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Sri Lanka y Notre Dame

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Por – Lucidez.pe
¿Qué une misteriosamente Notre Dame con Sri Lanka? Que en ambos casos sufrimos los católicos, la Iglesia. En el primer caso el templo físico, el espiritual en el segundo. Esta doble marca de dolor surca, además, los días santos, agudizando así su hondura y significación. Si la primera ensombreció la Semana Santa, la segunda nubló el domingo de Pascua. La fiesta litúrgica más alegre del año, símbolo del triunfo de Cristo sobre la muerte, fue empañada por el desgarrador alarido de la explosión y de la muerte. Gráficamente la tragedia quedó simbolizada en la imagen del Cristo resucitado empapada en la sangre de los fieles, que entregaron la vida mientras asistían a la fiesta religiosa que celebra cómo Jesús recupera la vida.
Mucho dan que pensar tales tristes sucesos, cuya cadencia corre paralela a las fiestas religiosas y en sentido inverso a su significado. Digamos que el corazón de los católicos experimentó un trepidante vértigo al confesar con alegría el triunfo de Cristo sobre la muerte, mientras contemplábamos cómo la muerte envolvía a los hermanos en la fe que celebraban ese triunfo. Si ya era difícil celebrar la Pascua teniendo el fresco recuerdo de las llamas envolviendo Notre Dame de Paris, más dura se tornaba ahora la prueba para la fe.
Sin embargo, desde la fe, esos dolorosos hechos pueden vivirse con dolor y respetuoso silencio, sin extinguir completamente la alegría pascual. Incluso pueden vivirse también al compás de la liturgia y al ritmo de su misterio. En efecto, este domingo celebramos el “Domingo de la Misericordia”, y san Juan Pablo II, que instituyó la fiesta, recordaba cómo la Misericordia divina pone un límite a la capacidad de mal que anida en el corazón humano. La presente celebración de la Misericordia nos une en la oración a católicos y hombres de buena voluntad para pedir a Dios que frene la barbarie de muerte y destrucción; #PrayForSriLanka es sólo una manera, urgente, actual y coloquial de concretar ese clamor litúrgico.
Ahora bien, ambas tragedias pueden también alimentar nuestra fe. En efecto, nos recuerdan que somos discípulos de Jesús, y “no es el discípulo más que el maestro”. “Si al leño verde le tratan de este modo, en el seco que se hará”. Jesús es “signo de contradicción”, y Él mismo nos advierte, “en el mundo tendréis tribulación, pero confiad, yo he vencido al mundo”. Todas estas referencias bíblicas manan de la fuente de nuestra fe, nos muestran su autenticidad y nos confirman en la verdad de nuestro camino. La oposición que experimenta Cristo y su familia es señal de la veracidad del mensaje y de que todavía no alcanza su culminación. En efecto, la celebración de la Pascua nos recuerda la resurrección de Jesús y anticipa nuestro triunfo definitivo sobre la muerte, que todavía no se ha verificado, como la masacre duramente se ha encargado de recordarnos.
El incendio de Notre Dame es también un símbolo y una advertencia. El crepitar de los leños catedralicios evoca cómo “toda una civilización se tambalea impotente y sin recursos morales” (San Josemaría). Las llamas del templo son imagen de las llamas que consumen y rechazan toda la riquísima herencia cristiana de Europa. Muestran el empeño suicida de todo un continente por renegar de su identidad y sus raíces cristianas. Al consumirse Notre Dame se consumían nueve siglos de historia, de cultura, de civilización. El complejo de Europa por manifestar su identidad y vocación se materializa en la negativa de Macron para dar el pésame a los católicos. Finalmente fue el espíritu católico el que produjo tan magnánimas expresiones de belleza; lo que se creó para dar gloria a Dios se empobrece al convertirse en museo, perdiéndose así el espíritu que lo engendró. Las llamas venían simplemente a rubricar la apostasía social que se ha verificado en el continente.
Por su parte, la imposibilidad de llamar a las cosas por su nombre, es decir, llamar masacre de cristianos perpetrada por fundamentalistas musulmanes, es también expresión del mundo de mentiras que nos vamos construyendo a partir de ingeniosas trampas del lenguaje. Pero la realidad está allí: por más que le pese a algunos y sea políticamente incorrecto, los templos estaban llenos, el sepelio fue multitudinario; ambas expresiones de que la fe es una realidad viva, y de la frustración de los asesinos que, impotentes frente a esa evidencia, no encuentran otro camino que la ciega y estéril violencia. Que el único camino sea matar no indica otra cosa que la fe es una realidad viva, mientras la violencia es crepuscular.

Segundo domingo de Pascua 2019

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Evangelio según San Juan 20,19-31.
Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”.
Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.
Jesús les dijo de nuevo: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes”.
Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: “Reciban el Espíritu Santo.
Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan”.
Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús.
Los otros discípulos le dijeron: “¡Hemos visto al Señor!”. El les respondió: “Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré”.
Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: “¡La paz esté con ustedes!”.
Luego dijo a Tomás: “Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe”.
Tomas respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”.
Jesús le dijo: “Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!”.
Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro.
Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.

Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:

Hace muchos años había obras de arte de tres dimensiones llamados ‘stereograms’, que veía cada sábado en el periódico en La Paz. Al principio me parecía como pedazos de colores, con ciertos designios, pero nada que tiene una forma o unas figuras regulares. Probablemente los miraba más de cien veces, y nunca hemos visto nada. He movido la hoja más cerca, más lejos, tratando de cruzar los ojos para verlos. Me sentía tonto tratando de verlos. Al final un día he podido ver la figuras de tres dimensiones en la hoja: ovejas, o pájaros, o payasos, una multitud de figuras. Después no he entendido como alguien no pudo verlos.
He pensado en esto al leer el evangelio (Juan 20:19-31). Tomás no estaba presente con los discípulos cuando Jesús les ha aparecido, y no ha podido creerles. El ha querido ver por si mismo. El ha querido ver con sus propios ojos, y tocar las manos y el costado de Jesús. Era como él había puesto condiciones para poder creer. Si Jesús no se ha revelado con él ha querido, no iba a creer el testimonio de los otros. Imagínese, el ha conocido a los discípulos tres años, y todavía no aceptaría su testimonio que Jesús ha resucitado y se les ha aparecido.
Y finalmente Jesús aparece a ellos cuando Tomás estaba presente, y el pedido de Tomás fue cumplido. El ha extendido la mano y ha tocado a Jesús. Finalmente, Tomás ha creído. A veces podemos ser como Tomás. En nuestra condición humana también ponemos condiciones que  Jesús debe cumplir para creer en Él, o que Él existe, o que Él nos ama. Queremos que Él haga lo que pensamos y actuamos, para hacer nuestra voluntad. Infelizmente, a veces nunca es suficiente, y creamos nuevas condiciones para satisfacernos. Y luego hacemos un acuerdo con Dios: “Si haces esto, luego voy a saber que existes. Si me muestras esto, voy a creer. Si contestas mi oración, voy a creer”.
En nuestra Primera Lectura, de los Hechos de los Apóstoles (5:12-16) escuchamos las maravillas que Dios estaba haciendo por los apóstoles, trayendo la sanación y la nueva vida a los que les buscaban. Junto con la sanación de sus cuerpos y sus mentes, ellos han escuchado la Buena Nueva para sanar sus espíritus y traerles unión con Cristo. Dios puede y va a continuar haciendo maravillas para nosotros, si creemos, damos testimonio de nuestra fe, y buscamos traer la sanación, el perdón, la reconciliación y la misericordia a otros.
En nuestra Segunda Lectura, del Libro de Apocalipsis (1:9-11ª, 12-13, 17-19), Juan comparte como el Señor resucitado ha aparecido a él en su gloria. Juan estaba abierto a la revelación de Dios. El ha escuchado su llamado, lo ha reconocido como divino, y ha escuchado, y ha visto (en su visión). De nuevo, solamente por su unión con Cristo él ha podido ser un instrumento de la Buena Nueva de Dios, su amor y su misericordia. Nosotros, también, estamos llamados para ser instrumentes, en lugar de obstáculos, a la obra de Dios que Él quiere hace en y a través de nosotros.
También nosotros a veces no reconocemos a Jesús entre nosotros. Como cuando he tratado de ver las figuras de tres dimensiones en el arte, estaban allá, pero no he podido verlos. A veces es porque no permitimos a Dios para ser Dios. Queremos poner nuestra idea como Dios debe actuar. Solamente cuando el cumple nuestros pedidos podemos creer en él.
Algunas de las maneras que Dios se revela es en nuestra oración, en su Palabra, en los Sacramentos, y en compartir en la vida de la Comunidad. De nuevo, requiere que estamos bien dispuestos –abiertos y receptivos– para ‘ver’, ‘tocar’, y experimentar a Jesús como ha hecho Tomás y los otros discípulos en Jerusalén.
La verdadera oración no es solamente hablar con Dios, o darles las condiciones para poder creer en él. La verdadera oración también es escuchar a Dios, siendo unidos a sus maneras y a su voluntad. En nuestra oración Dios nos toca en la profundidad de nuestro ser, llamándonos a entrar en una relación más profunda con él.
En la Palabra de Dios recibimos la revelación de Dios –como Juan en la Segunda Lectura– para conocer a Dios y sus maneras. Las Sagradas Escrituras es vital a nuestro conocimiento y comprensión de Jesús, descubriendo para nosotros mismos lo que Dios ha revelado. En la Palabra, Dios nos toca en la profundidad de nuestro ser, iluminándonos para conocerlo, amarlo y servirlo.
En los Sacramentos, especialmente en la Eucaristía, podemos ser como Tomás y tocar el Señor, y permitirle tocarnos. Los Sacramentos nos dan vida y nos dan la fuerza para nuestra vida terrenal. El camino es largo, y el camino es a veces difícil, y los Sacramentos nos ayudan para el camino.
Nuestra vida en la Comunidad Parroquial es subestimada a veces. Tenemos una influencia sobre otros, y en la Comunidad Parroquial –por nuestra oración, estudio, compartir y servir– guiamos a otros a ser mejores discípulos y mejores corresponsables. Nos necesitamos en el camino, y Jesús nos toca de muchas maneras en nuestra vida y damos testimonio a los que nos acompañan.
En este Segundo Domingo de la Pascua el Tomás nos da una oportunidad para hacernos más fuertes para reconocer a Jesús entre nosotros, para tocarlo, y permitirle tocarnos. Esto va a ayudarnos a creer, y dar eco a sus palabras: “Mi Señor y mi Dios”.Pintura de la Divina Misericordia / Crédito: Alexey Gotovskiy (ACI Prensa)

Misericordia: la palabra aramea que Jesús usó

Por Ellen Mady– www.es.aleteia.org
El gran mensaje de la encarnación, muerte y resurrección de Jesucristo es que la misericordia de Dios implica que el Creador vuelca su corazón sobre nosotros, por el amor de la misma misericordia.
Misericordia es una palabra que usamos constantemente. Encontramos consuelo en las parábolas, como la historia del Hijo Pródigo, que se equivoca en todo hasta sumergirse en la abyecta miseria y luego encuentra misericordia en su padre, que no solo lo está buscando, sino que corre a su encuentro raudo y amoroso.
Jesús nos enseñó justicia y verdad, y quién mejor para enseñárnoslas, ya que Él encarna ambas. Pero sobre todo nos enseñó, con sus palabras y obras, misericordia.
Nuestro Señor hablaba arameo diariamente. Con toda probabilidad, la palabra que habría usado para referirse a ‘misericordia’, como muchos de los escritores del Antiguo Testamento, es ‘raham’. En hebreo, raham era un verbo que refería a la acción o el estado de ser misericordioso. Rahamera un verbo denominativo, es decir, un verbo derivado de un sustantivo: rechem.
Rechem significa útero.
Saboreen ese pensamiento durante un momento: cuando hablamos de misericordia, el Señor nos trae al mismísimo “útero” de Dios. Es una idea poderosa y profunda.En el idioma del Señor, el concepto de misericordia era tan total y completo que únicamente podía entenderse en el contexto de la relación madre-hijo, una relación de cuidado, protección, alimento y crianza.
La divina misericordia, entendida en este sentido, implica que nuestro mismísimo ser puede entenderse solamente en relación con Dios, y en la plenitud de vida y seguridad derivadas de esta relación.
Como madre, a menudo alimento a mis hijos antes incluso de que se den cuenta de que tienen hambre; les animo a descansar antes de que se den cuenta de que les sobreviene un resfriado. Soy la primera a quien recurren cuando la vida les parece abrumadora, confusa o desafiante.
Me regocijo y encuentro una gran paz en saber que mi Padre en el Paraíso me ama de la misma manera y que cubre todas mis necesidades, a veces antes incluso de que yo sea consciente de ellas. Su misericordia es proactiva, dadora de vida y constante.
Además de maravillarnos por lo bueno que es nuestro Dios en realidad, esta comprensión de la misericordia puede también desafiarnos en la forma en que interpretamos nuestra propia vocación a ser misericordiosos.  ¿La expresamos desde la parte más profunda de nuestro ser? ¿Desde nuestros úteros reales o metafóricos, con todo el potencial de fecundidad que nace de él?
La misericordia ha de ser un estilo de vida, un verbo de ser, de pertenencia al ADN cristiano.
Dios es la fuente de toda misericordia; estamos llamados a ser embajadores de esa misericordia, guiando a otros de vuelta al hogar de su Padre y alegrándonos con esa reunión. Los actos concretos de misericordia nos ayudan a encarnar esta virtud, pero no son todo. Al final, nuestra vocación a la misericordia es una llamada a ser como nuestro Padre Celestial (cf. Lucas 6,36), para quien ‘misericordia’ es ‘rechem’.
Es una orden de altura y llena de belleza.

Domingo de Resurrección 2019

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Evangelio según San Juan 20,1-9.
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada.
Corrió al encuentro de Simón Pedro y del otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”.
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más rápidamente que Pedro y llegó antes.
Asomándose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, aunque no entró.
Después llegó Simón Pedro, que lo seguía, y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo,
y también el sudario que había cubierto su cabeza; este no estaba con las vendas, sino enrollado en un lugar aparte.
Luego entró el otro discípulo, que había llegado antes al sepulcro: él también vio y creyó.
Todavía no habían comprendido que, según la Escritura, él debía resucitar de entre los muertos.

Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:

Tal vez te ha pasado, como a mí me ha pasado, que estás leyendo un libro y en conversación sobre el libro, y alguien te revela cómo termina, cuando no habías terminado el libro tú mismo. O, alguien te dice cómo se termina una película cuando has estado deseando ir a verla.
Pensé en eso cuando leí el evangelio (Vigilia Pascual: Mateo 28, 1-10 – Juan 20, 1-9) de este domingo de Pascua. Los discípulos de Jesús no tenían idea en el Viernes Santo de lo que les esperaba en la mañana de Pascua. A pesar de que Jesús había hablado de “levantarse de entre los muertos”, ellos no entendieron. Fue más allá de sus expectativas que Jesús resucitaría de entre los muertos. Ir a la tumba a llorar es una señal de la expectativa de que Jesús estaba en la tumba.
Para su sorpresa, encontraron cosas muy diferentes en la tumba. La piedra que cerraba la tumba había sido removida. No solo el cuerpo de Jesús no estaba allí, sino que en el evangelio de Mateo las mujeres se encuentran con un ángel en la tumba, quien les dice que Jesús “fue resucitado, tal como lo dijo”. En ese mismo evangelio, y en tantos que escucharemos durante este tiempo de Pascua, Jesús mismo se les apareció, habló con ellos e incluso comió con ellos.
Cuando fuimos a misa esta noche/hoy ya sabíamos que Jesús había resucitado de entre los muertos. Fue como con ese libro o película, cuyo final fue revelado prematuramente. Sabíamos que la historia de Jesús no terminó el Viernes Santo con su muerte en la cruz, sino que continuó hasta la gloria de la Pascua y continúa hoy en la Iglesia. Por lo tanto, no nos sorprendimos, y tal vez eso quita parte del factor WOW, o el asombro y la maravilla asociados con un momento tan importante en la historia humana.
Nuestras lecturas en la Vigilia Pascual nos brindan una historia bastante condensada de la salvación: Dios actúa continuamente en la historia humana y revela que él quiere salvarnos. Una y otra vez, Dios promete enviar un Salvador, y esta noche celebramos que cumplió esa promesa en su único hijo, Jesús.
Durante la temporada de Pascua, a partir de hoy, nuestra primera lectura será de los Hechos de los Apóstoles. Vamos a escuchar el testimonio viviente de los discípulos, ya que experimentan la presencia y la gracia del Señor resucitado. Oímos de sus actos milagrosos y de gran valentía en la proclamación de las buenas noticias de nuestra salvación en Jesús.
Aunque llegamos a la iglesia hoy sabiendo que la tumba estaba vacía y que Jesús se había levantado de los muertos, todavía estamos invitados a tener ese factor wow, que asombro y maravilla de los seguidores iniciales de Jesús. Después de todo, la gracia de la resurrección de Jesús es la misma hoy como lo fue hace dos mil años en Palestina. El paso del tiempo no ha alterado la realidad de que Jesucristo ha resucitado de entre los muertos, y que compartimos en su vida resucitado.
Una y otra vez, con las apariciones de Jesús a los discípulos, escucharemos las palabras “No tengas miedo”. Jesús ha resucitado de los muertos y ha vencido el pecado y la muerte. Aunque muchos verían la cruz de Jesús como un signo de derrota, ahora se ha convertido en su trono desde el que reina como Señor y Salvador. A través de nuestro Bautismo, compartimos esa victoria y esa nueva vida que es nuestra a través de la resurrección de Jesús de entre los muertos. El ‘nuevo fuego’ de la Vigilia de Pascua, la Bendición del Agua de Pascua (si no se celebra un Bautismo en la Vigilia) y la renovación de nuestras Promesas Bautismales nos recuerdan que somos una nueva creación, que hemos sido salvados a través de El sufrimiento, la muerte y la resurrección de Jesús, que se llama el Misterio pascual.
La virtud cristiana más asociada a la resurrección de Jesús es la esperanza. Después de todo, Jesús nos dice: “no tengas miedo”. La esperanza y el optimismo no son lo mismo. El optimismo se basa en nuestra fe en buenas intenciones humanas. Nuestra esperanza se basa en esta noche/hoy, en nuestro conocimiento, creencia y experiencia de la resurrección de Jesús de los muertos: tan improbable e imposible como puede haber parecido a los discípulos. Vivimos y experimentamos la gracia de la resurrección de Jesús aquí y ahora cuando tenemos esperanza. En un tiempo tan lleno de desesperanza, estamos llamados a ser señales de esperanza en nuestras familias, en nuestras escuelas, en nuestros lugares de trabajo, y entre nuestros amigos. Nuestra fe y confianza en Dios debe animar a otros a “no tener miedo”. En la cara de la incertidumbre, el sufrimiento, la confusión y la pérdida, estamos llamados a ser ese faro que muestra el camino a un futuro, a través de la gracia de Dios. Si tenemos miedo y estamos confundidos, tristes o con falta de paz, no estamos retratando la esperanza. Me encanta pensar en las palabras de Santa Teresa de Ávila, cuando ella dijo: “de los santos fruncidos, buen señor nos entrega”. La esperanza de la resurrección es nuestra no sólo hoy, o siempre y cuando la vela de Pascua arde intensamente en el santuario, pero todos y cada día hasta experimentamos la resurrección de los muertos que es nuestra herencia después de nuestra muerte.
Esta nueva vida, no tener miedo, y tener esperanza debería traer algunos de los factores wow que todos buscamos en la vida, nos dan asombro y asombro el domingo de Pascua. A pesar de que sabíamos antes de llegar que Jesús se había levantado de la tumba, que la tumba estaba vacía, vamos de esta iglesia para proclamar que él ha resucitado, que su nueva vida resucitado es nuestra, y que él nos ha llenado de esperanza Para enfrentar a todos y cada día con fe renovada, esperanza y amor, y para compartir la buena noticia de que ha resucitado de los muertos, y hemos resucitado con él.

Sri Lanka: 207 muertos y 469 heridos el domingo de resurrección en iglesias y hoteles

Por Manuel Cubías- www.vaticannews.va
Todas las explosiones ocurrieron hacia las 8.45 horas (2.30 GMT), en al menos tres hoteles de lujo en Colombo y también en una iglesia de la capital, otra en Katana, en el oeste del país, y la tercera en Batticaloa, en el este de la isla, informó a Efe el portavoz de la Policía de Sri Lanka, Ruwan Gunasekara.
“Por favor, permaneced en calma y dentro de las casas. Hay muchas víctimas, incluidos extranjeros”, ha señalado en Twitter el ministro de Sri Lanka para las Reformas Económicas y la Distribución Pública, Harsha de Silva, tras visitar varios de los lugares atacados. De Silva ha informado que se ha convocado una reunión de emergencia y se ha mostrado conmocionado por lo que ha visto.
“Escenas horribles. He visto miembros amputados esparcidos por todos lados. Equipos de emergencia están desplegados en su totalidad en todos los puntos. (…) Hemos llevado muchas víctimas al hospital, esperamos haber salvado muchas vidas”, ha relatado el ministro.
Imágenes difundidas por los medios locales muestran la magnitud de la explosión en al menos una de las iglesias, con el techo del templo semidestruido, escombros y cuerpos esparcidos mientras la gente trata de socorrerlos.
Los fieles celebraban el Domingo de Resurrección, el día más importante dentro de los ritos de la Semana Santa.
La iglesia de San Antonio de Colombo es uno de los edificios más emblemáticos de los cristianos en Sri Lanka. Un santuario nacional al que suelen acudir decenas de miles de personas durante la conmemoración de la figura a la que está dedicada, San Antonio de Padua.
Por su parte, el presidente Maithriipala Sirisena realizó un llamamiento al público para que “mantenga la calma” e incidió en que no se deje influir por “la información inadecuada y los rumores” que puedan difundir las redes sociales “para generar el pánico”.
Los ataques contra minorías religiosas en la isla se han venido repitiendo en el pasado, los últimos de relevancia en 2018, cuando el Gobierno tuvo que declarar el estado de emergencia después de se produjeran enfrentamientos entre musulmanes y cingaleses budistas con dos muertos y decenas de detenidos.
En Sri Lanka la población cristiana representa el 7%, mientras que los budistas son cerca del 70%, los hinduistas son el 15% y los musulmanes el 11%.

Cardenal Poupard sobre Notre-Dame: “Una catástrofe para la cristiandad. Ahora la Iglesia debe superar las divisiones”

Por DOMENICO AGASSO JR- Vatican Insider
«Es una catástrofe para la cristiandad y para los fieles de todo el mundo. Nos sacude duramente. Y nos llama dejar a un lado las divisiones que están afligiendo a la Iglesia». Está desesperado el cardenal francés Paul Joseph Jean Poupard, historiador de las religiones, presidente emérito del Pontificio Consejo para la Cultura y del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso. Una figura de relieve de la Curia romana. «No logro despegar la mirada de las escenas angustiantes en la tele», dice el purpurado de 89 años desde su habitación vaticana. «Me siente aniquilado aquí por las llamas que están plegando París y destruyendo el corazón espiritual de todo el país». El «devastador» incendio en la catedral de Notre-Dame «me parece una escena de una película, es increíble. No puedo creerlo», repite insistentemente.
Después subraya: «es un drama enorme, que no se circunscribe a Francia ni a los franceses, lo es para el planeta entero». No se trata del derrumbe «de muros y piedras: se ha caído un pilar de la cultura y de la historia, la historia de la humanidad, de todos los países, desde Europa hasta América».
Vuelven a surgir en Poupard los recuerdos personales del periodo que pasó en la capital francesa: «Era rector del Instituto católico, encargo que mantuve durante diez años. Estuve muchas veces en Norte Dame, pronuncié conferencias y participé en congresos». En sus recuerdos «y en el corazón están pasando vertiginosamente las imágenes de esos momentos. Y de los miles de fieles, peregrinos, turistas que cada día admiraban con las bocas abiertas Notre-Dame».
Pero Poupard, como hombre de fe, quiere pensar también en el futuro. Inmediatamente. «Precisamente en este momento histórico tan difícil y duro para la Iglesia universal, la tragedia de Notre-Dame, lugar simbólico de la cristiandad, nos debe unir. Debe reunir en armonía a todos los cristianos». Porque las llamas de París son «algo que supera nuestras divisiones. Debe ser así».
Pensando en los fieles, Poupard sugiere: este incidente, acaso irreparable, sea cual sea la causa, «también debe hacernos reflexionar sobre nuestra existencia terrenal, recordándonos que es precaria, frágil, imprevisible. Y nos debe enseñar que hay que vivirla poniendo al centro las cosas esenciales de la vida». Empezando por la «fraternidad». Otro signo importante para el cardenal es la «solidaridad inmediata que está llegando a París de muchos países y de la gente común»: el sentimiento de «unión que se respira ayudará, por supuesto, a afrontar este momento tremendo, los daños deprimentes, y a levantarnos de esta caída tan dura».
También la Santa Sede se expresó sobre lo sucedido, comunicando en una nota oficial que se enteró «con shock y tristeza» de la «noticia sobre el terrible incendio». Y dedica un pensamiento a «los bomberos y a cuantos están haciendo lo posible para afrontar la dramática situación».

Viernes Santo 2019

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Resultado de imagen para San Juan 18,1-40.19,1-42

Evangelio según San Juan 18,1-40.19,1-42.
Jesús fue con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón. Había en ese lugar una huerta y allí entró con ellos.
Judas, el traidor, también conocía el lugar porque Jesús y sus discípulos se reunían allí con frecuencia.
Entonces Judas, al frente de un destacamento de soldados y de los guardias designados por los sumos sacerdotes y los fariseos, llegó allí con faroles, antorchas y armas.
Jesús, sabiendo todo lo que le iba a suceder, se adelantó y les preguntó: “¿A quién buscan?”.
Le respondieron: “A Jesús, el Nazareno”. El les dijo: “Soy yo”. Judas, el que lo entregaba, estaba con ellos.
Cuando Jesús les dijo: “Soy yo”, ellos retrocedieron y cayeron en tierra.
Les preguntó nuevamente: “¿A quién buscan?”. Le dijeron: “A Jesús, el Nazareno”.
Jesús repitió: “Ya les dije que soy yo. Si es a mí a quien buscan, dejen que estos se vayan”.
Así debía cumplirse la palabra que él había dicho: “No he perdido a ninguno de los que me confiaste”.
Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha. El servidor se llamaba Malco.
Jesús dijo a Simón Pedro: “Envaina tu espada. ¿ Acaso no beberé el cáliz que me ha dado el Padre?”.
El destacamento de soldados, con el tribuno y los guardias judíos, se apoderaron de Jesús y lo ataron.
Lo llevaron primero ante Anás, porque era suegro de Caifás, Sumo Sacerdote aquel año.
Caifás era el que había aconsejado a los judíos: “Es preferible que un solo hombre muera por el pueblo”.
Entre tanto, Simón Pedro, acompañado de otro discípulo, seguía a Jesús. Este discípulo, que era conocido del Sumo Sacerdote, entró con Jesús en el patio del Pontífice,
mientras Pedro permanecía afuera, en la puerta. El otro discípulo, el que era conocido del Sumo Sacerdote, salió, habló a la portera e hizo entrar a Pedro.
La portera dijo entonces a Pedro: “¿No eres tú también uno de los discípulos de ese hombre?”. El le respondió: “No lo soy”.
Los servidores y los guardias se calentaban junto al fuego, que habían encendido porque hacía frío. Pedro también estaba con ellos, junto al fuego.
El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su enseñanza.
Jesús le respondió: “He hablado abiertamente al mundo; siempre enseñé en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada en secreto.
¿Por qué me interrogas a mí? Pregunta a los que me han oído qué les enseñé. Ellos saben bien lo que he dicho”.
Apenas Jesús dijo esto, uno de los guardias allí presentes le dio una bofetada, diciéndole: “¿Así respondes al Sumo Sacerdote?”.
Jesús le respondió: “Si he hablado mal, muestra en qué ha sido; pero si he hablado bien, ¿por qué me pegas?”.
Entonces Anás lo envió atado ante el Sumo Sacerdote Caifás.
Simón Pedro permanecía junto al fuego. Los que estaban con él le dijeron: “¿No eres tú también uno de sus discípulos?”. El lo negó y dijo: “No lo soy”.
Uno de los servidores del Sumo Sacerdote, pariente de aquel al que Pedro había cortado la oreja, insistió: “¿Acaso no te vi con él en la huerta?”.
Pedro volvió a negarlo, y en seguida cantó el gallo.
Desde la casa de Caifás llevaron a Jesús al pretorio. Era de madrugada. Pero ellos no entraron en el pretorio, para no contaminarse y poder así participar en la comida de Pascua.
Pilato salió a donde estaban ellos y les preguntó: “¿Qué acusación traen contra este hombre?”. Ellos respondieron:
“Si no fuera un malhechor, no te lo hubiéramos entregado”.
Pilato les dijo: “Tómenlo y júzguenlo ustedes mismos, según la Ley que tienen”. Los judíos le dijeron: “A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie”.
Así debía cumplirse lo que había dicho Jesús cuando indicó cómo iba a morir.
Pilato volvió a entrar en el pretorio, llamó a Jesús y le preguntó: “¿Eres tú el rey de los judíos?”.
Jesús le respondió: “¿Dices esto por ti mismo u otros te lo han dicho de mí?”.
Pilato replicó: “¿Acaso yo soy judío? Tus compatriotas y los sumos sacerdotes te han puesto en mis manos. ¿Qué es lo que has hecho?”.
Jesús respondió: “Mi realeza no es de este mundo. Si mi realeza fuera de este mundo, los que están a mi servicio habrían combatido para que yo no fuera entregado a los judíos. Pero mi realeza no es de aquí”.
Pilato le dijo: “¿Entonces tú eres rey?”. Jesús respondió: “Tú lo dices: yo soy rey. Para esto he nacido y he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. El que es de la verdad, escucha mi voz”.
Pilato le preguntó: “¿Qué es la verdad?”. Al decir esto, salió nuevamente a donde estaban los judíos y les dijo: “Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo.
Y ya que ustedes tienen la costumbre de que ponga en libertad a alguien, en ocasión de la Pascua, ¿quieren que suelte al rey de los judíos?”.
Ellos comenzaron a gritar, diciendo: “¡A él no, a Barrabás!”. Barrabás era un bandido.
Pilato mandó entonces azotar a Jesús.
Los soldados tejieron una corona de espinas y se la pusieron sobre la cabeza. Lo revistieron con un manto rojo,
y acercándose, le decían: “¡Salud, rey de los judíos!”, y lo abofeteaban.
Pilato volvió a salir y les dijo: “Miren, lo traigo afuera para que sepan que no encuentro en él ningún motivo de condena”.
Jesús salió, llevando la corona de espinas y el manto rojo. Pilato les dijo: “¡Aquí tienen al hombre!”.
Cuando los sumos sacerdotes y los guardias lo vieron, gritaron: “¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!”. Pilato les dijo: “Tómenlo ustedes y crucifíquenlo. Yo no encuentro en él ningún motivo para condenarlo”.
Los judíos respondieron: “Nosotros tenemos una Ley, y según esa Ley debe morir porque él pretende ser Hijo de Dios”.
Al oír estas palabras, Pilato se alarmó más todavía.
Volvió a entrar en el pretorio y preguntó a Jesús: “¿De dónde eres tú?”. Pero Jesús no le respondió nada.
Pilato le dijo: “¿No quieres hablarme? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y también para crucificarte?”.
Jesús le respondió: ” Tú no tendrías sobre mí ninguna autoridad, si no la hubieras recibido de lo alto. Por eso, el que me ha entregado a ti ha cometido un pecado más grave”.
Desde ese momento, Pilato trataba de ponerlo en libertad. Pero los judíos gritaban: “Si lo sueltas, no eres amigo del César, porque el que se hace rey se opone al César”.
Al oír esto, Pilato sacó afuera a Jesús y lo hizo sentar sobre un estrado, en el lugar llamado “el Empedrado”, en hebreo, “Gábata”.
Era el día de la Preparación de la Pascua, alrededor del mediodía. Pilato dijo a los judíos: “Aquí tienen a su rey”.
Ellos vociferaban: “¡Que muera! ¡Que muera! ¡Crucifícalo!”. Pilato les dijo: “¿Voy a crucificar a su rey?”. Los sumos sacerdotes respondieron: “No tenemos otro rey que el César”.
Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran, y ellos se lo llevaron.
Jesús, cargando sobre sí la cruz, salió de la ciudad para dirigirse al lugar llamado “del Cráneo”, en hebreo “Gólgota”.
Allí lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado y Jesús en el medio.
Pilato redactó una inscripción que decía: “Jesús el Nazareno, rey de los judíos”, y la hizo poner sobre la cruz.
Muchos judíos leyeron esta inscripción, porque el lugar donde Jesús fue crucificado quedaba cerca de la ciudad y la inscripción estaba en hebreo, latín y griego.
Los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: “No escribas: ‘El rey de los judíos’, sino: ‘Este ha dicho: Yo soy el rey de los judíos’.
Pilato respondió: “Lo escrito, escrito está”.
Después que los soldados crucificaron a Jesús, tomaron sus vestiduras y las dividieron en cuatro partes, una para cada uno. Tomaron también la túnica, y como no tenía costura, porque estaba hecha de una sola pieza de arriba abajo,
se dijeron entre sí: “No la rompamos. Vamos a sortearla, para ver a quién le toca”. Así se cumplió la Escritura que dice: Se repartieron mis vestiduras y sortearon mi túnica. Esto fue lo que hicieron los soldados.
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena.
Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”.
Luego dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu madre”. Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
Después, sabiendo que ya todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el final, Jesús dijo: Tengo sed.
Había allí un recipiente lleno de vinagre; empaparon en él una esponja, la ataron a una rama de hisopo y se la acercaron a la boca.
Después de beber el vinagre, dijo Jesús: “Todo se ha cumplido”. E inclinando la cabeza, entregó su espíritu.
Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne.
Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús.
Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas,
sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua.
El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean.
Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: No le quebrarán ninguno de sus huesos.
Y otro pasaje de la Escritura, dice: Verán al que ellos mismos traspasaron.
Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús -pero secretamente, por temor a los judíos- pidió autorización a Pilato para retirar el cuerpo de Jesús. Pilato se la concedió, y él fue a retirarlo.
Fue también Nicodemo, el mismo que anteriormente había ido a verlo de noche, y trajo una mezcla de mirra y áloe, que pesaba unos treinta kilos.
Tomaron entonces el cuerpo de Jesús y lo envolvieron con vendas, agregándole la mezcla de perfumes, según la costumbre de sepultar que tienen los judíos.
En el lugar donde lo crucificaron había una huerta y en ella, una tumba nueva, en la que todavía nadie había sido sepultado.
Como era para los judíos el día de la Preparación y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

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Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:

El 12 de agosto de 1988 tres adolescentes estaban cruzando una pequeña presa sobre el gran río en Cambridge, Ontario, cuando los tres cayeron en el río caudaloso. Dos de los chicos lograron hacer su camino a la orilla. Sin embargo, el tercer chico no estaba en ninguna parte. El equipo de buceo de la policía regional de Waterloo llegó a la escena y comenzó a buscar el cuerpo. Ellos creían que estaba atrapado en una de las cámaras debajo de la presa. El día estaba avanzando, y empezaba a oscurecer. Sin embargo, uno de los policías, David Nicholson, viendo la tristeza de los padres del niño se ofreció a hacer un intento más. Como era padre de tres jóvenes, entendió su angustia. Sin embargo, él no emergió de las aguas tampoco. Al día siguiente encontraron el cuerpo del agente David Nicholson y del joven adolescente en una cámara bajo la presa, con los brazos del policía envuelto alrededor del cuerpo sin vida de la joven adolescente.
Pensé en esta historia dramática como me refleja en el sacrificio de Jesús. Cuando miro la cruz de Jesús pienso en ese gesto – Jesús nos dice que nos ama extendiendo sus brazos por completo, y el conmovedor gesto del agente Nicholson con sus brazos envolvió al joven. El sacrificio de la vida de Jesús es un punto de inflexión en la historia humana. Este sufrimiento y la muerte trajeron nuestra salvación. La nueva vida que esperamos en la resurrección es el fruto de ese sacrificio en la cruz. Este era el plan de Dios, y Jesús lo cumplió fielmente.
Hoy hemos escuchado la lectura dramática de la pasión desde el evangelio de San Juan (18:1-19:42). Dios nos amó tanto que envió a su hijo al mundo, y Jesús nos amó tanto que dio su vida por nosotros. Sólo podemos empezar a imaginar la tragedia y el horror de una crucifixión. Cuando miramos nuestras estaciones de la cruz o muchas representaciones del evento, no nos shock en la realidad de las últimas horas de la vida de nuestro Salvador. Hace unos años la película, ‘La pasión de Cristo’, mostró brutalmente el sufrimiento y la muerte. No sé ustedes, pero me dio hizo reflexionar y desarrollar aún más mi comprensión de la crucifixión y la muerte, y para darme cuenta de todo lo mucho que somos amados.
Sabemos que el buen viernes no es el final. Sabemos que el sábado y el domingo vamos a celebrar una realidad muy diferente: la resurrección de nuestro Señor de los muertos. Vamos a usar estos pocos días para prepararnos para esa nueva vida del Cristo resucitado al darse cuenta de lo mucho que Dios nos ama, el precio que Jesús pagó por nuestros pecados, y cómo podemos conocer más plenamente, amar y servir a nuestro Dios como fieles seguidores de Jesús.

Domingo de Ramos 2019

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Evangelio según San Lucas 22,14-71.23,1-56.
Llegada la hora, Jesús se sentó a la mesa con los Apóstoles y les dijo:
“He deseado ardientemente comer esta Pascua con ustedes antes de mi Pasión,
porque les aseguro que ya no la comeré más hasta que llegue a su pleno cumplimiento en el Reino de Dios”.
Y tomando una copa, dio gracias y dijo: “Tomen y compártanla entre ustedes.
Porque les aseguro que desde ahora no beberé más del fruto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios”.
Luego tomó el pan, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: “Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía”.
Después de la cena hizo lo mismo con la copa, diciendo: “Esta copa es la Nueva Alianza sellada con mi Sangre, que se derrama por ustedes.
La mano del traidor está sobre la mesa, junto a mí.
Porque el Hijo del hombre va por el camino que le ha sido señalado, pero ¡ay de aquel que lo va a entregar!”.
Entonces comenzaron a preguntarse unos a otros quién de ellos sería el que iba a hacer eso. Y surgió una discusión sobre quién debía ser considerado como el más grande.
Jesús les dijo: “Los reyes de las naciones dominan sobre ellas, y los que ejercen el poder sobre el pueblo se hacen llamar bienhechores. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que es más grande, que se comporte como el menor, y el que gobierna, como un servidor. Porque, ¿quién es más grande, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es acaso el que está a la mesa? Y sin embargo, yo estoy entre ustedes como el que sirve.
Ustedes son los que han permanecido siempre conmigo en medio de mis pruebas.
Por eso yo les confiero la realeza, como mi Padre me la confirió a mí.
Y en mi Reino, ustedes comerán y beberán en mi mesa, y se sentarán sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. Simón, Simón, mira que Satanás ha pedido poder para zarandearlos como el trigo, pero yo he rogado por ti, para que no te falte la fe. Y tú, después que hayas vuelto, confirma a tus hermanos”.
“Señor, le dijo Pedro, estoy dispuesto a ir contigo a la cárcel y a la muerte”.
Pero Jesús replicó: “Yo te aseguro, Pedro, que hoy, antes que cante el gallo, habrás negado tres veces que me conoces”.
Después les dijo: “Cuando los envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalia, ¿les faltó alguna cosa?”.
“Nada”, respondieron. El agregó: “Pero ahora el que tenga una bolsa, que la lleve; el que tenga una alforja, que la lleve también; y el que no tenga espada, que venda su manto para comprar una.
Porque les aseguro que debe cumplirse en mí esta palabra de la Escritura: Fue contado entre los malhechores. Ya llega a su fin todo lo que se refiere a mí”.
“Señor, le dijeron, aquí hay dos espadas”. El les respondió: “Basta”.
En seguida Jesús salió y fue como de costumbre al monte de los Olivos, seguido de sus discípulos.
Cuando llegaron, les dijo: “Oren, para no caer en la tentación”.
Después se alejó de ellos, más o menos a la distancia de un tiro de piedra, y puesto de rodillas, oraba: “Padre, si quieres, aleja de mí este cáliz. Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”.
Entonces se le apareció un ángel del cielo que lo reconfortaba.
En medio de la angustia, él oraba más intensamente, y su sudor era como gotas de sangre que corrían hasta el suelo.
Después de orar se levantó, fue hacia donde estaban sus discípulos y los encontró adormecidos por la tristeza.
Jesús les dijo: “¿Por qué están durmiendo? Levántense y oren para no caer en la tentación”.
Todavía estaba hablando, cuando llegó una multitud encabezada por el que se llamaba Judas, uno de los Doce. Este se acercó a Jesús para besarlo.
Jesús le dijo: “Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?”.
Los que estaban con Jesús, viendo lo que iba a suceder, le preguntaron: “Señor, ¿usamos la espada?”.
Y uno de ellos hirió con su espada al servidor del Sumo Sacerdote, cortándole la oreja derecha.
Pero Jesús dijo: “Dejen, ya está”. Y tocándole la oreja, lo curó.
Después dijo a los sumos sacerdotes, a los jefes de la guardia del Templo y a los ancianos que habían venido a arrestarlo: “¿Soy acaso un ladrón para que vengan con espadas y palos? Todos los días estaba con ustedes en el Templo y no me arrestaron. Pero esta es la hora de ustedes y el poder de las tinieblas”.
Después de arrestarlo, lo condujeron a la casa del Sumo Sacerdote. Pedro lo seguía de lejos.
Encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor de él y Pedro se sentó entre ellos.
Una sirvienta que lo vio junto al fuego, lo miró fijamente y dijo: “Este también estaba con él”.
Pedro lo negó, diciendo: “Mujer, no lo conozco”.
Poco después, otro lo vio y dijo: “Tú también eres uno de aquellos”. Pero Pedro respondió: “No, hombre, no lo soy”.
Alrededor de una hora más tarde, otro insistió, diciendo: “No hay duda de que este hombre estaba con él; además, él también es galileo”.
“Hombre, dijo Pedro, no sé lo que dices”. En ese momento, cuando todavía estaba hablando, cantó el gallo.
El Señor, dándose vuelta, miró a Pedro. Este recordó las palabras que el Señor le había dicho: “Hoy, antes que cante el gallo, me habrás negado tres veces”.
Y saliendo afuera, lloró amargamente.
Los hombres que custodiaban a Jesús lo ultrajaban y lo golpeaban;
y tapándole el rostro, le decían: “Profetiza, ¿quién te golpeó?”.
Y proferían contra él toda clase de insultos.
Cuando amaneció, se reunió el Consejo de los ancianos del pueblo, junto con los sumos sacerdotes y los escribas. Llevaron a Jesús ante el tribunal
y le dijeron: “Dinos si eres el Mesías”. El les dijo: “Si yo les respondo, ustedes no me creerán, y si los interrogo, no me responderán.
Pero en adelante, el Hijo del hombre se sentará a la derecha de Dios todopoderoso”.
Todos preguntaron: “¿Entonces eres el Hijo de Dios?”. Jesús respondió: “Tienen razón, yo lo soy”.
Ellos dijeron: “¿Acaso necesitamos otro testimonio? Nosotros mismos lo hemos oído de su propia boca”.
Después se levantó toda la asamblea y lo llevaron ante Pilato.
Y comenzaron a acusarlo, diciendo: “Hemos encontrado a este hombre incitando a nuestro pueblo a la rebelión, impidiéndole pagar los impuestos al Emperador y pretendiendo ser el rey Mesías”.
Pilato lo interrogó, diciendo: “¿Eres tú el rey de los judíos?”. “Tú lo dices”, le respondió Jesús.
Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la multitud: “No encuentro en este hombre ningún motivo de condena”.
Pero ellos insistían: “Subleva al pueblo con su enseñanza en toda la Judea. Comenzó en Galilea y ha llegado hasta aquí”.
Al oír esto, Pilato preguntó si ese hombre era galileo.
Y habiéndose asegurado de que pertenecía a la jurisdicción de Herodes, se lo envió. En esos días, también Herodes se encontraba en Jerusalén.
Herodes se alegró mucho al ver a Jesús. Hacía tiempo que deseaba verlo, por lo que había oído decir de él, y esperaba que hiciera algún prodigio en su presencia.
Le hizo muchas preguntas, pero Jesús no le respondió nada.
Entre tanto, los sumos sacerdotes y los escribas estaban allí y lo acusaban con vehemencia.
Herodes y sus guardias, después de tratarlo con desprecio y ponerlo en ridículo, lo cubrieron con un magnífico manto y lo enviaron de nuevo a Pilato.
Y ese mismo día, Herodes y Pilato, que estaban enemistados, se hicieron amigos.
Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los jefes y al pueblo, y les dijo: “Ustedes me han traído a este hombre, acusándolo de incitar al pueblo a la rebelión. Pero yo lo interrogué delante de ustedes y no encontré ningún motivo de condena en los cargos de que lo acusan; ni tampoco Herodes, ya que él lo ha devuelto a este tribunal. Como ven, este hombre no ha hecho nada que merezca la muerte. Después de darle un escarmiento, lo dejaré en libertad”.
Pero la multitud comenzó a gritar: “¡Qué muera este hombre! ¡Suéltanos a Barrabás!”.
A Barrabás lo habían encarcelado por una sedición que tuvo lugar en la ciudad y por homicidio.
Pilato volvió a dirigirles la palabra con la intención de poner en libertad a Jesús.
Pero ellos seguían gritando: “¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!”.
Por tercera vez les dijo: “¿Qué mal ha hecho este hombre? No encuentro en él nada que merezca la muerte. Después de darle un escarmiento, lo dejaré en libertad”.
Pero ellos insistían a gritos, reclamando que fuera crucificado, y el griterío se hacía cada vez más violento.
Al fin, Pilato resolvió acceder al pedido del pueblo.
Dejó en libertad al que ellos pedían, al que había sido encarcelado por sedición y homicidio, y a Jesús lo entregó al arbitrio de ellos.
Cuando lo llevaban, detuvieron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo cargaron con la cruz, para que la llevara detrás de Jesús.
Lo seguían muchos del pueblo y un buen número de mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él.
Pero Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: “¡Hijas de Jerusalén!, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos.
Porque se acerca el tiempo en que se dirá: ¡Felices las estériles, felices los senos que no concibieron y los pechos que no amamantaron!
Entonces se dirá a las montañas: ¡Caigan sobre nosotros!, y a los cerros: ¡Sepúltennos!
Porque si así tratan a la leña verde, ¿qué será de la leña seca?”.
Con él llevaban también a otros dos malhechores, para ser ejecutados.
Cuando llegaron al lugar llamado “del Cráneo”, lo crucificaron junto con los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda.
Jesús decía: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Después se repartieron sus vestiduras, sorteándolas entre ellos.
El pueblo permanecía allí y miraba. Sus jefes, burlándose, decían: “Ha salvado a otros: ¡que se salve a sí mismo, si es el Mesías de Dios, el Elegido!”.
También los soldados se burlaban de él y, acercándose para ofrecerle vinagre,
le decían: “Si eres el rey de los judíos, ¡sálvate a ti mismo!”.
Sobre su cabeza había una inscripción: “Este es el rey de los judíos”.
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: “¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros”.
Pero el otro lo increpaba, diciéndole: “¿No tienes temor de Dios, tú que sufres la misma pena que él?
Nosotros la sufrimos justamente, porque pagamos nuestras culpas, pero él no ha hecho nada malo”.
Y decía: “Jesús, acuérdate de mí cuando vengas a establecer tu Reino”.
El le respondió: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el Paraíso”.
Era alrededor del mediodía. El sol se eclipsó y la oscuridad cubrió toda la tierra hasta las tres de la tarde.
El velo del Templo se rasgó por el medio.
Jesús, con un grito, exclamó: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Y diciendo esto, expiró.
Cuando el centurión vio lo que había pasado, alabó a Dios, exclamando: “Realmente este hombre era un justo”.
Y la multitud que se había reunido para contemplar el espectáculo, al ver lo sucedido, regresaba golpeándose el pecho.
Todos sus amigos y las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea permanecían a distancia, contemplando lo sucedido.
Llegó entonces un miembro del Consejo, llamado José, hombre recto y justo,
que había disentido con las decisiones y actitudes de los demás. Era de Arimatea, ciudad de Judea, y esperaba el Reino de Dios.
Fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús.
Después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro cavado en la roca, donde nadie había sido sepultado.
Era el día de la Preparación, y ya comenzaba el sábado.
Las mujeres que habían venido de Galilea con Jesús siguieron a José, observaron el sepulcro y vieron cómo había sido sepultado.
Después regresaron y prepararon los bálsamos y perfumes, pero el sábado observaron el descanso que prescribía la Ley.

Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:

En Roma, Italia, me encuentro unas cuantas veces visitando un lugar particularmente ‘santo’. Es el salón de helado de della Palma cerca del panteón. Deben tener más de doscientos tipos de helado, sin embargo mi enfoque siempre está en las veinte (o así) variedades de chocolate. Cada vez que voy a elegir cucharadas de diferentes tipos de chocolate: con fruta, con nueces, o cualquier otra característica que le dé un sabor único. Después de todo, somos libres de cambiar nuestra mente, de lo contrario no tendrían tantas opciones disponibles.
Siempre pienso en este aspecto de cambiar de opinión cuando escucho los dos evangelios de hoy, Domingo de Ramos. Este es el único día durante el año litúrgico que escuchamos dos evangelios. Son diametralmente opuestos. Primero escuchamos el evangelio de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén (Lucas 19: 28-40), y luego la lectura de la Pasión (Lucas 22: 14-23: 56). En la primera, la multitud acoge a Jesús en la ciudad santa y canta “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor”, poniendo sus capas en el camino delante de él, como una alfombra, mientras acogen al gran Maestro y obrador de milagros de Galilea. Sin embargo, solo unos días después, la misma multitud grita: “¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!” Obviamente, en solo unos días, las personas habían cambiado de opinión acerca de Jesús.
Durante estas últimas semanas de Cuaresma cada día las lecturas reflejan que hay cada vez más oposición a Jesús. Ha sanado a la gente en el día del sábado. Él ha llamado a Dios su padre, incluso el término del afecto, “Abba” o papá. Los funcionarios del templo, los fariseos, se están volviendo cada vez más preocupados por la fama que está adquiriendo. Además, los está desafiando por no ‘practicar lo que predican’. Las autoridades judías también estaban preocupadas, políticamente, que este Jesús y sus seguidores haría un levantamiento que haría el delicado equilibrio que estaban tratando de mantener con las autoridades romanas. Ellos ya tenían líderes autorizados, y no había espacio para un mesías autoproclamado. Esto podría traer la mano pesada de Roma sobre ellos.
La mayoría de las personas en Jerusalén no lo conocían, como la gente de Cafarnaum y Nazaret lo conocían. La mayoría de ellos sólo había oído hablar de Él: sus sabias palabras y sus actos milagrosos. Cuando oyeron que estaba entrando en su ciudad para la Pascua, se reunieron para darle la bienvenida, en caso de que los rumores fueran verdad y que realmente era el Mesías. El Viernes Santo, con esta falta de conocimiento personal y experiencia de la mayoría sobre Jesús, todo lo que se necesitaba eran unos pocos infiltrados para estar entre la multitud y ellos con rumores, medias verdades, exageraciones y mentiras. La multitud era uno de los buscadores de curiosidad más que los creyentes, y que rápidamente podrían ser convertidos en contra de Jesús.
En nuestra condición humana, quizás podamos identificarnos con ambas multitudes: el Domingo de Ramos y el Viernes Santo. A veces, nuestras palabras y acciones, y nuestras vidas, le están dando a Jesús alabanza y gloria. Estamos llenos de gracia y respondiéndole como fieles discípulos y administradores. Sin embargo, en otras ocasiones, nuestras palabras y acciones, y nuestras vidas, niegan o traicionan nuestra relación con Jesús. Más que la gracia obrando en nosotros, hay pecado. Más que testimonio hay mal ejemplo. Y más que el discipulado y la mayordomía, hay apatía o animosidad.
La elección que hacemos esta semana, al acompañar a Jesús el Jueves Santo, en la Misa de la institución de la Eucaristía y el Sacerdocio, el Viernes Santo, en el Camino de la Cruz, en la Liturgia de la Pasión y la Muerte, en la Vigilia Pascual y las Misas del Día de Pascua, que celebran la Resurrección, es mucho más importante que el sabor del helado de chocolate que ha llamado nuestra atención. Estamos hablando y mostrando quiénes somos en relación con Jesucristo. Hagamos de esta semana una verdadera “Semana Santa”, ya que nos damos tiempo para acompañar a Jesús y a nuestros hermanos y hermanas en Cristo en estas celebraciones de nuestra fe, solidificando y expresando que Jesús es nuestro Salvador y que le pertenecemos.

Vivir dos veces

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Evangelio según San Juan 8,1-11:
Jesús fue al monte de los Olivos. Al amanecer volvió al Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y comenzó a enseñarles.
Los escribas y los fariseos le trajeron a una mujer que había sido sorprendida en adulterio y, poniéndola en medio de todos, dijeron a Jesús: “Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?”.
Decían esto para ponerlo a prueba, a fin de poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, comenzó a escribir en el suelo con el dedo. Como insistían, se enderezó y les dijo: “El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra”.
E inclinándose nuevamente, siguió escribiendo en el suelo.
Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose, le preguntó: “Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?”.
Ella le respondió: “Nadie, Señor”. “Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante”.Resultado de imagen para quinto domingo de cuaresma 2019 aci

Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:

Hace algunos años, veo un programa de televisión en Canadá llamado ‘Usted sólo vive dos veces’. En cada episodio una persona, en el momento de su muerte, se le dio la oportunidad de volver atrás en el tiempo y cambiar el curso de su vida. Ellos no han vuelto como ellos mismos, sino como otra persona, para influir en su vida para tomar una decisión que podría y cambiaría su vida. Recuerdo un episodio en particular en el que una mujer fue atropellada por un camión de basura, ya que estaba distraída cruzando la calle. Ella acababa de venir de su médico, quien le dijo que tenía cáncer de pulmón, y tenía sólo un corto tiempo para vivir. Ella volvió en el tiempo como el consejero de orientación de su escuela secundaria. Allí ella -el consejero de orientación- se tenía a sí misma -la estudiante- suspendida del equipo de baloncesto por fumar. La madre de la estudiante, también una fumadora crónica, vino para decirle que se estaba muriendo de cáncer de pulmón. En lugar de preocupar a sus hijos con la verdad, les dijo que estaba fuera durante unos días en un spa, cuando en realidad, ella estaba en el hospital teniendo quimioterapia. El consejero de orientación fue sorprendido, ya que su madre nunca había revelado eso antes de su muerte. Ella trajo a los dos juntos: su madre y ella misma, como adolescente, y finalmente la madre reveló a su hija que se estaba muriendo de cáncer al pulmón. A través de sus lágrimas, cada uno prometió nunca volver a fumar. Entonces el episodio salta al futuro, y porque la hija había dejado de fumar, llegó a casa en el momento normal, no tener que ir a la oficina del médico. Ella se sorprendió al descubrir, al regresar a su marido e hijos, a escuchar la voz de su madre, que vivía con ellos. Su vida, y la de su madre, había sido cambiada por ‘vivir dos veces’.
Por desgracia, esto era sólo un programa de televisión, y no el mundo real. Cuando leí el Evangelio (Juan 8:1-11) pensé en esto: ‘vivir dos veces’, la nueva oportunidad en la vida que Jesús dio a las mujeres capturadas en adulterio. Es un evangelio dramático que todos hemos oído antes. De acuerdo con la ley de Moisés lapidación fue un castigo por el adulterio. La gente no sólo se sentía justificada en llevarla a Jesús, sino que parece auto-justicia en su propia actitud: mejor que tú, ellos también eran pecadores, pero sus pecados no estaban expuestos en público. Las palabras de Jesús, “que uno entre ustedes que este sin pecado sea el primero en lanzar una piedra a ella”. Cortar a través de su auto-Justicia, hizo que se den cuenta de su propio pecaminosidad -sin embargo, sin impresionar- se fue uno por uno, comenzando por el mayor. Jesús muestra compasión por la mujer, la perdona y le dice “no pecar más”. Ella tiene una segunda oportunidad de ser fiel al pacto con Dios y evitar su pecado. Ahora podría vivir dos veces, perdonada de sus pecados.
En la primera lectura del profeta Isaías (43:16-21) Isaías recuerda al pueblo de Dios sobre el misterioso trabajo de Dios. Las referencias al paso a través del Mar Rojo. Liberarlos de la esclavitud en Egipto, no es más que un avance de lo que está por venir. Dios promete “hacer algo nuevo”. introduce la imagen del agua -sagrada en la vida del desierto- como señal de su bendición y cuidado. Dios estaba con su pueblo, y esto fue ‘buena nueva’ para ellos.
En la segunda lectura, de la carta de San Pablo a los Filipenses (3;8-14), San Pablo muestra la profundidad de su fe, y su capacidad de articular esta vida con y en Jesús que lo ha transformado de perseguidor a apóstol. Esta conversión ha convertido su mundo al revés. El valor y los objetivos que una vez se estableció para sí mismo son ahora “basura”, no valen nada. En Cristo sus valores y metas se han transformado para reflejar la gracia de Dios. La Resurrección de Jesús se ha convertido en la fuente de nueva vida para él aquí y ahora, y la clave de la vida eterna. La virtud más asociada a la resurrección es la esperanza, y Pablo está lleno de esperanza mientras mira hacia el futuro.
Nosotros, también, estamos llamados a ser personas de esperanza, ya que nos damos cuenta de que este mismo Jesús que dijo a la mujer atrapada en adulterio, “no pecar más”, dice lo mismo a nosotros. Hemos recibido el perdón de nuestros pecados a través de su muerte y resurrección, y estamos llamados a la vida eterna que Dios ha prometido. Nosotros, también, podemos respirar un suspiro de alivio -como la mujer- sabiendo que se nos ha dado otra oportunidad. Tal vez no sea nuestra “segunda oportunidad” sino nuestra centésima oportunidad, perdonada una y otra vez en el sacramento de la reconciliación. Todos hemos experimentado ese alivio al ser perdonado, y ser reconciliado con alguien después de una dolorosa separación y sentimientos duros. Cuando todo está detrás de nosotros sólo experimentamos la felicidad y la alegría, al igual que la nueva madre que olvida las dolores de nacimiento cuando se gloria en su hijo.
Sin embargo, creo que no sólo es importante para nosotros reflexionar sobre ese perdón que hemos experimentado, pero -en el espíritu del evangelio- como tratamos a otros pecadores. La multitud en el evangelio fue despiadada con la mujer. Parecía casi que su indignación y el odio era ‘reprimida’ en contra de ella como si fuera el cordero del sacrificio que le llevaría sus pecados. Afortunadamente las palabras de Jesús les hicieron reconocer su propio pecado y no la apedrearon. Somos llamados, como los perdonados por Dios, para compartir esa nueva vida y ese alivio con los demás. En nuestra condición humana es fácil juzgar y condenar a los demás. A nadie le gusta sentirse juzgado y condenado. Después de haber experimentado el alivio y la nueva vida que viene de ser perdonado, estamos llamados -especialmente en esta temporada de Cuaresma- para perdonar a los demás, y para darles la bienvenida en una relación más estrecha con Dios, para que puedan escuchar con sus propios oídos “tampoco lo hacen yo no te condeno,…ve,…y no peques más”.Resultado de imagen para vatican news

Estándares de vanguardia para la protección de menores

Por ANDREA TORNIELLI- Vatican News.
El motu proprio sobre la protección de los menores y de las personas vulnerables, la nueva ley para el Estado de la Ciudad del Vaticano extendida también a la Curia romana, y las orientaciones pastorales -tres documentos firmados por el Papa Francisco- hace poco más de un mes después de la reunión, del pasado mes de febrero, que congregó a los presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo y que representan de alguna manera un primer fruto.
Se trata de leyes, normas e indicaciones muy específicas, en primer lugar, para los destinatarios: en realidad se refieren sólo al Estado Vaticano, donde un gran número de sacerdotes y religiosos trabajan, pero hay muy pocos niños. Aunque fueron concebidos y escritos para una realidad única en el mundo, en la que la máxima autoridad religiosa es también soberana y legisladora, estos tres documentos contienen indicaciones ejemplares que tienen en cuenta los parámetros internacionales más avanzados.
En el motu proprio, el único de los tres textos para los que la firma papal era indispensable, Francisco expresa su deseo de  “que todos sean conscientes del deber de denunciar los abusos a las autoridades competentes y de cooperar con ellas en las actividades de prevención y de lucha”, afirmando así un principio significativo.
El hecho de que el Papa decidiera firmar personalmente también la Ley CCXCVII y las Directrices – textos que en sí mismos podrían haber sido promulgados respectivamente por la Comisión para el Estado y por el Vicario de la Ciudad del Vaticano – indica el valor que estas normas pretenden dar.
El primero de los tres documentos es la nueva ley en la que el primer artículo contiene una definición precisa y amplia de la categoría de “adultos vulnerables” tratados como menores: “Es vulnerable toda persona en estado de enfermedad, deficiencia física o mental o privación de la libertad personal que, de hecho, incluso ocasionalmente, limite la capacidad de comprender o de querer o de resistirse a quien le ofende”.

Las innovaciones más significativas del texto son muchas

La primera se refiere al hecho de que, a partir de ahora todos los delitos relacionados con el abuso de menores, no sólo los de carácter sexual, sino también, por ejemplo, el maltrato, serán “perseguibles de oficio”, es decir, incluso en ausencia de un informe de oficio. La segunda novedad es la introducción de una prescripción de 20 años que comienza “en caso de delito a un menor, a partir de los 18 años”. Vale la pena recordar que aquí no estamos hablando de leyes canónicas, sino de leyes penales del Estado de la Ciudad del Vaticano, donde nunca se ha adoptado el Código Rocco promulgado en Italia durante el período fascista, el Código Penal de Zanardelli sigue siendo de aplicación, que para estos delitos preveía prescripciones que nunca llegaron más allá de cuatro años después de la comisión del delito en sí.
Otra novedad importante se refiere a la obligación de denunciar y sancionar al funcionario público que no denuncie ante la autoridad judicial vaticana los abusos de los que haya tenido conocimiento, sin perjuicio del sello sacramental, que es el secreto inviolable de la confesión. Esto significa que todos aquellos que, en el Estado y por extensión en la Curia Romana, pero también entre el personal diplomático al servicio de las nunciaturas, desempeñen el papel de funcionarios públicos (más del 90% de las personas que trabajan en el Vaticano o para la Santa Sede) serán sancionados en caso de no denunciar.
Otra innovación importante es la creación por el Governatorato, dentro de la Dirección de Salud e Higiene del Vaticano, de un servicio de acompañamiento para las víctimas de abusos, que será coordinado por un experto cualificado. Por lo tanto, las víctimas tendrán a alguien a quien recurrir en busca de ayuda, para recibir asistencia médica y psicológica, para que conozcan sus derechos y sepan cómo hacerlos respetar. Novedad también en lo que respecta a la selección y reclutamiento de personal del Governatorato y la Curia Romana: se debe determinar la idoneidad del candidato para interactuar con menores.
Finalmente, las Directrices Pastorales para el Vicariato de la Ciudad del Vaticano. Pueden aparecer como un documento breve en comparación con textos similares de algunas Conferencias Episcopales, pero hay que recordar que sólo hay dos parroquias en el Vaticano y que sólo viven unas pocas docenas de menores.
Las Orientaciones se dirigen a los sacerdotes, diáconos y educadores del Preseminario San Pío X, a los cánones, párrocos y coadjutores de las dos parroquias, a los religiosos y religiosas que residen en el Vaticano, así como a “todos aquellos que trabajan en cualquier cargo, individual o asociado, dentro de la comunidad eclesial del Vicariato de la Ciudad del Vaticano”. Se especifica, por ejemplo, que estas personas deben “ser siempre visibles para los demás cuando estén en presencia de menores”, que está estrictamente prohibido “establecer una relación preferencial con un solo menor, dirigirse a un menor de forma ofensiva o adoptar conductas inapropiadas o sexualmente alusivas, pedir a un menor que guarde un secreto, fotografiar o filmar a un menor de edad sin el consentimiento escrito de sus padres”. Y mucho más.
El Vicario de la Ciudad del Vaticano tiene ahora la obligación de informar al Promotor de Justicia de cualquier noticia de abuso que “no sea manifiestamente infundada”, retirando cautelosamente de las actividades pastorales al presunto autor del abuso. Cualquiera que sea encontrado culpable de abuso será “destituido de su cargo” en el Vaticano. Si es un sacerdote, entonces todas las normas canónicas ya en vigor toman el relevo.
A los documentos que acaban de salir a la luz, como se anunció a finales de la cumbre de febrero, seguirá la publicación por parte de la Congregación para la Doctrina de la Fe de un vademécum antiabuso para la Iglesia universal, y la creación de mecanismos para ayudar a las diócesis que carecen de personal cualificado para tratar estos casos.
El pasaje de Francisco es claro e inequívoco: “La protección de los menores y de las personas vulnerables es parte integrante del mensaje evangélico que la Iglesia y todos sus miembros están llamados a difundir en todo el mundo.

Hijo pródigo

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Evangelio según San Lucas 15,1-3.11-32.
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo.
Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: “Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos“.
Jesús les dijo entonces esta parábola: Un hombre tenía dos hijos. El menor de ellos dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte de herencia que me corresponde’. Y el padre les repartió sus bienes.
Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa.
Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó a sufrir privaciones.
Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a su campo para cuidar cerdos.
El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.
Entonces recapacitó y dijo: ‘¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!
Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros’.
Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó.
El joven le dijo: ‘Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado hijo tuyo’.
Pero el padre dijo a sus servidores: ‘Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo, pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies.
Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos, porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue encontrado’. Y comenzó la fiesta.
El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y los coros que acompañaban la danza.
Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso.
El le respondió: ‘Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo’.
El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara,
pero él le respondió: ‘Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con mis amigos.
¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con mujeres, haces matar para él el ternero engordado!’.
Pero el padre le dijo: ‘Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo.
Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado’“.

Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:

El poeta británico, Francis Thompson, es más conocido por su poema clásico, ‘El Perro del Cielo‘ (‘The Hound of Heaven‘). En la poema está escapando de Dios porque se siente que Dios no le ha tratado bien. Cuando, por fin, Dios le encuentra el poeta – como el perro capta su presa – Dios le dice: “Todo que he tomado de ti he hecho no para hacerte daño, sino para que puedes buscar estar en Mis brazos. Todos los errores de la niñez ya son perdidos. Tengo un hogar para ti. Levántate, tome Mi mano y venga“.
Nuestro evangelio de hoy (Lucas 15:1-3, 11-32) me hace recuerdo de los peores y mejores momentos del hijo pródigo. Su peor momento fue su avaricia y su deseo para el placer que le ha hecho pedir su herencia mientras su papá estaba vivo. Tal vez él, también, ha sentido mal tratado y ha pensado que ha merecido algo mejor. El ha querido la vida alta ahora, y no estaba por esperar y ganar su herencia. Lleno de tales malas motivaciones (como “los errores de la niñez“) ha querido vivir su fantasía, pero pronto para encontrarse solo y carente. La ‘buena vida‘ no ha sido tan buena, después de todo. Sus mejores momentos vinieron cuando se ha dado cuenta que el ha pertenecido ‘en casa‘ y que tuvo un padre que le ha amado. A pesar del insulto y la falta de respeto hacia su padre, el hijo tuvo la esperanza que todavía había un lugar para él, al menos como un empleado. El ha empezado su viaje a casa pobre y triste, mientras ha salido con grandes sueños y dinero. La reacción del padre cambia el foco de la parábola del ‘hijo prodigo‘ al ‘padre misericordioso‘. El padre fue lleno de perdón y misericordia al recibir a su hijo a casa, hasta como un hijo tan amado. En verdad el padre “tuvo un hogar para él“, y ha invitado a su hijo para “tomar la mano y venir“. Tales imágenes dramáticas en el poema fácilmente reflejan la sorpresa en la reacción del padre a su hijo. En verdad, el Padre quiere a su hijo, “en sus brazos“.
En nuestra Primera Lectura del Libro de Josué (5:9, 10-12) Dios expresa su amor para su pueblo elegido. El “ha quitado de encima de ustedes la vergüenza de Egipto“, y continua a guiarles a la tierra prometida. A pesar de su infidelidad en el pasado en la alianza el les ha dado otra oportunidad. ¡Son su pueblo!
Nuestra Segunda Lectura de la Segunda Carta de San Pablo a los Corintios (5:17-21) anuncia la buena nueva del perdón de Dios. Somos una nueva creación en Cristo, por nuestra reconciliación con Dios. Somos llamados a tomar un paso más allá, y para ser “embajadores de Cristo“, compartiendo el perdón y la reconciliación con otros.
Esta parábola es tan bien conocida, probablemente mejor que todas. En este tiempo de la Cuaresma es un llamado a ‘volver a casa‘ al Padre con nuestro “Padre, pequé contra Dios y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo“. El padre ha escuchado estas palabras, pero no ha respondido a ellas. Su amor fue incondicional, y su perdón de su hijo fue incondicional. Con seguridad, esto es lo que todos buscan de Dios, y de otros: amor y perdón incondicional. Todos queremos una segunda oportunidad. Todos queremos ser “tomado de la mano” por la mano de Dios, y para ser “en sus brazos“.
Con todas las buenas noticias del evangelio, hay a veces una reacción negativa. Algunos gritan “¡No es justo!” Ellos identifican con el hijo fiel quien se ha quedado y ha trabajado con su padre. El se siente que fue maltratado, el padre perdonando su hijo ‘indigno‘ (quien no quiso llamar su ‘hermano‘), después del dolor que ha sufrido. Me hace pensar que ha motivado el hijo en su fidelidad al padre. Tal vez lo hizo por la obligación, sintiendo que ha tenido que ‘ganar’ el amor de su padre, o por el temor. El no se ha dado cuenta que el amor del padre fue incondicional. A pesar de que es a veces referido al ‘buen hijo‘, en relación al hijo prodigo, no estoy seguro que el fue tan ‘bueno‘. Puedo imaginar que si el hubiera pecado contra su padre el jamás hubiera vuelto a casa, sintiéndose indigno de una segunda oportunidad, que el no fue digno. También puedo imaginar que sus amigos son pocos, siempre sintiéndose no suficiente buenos. Su amor fue condicional, y los que le han lastimado no tuvieron oportunidad de redención.
Esta Cuaresma el Señor está persiguiéndonos, como el perro en ‘El Perro del Cielo‘. El Señor nos busca, no para reprendernos o castigarnos, sino para tomarnos en sus brazos y darnos la seguridad que somos amados y perdonados. La parábola del hijo prodigo nos asegura quien es nuestro Dios, y como el nos mira. El hijo prodigo nos da la oportunidad para reflexionar sobre nuestros pecados y como fallamos con el Padre, y como la humildad y remordimiento pueden llevarnos a los brazos del Padre. El ‘buen hijo‘ también nos da una oportunidad para reflexionar como respondemos a la conversión, el perdón, y la reconciliación con otros, en particular con los que pensamos son indignos, y nos hace pensar y decir, ‘¡No es justo!‘.
Que nos abramos al amor y el perdón incondicional del Padre, y haga de esta Cuaresma una de renovación y reconciliación para nosotros. ¡El es justo!

Santa Teresa de Jesús

Teresa Sánchez de Cepeda y Ahumada

Por Mónica Arrizabalaga- Diario ABC.
Teresa Sánchez de Cepeda y Ahumada, más conocida como Santa Teresa de Jesús o Teresa de Ávila nació el 28 de marzo de 2015. Fue un miércoles para más señas, a las cinco de la mañana como anotó su padre don Alonso Sánchez de Cepeda. Éste, hijo de un judío converso toledano, se había casado en segundas nupcias con la noble castellana doña Beatriz de Ahumada, y había aportado al matrimonio tres hijos de su enlace anterior a los que se sumaron ocho, entre ellos Teresa. «Éramos tres hermanas y nueve hermanos», contó la propia santa, que según ella misma admitía era la favorita de su padre.

Sus dos «fugas»

Cuentan que a los 7 años convenció a su hermano Rodrigo para que se fugase con ella de casa y se fuera con ella a tierra de moros, buscando el martirio. La fracasada intentona da muestra de la religiosidad que marcó su infancia y también de su carácter enérgico y su fuerte voluntad. Su siguiente fuga no se quedaría en intento. En 1535, ante la negativa de su padre para concederle el permiso paterno para ingresar en el convento de las carmelitas de la Encarnación, se iría de casa para tomar los hábitos y hacer los votos. No sin pena, como ella misma relató: «Aquel día, al abandonar mi hogar sentía tan terrible angustia, que llegué a pensar que la agonía y la muerte no podían ser peores de lo que experimentaba yo en aquel momento. El amor de Dios no era suficientemente grande en mí para ahogar el amor que profesaba a mi padre y a mis amigos». Teresa tenía 20 años.

Entre libros de caballería

Había sido su propio padre, sin embargo, el que primero la llevó a un convento. A los 13 años Teresa se había quedado huérfana de esa madre con quien compartía confidencias, devociones y su gusto por la lectura. De las vidas de santos, había pasado a los libros de caballerías y de en ellos aprendió a galantear con sus primos. «Comencé a pintarme y a buscar a parecer y a ser coqueta», recordaba la propia santa. Su padre, preocupado, decidió entonces internarla en el convento de las Agustinas de Gracia de Ávila, donde se educaban doncellas nobles.
Una grave enfermedad le obligaría a salir del convento. Nada se sabe de esta dolencia a la que la santa solo se refirió con la frase «Dióme una gran enfermedad, que hube de tornar en casa de mi padre». Durante su convalecencia, su tío don Pedro de Cepeda le dio a leer las Epístolas de San Jerónimo que le harían decidirse por tomar los votos y entrar en las carmelitas.

Su prematuro funeral

En el convento de la Encarnación «vivió feliz 27 años, siendo siempre, eso sí, el centro de la atención y el afecto de familia, monjas y seglares», señalan en la web del V Centenario de Santa Teresa de Jesús. La santa debía ser una mujer hermosa, de cuerpo frágil y dotada de una espiritualidad fuera de lo común. En 1538 cae de nuevo enferma. Ante el fracaso de los médicos, su padre le lleva a una curandera cuyo tratamiento «deja a la enferma medio muerta», relata Montserrat Izquierdo en su obra «Teresa de Jesús. Con los pies descalzos». Un año después, un paroxismo la llevará a las puertas de la muerte.
En el convento de la Encarnación le prepararon su sepultura y hasta celebraron un funeral, según relata Izquierdo. Sin embargo, cuatro días después, volvió en sí y pidió que la llevaran de vuelta al convento. «En la enfermería del monasterio pasará tullida casi cuatro años hasta verse curada, según su propia confesión, por la intercesión de san José», apunta la escritora.

Las visiones místicas

Los años siguientes fueron los más oscuros para la santa, que abandonó la oración en 1542 y un año después salió del convento para cuidar a su padre. Moriría en aquella Navidad y a su regreso, Teresa pasaría diez años más entre estados de desesperanza y periodos de oración hasta que en 1554, cuando rondaba los 40 años, tuvo lugar su conversión definitiva ante un Cristo llagado. «Ese día nace Teresa de Jesús y comienza la segunda etapa de su vida. La de su fecundidad espiritual, mística y literaria. La etapa de fundadora», subraya la filóloga especialista en la figura de Santa Teresa.

Entre santos

De entonces son sus primeras visiones y sus temores de estar siendo engañada «por el demonio». Su encuentro en 1560 con el santo franciscano Pedro de Alcántara resultó providencial para alcanzar la paz. Poco antes había tenido oportunidad de conocer a Francisco de Borja, que también sería santo, y años después mantendría una estrecha relación con San Juan de la Cruz.

16 conventos en 20 años

El 24 de agosto de 1562 el Papa Pío IV le concedió su traslado con cuatro monjas al pequeño convento de San José de Ávila. La reforma del Carmelo se ponía en marcha. Apoyada por el general de la Orden del Carmen, recorrió todos los caminos de España fundando conventos. Fueron 16 en apenas 20 años: Ávila, Medina del Campo, Malagón, Valladolid, Toledo, Pastrana, Salamanca, Alba de Tormes, Segovia, Beas de Segura, Sevilla, Caravaca, Villanueva de la Jara, Palencia, Soria, Granada y Burgos. No pudo cumplir su deseo de fundar un convento en Madrid.

Ocho libros y medio millar de cartas

En esos últimos 20 años de su vida escribió Santa Teresa el «Libro de la Vida», «Camino de perfección», «Meditaciones sobre los Cantares», «Moradas del castillo interior», «Exclamaciones», «Fundaciones», «Visita de Descalzas», las «Constituciones» para sus monjas, poesías y medio millar de cartas además de 66 «Cuentas de conciencia» para sus confesores. «Ella no podía predicar, pero sí podía decir lo que pensaba a través de las cartas, en las que no sólo se hablaba de su relación con Dios», señalaba el pasado domingo a Montse Serrador el historiador Javier Burrieza.

Acosada por la Inquisición

Acusada de enseñar cosas de alumbrados, Santa Teresa tuvo que defenderse ante el Tribunal de la Inquisición en 1575. Montserrat Izquierdo relata cómo el Definitorio General de la orden le mandó encerrarse como «presa» en el convento que ella eligiera y su reforma sufrió tal persecución que a punto estuvo de desaparecer hasta que en 1580 el Papa Gregorio XIII concedió a los descalzos una provincia separada de los carmelitas calzados mediante la bula «Pia consideratione».

Murió el día 4 y su entierro fue 24 horas después… el 15

En septiembre de 1582, Teresa de Jesús llegó al monasterio de Alba de Tormes muy enferma. «En fin, muero hija de la Iglesia», pronunció antes de fallecer. Era el 4 de octubre, el día que entraba en vigor el calendario gregoriano. A Santa Teresa la enterraron 24 horas después… el 15 de octubre.

Tres entierros

La enterraron allí mismo, en el convento de Alba de Torres aunque antes de que se cumpliera el año se procedió a la primera exhumación del cuerpo, que se encontró incorrupto. El padre Jerónimo Gracián procedió al rito de amputarle una mano que llevó a las carmelitas de Ávila aunque sin el dedo meñique que se quedó para él.
Tres años después del fallecimiento la Orden de los Carmelitas Descalzos mandaron llevar el cuerpo a Ávila así que fue exhumado el 25 de noviembre de 1585 y se trasladó el cuerpo incorrupto aunque sin un brazo que se quedó en Alba de Tormes para compensar de la pérdida. La decisión provocó el rechazo de los Duques de Alba, que echaron mano de su poder para recuperar el cuerpo, según relata Nieves Concostrina en «Polvo eres», y lo lograron puesto que Sixto V ordenó el traslado de nuevo a Alba de Tormes. En total se oficiaron tres entierros oficiales.
Su cuerpo aún incorrupto se encuentra hoy en una capilla de la Iglesia de la Anunciación de Nuestra Señora de Alba de Tormes, custodiado por nueve llaves aunque despojado de muchas partes de su anatomía. En Alba de Tormes se conservan sendos relicarios con el brazo izquierdo y el corazón de la santa, un pie y parte de la mandíbula se encuentra en Roma, la mano izquierda en Lisboa, un dedo en París, aunque la reliquia de la santa que ha tenido una existencia más agitada ha sido la primera mano que se le seccionó.

«Talismán» de Franco

Las carmelitas de Ronda conservan la célebre mano incorrupta de Santa Teresa que tras la Guerra Civil fue a parar a manos de Francisco Franco y éste llevó consigo como un talismán hasta su muerte. En su dormitorio del Palacio del Pardo hizo construir un altarcito para venerar la reliquia.

Primera doctora de la Iglesia

En 1614 fue beatificada por Paulo V y en 1622 el Papa Gregorio XV la canonizó junto a San Isidro Labrador, San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier y San Felipe Neri. Hubo que esperar hasta 1970 para que fuera nombrada por Pablo VI Doctora de la Iglesia, junto con Santa Catalina de Siena.

Premian a franciscano como el mejor profesor del mundo

Su victoria fue anunciada en el Foro Global de Educación y Habilidades el pasado 23 de marzo de 2019. El premio fue entregado por el conocido actor Hugh Jackman en la ceremonia realizada en Dubai, Emiratos Árabes Unidos. El hermano franciscano fue elegido entre 10 mil profesores nominados de 179 países.
El religioso de 36 años, quien dona el 80% de su sueldo a proyectos de la comunidad local, dicta clases en la escuela secundaria Keriko Mixed Day en Pwani Village, situada en una parte remota del valle del Rift, en Kenia, la cual acoge a jóvenes estudiantes de diversas culturas y religiones que se esfuerzan por obtener un futuro mejor.
“Me siento genial. No puedo creerlo, me siento muy feliz de estar entre los mejores maestros del mundo. Ser el mejor maestro del mundo”, dijo tras recibir el Nobel de Educación.
Asimismo, también recibió un millón de dólares que será usado para beneficiar a la comunidad en materia educativa.
“Voy a devolverle este premio a la sociedad, porque soy un religioso. Nuestras necesidades están atendidas: comida, ropa, todo. Entonces, me hará muy feliz la manera en la que este gran momento va a beneficiar a la sociedad”, reflexionó el hermano Tabichi.
“Los jóvenes de África ya no se verán frenados por las bajas expectativas. África producirá
científicos, ingenieros, empresarios, cuyos nombres serán famosos algún día en todos los rincones del mundo. Y las niñas serán gran parte de esta historia”, señaló a la BBC.
Afirmó que “para ser un gran profesor tienes que ser creativo para abrazar la tecnología. Es importante promover formas modernas de enseñar”.
A pesar de las carencias en equipamiento de la escuela, donde la proporción de estudiantes por maestro es de 58 a 1, Tabichi ha logrado instruir a sus alumnos en Matemática y Ciencias. A través de un club de fomento del talento y el Club de Ciencias de la escuela, ayudó a sus estudiantes a diseñar proyectos de investigación, de los cuales el 60% calificó para competiciones nacionales frente a las mejores escuelas del país.
Actualmente, el equipo de Ciencias Matemáticas se está preparando para participar en la Feria Internacional de Ciencia e Ingeniería INTEL 2019 en Arizona (Estados Unidos).
“¡Ver a mis alumnos crecer en conocimiento, habilidades y confianza es mi mayor alegría al enseñar! Cuando se vuelven resilientes, creativos y productivos en la sociedad, me siento muy satisfecho porque actúo como el mejor facilitador de destinos y la clave que desbloquea su potencial de la manera más emocionante”, manifiesta.
El hermano tiene como objetivo promover la ciencia no solo en Kenia sino en toda África, así como mejorar las expectativas de futuro de sus estudiantes. “Como profesor, busco tener un impacto positivo no solo en mi país, sino dentro de toda África”, aseguró.
El Global Teacher Prize es una iniciativa de la Fundación Varkey para resaltar la importancia de los educadores en todo el mundo, a fin de reconocer sus esfuerzos.
Fuente: ACI Prensa.

Tercer domingo de Cuaresma 2019

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Evangelio según San Lucas 13,1-9.
En ese momento se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios.
El les respondió: “¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás?
Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera.
¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó la torre de Siloé, eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén?
Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera”.
Les dijo también esta parábola: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró.
Dijo entonces al viñador: ‘Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?’.
Pero él respondió: ‘Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás’.”Resultado de imagen para tercer domingo de cuaresma 2019

Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:

Hay una historia sobre una famosa pintura que muestra a un joven jugando al ajedrez con el diablo, jugando por la posesión del alma del joven. Retrata al diablo que acaba de hacer un movimiento brillante. La mayoría de los jugadores de ajedrez que miraron la pintura, y la junta de ajedrez, sintieron simpatía por el hombre. Sin embargo, Paul Murphy, un ex jugador de ajedrez de clase mundial, se quedó intrigado con la pintura, y sobre un estudio más cercano vio algo que nadie más hizo. Con entusiasmo, gritó al joven en la pintura: “¡No te des por vencido! Todavía te queda un excelente movimiento. ¡Todavía hay esperanza!”
Esta historia se me vino a la mente cuando leí el evangelio de esta semana (Lucas 13:1-9), con la parábola del árbol de higo. A todas las apariencias es una ramita inútil, no produciendo ningún fruto, solo tomando espacio en el huerto. De una manera similar, el jardinero vio algo en el árbol de higo que le dio esperanza, y convenció al propietario de la propiedad para darle un año más. Al mismo tiempo, él estaba pidiendo un año más para sí mismo, para que pudiera hacer todo lo humanamente posible para revivir el árbol de higo y darle la oportunidad de dar fruto.
En nuestra primera lectura, del libro de Éxodo (3:1-8 A, 13-15) vemos a Dios interviniendo en la vida de su pueblo elegido. Él toma la iniciativa con Moisés, en revelarse a sí mismo, y su promesa de rescatarlos. Él los llevará a “una tierra que fluye con leche y miel”. Dios está con nosotros, y él promete estar con nosotros en nuestras necesidades, aquí y ahora, como él estaba con Moisés.
Nuestra segunda lectura, de la primera carta de San Pablo a los Corintios (10:1-6, 10-12) refleja el nuevo pacto de Dios, con los lavados limpios por las aguas del bautismo. Somos las personas que se deleitan en la seguridad de nuestra salvación en Jesucristo. Ya no estamos de viaje en el desierto. La “Roca” para nosotros es Jesús. Nuestra comida espiritual ya no es el maná, sino el cuerpo de Cristo. ¡Dios sigue siendo con su pueblo-con nosotros!
En nuestro evangelio fui golpeado por la parábola del árbol de higo. Todo el evangelio tiene la llamada al arrepentimiento, pero el árbol de higo ejemplifica para mí la obra de misericordia activa a través de la gracia de Dios. Dios sostiene la esperanza para nosotros. Su misericordia nos permite empezar de nuevo, ya sea que nos sentimos dignos o no. Él toma el papel del jardinero, nuestro defensor, que declara nuestro caso ante el propietario de la tierra. Se nos da otra oportunidad, un respiro. Él promete “cultivar el suelo a su alrededor y fertilizar”. Él estará en el trabajo, si se lo permitimos. Esto no significa que estemos en nuestros laureles, y que todo sea para el Señor, pero que nos aproveche de este tiempo de gracia que nos ha dado y se arrepientan de nuestros pecados. Este es el corazón de la temporada de Cuaresma. La gracia de Dios es abundante, y él nos provee de tantas oportunidades para dar fruto -el fruto del reino de Dios- si sólo estamos alerta y conscientes de ellos, en nuestra oración, en su palabra salvadora, en el ejemplo de los demás En la comunidad de la iglesia, y en particular en los sacramentos. En esta época del año, en particular, el sacramento de la reconciliación es una fuente de renovación para nosotros a medida que vamos del árbol seco e infructuosa al árbol vivo y fructífero.
Recuerdo hace muchos años dando una charla en Bolivia sobre la misericordia. Lo que más me impresionó de la investigación que hice fue descubrir su uso en la escritura casi exclusivamente como un atributo de Dios. Mientras que el perdón es humano, es la misericordia que se inspira divinamente. Esto nos desafía a mirar más allá de ‘sólo’ perdón para mostrar misericordia. El Padre del hijo pródigo era misericordioso. La misericordia es a menudo inesperada, y va más allá de lo que parece lógico.
Es con esos ojos de amor y misericordia que, creo, Dios nos mira – como en la parábola del árbol de higo. Él nos mira y nos asegura “hay esperanza”. Dios creó y nos formó, y es sólo a través de la pecaminosidad de nuestra condición humana que no damos fruto. Elegimos no dar fruto cuando tomamos decisiones que nos distancia de Dios, y nos ponen en probabilidades con los que nos rodean.
Como me he reflejado en el evangelio durante la semana me pensé a mí mismo: ¿cuáles son las maneras en que el jardinero, el señor Jesús, va a cultivar y nos fertiliza durante esta temporada de Cuaresma? En el miércoles de ceniza escuchamos en el Evangelio (Mateo 6:1-6, 16-18) tres maneras seguras de que Dios puede trabajar en nosotros, y sobre nosotros, durante la Cuaresma. El primero es a través de nuestra oración. El hecho de que estamos aquí hoy es una señal de que la oración y la adoración son importantes para nosotros. Esperemos que durante la cuaresma estamos haciendo un esfuerzo especial para fortalecer nuestra oración y adoración. El segundo medio del “cultivo” de Dios de nosotros es el ayuno. Esto no significa necesariamente sólo en relación con la comida y las bebidas, sino las oportunidades de demostrar que nuestro espíritu es más fuerte que nuestra carne al dar también actividades y cosas que nos pueden dominar fácilmente. Tal vez para algunos esto podría ser alguna fuente de adicción -alcohol o cigarrillos- o incluso algo tan simple como reducir nuestro tiempo en la computadora o la televisión con el fin de pasar más tiempo compartiendo con nuestros seres queridos. La tercera forma en que Dios nos puede ayudar a producir fruto del reino de Dios es por actos de caridad. De esta manera ponemos en acción lo que nuestro corazón desea. Puede que no sólo sea limosna a los pobres, sino que podría tomar la forma de mayor amor, comprensión y aprecio de las personas en nuestras vidas: en casa, en la escuela, y en el trabajo. Estas son sólo algunas de las maneras en que la gracia de Dios puede y nos va a bombardear si nos abrimos a su influencia.
El árbol de higo existió para dar fruto. Esa era su propia naturaleza. Nuestra propia naturaleza, como hijos de Dios y seguidores de Jesús, es dar fruto del reino de Dios, viviendo y compartiendo las virtudes y valores del Reino. Dios nos mira, como el jardinero miró al árbol de higo, como Paul Murphy miró la pintura, y nos asegura que hay esperanza, que podemos cambiar, y que podemos abrazar una vida de gracia, y experimentar la nueva vida Del Cristo resucitado. ¡Vamos a darle una oportunidad a Dios!

Sacerdote es apuñalado en Canadá mientras ofrecía la Misa de la mañana

El sacerdote Claude Grou fue apuñalado esta mañana mientras ofrecía la Misa matutina en el Oratorio San José, famosa iglesia de Montreal, Canadá.
En un momento de la celebración, un hombre fue directo contra el Padre Grou con cuchilla en mano ante la sorpresa de las 60 personas asistentes. El hombre, que tiene unos 26 años de edad, le insertó el cuchillo dos veces en el pecho.
Un par de fieles lo acorralaron e lo doblegaron hasta que vengan las autoridades. La policía arrestó al sujeto y fue interrogado en la tarde. Mientras tanto, el sacerdote fue llevado al hospital en ambulancia.
Alrededor de las 11 de la mañana, el Oratorio San José, cuyo rector es el mismo Padre Grou, publicó en su cuenta de Twitter que el sacerdote se encontraba bien y recuperándose.
Su publicación decía: “Tras el desafortunado incidente que ocurrió esta mañana a las 8:30 am en la cripta, confirmamos que la vida del Padre Claude Grou, rector del Oratorio, está fuera de peligro. Te invitamos a orar por su pronta recuperación”.
Fuente: www.es.churchpop.com

PUCP sería cerrada si no sanciona el acoso sexual

Las universidades que no atiendan ni sancionen casos de acoso sexual o que permitan que en sus instalaciones estudien condenados por terrorismo tendrán que pagar multas de hasta 8% de sus ingresos brutos o sufrirán la cancelación de sus licencias.
Estas medidas están contempladas en el Reglamento de Infracciones y Sanciones que ha publicado el Sunedu en el diario oficial El Peruano.
Con esta medida se busca garantizar la potestad sancionadora de la Sunedu dentro del marco de facultades conferidas por la Ley Universitaria.
La disposición y multa también regirá para las universidades que ofrezcan servicios educativos sin permiso ni licencia. El reglamento se aplica en instituciones públicas o privadas.
También han sido consideradas faltas muy graves el usar excedentes o utilidades para fines que no sean los de mejorar la calidad de la educación.
Además, está el otorgar grados de bachiller, títulos profesionales, de segunda especialidad profesional, maestrías o doctorados sin tener en cuenta requisitos mínimos de la Ley Universitaria.
Fuente: Canal N.
Dos cartas dirigidas al Decano de la Facultad de Derecho-PUCP, Alfredo Villavicencio y al Jefe de Departamento Académico de Derecho-PUCP, Ivan Meini.
Como alumnas y egresadas de la Facultad de Derecho exigimos a las autoridades de nuestra Facultad que se pronuncien inmediatamente condenando la conducta de Wilfredo Ardito, Defensor Universitario.
Advertimos, además, la presunta comisión de faltas disciplinarias por parte de Ardito. Especialmente, llamamos la atención por el hostigamiento sexista en agravio de una docente y una estudiante de nuestra Facultad.
Esta es la generación del #CentenarioDerechoPUCP
#100añosDerecho #DerechoPUCP
Fuente: Se acabó el silencio – Derecho PUCP

Servir revestidos de gloria

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Evangelio según San Lucas 9, 28b-36.
Unos ocho días después de decir esto, Jesús tomó a Pedro, Juan y Santiago, y subió a la montaña para orar.
Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se volvieron de una blancura deslumbrante.
Y dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que aparecían revestidos de gloria y hablaban de la partida de Jesús, que iba a cumplirse en Jerusalén.
Pedro y sus compañeros tenían mucho sueño, pero permanecieron despiertos, y vieron la gloria de Jesús y a los dos hombres que estaban con él.
Mientras estos se alejaban, Pedro dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. El no sabía lo que decía.
Mientras hablaba, una nube los cubrió con su sombra y al entrar en ella, los discípulos se llenaron de temor.
Desde la nube se oyó entonces una voz que decía: “Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo”.
Y cuando se oyó la voz, Jesús estaba solo. Los discípulos callaron y durante todo ese tiempo no dijeron a nadie lo que habían visto.

Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:

Cuando trabajé con las comunidades católicas hispanas de los condados de Waterloo, Wellington y Brant en la diócesis de Hamilton en Ontario; conmigo, mi asistente y la hermana Beatriz íbamos a ir por un día de planificación pastoral. Por lo general era un día en esta época del año, para revisar nuestras actividades y programas, y hacer planes para el próximo año. Un año decidimos ir a nuestra casa de verano en el lago Conestoga, a una media hora en coche fuera de Waterloo. Sucedió que -siendo invierno- había mucha nieve, y mi superior me dijo que dejara el coche al final de la carretera y caminaremos a la casa. Probablemente se trataba de un paseo de quince minutos. Sin embargo, me decidí a conducir. La carretera elevada no era ningún problema, aunque estaba cubierta de nieve. Sin embargo, el problema llegó cuando salí de la carretera, llegué a la propiedad, y conduje a unos pies de nieve. Salimos del coche y llevamos todos nuestros materiales (y comida) a la casa y tuvimos nuestra exitosa reunión. Cuando nos fuimos a retornar no pude volver a subir el coche en la carretera, debido a toda la nieve alrededor y debajo de mi coche. Así que, tuve que ir a un vecino y pedir ayuda. Conseguimos un granjero local para venir con su tractor a tirar del auto, lo que no solo retrasó nuestra salida, también me costó unos dólares.
Pensé en este desafortunado evento cuando leí el evangelio de hoy (Lucas 9:28b-36), y las palabras “escucha a él”. Puede que todos oigamos, pero eso no significa que escuchemos.
En nuestra primera lectura del libro de Génesis (15:5-12, 17-18) escuchamos acerca de la intervención de Dios en la vida de Abram (más tarde para ser llamado Abraham). Dios promete a Abram que sus descendientes serán tantos como las estrellas en el cielo. Él revela su poder, instruye a Abram cómo configurar un altar de sacrificio, y luego milagrosamente envía fuego sobre los sacrificios de animales. Abram creyó en la promesa de Dios, y lo vio cumplido ante sus propios ojos. Escuchó la instrucción de Dios, y se cumplió la voluntad de Dios.
La segunda lectura, de la carta de San Pablo a los Filipenses (3:17-4:1) revela la infidelidad del pueblo a DIOS, y cómo va a tratar con ellos. Los llama “enemigos de la cruz”, por lo tanto, enemigos de Jesucristo. Él los llama a un cambio de actitud y comportamiento, y para “estar firmes en el Señor”. Si escuchamos la palabra de Dios, y su revelación realmente vamos a “estar firmes en el Señor”, y hacer su voluntad.
Nuestro Evangelio, de la transfiguración, es digno de un Cecil B. DeMille o David Spielberg. Es un evento dramático ante los ojos de Pedro, Santiago y Juan. Nunca se habría imaginado, escalar el monte Tabor con Jesús, para ver tal vista -Él siendo transfigurado, junto con Moisés y Elías-; mucho menos oír la voz del Padre hablar y decir “este es mi hijo elegido; escucha a Él”. La importancia de Moisés es que representa la ley judía, y los cinco primeros libros de las escrituras hebreas. Elías, el gran profeta, representa la tradición profética en las escrituras hebreas. La presencia de los dos de ellos con Jesús es una señal segura de la continuidad de la revelación de Dios, y que Jesús ha llegado a completar la revelación en la ley y los profetas. A partir de este momento, deben haber estado seguros de que Jesús es el Cristo, después de una manifestación tan extraordinaria de Dios.
Aunque la voz del padre les dijo, y nosotros, para “escuchar a él”, tenemos problemas para hacer eso. En nuestra condición humana, nosotros ‘Oímos’, pero no necesariamente ‘Escuchamos’. Usamos las dos palabras de forma intercambiable, pero se refieren a dos realidades muy diferentes. ‘Oir’ es una capacidad fisiológica para recibir ondas de sonido que son reconocibles como palabras o sonidos. ‘Escuchar’ implica que hemos ‘oído’, pero también que estamos reconociendo que vamos a hacer algo al respecto. He oído a mi superior que me diga que no conduzca el coche a la casa. Vi que sus labios se mueven y ‘Escucharon’ su voz, pero yo no ‘Escucho’. En nuestra condición humana esto puede suceder a menudo: en casa, en el trabajo, en la escuela y entre nuestros amigos. “Escuchamos” sus voces, pero no estamos ‘Escuchando’. Nuestras mentes podrían estar a un millón de kilómetros de distancia, o podríamos estar diciendo a nosotros mismos “de ninguna manera”. Este fenómeno no está limitado al niño desobediente, sino que se extiende a nosotros como adultos y tales cosas como nuestra visita al médico. El doctor dice “perder diez libras”, y lo escuchamos, vemos que sus labios se mueven y reconocen las palabras como inglés, pero (si eres como yo) ya estamos planeando nuestra próxima evasión.
‘Escuchar’ a Dios tiene sus consecuencias. Significa que vamos a responder a -y no sólo ‘Escuchar’- sus palabras. En nuestro viaje de Cuaresma sabemos que estas son palabras que nos llaman a la renovación, a la conversión, y a cambiar. Son palabras que requieren un cambio de actitud y comportamiento. Tal vez podamos recordar en los últimos tiempos que ‘Escuchar’ a Jesús ha traído los movimientos llenos de gracia en nuestras vidas. En nuestra oración, y en la palabra de Dios, descubrimos su revelación -como con Abram, como con Pablo; y como con Pedro, Santiago y Juan. Hoy el padre nos dice, que si seguimos a Jesús, y si estamos “firmes en el Señor”, y no somos “enemigos de la cruz”, vamos a seguir la instrucción del Padre, y de hecho “escuchar” A Jesús, y llevarlo en serio.
En este segundo domingo de Cuaresma estamos invitados a abrir nuestros oídos, nuestras mentes, nuestros corazones y nuestros espíritus para verdaderamente ‘Escuchar’ a Jesús y actuar. Que, de hecho, reconocer que Jesús es “el hijo elegido”, y estamos para “escuchar a Él”.
Religiosas en la iglesia de San Thoriac en el fiordo de Reidarfiordur.Religiosas en la iglesia de San Thoriac en el fiordo de Reidarfiordur.

La Iglesia crece de prisa en Islandia, donde a los templos ya acuden más jóvenes que ancianos

El crecimiento de la Iglesia en Escandinavia es prácticamente la única excepción en una Europa en proceso acelerado de descristianización, al que por supuesto tampoco son ajenos aquellos países. El caso de Islandia resulta particularmente esperanzador, como cuenta John Aidan Byrne en el National Catholic Register:
Es una fría y oscura noche invernal en Reikiavik y los fieles abarrotan los bancos de la misa vespertina de la catedral católica de Cristo Rey, un llamativo punto de referencia de la parte oeste de la capital de Islandia. La Iglesia de este país está floreciendo tan rápidamente como su economía, y en la vigilia de Todos los Santos, una de las curiosidades -y la prueba más evidente de este crecimiento- son los jóvenes, que superan en número a los ancianos en los bancos de la iglesia.
Esta catedral neogótica es otra curiosidad, puesto que está atípicamente adornada por un techo plano, lo que sorprende a los visitantes, que esperan la clásica aguja elevándose triunfante hacia los cielos paradisiacos del Norte. Cuando en verano el sol alcanza su apogeo, la ilumina con su luz durante todo el día y es posible ver brillar la piedra gris del exterior de la catedral y las vidrieras de colores.
Las estatuas y el arte sacro no invaden los sentidos en Cristo Rey, que en el año 2000 fue nombrada basílica menor, diez siglos después de que Islandia se convirtiera oficialmente en una nación cristiana. La imaginería religiosa, en cambio, agudiza agradablemente la mente. La estatua del patrón de Islandia, San Thorlaco (1133-1193), en la nave lateral izquierda, es especialmente notable. Cuando el sol atraviesa las vidrieras situadas encima del altar mayor, sus rayos de luz inundan la nave mientras los fieles reciben la comunión. Muchos de ellos se arrodillan en los reclinatorios de comunión situados delante del altar para recibir la comunión en la lengua.
El obispo David Tence celebra misa en la catedral de Cristo Rey.
Esta demostración de reverencia en la comunión -poco común en Estados Unidos- parece un extraordinario acto de piedad, una vuelta a la tradición. El obispo David Tencer, que guía la diócesis católica de Reikiavik, dice: “Aquí es normal”. Según monseñor Tencer, un fraile capuchino de larga barba, arrodillarse es algo habitual entre los católicos islandeses.
“Los fieles normalmente comulgan de rodillas, aunque si alguien lo desea, puede hacerlo de pie”, explica el padre Patrick Breen, rector de la catedral y vicario general de la diócesis. “Siempre ha sido así, y siempre será así a no ser que alguien quite los reclinatorios”, se estremece el padre Breen ante la idea de que esto pueda suceder.
La tradición está muy presente en la Iglesia católica de Islandia. “Diría que los católicos islandeses practicantes tienden a ser bastante conservadores”, afirma el padre Breen. El sonido del canto gregoriano a veces inunda las misas dominicales en la catedral. Y hay muchos otros signos que se pueden asociar a una Iglesia vibrante, desde la Adoración Eucarística a la oración en familia.
Peregrinación diocesana a Mariulind, en la costa occidental. En el centro de la foto, el obispo Tencer.
También es muy clara la postura que tiene la Iglesia de Islandia en la cuestión más importante. En la verde colina situada a poca distancia de la catedral y del centro de la ciudad, lleno de turistas, hay una gran campana de 90 años de antigüedad que espera ser tañida. “Es la campana de la vida”, explica el obispo Tencer. “Y su sonido es magnífico, sobre todo cuando la gente se reúne para rezar junto a ella para pedir la protección de la vida humana en el vientre materno”. “A veces”, añade el obispo, “los visitantes llegan a primera hora de la mañana, sobre todo durante el verano, cuando hace buen tiempo, para escuchar el tañer de la campana. ¡Es tan hermoso!”.

Una Iglesia minoritaria

En un país sumamente secularizado, la Iglesia católica de Islandia está separada de la Iglesia Luterana Evangélica de Islandia, la Iglesia nacional a la que pertenece la mayoría de la población, sobre la cuestión del derecho al aborto. A diferencia de la Iglesia católica, la Iglesia nacional no se opone a la legalización del aborto. La mayoría de los islandeses son, al menos nominalmente, luteranos. Y la sanidad pública cubre el aborto legal en Islandia, país que llenó los titulares de los periódicos del mundo por su índice del 100% de abortos de niños con síndrome de Down. (Un escasísimo número de madres se niegan a hacerse el test prenatal, o rechazan el aborto si su hijo es diagnosticado de síndrome de Down). Al obispo Tencer le entristece profundamente esta estadística y quienes la apoyan. “La obispesa luterana de Islandia ha declarado estar en favor del aborto”, ha dicho, refiriéndose a Agnes Sigurðardóttir. “Esto es muy extraño y para nosotros, católicos, imposible. ¿Cómo se puede ser cristiano y, al mismo tiempo, pro-aborto?”.

Fieles en los bancos

Una vez sentados cómodamente en el interior cálido y seguro de esta notable catedral, consagrada en 1929, los frescos rostros de los fieles en los bancos ofrecen un poderoso retrato de la Iglesia católica islandesa actual. Durante más de una década, los jóvenes católicos han ido llegando a esta Iglesia, la gran mayoría de los cuales han emigrado al país recientemente.
El enorme éxito económico de Islandia ha abierto las puertas de par en par, atrayendo a miles de inmigrantes de Europa del este, Asia y otros países, para suplir la escasez de mano de obra.
“Actualmente tenemos miembros en la Iglesia católica que proceden de varias naciones, hemos contado casi cien idiomas distintos”, dice el obispo Tencer, observando que, de lejos, el número más grande de recién llegados son polacos, que suman el 4% de la población de Islandia.
Con el tiempo Islandia se ha recuperado de la crisis económica de 2008, que interrumpió este impulso y que precipitó la economía de la isla y la nación en una depresión. Fue un retroceso doloroso que obligó a buscar salidas económicas en un país famoso por sus impresionantes paisajes nevados, sus volcanes, sus géiseres y su gran poder geotermal. El turismo, la pesca y la tecnología guiaron la recuperación. Hoy en día, las grúas invaden el centro de Reikiavik, donde multitud de polacos construyen hoteles de vanguardia y mezclan cemento para edificar relucientes torres de oficinas.

Crecimiento en la fe

Quince años después de su fundación, la diócesis católica de Reikiavik, que incluye seis parroquias y dieciocho iglesias distribuidas en esta curiosa isla nórdica del Atlántico Norte, nunca había sido tan fuerte numéricamente. Y está creciendo tan rápidamente como la economía nacional, en la que los turistas son tres veces más que los habitantes locales. Por definición, la Iglesia católica de Islandia tiene el tipo de crecimiento rápido que alegraría a los obispos de otras naciones. “Somos la comunidad católica que más crece, y a mayor rapidez, de los países nórdicos”, afirma el obispo Tencer.
En 1970, había en Islandia unos 1000 católicos, la mayoría nativos del país. Desde entonces, en una década, la población católica se ha disparado desde unos 3.000 miembros hasta unos 13.500, la mayoría de ellos inmigrantes. Esto significa que la población católica de Islandia ha aumentado, en algo menos de una generación, desde un 1% hasta el 4% aproximadamente de la población del país, unos 338.000 habitantes. “Es una Iglesia joven, el 80% de los fieles que vienen a misa el domingo son jóvenes, y este es un fenómeno muy reciente para nosotros”, afirma el obispo Tencer. “Aquí, cuando entras en las iglesias, ves rostros jóvenes, no ancianos”. Las misas se celebran en islandés, polaco, español e inglés. “En un año”, añade el obispo Tencer, “hemos tenido 150 bautismos y sólo 15 ó 20 funerales”.
Para servir a esta población católica, cada vez más numerosa, hay 16 sacerdotes procedentes de otros países y uno de Islandia. Los sacerdotes extranjeros vienen de varios países: cinco de Polonia, tres de Eslovaquia, uno de la República Checa, dos de Irlanda, uno de Alemania, uno de Francia, dos de Argentina y uno de Gran Bretaña (ya retirado). Hay un religioso de Eslovaquia y muchas órdenes de religiosas, muy apreciadas por sus obras de caridad cristiana y sus vidas dedicadas a la oración. El obispo Tencer, nativo de Eslovaquia, fue nombrado quinto obispo de la diócesis en 2015.
A todas luces, la de Islandia es una Iglesia inmigrante. Sentado en el estudio de su limpia parroquia, el padre Breen, nativo de Dublín, Irlanda, ha sido testigo de este rápido crecimiento desde que él llego aquí como sacerdote en 1984. “La Iglesia aquí tiene bastante fuerza”, dice el padre Breen, un abstemio que con orgullo lleva el pin de la Asociación de Abstinencia Total del Sagrado Corazón, un grupo internacional con base en Irlanda y con una rama en Islandia, que fomenta la abstinencia del alcohol. “Los inmigrantes polacos”, añade el padre Breen, “son probablemente los más tradicionalistas”.

Los desafíos de la Islandia católica

Pero si bien el creciente número de los que, en Islandia, se definen católicos es realmente impresionante, la realidad subyacente proporciona un retrato diferente, a veces desalentador. Según varias estimaciones, entre el 20 y el 25% de los católicos de Islandia acuden a misa los domingos, porcentaje que corresponde, más o menos, a la misma estimación de la mayoría de los Estados Unidos, y de muchas partes del mundo occidental, actualmente. (Además, el aumento en el número de turistas que son católicos y que visitan Islandia significa más rostros en las iglesias locales, sobre todo en las misas de los fines de semana).
El padre Patrick Breen (izquierda), John Aidan Byrne (centro) y el diácono Michael Friggie (derecha).
El padre Breen acoge a todos los que vienen. Es muy consciente de la baja participación en la misa dominical y de los problemas sociales que invaden las comunidades de inmigrantes católicos del país, como también de otras comunidades. Es habitual, en la mayor parte de los inmigrantes católicos, que las parejas convivan antes del matrimonio civil y religioso. “Personalmente opino que el número de matrimonios dentro de la Iglesia católica de Islandia es muy bajo, y que muchas parejas tienden a casarse primero por lo civil y luego por la Iglesia”, dice Michael Friggie, diácono permanente en Cristo Rey, “pero tal vez este sea también un fenómeno mundial y europeo”.
El diácono Friggie, ordenado en 2017, casado y padre de seis hijos, llegó a Islandia procedente del Medio Oeste de Estados Unidos para trabajar como genetista en una startup. “Estoy entusiasmado de ser un diácono gracias a esta persona encantadora”, dice señalando al padre Breen, presente también en la habitación, quien animó su vocación. “Amo a esta diócesis, donde la interacción personal es mucho más fácil que en Indianápolis, un lugar donde he visto al obispo sólo en las confirmaciones”, añade Friggie. “Aquí puedo tomar café con el obispo en cualquier momento”.
Al obispo Tencer le gusta ver este crecimiento de la Iglesia católica islandesa, pero como los flujos y reflujos del agua fría del océano que va y viene en la orilla, la marea puede ir hacia cualquier lugar, dice. “El futuro parece brillante si vamos en la dirección actual”, dice el obispo. “Pero las cosas pueden cambiar rápidamente, por lo que es imposible saber dónde estaremos en dos o tres años”. Y añade: “Podría haber otra crisis, por ejemplo, y los extranjeros que han venido a Islandia podrían irse a cualquier otro lugar”.
Sin embargo, el obispo Tencer no se desanima, y considera el flujo de inmigrantes que llega al país como una gran bendición para la Iglesia católica islandesa. Como él dice, “estos inmigrantes vienen de muchas culturas diferentes y traen maravillosos elementos de su fe y sus hábitos y costumbres para la Navidad y otras estaciones”.

No solamente de pan

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Evangelio según San Lucas 4,1-13.
Jesús, lleno del Espíritu Santo, regresó de las orillas del Jordán y fue conducido por el Espíritu al desierto,
donde fue tentado por el demonio durante cuarenta días. No comió nada durante esos días, y al cabo de ellos tuvo hambre.
El demonio le dijo entonces: “Si tú eres Hijo de Dios, manda a esta piedra que se convierta en pan”.
Pero Jesús le respondió: “Dice la Escritura: El hombre no vive solamente de pan”.
Luego el demonio lo llevó a un lugar más alto, le mostró en un instante todos los reinos de la tierra y le dijo: “Te daré todo este poder y el esplendor de estos reinos, porque me han sido entregados, y yo los doy a quien quiero. Si tú te postras delante de mí, todo eso te pertenecerá”.
Pero Jesús le respondió: “Está escrito: Adorarás al Señor, tu Dios, y a él solo rendirás culto”.
Después el demonio lo condujo a Jerusalén, lo puso en la parte más alta del Templo y le dijo: “Si tú eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: El dará órdenes a sus ángeles para que ellos te cuiden. Y también: Ellos te llevarán en sus manos para que tu pie no tropiece con ninguna piedra”.
Pero Jesús le respondió: “Está escrito: No tentarás al Señor, tu Dios”.
Una vez agotadas todas las formas de tentación, el demonio se alejó de él, hasta el momento oportuno.

Homilía del Padre Paul Voisin CR, Superior General de la Congregación de la Resurrección:

Hay una historia sobre Leonardo Da Vinci y su pintura de ‘La última cena’ en Milán. Decidió que iba a usar las caras de los hombres en Milán por sus modelos para los apóstoles y Jesús. Tenía una idea fija de los apóstoles, y quería elegir las caras de los hombres que retrataban las virtudes y características de los apóstoles. Él decidió comenzar con Judas. Por lo tanto, salió a las calles y miró al hombre que aparece el más olvidado y abandonado, alguien que fue mirado hacia abajo por los otros residentes de Milán. Encontró a un hombre así, viviendo en la calle, y lo llevó al monasterio donde estaba pintando ‘La última cena’. A medida que comenzó a pintar el joven le preguntó acerca de lo que estaba pintando, y Leonardo Da Vinci entró en una historia detallada de Jesucristo: su nacimiento, su vida, su predicación y milagros, y finalmente, su muerte y resurrección. El joven no sabía mucho acerca de Jesús y escuchó atentamente. Después de terminar esta cara Leonardo le pagó y lo envió a su camino, saliendo a buscar una cara para ser utilizada para el próximo apóstol. Por último, al final, estaba preparado para pintar la cara de Jesús. Salió a Milán para buscar a un hombre cuya presencia mostró la caridad y la virtud, la santidad y el servicio de los demás. Y así, ¡él lo encontró! Después de pintar desde hace algún tiempo el joven le preguntó: ” no me reconoces?”, a lo que Leonardo respondió: “No, joven, realmente no conozco a la gente aquí en Milán”. El joven respondió: “fue mi cara, hace muchos meses, que solías pintar la cara de Judas “.
Este joven había sido transformado por la fe y el testimonio que Leonardo Da Vinci compartió con él.
Pensé en como esta historia me reflejaba el evangelio de este fin de semana; el primer domingo de la temporada de Cuaresma (Lucas 4:1-13). Cada primer domingo de Cuaresma el evangelio está sobre las tentaciones de Jesús por Satanás. Lo que me impresionó como leí y reflejado en ella fue la fuerza de voluntad que Jesús mostró ante las tentaciones tan fuertes que Satanás puso delante de él. Después de todo, Jesús había estado sin comida durante cuarenta días, y el diablo, sabiendo lo que Jesús querría más como Dios-Hecho-Hombre, lo tentó con comida. Entonces él lo tentó con el poder y luego para revelarse como el Mesías. Jesús se resistió, porque sabía que esta no era la voluntad del Padre para él. Su misión era hacer la voluntad del padre, y sobre todo lo que era su preocupación. Durante los cuarenta días en el desierto se dedicó a la oración, y nunca se quitó los ojos de lo que el Padre quería de él. A lo largo de su vida y ministerio, incluso ante el dolor de la cruz, nunca ha vacilado de su misión. Se mantuvo fiel al Padre a pesar de las dificultades.
Para nosotros, también, la temporada de Cuaresma debe ser acerca de mantenernos fieles a la voluntad del padre. Nosotros también experimentamos la tentación, y el diablo conoce nuestras debilidades también, cómo atacar, y nos persigue para que nos lleve al pecado. Qué fácil es caer, cuando nos quitan los ojos del Señor, y dependemos únicamente de nuestra fuerza humana. Se nos dice que Jesús estaba “lleno del Espíritu Santo” y que él estaba “dirigido por el espíritu”. No estaba solo. Tal vez a menudo durante esos cuarenta días que llamó, como el salmo refleja: “estar conmigo, Señor, cuando estoy en problemas”. Podemos relacionar con esa situación nuestras propias vidas: sentirse atraído por el mal, estar bajo ataque por el diablo o cayendo presos al mal ejemplo. Nuestra fuerza, como la de Jesús, es que no estamos solos: el Espíritu Santo está con nosotros. Ese Espíritu Santo que recibimos en el bautismo y la confirmación, ese Espíritu Santo que está con nosotros cada uno y cada vez que llamamos al Señor: “estar conmigo, Señor, porque estoy en problemas”. El espíritu viene a nosotros en nuestra necesidad y nos llena de gracia para decir ‘No’ a la tentación y el pecado, y ‘Si’ a la nueva vida y hacer la voluntad del Padre.
¿Cuál es nuestra lucha? ¿Cuál es nuestro ‘cross’ esta cuaresma? Cada uno de nosotros debe responder eso por nosotros mismos.
Tal vez sea una actitud negativa hacia alguien en casa, trabajo o escuela: relacionándonos o reaccionando con ellos de una manera dura o crítica, a diferencia de la forma en que respondemos a los demás.
Tal vez es un mal hábito: como abusar del alcohol o la droga, o abusar físicamente o intimidar a alguien, o fumar, o comer en exceso; que podemos poner nuestra voluntad de superación durante la cuaresma: ¡un día a la vez!
Tal vez no es aplicar a nosotros mismos y compartir en las responsabilidades en el hogar, la escuela o en el trabajo: haciendo las cosas a mitad de corazón o regañadientes.
Tal vez es deshonestidad a los demás, y a nosotros mismos: tratando de escapar de las consecuencias de nuestras acciones; o la falta de acciones, por mentiras y engaños.
Durante nuestros cuarenta días de Cuaresma, cada uno tendrá que determinar cómo el Señor nos va a pedir de nuestra voluntad, eligiendo la voluntad de Dios por encima de la nuestra. El Espíritu Santo, que acompañó a Jesús en su desierto, nos acompañará en nuestro desierto -aquí y ahora- y sea para nosotros la fuente de fuerza ante las tentaciones que nos encontramos dentro de nosotros y a nuestro alrededor. No deberíamos tener miedo de llamar: “estar conmigo, Señor, cuando estoy en problemas”.
Entonces, al igual que el joven en mi historia sobre Leonardo Da Vinci, vamos a ser transformados -irreconociblemente- por la gracia de Dios por conocer, amar y servir a Dios de una manera nueva y más profunda.

Melannie Flores: “Muchas veces se han burlado de mi fe en clase solo porque pensaba diferente”

Hace seis años redescubrió su fe católica. Y está convencida de que su vida cambió cuando se acercó a Jesús. Pero también hubo cambios en su entorno, en sus relaciones sociales y en su vida académica en la PUCP. Aquí un testimonio que interpela a docentes y estudiantes respecto a la tolerancia y el respeto.
Por Angela Echenique- www.somosperiodismo.com
Melannie Solanch Flores Saavedra estudia psicología en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Ingresó en 2011 y el próximo ciclo terminará sus estudios. Es devota del Sagrado Corazón de Jesús y de la Virgen del Carmen. Durante un año realizó prácticas en Perú Champs, una ONG dedicada a otorgar becas a niños y adolescentes con talento académico, artístico y deportivo. Melannie se desarrolló en el área de asistencia psicológica de esta institución.
A lo largo de sus años de estudio ha adquirido conocimientos en humanidades y habilidades blandas que ahora le son muy útiles para su profesión y en su vida cotidiana. Sin embargo, también ha atravesado momentos difíciles a raíz de sus creencias religiosas y su forma de pensar. Melannie muchas veces ha tenido que enfrentar burlas e incomprensiones cuando ha querido expresar su opinión o hacer pública su fe católica. Le ocurrió primero en Estudios Generales- Letras y luego en la Facultad de Psicología. Las experiencias por las que pasó son recordadas por ella a continuación.
-¿Qué cambios hubo en tu entorno académico después de tu ceremonia de confirmación católica?
-Si tú eres una alumna católica eres mal vista. Eso me pasó a mí y creo que continúa pasando. Muchas veces se han burlado de mi fe en clase solo porque pensaba diferente. O no me han dejado más dar mi opinión por pensar distinto al resto. Si bien es cierto eso no me ha impedido decir lo que creo, sí se siente doloroso que otra persona te juzgue y te humille, o te trate de silenciar. Intervenir, opinar en clase es un derecho de todos los alumnos.
-¿Recuerdas alguna experiencia en la que se evidenció lo que describes?
-Sí, recuerdo dos. La primera se dio cuando llevé un curso de filosofía. En una de las clases, la jefa de práctica estaba hablando de la defensa de la vida y el aborto. Yo estaba en contra del aborto y todos los de la clase, a favor. Levanté la mano para dar mi opinión y la jefa de práctica, al ver una taza que yo tenía con el logo CAPU PUCP (sigla del Centro de Asesoría Pastoral Universitaria) la tomó y empezó a burlarse de lo que era el CAPU. Recuerdo que decía cosas como, “con razón dice esto pues, mírenla a ella que tiene esta taza del CAPU que es un lugar que defiende cosas ilógicas”. Su comentario generó muchas risas. En ese momento yo me sentí mal porque todos me miraban y se reían.
La jefa de práctica detuvo sus comentarios cuando uno de los alumnos levantó la mano y dijo que yo no era la única, que él también estaba en contra del aborto. En ese momento ella decidió cerrar el tema. Yo tenía mucho miedo de decirle que no se burle de mí, pero también sabía que no estaba bien que lo haga, entonces en el receso de la clase me acerqué a ella y le dije que por favor, evitara ese tipo de comentarios, y que si volvía a suceder yo lo iba a denunciar a las autoridades. La JP se disculpó y prometió no volver a hacerlo.
-¿Y qué ocurrió la segunda vez que sentiste que te discriminaban por tus creencias?
-La segunda experiencia fue cuando llevé un curso electivo de Estudios Generales Letras. Llevé Comunicación Social con una profesora. Un día planteó un ejercicio grupal en el que cada grupo debía trabajar un proyecto de cambio dentro de la universidad respecto a la comunicación y su relación con las personas. Yo quería que las personas conozcan la fe. Mi idea era hacer un programa de difusión sobre la fe. Con mis compañeros habíamos pensado en realizar ferias, talleres y conversatorios relacionadas a temas de fe, y difundirlos en una página en Facebook; queríamos comunicarlo a todas las facultades. Pero la profesora empezó a decir que las personas no tenían ningún tipo de fin en la vida. Yo le dije que no estaba de acuerdo con eso, tampoco estaba de acuerdo con otras opiniones que se dieron ese día en clase. Entonces ella empezó a hablar por encima de mis palabras, me callaba cuando yo quería intervenir. Cuando le propuse hacer el proyecto, me dijo que no porque ya era “un tema muy trabajado”. Le dije que yo había investigado, y por el contrario, no había encontrado ningún proyecto sobre la fe católica, sobre la existencia de una capilla abierta a los alumnos. A pesar de que yo ya tenía un grupo de chicos que querían trabajar la idea, ella se negó y nos pidió  que cambiáramos de tema.
Desde ese momento, sin importar el lugar en el que yo me sentara en el salón, ella no me dejaba participar. Pienso que un profesor no debe asumir que tiene la verdad absoluta. Creo que los alumnos deben tener derecho a expresar sus opiniones. Yo no quería tener ningún conflicto con la profesora, pero sí quería dar a conocer otra forma de pensar, con los argumentos que eso implica, pero no tenía oportunidad para hacerlo.
– ¿Has pasado por experiencias similares en la Facultad de Psicología? ¿Conoces algún caso?
-De mi parte, en general, cuando se trataban temas sobre sexualidad, aborto, o algún otro tema polémico, yo daba mi opinión, pero no se generaba debate o profundización. No había diálogo sobre un punto de vista contrario. Además de eso, he escuchado historias de amigas a las que les han dicho en clase que tener una devoción, creer en La Virgen María o simplemente orar es una suerte de locura. Eran comentarios que se decían en clases entre profesor y alumnos y solo se detenían si en el salón alguien se levantaba a decir que era católico.
-¿Consideras que ser católica ha influido en tu vida académica, en tus evaluaciones académicas?
-Sí, claro. Algunas veces recibía una calificación baja respecto a las que tenían mis compañeros. En el primer caso, en el curso de Filosofía en Estudios Generales, la profesora no devolvía los trabajos en físico, solo ponía la nota de cada trabajo en el registro y yo nunca sabía por qué mis notas  no pasaban de 12 y 13. Yo intuía que había un cierto sesgo allí. Y en cuanto a mi experiencia en facultad, yo comparaba mis trabajos con los de mis compañeros, y teníamos un desarrollo similar, muy parecido, con los requisitos solicitados por la profesora. Incluso algunos compañeros se sorprendían de mis notas. Sin embargo, ella siempre me decía que faltaba algo, sin darme razones concretas.
-Respecto a tu relación con otros compañeros de la facultad, ¿también se evidenciaba el distanciamiento?
-Sí. Como yo daba mi opinión en clase, la mayoría me veía mal y nadie quería hacer grupo conmigo. Y cuando finalmente me incorporaba a un grupo, el tema de la mayoría tenía que desarrollarse pese a que yo no estaba de acuerdo. No era considerada. La verdad, no tengo muchos amigos en la facultad justamente por estas cuestiones.
-¿Eras una católica practicante cuando ingresaste a la universidad?
-No. Mi mamá siempre ha sido católica y mi hermana lo fue por un tiempo. Cuando comencé a concentrarme en ingresar a la universidad, en mis últimos años de colegio, sentía que la religión no se veía como algo positivo. Yo dejé de ir a misa, dejé las actividades que realiza un católico: confesarse y orar. Las veces que iba era por obligación de mi mamá. Yo llegaba para la última parte, cuando nos damos la paz porque me aburría (risas). Recuerdo que un año después de que ingresé, aquí estaba vigente la polémica con el Cardenal Cipriani sobre la denominación de “Pontificia” para la universidad. En ese entonces yo participaba en las marchas, en las cadenas humanas que se realizaban, incluso me burlaba de todo lo referente al cardenal y a la Iglesia, algo totalmente anticatólico.
-¿Qué te motivó a emprender este camino de fe? ¿Qué crees que aportaba a tu vida?
-Cuando ingresé a la universidad, era una persona muy sensible, cambiaba de un humor a otro rápidamente, era muy egoísta, no consideraba al otro como una persona, sino como algo que me daba un beneficio, tampoco pensaba en su bienestar. También tenía muchos conflictos en casa. Recuerdo que para encajar en la universidad el primer día de clases tuve que asumir un papel diferente, alguien que no era yo. Cuando ingresé a la comunidad del CAPU supe que podía ser yo misma y a la vez ser amada por Cristo. No tenía que ser alguien diferente ni tampoco tenía que tratar a los demás de una manera distinta. Cambió mucho mi forma de relacionarme con las personas. Me hizo feliz. Creo que cuando las personas son ellas mismas, son realmente felices. Sabía que necesitaba a la Iglesia para poder estar cerca de Cristo. Me confirmé luego de un proceso de conocimiento, pero fue en un retiro espiritual donde tuve ese encuentro con Cristo. Ahí pude comprender que Él había dado todo por mí y que yo también debía darlo todo por Él. Esa decisión hizo que mi vida cambie por completo.
-¿Crees que hay un vínculo entre tu fe y tu carrera?
-Sí, un vínculo muy fuerte. Durante un año, trabajé en una ONG en la que pude tener contacto con seres humanos que sienten, que tienen una historia, y cada uno de ellos tenía algo particular y algo que potenciar. Yo me fortalezco mucho en mi fe porque sé que el poder de Dios es ilimitado y muchas veces he pedido por personas que realmente la pasan mal. En el lugar en el que trabajaba, muchos niños, que son con los que frecuentaba más, atravesaban maltratos, divorcios de sus padres; había familias que tenían una mamá con cáncer: situaciones difíciles de comprender y sobrellevar para un niño.
Por una parte, está el tema espiritual, pero también está la fortaleza que todo católico tiene, y que creo que es un plus. La fe da fuerza. Hace saber que pasando todas esas cosas buenas o duras, hay algo que nos espera. Entonces la fortaleza que uno tiene se la puede dar a otro que la necesita. Quizás en ese momento no se les puede hablar de la fe católica porque incluso pueden no compartir el mismo credo, pero lo que sí se les puede dar es la escucha que hace ver al otro como un prójimo. Creo que las herramientas de la psicología van muy en conjunto con la fe. Esta ve al ser humano en toda su dimensión y sabe que está destinado para ser feliz, al igual que la psicología, que lo ve como un todo y busca su bienestar. Yo relaciono mucho la carrera que me encanta con mi fe que es lo que soy.
-¿Qué esperas de la universidad, en general, respecto a la tolerancia con el credo de sus estudiantes?
Comparando las situaciones que te comento con mis clases de ahora, he notado cada vez más apertura, sobre todo en la diversidad de temas de trabajo. Ahora temáticas como la inclusión, la exclusión, la discapacidad y la violencia van tomando más cabida y me parece que es muy necesario. Pero creo que falta más diálogo. Hoy puedo decir que espero que haya tolerancia e inclusión en todos los aspectos, con mi fe y con mi opinión. Yo no busco que la otra persona piense como yo, solo que me escuche. Creo que no se deben cerrar las puertas para cosas de la fe. Recuerdo que me decían: “No, no te voy a dar este espacio”, “No, no se pueden traer esas cosas acá”, pero para otras cosas sí estaban todas las puertas abiertas. La facultad debería incluir temas que tengan que ver con la fe. Así como existe el curso Psicología y Género, ¿por qué no podría dictarse el curso Psicología y Fe?, ¿Ciencia y Fe? ¿Por qué no proponer un curso que hable de cómo ayuda la fe en el ámbito de la psicología? Quizá ponerlo como electivo. No por tener una capilla debería decirse que esta es una universidad católica. También se podría evidenciar desde la malla curricular. Todos tenemos fe, entonces no creo que sea un daño darla a conocer. Ni siquiera proponer que la vivan o que la defiendan, solo que la conozcan.