Vientres de alquiler

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Marite Bustamante Trujillo

Siete listas del No
El Jurado Electoral Especial de Lima Centro (JEE-LC) determinó que los partidos Somos Perú, Acción Popular y Perú Posible deben corregir, en un plazo de dos días naturales, ciertas observaciones de forma a las solicitudes de inscripción de listas de candidatos que presentaron para participar en las Nuevas Elecciones Municipales del 24 de noviembre en Lima Metropolitana.
En sendas resoluciones, el órgano electoral admitió las listas de Somos Perú y Acción Popular, con la excepción de dos candidatos (uno por cada fuerza política), quienes deberán subsanar algunos reparos de forma si desean seguir en carrera.
En el caso de Perú Posible, su lista de postulantes no fue admitida porque debe corregir un mayor número de observaciones, una de las cuales afecta a la nómina completa.
Dichas objeciones están referidas fundamentalmente al incumplimiento de algunos requisitos exigidos por la ley electoral (no haber solicitado la licencia en el plazo establecido, no consignar la firma y huella de candidatos o no llevar la solicitud la firma del personero, entre otros)
De ser admitidas, dichas nóminas de candidatos serán publicadas para que en el plazo de tres días se puedan presentar eventuales tachas contra uno o varios postulantes.
Cabe precisar que ayer venció el plazo para la presentación de las solicitudes de inscripción ante el JEE de Lima Centro, cuya sede se encuentra en el distrito de Jesús María.
En los comicios del 24 de noviembre se elegirán 22 regidores que reemplazarán a las autoridades revocadas en la consulta popular de marzo último.
También presentaron listas de candidatos Siempre Unidos, Partido Popular Cristiano, Partido Humanista, así como Tierra y Dignidad.
En el caso de Frente por la Ciudad (FxC), fachada coyuntural de Tierra y Dignidad, seis de sus candidatos son actuales regidores de la Municipalidad de Lima, por lo que el JNE ha exigido la presentación de sus licencias.
Según informó José Boza, coordinador de FxC, los concejales ya cuentan con sus licencias sin goce de haber para que puedan participar en los próximos comicios electorales, por lo que harán la entrega respectiva de los documentos.
Fuente: Jurado Nacional de Elecciones.
Patria Roja y otros radicales
Por Héctor Villalobos- Diario El Comercio
El abogado Juan Manuel Velarde explicó que su renuncia a Fuerza Social, ocurrida en mayo, se dio porque no estaba de acuerdo con el manejo de la gestión edilicia. “No era una gestión eficaz. Los resultados se han visto en la revocación del 17 de marzo”. Aclaró que sus discrepancias vienen de antes de la revocación, pero como personero no podía renunciar en plena campaña.
El otro motivo de su salida fue “el acercamiento con posiciones de izquierda radical” que no comparte, como el MAS de Gregorio Santos y Tierra y Dignidad, que participan en la gestión municipal. “Dentro de Fuerza Social hay gente que está disconforme y descontenta y está planteando elecciones de una nueva junta directiva para setiembre”.
Velarde consideró que la lista oficialista, que postulará con el logo de Tierra y Dignidad, tiene pocas opciones de ganar en Lima y probablemente no colocará un solo regidor, ya que ese partido está asociado con las protestas anti-Conga y su rechazo a la inversión privada.
Ante este escenario, vaticinó que la alcaldesa de Lima, Susana Villarán, perderá la mayoría que tiene en el concejo y se quedará con un solo regidor. “Espero que los partidos que obtengan las regidurías tengan un comportamiento ecuánime”, sostuvo.
Aclaró también que la lista oficialista no podrá participar con la denominación de Frente por la Ciudad, como se vienen promocionando, pues ya se venció el plazo legal para hacer el cambio de nombre.
Velarde dijo que otros militantes que se fueron descontentos de Fuerza Social postularán como invitados en la lista del Partido Humanista, pero que su objetivo es formar una nueva agrupación política que se llamará Izquierda Liberal.
La izquierda moderna
Por Carlos Meléndez
El crecimiento accidental en la intención del voto limeño por Susana Villarán ha traído al debate la relevancia de una opción política que dicha candidata presenta como “izquierda moderna”. Sin embargo, si uno revisa sus declaraciones y propuestas, e identifica a sus propulsores, se encuentra con la triste realidad de que abundan más los rezagos del pasado, y que la supuesta modernidad es de utilería. En su afán por llamar la atención de los pobres (ahí donde no pasa del 5%), Villarán predica la insistencia en un programa social caduco (Vaso de Leche) que ha generado corrupción antes que niños sanos. Su aproximación a los sectores D y E es digna de monjas caritativas o de tías del Golf que lavan sus culpas ensuciándose los zapatos en los arenales. Sus visitas de médico a los comedores populares conmueven tanto como Boloña durmiendo entre esteras.
Su alianza con sectores fundamentalistas no le permite mirar adelante. ¿Quién le dijo que la izquierda tenía que unirse, cuando lo que se necesita es zanjar de una vez con los errores de sus autodenominadas “viejas glorias” que nunca cambiarán? ¿Quién dice tener un discurso basado en la honestidad pactando con quienes controlan las argollas de la Derrama Magisterial y obstruyen la transparencia en la gestión pública? (A ver, que Patria Roja maneje el presupuesto participativo de Lima). Además, la supuesta renovación de cuadros es falaz, porque esas “jóvenes promesas” son en realidad chiquiviejos-manos-blancas que creen que ser de izquierda es tutear a su empleada (que no tiene seguro social) y vestirse con look novoandino.
El país necesita una izquierda realmente moderna, popular en serio (ni paternalista, ni obligada por el “affirmative action”), que se acerque a los barrios con horizontalidad (no como policía femenina ni promotora de ONG feminista); que deje a un lado el inútil discurso del emergente (que sólo sirve para pedir plata a la cooperación-small-is-beautiful); que no se pierda en disquisiciones del siglo pasado (¿Fidel o no Fidel?); que se libere tanto de post-violentistas como de socialconfusos; que deje el discurso participativo ingenuo (¿qué es eso que tan ligeramente consideras “pueblo”?); que cimiente una ciudadanía liberal (deja de llamar “pobladores” a la gente de D y E y “ciudadanos” a tus amigos que te acompañan en tus marchitas); que sepa interpretar el capitalismo contemporáneo (ya olvídate del rollo soso de la Economía Solidaria, que sólo sirve para que Mocha vaya a Brasil a florear a Boaventura Dos Santos); que se acerque al mercado amparado en la legalidad de las instituciones (¿alguien de tus patas ha abierto una microempresa exitosa? No vale convertir tu casa en centro cultural para que tus amigos escuchen jazz); que respete los derechos pero también ponga orden (¿o es que el orden es monopolio de la derecha?).
El país no necesita un remake de Izquierda Unida, sino una izquierda inédita. Quisiera una izquierda que rompa con sus argollas, que divida, que sincere. “Soy una Bachelet”, dice Villarán, cuando en todo caso habría que escuchar a Enríquez-Ominami (“Somos una generación post Guerra Fría, donde la democracia y la economía mixta son las premisas”). Una izquierda joven a la que no se le pueda echar en cara ningún roche. Eso no es Fuerza Social por ningún lado, que lo único de “moderno” que tiene son las confesiones nostálgicas de aficionados a la marihuana.

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