Por Antonio Elduayen Jiménez CM
Nuestro Dios es y se llama Trinidad: DiosPadreHijoEspíritu Santo. Así, todo junto, como si se tratara de una sola palabra, para dar a entender que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, aun siendo tres Personas Divinas distintas, son una sola y misma cosa, un solo y mismo Dios: el Unitrino. No es correcto decir que en Dios hay tres Personas Divinas, sino que Dios es tres Personas. Jesús las llamó Padre, Hijo y Espíritu Santo (Mt 28,19). El Padre es y sabe que es la infinita perfección. La idea que tiene de Sí mismo es y la llamamos Hijo de Dios: esplendor de la gloria del Padre (Heb 1,3). A su vez, el Hijo no puede menos que amar infinitamente al Padre, en quien se ve retratado y de quien se siente infinitamente amado. Este amor infinito entre el Padre y el Hijo es y lo llamamos Espíritu Santo.
De Dios Trinidad sabemos muy poco, y lo sabemos gracias a que Jesús nos lo reveló. Por miles de años los hombres vivieron creyendo que solo había un dios (caso de los judíos) o muchos dioses (caso de casi todos los demás pueblos). ¿No era eso suficiente? Es lo que hoy piensan muchos, incluso cristianos, para quienes, con tal de que adoren a dios, ¿qué más da que sea un Dios u otro? Jesús, que vino a poner las cosas en su sitio, no pensaba así. Para Él, no basta creer lo que uno quiera, sino que hay que creer en el Nombre del Hijo único de Dios (Jn 3,18). El Padre Dios, que es amor, nos ama tanto que entregó a su Hijo Único para salvarnos (Jn 3, 16-17).
Cara a nosotros la Santísima Trinidad es un misterio. Por la plenitud insondable de su infinita perfección, más que porque sea un enigma o un tabú. De hecho el mismo Unitrino quiso revelársenos, dándonos a conocer cómo es Él y mostrándonos el infinito amor que nos tiene. Más aún, quiso hacernos partícipes de su propia vida, en medida tal que se nos hace increíble. La vida eterna (nuestra felicidad) está en conocer al Padre y a quien el Padre ha enviado Jesucristo (Jn 17,3), lo que supone la intervención del Espíritu Santo (1 Cor 12,3). A quien me ame, mi Padre lo amará, y vendremos a Él y pondremos nuestra morada en él (Jn 14,23).
El Credo de los Apóstoles nos dice algo de lo mucho que este Dios Trinidad es y hace por medio de cada una de sus Personas. Resumiéndolo, digamos que, en su primera parte, proclamamos al Padre como Creador; en la segunda, al Hijo como Redentor-Salvador y, en la tercera, al Espíritu Santo como Santificador. Hagamos del Credo una oración con la que confesamos nuestra fe. No es una recitación sino una proclamación.
Santísima Trinidad
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