La renuncia de García Sayán

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Dr. Oscar SchiappaPietra

Entrevista a Oscar Schiappa-Pietra sobre la renuncia de García-Sayán a candidatura para secretario general de la OEA.
1. ¿Qué utilidad tenía para el Perú la postulación de un candidato para la secretaría general de la OEA?
Su pregunta nos remite a considerar un asunto muy pertinente: ¿Cuál es el interés público implicado para que el estado peruano comprometa capital político promoviendo esta candidatura?
La OEA es un organismo en bancarrota. Su inoperancia se ha intensificado con la división ideológica de Latinoamérica propiciada por los regímenes de populismo autoritario que operan bajo la bandera del ALBA. La OEA ya no es el foro político principal de Latinoamérica, y ni siquiera es el único. En años recientes se han creado la Unión Sudamericana (UNASUR) y la Comunidad Latinoamericana y del Caribe (CELAC), a la que se añaden las cumbres presidenciales, creando en conjunto un enredado plato de espaguetis institucional.
La OEA ha sido en años recientes cómplice o pasiva espectadora del deterioro democrático en diversos países de la región. ¿Es ese un problema de liderazgo, o es un factor estructural? Claramente es lo segundo: dentro del actual clima político de Latinoamérica, la OEA no tiene ni tendría capacidades para cumplir un rol eficaz de promoción de la democracia. La conclusión entonces es que el Perú no debiera invertir capital político promoviendo una candidatura a la Secretaría General de un organismo ineficaz, cuyo silencio e inoperancia sólo está contribuyendo a debilitar la democracia en el hemisferio.
2. ¿Era viable la postulación de Diego García-Sayán?
No lo era. Esto es algo que trasciende a las virtudes y defectos del candidato. Quienquiera que sea elegido –y probablemente lo sea Luis Almagro, el actual Canciller de Uruguay- tiene que provenir de un país cercano al conjunto de naciones guiadas por el populismo autoritario del ALBA. El Perú no lo es, afortunadamente, y eso resta sustancialmente viabilidad a una candidatura para la Secretaría General de la OEA.
3. ¿Existía conflicto de intereses en la postulación de Diego García-Sayán, considerando que mantenía su cargo de juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos?
¡Definitivamente! Diego García-Sayán no podía participar emitiendo sentencias, muchas veces condenatorias contra los estados latinoamericanos, mientras a la misma vez estaba pidiendo el voto de esos gobiernos… Esto ha configurado una situación de la mayor gravedad, que compromete la integridad y el prestigio del Sistema Interamericano de Derechos Humanos.
4. ¿Pero esa incompatibilidad se superó al pedir Diego García-Sayán licencia como magistrado, o en todo caso ahora que ha renunciado a su candidatura?
¡Definitivamente no! Su permanencia como juez del sistema interamericano era incompatible con su candidatura. Punto. La única opción, que no despejaba del todo la presunción de conflicto de intereses pero la aminoraba, era que él renunciara al cargo. No lo hizo pero ahora debiera hacerlo, pues su imparcialidad ha sido lesionada irremediablemente. Él no puede pretender seguir participando en la emisión de sentencias que absuelven o condenan a estados que ya habían anunciado apoyo a su candidatura o a la de otros candidatos. Esta es una cuestión que fue oportunamente observada por otros jueces de la Corte Interamericana y por organizaciones internacionales de derechos humanos. Estas últimas incluso cuestionan si los votos de Diego García-Sayán como juez interamericano, avalando notorios retrocesos jurisprudenciales en la defensa de derechos humanos, no han sido producto de su deseo de congraciarse con gobiernos autoritarios para que apoyaran su fallida candidatura a la Secretaría General de la OEA. Diego García-Sayán es un compatriota inteligente y experimentado, pero en esta materia ha obrado incorrectamente.
5. ¿Está el Perú adecuadamente representado en puestos directivos de organismos internacionales?
No. Esta es una grave deficiencia en la actuación de nuestra Cancillería. No hay un solo peruano ocupando cargos directivos en organismos internacionales. Un boliviano (Enrique García) preside la Corporación Andina de Fomento desde 1992. Un colombiano (Luis Alberto Moreno) preside desde hace casi una década el Banco Interamericano de Desarrollo. Un mexicano (Angel Gurria) dirige la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico. Hasta dentro de poco la Secretaría General de la OEA está en manos de un chileno, y la actual presidenta de Chile dirigió recientemente la organización de las Naciones Unidas para las mujeres.
No hay un solo peruano ocupando cargos directivos en organismos internacionales. Pero debemos escoger opciones que resulten relevantes para los intereses nacionales del Perú y para la proyección global de nuestro país. La OEA no lo es. Nuestra Cancillería tiene que rectificar esta falta de presencia global. La política exterior peruana ha estado durante los últimos años sesgada hacia lo que yo denomina la diplomacia de anfitriona, es decir el lograr que el Perú sea sede de reuniones internacionales. El problema con este enfoque es que tiene impactos meramente episódicos, y que no hemos capitalizado el privilegio de ser anfitriones para promover avances sustanciales en la agenda internacional. ¿La Cancillería peruana ha afirmado el liderazgo de nuestro país logrando acuerdos sustantivos en alguna de las cumbres internacionales que hemos albergado? No, en ningún caso. Nos hemos conformado con ser generosos anfitriones, y dentro de una perspectiva histórica eso tiene muy poco valor. La Cancillería peruana tiene que enderezar rumbos y debiera poder anunciarnos en los próximos meses la elección de algún peruano o peruana destacado para dirigir algún organismo internacional relevante.
6. En sintesis, ¿es cierta y justa la acusación formulada por Diego García-Sayán imputando el fracaso de su candidatura a la falta de apoyo por parte del gobierno peruano?
No lo es. La candidatura era inviable y para un cargo que no guarda sintonía con los intereses de la proyección internacional del Perú. Y el candidato estaba en una situación de abierto conflicto de intereses.

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