Archivo de la categoría: Espiritualidad

El samurai con la cruz

[Visto: 868 veces]

Por Sandro Magister
Un samurai que lleva la cruz no es una imagen habitual. Pero también hubo samurais entre los 188 mártires japoneses del siglo XVII que fueron proclamados beatos en Nagasaki. Había nobles, había cuatro sacerdotes y un religioso. Pero la mayor parte fueron cristianos comunes: campesinos, mujeres, jóvenes menores de veinte años, niños pequeños y familias enteras. Todos asesinados por no haber renunciado a su fe cristiana. 
La beatificación “del padre Pedro Kibe y de sus 187 compañeros” –como dice en el título de la ceremonia– es la primera que se celebró en Japón. Los nuevos beatos fueron agregaron a los 42 santos y a los 395 beatos japoneses, todos mártires, ya elevados a los altares desde Pío IX en adelante. 
Los nuevos beatos fueron martirizados entre el 1603 y el 1639. En esa época se contaban en Japón cerca de 300 mil católicos, evangelizados primero por los jesuitas, con san Francisco Javier, y luego también por los franciscanos. 
Luego del inicial florecimiento del cristianismo hubo persecuciones terribles. Muchos fueron asesinados con inaudita crueldad que no se detuvo ante mujeres y niños. Más que por los asesinatos, la comunidad católica fue esquilmada por temor. Sin embargo, no fue aniquilada. Una parte se refugió en la clandestinidad y mantuvo viva la fe, transmitiéndola de los padres a los hijos durante dos siglos, pese a no contar con obispos y sacerdotes ni sacramentos. Se cuenta que el viernes santo de 1865 diez mil de estos “kakure kirisitan”, cristianos ocultos, salieron de los poblados y se presentaron en Nagasaki a los sorprendidos misioneros que poco antes habían logrado ingresar nuevamente a Japón. 
Al igual que tres siglos antes, en los primeros años del siglo XX Nagasaki volvió a ser la ciudad con más fuerte presencia católica en Japón. En vísperas de la segunda guerra mundial, dos de cada tres católicos japoneses vivían en Nagasaki. Pero en 1945 sufrieron un nuevo y terrible exterminio. Esta vez no por una persecución, sino por la bomba atómica que fue lanzada justamente sobre su ciudad. 
Hoy, los católicos japoneses son poco más de medio millón de feligreses. Una pequeña porción, si se la compara con una población de 126 millones de habitantes. Pero respetados e influyentes, gracias también a una densa red de escuelas y universidades. Y si a los japoneses de nacimiento se suman los inmigrantes de otros países de Asia, el número de los católicos se duplica y supera el millón. 
“Pero no creo que el criterio de las estadísticas sea el mejor para juzgar el valor de una Iglesia”, ha dicho el cardenal Pedro Seichi Shirayanagi, arzobispo emérito de Tokio, en una entrevista publicada en “Asia News”, en vísperas de la beatificación de los 188 mártires. 
La cuestión de la difícil penetración del catolicismo, no sólo en Japón sino en toda Asia, es un problema que preocupa desde hace mucho tiempo a la Iglesia. 
Entre los jesuitas, por ejemplo, al día siguiente de la segunda guerra mundial, existía la convicción que Japón era terreno fértil para una gran expansión misionera. Por eso enviaron a ese país personas de primer nivel. El actual superior general de la Compañía de Jesús, Adolfo Nicolás, de 71 años de edad, ha vivido en Extremo Oriente desde 1964, preferentemente en Tokio, como profesor de teología en la Universidad Sofía, como provincial de los jesuitas de Japón y por último, entre 2004 y 2007, como moderador de la Conferencia de los Jesuitas de Asia Oriental y Oceanía. Además de español, italiano, inglés y francés, él habla habitualmente el japonés. También el padre Pedro Arrupe, general de los jesuitas entre 1965 y 1983, pasó muchos años en Japón. También el padre Giuseppe Pittau, quien fue regente de la Compañía. 
De todos modos, la beatificación de 188 mártires ha llamado la atención de todo Japón sobre la presencia en ese país de esa “pequeña grey” que es la Iglesia Católica. La experiencia de su martirio por la fe en Cristo ha sido conocida por un público muy amplio. Se trata de una experiencia que en muchos aspectos recuerda las Actas de los Mártires de los primeros siglos cristianos, en la Roma imperial. 
“Semen est sanguis christianorum”, la sangre de los mártires es una semilla eficaz, escribió Tertuliano en los comienzos del siglo III. Aquí, inmediatamente a continuación, veremos cómo un misionero del Pontificio Instituto de las Misiones Extranjeras, el padre Mark Tardiff, ha vinculado el martirio de los 188 nuevos beatos japoneses con el de los mártires del cristianismo primitivo, en una nota escrita para “Asia News”: 
Como los mártires de los primeros siglos 
Por Mark Tardiff 
Las historias de los mártires japoneses que han sido beatificados el 24 de noviembre remiten a un período de 400 años atrás. Pero al leer sus historias parece que nos remitiéramos todavía más atrás, a las Actas de los Mártires de la Iglesia primitiva. 
El samurai Zaisho Shichiemon fue bautizado el 22 de julio de 1608. Tomó el nombre de León, el del gran Papa que detuvo las invasiones de los bárbaros. Pero su historia está mucho más cercana al recorrido de san Justino, el filósofo del siglo II que luego de haber encontrado en Cristo la Verdad, no quiso negarla más y murió mártir. Hangou Mitsuhisa, el señor feudal bajo el cual servía Zaisho, había prohibido a los suyos convertirse al cristianismo. El sacerdote al que Zaisho pidió el bautismo se lo hizo presente, recordándole que él podría ser castigado o inclusive asesinado. “Lo sé –respondió él- pero he comprendido que la salvación está en la enseñanza de Jesús, y nadie podrá separarme de Él”. 
Como en el caso de muchos mártires, no se trataba sólo de una convicción intelectual, sino de un vínculo místico. Un día, Zaisho confesó a su amigo: “No comprendo cómo, pero ahora me descubro siempre pensando en Dios”. Arrestado, se le ordenó que renunciara a la fe. Su respuesta fue: “En cualquier otra cosa yo obedeceré, pero no puedo aceptar ninguna orden que se oponga a mi salvación eterna”. En la mañana del 17 de noviembre de 1608, cuatro meses después de haber sido bautizado, fue ajusticiado en la calle, frente a su casa. 
San Francisco Javier llegó a Japón en 1549, iniciando la predicación de Cristo en el país del sol naciente. Luego de 60 años, el Shogun, el jefe militar de Japón, desencadenó una persecución contra la joven Iglesia, persecución que puede rivalizar en furia con la del emperador Dioclesano, en los comienzos del siglo IV. Mujeres y niños fueron detenidos en el torbellino. Sus historias recuerdan las de Perpetua y Felicidad, o la de santa Inés. 
El 9 de diciembre de 1603, Inés Takeda, asistió a la decapitación de su esposo. Llena de reverencia y amor, recogió su cabeza y la apretó contra su pecho. Las crónicas dicen que ante esa visión, se conmovió no sólo la multitud sino inclusive los verdugos. La separación de la pareja fue breve, porque Inés fue martirizada poco después, el mismo día. 
En 1619, Tecla Hashimoto, quien esperaba su cuarto hijo, fue atada a una cruz junto a las otras hijas, de las cuales una tenía solamente 3 años, y todas fueron quemadas vivas. Mientras las llamas se alzaban en torno a ellas, su hija de 13 años gritó: “¡Mamá, ya no logro ver nada!”. La madre respondió: “No temas. Dentro de poco verás todo con claridad”. 
El Padre Pedro Kibe, que da el título litúrgico a este grupo de mártires, tiene una historia venturosa, que recuerda a la de san Cipriano. Como seminarista, en 1614 fue exiliado a Macao, como todos los misioneros extranjeros presentes en Japón. Su ardiente deseo fue el de ordenarse sacerdote y volver a su pueblo. Así, en 1618 abordó una nave y dejó Macao, para llegar a Goa, en India. Desde allí viajó solo, atravesando lo que hoy es Pakistán, Irán, Irak, Jordania, e inclusive llegó a Tierra Santa. Luego de una visita a los lugares santos, en 1620 llegó a Roma. Ordenado sacerdote, se preparó para volver a Japón. Pero entre tanto, el Shogun había cerrado el ingreso en el país a todos, con la excepción de algunos pocos holandeses estrictamente seleccionados. 
No obstante ello, el Padre Pedro logró ingresar en forma secreta en Japón, viviendo clandestinamente y celebrando los sacramentos con los cristianos ocultos. En 1633 salió de las montañas. Luego de esto el padre Pedro se desplazó hacia el nordeste de Honshu, la mayor isla de Japón. La policía logró capturarlo en 1639 y lo trasladó a Edo, la actual Tokyo, donde para que renunciara a su fe fue torturado con crueldad, y por último fue ultimado. 
En los mártires japoneses del siglo XVII y en los de los primeros siglos brilla el poder mismo de Cristo: hay en ellos la misma conciencia clara, la misma convicción indoblegable para negarse a renunciar a su fe, el mismo espíritu de alegría en medio de los sufrimientos crueles, la misma fuerza sobrehumana, signo que Otro sufría en ellos. Los tormentos y la muerte no los han arrollado. Ellos han sido asesinados, pero han vencido. 

María Madre de Dios

[Visto: 959 veces]

Asuncion de Maria

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
¿Se imaginan ustedes a Jesús como un hombre violento, angustiado, incendiario? Sin duda que no. Y ciertamente no es eso lo que se deduce de los evangelios en su conjunto. Ni nos parece que esas palabras, aunque sí las dijo, tengan en él el sentido que tienen en los fanáticos, desquiciados y agitadores. Pero tampoco vayamos a desvirtuar del todo lo que Jesús quiso decir y dijo.
Dijo: “No he venido a traer la paz a la tierra, sino la división…He venido a prender fuego sobre la tierra, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo (su pasión y muerte), ¡y qué angustia hasta que se cumpla!…” Son frases que Jesús dijo (Lc 12, 49-53), que están ahí, que expresan su pasión por el Reino de su Padre Dios,  que responden a lo que fue profetizado sobre El cuando aún era un bebe: “este niño traerá a la gente caída o resurrección (Lc 2,34). Y que encierran lo que El tantas veces vivió y pidió vivir a sus discípulos: parrusía o coraje apostólico
Son frases que deben inquietarnos y llevarnos a revisar nuestro estilo de ser y de vivir como cristianos. “Si el Reino de Dios ha de venir por la violencia  -una violencia que no es creación suya- , ¡que venga el reino! Si lo violento de este mundo ha de salir siempre con la suya, entonces no se podrá hacer nunca nada bueno. Y si los buenos han de ser disuadidos de hacer el bien porque esto provoca violencia, entonces el mal habrá triunfado para siempre”. (Padre Vawter CM) ¡Que venga el Reino, aunque quienes no lo quieren se opongan! La no violencia activa es parte del Evangelio, y la recomendó Jesús (Mt 5,38-42. Lc 6,27-30)
Me pregunto si como cristianos no nos hemos ablandado y edulcorado y achatado un tanto. Si no nos hemos acomodado y contemporizado demasiado según el mundo. Si no nos hemos quedado, dice el Señor, encarando a los buenos que no son astutos y valientes para el bien como sí son los malos para el mal (Lc 16,8). Y si no nos falta garra, pasión, violencia interior y hacia fuera. Sólo los violentos conquistarán el cielo, dice el Señor (Mt. 11,12).
Lo que Jesús nos dice por Lucas no podemos interpretarlo sólo figurativamente  -(como si el fuego del que habla es el fuego del amor, etc.), ni tampoco sólo como resultado de la provocación que origina Jesús con su modo de vida y su pasión por el bien y la verdad  (en cuanto que El resulta “piedra de tropiezo”).
Lo que Jesús dice hay que entenderlo desde su vida de luchador, en lucha contra el mal hasta la muerte. Una vez más, la clave para entender lo que dicen sus labios es su vida. Hay que entenderlo también desde la invitación que nos hace a beber su cáliz y a ser bautizados con su bautismo de muerte (Mc 10,38). O desde la que hizo a los hijos del trueno (Santiago y Juan). ¡Lo haremos dijeron ellos…! y lo hicieron. Pero en general, hoy en día, son muy pocos los cristianos que están dispuestos a ello, a “poner su carne en el asador” ¿Estaremos dispuestos nosotros?
La Asunción de María a los cielos
María está en persona (en cuerpo y alma) en el cielo. Jesús le dio este regalo (Privilegio)  y la Iglesia lo reconoce y proclama (Dogma).
Proclamación del Dogma: miércoles 1º de Noviembre de 1950, Fiesta de todos los Santos, por el Papa Pío XII proclamó el Dogma de la Asunción de María. “Proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado: Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre virgen María, cumplido el curso de su vida en la tierra, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo”…Y sigue la fundamentación bíblica, teológica, de creencia de los Padres de la Iglesia y de la fe del Pueblo de Dios (expresada en el culto, el arte, la literatura). La Iglesia no hizo sino proclamar como de Fe lo que hasta entonces era la creencia del Puelo de Dios. 
Por qué: Fue el merecido regalo que Jesús quiso dar a su querida madre en premio a su entrega fiel y total a Dios, ella que fue excepcional hija del Padre, madre del Hijo y convivium (mejor que templo) del Espíritu Santo.
La concebida sin pecado original fue también asunta al cielo sin corrupción mortal. Una vez declarado el Dogma de su Inmaculada Concepción (8.12.1854), era lógica la Declaración del Dogma de la Asunción (1950)
Falta ahora la proclamación de María como Reina del Universo, se dijo por muchos (obispos, teólogos, laicos), cuando se hubo concretado el dogma de la Asunción de María. Por de pronto y como una consecuencia del dogma proclamado, Pío XII estableció la Fiesta de Santa María Reina, que celebramos cada año el 22 de agosto.
¿Dónde y cómo fue María asunta a la gloria del cielo? En Éfeso o en Jerusalem ¿Quiénes la vieron? ¿Fue asunta aún con vida (dormición) o después de haber muerto (como un cerrar y abrir de ojos)? Excepcional en todo, María lo fue también en su tránsito de este mundo.
Estas y otras muchas preguntas, la Iglesia las obvió en su declaración dogmática. Simplemente dijo que “fue asunta en cuerpo y alma a la gloria del cielo”, dejando a los estudiosos la tarea investigar qué pasó y cómo fue… Lo que el Papa definió es suficiente para mostrarnos el triunfo actual de María y, consecuentemente, el triunfo de la Iglesia y nuestro triunfo de cristianos al final de los tiempos.
Con su asunción a la gloria del Padre, María nos muestra nuestro destino final y el camino para lograrlo. Es por ello que la felicitamos y nos felicitamos mientras nos proponemos imitar sus virtudes, es decir, vivir como ella para alcanzar lo que ella alcanzó.
¿Qué hace María en el cielo? De Jesús se dice que subió a los cielos y está sentado a la derecha del Padre, lo que quiere decir que el Padre le dio todo poder y gloria en el cielo y en la tierra… Algo parecido le pasó a María y eso es lo que significa que fue subida a la gloria del cielo…para estar sentada a la derecha de Jesús, como Reina. (Más que seguro que Jesús pensaba en ella cuando, en respuesta a la madre de los Boanerges, le dijo que el Padre ya había determinado quién habría de sentarse a su derecha en el Reino de Dios (Mt 20,21): su querida madre María).
Sin duda ella vive gozosa en Dios y con Dios, dichosa de la gloria de su divino Hijo, la que comparte, al mismo tiempo que está envuelta en sol, con la luna bajo sus pies y en la cabeza una corona de doce estrellas, como la describe Juan en el Apocalipsis (12, 2+), para significar su inmensa grandeza.
Pero esto no la impide estar activamente presente con Jesús en la Iglesia y en el mundo (Mt 28, 20). Intercediendo por nosotros sus hijos, apareciéndosenos a lo largo y ancho de la historia y del mundo (como manifestación de su maternal solicitud en favor nuestro), convocando-acompañando-cuidando y protegiendo a cada uno de sus hijos, como lo dijera ella misma en sus apariciones a Santa Catalina Labouré (Paris, 1830)., Que cada uno de nosotros pueda sentir esa compañía, cuidado y protección.
Tres (3) cosas que nos corresponde hacer.
Felicitarla por su triunfo. Es lo primero que nos nace hacer: felicitarla y aclamarla y batir palmas…, por su triunfo, que es nuestro triunfo (como miembro de la raza humana y como anticipo de lo que nos espera). Unirnos, en la felicitación, al Pueblo de Dios, que se honra dando el nombre de Asunción a personas, templos, instituciones y ciudades; a la iglesia que eleva a solemnidad su liturgia; al arte, que la eterniza en sus expresiones de poesía, escultura y sobre todo pintura; a la teología que profundiza bellamente sus argumentos en favor de la asunción de esta mujer al cielo. Y de su coronación acto seguido como Reina y Señora de todo lo creado (incluidos los ángeles). Cómo no felicitarla si Dios, su Padre, Jesucristo, su Hijo, y el Espíritu Santo, su convivium, la premian llevándosela al cielo
Hacerla nuestra amiga. Porque sería ilógico felicitarla por su gran triunfo y no sentirse honrado por su amistad. Ella es ciertamente nuestra madre, por voluntad del Hijo (Jn 19, 26) y deseo de María. Y esto es lo máximo que nos pudo pasar. Pero, como en la familia, es bueno que a la madre la sintamos amiga, una “mamá amiga”. Justamente lo que María es y quiere ser. Inspirándonos confianza con respeto, cercanía, trato cordial. Y mostrándose maternal y solícita, presta a ayudar. Es como se aparece a sus hijos. Siempre, pero en especial desde sus apariciones de 1830 en Paris, esa es su actitud. Llena de amor. Haciendo suyas nuestras tribulaciones y preocupaciones, animándonos y asegurándonos grandes gracias si llevamos su Medalla. “Ven con nosotros al caminar…”, cantamos, pero, si ponemos atención, escucharemos que María nos dice: yo siempre voy con ustedes. Lo que hace falta es que ustedes quieran venir conmigo.
Acompañarla en su camino al cielo. Asidos de su mano amiga, pues ella sabe cómo se llega allí. Y quiere tenernos allí. Los teólogos dicen que María es figura o tipo de la iglesia, que es algo distinto a ser modelo o paradigma. Quieren decir que lo que la iglesia tiene que hacer y vivir, es lo que María ya hizo y vivió. Y que a donde ella tiene que llegar es a donde María ya llegó. Esto vale también para nosotros. Como vale para nosotros el viejo dicho que salvó a tantos, haciéndolos al mismo tiempo devotos de María: “Mira al cielo e invoca a María”. Si quieres ir al cielo invoca a María: invócala, imítala y dala a conocer.

Carta del Cardenal Rubiano al padre Alfonso Llano SJ

[Visto: 758 veces]

Llano SJ

Estimado Padre: Reciba mi cordial saludo en el Señor. Muy atentamente le pido rectificar las afirmaciones que hace en su artículo publicado en El Tiempo, en su columna Un Alto en el Camino, el domingo 13 de abril de 2003, ‘Papá: ¿qué es Semana Santa?’ Usted escribe: “Dios siempre ha venido en busca de hombres y mujeres que le ayuden a realizar sus planes de perdón y dignificación de cada ser humano” y enseguida continúa con esta afirmación: “Encontró en Jesús de Nazaret, el hijo de María y José, al hombre según su corazón? Jesús fue un hombre común y corriente. Un hombre como tú y yo. Pero fue un hombre lleno de fe en Dios, su Padre, y de un infinito amor a los pecadores” y más adelante añade, “Dios resucitó a Jesús, lo glorificó, dicho metafóricamente, ‘lo sentó a su derecha’, vale decir, lo hizo igual a sí, Hijo de Dios?”.
Una vez más, sobre temas de la fe cristiana, que tienen que ser expresados en términos adecuados para todos los lectores, tengo que llamarle la atención como su “Obispo”, “el Pueblo de Dios tiene derecho a recibir el mensaje de la Iglesia en su pureza e integridad y por consiguiente, a no ser desconcertado por una opinión particular?” (Instrucción Vocación Eclesial del Teólogo, Doctrina de la Fe). Ya en otras ocasiones le he advertido que debe tener cuidado y discernimiento al escribir, para no apartarse de la Doctrina de la Iglesia. Nuevamente le tengo que recordar que la fe católica se fundamenta sobre la Sagrada Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia. No podemos sembrar dudas ni errores sobre la Encarnación del Hijo de Dios, Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre; sobre su resurrección y la Virginidad maternal de María, madre de Jesucristo y “siempre Virgen”.

San Pablo nos enseña que Jesucristo, “el cual, siendo de condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios, al contrario se despojó de sí mismo tomando la condición de Siervo, haciéndose semejante a los hombres? y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de Cruz. Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús, toda rodilla se doble, en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Cristo Jesús es el SEÑOR, para gloria de Dios Padre” (Flp. 2, 6-11) Debemos proclamar con fe firme que Jesús de Nazaret, hijo de María, y solamente Él es el Verbo, Hijo del Padre, que se hizo hombre, por obra y gracia del Espíritu Santo. “En el principio era el Verbo? y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios?”, “y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros” (Jn.1, 1.14), esta formulación de la fe católica, no es de ninguna manera materia discutible, es un dogma de fe. Jesucristo es el Hijo de Dios “de la misma naturaleza que el Padre”.
La profesión de fe católica, definida en los Concilios de Nicea I y de Constantinopla I, sobre Jesucristo, está expresada en el Credo “Creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo Único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios Verdadero de Dios Verdadero, Engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado, en tiempos de Poncio Pilato, padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos y su Reino no tendrá fin?” Si nos apartamos de esta profesión de fe, caemos, no solamente en el error sino también en la herejía. “Nadie puede decir ‘Jesús es Señor’ sino por el Espíritu Santo” (1ª.Cor.12,3b.).
Pidamos al Espíritu Santo que nos ilumine con sus dones y que fortalezca nuestra fe. El Concilio Vaticano II en la Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo Actual (Gaudium et Spes) también enseña: “El Verbo de Dios, por quien todo fue hecho se encarnó para que, Hombre perfecto, salvara a todos y recapitulara todas las cosas”. Y el Papa Juan Pablo II, explícitamente declaró, que es contrario a la fe cristiana separar el Verbo, la segunda persona de la Santísima Trinidad, y Jesucristo, Él es el Verbo encarnado, verdadero Dios y verdadero Hombre. Por último, quiero reafirmarle Padre Llano, cuando se refiere a la “autoridad magisterial”, que la divinidad de Jesucristo, la Encarnación del Verbo y la Resurrección no son “algunos puntos de vista, referentes a formulaciones de la fe, que son discutibles entre los teólogos”, como Usted lo ha escrito para su columna de El Tiempo del próximo domingo, en el día de la Resurrección del Señor, y se pregunta, ¿Por qué sigo siendo católico? En la oración lo encomiendo al Señor, verdadero Dios y verdadero Hombre y a la Santísima Virgen María, la siempre Virgen. Con sentimientos de consideración, me suscribo, Afectísimo en Cristo, + Pedro Cardenal Rubiano Sáenz Arzobispo de Bogotá

Reino de Dios

[Visto: 991 veces]

Santo Evangelio

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
Teniendo el Reino de Dios, que el Padre nos ha dado, ¿qué más necesitamos? Es lo que Jesús nos dice al comienzo del evangelio de hoy (Lc 12, 32-48). Jesús llama cariñosamente “pequeño rebaño”  al grupo de sus discípulos, pues los ve (nos ve) como un rebaño pequeño e indefenso ante  el mundo. Pero no tienen (no tenemos) por qué temer. Hay que temer sólo a quien tiene poder para echar al infierno, no a los que sólo matan el cuerpo y después ya no pueden hacer nada más… (Lc 12, 4-5). Por el contrario, tienen (tenemos) que estar animosos, pues al Padre Dios le ha parecido bien darnos su  Reino. ¿Qué más necesitan?, dice Jesús y añade: Vendan sus bienes y den limosnas…
Lo que sigue en el evangelio tiene que ver con este Reino, que el Padre nos ha dado. El primer párrafo (Lc 12, 33-34) aclara lo de la primacía del Reino de Dios: es lo máximo, pero no nos pide que nos quedemos sin nada, como hizo aquella primera comunidad de Jerusalem (Hech 2,44 s), que después lo pasó tan mal. El párrafo cierra con una frase que debe hacernos pensar: donde tienes tu tesoro, allí está tu corazón, (= dime lo que amas y te diré quién eres). Vienen después tres parábolas que nos describen nuestra actitud para con el Reino. La parábola de la boda (Lc 12, 35-38)  nos invita a vivir en activa espera; la del ladrón (Lc 12, 39-40), a no dejar que nos arrebaten el Reino; y la del administrador (Lc 12, 42-48), a cuidar las personas y cosas con fidelidad y solicitud.
Con matices distintos (estar alertas, preparados, y ser solícitos y fieles), las tres parábolas son una exhortación a la vigilancia ante lo imprevisible. La espera activa que Jesús nos pide, implica estar siempre vigilantes y constructivos, para que cuando el Señor venga nos encuentre “despiertos”.  ¡Cuán lejos de la actitud de quienes simplemente se sientan a esperar, a ver cuándo el Reino de Dios llega! Lo que se nos pide es: apresurar y hasta anticipar su venida, haciendo que los valores del Reino (paz, unión, amor, bienestar, libertad…), sean ya una realidad, aquí y ahora.
Sin duda, la parábola del administrador fiel y solícito es la más elaborada y, de alguna manera incluye a las dos primeras. Huelga comentarla, pero sí les invito a releer sus dos conclusiones (Lc 12, 47 y 48), de las cuales copio la última: a quien se le dio mucho se le exigirá mucho; y a quien se le encomendó mucho se le pedirá mucho más. Es cierto, pero también lo es que recibirá un gran reconocimiento y premio (Mt 15, 21).

Cardenal Kung

Song Wanjun
La policía china necesitó movilizar a diez agentes para detener a un cura pacífico y desarmado, el padre Song Wanjun, que conducía su auto a las 4 de la madrugada el pasado 7 de agosto en el distrito de Qiaodong, al norte del país, donde hay más población católica y donde se dan más detenciones de clérigos católicos.
El exagerado dispositivo de la policía china para capturar a un hombre desarmado y nada peligroso probablemente se debe a que ya antes este sacerdote se les había escapado en anteriores intentos por detenerle.
Escapar del control estatal
El padre Song Wanjun pertenece a la diócesis de Xiwanzi, pero no al clero registrado en la asociación patriótica (controlada por el partido único) sino que es un sacerdote no oficial o clandestino, es decir, fiel al Papa y sin control estatal.
El padre Song Wanjun, de 39 años, fue ordenado sacerdote hace 11 años. Según explica la agencia AsiaNews, durante años llevó a cabo su misión pastoral en la provincia de Zhangbei, aunque sus superiores después le habían asignado durante un tiempo en la de Chongli.
La noticia de su arresto fue confirmado por la Fundación Cardenal Kung, con sede en los Estados Unidos, especializada en el apoyo a los católicos perseguidos por el régimen chino.
No se sabe dónde está retenido el padre Wanjun ni de qué se le acusa en concreto.
Persecución en el norte de China
En los últimos años, el gobierno chino ha golpeado con fuerza a los católicos del norte de China. Muchos sacerdotes y obispos han sido arrestados o puestos bajo arresto domiciliario, y obligados a someterse a “sesiones de estudio” para convencerlos de que se unan a la asociación patriótica “católica”, controlada por el Partido.
AsiaNews recuerda algunos casos recientes:
– el obispo Yao Ling, arrestado hasta su fallecimiento
– el padre Li Huisheng, condenado a 7 años de prisión
– el padre Wang Zhong, condenado a 3 años
– el obispo James Su Zhimin, anciano de casi 82 ​​años, obispo de Baoding (Hebei), arrestado por la policía el 8 de octubre de 1997. Nadie sabe de qué se le acusa, o si se ha producido un proceso, ni su lugar de detención. Unos parientes le vieron por última vez en 2003.
– el obispo Cosme Shi Enxiang, anciano de 92 años, obispo de Yixian (Hebei), detenido el 13 de abril de 2001 y del que la Policía china no da noticia alguna.
Miles de católicos clandestinos
La zona de Hebei tiene una fuerte presencia católica. Se calcula que tan solo en la diócesis de Baoding hay al menos 50,000 católicos clandestinos, pastoreados por 120 sacerdotes (entre “oficiales” y “subterráneos”).
Según fuentes de la Agencia Fides, en los últimos 20 años por lo menos 20 sacerdotes católicos de la resistencia zona de Zhangjiakou (Hebei), en la diócesis de Xuanhua y Xiwanzi, fueron torturados y o duramente presionados para “persuadirlos” de unirse a la iglesia “patriótica”, controlada por las autoridades civiles.
Fuente: Asia News.

Herencia espiritual

[Visto: 1499 veces]

Herencia espiritual

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
Cómo actuar frente a los problemas de la vida y cómo comportarse en tiempos de bonanza, es lo que nos enseña el evangelio de hoy (Lc 12,13-21). Y nos lo enseña mediante dos ejemplos tan actuales hoy como en tiempos de Jesús, y que, aunque no lo parezca, están interrelacionados. El primero es un pleito entre hermanos por causa de una herencia, pleito en el que Jesús no desea intervenir. El segundo es una parábola sobre un hacendado que se hace millonario por un golpe de suerte (una buena cosecha). En la parábola Jesús habla del buen uso que hay hacer de la riqueza y de cómo el dinero no es lo principal en la vida.  De paso da a los hermanos en pleito las pautas para resolver ellos mismos su problema: huir de toda codicia, que desdice de la condición humana y tener en cuenta que el ser (la vida) es superior al tener (la vida no se compra con dinero).
En ambos casos, el consejo de Jesús apunta a algo muy importante: es un necio quien atesora riquezas materiales para sí y no se enriquece en orden a Dios (Lc 12, 20-21). Es decir, realizándose como persona, ayudando y promoviendo al prójimo en necesidad, colaborando al bien común y poniendo cuanto tiene al servicio de la causa de Dios. Como dice Jesús en otra parte, es la manera evangélica de atesorar para el cielo.
¿Quién me ha nombrado juez o árbitro entre ustedes?, es la respuesta de Jesús a quien le pide que diga a su hermano que reparta la herencia con él. Me pregunto cómo se habrá sentido aquel hombre ante esta respuesta. Y pienso en cómo nos sentimos nosotros cuando pedimos algo al Señor, y parece no responder. Lo que Jesús dijo, su actitud frente al problema, arroja luces sobre millones de situaciones parecidas. Simplemente no se siente obligado a tomar parte directa en la solución de problemas parecidos.  Y esto porque nos ha dado y tenemos o debiéramos tener los recursos y talentos suficientes para resolver por nosotros mismos esos problemas y situaciones.
No es razonable que pidamos milagros para resolver las cosas que nosotros, como individuos, familia y sociedad, previniendo y esforzándonos, podemos resolver. Es aplicable a muchas de nuestras peticiones el caso del estudiante flojo que, a la hora de los exámenes, pide a Dios que le ayude a salir bien cuando durante todo el año lo pasó holgazaneando. Es también el caso de la mayor parte de nuestros problemas legales, como el del pleito del evangelio, o de salud, laborales (los sin trabajos y los explotados), de educación, de vivienda, etc.  Olvidamos que Dios y Jesús  no son un deus ex maquina, es decir componedores de entuertos o unos arréglalo todo.
 Claro que hay que acudir a Dios pidiendo su ayuda, pero sólo en aquellas cosas que exceden nuestras posibilidades presentes o se trata de emergencias humanamente imprevisibles o insolubles. Para el resto y como dije, Dios nos ha dado los recursos y los talentos suficientes para realizarnos como personas, para convivir civilizadamente en sociedad y para transformar racionalmente el mundo.

Medalla de Honor para monseñor Molloy

[Visto: 1554 veces]

William Molloy

El Congreso de la República de Perú ha concedido la Medalla de Honor, en el grado de Caballero, al Obispo Emérito de Huancavelica, Monseñor William Dermott Molloy, por su trabajo pastoral en la región, las más pobre del país.  El reconocimiento se entregó en la Clínica Tezza, en Lima, donde el Prelado se encuentra internado a causa de su delicado estado de salud, según explican desde la Conferencia Episcopal Peruana.
Con este homenaje, el Congreso busca reconocer el trabajo apostólico, educativo y asistencial de Monseñor Molloy en Huancavelica durante más de 30 años, incluso en los momentos más difíciles que enfrentó la región, que sufrió la guerrilla de Sendero Luminoso.

La mayor aportación a la cultura de Huancavelica y el Perú realizada por Monseñor Molloy es probablemente la edición de la Biblia Quechua-Castellano. El Prelado estuvo al frente de la fundación y construcción del Colegio “San Juan María Vianney”, el instituto pedagógico “Santa Rosa” y el Seminario Mayor “Nuestra Señora de la Evangelización”, así como de la creación del comedor popular “La Providencia” y el asilo de ancianos “Santa Teresa Jornet”.
El Congresista por Huancavelica, William Monterola, aseguró que el Congreso “no puede estar ajeno al reconocimiento de personas valiosas como Monseñor William Molloy, asegurando que todos los huancavelicanos agradecen su contribución”.
Monseñor William Dermott Molloy Mc Dermott nació en Dublín, Irlanda, el 10 de mayo de 1930. Fue ordenado sacerdote el 5 de junio de 1955. Fue consagrado Obispo el 4 de julio de 1976 y trasladado a la diócesis de Huancavelica el 14 de enero de 1982.
El actual obispo de Huancavelica es, desde 2005, el burgalés Monseñor Isidro Barrio Barrio, que como obispo coadjutor colaboró estrechamente con Monseñor Molloy desde el año 2002.
Fuente: Obras Misionales Pontificias.

Orar el Padrenuestro

[Visto: 2523 veces]

Padrenuestro

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
El evangelio de este domingo (Lc 11, 1-13) nos propone el Padrenuestro como la oración por excelencia y nos pide rezar con confianza e insistencia. Hasta lograr lo que pedimos. La enseñanza viene como anillo al dedo, pues estamos celebrando el Día de la Patria, que nos pide y merece que oremos por ella. El Padrenuestro es sin duda la mejor oración que tenemos y podemos rezar los cristianos cada día y a lo mejor varias veces al día. Hasta tres al menos, como lo hacían los primeros cristianos: en la mañana, al mediodía y por la noche. Son muchas las consideraciones que hacen del Padrenuestro la mejor oración. Pongamos esta tres: 1. Es la oración de Jesús; 2. Es el santo y seña de la Iglesia comunión; y 3. Es el camino de contemplación y acción de los cristianos. Digamos algo de cada una de estas razones.
1.  Ante todo que el Padrenuestro es la oración de Jesús. No tanto porque Él nos la enseñó cuanto porque es la oración que Él rezó a su Padre Dios. Es esto precisamente lo que hace grande y único el Padrenuestro entre todas las oraciones (del cristiano y del resto de las religiones). Es la oración de su querido Hijo en diálogo de amor con su Padre. No sé cuánto puedan agradarle a Dios las otras oraciones que le dirigimos, pero sí sé que le agradan sobremanera nuestros Padrenuestros bien rezados. Porque cuando el Padre Dios los escucha, es a su Hijo amado a quien escucha complaciente (Mt 3,17), por encima de las otras oraciones que pueda estar escuchando. Yo diría que, con un gesto, el Padre Dios (y los ángeles y los santos), mandan bajar el volumen a los demás orantes, para escuchar sin interferencias la oración de su querido Hijo Jesucristo. Esto sin contar con el hecho, también arrebatador, de que es el Espíritu Santo, quien ora al Padre con nosotros.
2.  Es Lucas (11,13) quien nos dice que Jesús dio el Padrenuestro a los apóstoles (y en ellos a nosotros), como el santo y seña del Grupo. La palabra clave y distintiva de la Comunidad de los Discípulos del Señor, su contraseña. Lo que habría de diferenciarlos de los otros Grupos existentes, el de Juan Bautista, por ejemplo (Mt 6,9). Pero no sólo esto. Para la Iglesia (y para nosotros, que somos iglesia), es la cumbre de toda su actividad. Es por ello que le da un lugar infaltable y de privilegio en la eucaristía, el resto de los sacramentos y en la misma oración litúrgica. Digamos, resumiendo, que externamente el rezo del Padrenuestro es la señal del cristiano, junto con santiguarse. Y que internamente nos eleva a la máxima contemplación y exige de nosotros la máxima acción.
3.  El Padrenuestro es ciertamente un conjunto de peticiones (6), que dirigimos con amor confiado a nuestro Dios, esperando que nos las conceda.  Pero es también un Programa de Actividades (6), que el Padre Dios espera que llevemos a cabo como expresión comprometida de nuestro amor filial.  No hay lo uno sin lo otro. Por eso no basta con pedir que Dios sea santificado, o que su Reino venga a nosotros, etc. Es necesario que nosotros nos esforcemos por hacer que lo que pedimos se convierta en realidad. Si nosotros no nos esforzamos por ser santos y por ayudar a que lo sean todos, si no nos comprometemos a vivir y anticipar a este mundo las cualidades del Reino de Dios (paz, amor, unidad, libertad…), etc. estamos rezando en vano el Padrenuestro.

Sabiduría de María

[Visto: 1172 veces]

Marta y Maria

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
El evangelio de las hermanas Marta y María (Lc 10, 38-42) es hoy de especial vigencia e importancia. Lo fue siempre, porque se quiso ver y fundar en él la preeminencia de la vida de oración, representada en María, a quien Jesús alabó, sobre la vida de acción, representada en Marta, a quien Jesús reprendió. Al margen de esta cuestión y para nosotros hoy, pienso que este evangelio nos trae un doble mensaje igualmente importante: 1. realizar la unidad en nuestras vidas, y 2. dar más atención a la persona que a las cosas que la persona pueda necesitar.
Ustedes saben que Marta y María vivieron en Betania, una finca cercana a Jerusalem, y que junto con su hermano Lázaro, fueron una familia amiga de Jesús y los apóstoles, a quienes acogían con mucho afecto y esmerada atención. Marta, que era extrovertida y activa, actuaba como ama de casa, yendo y viniendo, mientras preparaba la comida y la mesa. María, más introvertida y contemplativa, simplemente se había sentado y era toda oídos para Jesús. ¿Qué piensan ustedes que fue lo bueno y lo malo de cada una de ellas?
En el caso de Marta, pienso que todo hubiera estado todo perfecto si se sienta un rato y se pone a escuchar atentamente a Jesús. En el caso de María, si se levanta un rato y se pone a ayudar a su hermana. Es decir, si cada una hubiera hecho ambas cosas al mismo tiempo… Es lo que yo llamo unidad de vida, o vivir uniendo contemplación y acción, trabajo y oración. Somos un todo aunque tengamos cuerpo, alma y espíritu.
Lamentablemente no solemos vivir como un todo, como teniendo una sola vida, siendo de una sola pieza. Sino que vivimos divididos: un rato y un lugar para Dios, otro rato (siempre el más grande) y otro lugar (el mundo) para nosotros y los nuestros. Vivimos como teniendo varias vidas. Es por eso que hablamos de servir a Dios (en la iglesia) y de hacer nuestras cosas (fuera de la iglesia), como si se tratara de cosas distintas. Nos falta aprender a amar a Dios, a nosotros mismos y al prójimo, en un mismo abrazo.
La otra importante lección es que tenemos que prestar más atención a la persona (actitud de María) que a las cosas que la persona necesita (actitud de Marta). Los hijos y hasta los mismos esposos, en su mutua relación, suelen quejase de que no se les considera. Los papás se desviven por llevar las cosas al hogar, porque no falte nada a los hijos, pero no se les da tiempo ni atención personal. Cuando se trata de conversar con los hijos, o con la esposa y viceversa, siempre estamos apurados y con algo que hacer.
¿De qué se quejan si lo tienen todo?, se oye decir. Lo tienen todo, menos lo que más necesitan: atención personal, compañía, afecto. Hoy más que nunca la gente busca quien le escuche, como hizo María la de Betania. Dar de nosotros a fondo perdido.

San Camilo de Lelis

[Visto: 1370 veces]

San Camilo de Lelis

Palabras del Papa Francisco

San Camilo de Lelis, fundador de los Hermanos de los Ministros de los Enfermos, patrón de los enfermos y de los agente sanitarios. San Camilio muere el 14 de julio de 1614: justamente hoy se abre su cuarto centenario, que terminará dentro de un año. Saludo con gran afecto a todos los hijos e hijas espirituales de san Camilo, que viven con su carisma de caridad en contacto cotidiano con los enfermos. ¡Sean como él buenos samaritanos!. Y también a los médicos, a los enfermeros y a aquellos que trabajan en los hospitales y en las casas de sanidad, les deseo estar movidos por el mismo espíritu. Confiamos esta intención a la intercesión de María Santísima.

Sigue leyendo

Buen samaritano

[Visto: 1868 veces]

Buen samaritano

Por Antonio Elduayen Jiménez CM
“Haz tú lo mismo” es el final de la parábola del Buen Samaritano que nos habla del amor al prójimo (Lc 10,25-37). Una hermosa y significativa parábola, ciertamente, tan buena como la parábola del Hijo Pródigo, que nos habla del amor de Dios (Lc 15, 11-32). Ambas son del médico y evangelista Lucas, que nos ejemplariza así cómo tienen que ser el amor de Dios y el amor al prójimo. Desde entonces ser “un buen samaritano” es sinónimo de alguien que se compadece del prójimo caído y lo atiende y lo cuida, sin importarle su raza, credo o condición. Lo hace simplemente porque es un ser humano en necesidad, es decir, un hijo de Dios como él.
La parábola del Buen Samaritano, que es tan directa en mostrarnos lo que no hay que hacer (actitudes del levita y sacerdote) y lo que hay que hacer (actitud del samaritano), tiene muchos y muy buenos puntos de reflexión y de aplicación. Por ejemplo, el de la primacía de la caridad. Como se dijo antes, frente al prójimo en necesidad no valen excusas de ningún tipo, ni de raza ni de religión ni de cultura ni de seguridad, etc. Lo que prima es la caridad. Como prima el mandato del Señor: haz tú lo mismo, que ordena hacer a otros lo bueno que tú quieres que te hagan a ti.
No sé si se han fijado en un detalle de la parábola que habla por sí solo y que los comentaristas siempre destacan. Es el siguiente: el maestro de la ley le pregunta a Jesús “quién es mi prójimo”, pero Jesús, dando eso por sabido, no responde a esa pregunta sino a otra, que nadie ha hecho, pero que es mucho más práctica: quién es el prójimo al que debo ayudar… Para Jesús el prójimo es ante todo el que está en necesidad. Pero es también el que acude a remediar esa necesidad.
Prójimos en necesidad son incontables, de un modo o de otro, en un momento u otro, lo somos todos, también ustedes y yo. Prójimos que acudan a remediar la necesidad, son muy pocos, ¿lo somos ustedes y yo? Y sin embargo son lo que más necesitamos. Es por ello que Jesús le voltea la pregunta al letrado de la parábola, para que, desde nuestras posibilidades, nos preocupemos y nos ocupemos más de los necesitados. No sólo los victimados por la delincuencia, como en el caso del judío de la parábola, sino también y quizás hoy en mayor necesidad por el emigrante, el hombre sin trabajo, el enfermo o el anciano solos, el niño explotado, la mujer violentada…
La parábola del Buen Samaritano nos invita a un examen sincero de nuestro compromiso con la caridad: qué estamos haciendo por los demás y en especial por los necesitados. Teniendo muy en cuenta que esta caridad práctica al prójimo necesitado, es parte constitutiva de nuestro ser de cristianos, como lo es de la Iglesia de Cristo. Al respecto, les remito a la 2ª Parte de la Encíclica del Papa Benedicto XVI “sobre el amor cristiano” (Deus caritas est), que presenta a la Iglesia como el Buen Samaritano del mundo.