63 años de CARETAS

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Los 63 de CARETAS

País y palabra…y rostros de carátula
Si una nube de palabras representaran las más de seis décadas de CARETAS apostando por un periodismo independiente, inquisidor pero propositivo, enérgico a la vez que satírico, revelarían una característica sobresaliente en tiempos de una uniformidad anunciada: la singularidad.
Pobre el 63 que no es un número redondo. Es incluso lo que se llama una cifra defectiva porque sus factores suman 41, menos que ella misma. No tiene bodas conmemorativas de oro, plata ni estaño (y agárrense los mineros porque a esta revista le toca las de platino a los 65 y las de titanio un lustro después).
Pero a CARETAS, como revista que no se pierde fiestas ni temporadas de circo, le encantan los cumpleaños.
Al no marcar un quinquenio, el de este año permite soplar las velitas sobre la particular situación actual.
Si esta revista pasara por una cafetera de expresso, es probable que tres espesas gotas cayeran sobre una gran foto a doble página: democracia, humor y peruanidad (no, la calata no es la cuarta).
Y van bien cargadas en la ola del 2013. En el actual presidente de la República también encuentran sus dosis (un buen porcentaje del humor es involuntario, como usualmente ocurre con los inquilinos de Palacio).
El mismo espíritu travieso anima la doble careta que viene con esta edición. No todos los gobiernos vienen con una primera dama que llama tanto la atención del país. Aunque solo tenemos alcaldesa y todavía no llega la presidenta, en el Perú la igualdad de género ya inventó a Nadine.
Para fortuna de su marido, dirán algunos graciosos.
Los disfrazados escogerán quién de los dos quieren ser. O, mejor todavía, alternar el ceño fruncido con la sonrisa fresca.
Y a quien diga que los presidentes ya no importan en el aburrimiento encorsetado del modelo de crecimiento, habrá que mandarlo frente a un kiosco para contar el reparto de titulares entre Alan García, Alejandro Toledo y Alberto Fujimori.
¿Kiosco dijo?, abrirá los ojos el hipster sin despegarlos de su smartphone.
Porque en estos tiempos la revolución de las comunicaciones plantea para el periodismo tantas oportunidades como desafíos.
La información se democratiza y el espionaje también. Los gobiernos son cada vez más poderosos y al tiempo más vulnerables.
Google convierte al teclado en babel y sin embargo no enfoca necesariamente el debate. Las redes sociales nos conectan tanto que nos convertimos en voyeristas a tiempo completo. Los 140 caracteres llenan las conversaciones de cada vez más adjetivos.
Las tentaciones autoritarias en medio de las que alumbró CARETAS pueden no haber desaparecido del todo (y para muestra ver a algunos vecinos regionales de paradójica fuji-inspiración).
Pero la aplanadora corporativa de la economía actual significa un nuevo peligro para las tribunas periodísticas que representan voces diferenciadas e independientes (otra testaruda definición para esta Ilustración Peruana, por cierto).
El lenguaje de la democracia es el del sentido común. El que CARETAS se ha esforzado en transmitir durante todo su pedaleo.
En el caso de estas páginas, el número 63 no equivale ni por asomo a la edad de jubilación. Seguirán apareciendo cada jueves para el lector curioso que prefiera comenzar por adelante o por aquella estoica dama. Para el que busque el ángulo y el dato certeros. Y el que esté dispuesto a reírse de la singularidad nacional. También el demócrata listo a discrepar y, dado el caso, cambiar de opinión.
Que ese lector cambie los zapatos por pantuflas. Que escoja su sillón preferido, abra su ejemplar y se reconforte con lo que ven sus ojos y tocan las yemas de sus dedos. Verá que su sociedad respira más que nunca.

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