Giulio Rocca, mártir misionero laico en el Perú

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Giulio Rocca

Giulio Rocca, nació en Isolaccia (Italia) el 30 de marzo de 1962. Se había enrolado en una aventura de generosidad, la Operación Mato Grosso, guiada por la espiritualidad de San Juan Bosco.
Fue asesinado en la Parroquia de Jangas (Ancash- Perú) el primero de octubre de 1992, cuando realizaba su actividad evangelizadora a favor de los pobres de la zona.
En la noche de ese día llegaron terroristas del grupo armado Sendero Luminoso a la Parroquia, en la que ofrecía su ayuda voluntaria, y donde sólo se hallaban mujeres y niñas.
Los terroristas comenzaron a adoctrinarlas sobre los motivos de su lucha y su «táctica de baja intensidad», según cuenta Micaela, voluntaria italiana que también colaboraba con la Parroquia junto a su esposo.
Describe así esta estrategia: «homicidios en cadena espaciados y con objetivos concretos, realizados por personas generalmente muy jóvenes, entre 20-25 años, ignorantes y vacíos como pocos, que sólo han aprendido de memoria palabras como revolución, tomar el poder, guerra popular, despertar de las conciencias para combatir los abusos, ¡violencia!».
Al ver sólo a mujeres, los terroristas se enfadaron mucho y comenzaron a robar todo lo que encontraban.
En ese momento llegó Giulio con otra voluntaria. Giulio estaba convencido de que «podía detener esta locura del terrorismo. Estaba demasiado convencido del camino inverso: la caridad, la bondad, la conversión personal, el camino de Jesús, la verdadera revolución en favor del hombre, de cada hombre», relata Micaela.
Después de un intercambio de palabras, se llevaron a Giulio a pesar de su resistencia. Lo encontraron hacia las tres de la madrugada, con un tiro, abandonado en la carretera.
Giulio había escrito dos días antes al obispo comunicándole su decisión de ser sacerdote en la diócesis de Huaraz.
Monseñor José Ramón Gurruchaga, entonces obispo de Huaraz, dijo en la eucaristía tras su muerte: «Su aspiración final fue responder a Jesús que lo llamaba insistentemente. Lo miró, lo amó, y Giulio lo percibió. Tu obispo tenía ya preparado el puesto en la diócesis, pero… ¿quien se decidirá en su lugar? El puesto está vacío. Queda su gesto. Su corazón palpita. Vive resucitado en Dios amor».

Fuente: Agencia de Noticias Zenit e Informe de la Comisión de la Verdad.

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