¿Aló Repsol?

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Por Martha Meier Miró Quesada– Diario EXPRESO.
Repsol genera desconfianza y se ha ganado el desprecio de la comunidad. Este sentimiento terminará extendiéndose a otras grandes empresas. El daño reputacional no será solo de la española sino de todas las compañías que no han rechazado lo ocurrido ni cuestionan las mentiras y el mal accionar de esa empresa.
Es por compañías irresponsables socioambientalmente que el modelo de libre mercado se desprestigia y debilita. Cuánto ganarían las empresas que retiran de sus directorios a los profesionales que ocupan un asiento también en Repsol. Cuánto más confiaría la población en los bancos que le dijeran que no los quieren de clientes.
Cuánta decencia mostraría quien renunciara a su silla para trabajar en la solución de la crisis ecológica, económica y alimentaria que generó. Cuánto respeto de la gente ganaría alguien así y cómo inspiraría a las nuevas generaciones de empresarios. Dejemos de soñar, estamos en el Perú.
Lo ocurrido en el mar de Ventanilla está generando un sentimiento de indefensión del ciudadano de a pie frente a las multinacionales. Así solo se abona el terreno para que los antisistema, los comunistas y los enemigos del libre mercado encuentren aliados para lanzarse contra las grandes empresas y la inversión extranjera, para proponer una nueva Constitución, recortar las ganancias, imponer mayores impuestos y cualquier otra cosa que perjudique a quienes quieren crear riqueza y empleo en nuestro país.
Nada fomenta más el desprecio por la clase empresarial que la falta de sanciones inmediatas, proporcionales al concreto daño causado.
La mancha de petróleo resultante del derrame de seis mil barriles de Repsol para su refinamiento en La Pampilla, continúa causando estragos, se expande hacia el norte y ya alcanzó Barranca, a más de cien kilómetros de Ventanilla. La limpieza tomará al menos dos años según calcula el científico Marino Morikawa, y esto “si se trabaja de manera correcta”, cosa que la empresa española no está haciendo, pues valgan verdades les importa muy poco lo que ocurra en un país donde todo se arregla con un puñado de dólares. Tampoco parece interesarle lo ocurrido en Ventanilla a su alcalde, Pedro Carmelo Spadaro, quien no ha salido en defensa de los vecinos afectados (según algunas fuentes sería “muy amigo” de Repsol, y ya sabemos de qué van las amistades de los servidores públicos con las empresas).
La masacre de especies (incluido el llamado gato marino o nutria, que se encuentra en peligro de extinción) es terrible. Se han afectando dos áreas naturales protegidas, amén de lo que no es visible a simple vista y que ocurre bajo la mancha negra.
Morikawa ha explicado que “con los equipos adecuados de haberse actuado de inmediato se hubiera salvado en menos de tres meses”.
No fue así y se tendrá que batallar contra la mancha, al menos por dos años. ¿Se oye Repsol, aló?

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