisimos seguir adelante en esto de los dubia”.
Discusiones en la Iglesia Católica “las ha habido siempre”
Ante la preocupación de los católicos por los debates doctrinales en la Iglesia, el Cardenal Sandoval recordó que estas discusiones existen “desde siempre y las habrá hasta el fin del mundo”.
Para el purpurado es importante que cada católico “se atenga con sencillez a la verdad del Evangelio, a lo que está escrito en las Sagradas Escrituras y la Iglesia ha enseñado siempre, que no se desconcierte”.
“No somos máquinas chapadas (ndr: hechas) todas iguales. Somos gente de fe, que nos referimos a la Revelación, que es un gran misterio, nunca totalmente comprensible, abarcable, entendible. Pero hay líneas que siempre son muy claras, han sido muy claras en la fe y en la Tradición de la Iglesia. A eso nos referimos”, indicó.
La preocupación de los cardenales: Una posible desviación doctrinal en el Sínodo
El Cardenal Sandoval indicó a ACI Prensa que “la preocupación es que el Sínodo se vaya a desviar un poco doctrinalmente. Y sería algo muy, muy triste, que quedaría escrito en los anales de la Iglesia”.
“No sería la primera vez. Ha habido reuniones, Sínodos, Concilios medio equivocados. Los ha habido a lo largo de la historia de la Iglesia. Estamos en el camino de la fe, no de la visión, y la inteligencia, nuestra comprensión del misterio, es limitada como nuestra cabeza, nuestras capacidades”.
Sin embargo, subrayó que “siempre hay en la fe cosas que se deben aceptar como Cristo las dijo, sin buscarle acomodos”, pues “cuando se le buscan acomodos a las modas, a los tiempos modernos, a los gustos de la gente, se empieza a falsear la verdad”.
Ante los cuestionamientos sobre el estilo personal del Cardenal —que suele recibir más atención mediática que el fondo de su mensaje—, el Arzobispo Emérito de Guadalajara explicó que él procura “hacer lo que puede para mantener la ortodoxia, la fidelidad a la fe que nos ha transmitido. Uno hace lo posible y lo que está en sus manos y lo que debe hacer”.
“Y nosotros los cardenales de los dubia eso pensamos: que tenemos una obligación como cardenales, colaboradores del Papa, consejeros del Papa, a aconsejar en este caso”, concluyó.
¿Quién es el Cardenal Juan Sandoval Íñiguez?
Nacido el 28 de marzo de 1933 en la localidad de Yahualica, en el estado mexicano de Jalisco, el cardenal de 90 años fue ordenado sacerdote el 28 de octubre de 1957, incardinado en la Arquidiócesis de Guadalajara. Es Doctor en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma.
El Papa Juan Pablo II lo nombró Obispo Coadjutor de Ciudad Juárez en 1988, diócesis que asumió en 1992.
En 1994, el propio San Juan Pablo II lo designó Arzobispo de Guadalajara, como sucesor del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, asesinado en 1993.
Ocupó este cargo durante 17 años, hasta que Benedicto XVI aceptó su renuncia por límite de edad el 7 de diciembre de 2011, a sus 78 años, y ahora el Cardenal Sandoval vive en Guadalajara.
Cardenal Juan Sandoval Iñiguez, Arzobispo Emérito de Guadalajara, festejó su cumpleaños con una misa acompañado por el Cardenal Francisco Robles Ortega. Foto: FERNANDO CARRANZA/ CUARTOSCURO.COM
Solo buscamos dialogar sobre fe y moral
“La autoridad doctrinal reside en el Papa o en el Episcopado mundial junto con el Papa. Un Sínodo tiene solamente atribuciones pastorales, debe ver por la mejor aplicación del Evangelio a los fieles en la pastoral. No tiene autoridad doctrinal”, ha afirmado el Cardenal Sandoval.
Sobre el por qué de las dubia, el Arzobispo emérito de Guadalajara afirmó que partieron de “algunas expresiones imprecisas que se pueden prestar a interpretaciones erróneas de los temas que ahí tratamos”.
Ante la fase romana del sínodo de la sinodalidad, en la que “participa mucha gente que es de esas líneas” [ndr. Se entiende que de líneas imprecisas con posibilidad de interpretaciones erróneas], los cinco cardenales quisieron “colaborar a que se conserve la verdad” y que quienes fueran al “Sínodo con buena voluntad tengan una orientación sencilla”.
El Cardenal Sandoval no duda en afirmar que las respuestas del Papa a la primera versión de las dudas fueron “un poco evasivas, un poco vagas”, por lo que “se reformularon de una manera más clara, más contundente, para que respondiera sí o no, y no respondió. Entonces acordamos publicarlos”, algo que hicieron en la víspera del inicio del sínodo.
El purpurado insistió en que primero se dirigieron “al Papa, de una forma muy privada” y luego “acordamos publicarlos para ayudar a orientar un poco a la gente de buena voluntad que hay en el Sínodo. Esa fue la razón”. Tras la publicación de las dudas reformuladas, el Vaticano publicó la respuesta a las primeras dudas.
Después esas publicaciones, y tras las declaraciones a ABC del nuevo prefecto de Doctrina de la Fe, Cardenal Víctor Fernández, quien dijo que “el Papa ya les respondió, y ahora publican nuevas preguntas como si el Papa fuera esclavo para los mandados”, ahora el Cardenal Sandoval afirma que esas declaraciones del Prefecto son “una defensa un poquito ingenua y exagerada”, porque todos “los cardenales somos los colaboradores del Papa, los consejeros del Papa”.
“No es que sea nuestro esclavo, para nada. Un diálogo con él es un diálogo sobre verdades importantes de la fe y de la moral de la Iglesia”, dijo.
Discusiones siempre ha habido
Las discusiones doctrinarias al interior de la Iglesia han habido “desde siempre y las habrá hasta el fin del mundo”.
Es importante que cada católico “se atenga con sencillez a la verdad del Evangelio, a lo que está escrito en las Sagradas Escrituras y la Iglesia ha enseñado siempre, que no se desconcierte”.
“No somos máquinas chapadas todas iguales. Somos gente de fe, que nos referimos a la Revelación, que es un gran misterio, nunca totalmente comprensible, abarcable, entendible. Pero hay líneas que siempre son muy claras, han sido muy claras en la fe y en la Tradición de la Iglesia. A eso nos referimos”, indicó.
Existe entre tanto, una “preocupación” y “es que el Sínodo se vaya a desviar un poco doctrinalmente. Y sería algo muy, muy triste, que quedaría escrito en los anales de la Iglesia”.
“No sería la primera vez. Ha habido reuniones, Sínodos, Concilios medio equivocados. Los ha habido a lo largo de la historia de la Iglesia. Estamos en el camino de la fe, no de la visión, y la inteligencia, nuestra comprensión del misterio, es limitada como nuestra cabeza, nuestras capacidades”.
Fuente: GaudiumPress.org
Cardenal Dominik Duka OP
Por Almudena Martínez-Bordiú– ACI Prensa.
El lunes 2 de octubre, el mismo día que se hicieron públicos los dubia de cinco cardenales y la correspondiente respuesta del Papa Francisco, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe difundió además la réplica a una serie de preguntas realizadas por el Cardenal Dominik Duka sobre la administración de la Eucaristía a las parejas divorciadas en nueva unión.
El Arzobispo Emérito de Praga (República Checa) dirigió estas 10 cuestiones, también consideradas dubia (dudas, en latín), a la Santa Sede el 13 de julio de 2023. En esta ocasión ha sido el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el Cardenal Víctor Fernández, el autor de las respuestas, y no el Santo Padre.
Las preguntas planteadas por el cardenal checo, y cuyas respuestas fueron aprobadas por el Papa Francisco el 25 de septiembre, hacen referencia a algunas cuestiones de Amoris laetitia, la exhortación apostólica del Papa Francisco que ya suscitó en el pasado unos “dubia” que no recibieron respuesta.
A continuación, compartimos una traducción no oficial de las preguntas planteadas por el Cardenal Duka y las respuestas del prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe:
1. ¿Es posible que una diócesis en unión de la Conferencia Episcopal tome decisiones con total independencia, refiriéndose a los hechos mencionados en las preguntas dos y tres?
La exhortación apostólica Amoris laetitia, documento del magisterio pontificio ordinario, al que todos están llamados a ofrecer el obsequio de la inteligencia y de la voluntad, afirma que los sacerdotes tienen la tarea de “acompañar a las personas interesadas en el camino del discernimiento según la enseñanza de la Iglesia y las orientaciones del obispo”. En este sentido, es posible, es más es deseable que el Ordinario de una diócesis establezca algunos criterios que, en línea con la enseñanza de la Iglesia, puedan ayudar a los sacerdotes en el acompañamiento y discernimiento de los divorciados que viven en una nueva unión.
2. La respuesta del Papa Francisco a la pregunta de la sección pastoral de la Diócesis de Buenos Aires, dado que el texto fue publicado en el Acta Apostolicae Sedis, ¿puede considerarse una afirmación del Magisterio ordinario de la Iglesia?
Como se indica en el rescripto que acompaña a los dos documentos en el Acta Apostolicae Sedis, éstos se publican “velut Magisterium authenticum“, es decir, como Magisterio auténtico.
3. ¿Se trata de una decisión del Magisterio ordinario de la Iglesia basada en el documento Amoris laetitia?
Como recuerda el Santo Padre en su carta al Delegado de la Región Pastoral de Buenos Aires, Amoris laetitia ha sido fruto del trabajo y la oración de toda la Iglesia, con la mediación de dos Sínodos y del Papa. Este documento se basa en el Magisterio de los Pontífices precedentes, que ya reconocían la posibilidad de que los divorciados en nueva unión pudieran acceder a la Eucaristía, siempre que se comprometieran “a vivir en plena continencia, es decir, a abstenerse de los actos propios de los cónyuges”, como proponía Juan Pablo II, o a “comprometerse a vivir su relación… como amigos“, como propuso Benedicto XVI. Francisco mantiene la propuesta de la continencia plena para los divorciados vueltos a casar en una nueva unión, pero admite que puede haber dificultades para practicarla y por ello permite en ciertos casos, tras un adecuado discernimiento, la administración del sacramento de la Reconciliación incluso cuando no se tenga éxito en el ser fiel a la continencia propuesta por la Iglesia.
4. ¿Es intención de Amoris laetitia institucionalizar esta solución mediante un permiso o una decisión oficial a las parejas individuales?
El punto 1 del documento “Criterios básicos para la aplicación del capítulo VIII de Amoris laetitia” dice expresamente: “no conviene hablar de ‘permisos’ para acceder a los sacramentos, sino de un proceso de discernimiento acompañado por un pastor. Es un discernimiento ‘personal y pastoral’ (AL 300)”. Se trata, pues, de un acompañamiento pastoral como ejercicio de la “via caritatis”, que no es otra cosa que una invitación a seguir el camino “de Jesús: de la misericordia y de la integración”. Amoris laetitia abre la posibilidad de acceder a los sacramentos de la Reconciliación y de la Eucaristía cuando, en un caso particular, existen limitaciones que atenúan la responsabilidad y la culpa.
Por otra parte, este proceso de acompañamiento no termina necesariamente con los sacramentos, sino que puede orientarse hacia otras formas de integración en la vida de la Iglesia: una mayor presencia en la comunidad, la participación en grupos de oración o reflexión, o la implicación en diversos servicios eclesiales.5. ¿Quién debería ser el evaluador de la situación dada de las parejas en cuestión, algún confesor, párroco local, vicario externo, vicario episcopal o penitenciario?
Se trata de iniciar un itinerario de acompañamiento pastoral para el discernimiento de cada persona individual. Amoris laetitia subraya que todos los sacerdotes tienen la responsabilidad de acompañar a las personas interesadas en el camino del discernimiento.
Es el sacerdote quien acoge a la persona, la escucha atentamente y le muestra el rostro materno de la Iglesia, acogiendo su recta intención y su buena voluntad de poner toda su vida a la luz del Evangelio y de practicar la caridad. Pero es cada persona, individualmente, la que está llamada a ponerse ante Dios y exponer su conciencia, con sus posibilidades y sus limitaciones. Esta conciencia, acompañada por un sacerdote e iluminada por las orientaciones de la Iglesia, está llamada a formarse para evaluar y emitir un juicio suficiente para discernir la posibilidad de acceder a los sacramentos.
6. ¿Sería oportuno que estos casos fueran tratados por el Tribunal Eclesiástico competente?
En los casos en los que se pueda establecer una declaración de nulidad, el recurso al Tribunal Eclesiástico formará parte del proceso de discernimiento. El Santo Padre ha querido simplificar estos procesos mediante el “Motu proprio” Mitis iudex. El problema se plantea en situaciones más complejas en las que no es posible obtener una declaración de nulidad. En estos casos, puede ser posible también un proceso de discernimiento que estimule o renueve el encuentro personal con Jesucristo también en los sacramentos.
7. ¿Puede aplicarse este principio a ambas partes de un matrimonio divorciado civilmente, o distinguir el grado de culpabilidad y proceder en consecuencia?
San Juan Pablo II ya había afirmado que “el juicio sobre el estado de gracia corresponde, naturalmente, sólo a la persona interesada, puesto que se trata de un juicio de conciencia”. Por tanto, se trata de un proceso de discernimiento individual en el que “los divorciados vueltos a casar deben preguntarse cómo se comportaron con sus hijos cuando la unión conyugal entró en crisis; si ha habido intentos de reconciliación; cuál es la situación de la pareja abandonada; qué consecuencias tiene la nueva relación para el resto de la familia y la comunidad de fieles; qué ejemplo ofrece a los jóvenes que deben prepararse para el matrimonio. Una reflexión sincera puede fortalecer la confianza en la misericordia de Dios, que no se niega a nadie”.
8. En el caso de este permiso individual, ¿debe entenderse que la vida matrimonial (el aspecto sexual) no debe mencionarse en el sacramento de la reconciliación?
Incluso en el sacramento del matrimonio, la vida sexual de los cónyuges está sujeta al examen de conciencia para confirmar que es una verdadera expresión de amor y que ayuda a crecer en el amor. Todos los aspectos de la vida deben ser puestos ante Dios.
9. ¿No sería conveniente que todo el asunto quedara mejor explicado en el texto de su dicasterio competente?
En base a las palabras del Santo Padre en su carta de respuesta al Delegado de la Pastoral Regional de Buenos Aires, en las que se afirmaba que no hay otras interpretaciones, parece que el asunto está suficientemente explicado en el citado documento.
10. ¿Cómo proceder para establecer la unidad interna, pero también para no perturbar el Magisterio ordinario de la Iglesia?
Sería conveniente que la Conferencia episcopal acordara unos criterios mínimos, para poner en práctica las propuestas de Amoris laetitia, que ayuden a los sacerdotes en los procesos de acompañamiento y discernimiento sobre el posible acceso a los sacramentos de algunos divorciados en una nueva unión, sin perjuicio de la legítima autoridad que cada Obispo tiene en su propia diócesis.
Ex Audientia Die 25-9-2023
Ovejas en lugar de pastores
El Sínodo quedó distorsionado por su apertura a miembros no obispos. En la nueva Iglesia sinodal es el pueblo quien instruye a los obispos sobre el significado de la fe. Es el proyecto liberal denunciado por Newman, con grave peligro para las almas.
Por Gerald Murray*
Las ovejas en lugar de los pastores, el Sínodo subvierte la Iglesia
El Sínodo quedó distorsionado por su apertura a miembros no obispos. En la nueva Iglesia sinodal es el pueblo quien instruye a los obispos sobre el significado de la fe. Es el proyecto liberal denunciado por Newman, con grave peligro para las almas.
Publicamos a continuación el discurso completo (título original: Consideraciones canónicas y teológicas sobre el Sínodo de los Obispos de octubre de 2023) pronunciado el lunes 3 de octubre por el padre canonista Gerald Murray, en el congreso internacional “La Babel sinodal”, organizado por Nuova Bussola Quotidiana en Roma, en el Teatro Ghione.
Agradezco la oportunidad de compartir con vosotros mis serias preocupaciones respecto a la Asamblea General del Sínodo de los Obispos (que se inauguró en el Vaticano, ed.).
Mis comentarios incluirán primero un análisis de los cambios que el Papa Francisco ha hecho en la naturaleza del Sínodo de los Obispos. Luego examinaré el Instrumentum Laboris (documento de trabajo). Y concluiré con una reflexión sobre los que creo que son los principios animadores que han inspirado los esfuerzos actualmente en marcha para transformar la Iglesia católica en una Iglesia sinodal, en la que la jerarquía se somete a sí misma y a todo el cuerpo de los fieles a un proceso continuo, destinado a lograr una nueva comprensión del significado de la doctrina y la práctica católicas. Se supone que esta nueva comprensión surgirá de escuchar al Espíritu Santo hablar a través de un grupo selecto de fieles, reunidos en Roma con este propósito, ahora y en octubre de 2024.
1. El Sínodo de los Obispos y las innovaciones aportadas por el Papa Francisco
El Sínodo de los Obispos fue instituido por el Papa San Pablo VI el 15 de septiembre de 1965, con el Motu Proprio Apostolica Sollicitudo.
El Sínodo de los Obispos se basa en la misión común de gobernar la Iglesia de Dios, que el Espíritu Santo ha conferido tanto al Romano Pontífice como a los obispos en comunión con él. El Sínodo de los Obispos es un medio para promover la misión de gobierno de la jerarquía divinamente conferida.
Pablo VI definió la creación de esta nueva asamblea jerárquica de obispos representativos elegidos como motivada por «nuestra estima y respeto hacia todos los obispos católicos, y para darles la posibilidad de participar de manera más evidente y eficaz en nuestra preocupación por la Iglesia universal».
El canon 342 del Código de Derecho Canónico resume la naturaleza del sínodo. Este canon identifica las tareas eminentemente episcopales que atañen a las reuniones sinodales: fomentar la unión jerárquica con el Papa, promover la fe y la moral, fortalecer la disciplina eclesiástica y reflexionar sobre las actividades de la Iglesia en la situación actual. Todo esto forma parte de las preocupaciones ordinarias de los pastores de la Iglesia.
Canon 346§1 es claro sobre los sujetos que pertenecen a esta institución eclesial: «El Sínodo de los Obispos, que se reúne en asamblea general ordinaria, está compuesto por miembros, la mayoría de los cuales son obispos, elegidos para las distintas asambleas de las Conferencias Episcopales, según el métodos determinados por la ley propia del sínodo; otros son delegados en virtud del mismo derecho, otros son nombrados directamente por el Romano Pontífice; a ellos se añaden algunos miembros de institutos religiosos clericales, elegidos según la misma ley peculiar». [Nota: “otros” significa “otros obispos”]. Los únicos no obispos que pueden convertirse en miembros del sínodo son los clérigos que son miembros de órdenes religiosas.
El Papa Francisco, en la Carta de 2014 al Cardenal Lorenzo Baldisseri, describió la importancia del Sínodo de los Obispos: «El Sucesor de Pedro debe proclamar a todos quién es ‘Cristo, el Hijo de Dios vivo’, pero, al mismo tiempo, debemos prestar atención a lo que el Espíritu Santo inspira en los labios de quien, acogiendo la palabra de Jesús que declara: ‘Tú eres Pedro…’ (cf. Mt 16,16-18), participa plenamente en el Colegio Apostólico». Esta “comunión afectiva y eficaz constituye el objetivo principal del Sínodo de los Obispos“.
De este modo, la “comunión afectiva y eficaz” de los obispos de las diferentes regiones del mundo con el Romano Pontífice, Pastor Principal, se fortalece y encuentra una nueva expresión en una institución que permite al Papa “prestar atención a lo que el Espíritu Santo inspira en labios de quienes (…) participan plenamente en el Colegio Apostólico“. Es un encuentro episcopal que promueve la preocupación común de todos los obispos por enseñar, gobernar y santificar al Pueblo de Dios, en medio de los desafíos pastorales que presenta la situación actual del mundo.
El carácter episcopal y jerárquico del Sínodo de los Obispos terminó efectivamente con la publicación, el 26 de abril de 2023, de un documento sin firmar de la Oficina de Prensa de la Secretaría General del Sínodo, que anunciaba la ampliación de la participación en la Asamblea sinodal también a los miembros. no obispos.
El documento precisa que «el Santo Padre aprobó, el 17 de abril de 2023, la ampliación de la participación en la Asamblea sinodal a los ‘no obispos’». No se menciona ningún decreto pontificio del 17 de abril de 2023 que implemente este cambio en la ley, y no tengo conocimiento de que este decreto haya sido publicado. El canon 51 establece: “el decreto debe darse por escrito“. La referencia en el documento a una aprobación papal de una modificación de las disposiciones canónicas existentes no es suficiente para establecer seguridad jurídica al respecto.
Observo también que la Oficina de Prensa de la Secretaría General del Sínodo no posee la autoridad canónica para derogar ni los cánones del Código de Derecho Canónico ni la Constitución Apostólica Episcopalis Communio, que regula el Sínodo de los Obispos. En ninguna parte del documento se lee que el Papa Francisco aprobó el contenido del documento de la Oficina de Prensa y ordenó su publicación.
Por lo tanto, no se puede decir que el documento haya salido de manos del Papa Francisco. Por lo tanto, la Asamblea General del Sínodo y todos sus actos, a falta de la publicación de un decreto papal que dé valor legal a la extensión de la membresía en la Asamblea Sinodal de los no obispos, estarán sujetos a la denuncia técnica de las normas canónicas: nulidad.
Increíblemente, el documento afirma que «las modificaciones e innovaciones, (…) que se justifican en el contexto del proceso sinodal», no cambian «el carácter episcopal de la Asamblea». Esto sería cierto sólo con la condición de que los católicos bautizados que no son obispos fueran también puestos por el Espíritu Santo… “para gobernar la Iglesia de Dios” (Hechos 20, 28). Por supuesto que este no es el caso. Lo que tenemos ahora es un Sínodo de obispos y no obispos; ya no tenemos el Sínodo de los Obispos.
El documento asegura también que «la especificidad episcopal de la Asamblea sinodal no se ve afectada, sino incluso confirmada» porque los no obispos serán «menos del 25% del total de los miembros de la Asamblea». (Me pregunto qué porcentaje de no obispos cree la Secretaría que sería necesario para viciar el carácter episcopal de la Asamblea sinodal).
Cuando miembros no obispos con derecho a voto son introducidos en una asamblea de obispos con derecho a voto, la asamblea deja de ser de naturaleza episcopal. A quienes no son pastores en la Iglesia se les asigna un papel que por naturaleza corresponde sólo a los pastores. La Asamblea ya no es un Sínodo de Obispos. Por analogía, ¿podríamos decir que la elección de un Papa en un cónclave compuesto por cardenales y no cardenales seguiría siendo un acto del Colegio Cardenalicio? Claramente no podríamos decir eso.
El documento describe el porqué de este cambio revolucionario: «Esta decisión refuerza la solidez del proceso en su conjunto, incorporando a la Asamblea la memoria viva de la fase preparatoria, a través de la presencia de algunos de quienes fueron protagonistas, recuperando así la imagen de una Iglesia-Pueblo de Dios, fundada en la relación constitutiva entre sacerdocio común y sacerdocio ministerial, y dando visibilidad a la relación circular entre la función profética del Pueblo de Dios y la de discernimiento de los Pastores».
Quisiera señalar que la atribución de un papel profético al Pueblo de Dios frente a la función de “discernimiento de los Pastores” ignora el hecho de que los obispos ejercen el triple oficio (munera) de Cristo: sacerdote, profeta y rey, en el ejercicio de la pastoral del rebaño. Limitar su papel al simple discernimiento de lo que el pueblo profético de Dios en su conjunto podría decidir de alguna manera que está de acuerdo con la voluntad de Dios es un juicio erróneo sobre la naturaleza del episcopado.
El documento también afirma: «Es, pues, en el registro de la memoria donde se inscribe la presencia de los no obispos, y no en el de la representación. De esta manera la especificidad episcopal de la Asamblea sinodal no queda socavada, sino incluso confirmada».
La denegación de una función “representativa” a los 70 miembros no obispos se contradice con el propio documento, dado que poco antes se había afirmado que se sumarían los 70 miembros no obispos “que representan a otros fieles del pueblo de Dios“.
El Sínodo de Obispos había sido una reunión en la que pastores seleccionados de la Iglesia se reunieron con el Pastor Principal, para discutir y examinar qué mejor hacer para cumplir la misión divinamente dada de enseñar, santificar y gobernar el rebaño de Cristo. Ahora, sin embargo, tenemos una asamblea totalmente diferente, en la que los laicos, que no están sacramentalmente conformados a Cristo Sumo Sacerdote, a través del orden sagrado, serán tratados jurídicamente en pie de igualdad con los obispos.
Los cambios implementados en el Sínodo de los Obispos ignoran la distinción esencial entre ordenados y no ordenados en la Iglesia. El establecimiento por Cristo de una Iglesia jerárquica significa que ciertos roles pertenecen a los pastores y no a las ovejas.
Crear confusión en esta materia, al igualar jurídicamente a los no obispos con los obispos en la Asamblea General del Sínodo, perjudica a la Iglesia, oscureciendo los diferentes roles de pastores y ovejas, creando la falsa impresión de que la autoridad jerárquica de los obispos puede ser ejercida legítimamente, por los no ordenados. Tal comprensión violaría la naturaleza de la Iglesia divinamente establecida.
2. El documento de trabajo
El Instrumentum Laboris para el Sínodo de octubre sobre la sinodalidad, publicado el 20 de junio, encarna el patrón ahora familiar que se observa en varias etapas del proceso sinodal. Se hacen algunas preguntas, otras se ignoran, se dan respuestas previsibles y se suscitan expectativas de que pueda surgir una nueva Iglesia, la Iglesia sinodal inspirada por el Espíritu Santo, en la que todos se sentirán considerados, reconocidos, acogidos, aceptados, acompañados, cuidados, escuchados, valorados, no juzgados, etcétera.
Este enfoque centrado en las emociones es el modelo para la deseada revolución “suave” en la Iglesia, en la que las doctrinas católicas que contradicen las decadentes costumbres sexuales occidentales y las afirmaciones feministas radicales sobre la opresión en la Iglesia se presentan como fuentes de discordia obsoletas, deplorables e inútiles, y alienación, como residuos de un pasado cruel. Estas doctrinas, por supuesto, deben abandonarse para que nadie se sienta indeseado.
En la rueda de prensa de presentación del Instrumentum Laboris, el cardenal Jean-Claude Hollerich, Relator General para la Asamblea General de octubre, respondió a la siguiente pregunta de Diane Montagna: «[En el Instrumentum Laboris] se plantean preguntas: ¿cómo podemos crear espacios en el que aquellos que se sienten heridos y no bienvenidos por la comunidad puedan sentirse reconocidos, bienvenidos, libres para hacer preguntas y no juzgados? A la luz de la Exhortación Apostólica postsinodal Amoris Laetitia, […] la única respuesta posible a estas preguntas no es que, para que estas personas se sientan aceptadas, la Iglesia debe cambiar su enseñanza sobre la inmoralidad intrínseca de cualquier uso de la sexualidad fuera de una unión monógama exclusiva y permanentemente exclusiva de un hombre y una mujer?»
La respuesta de Hollerich revela por qué este proceso sinodal es un desastre que está trayendo grandes daños y dolor a la Iglesia: «No hablamos de la enseñanza de la Iglesia. Este no es nuestro trabajo y no es nuestra misión. Hablamos sólo para dar la bienvenida a todos aquellos que quieran caminar con nosotros. Esto es algo diferente».
Realmente diferente. ¿No es tarea o misión del Sínodo proclamar la doctrina católica? ¿Cuál es entonces su misión? El Instrumentum Laboris afirma que el Sínodo constituye «una oportunidad para caminar juntos como Iglesia capaz de acoger y acompañar, aceptando los cambios necesarios en reglas, estructuras y procedimientos. Lo mismo ocurre con muchos otros temas que surgen en las pistas».
Entre estas “cuestiones emergentes”, las doctrinas católicas cuestionadas sin duda serán analizadas desfavorablemente y consideradas deficientes por aquellos que están a favor de “aceptar los cambios necesarios”.
El obispo de San Francisco de Macorís, en República Dominicana, Alfredo de la Cruz, anticipó el 18 de septiembre lo que podría significar la expresión “cambios necesarios” en la Asamblea sinodal: «Debemos ante todo distanciarnos de todo lo que significa fundamentalismo, de creer que la doctrina no se puede tocar. Esta sería la primera tentación que podríamos tener: creer que la doctrina no se puede tocar. La doctrina está ahí para reflexionar, para mirar“.
El Instrumentum Laboris observa que: «Algunas cuestiones que surgieron de la consulta del Pueblo de Dios se refieren a cuestiones sobre las que ya existe un desarrollo magistral y teológico al que referirse (…). El hecho de que sigan surgiendo interrogantes sobre puntos de este tipo no puede descartarse apresuradamente, sino que debe ser objeto de discernimiento y la Asamblea sinodal es un escenario privilegiado para hacerlo. En particular, se deben investigar los obstáculos, reales o percibidos, que impidieron tomar las medidas indicadas y se debe identificar lo necesario para eliminarlos (…). Sin embargo, si se debe a la dificultad para captar las implicaciones de los documentos para situaciones concretas o para reconocer lo que proponen, un camino sinodal de apropiación efectiva de los contenidos por parte del Pueblo de Dios podría ser la respuesta adecuada».
¿El juicio sobre la verdad de la enseñanza católica depende de la capacidad de cada uno de “reconocerse en lo que ésta propone”? ¿Qué significa el concepto de “apropiación efectiva por parte del Pueblo de Dios”? ¿Quién decide que hay un “cambio de realidad o de necesidad” que requeriría, en expresión eufemística, “volver a cuestionar el Depósito de la Fe y la Tradición viva de la Iglesia“?
En la nueva Iglesia sinodal es el pueblo quien instruye a los obispos sobre el sentido de la fe: «Dado que la consulta en las Iglesias locales es una escucha eficaz del Pueblo de Dios, el discernimiento de los Pastores adquiere el carácter de un acto colegiado que confirma con autoridad lo que el Espíritu ha dicho a la Iglesia a través del sentido de fe del Pueblo de Dios».
La tarea de la Asamblea sinodal, de hecho, será “abrir toda la Iglesia a acoger la voz del Espíritu Santo”. ¿Qué pasa si un obispo no acepta una supuesta manifestación de la voluntad del Espíritu Santo, expresada a través de la voz del pueblo?
El Instrumentum Laboris no quiere que se produzcan comportamientos tan poco colaborativos por parte de los obispos: «para no quedarse en el papel ni confiarse sólo a la buena voluntad de los individuos, la corresponsabilidad en la misión que deriva del bautismo debe materializarse en documentos estructurados. formas. Por lo tanto, necesitamos entornos institucionales adecuados, así como espacios en los que se pueda practicar el discernimiento comunitario de forma regular. No se trata de una petición de redistribución del poder, sino de la necesidad de que sea posible el ejercicio efectivo de la corresponsabilidad que deriva del Bautismo».
¿En realidad? Semejante petición es francamente descarada.
El Instrumentum Laboris enumera los temas que surgieron en las distintas fases de las consultas sinodales: guerra, cambio climático, «un sistema económico que produce explotación, desigualdad y ‘desperdicio’», colonialismo cultural, persecución religiosa, «secularización agresiva», abuso sexual y “abuso financiero, espiritual y de poder”.
Es sorprendente y preocupante que el aborto, la eutanasia, el suicidio médicamente asistido, la expansión del ateísmo, el relativismo, el subjetivismo, la indiferencia religiosa, la ideología de género, la redefinición del matrimonio en las leyes de muchos estados occidentales, los programas coercitivos para imponer la anticoncepción en el sur de el mundo ni siquiera se tienen en cuenta. Tampoco lo son las crisis relativas a la práctica sacramental en la Iglesia actual: la fuerte disminución de la asistencia a Misa, la desaparición de facto de la confesión sacramental en muchos lugares, la disminución de los bautismos, confirmaciones y matrimonios, y la drástica caída en el número de ordenaciones sacerdotales en el mundo occidental.
En ninguna parte encontramos mención de la misión fundamental de la Iglesia: la salvación de las almas. No hay ningún indicio de que lo más importante en la vida de la Iglesia sea la predicación del don de Dios de la vida eterna, la llamada de Cristo a la conversión y al arrepentimiento.
El Instrumentum Laboris pregunta: «¿Cómo podemos crear espacios en los que aquellos que se sienten heridos por la Iglesia y no bienvenidos por la comunidad puedan sentirse reconocidos, acogidos, no juzgados y libres de hacer preguntas? A la luz de la Exhortación Apostólica Post-Sinodal Amoris laetitia, ¿qué pasos concretos son necesarios para llegar a las personas que se sienten excluidas de la Iglesia debido a su afectividad y sexualidad (por ejemplo, divorciados vueltos a casar, personas en matrimonios polígamos, personas LGBTQ+, etc.)?».
El uso de la sigla LGBTQ+ es incorrecto; da la impresión errónea de que la Iglesia enseña que Dios crearía distintas categorías de seres humanos con la intención de que participaran en actos sexuales no procreativos, o que pudieran convertirse en prisioneros del cuerpo equivocado, o lo que sea que eso signifique +.
La idea moderna de “crear espacio” para las personas que rechazan diversas enseñanzas de la Iglesia da la impresión de que no están “seguros” cada vez que se les recuerda que su comportamiento es inmoral, según la ley de Dios. ¿un problema? ¿No es quizás este dolor un momento purificador, una gracia de Dios, que nos desafía a examinarnos según las exigencias de su ley y no según nuestras elecciones, a menudo equivocadas? Las personas que rechazan las enseñanzas de la Iglesia pueden sentir que no son bien recibidas por los creyentes fieles. No son ellos los que son rechazados, sino su conducta inmoral la que, con razón, es estigmatizada.
¿Por qué la Iglesia debería crear un “espacio” en el que los polígamos puedan sentirse “no juzgados”? El Catecismo de la Iglesia Católica enseña esto sobre la poligamia: “La poligamia está en conflicto con la ley moral. Contradice radicalmente la comunión conyugal; de hecho, niega directamente el plan de Dios” (§ 2387). ¿Qué más hay que discutir?
El Instrumentum Laboris apoya el descontento de aquellas mujeres que quieren ser ordenadas diaconisas. La Iglesia ya estudió esta propuesta y la rechazó por no ser posible.
Se convoca a un debate para poner fin al celibato obligatorio para los sacerdotes en la Iglesia latina. Esta persistente agitación por los sacerdotes casados busca un resultado que dañaría gravemente la misión de la Iglesia, como demostraron el Papa emérito Benedicto y el cardenal Robert Sarah en su libro Desde lo más profundo de nuestros corazones.
El Instrumentum Laboris plantea esta importante pregunta: «¿Cómo pueden las Iglesias permanecer en diálogo con el mundo sin volverse mundanas?». La respuesta clara es: permanecer fieles a Cristo y su doctrina, especialmente cuando se oponen aquellos que quieren cambiar diversas enseñanzas de la Iglesia para hacer que las personas se sientan bienvenidas y aceptadas.
La Iglesia del “Yo, yo mismo y yo”, donde cada persona se reconoce en el conjunto de creencias que establece para sí mismo, puede prometer satisfacción. En realidad, se trata de una falsa e ilusoria religión de egoísmo, en la que Dios es relegado al papel de “divino Notario” de lo que cualquiera decida creer. Dios nos libre de tal resultado.
3. Raíces de la crisis actual de la Iglesia
Sin esperar a que la Asamblea sinodal debata cómo adoptar «pasos concretos (…) para atender a las personas que se sienten excluidas de la Iglesia por su afectividad y su sexualidad», el arzobispo de Berlín, Heiner Koch, autorizó recientemente a los sacerdotes en su arquidiócesis para dar bendiciones solemnes a las parejas homosexuales.
Curiosamente, también anunció que no impartiría tales bendiciones hasta que recibiera el permiso explícito del Papa Francisco. Parece confiar en que algún día se concederá ese permiso, pero ciertamente no ignora que el Papa Francisco aprobó personalmente en 2021 la publicación de un documento magistral de la Congregación para la Doctrina de la Fe que prohíbe tales bendiciones.
Koch sabe que esta práctica contradice claramente la doctrina de la Iglesia, y por ello nunca ha sido autorizada; sin embargo, cree que el gobierno pastoral incluye el derecho a ignorar su juramento de defender las enseñanzas de la Fe y obedecer la ley de la Iglesia. En cambio, quiere que sus sacerdotes se involucren en la práctica blasfema de conducir una ceremonia religiosa en la que le piden a Dios que derrame Su gracia sobre uniones extremadamente pecaminosas, celebradas públicamente con el propósito de participar en actos sexuales antinaturales, inequívocamente condenados en la revelación de la Palabra de Dios.
¿Cómo llegamos a este punto en la Iglesia? Koch y quienes aplauden su infidelidad evidentemente ya no creen en las enseñanzas de la Iglesia sobre el ejercicio correcto de la sexualidad, ni en la afirmación de la Iglesia de enseñar sin error la verdad salvadora de Dios. Afirman que, de hecho, la Iglesia siempre se ha equivocado y que los cambios de 180 grados en la doctrina son normales y no hay nada de qué preocuparse.
Hasta ahora, el Papa Francisco no ha dado instrucciones al arzobispo Koch para que cambie de rumbo, ni ha reafirmado, a pesar del rechazo público de la enseñanza católica por parte de varios clérigos, la inmoralidad intrínseca de los actos homosexuales y la consiguiente imposibilidad de bendecir las uniones homosexuales. Por el contrario, varios clérigos, culpables de tal infidelidad, han sido promovidos por el Papa Francisco a puestos de autoridad e influencia.
El fenómeno del disentimiento de las enseñanzas de la Iglesia se describe con razón como proyecto católico liberal, en el sentido propuesto por John Henry Newman, en su Discurso de 1879: «El liberalismo religioso es la doctrina según la cual no hay verdad positiva en religión, pero una creencia es tan buena como otra, y ésta es una creencia que gana cada día más credibilidad y fuerza. Está en contra de cualquier reconocimiento de una religión como verdadera. Enseña que todo debe ser tolerado, porque para todos es una cuestión de opinión. La religión revelada no es una verdad, sino un sentimiento y una preferencia personal; no es un hecho objetivo o milagroso; y es derecho de cada individuo hacerle decir lo que le llegue a la imaginación».
El proyecto liberal consiste también en el esfuerzo por eliminar el catolicismo como religión dogmática revelada, centrada en la salvación eterna de las almas, y transformarlo en una religión de benevolencia humana, promoviendo la realización personal, la armonía social y el bienestar material.
La salvación eterna de todos ahora se da por sentada. Dios es demasiado bueno y amoroso para condenar a alguien al infierno. No se debe tomar a Jesús literalmente cuando habla de almas castigadas eternamente. Esto es obviamente un tipo de hipérbole reforzada, aunque desconcertante, para llamar la atención de la gente, no algo que debamos tomar literalmente.
La creencia en doctrinas inmutables en las que uno debe creer para ser salvo es un artefacto de un pasado olvidado, en el que los creyentes estaban ingenuamente obsesionados con la idea errónea de que las enseñanzas de Cristo son la única manera divinamente revelada, y por lo tanto normativa, de vivir en unión con Dios. Dios nunca habría sido tan exclusivo. Él es el Dios inclusivo, que ama a todos tal como son. Debe dejarse de lado cualquier doctrina o ley de la Iglesia que cree barreras y separe a las personas entre sí.
La crisis actual de la Iglesia es resultado de que este proyecto liberal ha tomado fuerza debido a la decisión del Papa Francisco de no considerarlo como la amenaza mortal que es. Más bien, concede a los partidarios del proyecto liberal una gran libertad para sembrar dudas y confusión entre los fieles, al tiempo que condena a quienes se resisten a este proyecto como “reaccionarios“, estigmatizándolos como nostálgicos, si no trastornados, “atrasados” que sufren de un apego malsano a una ideología.
El Sínodo sobre la sinodalidad promete ser la oportunidad largamente esperada para intentar enterrar de una vez por todas el catolicismo centrado en la salvación eterna de las almas en Cristo, para sustituirlo por el nuevo y perfeccionado catolicismo de la convivencia humana libre de juicio, en el que el El objetivo principal es hacer que todos se sientan incluidos, apreciados y confirmados en cualquier elección personal que hagan en la vida, a menos que elijan abrazar el catolicismo fundado en la salvación eterna de las almas en Cristo.
En conclusión, la Asamblea sinodal tiene el potencial de causar un daño inmenso a la vida y misión de la Iglesia. Es nuestro deber, en obediencia a la revelación de Dios y en caridad por las almas, resistir firmemente cualquier intento que pueda surgir de esta Asamblea sinodal de cambiar la enseñanza de la Iglesia.
* Sacerdote y canonista.
Paradigma de la confusión
De la bendición de las parejas homosexuales al arrepentimiento del penitente: como ocurre con el primer dubium, incluso en las respuestas a los otros cuatro dubia de cinco cardenales, el Papa no aclara. Primero afirma una cosa y luego otra.
Por Luisella Scrosati– La Nuova Bussuola Quotidiana.
Continuamos el análisis de las respuestas del Papa Francisco a las cinco dubia que le presentaron los cardenales Brandmüller, Burke, Sandoval, Sarah y Zen.
La respuesta al segundo dubium. Es objetivamente vergonzoso. Se preguntó al Papa, en la primera formulación, si es posible aceptar «como “bien posible” situaciones objetivamente pecaminosas, como las uniones entre personas del mismo sexo, sin dejar de respetar la doctrina revelada». Y el Papa no responde. Afirma respectivamente que: 1. el matrimonio es sólo entre un hombre y una mujer; 2. que, por tanto, debemos evitar ritos o sacramentales que lleven a confundir otras uniones con el matrimonio; 3. que puede haber “formas de bendición, solicitadas por una o más personas, que no transmitan una concepción errónea del matrimonio“; 4. que estas decisiones en circunstancias individuales «no necesariamente tienen que convertirse en una norma (…) que autorice constante y oficialmente procedimientos o reglas para todo tipo de asuntos».
Esta respuesta choca frontalmente con el Responsum 2021 , que el propio Papa había autorizado. ¿En qué Papa deberíamos creer? ¿El de la versión Ladaria o el de la versión Fernández? Pero la respuesta choca también con las declaraciones de monseñor. Bonny y las decisiones de los obispos belgas (ver aquí ), que autorizaron, con el consentimiento del Papa, impartir una bendición pública no “sólo a los divorciados que se encuentran en una nueva unión, sino a todos, en cualquier situación en que se encuentren ellos mismos“. ¡Más que circunstancias individuales! Y choca también con la decisión de los obispos flamencos (ver aquí ), que, en nombre de Amoris Lætitia, prepararon una liturgia para la bendición de las parejas homo. ¿La institución de un rito no forma parte de los “procedimientos o reglas” proscritos por la carta del Papa? Sin embargo, el Papa no ha levantado un uña contra esta decisión. De nuevo: ¿en qué Papa deberíamos creer?
El Papa Francisco evita también confirmar la pecaminosidad objetiva de los actos homosexuales, refiriéndose, en una frase concesiva, a situaciones genéricas “que desde un punto de vista objetivo no son moralmente aceptables“, para inmediatamente subrayar la atenuación de la imputabilidad subjetiva.
Respondiendo al cuarto dubium, el Papa Francisco afirma, recordando la Lumen Gentium,10, que el sacerdocio bautismal y el sacerdocio ministerial difieren esencialmente. Recuerda lo transmitido por san Juan Pablo II, quien «enseñó que es necesario afirmar ‘definitivamente’ la imposibilidad de conferir la ordenación sacerdotal a la mujer». Pero luego, de manera inapropiada, el propio Bergoglio escribe: «Para ser rigurosos, reconocemos que aún no se ha desarrollado completamente una doctrina clara y autorizada sobre la naturaleza exacta de una ‘declaración definitiva’. No es una definición dogmática, pero debe ser respetada por todos. Nadie puede contradecirlo públicamente, pero puede ser objeto de estudio, como en el caso de la validez de las ordenaciones en la Comunión Anglicana“.
Quizás Fernández aún no había tenido tiempo de echar un vistazo a lo que el Dicasterio que presidía había producido años atrás. Y ni siquiera para consultar un simple diccionario, ya que no se molestó en eliminar este disparate del texto publicado. En la nota doctrinal que ilustra la fórmula final de la Professio fidei (1998), la CDF explicó que el mismo asentimiento “pleno e irrevocable“, “firme y definitivo” que se da a las definiciones dogmáticas debe darse a las declaraciones definitivas, con la diferencia que se trata de «doctrinas de fide credenda», mientras que las primeras «doctrinas de fide tenenda». Por tanto, no se trata simplemente de no “contradecirlos públicamente“, sino de adherirse internamente de forma firme, plena e irrevocable. La Nota añade que “quien las niegue asumiría una posición de rechazo de la verdad de la doctrina católica y, por tanto, ya no estaría en plena comunión con la Iglesia católica “. En cuanto a ser objeto de estudio, todos estamos de acuerdo (pero en sí mismas incluso las definiciones dogmáticas son “objetos de estudio”: si no, ¿qué hacen?), pero la Nota precisa que este estudio sirve para profundizar «la inteligencia de ambas realidades y palabras», para que podamos llegar “a proclamar algunas de estas doctrinas también como dogmas de la fe divina y católica”. La Nota, mire un poco, intervino específicamente sobre la ordenación sacerdotal reservada a los hombres «que debe ser considerada definitivamente, ya que está fundada en la Palabra de Dios escrita, constantemente conservada y aplicada en la Tradición de la Iglesia» y por tanto «infaliblemente propuesta por el magisterio ordinario y universal». El único avance en este tema podría ser “avanzar hasta el punto de definir una doctrina tal que se crea que ha sido divinamente revelada”. ¿Por qué el Papa ni siquiera se ha referido a esta Nota tan clara y “Tucho” no ha añadido los añadidos oportunos?
En la respuesta al quinto dubium, el Papa no podía ir explícitamente en contra de los cánones y enseñanzas del Concilio de Trento… Entonces parece que eligió la estrategia de hacer inaplicable esa enseñanza. Francisco explica que, sobre el arrepentimiento del penitente, “aquí no hay matemáticas, y una vez más debo recordarles que el confesionario no es una aduana“. En definitiva, no hay manera de establecer si una persona está arrepentida y en cualquier caso el confesionario no es el lugar para decidir “quién pasa y quién no“. De hecho, el Papa llega incluso a afirmar que «para personas con una autoestima gravemente herida, declararse culpable es una tortura cruel»; ¡Así que no perturbes el orgullo de los demás! “El mismo acto de acercarse a la confesión” os basta como “expresión simbólica del arrepentimiento y de la búsqueda de la ayuda divina“. Cual, si la lógica todavía tiene validez, significa que el sacerdote siempre debe absolver. Porque el sacerdote absuelve durante la confesión, no durante una charla; y por tanto, si una persona que se acerca a la confesión ya “simbólicamente” (¡sic!) manifiesta su arrepentimiento, entonces el sacerdote no puede dejar de absolverla. La enseñanza católica expuesta en la primera línea queda vacía en el resto del texto.
La tercera cuestión se refería a la autoridad de un Sínodo de los Obispos (que entretanto ya ni siquiera es de los Obispos). Y ni siquiera aquí el Papa da una respuesta; De hecho, tal vez sea precisamente en este punto donde Francisco elude por completo la pregunta. Ya en la primera formulación, el sentido de la pregunta era muy claro: “Se pregunta si la sinodalidad puede ser el criterio regulador supremo del gobierno permanente de la Iglesia“. En pocas palabras, ¿el Sínodo de los Obispos es consultivo o tiene, en sí mismo, poder deliberativo vinculante? ¿Discute cuestiones o las soluciona? ¿Se plantea o no como un tercer sujeto del poder supremo en la Iglesia?
Francisco reconoce que “la autoridad suprema y plena de la Iglesia la ejerce el Papa en virtud de su cargo, o el colegio episcopal junto con su jefe, el Romano Pontífice“, pero no excluye que el Sínodo no pueda ser así a su vez, asumiendo una función deliberativa. La respuesta fue decididamente importante, ya que personas como el cardenal Francesco Coccopalmerio, en su reciente discurso en la jornada de formación del Sínodo, cuestionan la comunicación. Se espera que la comunicación cuestione el Sínodo celebrado en Lumsa (ver aquí) precisamente el paso no sólo del Sínodo, sino de todos los órganos consultivos de la Iglesia, incluido el consejo pastoral parroquial, del consultivo al deliberante. ¿Es este el significado de la tan cacareada “naturaleza sinodal” de la Iglesia?
Entonces, ¿puede la Iglesia contradecirse? ¿Siguen siendo las uniones homosexuales un pecado grave? ¿Podrán las mujeres ser ordenadas sacerdotes o al menos diaconisas en el futuro? ¿Si alguien no se arrepiente puede ser absuelto? ¿El Sínodo es consultivo o deliberativo? Si se pidiera al simple lector que respondiera brevemente a las preguntas aquí planteadas, a la luz de la carta del Papa, es probable que respondiera: “Tal vez sí, tal vez no, no lo sé”. Devuélvenos lo negativo y lo afirmativo.
Dubia como lluvia
Cardenal Juan Sandoval Íñiguez, Cardenal Robert Sarah, Cardenal Zen Ze-Kiun SDB, Cardenal Walter Brandmüller, Cardenal Raymond Burke.
Los “dubia” no son algo nuevo: Un recuento de los más conocidos desde el Vaticano II
Por Marco Mancini– ACI Prensa.
En la historia de la Iglesia Católica se ha permitido que cardenales, obispos y otras personas presenten preguntas concretas conocidas como dubia (dudas, en latín) para recibir respuestas de parte del Santo Padre o de un dicasterio competente. En la historia reciente de la Iglesia, desde el final del Concilio Vaticano II, se han planteado dubia sobre una amplia variedad de temas, incluyendo cuestiones relativas a la administración de los sacramentos, las normas litúrgicas y la naturaleza vinculante de la enseñanza moral.
¿Qué preguntas se envían?
La mayoría de la veces un dubium se envía a una de estas tres oficinas vaticanas: el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos y, especialmente, el Dicasterio para los Textos Legislativos, al cual se le pide interpretar el significado o la aplicabilidad de un canon del Código de Derecho Canónico.
Con mayor frecuencia, los dubia los presentan los obispos, las conferencias episcopales o las comunidades religiosas, pero cualquier católico puede enviarlos, como ocurrió en 2021 cuando tres laicos alemanes de la Diócesis de Essen presentaron un dubium a la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe preguntando si la Iglesia en Alemania se encuentra en un estado de cisma como resultado del Camino Sinodal alemán.
¿Las respuestas se hacen públicas?
La mayoría de las respuestas a los dubia son proporcionadas por los dicasterios de la Curia Romana, como el de Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, o el de Doctrina de la Fe, que son competentes en el tema relacionado con las preguntas planteadas. Estas respuestas suelen conservarse y publicarse en el Acta Apostolicae Sedis, la colección de documentos oficiales del Papa y la Curia Romana.
Los dubia más recientes: el Sínodo de la Sinodalidad y la Amoris laetitia
En vísperas de la apertura de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos dedicada a la sinodalidad este 4 de octubre, cinco cardenales —el estadounidense Burke, el guineano Sarah, el mexicano Sandoval, el alemán Brandmüller y el chino Zen— le presentaron cinco dubia al Papa Francisco sobre algunos asuntos que creen que serán abordados por la asamblea sinodal.
Estos se refieren a la revelación divina, la bendición de parejas del mismo sexo, la dimensión constitutiva de la Iglesia, el sacerdocio femenino y el perdón. A los cinco cardenales, el Papa les respondió de manera explicativa. Insatisfechos con las respuestas del Pontífice, los cinco cardenales le enviaron nuevamente, reformulados, los dubia al Santo Padre.
El mismo día, el 2 de octubre de 2023, en que se hicieron públicas los dubia reformulados de los cinco cardenales, también se hizo pública la única respuesta directa a los dubia sobre la exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia. En septiembre de 2023, el prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, el todavía Mons. Víctor Manuel Fernández, respondió en nombre del Papa a una serie de preguntas planteadas el pasado julio por el Cardenal Dominik Duka, Arzobispo Emérito de Praga, sobre la administración de la Eucaristía a los divorciados vueltos a casar. El texto de las respuestas ha sido publicado en el sitio web del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
Dubia sobre Traditionis custodes
Después de la publicación del motu proprio de Papa Francisco Traditionis custodes, que desmanteló el motu proprio anterior del Papa Benedicto XVI sobre la liberalización de la celebración de la Misa con el Misal Romano de 1962, se plantearon 11 dubia a la entonces Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos sobre cómo interpretar el nuevo documento. El 18 de diciembre de 2021, la Congregación publicó las “responsa ad dubia” sobre algunas disposiciones de Traditionis custodes, respondiendo a preguntas precisas sobre cómo debía implementarse el motu proprio y aclarando aún más las restricciones sobre la Misa tradicional en latín.
Según Traditionis custodes, la Misa en latín sólo podía celebrarse en iglesias no parroquiales, oratorios o capillas. Pero cuando se planteó un dubia preguntando qué sucede en caso de no estar disponibles ninguno de los anteriores, la Congregación respondió afirmativamente, permitiendo la Misa en parroquias bajo una serie de estrictas condiciones que estipulaban que “dicha celebración no es oportuno que sea incluida en el horario de las Misas parroquiales, ya que a ella sólo participan los fieles que forman parte del grupo” y pidiendo que se evite “que coincidan con las actividades pastorales de la comunidad parroquial”.
Se dieron respuestas negativas al dubium sobre la posibilidad de celebrar los sacramentos con el Rituale Romanum y el Pontificale Romanum antes de la reforma litúrgica del Concilio Vaticano II y al caso de un sacerdote autorizado a usar el Missale Romanum de 1962 celebrando dos Misas en el mismo día. La Congregación señaló que tal binación es imposible de conceder, porque no se da el caso de una “causa justa” o “necesidad pastoral” requerida por el Código de Derecho Canónico.
Dubia sobre la bendición de parejas del mismo sexo
El 15 de marzo de 2021, la Congregación para la Doctrina de la Fe publicó un responsum a un dubium respecto a la bendición de uniones del mismo sexo. La respuesta fue negativa: la Iglesia no tiene la facultad de impartir bendiciones a las uniones del mismo sexo. En la nota explicativa, firmada por el entonces prefecto, el Cardenal Luis Ladaria Ferrer, y el entonces secretario, el Arzobispo Giacomo Morandi, se aclaró aún más que “para ser coherentes con la naturaleza de los sacramentales, cuando se invoca una bendición sobre algunas relaciones humanas se necesita —más allá de la recta intención de aquellos que participan— que aquello que se bendice esté objetiva y positivamente ordenado a recibir y expresar la gracia, en función de los designios de Dios inscritos en la Creación y revelados plenamente por Cristo Señor”.
La respuesta continúa: “Por tanto, son compatibles con la esencia de la bendición impartida por la Iglesia sólo aquellas realidades que están de por sí ordenadas a servir a estos designios”. Por esta razón, no es lícito impartir una bendición a relaciones, o incluso a asociaciones estables, que involucren prácticas sexuales fuera del matrimonio (es decir, fuera de la unión indisoluble de un hombre y una mujer abierta en sí misma a la transmisión de la vida), como es el caso de las uniones del mismo sexo. Además, dado que las bendiciones a las personas están relacionadas con los sacramentos, la bendición de las uniones del mismo sexo no puede considerarse permisible, ya que de alguna manera constituiría una imitación o referencia análoga a la bendición nupcial invocada sobre el hombre y la mujer que están unidos en el sacramento del Matrimonio, ya que “no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia”.
Dubia sobre Amoris laetitia
En relación con la exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia de 2016, el cardenal italiano Carlo Caffarra, el cardenal estadounidense Raymond Burke y los cardenales alemanes Walter Brandmüller y Joachim Meisner presentaron cinco dubia al Papa, especialmente sobre la readmisión a la Eucaristía de los divorciados que se han vuelto a casar civilmente y sobre la validez de la enseñanza propuesta por San Juan Pablo II en la encíclica Veritatis splendor. Los cardenales no recibieron una respuesta directa a estos dubia, sólo un pronunciamiento indirecto a través de una publicación editada por el Cardenal Francesco Coccopalmerio, en ese momento presidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos. En el libro de 2017 titulado Il capitolo ottavo dell’Esortazione post sinodale Amoris laetitia. Accompagnare, discernere e integrare le difficoltà (El capítulo octavo de la exhortación postsinodal Amoris laetitia. Acompañar, discernir e integrar las dificultades), el Cardenal Coccopalmerio, que participó en el Sínodo de la Familia como jefe de un Dicasterio de la Curia Romana, argumentó que la doctrina católica se respetaba en Amoris laetitia.
Dubia en el pontificado de Benedicto XVI
En 2012, durante el pontificado del Papa Benedicto XVI, se planteó un dubium en relación a la posibilidad de que los diáconos se unieran a los sacerdotes para renovar sus votos sacerdotales en la Misa crismal. A ese dubium, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos respondió de manera negativa, explicando que “el mismo Concilio Ecuménico Vaticano II, cuando habla de los diáconos, los distingue de los sacerdotes y define su naturaleza. Por lo tanto, sólo los presbíteros son llamados en la Misa crismal a renovar las promesas sacerdotales, los cuales participan en unión con el Obispo de su mismo sacerdocio y ministerio de Cristo”.
Cuatro años antes, en 2008, aún durante el pontificado de Benedicto XVI, la Congregación para la Doctrina de la Fe intervino en un dubium relacionado con la celebración del Bautismo. Había dos preguntas. La primera decía: ¿Es válido el Bautismo conferido con las fórmulas «I baptize you in the name of the Creator, and of the Redeemer, and of the Sanctifier» (Te bautizo en el nombre del Creador, y del Redentor, y del Santificador) y «I baptize you in the name of the Creator, and of the Liberator, and of the Sustainer» (Te bautizo en el nombre del Creador, y del Libertador, y del Sustentador)? La segunda preguntaba: “Las personas para las cuales se ha celebrado el Bautismo con esta fórmula, ¿deben ser bautizadas en forma absoluta?”. Las respuestas fueron negativas en el primer caso y afirmativa en el segundo.
Dubia durante los pontificados de Juan Pablo II y Pablo VI
Durante el largo pontificado del Papa Juan Pablo II no faltaron dubia y las respuestas correspondientes. En 2001, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos se enfrentó a un dubium expresado sobre las disposiciones relativas a la celebración del sacramento de la Penitencia, con especial referencia a la posibilidad de la Confesión durante la celebración de la Misa. “La celebración del Sacramento de la Penitencia”, explicó la Congregación, “es uno de los ministerios propios del sacerdote. Claramente, es permisible ir a la confesión mientras se celebra la Misa. Si está teniendo lugar una concelebración, se solicita encarecidamente que algunos sacerdotes se abstengan de concelebrar para estar disponibles para los fieles que desean acercarse al sacramento de la Penitencia”.
En 1995, el entonces Cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, respondió enérgicamente al dubium sobre el sacerdocio femenino. La pregunta era si la enseñanza de la Iglesia sobre la negación de la ordenación de las mujeres debía considerarse definitiva. El Cardenal Ratzinger, quien 10 años después se convertiría en el Papa Benedicto XVI, respondió afirmativamente.
Durante el pontificado de San Pablo VI, en 1971 se planteó un dubium, unos años después del término del Concilio Vaticano II, sobre si los laicos también podían pronunciar la homilía. La respuesta, por supuesto, fue negativa. Finalmente, en 1965, se presentó un dubium sobre la oración de los fieles [también llamada oración universal o peticiones], si era obligatoria o no durante la celebración de la Misa en días laborables. La respuesta fue que en las celebraciones de días laborables no es obligatoria.
Matthew Bunson contribuyó a este informe.
Los 5 cardenales detrás de los últimos “dubia” enviados al Papa Francisco
Por Daniel Payne y Eduardo Berdejo– ACI Prensa.
Cinco cardenales habían enviado una serie de preguntas al Papa Francisco para expresar sus preocupaciones antes de la apertura de la primera sesión del Sínodo de la Sinodalidad, que comenzará el 4 de octubre en el Vaticano.
Los purpurados, que también emitieron una Notificación a los fieles de Cristo, provienen de diversos contextos eclesiásticos de Europa, Asia, África y América.
Cardenal Juan Sandoval Íñiguez
El Cardenal Juan Sandoval Íñiguez nació el 28 de marzo de 1933. Obtuvo el grado de Doctor en Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana y fue Arzobispo de Guadalajara (México) entre 1994 y 2011. Recibió el birrete cardenalicio de manos de San Juan Pablo II.
Durante su gobierno pastoral defendió principios fundamentales como la vida y la familia. Es esta una actitud que ha mantenido como Arzobispo Emérito al criticar, por ejemplo, al gobierno del entonces presidente mexicano Enrique Peña Nieto por su intención de legalizar las uniones del mismo sexo en todo el país.
Asimismo, participó en una investigación para esclarecer la muerte de su predecesor, el Cardenal Juan Jesús Posadas, ocurrida en 1993. El Cardenal Sandoval rechazó la hipótesis de que el anterior Arzobispo había muerto en medio de un enfrentamiento entre bandas.
El Cardenal Sandoval afirmó que la muerte del Cardenal Posadas había sido “un crimen de Estado, perpetrado por la Policía Judicial Federal”.
Aunque no se le conoce declaración alguna que vaya en contra del Papa Francisco, durante el tiempo de la pandemia el purpurado mexicano fue uno de los que se opuso a las vacunas contra el Covid, pese a que la Santa Sede alentó su inoculación.
Cardenal Walter Brandmüller
El cardenal alemán de 94 años, presidente del Comité Pontificio para las Ciencias Históricas, ha dialogado con el Papa Francisco en el pasado sobre el tema de la doctrina de la Iglesia; estuvo entre los cuatro cardenales que en 2016 emitieron un conjunto de cinco dubia al Pontífice sobre la exhortación apostólica Amoris laetitia.
Esos dubia intentaron abordar pasajes controvertidos de dicho documento sobre los católicos divorciados y vueltos a casar. Los purpurados argumentaron que el texto podría interpretarse como que se estaba “enseñando un cambio en la disciplina de la Iglesia” con respecto al matrimonio y los sacramentos.
En agosto de 2022, el Cardenal Brandmüller criticó la formación de un consistorio extraordinario por parte de Francisco para ese mes, señalando que el evento había sido organizado para impedir un debate pleno y abierto entre los cardenales que participaban en este.
Cardenal Raymond Burke
El Cardenal Raymond Burke, de 75 años, nació en Wisconsin (Estados Unidos) y fue Obispo de La Crosse de 1995 a 2004 y Arzobispo de St. Louis de 2004 a 2008. De 2008 a 2014 fue prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica.
Se unió al Cardenal Brandmüller para escribir los dubia de 2016. Ambos son los únicos purpurados de ese grupo que aún están vivos. En 2019, el Cardenal Burke criticó el Sínodo de la Amazonía que se realizó ese año, afirmando que algunos párrafos del Instrumentum laboris “parecen no sólo estar en disonancia respecto a la enseñanza auténtica de la Iglesia, sino que son contrarios a ella”.
El Cardenal Burke ha cuestionado aún más la autoridad del Papa Francisco por eliminar de la Iglesia Católica el rito en latín. A principios de este año, se unió al Cardenal alemán Gerhard Müller para reprobar el Camino Sinodal alemán, que votó a favor de bendecir las uniones entre personas del mismo sexo y las uniones entre católicos divorciados y “casados nuevamente”.
Cardenal Joseph Zen Ze-kiun SDB
El Cardenal Joseph Zen Ze-koun, de 91 años, quien fue el sexto Obispo de Hong Kong entre 2002 y 2009, se ha reñido con el Vaticano al afirmar que su secretario de Estado, el Cardenal Pietro Parolin, “manipula al Papa” en la política de la Iglesia con la China comunista.
El purpurado había buscado sin éxito una reunión con el Papa Francisco en Roma a finales de 2020, pidiéndole que nombrara un nuevo Obispo para Hong Kong, cuya sede estaba vacante desde enero de 2019. En mayo de 2021, el Pontífice nombró a Mons. Stephen Chow —quien fue elevado a cardenal el pasado 30 de septiembre— para desempeñar ese cargo.
El Papa Francisco y el Cardenal Zen finalmente se reunieron en enero de este año, durante el viaje que el purpurado chino realizó a Roma para asistir al funeral del Papa Benedicto XVI. “Fue maravilloso. ¡Era tan cálido!”, afirmó el purpurado a la revista America en ese momento.
Cardenal Robert Sarah
Conocido mundialmente por su período de siete años como prefecto de la entonces Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, el Cardenal Sarah, de 78 años, también fue Arzobispo de Conakry (Guinea) de 1979 a 2001, presidente del Consejo Pontificio Cor Unum durante el pontificado de Benedicto XVI y secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos con San Juan Pablo II.
El purpurado nacido en Guinea había subrayado su fidelidad a Francisco al retirarse de su cargo de prefecto en 2021, afirmando que había “tratado de ser un servidor leal, obediente y humilde de la verdad del Evangelio” y que “nunca se ha opuesto al Papa“.
A principios de este verano, en una aparente referencia a las preocupaciones sobre el Sínodo de la Sinodalidad y su rumoreada consideración de la ordenación femenina, el Cardenal Sarah habló en una conferencia en la Ciudad de México.
“Ningún Concilio, ningún Sínodo, ninguna autoridad eclesiástica posee el poder de inventar un sacerdocio femenino”, señaló, “sin dañar gravemente la perenne fisonomía del presbítero, su identidad sacramental, dentro de la renovada visión eclesiológica de la Iglesia, el misterio, la comunión y misión”.
En junio, instó a los católicos a utilizar las Escrituras, la oración y otros esfuerzos espirituales para servir como “testigos de la verdad en un mundo en crisis”.
Autores:
Daniel Payne es editor senior de Catholic News Agency. Anteriormente trabajó en College Fix y Just the News. Vive en Virginia con su familia.
Eduardo Berdejo es egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Perú). Forma parte del equipo de ACI Prensa desde el 2001.
Respuesta a los Dubia
Los cardenales Brandmüller, Burke, Sandoval Íñiguez, Sarah y Zen Ze-kiun presentaron cinco preguntas al Papa solicitando aclaraciones sobre una serie de cuestiones relativas a la interpretación de la Revelación Divina, la bendición de las uniones entre personas del mismo sexo, la sinodalidad como dimensión constitutiva de la Iglesia, la ordenación sacerdotal de las mujeres y el arrepentimiento como condición necesaria para la absolución sacramental.
Por Vatican News.
El Papa Francisco respondió a cinco dubia que le enviaron el pasado mes de julio los cardenales Walter Brandmüller y Raymond Leo Burke con el apoyo de otros tres cardenales, Juan Sandoval Íñiguez, Robert Sarah y Joseph Zen Ze-kiun. Las preguntas de los cardenales y las respuestas del Papa fueron publicadas este lunes 2 de octubre en el sitio web del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
Antes de iniciar sus respuestas, el Santo Padre dirigió estas palabras a los cardenales: “Queridos hermanos, si bien no siempre me parece prudente responder las preguntas dirigidas directamente a mi persona, y sería imposible responderlas a todas, en este caso me pareció adecuado hacerlo debido a la cercanía del Sínodo”.
I. Dubium sobre la afirmación de que la Revelación Divina debe reinterpretarse en función de los cambios culturales y antropológicos en boga.
A raíz de las declaraciones de algunos obispos, que no han sido corregidas ni retractadas, se plantea la cuestión de si la Revelación Divina en la Iglesia debe ser reinterpretada según los cambios culturales de nuestro tiempo y según la nueva visión antropológica que estos cambios promueven; o si la Revelación Divina es vinculante para siempre, inmutable y por tanto no puede ser contradicha, según el dictado del Concilio Vaticano II, de que a Dios que revela se le debe “la obediencia de la fe” (Dei Verbum 5); que lo revelado para la salvación de todos debe permanecer “para siempre íntegro” y vivo, y ser “transmitido a todas las generaciones” (7) y que el progreso de la comprensión no implica ningún cambio en la verdad de las cosas y de las palabras, porque la fe ha sido “transmitida de una vez para siempre” (8), y el Magisterio no es superior a la Palabra de Dios, sino que enseña sólo lo que ha sido transmitido (10).
Respuesta del Papa Francisco:
a) La respuesta depende del significado que ustedes den a la palabra “reinterpretar”. Si se entiende como “interpretar mejor” la expresión es válida. En este sentido el Concilio Vaticano ll afirmó que es necesario que con la tarea de los exégetas —yo agrego de los teólogos— “vaya madurando el juicio de la Iglesia” (Concilio Ecuménico Vaticano ll, Constitución dogmática Dei Verbum, 12).
b) Por lo tanto, si bien es cierto que la divina Revelación es inmutable y siempre vinculante, la Iglesia debe ser humilde y reconocer que ella nunca agota su insondable riqueza y necesita crecer en su comprensión.
c) Por consiguiente madura también en la comprensión de lo que ella misma ha afirmado en su Magisterio.
d) Los cambios culturales y los nuevos desafíos de la historia no modifican la Revelación, pero sí pueden estimularnos a explicitar mejor algunos aspectos de su desbordante riqueza que siempre ofrece más.
e) Es inevitable que esto pueda llevar a una mejor expresión de algunas afirmaciones pasadas del Magisterio, y de hecho ha sucedido así a lo largo de la historia.
f) Por otra parte, es cierto que el Magisterio no es superior a la Palabra de Dios, pero también es verdad que tanto los textos de las Escrituras como los testimonios de la Tradición necesitan una interpretación que permita distinguir su substancia perenne de los condicionamientos culturales. Es evidente, por ejemplo, en los textos bíblicos (como Ex 21, 20-21) y en algunas intervenciones magisteriales que toleraban la esclavitud (Cf. Nicolás V, Bula Dum Diversas, 1452). No es un tema menor dada su íntima conexión con la verdad perenne de la dignidad inalienable de la persona humana. Esos textos necesitan una interpretación. Lo mismo vale para algunas consideraciones del Nuevo Testamento sobre las mujeres (1 Cor 11, 3-10; 1 Tim 2, 11-14) y para otros textos de las Escrituras y testimonios de la Tradición que hoy no pueden ser repetidos materialmente.
g) Es importante destacar que lo que no puede cambiar es lo que ha sido revelado “para la salvación de todos” (Concilio Ecuménico Vaticano ll, Constitución dogmática Dei Verbum, 7). Por ello la Iglesia debe discernir constantemente entre aquello que es esencial para la salvación y aquello que es secundario o está conectado menos directamente con este objetivo. Al respecto me interesa recordar lo que Santo Tomás de Aquino afirmaba: “cuanto más se desciende a lo particular, tanto más aumenta la indeterminación” (Summa Theologiae 1-1 1, q. 94, art. 4).
h) Finalmente, una sola formulación de una verdad nunca podrá entenderse de un modo adecuado si se la presenta solitaria, aislada del rico y armonioso contexto de toda la Revelación. La “jerarquía de verdades” implica también situar cada una de ellas en adecuada conexión con las verdades más centrales y con la totalidad de la enseñanza de la Iglesia. Esto finalmente puede dar lugar a distintos modos de exponer la misma doctrina, aunque “a quienes sueñan con una doctrina monolítica defendida por todos sin matices, esto puede parecerles una imperfecta dispersión. Pero la realidad es que esa variedad ayuda a que se manifiesten y desarrollen mejor los diversos aspectos de la inagotable riqueza del Evangelio” (Evangelii gaudium, 49). Cada línea teológica tiene sus riesgos, pero también sus oportunidades.
II. Dubium sobre la afirmación de que la práctica generalizada de bendecir las uniones entre personas del mismo sexo está de acuerdo con la Revelación y el Magisterio (CIC 2357).
Según la Divina Revelación, atestiguada en la Sagrada Escritura, que la Iglesia “por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo escucha piadosamente, conserva santamente y expone fielmente” (Dei Verbum 10): “En el principio” Dios creó al hombre a su imagen, varón y hembra los creó y los bendijo para que fuesen fecundos (cf. Gn 1, 27-28), por lo que el Apóstol Pablo enseña que negar la diferencia sexual es consecuencia de negar al Creador (Rm 1, 24-32). Surge la pregunta: ¿puede la Iglesia derogar este “principio”, considerándolo, en contra de lo que enseña Veritatis splendor 103, como un mero ideal, y aceptando como “bien posible” situaciones objetivamente pecaminosas, como las uniones entre personas del mismo sexo, sin faltar a la doctrina revelada?
Respuesta del Papa Francisco:
a) La Iglesia tiene una concepción muy clara sobre el matrimonio: una unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos. Sólo a esa unión llama “matrimonio“. Otras formas de unión sólo lo realizan “de modo parcial y análogo” (Amoris laetitia 292), por lo cual no pueden llamarse estrictamente “matrimonio”.
b) No es una mera cuestión de nombres, sino que la realidad que denominamos matrimonio tiene una constitución esencial única que exige un nombre exclusivo, no aplicable a otras realidades. Sin duda es mucho más que un mero “ideal“.
c) Por esta razón la Iglesia evita todo tipo de rito o de sacramental que pueda contradecir esta convicción y dar a entender que se reconoce como matrimonio algo que no lo es.
d) No obstante, en el trato con las personas no hay que perder la caridad pastoral, que debe atravesar todas nuestras decisiones y actitudes. La defensa de la verdad objetiva no es la única expresión de esa caridad, que también está hecha de amabilidad, de paciencia, de compresión, de ternura, de aliento. Por consiguiente, no podemos constituirnos en jueces que sólo niegan, rechazan, excluyen.
e) Por ello la prudencia pastoral debe discernir adecuadamente si hay formas de bendición, solicitadas por una o por varias personas, que no transmitan una concepción equivocada del matrimonio. Porque cuando se pide una bendición se está expresando un pedido de auxilio a Dios, un ruego para poder vivir mejor, una confianza en un Padre que puede ayudarnos a vivir mejor.
f) Por otra parte, si bien hay situaciones que desde el punto de vista objetivo no son moralmente aceptables, la misma caridad pastoral nos exige no tratar sin más de “pecadores” a otras personas cuya culpabilidad o responsabilidad pueden estar atenuadas por diversos factores que influyen en la imputabilidad subjetiva (Cf. San Juan Pablo ll, Reconciliatio et Paenitentia, 17).
g) Las decisiones que, en determinadas circunstancias, pueden formar parte de la prudencia pastoral, no necesariamente deben convertirse en una norma. Es decir, no es conveniente que una Diócesis, una Conferencia Episcopal o cualquier otra estructura eclesial habiliten constantemente y de modo oficial procedimientos o ritos para todo tipo de asuntos, ya que todo “aquello que forma parte de un discernimiento práctico ante una situación particular no puede ser elevado a la categoría de una norma”, porque esto “daría lugar a una casuística insoportable” (Amoris laetitia 304). El Derecho Canónico no debe ni puede abarcarlo todo, y tampoco deben pretenderlo las Conferencias Episcopales con sus documentos y protocolos variados, porque la vida de la Iglesia corre por muchos cauces además de los normativos.
III. Dubium sobre la afirmación de que la sinodalidad es una “dimensión constitutiva de la Iglesia” (Constitución Apostólica Episcopalis Communio 6), de modo que la Iglesia sería sinodal por naturaleza.
Dado que el Sínodo de los Obispos no representa al Colegio Episcopal, sino que es un mero órgano consultivo del Papa, ya que los obispos, como testigos de la fe, no pueden delegar su confesión de la verdad, se plantea la cuestión de si la sinodalidad puede ser el criterio normativo supremo para el gobierno permanente de la Iglesia sin desvirtuar su disposición constitutiva, tal como deseaba su Fundador, según el cual la autoridad suprema y plena de la Iglesia es ejercida tanto por el Papa en virtud de su oficio como por el colegio episcopal junto con su cabeza el Romano Pontífice (Lumen Gentium 22).
Respuesta del Papa Francisco:
a) Si bien ustedes reconocen que la suprema y plena autoridad de la Iglesia es ejercitada, sea por el Papa debido a su oficio, sea por el colegio de los obispos junto con su cabeza el Romano Pontífice (Cf. Concilio Ecuménico Vaticano ll, Constitución dogmática Lumen gentium, 22), sin embargo con estos dubia ustedes mismos manifiestan su necesidad de participar, de opinar libremente y de colaborar, y así están reclamando alguna forma de “sinodalidad” en el ejercicio de mi ministerio.
b) La Iglesia es “misterio de comunión misionera”, pero esta comunión no es sólo afectiva o etérea, sino que necesariamente implica participación real: que no sólo la jerarquía sino todo el Pueblo de Dios de distintas maneras y en diversos niveles pueda hacer oír su voz y sentirse parte en el camino de la Iglesia. En este sentido sí podemos decir que la sinodalidad, como estilo y dinamismo, es una dimensión esencial de la vida de la Iglesia. Sobre este punto ha dicho cosas muy bellas san Juan Pablo II en Novo millennio ineunte.
c) Otra cosa es sacralizar o imponer una determinada metodología sinodal que agrada a un grupo, convertirla en norma y cauce obligatorio para todos, porque esto sólo llevaría a “congelar” el camino sinodal ignorando las diversas características de las distintas Iglesias particulares y la variada riqueza de la Iglesia universal.
IV. Dubium sobre el apoyo de pastores y teólogos a la teoría de que “la teología de la Iglesia ha cambiado” y, por tanto, la ordenación sacerdotal puede conferirse a las mujeres.
Tras las declaraciones de algunos prelados, que no han sido corregidas ni retractadas, según las cuales con el Vaticano II habría cambiado la teología de la Iglesia y el sentido de la Misa, se plantea la cuestión de si sigue siendo válido el dictado del Concilio Vaticano II que “el sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial difieren esencialmente y no sólo en grado” (Lumen Gentium 10) y que los presbíteros, en virtud de la “sagrada potestad del orden de ofrecer sacrificios y perdonar pecados” (Presbyterorum Ordinis 2), actúan en nombre y persona de Cristo Mediador, por quien se perfecciona el sacrificio espiritual de los fieles? También se plantea la cuestión de si sigue siendo válida la enseñanza de la carta apostólica Ordinatio Sacerdotalis de San Juan Pablo II, que enseña como una verdad que hay que sostener definitivamente que es imposible conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, de modo que esta enseñanza ya no está sujeta a cambios ni a la libre discusión de pastores o teólogos.
Respuesta del Papa Francisco:
a) “El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial difieren esencialmente” (Concilio Ecuménico Vaticano ll, Constitución dogmática Lumen gentium, 10). No es conveniente sostener una diferencia de grado que implique considerar al sacerdocio común de los fieles como algo de “segunda categoría” o de menor valor (“un grado más bajo”). Ambas formas de sacerdocio se iluminan y se sostienen mutuamente.
b) Cuando san Juan Pablo ll enseñó que hay que afirmar “de modo definitivo” la imposibilidad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, de ningún modo estaba menospreciando a las mujeres y otorgando un poder supremo a los varones. San Juan Pablo ll también afirmó otras cosas. Por ejemplo, que cuando hablamos de la potestad sacerdotal “nos encontramos en el ámbito de la función, no de la dignidad ni de la santidad” (san Juan Pablo ll, Christifideles laici, 51), Son palabras que no hemos acogido suficientemente. También sostuvo claramente que si bien sólo el sacerdote preside la Eucaristía, las tareas “no dan lugar a la superioridad de los unos sobre los otros” (san Juan Pablo ll, Christifideles laici, nota 190; Cf. Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Inter Insigniores, VI). Igualmente afirmó que si la función sacerdotal es “jerárquica”, no debe entenderse como una forma de dominio, sino que “está totalmente ordenada a la santidad de los miembros de Cristo” (san Juan Pablo ll, Mulieris dignitatem, 27). Si esto no se comprende y no se sacan las consecuencias prácticas de estas distinciones, será difícil aceptar que el sacerdocio esté reservado sólo a los varones y no podremos reconocer los derechos de las mujeres o la necesidad de que participen, de diversas maneras, en la conducción de la Iglesia.
c) Por otra parte, para ser rigurosos, reconozcamos que aún no se ha desarrollado exhaustivamente una doctrina clara y autoritativa acerca de la naturaleza exacta de una “declaración definitiva”. No es una definición dogmática, y sin embargo debe ser acatada por todos. Nadie puede contradecirla públicamente y sin embargo puede ser objeto de estudio, como es el caso de la validez de las ordenaciones en la Comunión anglicana.
V. Dubium sobre la afirmación “el perdón es un derecho humano” y la insistencia del Santo Padre en el deber de absolver a todos y siempre, de modo que el arrepentimiento no sería una condición necesaria para la absolución sacramental.
Se plantea la cuestión de si sigue vigente la enseñanza del Concilio de Trento, según la cual, para que sea válida la confesión sacramental, es necesaria la contrición del penitente, que consiste en detestar el pecado cometido con la intención de no pecar más (Sesión XIV, Capítulo IV: DH 1676), de modo que el sacerdote debe posponer la absolución cuando es evidente que no se cumple esta condición.
Respuesta del Papa Francisco:
a) El arrepentimiento es necesario para la validez de la absolución sacramental, e implica el propósito de no pecar, Pero aquí no hay matemáticas y una vez más debo recordar que el confesionario no es una aduana. No somos dueños, sino humildes administradores de los Sacramentos que alimentan a los fieles, porque estos regalos del Señor, más que reliquias a custodiar, son ayudas del Espíritu Santo para la vida de las personas.
b) Hay muchas maneras de expresar el arrepentimiento. Frecuentemente, en las personas que tienen una autoestima muy herida, declararse culpables es una tortura cruel, pero el sólo hecho de acercarse a la confesión es una expresión simbólica de arrepentimiento y de búsqueda de la ayuda divina.
c) Quiero recordar también que “a veces nos cuesta mucho dar lugar en la pastoral al amor incondicional de Dios” (Amoris laetitia 311), pero hay que aprenderlo. Siguiendo a san Juan Pablo ll, sostengo que no debemos exigir a los fieles propósitos de enmienda demasiado precisos y seguros, que en el fondo terminan siendo abstractos o incluso ególatras, sino que aun la previsibilidad de una nueva caída “no prejuzga la autenticidad del propósito” (san Juan Pablo ll, Carta al Cardenal William W. Baum y a los participantes del curso anual de la Penitenciaría Apostólica, 22 marzo 1996, 5).
d) Por último, debe quedar claro que todas las condiciones que habitualmente se ponen en la confesión, generalmente no son aplicables cuando la persona se encuentra en una situación de agonía, o con sus capacidades mentales y psíquicas muy limitadas.
Cardenal Tucho Fernández responde que Papa Francisco no es esclavo para sus mandados (Diario ABC)
Nuevamente, un grupo de Cardenales ha presentado cinco “dubia” al Papa, las reformulan y hacen públicas.
Por Gaudium Press.
Nuevamente, un grupo de Cardenales ha presentado cinco “dubia”, cinco dudas, procedimiento tradicional que se eleva para aclaraciones doctrinarias. ‘Nuevamente’ porque este grupo de dubia ahora presentado, que lo fue el 21 de agosto pasado, recuerda las dubia presentadas al Papa a finales del 2016 por los Cardenales Cafarra, Meisner, Burke y Brandmüller, sobre implicaciones doctrinales de la exhortación Amoris Laetitia, que no fueron respondidas. Estos cardenales se dirigieron al Papa el 25 de abril de 2017 por boca del Cardenal Cafarra, manifestado su adhesión al Pontífice pero pidiendo una audiencia para abordar la materia, audiencia que tampoco fue concedida.
Ahora son los Cardenales Brandmüller (alemán), Sarah (guineano), Burke (estadounidense), Zen (chino), y Sandoval (mexicano) –personajes de mucho peso específico en la Iglesia–, los que se dirigieron al Pontífice y al Dicasterio de la Doctrina de la Fe, expresando preocupaciones y buscando aclaraciones acerca de puntos de doctrina y de disciplina de la Iglesia, antes del inicio del Sínodo de la Sinodalidad. El Papa emitió una respuesta que sin embargo en la mente de los Cardenales no aclaró buena parte de la consulta, por lo que ahora reformulan esas dubia y las hacen públicas. A este pedido de aclaración ya ha reaccionado violentamente el Cardenal Víctor Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, declarando que “el Papa ya ha respondido los ‘dubia’ de estos cardenales”, y agregando que “ellos no han publicado la respuesta del Santo Padre, que a pesar de sus muchas ocupaciones se tomó el trabajo de responderles. En lugar de publicar esas respuestas, ahora hacen públicas nuevas preguntas, como si el Papa fuera su esclavo para los mandados”.
De hecho, el tonus de este último pedido de los Cardenales no es tampoco tan ‘diplomático’.
Dicen los purpurados que ellos estudiaron la carta de respuesta del Papa a sus dubia, del 11 de julio pasado, y que encontraron que “no seguía la práctica de las responsa ad dubia”, por lo que las “reformulamos para obtener una respuesta basada en la doctrina y disciplina perennes de la Iglesia”. Esta reformulación fue presentada al Pontífice el 21 de agosto pasado. “Hasta la fecha, no hemos recibido respuesta a la dubia reformulada”, expresan los Cardenales ahora.
“Dada la gravedad del asunto de la dubia, especialmente en vista de la inminente sesión del Sínodo de los Obispos, juzgamos nuestro deber informaros a vosotros, los fieles (c. 212 § 3), de manera que no quedéis sujetos a confusión, error y desaliento, sino que oréis por la Iglesia universal y, en particular, por el Romano Pontífice, para que el Evangelio sea enseñado cada vez más claramente y seguido cada vez más fielmente”, informan.
Las cinco dubia, reformuladas y no respondidas, son:
1. ¿Es posible que la Iglesia enseñe hoy doctrinas contrarias a las que ha enseñado anteriormente en materia de fe y de moral, ya sea por el Papa «ex cathedra», ya sea en las definiciones de un Concilio Ecuménico, ya sea en el magisterio universal ordinario de los Obispos dispersos por el mundo (cf. «Lumen Gentium» 25)?
2. ¿Es posible que en algunas circunstancias un pastor pueda bendecir uniones entre personas homosexuales, sugiriendo así que el comportamiento homosexual como tal no sería contrario a la ley de Dios y al camino de la persona hacia Dios? Vinculada a esta «dubia» es necesario plantear otra: ¿sigue siendo válida la enseñanza sostenida por el magisterio ordinario universal, según la cual todo acto sexual fuera del matrimonio, y en particular los actos homosexuales, constituyen un pecado objetivamente grave contra la ley de Dios, independientemente de las circunstancias en las que tenga lugar y de la intención con la que se realice?
3. El Sínodo de los Obispos que se celebrará en Roma, y que incluye sólo una escogida representación de pastores y fieles, ¿ejercerá, en las cuestiones doctrinales o pastorales sobre las que deberá expresarse, la Suprema Autoridad de la Iglesia, que pertenece exclusivamente al Romano Pontífice y, «una cum capite suo», al Colegio de los Obispos (cf. c. 336 C.I.C.)?
4. ¿Podría la Iglesia en el futuro tener la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, contradiciendo así que la reserva exclusiva de este sacramento a los varones bautizados pertenece a la sustancia misma del sacramento del Orden, que la Iglesia no puede cambiar?
5. ¿Puede recibir válidamente la absolución sacramental un penitente que, aun admitiendo un pecado, se niega a manifestar, de cualquier modo, la intención de no volver a cometerlo?
Estas nuevas preguntas van acompañadas de una contextualización apropiada, de autoría de algunas de las mayores mentes de la Iglesia Católica. Parecería fácil responder a estas dubia, de acuerdo a la doctrina tradicional de la Iglesia, y a la práctica tradicional de respuesta a este tipo de preguntas: A la primera “No”, a la segunda “Sí”, a la tercera “No”, a la cuarta “No”, y a la quinta “No”, por lo que la no respuesta del Pontífice suscita ya en muchos espíritus el temor de que estas simples respuestas no correspondan a las matizaciones de su espíritu, aumentando así los resquemores de se permita que el Sínodo de la Sinodalidad sí conmueva los fundamentos de la tradición católica.
A continuación, el texto completo de la comunicación de los Cardenales, en versión de Infocatólica: Notificación a los fieles de Cristo (c. 212 § 3)
En relación con Dubia presentada al Papa Francisco
Nosotros, miembros del Sagrado Colegio Cardenalicio, de acuerdo con el deber de todos los fieles de « manifestar a los Pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia» (c. 212 § 3) y, sobre todo, de acuerdo con la responsabilidad de los Cardenales de «asistir al Romano Pontífice… personalmente… ayudando al Papa sobre todo en su gobierno cotidiano de la Iglesia universal (c. 349), a la vista de diversas declaraciones de Prelados de alto rango, relativas a la celebración del próximo Sínodo de los Obispos, que son abiertamente contrarias a la constante doctrina y disciplina de la Iglesia, y que han generado y siguen generando gran confusión, así como la caída en error entre fieles y demás personas de buena voluntad, hemos manifestado nuestra más profunda preocupación al Romano Pontífice. Mediante nuestra carta del 10 de julio de 2023, empleando la consabida práctica de la presentación de dubia [preguntas] a un superior para proporcionar al superior la ocasión de aclarar, mediante sus responsa [respuestas], la doctrina y la disciplina de la Iglesia, hemos presentado cinco dubia al Papa Francisco, de las que adjuntamos copia. En su carta del 11 de julio de 2023, el Papa Francisco respondió a nuestra carta.
Habiendo estudiado su carta, que no seguía la práctica de las responsa ad dubia [respuestas a preguntas], reformulamos la dubia para obtener una respuesta clara basada en la doctrina y disciplina perennes de la Iglesia. Por carta del 21 de agosto de 2023, presentamos al Romano Pontífice la dubia reformulada, de la que adjuntamos copia. Hasta la fecha, no hemos recibido respuesta a la dubia reformulada.
Dada la gravedad del asunto de la dubia, especialmente en vista de la inminente sesión del Sínodo de los Obispos, juzgamos nuestro deber informaros a vosotros, los fieles (c. 212 § 3), de manera que no quedéis sujetos a confusión, error y desaliento, sino que oréis por la Iglesia universal y, en particular, por el Romano Pontífice, para que el Evangelio sea enseñado cada vez más claramente y seguido cada vez más fielmente.
Vuestros en Cristo,
Walter Cardenal Brandmüller
Raymond Leo Cardenal Burke
Juan Cardenal Sandoval Íñiguez
Robert Cardenal Sarah Joseph
Cardenal Zen Ze-kiun SDB
Roma, 2 de octubre de 2023
Dubia reformulados al Sumo Pontífice
A Su Santidad Francisco, Sumo Pontífice
Santísimo Padre,
Le agradecemos mucho las respuestas que ha tenido a bien ofrecernos. En primer lugar, quisiéramos aclarar que, si le hemos formulado estas preguntas, no es por miedo al diálogo con los hombres de nuestro tiempo, ni a las preguntas que podrían hacernos sobre el Evangelio de Cristo. De hecho, nosotros, como Vuestra Santidad, estamos convencidos de que el Evangelio da plenitud a la vida humana y responde a todas nuestras preguntas. La preocupación que nos mueve es otra: nos preocupa ver que hay pastores que dudan de la capacidad del Evangelio para transformar el corazón de los hombres y acaban por proponerles no ya la sana doctrina, sino «enseñanzas según sus propios gustos» (cf. 2 Tim 4, 3). También nos preocupa que se comprenda que la misericordia de Dios no consiste en cubrir nuestros pecados, sino que es mucho mayor, ya que nos permite responder a su amor guardando sus mandamientos, es decir, convirtiéndonos y creyendo en el Evangelio (cf. Mc 1, 15).
Con la misma sinceridad con la que Vuestra Santidad nos ha respondido, debemos añadir que Vuestras respuestas no han resuelto las dudas que habíamos planteado, sino que, antes bien, las han profundizado. Por ello, nos sentimos obligados a volver a proponer, reformulándolas, estas preguntas a Vuestra Santidad, que como sucesor de Pedro está encargado por el Señor de confirmar a Vuestros hermanos en la fe. Esto se hace tanto más urgente en vista del próximo Sínodo, que muchos quieren utilizar para negar la doctrina católica sobre las mismas cuestiones a las que se refieren nuestras «dubia». Por tanto, volvemos a proponerle nuestras preguntas, para que puedan ser respondidas con un simple «sí» o «no».
1. Su Santidad insiste en que la Iglesia puede profundizar su comprensión del depósito de la fe. Esto es, en efecto, lo que enseña «Dei Verbum» 8 y pertenece a la doctrina católica. Su respuesta, sin embargo, no coge nuestra preocupación. Muchos cristianos, incluidos pastores y teólogos, sostienen hoy que los cambios culturales y antropológicos de nuestro tiempo deberían impulsar la Iglesia a enseñar lo contrario de lo que siempre ha enseñado. Ello afecta a cuestiones esenciales, no secundarias, para nuestra salvación, como la confesión de fe, las condiciones subjetivas para acceder a los sacramentos y la observancia de la ley moral. Por tanto, queremos reformular nuestro «dubium»: ¿es posible que la Iglesia enseñe hoy doctrinas contrarias a las que ha enseñado anteriormente en materia de fe y de moral, ya sea por el Papa «ex cathedra», ya sea en las definiciones de un Concilio Ecuménico, ya sea en el magisterio universal ordinario de los Obispos dispersos por el mundo (cf. «Lumen Gentium» 25)?
2. Su Santidad ha insistido en que no puede haber confusión entre el matrimonio y otro tipo de uniones de naturaleza sexual y que, por tanto, debe evitarse cualquier rito o bendición sacramental de parejas del mismo sexo que pueda dar lugar a tal confusión. Nuestra preocupación, sin embargo, es otra: nos preocupa que la bendición de parejas del mismo sexo pueda crear confusión en cualquier caso, no sólo en el sentido de que pueda hacerlas parecer análogas al matrimonio, sino también en el sentido de que los actos homosexuales se presentarían prácticamente como un bien, o al menos como el posible bien que Dios pide a las personas en su camino hacia Él. Reformulemos, pues, nuestro «dubium»: ¿Es posible que en algunas circunstancias un pastor pueda bendecir uniones entre personas homosexuales, sugiriendo así que el comportamiento homosexual como tal no sería contrario a la ley de Dios y al camino de la persona hacia Dios? Vinculada a esta «dubia» es necesario plantear otra: ¿sigue siendo válida la enseñanza sostenida por el magisterio ordinario universal, según la cual todo acto sexual fuera del matrimonio, y en particular los actos homosexuales, constituyen un pecado objetivamente grave contra la ley de Dios, independientemente de las circunstancias en las que tenga lugar y de la intención con la que se realice?
3. Usted ha insistido en que existe una dimensión sinodal de la Iglesia, en el sentido de que todos, incluidos los fieles laicos, están llamados a participar y a hacer oír su voz. Nuestra dificultad, sin embargo, es otra: hoy se presenta el futuro Sínodo de la «sinodalidad» como si, en comunión con el Papa, representara la Suprema Autoridad de la Iglesia. Sin embargo, el Sínodo de los Obispos es un órgano consultivo del Papa; no representa al Colegio Episcopal y no puede resolver las cuestiones tratadas en él ni emitir decretos sobre las mismas, a no ser que, en determinados casos, el Romano Pontífice, a quien corresponde ratificar las decisiones del Sínodo, le haya concedido expresamente poder deliberativo (cf. c. 343 C.I.C.). Se trata de un punto decisivo, en la medida en que no implicar al Colegio episcopal en cuestiones como las que el próximo Sínodo pretende plantear, que tocan a la constitución misma de la Iglesia, iría precisamente contra la raíz de esa sinodalidad, que dice querer promover. Reformulemos, pues, nuestro «dubium»: el Sínodo de los Obispos que se celebrará en Roma, y que incluye sólo una escogida representación de pastores y fieles, ¿ejercerá, en las cuestiones doctrinales o pastorales sobre las que deberá expresarse, la Suprema Autoridad de la Iglesia, que pertenece exclusivamente al Romano Pontífice y, «una cum capite suo», al Colegio de los Obispos (cf. c. 336 C.I.C.)?
4. En Su respuesta, Su Santidad dejó claro que la decisión de San Juan Pablo II en «Ordinatio Sacerdotalis» debe mantenerse definitivamente, y añadió acertadamente que es necesario entender el sacerdocio, no en términos de poder, sino en términos de servicio, para comprender correctamente la decisión de Nuestro Señor de reservar las Órdenes Sagradas sólo a los hombres. Por otra parte, en el último punto de su respuesta ha añadido que la cuestión aún puede profundizarse. Nos preocupa que algunos puedan interpretar esta afirmación en el sentido de que la cuestión aún no ha sido decidida de manera definitiva. De hecho, San Juan Pablo II afirma en la «Ordinatio Sacerdotalis» que esta doctrina ha sido enseñada infaliblemente por el magisterio ordinario y universal, y por tanto que pertenece al depósito de la fe. Esta fue la respuesta de la Congregación para la Doctrina de la Fe a un «dubium» planteado sobre la carta apostólica, y esta respuesta fue aprobada por el propio Juan Pablo II. Por lo tanto, debemos reformular nuestro «dubium»: ¿podría la Iglesia en el futuro tener la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, contradiciendo así que la reserva exclusiva de este sacramento a los varones bautizados pertenece a la sustancia misma del sacramento del Orden, que la Iglesia no puede cambiar?
5. Finalmente, Su Santidad confirmó la enseñanza del Concilio de Trento según la cual la validez de la absolución sacramental requiere el arrepentimiento del pecador, que incluye la resolución de no volver a pecar. Y nos invitó a no dudar de la infinita misericordia de Dios. Queremos reiterar que nuestra pregunta no surge de dudar de la grandeza de la misericordia de Dios, sino que, por el contrario, surge de nuestra conciencia de que esta misericordia es tan grande que somos capaces de convertirnos a Él, de confesar nuestra culpa y de vivir como Él nos ha enseñado. En cambio, algunos podrían interpretar su respuesta en el sentido de que el mero acercamiento a la confesión es condición suficiente para recibir la absolución, en la medida en que podría incluir implícitamente la confesión de los pecados y el arrepentimiento. Por tanto, quisiéramos reformular nuestro «dubium»: ¿Puede recibir válidamente la absolución sacramental un penitente que, aun admitiendo un pecado, se niega a manifestar, de cualquier modo, la intención de no volver a cometerlo?
Ciudad del Vaticano, 21 de agosto de 2023
Walter Cardenal Brandmüller
Raymond Leo Cardenal Burke
Juan Cardenal Sandoval Íñiguez
Robert Cardenal Sarah
Joseph Cardenal Zen Ze-kiun SDB
Pro Ecclesia Sancta y Avanzada Católica
132 afectados y 30 millones de dólares prestados: denuncian a parroquia Sagrado Corazón de Jesús por estafa
“Me siento estafado, para mí es una organización criminal dentro de la iglesia”, declaró uno de los afectados que acusó al templo, ubicado en Surco, de actuar irregularmente como banco
Por Camila Calderón– Infobae.com
La conocida parroquia Sagrado Corazón de Jesús, ubicada en Santiago de Surco, se encuentra en el ojo de la tormenta. Fernando Reyes Hernández, un empresario jubilado, denunció que prestó más de USD 1 millón 200 mil a la institución administrada por Pro Ecclesia Sancta, una congregación católica presente en Ecuador, Uruguay, Estados Unidos y España; pero eso no es todo. De acuerdo a la víctima, son 132 afectados que habrían prestado un total de 30 millones de dólares.
“Para mí es una organización criminal dentro de la Iglesia. [¿Por qué dice organización criminal? ¿Usted es el único afectado?] Soy el único que está poniendo la cara en este momento, pero hay 132 afectados y la Iglesia nos debe 30 millones de dólares. [¿Dónde está ese dinero?] Esa es una buena pregunta. Es una Iglesia que la han convertido en un centro de delito”, mencionó Reyes al dominical Contracorriente.
Contratos del préstamo dado por Fernando Reyes a la parroquia. Contracorriente-Willax
“Estoy denunciando a la Iglesia Católica, porque Pro Ecclesia Santa y la Parroquia ‘Sagrado Corazón de Jesús’ dependen de la Iglesia Católica, que pertenece al Arzobispado de Lima. […] Me siento estafado, no sé si arrepentido de estar en la Iglesia católica. Para mí es una organización criminal dentro de la iglesia”, mencionó el empresario.
“Hay que tener mucho cuidado cuando se trata de una iglesia, tanto si pide plata o donaciones, porque la gente está muy vulnerable y no toman las previsiones como cuando le prestan plata a una institución que no juega con la fe de la gente”, advirtió Jorge Carrillo, experto en finanzas de Pacífico Business School.
Fernando Reyes denuncia a la parroquia Sagrado Corazón de Jesús de haberle prestado más de un millón de dólares y no recibir ni un centavo desde hace más de cinco años. Infobae / Willax.
De acuerdo a la Superintendencia Nacional de los Registros Públicos (Sunarp), el consejo directivo religioso está conformado por el padre superior Francisco Elías Arribasplata (presidente), el padre Piero Wolfango Giacchetti (secretario) y el párroco de la iglesia denunciada Ernesto Alonso Yap (tesorero).“Dinero de mi empresa y ahorros de 60 años de trabajo lo entregué a la Iglesia con un contrato mutuo y con un contrato de donación. Obviamente, era una transacción comercial que tenía un pago de intereses. Me ofrecieron como garantía 875 columbarios dobles, nichos para guardar cenizas de la gente que ha fallecido y ha sido cremada”, detalló el afectado, quien explicó que la solicitud fue para una “obra social”.
Los documentos a los que accedió el programa televisivo muestran la firma del entonces párroco Piero Giacchetti, quien pidió prestado un millón de dólares a Reyes en 2017 y le ofreció el pago de 240 mil dólares de intereses. Sin embargo, aún no se realizó ningún desembolso.
“Del 2017 al 2019 no pagaron nada. En el 2019 tuve que firmar una adenda porque no iba a dejar en el aire el contrato, pero no me pagaron nada y hubo una acumulación de intereses, porque estuvieron 20 meses sin pagarme un sol. Tengo 10 adendas porque se vencían los contratos y no pagaban. Yo no voy a vivir eternamente”, sostuvo.
Parroquia reconoce deudas
El programa fue en busca del padre Alonso Yap, quien evitó referirse al tema y se limitó a decir que quien responderá será su abogado, el mismo que, de acuerdo al empresario afectado, se ha convertido en un testaferro. Se trata de José Antonio Calvi del Risco, quien es dueño de 400 inscripciones de terrenos en Paracas, equivalentes a 300 hectáreas.
Arquidiócesis de Lima inicia investigación a Pro Ecclesia Sancta tras denuncias por millonaria estafa
El mismo 24 de septiembre, la parroquia Sagrado Corazón de Jesús publicó un comunicado en el que precisa: “Con el objeto de buscar recursos económicos para apoyar nuestro apostolado, programas sociales y proyectos de desarrollo que permitan nuestro crecimiento institucional, el anterior párroco de nuestra parroquia, Padre Piero Giacchetti, con buena intención, decidió de manera individual tomar préstamos”.
“Lamentablemente lo hizo sin comunicar a las autoridades superiores”, agrega la nota.
El texto indica asimismo que con la pandemia al Padre Giacchetti “le fue difícil devolver los préstamos en los tiempos y montos inicialmente pactados. Se cuenta con documentación que acredita que, en su momento, los activos superaban el monto de los adeudos, por lo que es irresponsable sostener en esta situación la existencia de algún tipo de ilícito”, precisa el comunicado, que no menciona ninguna cifra de dinero, plazo aproximado de devolución o a cuántas personas se les debe.
“Tengan la seguridad de que nuestra parroquia honrará los préstamos asumidos dentro del marco de la ley”, prosigue el texto, que también destaca que, “actualmente, un grupo de profesionales viene trabajando un Plan de Acción y estamos recibiendo el apoyo de benefactores que creen en nuestra misión. Nuestro actual párroco, Padre Alonso Yap, viene trabajando activamente para lograr una solución integral que nos permita cumplir con los compromisos dentro del marco de la ley”.
“Nuestro objetivo principal hoy es rectificar esta situación de la manera más rápida y eficiente posible, para continuar abocados a nuestros proyectos religiosos, sociales y comunitarios”, añade la nota.
“Somos optimistas que lograremos superar con éxito este reto con la ayuda de Dios y la fe de nuestra comunidad”, concluye el comunicado.
ACI Prensa se contactó este 25 de septiembre con la parroquia Sagrado Corazón de Jesús para obtener más información sobre el caso, pero esta indicó que “por ahora el Padre Alonso no dará declaraciones”.
Pronunciamiento público realizado por la institución religiosa. Parroquia Sagrado Corazón de Jesús Surco
Aunque la institución remitió un comunicado al programa donde aceptaban la deuda e indicaron que cumplirían con los pagos, posteriormente enviaron un pronunciamiento asegurando que su antiguo párroco, Piero Giacchetti, “decidió de manera individual” tomar distintos préstamos “para programas sociales”, pero que no pudo cumplir con motivo de la pandemia y cambios en el mercado.
En ese sentido, negaron cualquier ilícito: “Se cuenta con documentación que acredita que, en su momento, los activos superaban el monto de los adeudos. […] Querer calificar que estamos ante algún tipo de estafa, fraude o banco informal es un grave error y daña la reputación que nuestra institución ha construido”.
“Somos optimistas de que podremos encontrar una solución viable para los acreedores. Actualmente, un grupo de profesiones viene trabajando un Plan de Acción que incluye una auditoría integral y la creación de un fideicomiso para dirigir exclusivamente al pago de las acreencias, tanto la venta de activos que ya se viene gestionando, como los fondos que esperamos poder recibir de benefactores y fundaciones que confían en nuestra misión”, agregaron.
Fuente: Infobae, ACI Prensa y Revista Vida Nueva.
Pro Ecclesia Sancta aclara acusaciones
Por Kelsey Wicks– ACI Prensa. Graduada de la Universidad de Notre Dame, fue Directora de Operaciones del Grupo ACI y es su actual Directora Ejecutiva.
El comunicado asegura que entre el año 2017 y 2023 a Reyes “se le han transferido pagos por el monto de US $519 mil dólares”.
El texto explica que en marzo de 2023, “ante la presión ejercida por el señor Reyes, quien amenazaba con crear escándalos públicos a pesar de que se le venían realizando los pagos que hemos señalado, el Padre Alonso Yap, ya como párroco del Sagrado Corazón de Jesús, se vio obligado a suscribir una adenda para dejar constancia que el señor Reyes había firmado diversos contratos de mutuo con el Padre Giacchetti durante los últimos años”.
“El Padre Yap no firmó ni realizó un nuevo préstamo de dinero, sino solo un reconocimiento de la deuda asumida por el Padre Giacchetti”, remarca el comunicado.
La nota sostiene asimismo que, en intereses, Reyes recibió 880 mil dólares entre 2008 y 2017; y otros 519 mil dólares entre 2017 y 2023, lo que da un total de 1 millón 399 mil dólares, “cifra que supera en 1.4 veces el monto del préstamo otorgado que asciende a un millón de dólares”.
La influencia de la pandemia
En el reportaje, Reyes sostiene que son 132 las personas a quienes él calcula se les debe 30 millones de dólares en total.
El comunicado no da cuenta del número real de acreedores ni la cifra total, pero asegura que la parroquia está trabajando con una empresa auditora. También explica que se invirtió el dinero en la compra de terrenos con el objetivo de desarrollar proyectos que permitirían “pagar inmediatamente a los acreedores, que era la preocupación constante a resolver”.
Lo que sí explica es que “la deuda original fue considerablemente menor, pero las dificultades económicas y políticas que trajo consigo la pandemia, ocasionó un crecimiento exponencial triplicando el valor de la deuda original”.
“Desde que institucionalmente hemos asumido la resolución de este problema, en este proceso de pagos se han cancelado la totalidad de los montos adeudados de 30 acreedores. Ellos ya han recibido el total de su capital prestado. Esto demuestra nuestra firme decisión para solucionar la deuda suscitada. Con los demás acreedores, estamos pactando la devolución de sus capitales”, añade.
“La gran mayoría de ellos ha recibido con normalidad el pago de sus intereses a lo largo de estos años, ha conversado reiteradamente con nosotros y tiene plena confianza que cumpliremos con sus pagos, por lo que muchos han manifestado su desacuerdo con la postura asumida por el Señor Reyes, pues pone en peligro todas las gestiones que se están realizando para resolver finalmente el problema”, agrega.
“No hay indicio alguno de que el Padre Giacchetti haya utilizado ese dinero para enriquecimiento propio, y cabe destacar también que siempre ha sido generoso especialmente con los más pobres, llevando adelante muchas iniciativas de ayuda principalmente durante la pandemia. Fue un error humano”, concluye el texto.
Fuente: Pro Ecclesia Sancta envió una Ayuda Memoria a ACI Prensa que puede leerse aquí.
Más importante que el camino (sinodal) es la meta
Se nos dice que el hecho de caminar juntos, estar siempre en camino, es lo primero en el orden de prelación. Fijémonos bien que aquí no hay referencia alguna a la meta.
Por Jaime Mercant Simó– Infocatólica.com
En uno de los pasajes más conocidos del primer acto del Fausto, la célebre tragedia de Johann Wolfgang von Goethe, podemos leer cómo, en el momento en que el diabólico Mefistófeles pacta con el doctor Fausto, aquél se obliga a servirlo sin tregua ni descanso aquí arriba (la tierra), a fin de que luego, abajo (el Infierno), el que será servido devenga en servidor. Sin embargo, hay una cláusula que Fausto propone como prenda y que Mefistófeles acepta de buena gana: «perezca yo al instante el día en que, recostado en mi blando lecho, me entregue a las delicias del reposo» [i]. En este texto goethiano está inspirado el concepto metafórico de sociedad fáustica, o sea, aquélla que está totalmente entregada a la frenética y perpetua actividad, y a la que le horroriza el reposo del alma y su contemplación.
Contrariamente a lo que acabo de introducir, recordemos que, para Aristóteles, la felicidad perfecta, bien o fin último natural del hombre, se obtiene cuando el alma reposa contemplando la verdad [ii]. Del mismo modo, pero haciendo un saltus trascendente, la beatitud sobrenatural, para los cristianos, se alcanza en la contemplación de la Verdad eterna, esto es, al ver a Dios cara a cara (cf. 1Cor 13, 12). No obstante, no es éste el deseo del doctor Fausto, como manifiesta su curiosa tentativa de retraducir el primer versículo del prólogo del Evangelio de san Juan: «En el principio existía…», no ya el Verbo, el Logos, la Palabra, sino «…la acción» [iii]. En este sentido, podemos decir que nuestro mundo fáustico, al estar en incesante actividad, evolución y revolución, termina viviendo existencialmente en un continuo proyecto, en un perpetuo caminar, siempre in fieri, nunca in facto esse.
Ahora bien, tengo la impresión de que, en los últimos seis decenios, este pensamiento deforme y deformante ha llegado a contaminar a muchos miembros de la Iglesia, tanto que hoy experimentamos su paroxismo con el fenómeno de la sinodalidad. Se nos dice que el hecho de caminar juntos, estar siempre en camino, es lo primero en el orden de prelación. Fijémonos bien que aquí no hay referencia alguna a la meta. Aun así, sabemos sobradamente que más importante que el camino es la meta, pues ésta es su razón de ser. Si uno asiste, por ejemplo, a clases particulares de violín, en este caso lo fundamental no será el hecho de estar en continuo proceso de aprendizaje, sino, más bien, llegar a interpretar correctamente el célebre Allegro de Fiocco; este logro musicalmente maravilloso dejará finalmente patente el sentido de los innumerables esfuerzos y de las casi interminables horas de ensayo.
Asimismo, en lo tocante a la teoría aristotélica de las causas, debemos tener la causa final como superior a las causas eficiente, material y formal. La causa final es causa causarum, pese a ser la más extrínseca y alejada en el tiempo; así lo sentencia categóricamente santo Tomás: «El fin es la causa de las causas, porque es causa de la causalidad en todas las causas» [iv]. En el mismo sentido, pero en el plano sobrenatural de la Iglesia, ocurre lo mismo, aunque con mucho más motivo, puesto que su fin último es infinitamente más eminente que cualquier fin natural. Somos peregrinos de esta tierra; cierto, pero el peregrino encuentra la razón de su peregrinaje cuando alcanza la meta. Debemos caminar juntos; cierto también, pero como una milicia orgánica y jerárquicamente ordenada, dispuesta siempre a dar la batalla por la fe y la verdad con todas nuestras arma spiritualia (cf. Ef 6, 10-20).
Por el contrario, es palmaria la sospechosa intención de una parte significativa de los que asistirán próximamente a la asamblea sinodal. Cuando digo sospechosa, no parto de unos prejuicios injustificados; estoy, de hecho, emitiendo un juicio, sí, un juicio sobradamente fundamentado en lo que ellos mismos han ido declarando explícitamente en los medios de comunicación o en las redes sociales. A decir verdad, más allá de los asistentes a la asamblea, son legión los que, habiendo participado en todo el proceso sinodal, adolecen de una visión eclesial de índole activista y movilista, propia de la modernidad; se trata de obrar el cambio por el cambio mismo. Se presenta cualquier tipo de propuesta -ordenación de mujeres, abolición del celibato sacerdotal, bendición litúrgica de parejas homosexuales, etc.-, para desarrollar el tan anhelado cambio de paradigma, pero no se llega a tener en su debida cuenta el fin último, o sea, la salvación eterna. Pero aún lo más curioso es que, además de no hablar de fin o meta, ni siquiera se concreta cuál es el propio camino, concepto que aquí permanece en un estado de total indeterminación. Por lo tanto, parece que se trataría simplemente de caminar tout court, síntoma éste de una Iglesia que supuestamente habría apostado por el movilismo, esto es, por la primacía de la acción por encima del ser. Es legítimo, entonces, que nos preguntemos si estamos yendo todos hacia una suerte de precipicio, porque si es así, si en verdad es así, no me consuela en absoluto que vayamos hacia él caminando o corriendo juntos…
Sirva como corrección a muchos de estos innovadores, hermanos nuestros, la misma crítica que el gran dominico tomista Santiago Ramírez hace a don José Ortega y Gasset. Para éste -según valora Ramírez-, el fin último no es más que una palabra vacua, una pura abstracción, y el fin sobrenatural, un absurdo. A propósito de esto, pues, el padre Ramírez observa lo siguiente: «Sin fin último, que es el fin por esencia, no se da ni puede darse fin alguno próximo ni intermedio, como sin causa primera eficiente no puede darse ninguna causa segunda» [v]. Como hemos podido leer, el fin último es la razón de ser de los fines intermedios y, por ende, del orden correspondiente. Por todo ello, pienso que la indigencia de una ordinatio ad finem supernaturalem y la búsqueda sin cesar de fines inmanentistas, innovadores y revolucionarios, que sólo pretenden complacer a un mundo siempre insatisfecho con nosotros, más insaciable incluso que el voraz Milón de Crotona y tan cruel como Saturno, únicamente puede producir el desorden y la disgregación de la unidad y comunión -doctrinal, sacramental y jerárquica- en la Iglesia, además del consiguiente desasosiego, debilitamiento y zozobra espiritual y moral de sus miembros.
En fin, estemos atentos a los próximos acontecimientos, manteniéndonos firmes en la fe y sin perder nunca la esperanza, aunque las informaciones diarias que recibamos no sean muy alentadoras. Día 4 de octubre, festividad de san Francisco de Asís, empieza el congressus sinodal de obispos y no obispos (!), precedido por un retiro espiritual predicado por alguien, a mi entender, de dudosa ortodoxia, a saber, el indietrista de los años 70 Timothy Radcliffe, según el cual podemos alcanzar a comprender «la eucaristía a la luz de la sexualidad, y la sexualidad a la luz de la eucaristía» [vi]. De hecho, ésta es la idea nuclear de su libro Eucaristía y sexualidad [vii], recientemente editado y publicado por el nuevo e inquietante movimiento juvenil Hakuna, como primera pieza de su colección Revolcaderos (sic). Esperemos que las ideas trasnochadas y abyectas del dominico londinense sirvan de estímulo a los asistentes sinodales, para poder, así, percatarse e ir tomando conciencia del delirium tremens que realmente estamos padeciendo. Considero que una sana y santa reacción a tiempo podría producir, en el mismo Sínodo y siempre con la ayuda de Dios, un reforzamiento espiritual de la Iglesia católica. Sea como sea, lo sabremos pronto: «a fructibus eorum cognoscetis eos» (Mt 7, 16).
No obstante, mientras permanecemos expectantes, sin haber perdido aún la esperanza -lo cual no es incompatible con estar lanza y pluma en ristre-, a más de uno nos parece seguir escuchando las perturbadoras palabras de Juvenal: «En todas las tierras que hay desde Cádiz hasta la Aurora y el Ganges pocos saben discernir los verdaderos bienes de aquéllos tan opuestos, despejada la niebla del error» [viii]. Pese a todo, no dejemos de confiar en Dios, teniendo siempre presente que más importante que caminar es el camino, y más importante que el camino (sinodal) es la meta, o sea, la bienaventuranza eterna.
Notas:
[i] Johann Wolfgang von Goethe, Fausto, Barcelona: Ediciones Orbis, 1982, p. 51.
[ii] Aristóteles, Ética nicomáquea, X, 7, 1177a13-1178a8.
[iii] Johann Wolfgang von Goethe, Fausto, Barcelona: Ediciones Orbis, 1982, p. 42.
[iv] Thomas Aquinas, De principiis naturae, cap. 4: «[…] finis est causa causarum, quia est causa causalitatis in omnibus causis».
[v] Santiago Ramírez, La filosofía de Ortega y Gasset, Barcelona: Herder, 1958, p. 359.
[vi] Cf. Timothy Radcliffe, Afectividad y Eucaristía, Conferencia pronunciada en las XXXIV Jornadas Nacionales de Pastoral Juvenil Vocacional organizadas por la CONFER, Madrid, 2004:
https://www.dominicos.org/media/uploads/recursos/documentos/2004-10._afectividad_y_eucaristia._radcliffe.pdf
[vii] Cf. Timothy Radcliffe, Sexualidad y Eucaristía, Madrid; Hakuna Books, 2021.
[viii] Juvenal, Sátiras, X, Madrid: CSIC, 1996, p. 127.
Católicos en Indonesia 1808-1942
El primer volumen de Católicos en Indonesia, 1808-1942: una historia documentada apareció en 2003 Volumen I: Una recuperación modesta, 1808-1903, KITLV Press.
Volumen 2: El espectacular crecimiento de una minoría segura de sí misma, 1903-1942
Por Karel Steenbrink
Los católicos indígenas indonesios aumentaron en número de 27,000 a casi 550,000 entre 1902 y 1942. Al principio estaban dispersos sólo por Minahasa, las islas Kai y Flores, después de cuatro décadas se establecieron centros católicos en la mayor parte del archipiélago, e incluso había una pequeña pero bien Minoría educada y vocal en Java Central.
Es este período formativo en el crecimiento del catolicismo en Indonesia el que Steenbrink describe en detalle.
Los católicos nunca constituyeron más del tres por ciento de la población indonesia, un tercio de todos los cristianos. Steenbrink examina la rivalidad de esta minoría con los protestantes y sus actividades misioneras, así como la carrera con el Islam en muchas partes de las islas exteriores, que habían quedado bajo dominio holandés a principios del siglo XX.
Este trabajo integral incluye amplios detalles sobre las diferentes órdenes misioneras europeas y los misioneros activos en este momento. Cuarenta documentos de archivo ilustran los esfuerzos proselitistas en el archipiélago.
Papa Francisco en Marsella
Por Andrés Triviño V.– www.france24.com
El papa Francisco llegó a la ciudad de Marsella, en el sur de Francia, para clausurar la tercera edición de los Encuentros Mediterráneos, un foro religioso que tiene como tema principal el desafío migratorio. Se espera que la visita de dos días finalice con una multitudinaria misa a la cual tiene previsto asistir el presidente Emmanuel Macron. Un encuentro en medio de los grandes desafíos que enfrenta Europa para responder conjuntamente a la crisis migratoria de los últimos meses.
Aunque no se trata de una visita de Estado a Francia, Francisco fue recibido por la primera ministra, Élisabeth Borne; el ministro del Interior, Gérald Darmanin; miembros de la Iglesia y líderes de otras religiones.
Durante su discurso de llegada, el papa criticó el “miedo y el desinterés” por parte de los Gobiernos para hacer frente al tema de las migraciones.
También aprovechó para realizar un homenaje a los marineros y migrantes que han muerto en el mar: “No podemos resignarnos a ver seres humanos tratados como mercancía de cambio, aprisionados y torturados de manera atroz”.
Francisco criticó que las noticias de migrantes se están viendo como unas simples cifras y que se está olvidando que detrás de cada caso hay personas que están huyendo de “la pobreza, los conflictos y desastres naturales”.
Aunque el líder católico no hizo referencia directa a ningún país, sus palabras llegan después de que el Gobierno de la italiana Giorgia Meloni aprobara nuevas medidas, que incluyen el aumento de detención de migrantes y la agilización de procesos de repatriación.
El papa no ha sido ajeno al drama de la migración
Se espera que el pontífice se reúna con una representación de migrantes llegados a Francia desde Italia, un hecho que toma sentido luego de que la isla de Lampedusa –que apenas supera los 6,000 habitantes– recibiera en tan solo tres días a unos 10,000 migrantes y desafiara la respuesta europea.
A lo largo de su pontificado, que ya completa una década, el papa no ha sido indiferente frente al tema migratorio: ha condenado los discursos de rechazo por parte de la sociedad y de algunos políticos y ha cuestionado las políticas de cierres de fronteras.
Marsella es una ciudad cosmopolita de la Costa Azul francesa que alberga una amplia variedad de comunidades y religiones por su cercanía con el norte de África.
La Organización Mundial para las Migraciones (OIM) estima que en lo que va del 2023, unas 1,300 personas han muerto o desaparecido en el Mediterráneo en su intento por tocar suelo europeo, la cifra más alta de los últimos seis años.
La decisión de Macron de asistir a la misa del Papa desata una controversia sobre el laicismo
El presidente francés, Emmanuel Macron, asistió a la multitudinaria misa del papa Francisco en Marsella el 23 de septiembre. La iniciativa del mandatario despierta críticas desde la izquierda en plena polémica en Francia sobre la prohibición de la abaya, un vestido tradicional portado por las musulmanas.
¿Transgrede Macron el laicismo de la republica francesa al asistir a la misa del papa Francisco en Marsella? Es la opinión que se puede escuchar en estos días desde la izquierda francesa.
Macron “se burla del laicismo y pisotea sus principios, la separación de Iglesia y Estado y la neutralidad del Estado respecto a las religiones“, escribió el diputado izquierdista Bastien Lachaud, en la red social X (ex-Twitter).
“No corresponde necesariamente al Presidente de la República asistir a misa” en una “república laica“, reaccionó el dirigente comunista Fabien Roussel.
Ante las críticas, el jefe de Estado francés rechazó la controversia.
“Considero que es a mí a quien corresponde ir. No iré como católico, iré como Presidente de la República, que es efectivamente laica“, declaró durante una visita a Semur-en-Auxois (centro-este de Francia). “Yo mismo no practicaré ninguna religión durante esta misa“, añadió.
Un día antes, la Presidencia francesa ya había intentado sofocar la polémica.
La separación entre la Iglesia y Estado no excluye que se mantengan relaciones con “todos los cultos”, indicó la presidencia, precisando que Macron no participará en la “eucaristía” y subrayando que se trata de un acontecimiento “popular” y “festivo”.
“El Estado es neutral. Los servicios públicos son neutrales, y también estamos protegiendo las escuelas, como reiteramos al comienzo del nuevo curso escolar”, dijo Macron, en referencia a la prohibición de la abaya, un vestido holgado que llevan las mujeres musulmanas, en las escuelas.
Precedente
El mandatario de 45 años también tiene previsto un encuentro privado con el papa antes de la ceremonia religiosa.
El pontífice argentino ha reiterado que su visita a Marsella, centrada en la cuestión migratoria el 22 y 23 de septiembre, no es una visita de Estado. Uno de los momentos más importantes será la misa ante 60,000 personas en el estadio Velódromo.
La misa en Marsella será la primera de un pontífice desde la celebrada en 1980 por Juan Pablo II en la explanada de Notre Dame en París, en presencia del entonces presidente francés, Valéry Giscard d’Estaing.
En junio de 2017, poco después de su primera elección, Emmanuel Macron asistió al iftar anual (cena de ruptura del ayuno) del Conseil français du culte musulman (CFCM), el órgano representativo de la segunda religión más grande de Francia.
Fuente: www.rfi.fr