La familia cristiana es misionera
Por Antonio Elduayen Jiménez CM
Desde la Nochebuena hemos venido centrando nuestra mirada en el Niño Dios, recién nacido. Hoy la iglesia nos pide mirar también a María y José y contemplar en conjunto la Sagrada Familia. Contemplarla tal como nos la propone el evangelio (Lc 2, 22-39), es decir, una familia religiosa y cumplidora, que va al templo de Jerusalén a cumplir todo lo prescrito por la Ley, (aunque a ellos no les obligara). Una familia que recibe la noticia sorpresiva y dolorosa de que el hijo será bandera de discordia para muchos y de que una espada atravesará el corazón de la madre. Y una familia en busca de casa -la vieja casa de Nazaret a la que María y José vuelven después de una odisea de 4 años- y en la que el niño crecerá sano, sabio y santo.
Ciertamente, por la santidad de sus miembros la Sagrada Familia es modelo para nuestras familias, pero lo es también por su manera de enfrentar, tratar y resolver los problemas de la vida. Si pese a todo, ellos pudieron llegar a ser una Familia Sagrada, ¿por qué no nosotros? Hay que ponerle voluntad y empeño. Y darle gracias a Dios, porque le plugo instituir la familia, basada en el matrimonio de un hombre con una mujer, para ser como el seno y el hábitat naturales de la vida del hombre. Él mismo, cuando decidió hacerse hombre, lo hizo en el seno de una familia.
Digamos un par de cosas sobre el fundamento y la razón de ser así de nuestras familias, para que no se crea que se originaron por costumbres sociales o por imposiciones religiosas. Digamos 1º que el fundamento de la familia (lo que la hace necesaria) es, ante todo, la conservación de la especie humana. Digamos 2º que el instinto de conservación de la especia humana es anterior, por milenios, a cualquier ley positiva natural (leyes humanas) o religiosa (religiones). Definitivamente, si no hay familia no hay garantía de supervivencia de la especie humana.
Querida por Dios y elevada a sacramento por Jesucristo (Mt 19, 4-9), la familia ha sido siempre y es sobre todo ahora bandera de lucha de la Iglesia. En la fiesta de la Sagrada Familia, se nos pide:
* orar por la familia (empezando por la nuestra), para que sea siempre lo que Dios quiso que sea. Siempre en guardia ante los males de toda clase que la acechan.
* poner de relieve sus bondades como “formadora de personas, educadora de la fe y promotora del bien social”, amén de ser santuario de la vida, iglesia doméstica y escuela de vida social.
* estrechar lazos de unión en el amor y renovar compromisos, buscando la felicidad de todos sus miembros.
* hacer y reforzar la Pastoral Familiar, empezando por la de nuestra parroquia, cuyo Equipo espera que otros matrimonios se le unan.
Sagrada Familia misionera
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