Nueva Ruta de la Seda

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Por MACARENA VIDAL LIY– Diario El País.

El interés geográfico principal sigue siendo Asia. Pero “de acuerdo con las comunicaciones oficiales chinas, todos los países y continentes pueden incluirse, desde el Ártico a América Latina”, precisa Alice Ekman, investigadora sobre China del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI). Y “ya no solo incluye carreteras, rutas ferroviarias, puertos, aeropuertos e infraestructuras de transporte. También incluye normas y estándares, aduanas, tribunales, comercio electrónico… Básicamente, es una etiqueta que se puede pegar en todo un abanico de proyectos”.
Desestimada en sus comienzos por algunos como un plan imposible, la Nueva Ruta de la Seda, o “Iniciativa de la Franja y la Ruta” (“yi dai yi lu” en mandarín, BRI por sus siglas en inglés) ha cambiado realidades sobre el terreno y va a continuar durante décadas. A través de uno de los proyectos estrella, el Corredor Económico China-Pakistán, tendrá acceso desde su oeste a través del puerto pakistaní de Gwadar al mar. En Yibuti, en el cuerno de África, ha establecido su primera base militar.
Fuente: MERICS (Instituto Mercator para estudios sobre China). N. CATALÁN (EL PAÍS).
Para China, los beneficios del plan son claros: ampliar vías hacia el oeste le permite desarrollar sus regiones occidentales, más empobrecidas; estimula sus sectores industriales en momentos en los que su economía entra en una etapa de menor crecimiento; abre mercados para sus productos; facilita que otros países adopten sus estándares tecnológicos, por ejemplo en telefonía 5G; y, en general, expande su presencia e influencia internacional.
La guerra comercial con Estados Unidos
El plan ha adquirido una importancia estratégica aún mayor para Pekín ante su guerra comercial con Estados Unidos. Si continúan las tensiones, necesitará diversificar sus importaciones y exportaciones. “Pekín recurrirá a los canales construidos a lo largo de la Ruta, especialmente en los sectores agrícola y energético. En los márgenes, cierta producción adicional china puede trasladarse al sureste asiático”, apuntaba la consultora Eurasia Group esta semana en una nota.
Para los países beneficiarios, las ventajas son también obvias. Asia necesitará cerca de 1.7 billones de dólares (1.5 billones de euros) en inversiones en infraestructuras hasta 2030 para mantener su crecimiento, según el Banco Asiático de Desarrollo. Y las inversiones de China llegan sin preguntas sobre derechos humanos o la naturaleza del Gobierno en el poder.

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